Capítulo 8: Calm Before The Storm.

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Estaba frustrado.

Quien podría haberlo dicho. Quizás su madre. Quizás Granger. ¿Para el resto? Él era la perfección hecha hombre.

Se encontraba sentado en un sillón mirando hacia su cama donde podía distinguirse la figura del objeto de sus pensamientos. Podía oír su respiración calma y acompasada.

¿Qué demonios le había sucedido anoche?

Había perdido el control, algo que no hacia. Él tenia la mente fría. Sabia como y cuando actuar. Era como si no hubiese sido él. Había tenido unos deseos desgarradores de estar con ella. De ahogar su ira, su rabia y su dolor en la única persona que lograba hacerlo sentir algo. Ella lo entendía. No lo juzgaba, y aun así sentía rencor.

Rencor por haberlo engañado, por haberle hecho creer que cualquier ser humano era capaz de sentir y luego ir a revolcarse con otros y tal vez hacerles creer lo mismo.

Era verdad que en su mente vio lo que, según ella, había sucedido, pero él sabia de hechizos capaces de cambiar los recuerdos, o al menos de borrar algunas partes. No eran conocidos, y dudaba que se encontraran en la Biblioteca de Hogwarts, pero se podían conseguir si se sabia lo que se estaba buscando.

Fijó su vista en Hermione. ¿Realmente estaba tan empedernido en buscar una excusa para no perdonarla? La verdad era que se sentía incapaz de poder estar con ella después de todo el tiempo que había pasado odiándola. No creía que hubiese ocupado algún hechizo. No solo por el hecho de la dificultad de encontrarlos, sino también por que no se caracterizaban por ser legales. Y si algo sabia sobre Hermione era que preferiría morir antes de hacer algo ilegal. No creía que eso hubiese cambiado.

Pero no podía estar con ella, y se lo diría. Le diría que sabia que no lo había engañado, que no le guardaba rencor, pero que no volvería a estar con ella. Su orgullo se lo impedía.

Se levantó pesadamente del sillón y se dirigió al baño, fijando la vista en el enorme espejo que se encontraba frente al lavabo. Lo que vio no le causó ninguna gracia.

-¿Qué demonios...?- se acercó mas al espejo para poder verse mejor. Que significaba esto. Sus ojos, antes de un hermoso color tormenta, eran ahora de un crudo color plata. Algo andaba mal. Lo que le estaba pasando no era normal. Se comportaba de manera extraña y violenta, no era capaz de controlar sus impulsos y sus ojos habían cambiado de color misteriosamente. Y ahora que lo pensaba, Granger tampoco había actuado como ella misma la noche anterior. Ella no hubiese aguantado aquella humillación.

Salió rápidamente del baño y se dirigió hacia su cama.

-Granger- le susurró mientras la movía ligeramente para tratar de despertarla. -¡Granger!

La chica empezó a moverse y a enfocar la vista en la persona que tenía al frente.

-¿Draco?

-Siéntate y abre los ojos, Granger- le dijo mientras la tomaba de los brazos y la sentaba en la cama.

-¿Qué te sucede? Deja de tirarme, Malfoy- le respondió ella mientras se soltaba de sus manos.

-Quédate quieta- le dijo él. La tomó de ambos lados de la cara y comenzó a moverla como buscando algo perdido.

-Malfoy, espero que sepas que no aprecio la forma de despertarme ni mucho menos la intrusión en mi dormitorio a estas horas de la madrugada. ¿Me podrías soltar, cretino? Me haces daño- Draco se detuvo en seco y la miró a los ojos durante unos segundos con esa cara indescifrable.

-No me llames cretino. ¿Cuál es tu problema, Granger? Estoy tratando de ayudarte. Me sorprende que no seas tú la que esta buscando marcas como desesperada.

-¿Marcas?- preguntó ella extrañada.- ¿Por qué debería estar buscando marcas?

-¿No recuerdas que sucedió anoche?- ahora sí que estaba asustado. Granger le hablaba como él solía hablarle a ella, y no parecía tener recuerdos sobre la noche anterior. Además, como lo sospechaba, sus ojos ya no eran marrón, sino mercurio. La única diferencia con los suyos, era lo oscuro que se veían.

-¿Anoche? Malfoy, desaparece de mi habitación antes que llame a la Prof...

-En caso que tus ojos te fallen, Granger, esta es mi habitación, donde ocurrió algo que no debió ocurrir por el solo hecho de que eres incapaz de alejarte de un problema que no tiene solución.

-¿TU habitación? No lo creo Malfoy. En esta habitación todo es... ¿Verde?- comenzó a mirar a su alrededor mientras Draco la miraba con aires de superioridad. Su ropa tirada en el piso, un vaso hecho añicos en el tapete, una toalla. SU habitación. ¿Por qué no estaba en su habitación¿Qué le había hecho Malfoy¿Qué había sucedido an...? Miró sus manos, sus brazos, su estómago. Nada. Ni una sola marca. Sus piernas, sus muslos adoloridos, pero ni una marca. Levantó la vista para fijarla el Draco.- Tu...

