.
CAPÍTULO 5:
"Todo lo que necesito ahora"
.
Pam Anderson iba saliendo del spa cuando alguien se le acercó disimuladamente.
—¡Aléjate de mí! —gritó al notar aquella presencia para así llamar la atención de quienes caminaban cerca, y presionó un botón en su celular.
—Tranquila, Pam. Soy Connor.
La mujer se quedó estupefacta durante varios segundos al observarlo detenidamente.
—¿Connor Alric?
—Sí —asintió—. Entiendo que mi presencia es inespe…
Sus palabras fueron interrumpidas con una bofetada.
—¿Cómo te atreves a presentarte después de lo que hiciste?
—Tienes derecho a estar enojada, pero si me permitieras explicarte lo que sucedió…
—¿Qué vas a explicarme? ¿Que dejaste morir a mi nieto y luego abandonaste a mi hijo cuando más te necesitaba? ¡No tiene justificación alguna lo que hiciste!
—Te aseguro que hubo una razón muy grande, y es de eso que necesito hablar contigo.
—Señora, ¿está todo bien? —preguntó un hombre fornido apareciendo detrás de Connor.
—Sí, pero si ves a este sujeto otra vez a mi alrededor quiero que procedas.
—Entendido.
—Pam, por favor. Lo que tengo que decirte es muy importante.
—¡No te vuelvas a acercar a mí! —indicó— ¡Y ni siquiera se te ocurra buscar a Blaine!
—Claro. No debo acercarme porque ahora está casado con el hombre de alcurnia que ustedes querían para él.
—¿Alcurnia?
—¡Por supuesto! Los Anderson no permitirían que cualquiera forme parte de su familia.
—Lamentablemente Blaine no sabe elegir a sus parejas —dijo con desprecio.
—No entiendo de qué hablas.
La mujer negó con la cabeza mientras hacía un gesto y continuó caminando.
»¡Pam! ¡No te vayas! —empezó a seguirla— ¡Tienes que escucharme!
—¡Aléjese de la señora! —dijo el guardaespaldas bloqueándole el paso.
—¡James te utilizó! —gritó desesperado— ¡Él lo planeó todo! ¡Ashton era un estorbo porque distraía a Blaine de sus obligaciones en las empresas!
Pam se detuvo y volteó lentamente con el ceño fruncido, luego caminó hacia Connor.
—Eres tan miserable que ya no sabes qué inventar. Mi esposo puede ser muchas cosas, pero jamás dañaría a su familia.
—No tienes idea… —exhaló— Si me dieras la oportunidad de hablar y contarte todo lo que realmente sucedió, te darías cuenta del monstruo con el que estás casada.
—¡No vuelvas a expresarte de él de esa forma!
—Necesitas abrir los ojos y…
—¡Es suficiente! —elevó ligeramente la voz.
—¿Sabes al menos dónde se encuentra Blaine? Supuestamente está en un viaje de negocios, pero…
—¿Estás siguiendo a mi hijo?
—Estoy preocupado por él. Ya ha pasado mucho tiempo desde que alguien lo vio, y ahora Kurt también ha desaparecido. James no tiene escrúpulos y…
La mujer lo miró furiosa. —¡Aléjate de mi hijo! ¡Ya una vez lo hiciste y no tienes ningún derecho a aparecer después de todo este tiempo para tratar de causar más estragos!
—Pam…
—¡Estás advertido!
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Connor deja de dar tantas vueltas que me estás mareando —dijo un hombre alto y delgado pasando los dedos por su espesa cabellera marrón ligeramente ondulada mientras se acomodaba en el sofá.
—Las cosas no están saliendo como las tenía planeadas.
—¿Y qué esperabas? ¿Qué todos te recibieran con los brazos abiertos como si fueras un amigo al que no han visto en mucho tiempo? Era más que obvio que iban a rechazarte.
—Eso lo tenía claro, pero pensé que hablaría con Blaine directamente.
—Honestamente, creo que con él tendrás menos suerte que con sus padres.
—Nunca dije que iba a ser fácil, pero estoy seguro de que las cosas serían distintas en este momento si lo hubiera encontrado ese día en la oficina y no al tal Kurt.
—Lo dudo… Y no es que esté tratando de desanimarte, pero pienso que si Blaine hubiera estado ese día, te habría hecho sacar con los guardias antes de que pudieras empezar a hablar… Al menos, es lo que yo hubiera hecho.
Ha pasado mucho tiempo y que recién te presentes no es el mejor de los escenarios.
