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CAPÍTULO 10:

"A un paso de caer en el abismo"


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—¡No tenemos nada de qué hablar! —respondió Kurt con voz firme y el ceño fruncido.

—Todo lo contrario. Hay mucho que debo dejarte en claro.

—Ha sido un día de mierda y no estoy dispuesto a soportar tus estupideces.

—¡Vaya carácter! Me he acercado educadamente a hablar, así que no veo el motivo de tu agresión.

—¡Sólo vete y déjame tranquilo!

—No me detendré hasta que mi esposo y yo tengamos la vida que merecemos.

—¡Blaine es mi esposo, no tuyo!

—Te dije que nunca firmé los papeles.

—Eso no es cierto. Sus abogados se encargaron de todos los trámites y ustedes están divorciados. Blaine tiene los documentos que lo prueban.

—Deben ser falsos. ¿Con todo el dinero que tiene crees que no puede conseguir lo que desee? Seguramente hizo que los prepararan para tenerte tranquilo.

—¡Puedes decir lo que quieras, no me importa! ¡Le creo a mi esposo!

—Sé que es difícil aceptarlo porque él es uno en un millón, pero lo de ustedes no va a durar. Lo que sea que haya sentido por ti y hayan compartido no se compara a lo que él y yo tuvimos. Blaine me amaba como a nadie más en todo el mundo y…

—Tú lo has dicho, Connor, te amaba. Tiempo pasado —exclamó mirándolo fijamente—. Las parejas que haya tenido antes de conocernos me resultan indiferentes. Soy su presente y su futuro, y eso es lo único que importa.

—¿Estás seguro de lo que dices? Porque no lo he visto a tu lado desde que regresé.

Cuando él y yo estábamos juntos nunca se fue por más de una semana, y eso cuando debía atender asuntos de negocios a los que no podía acompañarlo. En cambio, a ti te dejó tan fácilmente, y por lo que sé, ni siquiera ha pensado en volver.

Aquello se sintió como un golpe en la zona baja del abdomen, haciendo a Kurt apretar con fuerza los puños. Connor se dio cuenta al instante, y prosiguió.

››¿Es que no entiendes las señales? Con su distancia Blaine te está diciendo que ya no quiere nada contigo.

—No es verdad. Él y yo hemos tenido una vida feliz y llena de amor. Tal vez con uno que otro tropiezo, pero eso sólo nos ha fortalecido como pareja, y si aquello no llegara a ser suficiente para que quiera estar conmigo, ¿qué te hace pensar que volverá a tu lado después de todo el daño que le causaste?

Esta vez fue Connor quien se sintió afectado, pero se recuperó a gran velocidad.

—Quizá en otras circunstancias sería un argumento válido, sin embargo, en mi caso no aplica.

—¿No aplica? —jadeó con burla— ¿Con qué derecho crees que puedes lastimar a alguien que te amaba y te necesitaba y luego regresar a su vida como si nada hubiera pasado?

—Sí, lo lastimé mucho, estoy consciente de ello, pero en aquel entonces no tuve otra opción, y no sabes cuánto lo he lamentado, mas he regresado para reparar los daños y arreglar lo que hice.

—Hay cosas que no pueden repararse y heridas que nunca cierran por completo, y sin importar cuánto te esfuerces, no vas a cambiar lo que pasó.

—Sé que será difícil y que Blaine ni siquiera querrá escucharme, pero estoy preparado para ello, y en cuanto sepa la verdad, todo cambiará. Puedo asegurarte que no dudará ni un segundo en volver conmigo.

—¡Eso no pasará! —dijo con evidente enojo.

—Créeme, lo hará. Se dará cuenta de que podemos ser la familia feliz que un día planeamos y que su padre nos arrebató.

Kurt tragó con dificultad al escuchar esas palabras. Al parecer James Anderson también le había hecho la vida imposible a Connor.

»Veo el miedo en tus ojos —cambió el tono de su voz—. Entiendo bien lo que se siente. Viví aterrado de James durante mucho tiempo luego de que vi de lo que era capaz.