-Ni siquiera lo pienses- la apuntó con el dedo. Se veía molesto.- ha sido todo tu culpa.

-¿Mi culpa¿Yo me acosté conmigo misma?- le respondió enojada.- Esto lo hiciste tu.

-No seas estúpida. Por supuesto que lo hice yo. A quién esperabas. ¿Weasley? Pero tú te lo buscaste.

-No vas a empezar con la misma tontería de siempre. Creo que quedo bastante claro que la situación no fue nada parecido a lo que imaginaste.

-¿Y podía saberse cuándo quedó eso claro exactamente, Granger?- estaba confundido. ¿La chica recordaba o no la noche anterior?

-¿Cuándo?- ya se estaba enojando. Era una pregunta estúpida. Él mismo había comprobado con sus propios ojos¿no?- No comiences con tus estúpidos juegos mentales, Malfoy

-Granger- le dijo él algo mas calmado, mientras la tomaba de ambos brazos. Algo andaba mal.- ¿No te sientes extraña¿Cómo sino fueses tú la que esta en tu cuerpo¿Cómo si quisieras odiarme pero necesitas estar conmigo?

Hermione lo miró durante un largo rato. Dobló ligeramente la cabeza como si no entendiese bien qué quería decir.

-Tus ojos...

-Si lo sé- la interrumpió.- Los tuyos también solo que más oscuros. Ahora responde la pregunta.

La chica se acercó a la ventana de la habitación, donde podía ver su reflejo gracias a la oscuridad de la noche. Mercurio. Llevo sus manos hacia sus ojos. Qué estaba sucediendo. Era verdad que no se sentía como ella misma. No tenia completos recuerdos de la noche anterior, solo pequeñas imágenes y ciertos sentimientos, pero nada más. Se volvió hacia él lentamente.

-Sí.- le susurró.

-Oh, por los mil demonios de Slytherin!- gritó tomándose la cabeza con las manos.

-Esto no puede ser bueno- susurró ella.

-¡Por supuesto que no es bueno, Granger!

-No me grites. Esto no es mi culpa.

-¡Claro que es tu culpa¡Siempre es tu culpa!- le gritó él mientras se le acercaba con esa cara de pocos amigos.- De no ser por tu aparición anoche nada de esto hubiera sucedido. De no ser tan estúpidamente terca no estaríamos en esta situación. De no ser... - se detuvo y la miró a los ojos. Repentinamente, lo que sentía ya no era rabia o enojo, sino pasión hacia la mujer que tenía enfrente. Las palabras que luego salieron de su boca fueron una de las pocas cosas en su vida que no pensó sino que sintió.- Me vuelves loco.

Apenas las palabras salieron de su boca, Hermione perdió todo tipo de control sobre sí misma. Todo tipo de amor propio fue olvidado por las simples palabras de Draco. Para cualquier otra persona podrían haber sonado como palabras comunes, pero ella sabía que para él no lo eran. Demostrar una debilidad así estaba prohibido. Esa nota casi desapercibida de desesperación fue la que hizo que su corazón se derritiese.

Apenas terminó de pronunciar las palabras, Draco la atrajo hacia él y la besó. Y no tan solo un beso. Lo que sentía era pasión pura. Deseo. Ese sentimiento que no te deja pensar ni actuar de manera prudente. Y ella le estaba respondiendo igual. Estaban locos. Ambos. Sabían muy bien que no debían estar participando de la situación, pero no podían evitarlo.

-Y tú a mi- se separó un poco de él para luego volver a sumirse en las profundidades de su boca. Rodeo sus caderas con las piernas y su cuello con los brazos mientras él los guiaba hacia la cama.

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Hermione despertó con un salto. Se encontraba abrazada a Draco y con las sábanas envolviéndolos. Debía ser alrededor del mediodía ya que el sol que entraba por las ventanas creaba un ambiente tibio. Giró la cabeza para observar a Draco, para ver que ya se encontraba despierto. La observaba con detenimiento, como solía hacerlo cuando estaban juntos, pero de alguna manera, no le producía lo mismo que antes. Lo que antes eran mariposas, ahora era un ardor y una necesidad de nunca perderlo de vista. Era como si sus ojos le mostraran que no era ella la que tenia el control. Recordaba con todo detalle los sucesos de la noche anterior y no entendía porque no estaba haciendo nada al respecto. No entendía por que había dejado a Draco actuar y tampoco por que lo hacia. Él jamás habría hecho algo semejante. Incluso como Mortífago se sentía asqueado del comportamiento de sus compañeros y lo sabía. Sus sueños no mentían.

