.
CAPÍTULO 2:
"Sombras"
.
Kurt conducía tan rápido como le era posible, pero tratando de mantenerse alerta a cualquier cosa que pudiera acontecer a su alrededor, aunque le resultaba complicado ya que sus pensamientos estaban fraccionados entre su esposo, quien estaba sufriendo solo y pasando por quién sabe cuántas cosas, y su hija a quien había dejado dormida.
Sabía que Blaine lo necesitaba y estaba dispuesto a todo para hacerle sentir su amor y apoyo incondicional, pero al mismo tiempo su corazón se comprimía al pensar en su pequeñita. Si bien era cierto que estaba al cuidado de dos personas maravillosas que la amaban y no permitirían que nada le sucediera, ella era su responsabilidad.
Siempre fue padre antes que cualquier otra cosa, pero ahora también era esposo, y la sensación de estar dividido pesaba demasiado, y no se suponía que debía ser así.
Quizá debió llevar a su niña con él y… No, no podía hacer eso, ella no debía ver a Blaine en el estado en el que se encontraba, y estaba seguro que este tampoco querría eso.
Michelle y Ezequiel eran personas maravillosas en quienes confiaba plenamente, al punto de dejar a su hija bajo la custodia de ellos, pero entonces, ¿por qué se sentía tan agobiado? Tal vez era porque Steph le había dicho que ya no pasaban tanto tiempo juntos como antes, o por su carita de tristeza al pensar que Blaine los había abandonado, y no quería que creyera eso de él también.
Tal vez esa angustia provenía del hecho de no haber podido apartar de sus pensamientos que Blaine se había ido por unos días y al regresar recibió la terrible noticia de que su hijo había fallecido.
La situación era distinta, Steph gozaba de buena salud, pero si algo le llegase a pasar, sabía que los Anderson-Connelly se comunicarían de inmediato con él, aun así, esa sensación estaba presente.
Cuando su niña estuvo enferma de gravedad, el dolor y la desesperación lo invadieron de una forma que jamás podría explicar, y si no hubiera podido salvarla… No, no, no quería pensar en ello porque sus ojos se estaban llenando de lágrimas.
El dolor de perder a un hijo sin duda alguna debía ser indescriptible, y su amado Blaine lo había experimentado, a más del trauma por cómo sucedieron las cosas.
Los recuerdos de aquel día frente a la pequeña tumba le produjeron escalofríos. Jamás había visto a su esposo tan destrozado, y todo era culpa de su madre por haber traído al presente aquella etapa dura por la que este atravesó con el único fin de separarlos. Tras un largo tiempo Blaine había superado ese calvario, incluyendo el haber tenido que hacer frente al abandono y desamor de su pareja, pero a ella parecía no importarle haberlo hecho revivir la amarga experiencia. ¿Es que acaso no se daba cuenta del daño que estaba provocando?
Cuando aceptó estar con Blaine supo que tendría inconvenientes con la familia de este si todos eran como el tío que conoció un día en la calle mientras realizaba su trabajo, y sus padres resultaron ser iguales o peores.
Que lo despreciaran desde el comienzo no le sorprendió ni le dio importancia hasta que empezaron a atacarlo. Pam siempre había sido verbal, y en su camino fue arrastrando a su propio hijo. James llevó el ataque a un plano físico e incluso lo había amenazado. ¿Qué clase de personas eran?
Una vez más estaba agradecido de que Blaine hubiera sido criado por sus tíos y nos por sus padres, mas ello no eliminaba la forma en la que estos lo odiaban sin él haberles hecho nada.
Con aires furibundos James se dirigió a la oficina de su hijo y entró sin previo aviso.
—¡Mírate! ¡Ocupando el puesto de Blaine!
Kurt levantó la mirada y resopló por la nariz.
—Lo siento —dijo Alana—. No me dio tiempo de detenerlo.
—No te preocupes, entiendo.
La chica asintió y salió dejando la puerta cerrada.
—¡No has perdido el tiempo! ¡Hasta un traje fino usas! Si no te conociera, podrías haber pasado como un alto ejecutivo, pero la verdad es que eres un arribista. ¡Ya hasta la empresa de Blaine manejas!
—No le voy a permitir que venga a ofenderme —se puso de pie y adoptó una postura firme.
—¿Y desde cuándo la verdad es ofensa?
—Si no tiene ningún asunto que tratar relacionado al trabajo, le voy a pedir que se retire.
—¿Quién te crees para hablarme de esa manera? ¡No eres más que un muerto de hambre que consiguió embelesar al iluso de mi hijo! ¡Lo sedujiste hasta tenerlo en tus manos y ahora haces lo que te place sin que él intervenga o te niegue nada! ¡Vaya que es estúpido!