Ese hombre es un monstruo, y de la peor clase, sin embargo, no hay monstruo que no pueda ser destruido si se descubren sus debilidades, y yo lo hice.

Una de las razones por las que regresé es para hacerle pagar todo el daño y todo el sufrimiento que nos causó. Me tomó más tiempo del que hubiera querido, pero ahora tengo las herramientas necesarias para aniquilarlo, y seré implacable.

Pero volviendo al tema que nos atañe, es mejor que te retires del juego porque no vas a poder contra mí.

—No te tengo miedo, así que ahórrate tus discursos.

—No soy un monstruo como James para que me temas, no obstante soy un terrible adversario y puedo destruirte fácilmente si me lo propongo.

—¿Crees que no me han destruido ya? ¿Que no he tenido que enfrentarme a personas y situaciones que me rompieron por completo? Pero recogí mis pedazos y seguí adelante, y aquí me tienes.

—Me alegro por ti ya que de esa forma no te resultará tan difícil continuar con tu vida después de que recupere a Blaine.

No quisiera hacerte daño, Kurt, aun cuando puedo. Como te dije cuando nos conocimos, no tengo nada en tu contra, esto no es personal, simplemente he regresado a buscar lo que me pertenece, y estás en el medio.

—¡Él no te pertenece, y no tienes cabida en su vida!

—Ni tú ni tu hija tienen la culpa de lo que ocurrió, así que mejor vete lejos con ella y no insistas en estar en un lugar que no te corresponde. Y toma esta advertencia como mi ofrenda de paz.

La expresión en el rostro de Kurt cambió, evidenciando su preocupación.

—¿Cómo sabes de mi hija?

—Tengo mis métodos —sonrió triunfante.

—¡No te atrevas a meterte con ella porque soy capaz de todo por protegerla! —golpeó la mesa con el puño.

—Nunca lastimaría a tu hija ni a ningún niño, como dije antes, no soy James. Si de alguien debes protegerla es de él.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso tuvo que ver con lo que le sucedió al hijo de Blaine?

—Ya he dicho demasiado —se puso de pie estoicamente—. Saluda a Steph de mi parte, es una niña muy dulce, pero deberías enseñarle a no confiar en los extraños.

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Kurt iba camino a la escuela donde estudiaba su hija, pero se detuvo unas cuadras antes de llegar y sujetó el volante con fuerza. Tenía que hablar con ella, mas necesitaba calmarse primero porque estaba demasiado enojado y asustado y sabía que en el momento en que la viera la regañaría como nunca lo había hecho en su vida.

¿En qué momento Connor se había acercado a Steph? ¿Por qué ella había estado hablando con él si era un extraño? ¿Por qué no le había contado que lo había conocido?

Luego de estacionarse tomó su teléfono y marcó el número de Michelle.

Hola, cariño —saludó la mujer dulcemente—. ¿Está todo bien?

Hola Michelle… Tuve que salir antes de la empresa.

—¡Oh! ¿Entonces vienes en camino?

—¿En camino?

—A recoger a Steph. ¿O tienes otros asuntos que atender? Si es así, no hay problema, sólo dime a qué hora te desocupas y la llevaremos a tu casa.

—No entiendo. ¿Está Steph con ustedes?

—Así es.

—¿Por qué?

—Supongo que entonces no leíste los mensajes.

—¿Qué mensajes?

—Te estuvieron llamando de la escuela porque enviaron a los niños temprano, pero como no respondías nos contactaron y…

Kurt parpadeó lentamente varias veces y empezó a revisar el celular. Efectivamente tenía llamadas perdidas y un montón de mensajes sin leer.

—Tenía muchas juntas y clientes que atender por lo que silencié este aparato al llegar a la empresa, y con todo lo que ha pasado olvidé activarle el sonido después.

—¿Qué ocurrió?

—Ahora no puedo hablar de ello.

—Ven a la casa.

—No. Ahora no. Necesito pensar, necesito aclarar mi mente, por eso llamaba para pedirte que por favor recogieras a Steph a la salida.

—Bueno, ella está aquí así que no tienes nada de qué preocuparte.