Lo sabía. Sabía perfectamente que era lo que la chica frente a él estaba sintiendo y no entendía porque. Tenia miedo y esas mismas necesidades de estar con el cada minuto del día que él sentía por ella. Y aún peor. Recordaba muy bien lo que había sucedido la noche anterior. Lo que aún no entendía era por que no se encontraba huyendo de él en lugar de estarlo abrazando. Y sabía muy bien que no era ella misma. Hermione era capaz de aguantar muchas cosas, pero al igual que él, la traición era imperdonable. Sentía el mismo asco y la misma repulsión que sentía hacia los Mortífagos, solo que ahora la sentía hacia él. Nada bueno podía salir de la situación en la que se encontraban y lo tenía muy claro. Lo que les estaba sucediendo no era normal y no lo entendía, y le molestaba no estar en control. Debía hablar con su padre. Él sabría que hacer. Pero por el momento, debía deshacerse de la chica. De SU chica. Estar con ella ahora no era posible. La miró a los ojos.

-Eres una cualquiera- y decir las palabras le partió lo poco que le quedaba de alma en dos. Hermione adoptó inmediatamente una posición defensiva, sentándose en la cama mientras sujetaba la sábana para que la cubriera.

-¿Qué?- le preguntó confundida e incrédula.

-Eres una cualquiera- le repitió él, esta vez con más convicción.- Te acuestas con el primero que se te cruza en el camino sin importar que te trate como se le dé la gana.

-Yo no me acuesto con cualquiera, Malfoy- estaba enojada.- Tú eres la única persona que me ha tocado y lo sabes.

-Te gusta, no es verdad- le dijo parándose de la cama. Sabía muy bien que él era el único. Le gustaba ser el único. No quería dejar de serlo. Pero debía. Por el bien de ambos- te agrada que te traten como basura. Te gusta que te demuestren lo que eres. No puedes sacar de tu mente la imagen de tu madre y aquel sujeto. Quieres que los hombres te traten a ti como la trataban a ella.

Hermione se levantó de la cama mientras se ponía lo primero que encontraba en el piso del dormitorio.

-Maldito desgraciado anormal- le gritó mientras se le acercaba. No podía creer lo que estaba escuchando.- Cerdo egoísta, narcisista!

-Sabes que te gusta, que lo disfrutas y que vas a volver rogándome como lo hiciste anoche- le siseó con ira. Se estaba comportando como el monstruo que debía ser y no entendía por que tenia la sensación de no poder respirar.

-No.- le respondió. Estaba a punto de echarse a llorar ahí mismo. Sentía como si sus pulmones estuvieran obstruidos, y le estaba costando respirar.

-¿Qué¿Acaso ahora vas a llorar?- le pregunto con voz burlona.- ¿El malo de Draco te hace daño?

-Tu... - intentó tomar aire.- Tu...

-Soy exactamente como dicen que soy.- algo en el pecho no lo quería dejar hablar. Como si su cuerpo no quisiera herirla.- Soy lo más parecido a lo que conoces como escoria humana. Asesino personas por diversión, no tengo conciencia y lo disfruto. ¿Ves esta marca en mi brazo?- le enseñó su brazo izquierdo.- es lo que siempre juraste combatir y que ahora idolatras. ¿Qué diría Potter si supiera que te estas acostando con uno de los amiguitos del asesino de sus padres?

Hermione no dijo nada. Se puso derecha, irguió la cabeza y empezó a avanzar hacia la puerta del dormitorio. Sólo cuando estuvo ahí, con el mango en la mano, le dijo muy despacio:

-Estas muerto.

Y no lo dijo con voz amenazadora, mi con ira, sino más bien con lástima y compasión. Como si estuviera frente a una persona que vive sin vivir, vacía por dentro. Muerta. Cerró la puerta tras de sí y al hacer eso, Draco pensó que moría.

Sus pulmones se negaban a dejarlo respirar y el pecho se le hacía cada vez más pequeño. Las maldiciones de ahogo no eran nada comparado con lo que le estaba sucediendo. Era como si su interior se estuviera quemando.

Vio en su cabeza la imagen de Hermione mirándolo con esos ojos tristes y su corazón dio un latido rápido y fuerte. Fue sólo uno, pero hizo que le salieran lágrimas por los ojos. Sus rodillas y sus manos apoyadas en el piso le permitían ver como las gotas que salían de sus ojos caían directamente al piso. Sentía un nudo en la garganta que se iba haciendo cada vez más grande. No podía respirar, pero no era ese el pensamiento que inundaba su cabeza. Lo único que veía era a Hermione saliendo de su vida para siempre.

Hermione, Hermione, Hermione. ¿Por que no podía? Ya la había dejado ir antes y nada de esto había ocurrido. Era su cuerpo el que se negaba a estar sin ella. Y reaccionaba de manera imposible de controlar.

