.
CAPÍTULO 11:
"Enfrentando los miedos"
.
—¿Hola? ¿Es todo lo que tienes que decir? —preguntó Kurt frunciendo el ceño.
—Ah…
—¡No sabía si volvería a verte! ¡No sabía qué iba a pasar con nosotros! ¡Todavía no lo sé! —se levantó y empezó a caminar en círculos— ¡Y de pronto apareces de la nada y me saludas como si acabaras de regresar de haber salido a comprar algo!
—Kurt… —se levantó también.
—¡Prometiste que siempre estarías a mi lado!
—Aquí estoy. Sé que me ha tomado un poco de tiempo, pero…
—¿Un poco? —expresó enojado— ¡Ya perdí la cuenta del tiempo que estuviste ausente!
—No ha sido fácil…
—¡Pues tampoco ha sido fácil para mí! ¡Te fuiste y me dejaste a cargo de todo como si fuera mi jodida responsabilidad hacerlo!
—Lo sé y me disculpé por hacerte pasar por esto —caminó lentamente en su dirección—. Sé que una disculpa no compensa mi ausencia ni lo que has tenido que atravesar durante este tiempo, pero…
—¡Exacto! ¡No puedes compensar lo que he tenido que soportar, ni la angustia, ni la aflicción, ni la incertidumbre o el ver a mi hija ponerse triste cada vez que preguntaba por ti y tenía que inventar algo nuevo que no la decepcionara!
—No sabía qué esperar exactamente al regresar, pero después de todo lo que hablamos y pasó la última vez que nos vimos, no imaginé que reaccionarías de esta forma —se acercó más.
—¿Y qué querías? ¿Que saltara de emoción? ¿Que te abrazara? ¿Que hiciéramos el amor? ¿Que dijera que podíamos continuar como si nada hubiera pasado?
—Entiendo que…
—¡No! ¡No puedes entender un carajo! —elevó la voz— ¡Y no te me acerques más o juro que voy a golpearte!
—Kurt, amor… —dio dos pasos y quedó frente a su esposo.
—¡Aléjate de mí! —lo empujó con fuerza— ¡Ahora soy yo quien no quiere verte!
—Nunca he dicho que no quisiera verte.
—¡Sólo vete de aquí! —gritó.
—Kurt…
—¡Prometiste que no me dejarías solo! ¡Prometiste que nunca nadie iba a volver a hacerme daño!
—¿Qué pasó? —lo miró preocupado— ¿Qué te hicieron?
—No te necesito —dijo calmándose un poco al darse cuenta que podía despertar a su hija—. Puedo solo con mi vida y con toda la mierda que me cae encima. Siempre lo he hecho.
—Si me dijeras lo que pasó entonces…
—¿Para qué? ¿Para que te asustes y salgas huyendo otra vez?
—¿Huir? No hice eso. Sabes bien las razones por las que me fui.
—Sí, sí… —limpió la lágrima que rodó por su mejilla mientras negaba con la cabeza— Sólo sal de aquí. Steph viene a dormir conmigo en las madrugadas y no quiero que te vea.
Y no te preocupes por tus propiedades porque voy a devolverte todo, incluyendo esta casa. El cuento de hadas terminó y esta vez no tiene un final feliz.
—¿De qué estás hablando?
—Me quiero divorciar y regresar a mi vida de antes, que, aunque estaba llena de limitaciones no me hacía padecer tantas cosas como las que tengo que soportar ahora.
—Kurt…
Un ruido los hizo voltear a los dos hacia la puerta.
—Es Steph.
—Fue el viento.
—¡Vete! ¡Enciérrate en cualquier otra habitación o haz lo que quieras, pero que ella no te vea!
Blaine tragó con fuerza debido al nudo en su garganta y salió de manera sigilosa.
Kurt se limpió el rostro y volvió a la cama intentando contenerse.
Minutos después la puerta se abrió y el susurro de un "papito" se hizo presente. El de ojos azules levantó el cobertor y abrió los brazos para recibir a su pequeña, agradeciendo que no hubiera escuchado nada.
El tiempo transcurría lentamente y él no lograba conciliar el sueño, aunque sabía de antemano que era una batalla perdida.
¿Blaine de verdad había regresado?
Todo había sido demasiado real para que se tratara de otro de sus sueños, por muy vívido que fuera. Lo extraño era que, en ninguno de sus sueños o las veces que se imaginó ese momento, había reaccionado de esa forma. En cada uno siempre estaba feliz o derramando lágrimas de emoción y alivio.