—Sabes muy bien que lo intenté antes y no funcionó —dijo en tono acusatorio—. Necesitaba recuperarme emocionalmente después de lo que ocurrió, además de que debía respaldarme económica y legalmente. Tenía que volverme fuerte y poderoso para enfrentar a James.
—Sí, pero…
—¡Por todos los cielos, Juanma! ¡Tú mejor que nadie sabe lo que viví después de dejar a Blaine! ¡Estuviste ahí cuando traté de buscarlo para explicarle todo y James lo impidió!
—Está bien. No te exaltes. Es sólo que no puedo evitar ponerme en el lugar de Blaine porque si alguien me hubiera arrebatado en esa forma a mi hija… —negó con la cabeza— Y que ese alguien fuera mi propio padre en complicidad con mi esposo… Es que ni siquiera puedo pensar en ello sin estremecerme y ponerme furioso a la vez.
—No fui cómplice. James me obligó. ¿Crees que yo quería que algo de esto pasara?
Tenía la vida que había soñado junto al hombre más maravilloso del mundo. Teníamos planes para el futuro, teníamos un hijo al que amábamos mucho, éramos realmente felices, y todo nos fue arrebatado, porque no sólo Blaine perdió con lo que sucedió, yo también lo hice.
—Lo sé, pero para él fue un impacto tremendo, a más de la culpabilidad que sentía. En cambio, tú estabas consciente de lo que en realidad había pasado.
—Se supone que eres mi mejor amigo, pero parece que estuvieras en mi contra.
—No digas eso. Sabes que te apoyo, ¿acaso no estoy aquí contigo? Es sólo que quiero que entiendas la globalidad del asunto porque no puedes enfocarte únicamente en tu punto de vista, sobretodo dadas las circunstancias.
Sé que has regresado para esclarecer las cosas, limpiar tu nombre y también quitarle ese peso de encima a Blaine, el cual jamás debió llevar, pero definitivamente tienes que ponerte en el lugar de los demás, sobretodo de él.
—Tal vez tengas razón y no estoy haciendo las cosas bien.
—No, no lo haces, así que debes cambiar de táctica.
—Probablemente… —se detuvo y miró a su amigo— Y creo que la encontré.
—¿A qué te refieres?
—El tal Kurt tiene una hija, y ella puede ser…
—¿Te volviste loco acaso? ¿Qué culpa tiene esa niña de lo que sucedió?
—No voy a hacerle daño. ¿Qué te pasa? Sólo pienso que ella será mi conducto para llegar a Ezequiel, Michelle, y por supuesto, Blaine. Es con ellos con quienes debo hablar.
—¿Te estás escuchando? Usar a una niña no es correcto.
—No voy a detenerme hasta haberle quitado la máscara a James Anderson y que todos descubran quién es en realidad. Lo haré pagar por todo el daño que ha causado.
—Connor…
—Sé que no será fácil, pero ya no le tengo miedo.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Ahora colocamos con mucho cuidado un poco más de harina en el recipiente —le dijo Michelle a Steph ayudándola a realizar tal acción.
—¿Podemos guardar galletas para mi papá?
—Claro, dulzura. Le guardaremos algunas.
—¿Y para mi papi Blaine?
—Cuando regrese prepararemos más para que estén frescas.
—Bueno… —suspiró— Espero que ya no demore. Lo extraño mucho.
—Pronto, cariño —le acarició la mejilla—. Pero Kurt regresa el domingo, eso debe alegrarte.
—¡Sí! Extraño demasiado a mi papito.
—Ya van a estar juntos —respiró profusamente.
—Cuando regrese, ¿vamos a ir a nuestra casa o nos vamos a quedar aquí?
—No lo sé, cariño.
Steph se puso a pensar en el amigo de la familia que les iba a dar una sorpresa y como ella y Kurt se la perderían si se iban.
—¿Nos podemos quedar?
—Me encantaría que lo hicieran, pero debes recordar que la decisión que tome tu papá será la mejor, y si él dice que regresan a su casa, estará bien.
—Me quiero quedar.
—Pueden venir todas las veces que deseen.
—Sí, pero…
—Steph, tu papá ha pasado por mucho y lo que menos necesita es que… —al ver la confusión en el rostro de la niña, se contuvo.
—No entiendo. ¿Qué le pasó?
—No le ha pasado nada, a lo que me refería es a que en el trabajo ha tenido algunos contratiempos y está muy cansado.
—En los otros trabajos mi papá a veces tenía problemas y eso lo ponía triste… Algunas noches no dormía y lloraba mucho.