Fue así como uno tras otro fue saliendo el llanto. Nunca en su vida había derramado una sola lágrima y ahora parecía no poder evitarlas. Mantenía los ojos cerrados y su cabeza tomada con las manos. Lloraba con rabia, con dolor, con angustia, todos lo sentimientos que había sabido controlar durante toda su vida, salían ahora a la luz.

Se balanceaba de atrás a adelante, como si el movimiento lo pudiera calmar de cierta manera. Pero el sabia muy bien que sólo había una cosa por hacer, más inconsciente que conscientemente.

-HERMIONE!

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Se sentía mas que humillada y herida. El comportamiento de Draco era inexplicable, y después de haberlo pensado un poco, el suyo también. No entendía como había sido capaz de aguantar que Draco la tratara de esa forma la noche anterior. Y lo peor era que después de un par de frases bien armadas, había vuelto a caer.

Pero ya no más. Nunca más. Harry y Dumbledore podrían conseguir la información que necesitaban ellos mismos. Por algo Snape era el espía.

Snape. Snape era capaz de conseguir la información mucho mas rápida y efectivamente que ella. ¿Por qué no darle la misión al él entonces? Habría sido perfecto. Snape prueba que esta de parte de Dumbledore, la información se obtiene y el objeto se protege.

Y ahora que lo pensaba bien, como era posible que Dumbledore no supiese que era lo que buscaba Voldemort? En Historia de Hogwarts decía muy bien que cualquier tipo de objeto que entrase al castillo para ser custodiado debía ser aprobado por el director y que el mismo debía dejar una registro del objeto para que así futuros directores no tuviesen contratiempos. Y de no ser así, significaba que el objeto había sido siempre parte de Hogwarts, algo así como la Cámara Secreta. Pero de ser así, debía estar resguardado de manera similar a la Cámara, por lo que debía ser alguien con características similares a las suyas o el propio Voldemort quien podría obtenerlo, lo cual era imposible ya que un mago de tal poderío no pasaría desapercibido bajo las protecciones de Hogwarts, sin importar el tipo de engaño utilizado para intentarlo. Y el único con características similares a Voldemort era Harry, ya que era obvio que no había nadie poseído. Y de ser Harry, este ya lo sabría, ya que Dumbledore no iba a cometer el mismo error de mantenerlo en la oscuridad sobre lo que ocurría con el enemigo, por lo tanto toda la misión seria una farsa!

-¿Una farsa?...

Había alcanzado a llegar a la puerta de su dormitorio cuando lo escuchó. Se detuvo en seco. ¿Había sido Draco el que la había llamado así?

Olvidó inmediatamente toda resolución de no volver a caer nuevamente en el juego al escuchar la desesperación con la que la había gritado. Gritado! Una angustia sobrecogedora se apoderó de Hermione.

Se dio media vuelta y corrió hacia la habitación que hacia unos segundos había abandonado. Estaba a punto de abrir la puerta cuando se dio cuenta de que estaba cerrada, lo que significaba que solo Draco podía abrirla. Entró en pánico.

-DRACO!- tocó con los puños en la puerta, rezando por que el chico la pudiese escuchar. Oía el llanto desesperado y los gritos y no sabia que hacer.

-DRACO! Cariño, la puerta esta cerrada¿entiendes? Abre la puerta.

Pero el chico no parecía escucharla. No sabía que hacer. No podía ir por ayuda por que Draco jamás le perdonaría que hubiese dejado a alguien verlo en aquellas condiciones.

-Draco! Por favor abre la puerta!- seguía gritando mientras golpeaba el pedazo de madera que la detenía.

Sentía que se ahogaba. No podía respirar. Iba a largarse a llorar y lo único que se lo impedía era el hecho de que si lo hacía, no tendría como ayudar a Draco. Su corazón daba saltos de manera intermitente pero sin un ritmo parejo. Su mente se comenzó a nublar.

Estaba desesperada. Necesitaba entrar en esa habitación pero no sabia como. Se detuvo y empezó a mirar a su alrededor por si encontraba algo que la ayudase. No podía pensar con claridad. Su cerebro no respondía a sus ordenes. Aún así sus ojos nunca dejaron de moverse. No había nada en el pasillo. Pero tal vez en la sala común.

-Draco, voy a buscar una forma de entrar, esta bien? Tu solo... aguanta, sí?

Se dio media vuelta y corrió por las escaleras que la dirigían a la sala común. Miró las paredes, los cuadros, los sillones, las alfombras, todo tratando de encontrar algo que la ayudase, pero no encontró nada.

Se puso las manos en la cabeza para evitar romper a llorar, por que Draco la necesitaba fuerte. Necesitaba ayuda. Iba a ir por ayuda.

Estaba apunto de salir cuando la vio. Ahí, apoyada entre un librero y la pared, estaba la preciada escoba de Draco. Ni siquiera lo pensó.

Tomó la escoba en sus manos y corrió por las escaleras hacia su cuarto. Abrió las ventanas, tomó aire y se subió a la escoba. Ni siquiera penso en la posibilidad de que la ventana de Draco estuviese cerrada.