—Gracias —exhaló por la nariz.

—¿Hay algo más que pueda hacer por ti?

Durante el tiempo que Steph se quedó con ustedes, ¿tuvo contacto con alguien que no fuera de la familia? ¿Habló con algún desconocido?

—Claro que no. Sólo estuvo con nosotros. ¿Por qué?

—Connor sabe de ella. De algún modo la conoció.

—¿Cuál Connor?

—El ex esposo de Blaine.

—¿Qué? ¡Eso no es posible!

—Él mismo me lo dijo.

—¿Cuándo? ¿Dónde?

—Hoy se apareció en el restaurante en el que me encontraba.

—¡No puede ser! ¡No hemos sabido de él desde lo que ocurrió!

—Pues está aquí, y quiere a Blaine de regreso.

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Kurt nunca amó más la frase "viernes por la noche" que en ese momento. Había tenido una semana demasiado pesada y su único consuelo era que al día siguiente no tendría que ir a la empresa, la universidad ni tratar con nadie.

Con un paquete de papas y otro de galletas se acomodó en su cama, los abrió y empezó a comer alternándolos.

Su teléfono vibró y lo tomó para revisar la notificación por fuera. Era el mensaje de una amiga que lo invitaba a una fiesta, así que lo ignoró. No tardó en entrar otra notificación, esta vez de un compañero llamado Apolo. En cuanto leyó que se iban a reunir todos los que reprobaron el examen, lanzó el dispositivo a un costado. Lo que menos quería era complicarse. A la mierda la materia y la señora Holliday.

Los mensajes y llamadas no paraban de llegar y él se estaba exasperado. Lo único que deseaba era un momento de paz mientras comía. ¿Es que nadie puede estar en su casa tranquilo un viernes por la noche?

Iba a apagar el celular cuando entró otra llamada que no dudó en contestar.

—¡Ginger!

—¡Jefecito! ¿Cómo estás?

—Extenuado.

—Disculpa que te llame a esta hora.

—No te preocupes, son las diez apenas.

—¿Necesitas hablar?

—Ah… ¿qué?

—He tenido esta sensación contigo todo el día y cuando me quedé dormida soñé que estabas mal. Te vi llorando angustiado con un frasco de pastillas en la mano y desperté sobresaltada.

Traté de convencerme de que sólo había sido un mal sueño, sin embargo, esta sensación no se me quita y estoy muy preocupada por ti, así que te llamé.

—¡Oh! ¡Guau! Gracias. No me he sentido bien, pero tomar pastillas…

—Pueden ser un simbolismo. Los sueños pueden interpretarse de distintas formas y no todo es literal.

Hubo un largo silencio.

—¿Sabes qué? Sí necesito hablar.

—¿Cambiamos a videollamada?

—No. Estoy en mi cama totalmente desprolijo.

—¡Por favor! Parte de ser amigos es poder estar en fachas cómodamente.

También estoy en mi cama y llevo puesta una camiseta con ositos y corazones, la cual está tan vieja que a uno de los osos se le borró la mitad de la cara, a otro le falta casi la mitad del cuerpo y hay uno del que sólo le queda un dedo.

Kurt soltó una carcajada. Hacía mucho que no se reía de algo, y se sentía bien.

Además, ya sabes como es mi cabello, así que lo llevo recogido con una banda sobre la cabeza para evitar que se me enrede. Literalmente parezco una palmera. No puedes lucir peor que yo.

Una vez más el castaño rio y cambió el modo de llamada.

—Está bien, me convenciste.

Cuando la chica apareció en la pantalla, se quedó impactado y produjo un ruido extraño.

—¿Tan mal luzco? ¿O es que viste un fantasma?

—No, no es eso… Ya sé que sonará a locura, pero tus ojos se parecen tanto a los de Vane y sentí escalofríos al verlos de cerca… Ni siquiera puedo explicarlo.

—¿Prefieres que apague la cámara?

—No, no lo hagas.