—¡No voy a tolerar sus insultos ni que menosprecie de esa forma a Blaine! ¡Tengo suficiente ya como para todavía tener que soportarlo!
—¡Eres un zángano! ¡A mí nadie me habla de esa forma! ¡Recoge tus cosas y lárgate de aquí!
—¡No tiene ningún derecho a correrme de mi oficina! ¡Y el que se va a ir en este instante es usted!
—¿Tu oficina? ¡Es la oficina de Blaine! ¡Es su auto! ¡Su dinero! ¡Su casa! ¡Todo es suyo! ¿Te crees con derechos y que eres importante ahora porque se casaron?
¿Y qué estás haciendo con él? Escuché que supuestamente está enfermo, pero seguramente lo estás envenenando lentamente para poder quedarte con todo.
—¡Basta! ¡He tenido suficiente de usted! —se acercó para sacarlo.
—¡No te atrevas a tocarme! —lo empujó con fuerza haciendo que se golpeara contra el escritorio.
—¡Estoy más que harto de personas como usted! ¡He tenido que soportar muchas cosas en mi vida, pero no más! —tomó el teléfono y presionó un botón— Ginger, llama a seguridad.
—¿Seguridad? ¡Pedazo de mierda! ¿Crees que voy a permitir que me eches como a un perro? —se abalanzó sobre él— ¡No eres nadie! ¡No vales nada! ¡Y me voy a encargar no sólo de sacarte de aquí sino de alejarte de mi hijo!
Hummel forcejeaba con el hombre para quitárselo de encima y terminó empujándolo con tal fuerza que este terminó en el suelo.
Los guardias, que entraron segundos atrás, observaron la escena y uno de ellos intentó ayudar a James a ponerse de pie, más recibió un golpe en el rostro a cambio.
—¡No pongas tus sucias manos en mí! —se levantó— ¡Y tú…! —intentó acercarse a Kurt, pero fue detenido— ¡Vas a conocer todo mi poder! ¡Voy a refundirte en la cárcel! ¡Voy a…!
—Señor, salga de aquí en este momento —dijo el guardia más alto.
—¡No me toques! ¡Ninguno de ustedes se atreva a ponerme sus puercas manos encima porque les va a pesar!
—¡Se retira de aquí o lo vamos a sacar! —el otro agente expresó con firmeza.
—¿Cómo te atreves?
Los elementos de seguridad lo tomaron cada uno de un brazo y lo llevaron hacia la puerta.
—¡Cálmese, Sr. Anderson!
—¡Suéltenme! ¡Animales! —forcejeó para liberarse— ¡Van a pagar caro su atrevimiento!
—Que se vaya —dijo Kurt—. Y no quiero volver a verlo.
Los guardias lo soltaron, pero lo bloquearon con sus cuerpos para evitar que regresara.
James abrió furioso la puerta y miró a Hummel. —¡Te vas a arrepentir de esto! ¡Tú y tu familia pagarán caro tu insolencia! ¡Te metiste con la persona equivocada, arribista muerto de hambre!
Un suspiro pesado brotó de la garganta del castaño y tuvo que detener el auto al darse cuenta de que estaba temblando. Parpadeó lentamente y de pronto comprendió que de ahí provenía su miedo mayor al haber dejado a Steph. James Anderson lo había amenazado con dañar a su familia, y su familia era su hija.
Angustiado tomó su teléfono y le marcó a Michelle para preguntarle por su niña y pedirle que no la dejara sola en lo que él regresaba. La mujer preocupada llamó de inmediato a su esposo y puso el teléfono en altavoz.
Kurt les suplicó que la cuidaran y que por nada en el mundo les permitieran a Pam y James acercársele, en especial al segundo. Ante esto surgieron muchas interrogantes por parte de la pareja y él terminó confesándoles con voz trémula que temía por la seguridad de su hija debido a que James los había amenazado.
Los Anderson-Connelly se escandalizaron y prometieron hacerse cargo, prometiéndole que no permitirían que nada le pasara a la pequeña.
De cierto modo Kurt sintió algo de alivio, aunque la preocupación era latente. ¿James sería realmente capaz de actuar en su contra y peor aún de una niña? ¿Hasta dónde llegaría con tal de separarlo de su hijo?
Súbitamente una idea lo golpeó con fuerza. ¿Había sido James el culpable de la separación de Blaine y Connor? ¿Lo habría amenazado también con dañar a su familia para que se alejara?