Intentó recordar todo lo que Draco le había tratado de enseñarle la primera vez que intentó volar, la que había sido un completo fracaso. Pero ahora no había otra opción más que hacerlo, por que no había ningún Draco bajo ella para tomarla si se caía. Echó su cuerpo hacia delante y comenzó a moverse hasta que se encontró con la ventana.

Apenas la tocó, se abrió de par en par dejándole el camino libre para poder ayudar a Draco, quien se encontraba en el suelo, balanceándose de atrás para adelante, mientras que de su garganta salía un llanto angustiado y entrecortado.

-Draco!- cruzó la habitación lo más rápido que pudo y lo abrazó.

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Albus Dumbledore se encontraba sentado tras su escritorio con sus manos cruzadas bajo su cabeza.

Los cuadros a su alrededor lo observaban y comentaban con su vecino. El ambiente estaba tenso.

Había cometido un error. Otro error. Y esta vez con podría lidiar con él de la forma en que lo había hecho con Harry. Pero había algo que podía decir en su defensa. Cualquier otra persona en su lugar hubiese hecho lo mismo, sin excepción.

Grandes sacrificios habían sido hechos por muchas personas. Personas que eran castigadas por ayudarlo a perseverar el orden y ya era tiempo de remediarlo.

Levantó la vista apenas escuchó como la puerta de su despacho se abría y un estudiante se abría paso hacia él.

-¿Señor? La Profesora McGonagall dijo que necesitaba verme.

-Ah, Señor Weasley. Por favor tome asiento.

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No sabía como ni cuando, pero Hermione había encontrado la forma de llevarlos a ambos hacia su cama.

Draco tenía su cabeza apoyada en el pecho de la chica, mientras su mano izquierda la rodeaba por la cintura. Hermione le acariciaba la espalda con una mano y con la otra su pelo. Ninguno de los dos había dicho nada y encontraban el silencio tranquilizador. Él se encontraba demasiado agotado como para pensar en otra cosa que no fuera Hermione. No discutiría lo sucedido. No lo entendía, pero lo iba a averiguar, solo que no ahora. Ahora todo estaba bien. En orden. En el momento en que la chica puso sus brazos alrededor de su destrozada figura, todo estuvo bien. Lo único que sabia por cierto, era que su plan de vida se había ido a la mierda. ¿Y lo mejor? No podía importarle menos.

Soltó un gran suspiro de resignación, uno de esos que sólo ella podía escuchar, y se acomodó de tal forma que sus cuerpos estuvieran unidos y ellos mirándose. Acarició su pelo, su frente, sus mejillas, su nariz, su boca. Ella solo sonrió.

Se quedaron ahí abrazados durante lo que pareció una eternidad y nada al mismo tiempo, hasta que escucharon como el retrato de entrada se abría.

-Señorita Granger, Señor Malfoy- los llamo la voz que indiscutiblemente pertenecía a McGonagall.

Draco se separó un poco de ella.

-¿Cómo es que siempre dice tu nombre primero? Es la prueba viviente de que no es tan imparcial como te gusta pensar.

Hermione se echo a reír como no lo hacia hace años.

-Eres peor que un bebe de 3 años.- se levantó de la cama y trato de arreglarse el enmarañado cabello sin éxito, mientras Draco conjuraba ropa para ambos. Dudaba mucho que McGonagall quisiera verlo a él pantalones de pijamas y a ella envuelta en una camisa... VERDE.

Hermione lo observó mientras se vestía. Pantalones, camisa y capa, todo del mismo pulcro color negro que lo hacía ver tan irresistible. Luego se fijó en lo que había conjurado para ella. Un vestido muy elegante que él consideraría "para toda ocasión" con un corte recatado y un largo adecuado para la escuela, lo que no significaba en absoluto que cuando se lo pusiera se dejaría de amoldar a su cuerpo. Era sin lugar a dudas un traje conjurado por el solo para ella. Además, era rojo.

-¿Rojo, cariño?- le dijo sonriendo.- esta muy alejado de ser un color apto para la escuela.

-Así me aseguro de no poder sacarte los ojos de encima.- le respondió el cómo si fuera la cosa más obvia del mundo.- Tus zapatos están ahí.- señaló los pies de la cama donde unos zapatos con un taco de alto moderado la esperaban. Esta de más mencionar que también eran rojos.

-Parece como si fuera a una recepción, Draco.- Y él la miró extrañado.

-Parece como si fueras a pasar el día en la escuela conmigo.

Hermione no dijo más. Con las únicas personas con las que no se iba a sentir sobre vestida, eran las Slytherin, que usaban alta costura hasta para dormir.

Una vez que estuvo lista, Draco la tomó de la cintura y la guió fuera de su habitación.