—¿Él…? —negó con la cabeza al pensar en todos los momentos difíciles que Kurt y Steph habían vivido y de los que no tenía conocimiento, y lo que único que quería hacer era abrazarlos fuertemente y asegurarles que ya no tendrían que pasar por más, sin embargo, sabía que no podía hacer falsas promesas.
—No quiero que mi papito esté triste.
—No está triste. Como te dije, sólo está muy cansado.
—¿Cómo lo puedo ayudar?
Michelle observó a la niña y recordó la madurez que tenía a pesar de su edad.
Alguna vez Kurt le había dicho con lágrimas en los ojos lo mal que se sentía por haberla obligado a crecer tan rápido debido a la vida que solían llevar, aunque él se esforzara porque tuviera una niñez lo más normal posible.
—Steph, amor —suspiró—, lo único que tu papá necesita es que seas la niña dulce, educada y respetuosa de siempre. Esa es la mejor ayuda que puedes darle.
—Bueno —dijo poco convencida.
—No pongas esa carita. Él está bien y en dos días lo tendrás a tu lado.
—Quiero verlo.
—Falta muy poco. Y eso me recuerda que debemos seguir revolviendo la mezcla hasta que se forme una masa para poder hacer las galletas y guardarle algunas.
—Sí.
—¿Cuáles son sus favoritas?
—Las que llevan gotitas de chocolate.
—Entonces le haremos unas especiales.
—¿Con muchas gotitas?
—Sí, dulzura.
Minutos después se encontraban amasando y riendo cuando el timbre sonó.
—¿Voy a ver quién es? —preguntó la niña.
—No, cariño. Yo voy, tú continúa con esto —se lavó las manos y salió de la cocina.
Al asomarse por el ventanal, frunció el ceño ante la inesperada visita y se dirigió al jardín.
—Buenas tardes, Pam —dijo con seriedad.
—Elizabeth —asintió.
—¿Qué haces en mi casa?
—Necesito que hablemos de Blaine.
—Primero James y ahora tú. ¿Qué pretenden? Eze ya le dijo lo que tenía que saber.
—¿James estuvo aquí?
—No finjas conmigo.
—No tengo por qué hacerlo. En todo caso, he venido a verte porque fui a buscar a mi hijo a su empresa y no lo encontré. Nadie sabe de él, y tampoco encontré al fulano con el que se casó.
—Primero; Blaine está de viaje, y segundo; el nombre de su esposo es Kurt, y si esa es la actitud con la que vienes, ya te puedes ir retirando.
—Estoy segura de que conoces su paradero.
—Así es, pero no tengo por qué decirte nada.
—Sé que tú y yo no tenemos la mejor relación, ni tampoco soy persona que acostumbre pedirle nada a nadie, sin embargo, de madre a madre te pido que me digas dónde se encuentra Blaine y cómo está.
—Realmente estás preocupada —afirmó sorprendida al notar el semblante de su cuñada.
—Blaine es mi único hijo, y aunque te resulte difícil creerlo, lo amo y me preocupo por él. Quiero su bienestar y tranquilidad en todo momento.
—¿Su tranquilidad? —la miró molesta.
—¡Por supuesto!
—¿Sabes qué? Hay mucho que he querido decirte desde hace algún tiempo y tal vez esta sea la ocasión perfecta para ello.
—¿A qué te refieres?
—Blaine no está bien, y en gran parte se debe a ti.
—¿A mí?
—Pasa —abrió la puerta del jardín—, y espérame en el despacho. Tengo que ir a ver a Steph primero.
—¿Qué hace ella aquí? ¿Eso quiere decir que el padre también está?
—No. Y espérame en el despacho si quieres hablar.
Pam apretó los dientes y caminó hacia la casa. Detestaba que le dijeran qué hacer, pero no podía protestar ya que probablemente perdería la oportunidad de saber lo que estaba ocurriendo.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
Kurt se disponía a ir a la cama cuando la puerta del baño se abrió dando paso a su esposo, quien lo único que portaba era una toalla sobre los hombros con la cual frotaba sus rizos.
Por un instante su corazón se aceleró, pues hacía ya mucho que no lo veía en esas condiciones, y aunque su razón se interpuso de inmediato, no dejaba de seguirlo con la mirada mientras este recorría la habitación luciendo de algún modo más relajado.
Cuando lo vio desaparecer nuevamente en el baño, suspiró y continuó contestando un mensaje en su teléfono. Todavía no podía creer cómo se habían dado las cosas y que al finalizar la semana estaría de regreso en su casa.
