CAPÍTULO 10.

/ - Firenze, no quiero asesinar a un bebé, eso me hará igual a él! – El centauro miró a los ojos al chico y sonrió calmadamente. – Harry Potter, las estrellas cuentan tanto de ti… Debes saber que hay muchas formas de hacer cumplir una profecía, sin tener que tomar una vida inocente en tus manos… sabrás que hacer y lo harás bien… -

-¿Las estrellas dicen eso? – Firenze negó con la cabeza. – No Harry Potter, lo digo yo, he visto el ser humano en el que te has convertido, debes estar orgulloso de eso. – /


-¿Harry? – la voz de Thomas lo sacó del recuerdo. – Perdón, no te oí… ¿Qué decías? –

-Llevo cinco minutos tratando de sacarte de tu mundo… - dijo el chiquillo mirándolo con atención – te decía que si es posible que Alemania le declare la guerra a otros países – estaban en la biblioteca estudiando la parte muggle, Hermione y Harry se dividían el material a enseñarle. Al ojiverde le fascinaba la historia muggle, aunque la mágica le aburría infinitamente, las matemáticas y biología también. El resto corría a cargo de Hermione.

-No solo es posible Thomas, va a ocurrir y la devastación será infinita, Hitler se ha obsesionado con destruir a los "impuros" pero principalmente al pueblo judío… Para este año ya hay un campo de concentración en funcionamiento – Thomas frunció el ceño.

-Un campo de concentración, no he leído sobre eso en los diarios. – Un elfo con un glamour que simulaba un anciano, se aparecía cada mañana en el Londres muggle y conseguía todos los diarios para estar al pendiente de las noticias.

-Por supuesto que no oirás nada en los diarios! – dijo con fastidio el ojiverde. – Los políticos no permitirán que esa información llegue a los diarios, la retrasarán lo más que puedan, no les conviene que la gente este sumida en el terror y el caos, la mente humana es frágil y busca como protegerse, así que si no lo ven, no "existe" –

-Osea que solo ignoran el hecho porque fingiendo que no existe, no pasará nada? – preguntó incrédulo el niño.

-Así es, el mundo mágico es igual, fingen que la amenaza de Grindelwald no es real, porque no ha llegado a sus puertas, sin darse cuenta de que en el momento en que la amenaza toque sus puertas será demasiado tarde… Eso fue lo que permitió al Señor Oscuro de mi futuro, hacerse tan rápido con el poder, una vez tuvo suficiente fuerza. –

-Y porque no hacen nada contra Hitler? – preguntó el chiquillo, guardando la información que el ojiverde le daba.

-Realmente no lo sé, quiero decir, la política interior de cada país es un desastre, todos quieren un pedazo del pastel pero a nadie le importa el pastel en sí, luego entonces la política internacional finge preocuparse, pero mientras no les afecte directamente, no harán nada… A eso añade que la industria armamentista genera inversión de millones para unos cuantos en el poder, el egoísmo tiende a destruir, naciones han sido saqueadas, devastadas, culturas destruidas, conocimiento invaluable, tan solo por el egoísmo del ser humano. –

Thomas miró el mapa que tenía frente a sí, él había colocado información sobre la guerra actual en el mundo muggle, Harry le mencionaba algunos del futuro y los había colocado en un color diferente, producto de la guerra a la que se había enfrentado en su futuro, discutían probables estrategias de guerra para los panoramas que se veían.

Era un mapa interesante, más porque el ojiverde lo había modificado con magia, Harry se había inspirado en el mapa de su padre y de un viejo (para él) juego muggle de estrategia de guerra, el ojiverde le dijo que era su regalo de cumpleaños atrasado, cada que Thomas insertara nueva información se quedaba en el mapa y a su toque podía ver cada pedazo de información, el ojiverde le había dicho que después podrían conseguir memorias de la guerra, para insertarlas a modo de película muggle.

Harry quería que Thomas entendiera la devastación de la guerra, pero sin presionarlo, que tuviera el conocimiento razonado objetivamente, y confiar que eso ayudara a borrar la oscuridad en el chico.

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La sala donde se estudiaba la magia, sus ramificaciones y las familias de poder, estaba tranquilamente hasta que una Inefable entró buscando a la Jefa de los Inefables.

-Madame – había solicitado ser llamada así, el secretismo de su trabajo impedía que supieran quien era en realidad, solo al Ministro de magia y al Jefe del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, les era revelado el nombre del Jefe de los Inefables mediante juramento inquebrantable.