Kurt miró desconcertado a aquel hombre desconocido que había pedido que lo atendiera y que ahora le estaba haciendo reclamos.
—No voy a permitir que ni tú ni nadie se interponga en mi camino esta vez.
—¿De qué estás hablando? —frunció el ceño y se puso de pie— ¿Quién eres?
—Mi nombre es Connor Alric. Ignoro si sabes de mí, pero…
—Sé muy bien quién eres.
—Perfecto. Eso vuelve las cosas más fáciles.
—¿Con qué descaro te presentas aquí después de lo que hiciste?
—He venido a buscar a Blaine porque debemos hablar del pasado y aclarar muchas cosas.
—No tienes nada que hablar con él. Es más, ni siquiera querrá verte, así que no pierdas el tiempo y vete.
—Esa es una decisión que sólo le compete a él. Pero te puedo asegurar que va a querer escuchar todo lo que tengo que decir.
—No hay manera en que puedas justificarte.
—Lo que he venido a hacer no es asunto tuyo en realidad.
—¡Te equivocas! —bufó recordando todo el sufrimiento que aquel hombre frente a él había provocado— ¡Blaine es mi esposo y no voy a permitir que te le acerques ni le hagas más daño!
—Es curioso que digas eso porque no es posible que esté casado contigo ya que sigue casado conmigo.
—No es así. Ustedes están divorciados.
—No lo estamos.
—Sí lo están. Le enviaste los documentos para que los firmara porque ya antes habías desaparecido de su vida.
—Escúchame… ¿Kurt?, ¿cierto? No sabes nada de mí ni de lo que pasó en realidad. Crees saber, pero no es más que información a medias y errónea.
—Abandonaste a Blaine cuando más te necesitaba. ¿Qué información errónea hay ahí?
—No quiero pelear contigo. Ni siquiera sabía de tu existencia hasta hace media hora. No eres el enemigo, y comprendo que lo único que tratas de hacer es proteger al hombre que amas.
También comprendo que debe ser difícil y confuso tenerme aquí frente a ti. Incluso puedo entender que sientas rabia y desprecio hacia mí por todo lo que hayan podido contarte, pero te aseguro que hay mucha mierda que desconoces en el medio.
Me fui, es verdad, pero no porque dejara de amar a Blaine. Tuve razones de peso para hacerlo, y de esas razones necesito hablar con él.
Y para que te quede claro, no estamos divorciados, y tengo los papeles que lo demuestran. Blaine es mi esposo, y he regresado por él.
Kurt se quedó pensando en que Blaine y Connor tuvieron una historia de amor que superó muchas pruebas, incluyendo el desprecio de los Anderson, lo cual no era tarea sencilla, sin embargo, su fuerza había sido imparable.
Por otro lado, esa historia se vio manchada por la incomprensión, la indiferencia y el abandono en un momento fatídico en el que sus protagonistas debieron estar muy unidos y ser refugio mutuo.
Todo esto lo llenaba de emociones sin fin. Sentía dolor por lo que el hombre al que amaba tuvo que vivir, sentía rabia hacia las personas que le causaron dolor; y agradecimiento por las que permanecieron a su lado, sentía desprecio hacia Connor por lo que hizo y a la vez temor y desconcierto por su regreso.
¿Sería cierto que seguían casados? De ser así, ¿eso dónde lo dejaba? Con dedos temblorosos empezó a acariciar su anillo de bodas pensando en si todo había sido un engaño.
No, Blaine no le mentiría ni sus tíos tampoco. No conseguirían nada con ello, así que, ¿a qué se refirió Connor con lo de que nunca se divorciaron? No tenía sentido para él. ¿Qué quiso decir al proclamar que esta vez nadie se interpondría en su camino? ¿Y cuál era esa verdad que lo volvería a unir a Blaine?
Dudas y más dudas seguían llenando su cabeza y comprimiendo su corazón.
¿Por qué los padres de Blaine rechazaron a Alric luego de haberlo aceptado?
Súbitamente otros recuerdos empezaron a agolparse logrando marearlo.
"James y Pam deben adorarte, sobre todo James como para permitir que uses el prestigiado apellido de su familia" —refutó Connor— "¿Qué hiciste para ganar su aprobación? ¡Oh! Seguramente debes tener mucho dinero, negocios e influencias."
¿Adorarlo? ¿Aprobarlo? Nada más lejos de la verdad. Los Anderson lo despreciaban simplemente porque no tenía ningún bien material. Su única posesión era su hija, y para él eso era más valioso que todas las riquezas del mundo.
"¡No eres más que un muerto de hambre arribista que está tras la fortuna de Blaine!" —gritó James— "¡Pero no voy a permitirlo! ¡Suficiente tuve con Connor!"