Una vez abajo, se encontraron con una muy seria Profesora que los miró a ambos de arriba hacia abajo y Hermione sintió como se empezaba a sonrojar. La profesora apretó los labios.

-El Director desea verlos. Por favor acompáñenme. Señorita Granger, le aconsejo que se ponga una túnica, el tiempo esta frío.- Draco apretó a Hermione hacia si.

-Tiene la ropa justa y necesaria, muchísimas gracias.- le dijo miradora despectivamente.- Profesora.- agregó con una sonrisa cínica en el rostro.

Hermione se volvió hacia él sin poder creer lo que le había dicho y la profesora sólo apretó mas los labios.

-No puedo creer que le hayas hablado así, Draco- le susurró una vez que comenzaron a caminar hacia la oficina del Director.

-No tendría porque haberte criticado. Estas perfecta.- y lo dijo como siempre. De manera fría y sin sentimiento alguno. Pero ella sabía que era más que un cumplido. De verdad no le iba a sacar los ojos de encima. Y eso le encantaba.

Draco tenía su vista en el frente de ambos, pero sintió como su chica se levantaba de puntillas, le besaba la mejilla y le tomaba la mano. Por supuesto que había entendido. Cualquier otra mujer se habría ofendido por su tono, pero ella sabia perfectamente que estaba escondiendo.

A medida que avanzaban, se encontraban con más y más miradas atónitas. Los estudiantes los quedaban mirando y cuchicheaban a sus espaldas. Los únicos que no parecían sorprendidos, o si lo estaban disimulaban muy bien, eran los Slytherin. Draco parecía indiferente a todas las miradas, pero una vez que se centraron mucho en Hermione, decidió poner su brazo sobre sus hombros y atraerla hacia él, haciendo que su cabeza quedase en su pecho. Las miradas terminaron.

Al llegar a la entrada de la oficina del director, la Profesora McGonagall susurró la contraseña y les indico que la siguieran.

-¿Qué crees que querrá?- le pregunto Hermione al oído.

-No lo sé.

La Profesora abrió la puerta y dejó que ambos alumnos entraran, para luego cerrar la puerta.

Hermione vio a la persona sentada frente a Dumbledore y sintió pánico. ¿Porqué estaba Ron ahí? El Director sabía muy bien que ellos no tenían nada que discutir juntos. Ella lo ignoraba, él la ignoraba y el mundo seguía girando. ¿Y ahora que las cosas estaban volviendo a funcionar tan bien, esto lo iba a estropear todo? No. No iba a dejar que eso sucediera. Se acercó a Draco y lo abrazó por la cintura, mientras él, oliendo su miedo, pasó su brazo sobre sus hombros.

-Si necesita hablar con nosotros, Weasley va a tener que salir de aquí, Director.- dijo Draco de manera muy seria.

Ron se había dado vuelta y miraba a Hermione. Le estaba dando esa mirada que no veía hace mas de un año. Esa mirada de "hice algo malo y no me vas a perdonar". Esa mirada que había soñado en ver en él para que le diera una explicación. ¿Qué estaba sucedido?

-Señor Malfoy- le dijo el director de manera calmada.- Señorita Granger, por favor tomen asiento.

-No con él aquí.- le respondió Draco enojado. No le agradaba la mirada que le estaba dando Weasley a Hermione y mucho menos como ella parecía reaccionar a la misma.- No hay nada que quiera discutir con nosotros que lo incluya a él.

-Es ahí donde te equivocas, Draco. Ron esta mas que incluido en lo que debo decirles.

Draco estaba a punto de hacer un comentario poco agradable cuando Hermione lo hizo mirarla.

-Sentémonos.- lo tomó de la mano y lo llevó hacia los dos asientos que estaban desocupados. Draco no estaba contento, pero que se supone que debía decir. ¿No? Hermione era más terca que él, y eso era decir mucho.

Sin embargo, Hermione no se alcanzó a sentar antes de que Draco se lo impidiera y la sentase sobre su regazo, en el asiento más alejado de Ron.

Era este el tipo de comportamiento el que hacía valer su relación con Draco. El sentimiento de estar protegida, de saber que alguien cuidaba de sus espaldas sin necesidad de ella tener que pedirlo. Pero tenia que admitir que esto era nuevo. Draco siempre había sido sobreprotector, pero solía ser más discreto.

Esto era nuevo. Parecía necesitar protegerla con una burbuja. De todo y de todos. No podía importarle menos la discreción. Había algo en su interior que le impedía ponerla en cualquier tipo de peligro.

Ron pareció hundirse mas en su silla y Dumbledore los miró a ambos, casi como asegurándose de tener su atención, antes de comenzar.

-Creo estar en lo correcto al asumir que ninguno de los dos sabe nada de los Vates.

-¿Vates?- preguntó Hermione curiosa. No era todo los días que alguien mencionaba cosas que ella desconocía.

-Son magos maldecidos, no es así?- dijo Draco. Hermione lo miró con algo parecido a reproche por saber algo que ella no.