Volverían a ser sólo él y Steph, y aun sabiendo que ahora contaba con el cariño y apoyo de los Anderson-Conelly, lo cual le daba cierto alivio, no hacía que se sintiera menos extraño el hecho de que Blaine no estaría con ellos.
—¿Aún no te vas a acostar? —preguntó el de rizos cruzando junto a él con el pijama puesto.
—S-sí. Ya voy… Le estoy escribiendo a Mercedes.
Blaine se acomodó en la cama, poniéndose de lado y dejando suficiente espacio.
—Espero que no tardes —estiró el brazo hacia su pareja.
Sin decir nada Kurt dejó el dispositivo a un lado y tomó la mano que le era ofrecida.
Lentamente se fue acomodando hasta que no quedó espacio alguno entre ambos cuerpos y suspiró ante el contacto.
Anderson lo abrazó y él hizo lo mismo. Había extrañado tanto aquel calor y esa intimidad, que era una de las más hermosas.
Posando la cabeza casi sobre el hombro de su esposo inhaló profundamente la combinación a cítricos del jabón más el olor único que tenía aquella piel aceitunada y que lo hacía sentir en casa.
—Te voy a extrañar —susurró Blaine y cerró los ojos recordando la extensa plática que habían tenido durante la mañana, en la cual pudo sincerarse finalmente a pesar del temor que sentía.
—También voy a extrañarte.
—Espero pronto estar con ustedes.
—Gracias por contarme.
—Gracias por entenderme… Me aterraba la idea de que no lo hicieras —exhaló—. Yo mismo no me entiendo porque te amo, los amo, y, sin embargo, esta incertidumbre me está matando. ¿Cómo es posible? Es… esto… No sé si estoy perdiendo la razón o…
—Shh, tranquilo. Como te dije en la mañana, lo entiendo muy bien porque pasé por lo mismo. Obviamente las situaciones no han sido las mismas, pero tú mejor que nadie sabes todo el miedo que sentía al estar contigo.
Te amaba mucho, y aunque me demostrabas tu amor también, no dejaba de aterrarme la idea de que tal vez un día te darías cuenta de que yo no era lo que querías o de que desearías a alguien de tu nivel… Tal vez Steph y yo nos convertiríamos en una carga o…
—Kurt, no. Eso jamás va a pasar.
—Ahora lo sé, pero me tomó mucho tiempo poder comprenderlo, confiar y permitirme ser feliz —suspiró—. A veces todavía siento algo de miedo.
El punto es que había mucho dolor y temor en mí por todo lo que he vivido —levantó la cabeza y se separó un poco para mirar a su amado a los ojos—. Hablando metafóricamente, tú nunca buscaste ser el superhéroe que derrumbara la torre en donde me encontraba prisionero para rescatarme y convertirte en mi todo. Lo que hiciste fue ayudarme a quitar los obstáculos que me tapaban la luz y me impedían encontrar el camino para poder salir.
Me ayudaste a fortalecerme y convertirme en una mejor versión de mí mismo, y lo hiciste amándome, siendo paciente, apoyándome, aunque a veces no comprendieras lo que me pasaba o lo que quería.
Me ayudaste a reencontrarme y a ser feliz, y en ese camino te convertiste en parte de mi felicidad y…
Blaine pasó saliva con dificultad al escuchar a su esposo y darse cuenta que aquello que este decía era lo mismo por lo que él estaba pasando.
¡Cómo pudo estar tan ciego! De todas las personas en el mundo, si había alguien que pudiera entender lo que estaba sintiendo, ese era Kurt.
Las historias de ambos eran muy distintas, pero en cierto modo los sentimientos que se desprendían de ellas resultaban similares.
Por supuesto que el dueño de aquellos hermosos orbes, que en ese momento tenían una tonalidad verdosa, sabía de dolor, de angustia, de sufrimiento, de miedo y de incertidumbre, y, sin embargo, ahí seguía, luchando cada día, enfrentando los obstáculos, mirándolo con amor, cuidándolo y preocupándose por él.
Un nudo se formó en su garganta al ser golpeado por el pensamiento de que él era el causante de aquel nuevo dolor que se veía reflejado en aquellos ojos.
—Lo siento —dijo con dificultad—. Realmente lamento mucho hacerte pasar por todo esto porque no es justo. Mereces tanto a alguien que te ame sin condición.
—¿No me amas de esa forma?