-La solicitan urgentemente en el salón del reino – el tono de la voz de la inefable era de nerviosismo "el salón del reino" era una manera divertida de llamar al Salón donde se guardaba el tapiz más grande del mundo mágico de Gran Bretaña, cada país tenía el suyo, contrario a los tapices familiares no mostraba las ramificaciones individuales, el tapiz mostraba a todas las familias del mundo mágico lo suficientemente poderosas para ser consideradas por la magia en el equilibrio de la misma.

Algunas familias sangre pura, llevaban generaciones en el tapiz, algunas se habían desvanecido no porque desaparecieran, si no que la magia no las consideraba poderosas para el trabajo del equilibrio mágico, algunas familias que se habían desvanecido, volvían a brillar con fuerza cuando sucedía alguna mezcla con criaturas mágicas o nacidos muggle de primera generación que aportaban magia y sangre nueva que renovaban a la antiquísima magia familiar; algunos nacidos muggles que se habían casado con mujeres de familias antiguas habían creado nuevos apellidos añadidos al tapiz, ahí era donde los inefables se daban cuenta que la teoría de la pureza de sangre se invalidaba; la magia era magia sin importar quien fuera el depositario de ella. Las criaturas también contribuían al balance de forma natural, como respirar, por eso Hogwarts acogía a las criaturas en el bosque prohibido, le ayudaban a mantener el equilibrio mágico en esa zona.

Las dos inefables entraron al Salón y se dirigieron al centro del mismo, los hilos de oro y plata con el que había sido tejido desde su creación brillaba, en los veinte años que llevaba como Jefa, la inefable no había visto ese fenómeno.

-Ha estado así desde hace dos semanas Madame, al principio creímos que era alguna renovación mágica (siempre que una familia entraba al tapiz o una de las familias se renovaba, brillaba intensamente indicando algún cambio) lo magos han estado trabajando sin embargo, la magia brilla en todos los filamentos de oro y plata… no marca una familia, está presente en todo el tapiz… -

La jefa de los inefables miró el tapiz con atención, movió su varita y los resultados fueron sin variación.

-Será posible que la vieja leyenda este ocurriendo ante nuestros ojos? – Preguntó la inefable.

La Madame apretó los labios en gesto de concentración mientras sus pensamientos corrían con rapidez. – debemos revisar si no hay alguna profecía o acontecimiento dictada en el Departamento de Misterios. Diana organiza una reunión con el Jefe y su segundo al mando… hoy a las 5:30 en mi oficina. – la inefable Diana asintió y se retiró.

En la seguridad de su oficina, rodeada de cuánto hechizo de privacidad conocía, Dorea Potter desvaneció su capucha y quitó el glamour que desdibujaba sus rasgos. Charlus tenía razón, el plan estaba en marcha y debían tener cuidado, ella no dudaba que Grindelwald tuviera topos en el Ministerio, si Voldemort según su nieto, había tenido infiltrados en todos los departamentos, no dudaba que el actual Señor Oscuro los tuviera; debían actuar con toda la cautela posible; agradecía estar presente en esos momentos, pero sabía que su nieto hubiera preferido enfrentar eso con sus padres.

La vieja leyenda estaba tomando forma frente a ellos.

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Albus Dumbledore miraba con interés el mapa frente a él, algunos puntos brillaban más intensamente que otros. Pero había uno en Inglaterra que no había dejado de brillar en todo ese mes, y lo más interesante e inquietante era que no era un destello de magia "blanca" era una mezcla exacta de magia "blanca" y "oscura" jamás había visto ese fenómeno, era consciente que en las personas no había una totalidad de magia "de luz" siempre había luz y oscuridad en cada una de ellas pero jamás equilibrado, siempre había un lado más predominante que el otro. Por eso es que había familias de Luz y familias Oscuras.

Ver ese balance le había dejado intrigado, necesitaba saber que era, a pesar del secretismo conocía a unos cuantos inefables a los cuales podría interrogar. Se levantó y se acercó a su biblioteca sacando un libro que cuidaba celosamente.