-Efectivamente señor Malfoy. Los Vates son magos destinados a pasar su vida en la oscuridad. Nacen con ese propósito como una forma de equilibrar las fuerzas del planeta. El mundo es un lugar lleno de maldad y crueldad, es por eso que cada milenio, un alma elegida dentro de un sinfín de candidatos, el condenada, o más bien bendecida, para llevar esa maldad concentrada en su interior, sin poder usarla, sino viviéndola.

-Quiere decir que un bebé esta condenado a tener la maldad del mundo en su interior?- le preguntó Hermione incrédula.

-Por supuesto que no, señorita Granger. Los Vates cumplen su destino al cumplir los diecisiete años y cinco lunas. Antes de eso llevan una vida completamente normal. Los únicos que conocen la verdad son la madre de la criatura, a quien se le revela en un sueño el destino de su hijo, y el padre, que lo sabe al momento del nacimiento del bebe.

-Director- le dijo Draco de manera seria.- creo que hablo por ambos al pedirle que nos explique que tiene que ver todo esto con nosotros.

Albus Dumbledore era un mago brillante. Podía ver muy bien que bajo la calma de Draco se encontraba una impaciencia controlada por la máscara que los Malfoy se enorgullecían de poseer. Sabía muy bien que no debía presionar su suerte. Miró a Draco a los ojos.

-¿Ha percibido en usted algún comportamiento extraño durante los últimos días, Señor Malfoy?- Draco sólo entornó los ojos. El chico no le daría ninguna información a menos que él le probara que era importante.- Cambios de humor, reacciones excesivamente violentas, necesidad de contacto físico, dolores de cabeza, sueños.- Dumbledore vio como Draco se volvió inmediatamente a la defensiva. No muchas personas lo podrían haber dicho. Tal vez la Señorita Granger y su Madre. No le era posible entender como nadie se había dado el tiempo suficiente para observar al chico. Era todo lo que se necesitaba para entenderlo. Habían hecho un buen trabajo con él.

-¿Qué me está tratando de decir?- Hermione se dio vuelta a mirarlo y le tomó la mano. Draco pareció calmarse.

-¿Qué edad tienes, Draco?- le preguntó Hermione con angustia. Draco saltó de la silla poniéndola a ella también de pie. Estaba enojado.

-¿Qué estas insinuando?- su voz estaba fría. Hermione agachó la cabeza y posó la vista en sus manos.

-Se puede saber que estupidez están insinuando!- dijo mirando a Dumbledore y a Hermione.

-Draco, por favor- le dijo el Director.

-¿Por favor¿Por favor¡¡De por favor nada!- que se había imaginado el anciano que era él. Si quería decirle algo, entonces mejor que no se anduviera con rodeos. Draco Malfoy no era conocido por su paciencia.- Quiero que me diga en este momento que hago en esta oficina.

Hermione pareció salir de su estupor por las amargas palabras que le había dirigido Draco. Se acercó a él, le tomó la mano y mirándolo a los ojos lo llevó hasta la silla donde habían estado sentados.

Draco parecía no tener objeciones, ya que sólo miró a la chica y se dejó guiar, calmándose. Una vez sentados en la misma posición anterior, la dejó acomodar su cabeza en su hombro. Nunca se cansaría de decirlo, Hermione en muy lista. Sabía perfectamente que ese perfume suyo lo calmaba. A veces le sorprendía la manera en que lo conocía sin haber nunca preguntado nada.

El Director observaba la interacción entre ambos con curiosidad. Era sorprendente la forma en que Hermione dominaba a Draco. El chico se había calmado notablemente. Parecían saber como manejar el uno al otro. Decidió no volver a hablar hasta que Hermione le dirigió una sonrisa que le decía que Draco se encontraba más tranquilo. La vio apretar la mano del chico de manera nerviosa, como preparándolo para lo que estaban a punto de revelarle.

-La razón por la que te encuentras en esta oficina, es por que necesitas que es un Vate.- le dijo lentamente.- Antes de ser uno.

Hermione se giró y enterró la cara en el hombro de Draco. Sintió como su estómago se retorcía bajo las palabras del Director. Quería llorar. Había recuperado a Draco y ahora se lo quitarían. Y él, como si hubiese adivinado sus pensamientos, enredó una de sus manos en su pelo. Escuchó el retumbar de sus palabras en su pecho.

-¿Qué tiene que ver ella en todo esto?- le preguntó Draco al Director. Hermione no parecía interesada en lo que discutían, pero él sabía que escuchaba cada una de sus palabras.

-Por cada Vate que nace, lo hace también un alma de luz. No es un ser excepcionalmente poderoso, pero si es capaz de inhibir el poder oscuro del Vate. Es incapaz de todo mal y, a diferencia del Vate, es un alma de luz desde el momento en que nace. Debido al efecto neutralizador que ellas causan, no pueden estar juntos.- Draco aumentó la presión de su abrazo en Hermione. Su vida se estaba viendo complicada por cada segundo que permanecía en la oficina del Director. Ella seguía sin responder.