Cerró los ojos y trató de alejar cada pensamiento que lo golpeaba con fuerza, centrándose en la pequeña a su lado, pero fue inútil ya que ahora estaba preocupado pensando en qué le diría la próxima vez que le volviera a preguntar por Blaine. Cuando abrió los ojos y miró el reloj, había transcurrido casi una hora.
Con un suspiro y mucho cuidado se movió hasta poder levantarse, besó a su hija en la frente luego de asegurarse de que seguía dormida y colocó una almohada junto a ella para que no notara el espacio vacío.
Cautelosamente salió del lugar y fue recorriendo cada habitación sólo para comprobar si el empresario estaba en alguna de ellas. Al terminar bajó sintiéndose extraño. No sabía si estaba aliviado o preocupado al no haberlo encontrado.
Sus siguientes pasos lo llevaron directamente al bar en donde se sirvió un whisky y tras un pequeño sorbo continuó caminando.
Había recorrido la casa casi en su totalidad cuando vio que la luz del patio estaba encendida, aunque no se sorprendió ya que no era la primera vez que olvidaba apagarla.
Al acercarse al ventanal junto al cual se encontraba el interruptor notó una sombra en el exterior que lo paralizó durante unos segundos.
Después de una respiración profunda y pesada bebió lo último que quedaba en su vaso y salió al patio, acercándose lentamente al sujeto sentado en el otoman más grande. Lo miró y con un suspiro se acomodó en el espacio restante, guardando silencio por más de un minuto.
—¿De verdad te quieres divorciar? —preguntó Blaine aún con el cuerpo encorvado y la mirada fija en el suelo.
El silencio nuevamente se adueñó del momento hasta que fue interrumpido por una exhalación.
—No —acompañó su respuesta con un ligero movimiento de cabeza y otra pausa—. Ni siquiera sé por qué lo dije… Y lamento lo que pasó, yo…
—No lo hagas. Tienes derecho a estar enojado.
—Ya habíamos hablado de las cosas que te reclamé.
—Obviamente no habías expresado todo lo que llevas guardado.
—Lo hice, pero… ha pasado mucho en estas semanas.
—¿Cómo qué?
—Prefiero no hablar de eso ahora.
—Está bien, entiendo.
—¿Por qué regresaste?
—Por ti y por Steph.
—¿Por qué?
—Porque los amo y los quiero conmigo.
—¿Estás seguro?
—Por supuesto.
—¿Aclaraste tus dudas? ¿No somos un reemplazo?
—Nunca lo han sido. Ustedes tienen su propio lugar en mi corazón, Kurt —lo miró preocupado— ¿Acaso alguna vez te hice sentir como un reemplazo?
—Siempre me has hecho sentir especial e importante en tu vida, igual que a Steph.
—¿Entonces? Porque me hiciste la misma pregunta en la hacienda.
—Son estas ideas tontas que me han metido en la cabeza y que he dejado que se apoderen de mí en lugar de desterrarlas, no obstante, sí tengo dudas y miedos, y lo sabes. Algunos son tal vez infundados y otros son producto de mis propias inseguridades, las cuales creí superadas, pero al parecer permanecieron escondidas esperando el momento adecuado para atacar.
—Lamento haber sido yo quien lo provocara. Mi intención al alejarme fue la de no causarte daño ni sufrimientos, pero logré lo opuesto.
—Entiendo tus motivos e intenciones. Recuerdo muy bien todo lo que me dijiste ese día, y no sé si pudiera manejarlo si estuviera en tu lugar, por eso me siento egoísta al quererte a mi lado cuando quizá todavía necesitas tiempo.
—No lo eres, Kurt, sólo quieres y esperas lo que cualquier persona de su pareja. Has sido muy paciente conmigo, y estoy más que agradecido.
—Te grité y te empujé con fuerza… No sé qué se apoderó de mí para hacer eso, pero de verdad lo siento, no fue correcto.
—Ya te dije que tienes derecho a estar enojado. No esperaba esa reacción, pero no puedo culparte.
—Siento tantas cosas en este momento que ni siquiera sé cómo explicarlas.
—Sé bien a lo que te refieres.
—Quizá sí estoy algo molesto contigo, pero es más con las circunstancias y las personas que las provocan… —exhaló pesadamente— Soy un lío completo.
—Es normal que te sientas así.
—Siendo honesto, deseaba tanto que volvieras, pero tengo miedo de lo que va a pasar ahora.
—¿Por qué?
—¿Y si te vuelves a ir?
—No lo haré.
—Te amo, pero por mucho que me duela, no podría enfrentarme a eso de nuevo, y no quiero que Steph sufra más.
