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CAPÍTULO 1:
"Un encuentro con el ayer"
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2008
Blaine estaba sentado en su cafetería favorita revisando un libro del que debía presentar un resumen al final de la semana, y le faltaba poco para terminar. De pronto escuchó a alguien a su lado aclarándose la garganta.
—Disculpa, ¿está ocupada esta silla?
Al levantar la cabeza se topó con los más hermosos ojos verdes que pudieran existir. De hecho, el chico era precioso, y su aliento se quedó atrapado en su garganta con sólo mirarlo.
Aquel cabello marrón modernamente peinado parecía salido de un comercial, y esa sonrisa radiante no se quedaba atrás.
Este chico además tenía unos labios carnosos ligeramente rosados por los que a Blaine no le molestaría ser besado y… Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos cuando una mano se posó sobre su hombro.
—Ah… ¿Qué?
—Te pregunté si la silla estaba ocupada.
—Eh… N-no. No está ocupada.
—¿Puedo? —tomó el objeto de metal con una mano y una flamante sonrisa.
—Claro.
—Bien, gracias —lo separó de la mesa y se acomodó en este.
—Pensé que querías la silla.
—Por supuesto, pero, ¿por qué llevarla lejos cuando puedo estar aquí y contemplar lo hermoso que eres?
El de ojos como la miel se sonrojó completamente sin saber qué decir ante aquel inesperado cumplido.
—Ah…
—Estoy seguro que sabes lo atractivo que eres. Es imposible que te veas a diario en un espejo sin notarlo.
—Es…
—Luces adorable. ¿Siempre eres así de tímido?
—N-no… M-me sorprendiste.
—¿Por qué? Un chico como tú debe estar acostumbrado a toda clase de halagos.
Anderson soltó lentamente el aire retenido, queriendo responderle de la misma manera, pero las palabras parecían no encontrar el camino para salir de su boca.
—Tú pareces estar acostumbrado a hacer cosas como esta —dijo tras una nueva respiración profunda.
—¿Qué cosas?
—Abordar chicos.
—No, precioso. No te equivoques. Soy muy reservado en realidad, pero desde el momento en que te vi no logré apartar mis ojos de ti, y por supuesto que no podía dejar pasar la oportunidad de conocerte.
Blaine sonrió apartando ligeramente la mirada.
»Tu sonrisa es divina… No hay nada en ti que no lo sea.
—Gracias. Es muy halagador… Y tú eres tan… atractivo.
—¿Piensas que soy atractivo?
—Mucho.
—No me he presentado —dijo con una sonrisa sexy—, y es que resulta difícil centrar mis ideas contigo aquí… Soy Connor —extendió la mano.
—Blaine.
—Un nombre perfecto para un hombre perfecto.
¿Y qué edad tienes, Blaine?
—Diecisiete, ¿y tú?
—Diecinueve… Espero no te importe.
—En lo absoluto… ¿A ti?
—A mí tampoco, creo que es obvio —le guiñó el ojo—. ¿Qué haces? —colocó su mano sobre el libro que estaba en la mesa, casi rozando la mano del de rizos.
—Un resumen que debo entregar.
—¿Haciendo tarea el fin de semana? Eso significa que eres muy aplicado, y por ende, supongo que muy buen alumno.
—De los mejores de mi clase.
—¿Cuadro de honor?
—Sí.
—Eso me gusta mucho. Hermoso e inteligente, una combinación perfecta.
Yo también fui el primero en mi clase cuando estaba en el colegio y me gradué con honores. La universidad ha sido más complicada, pero sigo teniendo un excelente promedio. En efecto, me acaban de ofrecer una beca.
—¡Eso es fantástico! ¡Felicitaciones!
—Gracias, precioso —sonrió—. ¿Te falta mucho para terminar?
—Un par de capítulos.
—Adelante. No me importa quedarme aquí a observarte.
—¿Harías eso?
—Por supuesto. Siempre y cuando no te moleste, porque no quiero que pienses o sientas que te estoy acosando.