—Está bien jefecito, y con todo el respeto que Vane se merece, no soy como ella porque yo…

Kurt sonrió mientras la escuchaba. Ginger podía hablar y hablar sin hacer ninguna pausa. Era como si no necesitara oxígeno, pero a él no le molestaba en lo absoluto. La chica estaba llena de alegría y luz que siempre le transmitía.

Horas más tarde se daba vueltas en la cama hasta que comprobó la hora. Dormir poco y despertar constantemente a lo largo de la noche se había vuelto parte de su rutina.

Observó el reloj casi hipnotizado y sin ningún pensamiento durante un minuto, dos minutos, tres, y luego se estiró para tomar el portarretrato que se encontraba a un costado.

Con sus dedos trazó la foto donde estaba con Steph y Blaine el día de su boda.

"Tal vez no estamos destinados y sólo fue una coincidencia que ese día nos conociéramos." Le había dicho a su amiga en medio de la plática, y ahora la idea retumbaba con fuerza.

Sus dedos continuaron trazando la imagen y el recuerdo de aquel día se hizo presente.

—No nos pagaron —dijo Kurt abatido a su amigo.

—Deberías buscar otro lugar —respondió Artie—. Te sacas el aire trabajando en esa construcción y no lo vale. Sé que la paga era buena antes, pero las cosas cambiaron.

—Estoy intentando conseguir algo, pero apenas tengo tiempo —empezó a sacar su material para limpiar zapatos.

—Amm… Necesito que me hagas un favor.

—Sí, claro.

—Voy a entregar estos pedidos y no puedo dejar el local solo.

—Artie, esta es la mejor hora para conseguir clientes.

—Lo sé, y no te lo pediría si no fuera necesario. Mi hermana se encarga de las entregas, pero como habrás notado, no vino a trabajar.

—¿Y si yo llevo los paquetes?

—El señor Ramos es muy complicado y te haría todo un interrogatorio antes de aceptar la mercadería.

No quiero cerrar el local… Kurt…

—Está bien. Me quedo aquí atendiendo.

—¡Gracias! ¡Gracias! Regresaré lo más rápido posible. Prometo compensártelo.

Durante la ausencia de su amigo, que fue de noventa minutos, Kurt atendió a varias personas. No era la primera vez que lo hacía así que conocía el manejo de todo.

En cuanto Artie regresó, disculpándose por la demora, tomó sus cosas y salió corriendo.

El tiempo pasaba y no había conseguido ni un solo cliente. Sabía que era complicado porque a esa hora la mayoría de las personas que salían a almorzar ya habían regresado a sus trabajos.

Sabía que salir tan tarde no sería productivo, pero no podía negarse a ayudar a su amigo. Este había sido muy bueno con él desde que se conocieron y siempre lo apoyaba y ayudaba, aunque no se lo pidiera, y para él la gratitud era muy importante.

Con un suspiro decidió avanzar unas cuantas cuadras, hacia el área más elegante. Tal vez ahí encontraría a algún empresario que necesitara de sus servicios, después de todo para ellos la apariencia lo es todo.

Sin embargo, se había equivocado. No sólo no había conseguido ningún cliente, sino que había sido sacado bruscamente o con insultos de los lugares a los que intentó ingresar.

Con gran angustia empezó a recoger sus cosas. No sabía qué iba a hacer. En su casa no tenía nada para comer y no había conseguido ni cinco centavos.

Mercedes les daba de cenar a Steph y a él, pero, ¿cómo le prepararía el desayuno a su pequeña y qué le mandaría para el lunch?

Estaba a punto de retirarse cuando un hombre elegante se acercó para que le limpiara los zapatos. No terminaba de dar las gracias por ello cuando se dio cuenta de la clase de persona con la que estaba tratando. Aquel sujeto lo trató con desprecio de manera inminente, y aunque quería responderle, se contuvo y aguantó cada palabra sólo por su hija.

Este hombre arrogante resultó estar acompañado por su sobrino, alguien muy diferente a él que lo defendió sin siquiera conocerlo, y cuando lo miró, el mundo se detuvo.

Kurt se estremeció al pensar en ello. ¿Acaso el destino había confabulado para que él y Blaine se conocieran? Porque cada cosa que ocurrió esa tarde había creado el preámbulo perfecto para su encuentro, y era en ese momento que lo estaba analizando y entendiendo.