—Aunque digas que no puedo compensar lo que les he hecho pasar, buscaré la manera de hacerlo —lo tomó de la mano—. Y no volveré a irme, lo prometo.
—No tienes que hacer nada, y no hagas caso a lo que dije porque fue…
—Lo que estabas sintiendo en ese momento.
—No quiero que te sientas obligado o…
—He hecho muchas cosas por obligación a lo largo de mi vida, pero ninguna relacionada a ustedes. Contigo y con Steph todo siempre ha sido real y ha surgido de forma natural desde mi corazón.
Kurt suspiró y se mordió el labio ligeramente.
—¿Estabas listo para regresar?
—Honestamente, no lo sé, sólo sé que cada día los extrañaba más y ansiaba verlos.
El tiempo que estuviste conmigo en la hacienda me ayudó a entender muchas cosas, y por eso volví. Tú y Steph son lo que más amo en el mundo, y no quiero perderlos.
El castaño cerró los dedos alrededor de la mano que sostenía la suya.
—Siempre has sabido comprenderme, has sido paciente conmigo, me has escuchado, jamás me has presionado, has sido bueno y generoso, me has apoyado en todo, y la lista continúa, y lo único que me has pedido ha sido tiempo para sanar tus heridas, así que he intentado darte todo el que necesitas, pero también quiero ser quien esté a tu lado para ayudarte a superar esto. Quiero que encuentres en mí el consuelo y la tranquilidad que encontré en ti.
—¿Y te atreves a pensar que eres egoísta? Eres lo mejor que me ha pasado, Kurt, y en ti encontré eso y mucho más.
El mencionado giró la cabeza hacia un lado por primera vez y observó a su pareja durante varios segundos.
—Estás aquí, sin embargo, aún hay dolor y tristeza en tu alma. Puedo sentirlo.
—El dolor de perder a un hijo nunca desaparece, ahora lo entiendo. Sólo se puede tratar de seguir adelante, pero en el trayecto habrá momentos o situaciones que harán más fuerte ese vacío y esa ausencia, tornándolo difícil.
—Y en esos momentos es cuando más quiero estar contigo.
El empresario esbozó un intento de sonrisa.
—Gracias.
—No, Blaine, no me agradezcas. Eres mi esposo y…
—Gracias por tu paciencia, por tu apoyo, por tu amor, por tu comprensión, por cuidar de mí y por seguir aquí. Que estemos casados no significa que debas aceptar todo lo que hago. Si hubieras querido podías haberte ido lejos y dejarme con mi crisis o como quieras llamarlo, pero, aunque haya sido difícil, me esperaste.
—¿Dejarte en medio de algo complicado por lo que estabas atravesando? Nunca te haría tal cosa. ¿Cómo podría?
—Porque te fallé.
—No lo hiciste, no digas eso.
Ambos permanecieron con los ojos fijos en el otro y en silencio por un instante, sujetando sus manos con firmeza y llenando los espacios con sus miradas.
—¿Cómo te sientes?
—No estoy seguro. Sin embargo, algo que comprendí estando solo es que cuando escondemos o reprimimos lo que sentimos, aunque no nos demos cuenta, por dentro eso sigue creciendo y en algún momento va a aparecer un detonante que lo hará estallar de la peor forma posible, ya sea física o mentalmente, y es lo que me ocurrió.
Encapsulé mi dolor creyendo que era lo mejor, pero al presentarse los recuerdos de lo que pasó, este volvió con tal fuerza que me llevó a un lugar oscuro en donde caí en un estado de depresión horrible que me asustó porque ya una vez pasé por algo similar y terminé intentando quitarme la vida.
—¿T-tuviste esa clase de pe-pensamientos?
—Sí.
—N-no puedes… no debes… Dime qué necesitas, ¿cómo te ayudo?
—Tranquilo…
—No puedo estar tranquilo después de saber que… —su garganta se cerró.
—No pensé en hacerlo, pensé en ello, en lo que me llevó a tomar esa decisión en el pasado, en el dolor que provoqué, y no volveré a cometer ese error. Te lo cuento porque quiero ser muy honesto y no guardarme nada ni ocultarte lo que me pasa.
—Es que…
—He tenido mucho tiempo para analizar todo con calma y lograr la claridad que me faltó en aquel entonces.
Quitarme la vida no habría traído a mi hijo de regreso en el pasado, y no lo hará ahora tampoco, pero el dolor me tenía completamente cegado en esa época y no encontraba un motivo para seguir viviendo.
Ahora es diferente, empezando por el hecho de que no quiero hacerlo, de que comprendo que no cambiaría en nada la situación, pero también porque tengo razones para seguir luchando, para estar aquí, y tú y nuestra hija son las más grandes.