"Te hago una pregunta sencilla, Kurt —dijo Pam—. ¿Sabes quién es Connor y el papel que tuvo en la vida de Blaine?"
"¡Eres igual al idiota de Connor!" —dijo James mirándolo con desprecio— "¡Es increíble que mi hijo sea tan estúpido como para caer dos veces con la misma clase de gentuza!"
"Blaine parece tener debilidad por los menesterosos" —dijo Scarlett Hamilton con aires de prepotencia— "Primero Connor y ahora tú. A veces pienso que no debería sorprenderme porque él siempre se ha preocupado por las personas de tu clase ya que le provocan lástima."
¿Por qué insistían tanto en compararlos? ¿Acaso se parecían de algún modo? ¿Blaine estaba con él porque le recordaba a su ex? ¿Eran él y su hija una obra de caridad?
"Así es" —sentenció Pam cuando Kurt se detuvo ante su comentario—. "Blaine estuvo casado con Connor y estaba completamente enamorado de él. Juraba que era el amor de su vida, así como ahora lo hace contigo."
"Sé que tus pesadillas tienen que ver con Connor porque has estado mencionando su nombre todas las noches" —Kurt hizo una pequeña pausa al notar lo incómodo que lucía su esposo—. "Siempre le suplicas que no te deje y… repites lo mucho que lo amas."
"Has construido una burbuja de fantasía, pero en algún momento va a explotar y entonces te estrellarás contra el suelo" —proclamó su suegra—. "Cuando Blaine se dé cuenta que tú y tu hija no son más que un repuesto, un alivio temporal, todo terminará. Ya lo vi pasar por eso una vez, así que sé muy bien que mi hijo sólo está jugando a la familia feliz."
El joven de ojos claros frotaba su rostro de manera circular con ambas manos a la vez que trataba de regular su respiración. Inhalar y exhalar por la boca no era una buena idea debido a que su garganta se estaba cerrando, mas no podía evitarlo.
Su ahogo se vio acompañado por una lágrima que iba rodando por su mejilla, seguida por otras dos y un temblor creciente que desencadenó en un copioso y doloroso llanto.
Los minutos siguieron corriendo, tal vez se transformaron en horas y Kurt ignoraba por completo el tiempo que había pasado, pero finalmente lograba tener control sobre su cuerpo y sus emociones. Abrió una de las botellas con agua que llevaba y consumió casi la mitad de su contenido.
A ese punto ya no estaba seguro de lo que tenía que hacer. ¿Debía dar la vuelta y regresar por su hija para desaparecer, o continuar su camino y reencontrarse con Blaine?
¡No! ¡No! ¡No! Se dio cuenta hacia donde se dirigían sus pensamientos y se recriminó por ello. No había forma de que hiciera lo mismo que Connor. No eran iguales. Él no lo abandonaría, y menos en un momento tan difícil. Pero, ¿si Blaine le decía que se fuera y que no tenía por qué haber ido a buscarlo? Quizá el haberse alejado era su forma de indicarle que ya no lo quería en su vida.
—Cálmate y piensa bien las cosas —se dijo a sí mismo—. Si Blaine no te amara no te habría llamado. Te prometió que regresaría y se lo prometió a Steph. No dudes de él ni de su palabra.
Las circunstancias eran complejas. Quería creer en algo y aferrarse a ello, pero la confianza que había construido en todo ese tiempo parecía haberse esfumado en un parpadeo. Solía sentirse amado por su esposo y ser la persona más dichosa, capaz de enfrentar al mundo gracias a la fuerza que este le había ayudado a recobrar, y lo había hecho sin dudar cuando fue necesario, sin embargo, ahora lo único que sentía era inseguridad y miedo de lo que pasaría.
No es que dependiera de Blaine para ser feliz ni que necesitara los lujos que este le había dado para estar bien. Él había aprendido a estar bien con poco, y eso no había cambiado. Le bastaba con tener a sus seres queridos a su lado y saber que eran felices para sentirse dichoso.
Amaba a su esposo y sabía que una separación sería muy dolorosa para él, pero también para Steph, sobre todo por lo unida que se había vuelto a Blaine, y no quería que tuviera que atravesar por tal situación.
Por eso nunca se permitió enamorarse, por eso no le dio acceso a nadie a su corazón, por eso jamás involucró a su hija.
Cerrando los ojos por un instante permitió que su corazón y su razón libraran una dura batalla en donde él seguiría al ganador.
Minutos más tarde, fijando su mirada al frente colocó una mano en el volante y otra sobre la palanca. La decisión había sido tomada y no había marcha atrás.