Con ese nuevo descubrimiento miró el portarretrato y suspiró antes de colocarlo en su sitio y volver a repasar los hechos hasta que se quedó dormido.

Una hora después volvió a despertar al escuchar pasos en la habitación y movió el cobertor para que Steph se acomodara. Que llegara en las madrugadas se estaba convirtiendo en rutina.

Cuando su hija empezó a aparecer diciendo que no podía dormir o que había tenido un mal sueño, la acompañaba a su habitación y se quedaba con ella el tiempo que fuera necesario, pero ahora cuando la sentía rondando sólo se movía para darle espacio.

Los minutos pasaron y Steph no se había acostado así que abrió los ojos y miró hacia los lados, pero no había nadie. Tal vez lo había soñado.

No pasó mucho cuando sintió el movimiento de la cama por detrás, lo cual le pareció extraño, pero permaneció con los ojos cerrados hasta que un brazo se posó sobre él sujetándolo por la cintura, entonces jadeó y giró un poco la cabeza y encontró a Blaine a su lado.

Con un suspiro cansado acomodó la cabeza y decidió tratar de ignorar lo que creía estar viendo. Últimamente estaba teniendo sueños muy vívidos con su esposo, y no sólo mientras dormía, mas no se lo había contado a nadie por lo raro que podía sonar. Tal vez estaba perdiendo la razón, y aquello lo asustaba, aunque prefería atribuírselo a la abrumadora cantidad de emociones y sentimientos que llevaba reprimidos y por los cuales lo culpaba.

Lo amaba, lo extrañaba, pero estaba enojado con él por haberlo dejado solo y teniendo que enfrentarse a tantas cosas.

Sabía que este se había alejado porque estaba pasando por un proceso complicado, pero era demasiado tiempo de abandono, y pensar de esa manera lo hacía sentirse culpable y a la vez esto le creaba conflictos.

Blaine le había prometido estar siempre a su lado y no permitir que nada ni nadie volviera a hacerle daño, sin embargo, no había cumplido, y estaba dolido con él por eso.

No es que necesitara que alguien lo cuidara o velara por su bienestar ya que había aprendido a valerse por sí mismo y enfrentar solo la vida, pero quería que de vez en cuando alguien lo tomara de la mano y le dijera que todo iba a estar bien, y se suponía que ese debía ser el hombre con el que se había casado.

Sentir la respiración cálida en su espalda lo hizo querer voltear para comprobar si era o no real, sin embargo, no se movió porque si se tratara de otro sueño se pondría a llorar por la decepción. Pero si Blaine estuviera ahí, le gritaría hasta desahogarse y luego lo abrazaría con cada ápice de fuerza que le quedaba.

Al final optó por quedarse con la sensación de ese cuerpo pegado al suyo y ese brazo sosteniéndolo, y con una lágrima rodando por un costado se quedó dormido.

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—Papito, despierta… Papito…

—¿Qué pasó? —abrió los ojos sintiéndose confundido y su primera reacción fue voltear hacia atrás, pero no había nadie en la cama ni el rastro de que alguien hubiera estado ahí.

—Papi…

—Steph… —se frotó los ojos— ¿Qué ocurre, amor?

—Buenos días. Te traje el desayuno.

—¿Qué?

—El desayuno. Son las once.

—¿Las once? —se sentó abruptamente. Nunca dormía hasta tan tarde—. ¡Tengo que prepararte algo!

—Ya comí.

—¿Cómo? ¿Qué comiste?

—Cereal.

—Ay, mi niña, siento haberme quedado dormido.

—Estás cansado, papito. Pero no te preocupes, no pasa nada, y te traje el desayuno.

—¿Qué?

—Tú siempre te preocupas por mí, y yo quiero cuidarte.

—Steph… —suspiró— ven aquí —cuando la niña se acercó, la abrazó—. Te amo mucho, mucho, mucho.

—Yo también te amo.

Kurt le besó el costado de la cabeza repetidas veces. —Eres mi mundo entero.