Kurt lo abrazó intempestivamente, sosteniéndolo tan fuerte como pudo.
—Tienes que vivir por ti también, no sólo por nosotros.
—No llores, amor —susurró en su oído—. Como te dije cuando me fui, no puedo ni quiero aferrarme a ustedes ni a nadie porque no es sano, sin embargo, sí pueden ser y son una de las principales razones para estar bien.
Me estoy esforzando por mí, por ustedes, por mi familia y las personas a las que les importo, porque todo vuelva a la normalidad, por los sueños y planes que tenemos, por las cosas que deseo hacer.
—Y voy a estar a tu lado en todo momento. Lo vas a superar, lo haremos juntos.
Blaine limpió con su pulgar las gruesas lágrimas que rodaban por el níveo rostro.
—Quisiera poder dejar de sentir esto, pero no sé cómo.
—Y yo quisiera tener la respuesta correcta para ayudarte —suspiró—. Las personas siempre dicen que a los seres que perdemos debemos recordarlos con cariño y por todas las cosas buenas que compartimos, que con el tiempo los recuerdos se volverán gratos y nos harán sonreír en lugar de producirnos dolor. A mí me sirvió cuando perdí a Vane, más sé que en tu caso es complicado por como sucedió todo.
—Lo es… Durante un tiempo intenté enfocarme en la felicidad que sentí cuando Ashton nació y en cada momento a su lado, pero aquellos recuerdos llegaban siempre acompañados con el viaje, regresar y no encontrarlo, la culpa, el abandono, el dolor agudo, la rabia… —exhaló.
—Desearía haber estado contigo en esa época.
Blaine respiró profundamente y lo miró a los ojos.
—Nunca te había contado esto, pero luego de todo lo que pasó en esa época no quería a alguien que me hiciera recordar la amargura del idiota ese, o peor todavía, conocer a una persona con quien las cosas funcionaran y algún día surgiera el tema de los hijos ya que no quería atravesar por eso de nuevo. No sabía qué me preocupaba más, sólo tenía claro que no quería otra pareja ni tampoco quería una familia a la cual tal vez volvería a perder, así que me cerré a toda posibilidad, me obligué a continuar como si nada hubiera ocurrido y me enfrasqué en el trabajo con el fin de alejarme de todo, y funcionó.
Mis días transcurrían entre las empresas, reuniones sociales enfocadas en conseguir nuevos clientes, pasar algo de tiempo con la familia o uno que otro amigo, ejercitarme, las obras benéficas; que eran lo que más me importaba; pero estaba completamente adormecido por dentro; y me gustaba que fuera así; entonces un día apareciste y sin siquiera darme cuenta cuándo o cómo lo hiciste, traspasaste mis barreras y me despertaste.
—Jamás lo hubiera imaginado. Cuando te conocí parecías tan tranquilo, seguro, confiado.
—Lo estaba porque había aprendido a vivir en piloto automático, por así decirlo, pero no había tenido emociones reales hasta que llegaste.
Tu esencia, tu sencillez, tu ímpetu, esas ganas que le ponías a lo que hacías. Todo en ti era maravilloso y me tenía cautivado. La química que tuvimos desde el comienzo me encantaba, era tan fácil hablar contigo y disfrutar el momento sin tener que fingir, sin forzar una sonrisa, sin preocuparme por nada.
Cuando supe que tenías una hija realmente deseé conocerla porque esa pequeñita era parte de ti y estaba seguro de que sería divina, y no me equivoqué. Steph es increíble, y al igual que tú, sin ningún aviso se metió en mi corazón de una manera que nunca imaginé. Ustedes me devolvieron la alegría y las ganas de amar que no sabía que me hacían falta.
Y mientras eso pasaba nuestra amistad se volvía más fuerte cada día y ya no podía dejar de pensar en ti, en lo mucho que disfrutaba de tu compañía, en todas las cosas que me hacías sentir o en cómo te extrañaba cuando no te veía. De pronto entendí lo que estaba ocurriendo y me aterró tanto que pensé que lo mejor para mantenerme a salvo era terminar con esa amistad y alejarme…
¡Vaya! —exclamó pensativo— Después de todo creo que tenías razón al decir que huyo cuando algo me asusta. No me había dado cuenta de ello, supongo que es un mecanismo de defensa.
—No pensé en nada de lo que dije. Las palabras salieron disparadas sin control.
—Sin embargo, no te equivocaste —resopló por la boca—. Al parecer hay algo más en lo que debo trabajar, pero me alegra haberlo descubierto.