—Claro que sí, tal vez me expresé mal. A lo que me refiero es que a más de amarte como mereces, sea alguien a quien no tengas que esperar porque sus heridas internas se han abierto.
—Tú no sólo esperaste por mí, sino que me ayudaste a curar cada una de mis heridas hasta que fueron sanando.
—Sí, pero…
Kurt separó su cuerpo del de su esposo y se sentó dándole una mirada incrédula.
—¿Cómo es posible que no veas todo lo que has hecho por mí?
—Eso no significa que estés obligado a retribuirme nada o hacer lo mismo por mí.
—Ninguna de mis acciones son porque deba o porque me sienta obligado, todo lo que hago es porque quiero y porque te amo. Significas demasiado para mí y…
Blaine suspiró y se sentó en un impulso, sujetando con ambas manos los costados de la cabeza de Kurt mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas.
—Gracias —susurró antes de besarlo.
Un sollozo se hizo presente, obligándolos a separarse.
—Blaine…
—Te amo.
—También te amo, pero, ¿por qué lloras?
—Por todo —levantó los hombros—, por lo que siento, por lo que está pasando.
—Vamos a superarlo. Estoy aquí para que salgamos juntos de…
Blaine volvió a unir sus labios y fue apoyando su cuerpo sobre el de su pareja hasta que ambos estuvieron nuevamente acostados.
El beso se volvió profundo sin dejar de ser suave y acompasado.
Kurt envolvió con sus brazos la espalda de su alma gemela y se dejó llevar por las sensaciones. Había pasado un largo tiempo desde la última que se habían besado de esa forma.
Las manos cálidas tocándolo de forma gentil lo estremecieron, y no tardó en recorrer cada centímetro de la cálida piel con suavidad, grabando una vez más su recuerdo.
Cada movimiento era sutil y sin prisas, tal como le gustaba. No obstante, sabía que no irían más allá por la forma en la que Blaine había empezado a temblar.
—Amor, ¿qué ocurre? —preguntó preocupado, pero casi estando seguro de la respuesta.
—Lo siento —sollozó—. Lo siento mucho, Kurt —empezó a llorar—. Lo siento, lo siento tanto por todo.
—Tranquilo. Vamos a estar bien.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque creo en nosotros.
Aquellas palabras detuvieron súbitamente el llanto de Anderson, quien miró fijamente a su pareja.
—No te merezco.
—Jamás vuelvas a decir eso. ¡Jamás! Eres más de lo que alguna vez soñé, y en alguna parte dentro de ti, lo sabes.
Los ojos color miel parpadearon lentamente un par de veces antes de posarse sobre los verdosos que lo contemplaban.
—¿Cómo puedes estar seguro de que saldremos adelante?
—Porque sé que me amas tanto como yo a ti. Quizá no lo veas, pero puedo hacerlo por los dos. Esta mañana, cuando abriste tu corazón y confiaste en mí, me demostraste más cosas de las que puedas entender.
—¿No tienes miedo?
—Lo tengo, pero como te dije, creo en nosotros.
El empresario enterró el rostro en el hombro de su esposo y permaneció en silencio durante varios minutos.
Kurt lo abrazó de forma protectora, sosteniéndolo de la misma forma en la que este lo había hecho con él en todas esas ocasiones en las que lo necesitó. Y no, no era porque debía devolverle algo, como este había sugerido antes, lo hacía porque realmente quería demostrarle su amor y que a su lado podía sentirse seguro.
Tras un largo lapso, el de rizos se movió y empezó a trazar con sus dedos suavemente el níveo rostro.
—¿Sonaría mal si digo que en este momento quiero hacerte el amor?
—En lo absoluto.
Blaine le acarició la mejilla y se fue acercando hasta que sus labios se juntaron, sin embargo, no tardó en separarse con un suspiro de frustración.
—No puedo… Quiero, pero mi cuerpo…
—Cuando no estaba listo para algo físico, me hiciste el amor de muchas formas. Lo hiciste con tus ojos, con tus besos, con tus palabras, con tu alma, y cada una de ellas fue perfecta. Eso es lo que necesito ahora.
Quiero que me hagas el amor —empezó a besarlo—, quiero hacerte el amor —volvió a besarlo—, de esa forma en la que sólo tú y yo sabemos.
Anderson suspiró y profundizó el beso.
Ambos lo sabían, pero ninguno dijo nada, quizá porque sus labios estaban demasiado ocupados o porque tenían miedo de pronunciarlo.
Ese momento era el indicativo de una despedida o del inicio de su recuperación.