-Ahora, sin embargo,- continuó Dumbledore- la situación es diferente. Voldemort le significa al mundo una gran fuente de maldad, por lo que un Vate no es suficiente para absorber la maldad. Pero si un Alma de Luz lo acompaña, entonces ella podrá tomar parte de esa maldad y neutralizarla para que el Vate pueda seguir absorbiendo.

-Si fuera sólo eso, entonces el Alma de Luz debería estar con el Vate.- le dijo Draco.- ¿Cuál es la razón por la que esto no sucede?

Dumbledore sonrió de manea triste.

-Hay tan sólo cierto nivel de maldad que el Alma de Luz puede absorber, el resto consumiría la luz que ella contiene.

-Es decir que moriría.- dijo el chico con voz dura.

Dumbledore sólo asintió.

-Un Vate y un Alma de Luz jamás han estado juntos. Y es por eso que el Señor Weasley hizo lo que hizo.- miró a Hermione.- por que yo se lo pedí.

Ella sólo asintió y volvió su cabeza a la posición en que se había encontrado, pero antes le dirigió a Ron una suave sonrisa, que él retornó.

-Y es por eso que ahora les estoy explicando esto, y la razón por la cual les está permitido estar juntos. Por que la manera en que han hecho crecer el amor que sienten el uno por el otro es la clave para el éxito en la tarea que ha caído en sus hombros.- les explico Dumbledore de manera seria.- la luz sola no será capaz de mantener con vida a Hermione. Pero la luz es amor, y esa fuente externa de poder la mantendrá con vida mientras te ayuda a ti, Draco, a conservar tu alma y a no perderte en la oscuridad. Nunca, ninguno de los dos, será normal. Siempre tendrán una tarea en las manos, pero podrán vivir de manera armoniosa gracias al amor que se tienen.

Observó como Draco asentía sin decir palabra y como Hermione lo miraba aún con la cabeza en su hombro. No la miró hasta que la sintió hablar aún sin quitarle los ojos de encima.

-Podemos continuar con esto mañana¿no es así Director?

-Por supuesto, Señorita Granger.- asintió él.- Mañana, después del almuerzo. Creo que seria prudente tener a los padres de ambos presentes.

Ellos sólo asintieron.

Hermione se levantó, miró primero al director y luego se dirigió a Ron, quien al ver que la chica se acercaba se paró también.

-Te quiero mucho, Ron.- le dijo mientras lo abrazaba.

-Yo también a ti.- y al decir esto, se separó de él, le dio una sonrisa y se dirigió hacia Draco, que se encontraba de pie esperándola.

Sin decir nada, la tomó de la mano y ambos abandonaron la oficina.

Caminaban por los pasillos callados, sin tener nada que decir, uno apoyado en el otro. De manera automática llegaron hasta la entrada de sus dormitorios, dijeron la contraseña y caminaron hacia el dormitorio de Draco.

Durmieron abrazados toda la noche, sin sueños y sin pesadillas, sin pensar nada.

Lo consideraron la calma antes de la tormenta.

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Pueden creer que existe el capítulo 8? Bueno, aquí lo tienen.

No hay palabras suficientes para expresar lo apenada que estoy por no haber actualizado antes. Lo que sí espero es que el capítulo haya valido la espera.

Sí les comento que el fic lo voy a terminar, así que no se desesperen. Ya tengo escritas algunas paginas para el próximo chap, así que no creo que me demore mucho en subirlo.

Para contestar algunas preguntas:

1.- Hermione no fue violada cuando era pequeña, pero si lo intentaron. He ahí su trauma

2.- Draco es frío, fue frío y será frío. Es su naturaleza. Aunque ahora esta algo más tierno, no?

3.- El capítulo anterior debía ser un capítulo fuerte y "casi sádico", pero tenía una razón de ser. Espero a nadie le haya molestado, y si lo hizo pido MIL disculpas.

4.- Lo de los sueños queda un poco mas aclarado en este chap., aunque el próximo lo va a explicar bien.

5.- Sé que ha cambiando un poco la forma en que escribo el fic (comparen los primeros chap. con los de ahora), pero es por que ha madurado mi forma de escribir para lo que espero, sea mejor. Si no es así, entonces me lo hacen saber ;)

GRACIAS A: consue, jaz, ALma, Lunática yuki, Rose 12, ZbB, becky, Shira, KiMi10, Wingsofthefae, gabriela, danita Snape de Malfoy, consue, dom, rox, halabehar, anset, Ahome Malfoy, Felton-Mara, MarA, Ahgness Black y gracias especiales a Terry Moon por haber analizado y entendido el fic de manera tan acertada.

Besitos para todas y mil gracias por el apoyo.

Elara