—Por mí está bien. Pero, ¿no te vas a aburrir? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—Jamás me aburriría de estar contigo, Blaine —acortó casi todo el espacio entre ellos—. Eres magnífico en todos los sentidos.
Anderson estaba fascinado por lo directo y seguro que era Connor. Nunca había coqueteado con nadie tan abiertamente, y eso era algo muy emocionante.
Entre la plática, un par de jugos y el constante flirteo, el chico no pudo avanzar tanto como esperaba, sin embargo, no se arrepentía en lo absoluto.
Al final de la mañana habían intercambiado números telefónicos y se habían puesto de acuerdo para salir en la noche.
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—No puedo creer que vaya a salir con el chico más atractivo del mundo —dijo Blaine lanzándose de espaldas en la cama.
—¿De veras está tan guapo? —preguntó su mejor amigo, Rocco, un chico ligeramente más alto que él, con el cabello teñido en varios colores.
—Es un sueño —suspiró.
—¿A dónde van a ir?
—No lo sé. Dijo que a un lugar especial.
—Ten cuidado, Blaine. No puedes confiar en alguien que recién conociste.
—Descuida, lo tendré.
—Nunca te había visto así de emocionado por una cita.
—Connor es diferente a cualquier otro chico que haya conocido.
—Me alegro por ti.
—Es tan diferente que va a venir a presentarse con mis papás primero.
—¡Oh! Eso no lo esperaba.
—Yo tampoco, pero me gusta.
Las horas se sintieron terriblemente eternas y cuando el timbre sonó, Blaine saltó de la cama y se observó en el espejo antes de bajar las escaleras sin poder contener la emoción que sentía.
—Connor Alric —se presentó de forma cortés.
Pam sonrió y asintió educadamente mientras que James lo miró de manera inquisidora y no dejó de hacerle preguntas, lo cual mortificaba a Blaine, sin embargo, era como si Connor hubiese estado preparado porque respondió siempre con aplomo y amabilidad.
La prueba de fuego fue pasada con facilidad, aunque al chico de rizos le importaba más la opinión de sus tíos y esperaba que se diera pronto la oportunidad de presentárselo.
—Lo siento —dijo Blaine cuando salieron de la casa.
—No te preocupes, hacen bien en cuidarte.
Su primera cita resultó fantástica, se habían divertido mucho y se encontraban frente a la puerta de la casa del menor.
—Gracias por todo. Lo disfruté —dijo Blaine con una sonrisa.
—No me agradezcas, yo también disfruté de tu compañía. Y debo agregar que espero se repita muy pronto.
—Seguro. Eso me gustaría.
—A mí también, mi hermoso chico de ojos de ensueño. A mí también —acortó la distancia y unió sus labios en un beso suave.
Blaine sonrió tontamente cuando se separaron y con su corazón latiendo con fuerza.
—Hasta mañana, Connor —dijo en medio de un suspiro.
—Hasta mañana, precioso —lo miró con fascinación y lo tomó suavemente del rostro para volver a besarlo.
Una vez en su habitación, Blaine dio vueltas emocionado. Finalmente tomó su teléfono y se sentó en la cama para hablar con su mejor amigo.
—"Rocco…"
—"Cuéntame todo."
—"No puedo ni empezar a explicarte… Fue increíble… Nunca me había sentido así en una primera cita."
—"¿Qué hicieron? ¿Dónde te llevó?"
Blaine le contó todo sin dejar de sonreír y suspirar.
—"Me acaba de mandar un mensaje" —dijo poniendo el altavoz para poder revisarlo—. "¡Oh, mi Dios!"
—"¿Qué? ¿Qué pasó?" "Para qué te escribió?"
—"Me acaba de invitar a desayunar."
—"¿No te parece que eso es muy apresurado?"
—"¿Por qué?"
—"Hoy recién se conocieron y ya salieron en su primera cita. Si aceptas, mañana tendrían la segunda cita… Están yendo muy rápido."
—"Todo se siente tan bien a su lado."
—"Te lo dije temprano y te lo repito ahora, ten cuidado, Blaine. No sabes qué intenciones pueda tener este sujeto."
