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CAPÍTULO 6:

"En el calor de tus brazos encuentro mi refugio"


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Michelle no dejaba de dar vueltas en su habitación. La charla que había sostenido con Pam tomó tantos giros inesperados que ahora se encontraba preocupada en muchos sentidos.

De todas las cosas que su cuñada dijo, jamás imaginó que la escucharía pronunciar aquel nombre: Connor Alric.

¿Por qué había regresado? ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Es que no le había bastado con todo el dolor que provocó años atrás?

Blaine ya estaba atravesando por demasiadas cosas para tener que enfrentarse a una más, especialmente por lo confundido que se sentía, y no le haría ningún bien volver a ver a la persona que un día amó y que le hizo tanto daño.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? era la pregunta que no dejaba de dar vueltas en su cabeza. ¿Qué buscaba?

—Mi cielo… —dijo Ezequiel acercándose y posando suavemente la mano sobre el hombro de ella.

—Ah… No me di cuenta cuando entraste. ¿Decías algo?

—Te comentaba que la noche está perfecta para salir a caminar y beber un poco de vino.

—Disculpa, amor. En este momento no estoy de ánimos para eso.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupado.

—Hablé con Pam ayer.

—Lo sé. Me contaste sobre ello.

—Pero hay una parte que no mencioné.

—¿Cuál?

—Connor regresó.

—¿Qué? ¿Cómo que regresó?

—Fue a buscar a Pam para hablar sobre Blaine.

—¿Qué quiere ese infeliz?

—No lo sé, y no dejo de preguntármelo, pero tengo el presentimiento de que nada bueno saldrá de ello.

—No voy a permitir que le haga más daño ni que interfiera en su relación con Kurt.

—¿Crees que tenga la intención de hacerlo?

—Después de la manera en la que se dieron las cosas, puedo esperar lo que sea de él.

—Ahora estoy más preocupada.

—Blaine no le volverá a dar cabida en su vida.

—En base a lo que vi el día que lo fui a visitar y lo que conversamos, puedo decir que su comportamiento es totalmente impredecible, y cualquier cosa puede pasar.

—¿Estás insinuando que sería capaz de dejar a Kurt para regresar con Connor?

—Me gustaría decir que no, pero en realidad no lo sé, y eso me angustia.

—No, él no haría algo semejante. Me niego a creerlo. Sé que ama a Kurt y jamás lo lastimaría.

—Quisiera tener esa misma convicción, pero vi tan mal a mi niño que fue como haber retrocedido en el tiempo.

—Me dijiste que está claro en lo que quiere hacer.

—Te dije que tiene claro que debe encontrar la paz y la felicidad en su interior para poder seguir adelante con su vida, pero no sabe cómo hacerlo ni el tiempo que le tomará, por eso se alejó.

—Pero logró hablar con Kurt finalmente y decirle lo que le está ocurriendo. Reconocer el problema es siempre el primer paso.

—Estoy de acuerdo en eso, y si necesita tiempo para reencontrarse, está bien, pero no quiero que Kurt y Steph sufran. ¿Te imaginas lo que eso causaría? Ya han pasado por demasiadas cosas como para tener que añadirle otra, y sobre todo una así de difícil, porque ambos sufrirían, pero para Steph pienso que sería peor porque no entendería lo que está pasando.

—No hay que adelantarnos a los hechos, amor. Confiemos en que Blaine va a recuperarse y pronto lo tendremos de regreso, aunque para ser sincero, no me convence el que se haya aislado. Eso no le hace ningún bien.

—Es lo que le dije, pero según él, ese distanciamiento le ayuda a pensar y aclarar sus ideas.

—Pues no parece, porque ya ha pasado mucho tiempo desde que decidió irse y todavía no ha logrado resolver nada.

—Lo único que puedo decir luego de haber hablado con él y analizado las cosas es que aquello que temíamos sucedió. Blaine nunca estuvo bien del todo, sólo se forzó a enterrar lo que sentía para retomar su vida, sin embargo, sus heridas al no haber sanado en su totalidad se abrieron nuevamente, y la causante de aquello fue Pam con sus absurdas comparaciones y continuos comentarios sobre el pasado.