La niña sonrió y le besó la mejilla.

—Mi abuelita llamó, dijo que iba a venir.

—¿A qué hora fue eso?

El timbre sonó y Steph saltó emocionada.

—¡Es mi abuelita!

—Dile que enseguida abro.

La niña salió presurosa de la habitación y él corrió al baño.

Minutos después Michelle ingresó a la casa y los saludó con cálidos abrazos.

—Si te parece bien voy a llevarme a Steph para que pase el día con nosotros —dijo la mujer luego de pedirle a la pequeña un poco de agua.

—¿Ah?

—Es obvio que estás muy cansado y necesitas un respiro, y para nosotros es un placer tener a Steph en la casa.

—Te lo agradezco, pero después de lo de Connor…

—Lamento tanto que eso haya sucedido, todavía no logro explicármelo, mas te aseguro que no le quitaremos los ojos de encima. No quiero que sientas que no puedes confiar en nosotros ni que Steph crea que ya no puede visitarnos.

—Confío en ustedes, pero no puedo evitar preocuparme de que él pueda rondar la casa nuevamente.

—No lo creo. No después de habértelo dicho. De todas formas, Eze ha instalado cámaras de seguridad, aunque no permitiremos que salga sola al jardín. Claro, si me dejas llevarla.

—Toma abuelita.

—Gracias, amor.

—Está bien —dijo Kurt con cierto recelo.

—¿Qué cosa está bien, papi?

—Vas a pasar el día con nosotros —le dijo Michelle a la niña, quien empezó a dar saltos de alegría.

El de ojos claros sonrió ante la escena, pero su atención se desvió cuando detectó una sombra a lo lejos. Al ver cruzar a Blaine jadeó en sorpresa.

—¿Qué ocurre, cariño?

—Creo que vi algo.

—No he visto nada. Realmente necesitas descansar.

—Ah… —respondió preocupado.

—Vamos mi niña a guardar tus cosas.

—Sí, abuelita.

Una vez que se quedó solo empezó a recorrer la casa en busca de su cónyuge, pero el lugar era demasiado grande y se sentía tan agotado que desistió y se fue a la cama, después de todo no podía tratarse más que de una alucinación.

Sin saber en qué momento el sueño lo había vendido ni qué hora, Kurt se removió un poco para acomodarse mejor y respiró profundamente con la intención de seguir durmiendo, pero al percibir aquel olor familiar abrió los ojos asustado.

Eso ya era demasiado. Sin duda buscaría la ayuda de un profesional el lunes a primera hora.

Lentamente giró hacia un costado y vio a su esposo acostado a su lado y fue cuando se percató de que lo tenía abrazado tal como en la madrugada.

Llevó su mano temblorosa hacia el brazo que reposaba sobre su cuerpo y lo tocó con la punta de los dedos esperando que desapareciera. Al no suceder observó el rostro apacible de su pareja y estiró la mano para trazar suaves patrones a lo largo de sus facciones.

Eran evidentes las ojeras y las pequeñas arrugas alrededor y en las esquinas de los ojos, las cuales eran el resultado de noches implacables, angustia y muchas lágrimas. Lo sabía bien porque él tenía marcas similares.

El antiguo Kurt habría corrido a una clínica estética al ver la más mínima seña en su rostro… No, el antiguo Kurt ni siquiera hubiera permitido que su piel tuviera una marca a su edad, por pequeña que esta fuera, pero a él le daba igual, tenía cosas más importantes por las cuales preocuparse.

Una de ellas era saber si se estaba volviendo loco, porque eso ya no era un sueño o producto de su imaginación. Al menos se sentía muy real.

El picor en su garganta no lo dejaba hablar hasta que finalmente fue capaz de pronunciar un "Blaine" con voz trémula, el cual fue repitiendo con dificultad mientras acariciaba con el pulgar los gruesos labios. No, no podía ser una alucinación, estaba sintiéndolo, percibiendo su olor y…

Los ojos dorados, claramente abatidos, se abrieron lentamente y lo miraron con atención.

—¿B-Blaine?

—Hola.