Después de unas cuantas horas conduciendo debido a la oscuridad de la carretera, además de las pausas que tuvo que hacer para controlar sus nervios o las lágrimas que empañaban su visibilidad, finalmente llegó a su destino, rogando no haberse equivocado.
Bajó lentamente del auto y se dirigió al interior de la propiedad resultando difícil cada paso que daba por la manera en la que sus piernas temblaban mientras su corazón retumbaba y su respiración se aceleraba.
Siguió avanzando a través del enorme lugar hasta llegar a la habitación, deteniéndose frente a la puerta durante varios segundos antes de abrirla con cuidado e ingresar sigilosamente.
Contrario a lo que pensó, encontró la luz encendida permitiéndole ver aquel cuerpo recogido sobre el lecho casi en posición fetal. Su corazón latía con tanta fuerza que no se explicaba cómo no se salía de su pecho. Poco a poco fue rodeando la cama hasta quedar de frente y suspiró.
El cabello largo y desordenado cubría parte del dulce rostro que tanto amaba, así que con cuidado lo retiró y lo que vio fracturó su alma. La tristeza estaba claramente dibujada en las facciones agestadas, así como los rastros de lágrimas que eran el indicio de que había estado llorando hasta dormirse.
Volvió a rodear la cama y remisamente se acostó en el espacio libre cubriendo con sus brazos el pequeño cuerpo que ahí yacía y le besó el hombro repetidas veces.
—Te amo —le susurró al oído antes de cerrar los ojos y caer en un sueño profundo debido al cansancio físico, mental y emocional.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
Blaine despertó sobresaltado tras tener otra pesadilla. Llevaba días negándose a dormir para mantenerlas alejadas, y odiaba cuando su cuerpo cedía.
Ya había pasado por eso una vez y logró superarlo, logró enterrar el dolor, logró levantarse y seguir con su vida. Pudo dejar los fantasmas donde debían estar, ¿o no? ¿Era esa la razón por la que habían vuelto por él? Pero, ¿por qué ahora que tenía una nueva oportunidad de ser feliz?
Había albergado nuevas esperanzas y nuevos sueños junto a dos personas que llegaron inesperadamente devolviéndole la alegría e incrementaron sus ganas de vivir y de luchar, dos personas que se habían ganado su corazón y a quienes quería proteger y darles lo mejor porque se lo merecían.
Kurt y Steph eran todo para él. Por ellos necesitaba estar bien, levantarse y volver a ser el de antes para así recuperar la familia que habían formado, pero no podía por más que lo intentaba, y no lograba entender el por qué si los amaba profundamente y los extrañaba mucho.
Frotó su rostro un par de veces antes de moverse hacia atrás sintiendo algo en el paso que no lo dejaba girar, lo cual, aunque lo sorprendió ligeramente, no lo asustó ya que su ser parecía haber reprimido todas las emociones que no estuvieran relacionadas con la tristeza y el dolor.
Lentamente se empujó hacia la orilla de la cama para mirar por encima de su hombro y un pequeño sonido brotó de sus labios. ¿Estaba soñando otra vez? ¿En qué momento se había quedado dormido?
Fue girando hasta quedar de frente y se aproximó a la persona que estaba durmiendo a su lado. Llevó sus dedos hacia el pálido rostro y empezó a trazarlo sutilmente. ¿Qué clase de pesadilla estaba teniendo? Era la primera vez que soñaba algo así y temía estar perdiendo la cordura.
Kurt despertó con una sensación de cosquilleo en sus labios y suspiró al ver los dedos de su esposo trazándolos.
—Despertaste —susurró.
—¿Qué haces aquí? Vete, por favor.
—¿Qué?
—Ya no puedo más. Sólo desaparece como todo lo que he amado.
—¿De qué estás hablando?
—Quiero despertar… —dijo con angustia— Lo necesito.
—Estás despierto, mi amor.
—No. No es cierto.
—Estoy aquí, Blaine. Siénteme —lo tomó de la mano y la colocó sobre su mejilla, manteniendo su propia mano sobre la de este.
—¿Eres real?
—Lo soy.
—Pero, ¿cómo? Nadie sabía que estaba en este lugar.
—Mi corazón lo supo.
—¿Kurt? —levantó por primera vez la mirada y sus ojos se clavaron en los azules.
Hummel aún sentía miedo y estaba lleno de dudas, sin embargo, al observar aquellos orbes dorados supo que había tomado la decisión correcta.
—Sí, mi amor. Aquí estoy para ti y nunca te voy a dejar.