—Esa mujer está es mi lista negra.

—La vedad es que me confunde. Siempre la he tenido en cierto concepto, pero la conversación que tuvimos me permitió ver un lado diferente de ella.

—No te dejes engañar, amor. Como dijiste, fue la que provocó el problema. Ella es igual de nefasta que su esposo —suspiró—. Y pensar que alguna vez creí que sería capaz de cambiarlo.

—No creo que sean iguales, y su esposo es tu hermano.

—Eso no lo convierte en una buena persona, y lo sabes. James siempre fue calculador, frívolo, capaz de todo por conseguir sus objetivos.

En cierto modo me recuerda a mi padre, con la diferencia de que él sabía cómo demostrarnos su amor, a pesar de ser tan estricto. Pero James… —negó con la cabeza— no recuerdo haber visto que fuera afectuoso con Blaine ni una sola vez. Todo lo contrario, siempre fue frío, severo y exigente con él.

Llegué incluso a perder la cuenta de las veces que nuestro niño nos llamó llorando o angustiado por diferentes razones, y el noventa y nueve por ciento de esas veces el culpable fue su padre.

—Ni me lo recuerdes —frunció el ceño—. La mejor decisión que pudimos tomar fue haberlo traído a vivir con nosotros.

—Y ahora debemos ayudarlo a recuperarse, y para eso tenemos que estar a su lado. Además, hay que convencerlo de ver a un especialista que lo ayude a procesar todo lo que le está ocurriendo.

—En el pasado se negó e insistió en que podía manejarlo por su cuenta, pero obviamente no fue así, aunque parecía que lo había logrado.

—Como dijiste, se forzó a retener todo en su interior, pero esta vez no voy a permitir que lo haga. Iré a buscarlo y lo traeré de regreso.

—Eze, no creo que sea conveniente.

—Si no quiere estar con Kurt y Steph, puede quedarse aquí, o nos vamos a instalar con él allá, lo que sea que necesite para estar bien, mas no voy a permitir que siga tratando de resolver sus conflictos solo cuando es evidente que no puede.

—Pero…

—Sé en lo que estás pensando, preciosa —la envolvió entre sus brazos—, y claro que me preocupan Kurt y Steph, sin embargo, él comprendió la situación y aceptó darle el espacio y tiempo que Blaine necesita, por eso regresa mañana.

—Estoy consiente de aquello, mas no deja de preocuparme.

—Ellos son ahora parte de nuestra familia y no vamos a dejarlos solos.

—¿Qué hay de Connor?

—Soy un hombre tranquilo y pacífico, pero por mi familia me convierto en una fiera si es necesario, y no voy a permitir que ese sujeto aparezca ahora para causarle daño.

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Tras un baño caliente luego de haber estado varias horas conduciendo, Kurt caminaba pensativo por la casa, sintiendo tantas cosas al mismo tiempo, pero de pronto vio a alguien frente a él y por un instante todas sus preocupaciones se desvanecieron y una sonrisa enorme y sincera apareció en su rostro.

—Steph… —suspiró.

—¡Papito! —gritó emocionada y corrió hacia él.

Kurt la recibió con todo su amor y la abrazó tan fuerte como pudo, sin hacerle daño. No había nada en el mundo que se comparara a tener a su hija a su lado.

—Te extrañé mucho —dijo con la voz ligeramente rota.

—También te extrañé, papito —se aferró a él —Ya no te vayas, por favor —empezó a llorar.

—No lo haré, mi vida. No más —limpió las lágrimas que empañaban sus ojos y la miró fijamente—. Te amo mi Stephie.

—Te amo mucho papá.

Una larga pausa donde ambos guardaron silencio se hizo presente, siendo interrumpida de forma intermitente por los sollozos de la niña.

—Tranquila, mi princesita. Papá está aquí y no te volverá a dejar.

—¿De verdad ya no te vas a ir?

—No, amor.

—¿Y si tienes que trabajar lejos? —lo miró a los ojos.

—No será así.