-Albus, Albus…- la voz lo sobresaltó y casi deja caer el libro que releía ávidamente. – sigues obsesionado viejo amigo ¿Crees que tendrás éxito en lo que hasta ahora ni yo he logrado obtener? – Gellert Grindelwald en persona estaba frente a él en su despacho de transformaciones mirándolo con burla. – Gellert ¿qué haces aquí? ¿Cómo es que Hogwarts te dejó entrar? –

El aludido sonrió burlonamente, viendo a su viejo amigo, que sostenía con fuerza su varita mientras veía el colgante que brillaba entre las ropas del hombre. -No vengo a dañar a nadie viejo amigo… tan solo platicar… relájate Albus, no puedes atacarme y lo sabes… y yo no tengo el más mínimo interés en atacarte… -

Oh si tan solo el mundo supiera la razón de su separación del camino emprendido con Gellert, pero era un secreto que si por el fuera, se llevaría a la tumba. Eran jóvenes y había sido seducidos por la idea de la inmortalidad, de vencer a la muerte y comandarla, la oscuridad había hecho mella en ambos, pero Albus no se engañaba, el había indagado en la oscuridad cautelosamente mientras que Gellert simplemente se había dedicado por completo a ellas y era evidente, su cara que en otro momento fuera más atractiva, mostraba los estragos de la magia oscura.

-A que viniste Gellert? – preguntó con cansancio. - esta no es una visita de cortesía, ambos lo sabemos. –

El rubio mago lo miró profundamente. – has seguido buscando las reliquias, ¿has notado algo distinto? – la cara desconcertada de Albus le hizo reír un poco desquiciado. – ¿te sorprende que te pregunte? No hablaras de esto con nadie más, ni aunque quisieras Albus, nunca te expondrías de ese modo a la cerrada mente del mundo mágico británico, soy el único con el que hablarías este tema… -

Albus dejó caer la varita, sin soltarla, era verdad. El no se expondría a qué la gente supiera que el había estado en la misma habitación que el Señor Oscuro y no había hecho nada al respecto, suponía demasiadas explicaciones a dar; algo estaba pasando y él no podía determinar que era, simplemente le ponía los vellos de punta. – No tengo idea de que hablas Gellert… mi curiosidad es meramente educativa, dejé ese camino el día que asesinaste a Ariana…-

Los ojos de Gellert brillaron con furia. – Eso es demasiado bajo hasta para ti Albus… - el Señor Oscuro escondió sus pensamientos tras su furia, Albus siempre que se ponía a la defensiva era porque escondía información que no le daría. – Quizá los Aurores estarían interesados en seguir la pista para determinar quién lanzó el hechizo que terminó con la vida de Ariana, aquello no fue un accidente… - el hombre contraatacó con saña.

El profesor de transformaciones de dio vuelta apretando los dientes, era un tema difícil por el que daría todo por olvidar, además involucrar nuevamente a los Aurores sería peligroso, demasiado peligroso. Sabiendo que no obtendría nada más ahí el Señor Oscuro aprovechó ese momento de distracción para salir de ahí.

Ambos habían obtenido información del otro, Gellert estaba seguro que lo que ocurría con su varita tenía origen en Inglaterra, Albus ahora sabía que fuese lo que fuese, esa magia que brillaba con fuerza en Inglaterra estaba totalmente relacionado con el tema de las reliquias de la muerte, simplemente debía unir los puntos al respecto, obsesivamente volvió su mirada al pergamino frente él mientras con su varita llamaba a uno de sus tantos libros de su biblioteca personal.

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/No dijo nada mientras la música sonaba, era navidad y estaban solos y lejos de todo. Ron se había ido hacia días, la oscuridad del medallón se cernía sobre ellos, a veces incluso sentían la sensación de ser ahogados.

Harry se sentía cada vez más miserable mientras observaba a su amiga, no debió involucrarla en esto, él sabía que se había enamorado de ella desde la primera vez que la había visto pero su incapacidad de notar siquiera sus propias emociones lo había ignorado, era un niño de apenas once años, que jamás en su vida había sabido lo que era el cariño o el amor, pero algo en su interior se había sacudido cuando la había visto por primera vez en el tren, incluso su aire sabiondo y un poco pretencioso lo atraía hacía ella; había sido un tonto al lastimarla por quedar bien con Ron, el temor que se enroscó en su corazón cuando creyó que no llegaría a tiempo por el Troll, era una sensación desconocida para él, tan solo quería que ella estuviera bien.

Su mente se había sacudido con fuerza cuando ella había estado a su lado en torneo, creyéndole y ayudándole, pero definitivamente su cerebro se fue de viaje sin retorno cuando la vio ir al baile con Viktor Krum, no le molestó en absoluto verlos bailar, su amiga se veía demasiado feliz y ella merecía eso y ahí se dio cuenta que sentía algo profundo por Hermione Jean Granger. Luego, había ignorado sus sentimientos porque sabía que ella estaba atraída hacia Ron, el se había quedado a un lado, siendo un doloroso espectador de los sentimientos heridos de su amiga y ahora ahí estaba ella, lejos de sus padres y con el corazón roto; con decisión se puso de pie y se acercó para tomarla de la mano y jalarla hacia él.