—"Tranquilo, estoy muy alerta a todo. Además, te dije que se portó bien y jamás intentó propasarse ni nada parecido."
—"Pero también me contaste como todo el tiempo te estuvo coqueteando, y eso desde que se conocieron."
—"Yo también lo hice, Rocco. Una cosa es flirtear y otra…"
—"Con riesgo a sonar anticuado, pero, puedes estar enviándole las señales equivocadas. Piensa en eso."
—"Sé lo que hago. No es como si fuera el primer chico con el que salgo."
—"Pero sí es el primero con el que las cosas van tan rápido."
—"Te prometo que si Connor intenta algo que me haga sentir incómodo, voy a detenerlo y le pondré fin a esto."
—"Sabe que eres menor de edad, ¿cierto?"
—"Sí."
—"Espero que eso lo haga comportarse."
—"¿Comportarse? Estás hablando como mi mamá." —sonrió.
—"Te quiero mucho Blaine, y no me gustaría que pasaras por una mala experiencia, es todo."
—"Te prometo que tendré cuidado… Gracias por preocuparte por mí."
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Los días transcurrieron y Blaine hizo lo que consideraba trascendental en una relación, y eso era llevar al chico que le gustaba a casa de sus tíos.
Michelle y Ezequiel dieron su aprobación y en poco tiempo el joven de ojos verdes se convirtió en un miembro más de la familia.
La relación entre Blaine y Connor era magnífica y todos estaban felices por ellos, incluyendo a Pam y James, aunque estos más porque el chico provenía de una familia de alcurnia.
—La ventaja de tener mi propio departamento es que podemos estar solos sin que nadie nos moleste —dijo Connor mientras besaba delicadamente a su novio y lo acariciaba por debajo de la camiseta.
—Es lo bueno de salir con un universitario adinerado —bromeó.
—¿Ah sí? ¿Eso te importa? —preguntó en el mismo tono juguetón.
—Claro, porque de lo contrario vivirías con tus padres o en un lugar compartido con otras personas.
—¿Y tendría algo de malo, mi precioso chico de ojos de ensueño?
—No tendríamos privacidad —respondió jugando con los bordes de la camiseta de su pareja.
—Entonces sí sería muy malo —volvió a besarlo—. Te amo, Blaine.
—Te amo mucho.
Las cosas fueron subiendo de tono hasta que el mayor se detuvo aferrándose a la poca cordura que le quedaba en ese momento.
—¿Por qué no sigues? —preguntó Blaine dándole una mirada confusa— Siempre te detienes.
—Porque te amo y quiero que cuando lo hagamos estés realmente listo.
—Lo estoy, Connor.
—Tu primera vez tiene que ser especial. Quiero que la recuerdes siempre como algo mágico e importante.
—No tengo la menor duda de que así será.
—Blaine…
—Quiero esto. Quiero todo contigo.
—Y yo contigo —los besos no se hicieron esperar, seguidos de varias caricias—. Espera un momento.
—¿Qué pasa?
—Necesito unas cosas —le besó la mejilla y se levantó para buscar en un cajón del armario—. ¡Rayos!
—¿Qué?
—No tengo protección.
Anderson se levantó en silencio y fue por su mochila, sacando del bolsillo una caja que le entregó a su novio.
»Blaine… ¿compraste…?
—No. Mi tío me los dio.
—¿Ezequiel?
—Sí. Un día me dijo que podía ver que nuestra relación era cada vez más seria, que me querías y me hacías feliz, así que debíamos tener una plática importante.
—¡Oh! ¿Y te dio "la plática"?
—No, esa ya me la había dado. Dijo que no podía impedir que tuviera relaciones y que no iba a fingir como si nada pasaba porque yo estaba creciendo y otras cosas más. Habló de la importancia de estar con la persona correcta, sobre tener cuidado y me dio los preservativos.
—¡Oh! No tengo palabras… ¡Ezequiel es increíble!
—Lo es… Y luego mi tía también habló conmigo… Fue un poco incómodo al comienzo, pero con cada cosa que decía me sentía tan agradecido por tenerla. A los dos en realidad porque son lo mejor que la vida me ha dado.