Kurt tomó la mano de su esposo y entrelazó sus dedos.
—Todos tenemos algo en qué trabajar.
Blaine asintió y le acarició con el pulgar el dorso de la mano y creyó que era un buen momento para continuar con lo que le estaba contando.
—Tras escrutar entre muchas excusas, porque me contradecía entre lo que pensaba y lo que sentía, me armé de valor un día y fui a buscarte. Aunque me entristeciera la idea de perderte, el miedo que sentía era muy grande y no podía permitir que el pasado se repitiera, no quería sentirme vulnerable.
Durante el trayecto practiqué diferentes formas de decirte que no podíamos seguir siendo amigos, pero me resultaba tan difícil porque la sola idea de no volver a saber de ti, dolía.
Al llegar me quedé en el auto por, no sé, veinte o treinta minutos debatiéndome sobre lo que estaba a punto de hacer. Fue una gran batalla entre la razón y el corazón. Finalmente me bajé y caminé hacia la puerta, podía sentir mis pulsaciones retumbando en los oídos con cada paso que daba. Toqué y mientras esperaba empecé a repasar lo que diría porque tenía que ser concreto y definitivo, pero sin lastimarte. No quería hacerte sentir mal o que pensaras algo que no era cierto.
De pronto abriste la puerta y te miré, tu cabello estaba alborotado, un mechón caía sobre un costado de tus ojos y tenías una mancha de harina en la mejilla, y lo supe de inmediato…
—Querías estar conmigo para siempre… —suspiró— Dijiste eso en nuestra boda, claro, sin la parte de haber ido a terminar nuestra amistad.
—¿Estás enojado?
—No.
—¿Decepcionado?
—Blaine, me elegiste a pesar de tus miedos, y eso me hace amarte aún más —se inclinó y lo besó de forma suave, luego se separó acariciándole el rostro.
—Te amo Kurt, y si me lo permites y somos lo suficientemente afortunados, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
—Es lo que más deseo.
Esta vez fue el empresario el que se acercó buscando un beso, igual de suave pero mucho más largo. Ambos suspiraron y se quedaron absortos en el momento.
—Amor… —dijo el de cabellera oscura con sus labios rozando los de su esposo.
—Mmm… —tarareó aún con los ojos cerrados.
—Acerca de esta casa y las demás propiedades.
—No, Blaine… —se movió hacia atrás y la expresión de su rostro cambió.
—Esto es tuyo, y eres libre de hacer lo que te plazca, pero no voy a aceptar que me devuelvas nada.
—Es demasiado.
—Nada es demasiado para ti —dijo tomándolo nuevamente de la mano.
—No sabes lo que tuve que pasar por esta casa. No quiero más problemas, así que es mejor que cambies las escrituras.
—No tengo idea de lo que ocurrió, pero te aseguro que no volverá a repetirse. Esta es tu casa, es mi regalo para ti y para Steph, y si a alguien no le parece bien, no me importa, y a ti tampoco debería.
—Pero…
—Mereces lo mejor de este mundo, amor. No permitas que nadie te haga creer lo contrario ni te quite tus derechos —dijo con firmeza—. No les des el gusto de renunciar a lo que te pertenece.
Kurt recordó todo lo que había sucedido con el padre de Blaine y la policía, luego vio su mano y la de su pareja, juntas, fuertes, y una nueva energía lo llenó.
—Tienes razón. No lo haré. Me han humillado demasiado ya y no bajaré la cabeza. Merezco ser feliz.
—Sí que lo mereces —sonrió por primera vez—. Me siento tan orgulloso de que seas mi esposo, y no dejo de admirarte.
—También estoy orgulloso de ti, Blaine, y te admiro desde el día en que te conocí —le devolvió la sonrisa—. Gracias por confiar en mí lo suficiente como para mostrarme esos lados tuyos que mantenías ocultos.
El de ojos como la miel llevó su mano libre hacia el rostro de su amado y la acopló a este, prodigando pequeñas caricias.
—Te amo —susurró mirándolo fijamente.
—También te amo… —suspiró— ¿Prometes que todo estará bien?
—No puedo hacer una promesa de ese tipo porque no sé lo que traerá el futuro, pero lo que sí puedo prometer es que sin importar lo que suceda, lo enfrentaremos juntos.
Kurt cerró los ojos durante unos segundos y asintió.
—Eso es suficiente —se puso de pie sin soltar la mano que sostenía—. ¿Qué tal si vamos a la cama? Estoy cansado y me imagino que tú también.
—¿Qué va a pasar con Steph?
—Se pondrá muy feliz cuando vea a su papá Blaine por la mañana.