Hermione sonrió desganadamente mientras torpemente seguía el movimiento de Harry, intentando soltarse aunque la sonrisa de su amigo la detuvo, él estaba haciendo eso por ella, para sacarla de su tristeza. Sonrió con más ánimos y se recargó en el hombro de Harry mientras se movían suavemente al ritmo de la música que salía de la radio, había visto las señales, cuando bajaba las escaleras para reunirse con Viktor había visto su mirada brillar pero lo había atribuido a simple emoción por ser su amigo, cuando Ginny había empezado a salir con Dean él no se había molestado en lo absoluto, tan solo la había sostenido cuando ella lanzaba su hechizo de canarios al estúpido de Ron, había visto las miradas que le daba cuando estudiaban en la biblioteca y que ciega había sido, Harry era su mejor amigo, su confidente, a pesar de su fama jamás la había dejado de lado, era ella la que no siempre había sido buena amiga y todo el tiempo llorando por el imbécil de Ronald cuando Harry siempre había estado ahí.

Mordió su labio con fuerza para no llorar, ahora que se daba cuenta que siempre había sido Harry y no Ron, se encontraban en una guerra que no dejaba margen al amor, involucrarse ahora solo significaría más riesgo y más dolor, una relación cegaría sus emociones en medio de la guerra. Simplemente no podían darse ese lujo y ante lo incierto de un futuro en el que pudieran darse una oportunidad, Hermione solo dejó salir las lágrimas en silencio. El ojiverde lo notó, pero pensó que lloraba por sus padres y lo incierto de la guerra, solo la sostuvo en medio del solitario y callado baile navideño./

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Vagó por la oscuridad de la zona devastada por la guerra, pasó por Dachau mirando a la cantidad de muertos, sabía que pronto serían muchos más y ella estaría ahí observando; llegó hasta Europa del Este observando a los miembros del Ejército Oscuro tomando vidas como si fueran hogazas de pan caliente, llegó a la fría Rusia viendo los cuerpos en las viejas casas acurrucados en un último desesperado intento de darse calor; miró al hombre que se despedía de su hija única sonriendo porque pronto se encontraría con su amada esposa.

La vida era algo efímero, la vida humana sin magia era fascinante, no pasaban de 80 años humanos y ahí estaban pelando, discutiendo, rompiendo relaciones, callando sus sentimientos; pero los magos eran peor, en lugar de agradecer el don de la magia, peleaban, despreciaban a los diferentes a ellos, intentaban romper los equilibrios de la magia para obtener más poder, más edad, sin querer pagar el costo que implicaba.

Recordaba el día en debía llegar por Nicholas y Perenelle, ambos habían pagado el precio tranquilamente, sin aspavientos, agradecidos por el tiempo y la vida que tenían, de vez en cuando pasaba por sus vidas, le gustaba observar a esa pareja.

Pero su pareja favorita siempre sin duda era la pareja Fundadora, la pareja Original, la Llave, el Origen, el Balance a lo largo de los milenios siempre habían sido llamados por diversos nombres y miraba con fascinación, algunas culturas los había catalogado como dioses, reyes, emperadores, etc.

Siempre estaban, eran la magia misma, pero cada cierto tiempo resurgían en su forma humana. Esta vez ellos estaban de vuelta y estaba ansiosa de verlos. Viajo entre sombras y tiempos hasta que llegó, la fría Inglaterra de 1936.

Buscó y rastreó hasta que llegó a una vieja Mansión impregnada de magia, de historias; con temor entró a ella y llegó hasta el dormitorio de dos de sus habitantes con sus peores sospechas casi confirmadas.

Los miró entre la sombras son sorpresa, había estado presente desde la Fundación y nada la preparó para ver a su amo, sosteniendo entre sus brazos a su pareja mientras dormían. Qué ironía ahora, el Amo de la muerte, sostenía la Fundación y el Balance en sus manos.

Vida y Muerte, Luz y Oscuridad en un delicado y frágil equilibrio. Merlín ayudara al mundo mágico.

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Hola Holaaaa! Ya vine, la vida Godín me absorbió en estos días, y en estos que vienen saldre en un viaje de Proyectos, entonces andaré al full pero sigo con la Historia.
Quise pone más puntos que ser irán abordando en la Historia, espero sus opiniones e ideas al respecto. Ustedes saben que la musa se alimenta de RW's. jaja

Besos!

Sarah