—Pero y…

—Si en algún momento tengo que ir a otro lugar, te llevaré conmigo.

—¿Lo prometes?

—Sí, mi princesita. Te lo prometo.

La niña asintió lentamente y escondió el rostro en el cuello de su padre, abrazándolo con fuerza.

—Steph —se escuchó una voz femenina acercándose—, ¿con quién hablas? ¡Oh! ¡Kurt!

—Buenos días Michelle.

—Cariño, no escuché cuando llegaste —se acercó a saludarlo.

—Todos dormían. Si no hubiera tenido en el auto el juego de llaves que me diste, no habría tenido como entrar.

—¿A qué hora saliste? Se suponía que debías llegar al medio día.

—En la madrugada, era lo mejor —exhaló lentamente.

—Entiendo… ¿Cómo estuvo el viaje?

—Cansado. Fueron varias horas de trayecto, pero ya estoy aquí.

—Deberías descansar.

—Lo haré.

—Steph, cariño —le tocó la espalda.

—Buenos días abuelita —dijo sin moverse ni mirarla.

—Buenos días. ¿Por qué no vas a lavarte y te cambias para que me ayudes con el desayuno?

—No —respondió con voz suave—, quiero que mi papá me cambie.

—Cariño, ya puedes hacerlo sola. Además, tu papá…

—¡No! ¡Quiero a mi papito! —se aferró más a él.

—Steph… —dijo Kurt dándole una mirada de disculpa a la mujer.

—No te preocupes, entiendo. Voy a preparar el desayuno. ¿Alguna petición?

—Lo que hagas será perfecto. Gracias.

—¿Y tú, cariño? —le preguntó a la niña acariciándole el cabello.

—De verdad Michelle, lo que prepares estará bien para los dos. No tienes que molestarte haciendo nada especial.

—No es ninguna molestia para mí —le sonrió.

—Mi vida —le dijo a su hija de forma dulce—, ¿me esperas en la habitación? Voy por un poco de agua y luego te ayudo.

—Yo voy contigo, papito.

—Necesito ir al baño también.

—En la habitación hay baño.

—Sí, pero ese lo vas a usar tú porque tienes que lavarte.

—¿Te vas a demorar? —preguntó mirándolo fijamente con ojos llorosos.

—No, pero tienes que ir a lavarte, así cuando vaya a buscarte ya estarás lista para ayudarte con la ropa.

—¿Me llevas?

Michelle observaba la interacción entre padre e hija y la forma en la que ambos se sujetaban al otro, y sin decir nada se retiró.

Una vez en la cocina empezó a buscar los utensilios que iba a necesitar y a acomodar todo.

Tras varios minutos, Kurt apareció y tomó un vaso.

—¿Cómo está Steph?

—Algo inquieta.

—Puedo entender eso, aunque me sorprende su comportamiento.

—Lo lamento. Ya hablé con ella al respecto, pero le diré que debe disculparse.

—¡Oh no! No es a lo que me refería. Es normal que esté emocionada y algo sentimental por tu regreso, pero, ¿no crees que está muy apegada a ti?

—¿Muy apegada?

—Como dije, su comportamiento no es normal para ella.

—Siempre hemos sido Steph y yo, y si bien es cierto que trabajaba mucho, esta es la primera vez que me ausento por completo.

—Claro, comprendo, pero aún así.

—Me fui por casi un mes, y jamás habíamos estado separados tanto tiempo.

La ausencia de Blaine ya le había afectado, y la mía causó más estragos, y no puedo volver a hacerle algo así.

No sé si sea correcto o no, pero siempre he actuado por instinto con ella, y si se aferra a mí en estos momentos, no voy a impedírselo. Estaré a su lado tanto como me necesite.

—No era mi intención que…

—Lo único que quiero es que crezca feliz, y no estoy haciendo un buen trabajo.

—No digas eso. Eres un papá excelente y haces lo mejor para ella en todo momento.

—¿Y por qué no puedo dejar de sentir que le sigo fallando?

—Dulzura, no —se acercó y le acarició el brazo—. Steph es muy afortunada de tenerte, te lo puedo asegurar.