—Tus tíos son las personas más geniales y buenas que he conocido.
—Y lo que dijo sobre el valor de la primera vez y con quien tenerla me hizo darme cuenta de que estoy listo y que quiero que seas tú esa persona.
—Blaine… —le acarició el rostro— Mi precioso Blaine… Te amo, y te prometo que voy a asegurarme de que sea todo lo que esperas, todo lo que siempre has soñado.
Anderson lo tomó de la mano y sonrió con timidez al ver el pequeño frasco que este sostenía.
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El tiempo seguía su marcha y Connor les mostraba a los tíos de su novio varios folletos.
—Como saben, va a ser nuestro primer aniversario, y aunque Blaine es mayor de edad, quiero pedirles su consentimiento para llevarlo a Europa a celebrar.
—¿Europa? —preguntó Ezequiel sorprendido.
—Así es. Estos son los lugares que quiero…
Mientras Alric les contaba acerca de sus planes, Blaine lo miraba y sonreía. Cada día que pasaba estaba más enamorado.
La relación continuó creciendo con el viento a su favor. Era como vivir un cuento, sin embargo, también llegó su primera discusión grande y posteriormente su primera pelea, las primeras lágrimas y poco después la respectiva reconciliación.
Tener una pareja formal era más complejo de lo que alguna vez imaginó, y así como había amor y ventura por montones, también crecieron los compromisos, las diferencias de opinión y se presentaron altibajos que los hicieron tambalear, pero que lograron resolver con paciencia, comprensión y comunicación, y la suma de todo ello los volvió más fuertes como pareja y a su relación más sólida.
Cerca de su tercer aniversario Blaine le propuso a Connor que vivieran juntos y este le respondió pidiéndole matrimonio.
Anderson era la persona más dichosa. Tanto amor y tantas cosas buenas parecían de otro mundo.
Los preparativos se llevaron a cabo aun con la oposición de James, quien no quería a Connor como esposo de su hijo debido a que los padres de este habían perdido su dinero en un mal negocio meses atrás, y se aferró a la idea de que todo era una artimaña para apoderarse de la fortuna Anderson.
El chico de ojos cálidos como la miel ignoró cada comentario y palabra mal intencionada y siguió adelante con sus planes ya que no estaba dispuesto a permitir que nadie empañara su felicidad, y menos alguien que casi nunca había estado presente en su vida.
La boda fue sencilla pero hermosa, sólo para familiares y amigos cercanos que compartían su dicha sin prejuicios y los apoyaron en todo momento.
Con el matrimonio llegó también el ulterior anhelo de formar una familia, y una vez más fueron en contra de los deseos y desaires de James.
Cuando Blaine recibió la noticia de que la fecundación había sido exitosa, su corazón latió con tanta fuerza que por un momento se preocupó de que fuera a sufrir un infarto ahí mismo.
El embarazo de la chica a la que eligieron para que ser la subrogante resultó un carrusel de emociones para la joven pareja, en especial para Anderson, quien nunca dejó de preocuparse por que todo saliera bien mientras crecía su anhelo de que llegara el día en que su hijo naciera.
Cuando Ashton llegó al mundo, Blaine fue invadido por algo tan grande e incomparable a cualquier otra clase de emoción o sentimiento que hubiese experimentado jamás.
Era el inicio de una nueva etapa, de grandes sueños, de deseos incontenibles por ver a su hijo crecer, por escucharlo decirle papá, de estar a su lado, de apoyarlo y de demostrarle su amor incondicionalmente.
Mecer al pequeño Ashton en sus brazos y cantarle mientras que su esposo lo sostenía por la cintura y le decía lo mucho que los amaba era uno de esos momentos que se graban en el corazón a fuego lento, y lo único en lo que podía pensar era en lo afortunado que era.
Con una vida casi perfecta, un matrimonio ideal con la persona correcta y un hijo amorosamente esperado, ¿qué más podía pedir? Sólo que la familia continuara creciendo.
Nunca imaginó que todo estaría a punto de cambiar drásticamente.