—Gracias —respiró profusamente.

—Sólo te digo lo que he observado, y salvo por estas últimas circunstancias, tu hija es una niña feliz, además de inteligente, educada, risueña, cariñosa y muchas cosas más, y todas se deben a ti, a la forma en que la has criado y a los cuidados y el que siempre le has dado, así que no hay razón alguna para que dudes sobre tu calidad como padre.

Kurt se cubrió la boca con una mano y sus ojos se nublaron por completo mientras negaba con la cabeza.

»No te pongas así, cariño —lo abrazó y él a ella.

—L-lo si-ento —hipó con dificultad.

—Está bien, tranquilo. Te prometo que está bien.

—¿Qué sucede? —preguntó Ezequiel entrando a la cocina.

—Kurt piensa que le ha fallado a Steph y no la hace feliz.

—¿Qué? ¡Claro que no! ¡Esa es una locura! —caminó hasta estar cerca— Hijo, eres el mejor papá que esa niña pudo tener. La forma en la que la amas y te has sacrificado de muchas maneras para garantizar su bienestar es admirable. No hay nada que tengas que reprocharte —se unió al abrazo.

—Gracias… —sollozó el joven de ojos azules— Viniendo de ustedes significa demasiado para mí.

—Te decimos la verdad, Kurt. Michelle y yo hemos tenido múltiples conversaciones acerca del maravilloso trabajo que has hecho con Steph.

—Así es, dulzura —continuó la mujer—. No tienes por qué llorar ni sentirte mal.

—¿Qué le pasa a mi papito?

Ezequiel se separó del grupo y volteó para ver a la pequeña, quien lucía preocupada.

—Está cansado y le duele mucho la cabeza.

—Pero, ¿por qué está llorando?

—Porque también le duele la espalda ya que vino conduciendo durante muchas horas.

—¿Papi? —se acercó un poco.

—Enseguida voy, amor —respondió Kurt limpiándose el rostro.

—¿Quieres que te busque una pastilla?

—Ya le di una —dijo Michelle.

—¿Te sobo una crema? Cuando algo me duele, tú me sobas una crema hasta que se me pasa.

—¿Todavía tienes dudas? —le preguntó Ezequiel a Kurt en voz baja.

—Gracias, princesita —dijo tratando de sonar sereno—. Descansando se me pasa.

—Entonces ven a descansar.

—De hecho, es lo que voy a hacer —dicho esto giró la cabeza hacia la mujer—. Te agradezco mucho Michelle, pero necesito acostarme un rato y…

—No te preocupes, Kurt. Ve a dormir, que buena falta te hace, y cuando despiertes tendrás un plato con comida caliente.

—Vamos Stephie —dijo el hombre mayor—, te llevo a la habitación mientras tu papá…

—Quiero ir con él.

—Aún tengo que ir al baño —dijo el castaño—. No me demoro.

—Pero…

—Stephie, cariño —intervino una vez más el dueño de casa al darse cuenta de que Kurt luchaba por contener sus emociones—, no querrás que tu papá moje los pantalones, ¿verdad?

La niña abrió los ojos con asombro. Una idea como esa jamás había pasado por su mente.

—N-no —respondió todavía perpleja.

—Bueno, entonces deja que vaya al baño. Luego te irá a ver.

—Está bien… —suspiró— Pero no te demores, papito.

—No lo haré.

La niña salió de la cocina y Kurt se sentó en una de las sillas del desayunador, dejando salir un pequeño sollozo.

—Tienes que tranquilizarte antes de ir con ella —dijo Michelle.

—Gracias. Ambos son muy buenos… Cada día comprendo más por qué Blaine los ama tanto.

Una hora más tarde, Kurt se encontraba profundamente dormido abrazado a su hija.

El matrimonio Anderson-Conelly los observaba desde el marco de la puerta.

—Está demasiado agotado —susurró Ezequiel—, y no sólo físicamente.

—No sé cuánto más podrá soportar. Kurt es fuerte, pero me temo que esté llegando al borde de un colapso.