.


CAPÍTULO 12:

"Tropiezos y disputas"


.

Blaine se encontraba terminando de limpiar y reacomodar las cosas en el enorme walk in closet, no porque hubiera estado desordenado sino por la necesidad de distraerse al quedarse solo en la casa durante tantas horas.

Cansado se sentó un instante en el suelo y cerró los ojos. Deseaba que las cosas volvieran a ser como antes porque aquella sensación de que algo le faltaba, todavía estaba presente, y eso sumado a lo poco que dormía y los constantes dolores de cabeza, provocaba que ni su humor ni sus ánimos fueran siempre buenos, aunque trataba de disimular delante de su familia ya que esta no tenía la culpa de lo que le pasaba.

Cuando tomó la decisión de volver a casa, estuvo consciente en todo momento de que debía dar lo mejor de sí a su esposo y a su hija, no sólo por lo mucho que los amaba o cuánto lo merecieran, sino también porque ya los había hecho padecer lo suficiente con su repentina ausencia, y para ello debía ser el Blaine de antes, pero sin importar cuánto se esforzara sentía que fallaba constantemente, y eso lo desmoralizaba.

Intentando alejar los pensamientos que volvían a aparecer con el fin de atormentarlo, giró poniéndose de rodillas para continuar con su labor y observó los cajones que tenía frente a él, los cuales había dejado para el final porque en estos su pareja guardaba diferentes objetos a los que llamaba "sus tesoros", y no estaba seguro de si debía revisarlos, aunque el mismo Kurt le hubiera mostrado algunos de ellos tiempo atrás, cuando aún los tenía almacenados en cajas de cartón.

Con un suspiro decidió abrir el primero y se puso de pie. Los envoltorios transparentes llamaron su atención ya que en ellos estaba guardada la ropa de Steph de cuando era una bebé. No eran muchas prendas, pero no había duda de que habían sido envueltas con cuidado y amor para preservarlas, así que de la misma forma tomó el primer paquete para limpiarlo despacio y luego colocarlo a un costado.

Realizó la misma labor con cada pieza hasta que vio un mameluco sin piernas que era de color rosa, y no pudo resistir sacarlo para revisarlo lentamente. Cada pequeño detalle era hermoso y la frase "soy el regalo de mamá y papá" lo hizo sonreír, llevándolo a trazar sus dedos repetidamente sobre las letras antes de guardarlo.

Al tomar otro paquete y ver el enterizo gris con estrellitas de colores, su gesto cambió por completo y memorias que creyó olvidadas se presentaron inesperadas.

—¿Qué haces, cariño? —preguntó Connor al entrar en la habitación y encontrar a su esposo rodeado de bolsas y cajas en la cama.

—Guardando las cosas que le compré a Ashton —sacó de una de ellas un enterizo gris con estrellitas amarillas y blancas—. Mira esto, ¿no es acaso lo más hermoso que has visto?

—Lo es —sonrió—. Los detalles son divinos. Siempre he pensado que debe ser complicado diseñar ropa para bebés, pero quienes lo hacen tienen un don.

—Estoy de acuerdo… Mira el de acá —sacó un traje azul con un barquito bordado en una esquina del pecho.

—Es lindo, pero, ¿no está muy grande?

—Sí, ya sé. Es para un bebé de ocho a nueve meses, sin embargo, no pude resistirme. En cuanto lo vi me quedé fascinado.

—Noté que hace unos días compraste unos zapatos grandes y varios juguetes.

—No puedo evitar emocionarme al ver algo hermoso y de inmediato imaginar a Ashton usándolo en el futuro —sonrió—. El tiempo pasa tan rápido que antes de que nos demos cuenta todo le quedará pequeño.

Blaine exhaló pesadamente por la nariz repetidas veces estrujando el envoltorio que sostenía hasta que un pequeño estallido lo hizo volver a la realidad y darse cuenta de lo que estaba haciendo.

—No, no, no, no… ¡Mierda! —quitó el revestimiento roto y revisó el diminuto traje para cerciorarse de no haberlo dañado. Al comprobar que estaba en buen estado, aunque algo arrugado, soltó el aire retenido y fue a buscar algo en donde guardarlo. Una vez listo, y sin tocar lo que aún quedaba en el cajón, acomodó de manera rápida lo que había sacado.

La posibilidad de que hubiera otra prenda de Steph que se pareciera a algo de lo que le compró a Ashton era mínima, sin embargo, prefirió no tentar a la suerte dado que no era bueno para él, por mucho que se hubiera entusiasmado al comienzo, así que cerró el cajón y pasó al siguiente. En este encontró varios objetos, entre ellos un biberón, y se quedó contemplándolo durante un largo tiempo por lo viejo y gastado que lucía. De inmediato supuso que había sido el primero que Kurt compró, pero a la vez se preguntó si se habría puesto así con el uso o si lo habría conseguido de segunda mano, y un gran nudo se formó en su garganta.

Todo lo que ahí encontró lo hizo darse cuenta de lo difícil que fue para su esposo hacerse cargo de Steph y de las carencias económicas por las que tuvo que atravesar. Ciertamente conocía las historias, pero al ver parte de ellas, comprendió su magnitud y su corazón dolió aún más al hacer comparaciones.

El hecho de que Kurt hubiera guardado cada uno de esos objetos era la clara evidencia del gran amor que sentía por su hija, pero también de todos los sacrificios que tuvo que realizar para adquirirlos. En cambio, él le compró tantas cosas a su pequeñito sin medirse en ningún sentido. Todo lo necesario, lo que en algún momento le pudiera servir, o simplemente lo que le pareció adorable, y gastó más dinero del que recordaba, sin embargo, la mayoría de esos artículos Ashton jamás las llegó a usar.

Con el puño golpeó el cajón con tal magnitud que un alarido brotó de sus labios. Lo acompañaron un segundo y tercer golpe junto a varios insultos y gritos tan fuertes que su garganta empezó a arder.

Por qué las cosas sucedieron de esa forma era algo que nunca entendería, y en algún punto, por su salud mental y emocional dejó de buscarles explicación, sin embargo, las interrogantes habían regresado para atormentarlo.

Tras un lapso en el que estuvo frotando su mano lastimada para mitigar el dolor, abrió el tercer cajón preguntándose por qué lo hacía si lo que ahí encontraría probablemente le iba a producir más sufrimiento.

La idea de estarse autocastigando cruzó por su mente y horrorizado llevó ambas manos hacia los costados de su cabeza, repitiendo con respiraciones entrecortadas: "no fue tu culpa", "no pudiste hacer nada", "no tienes la culpa de lo que pasó", "necesitas dejarlo ir y seguir adelante".

Luego de repetir aquellas frases por un tiempo prolongado, y ya más calmado, se asomó para ver lo que había en el cajón, tratando de convencerse de que era pura curiosidad lo que lo motivaba y sorprendiéndose al encontrar un álbum de fotografías. Aquello no podía ser tan malo, pensó, así que lo tomó, se volvió a sentar en el suelo y lo abrió.

Las primeras páginas las ocupaban fotos de una chica que lucía dulce, radiante y feliz. Era rubia, con unos hermosos ojos verdes, y de inmediato supo que se trataba de Vanessa por el gran parecido de Steph con ella, aunque era imposible negar la genética de Kurt en la pequeña, incluso en los ojos ya que esta había heredado los de su mamá, pero más azulados.

En las siguientes páginas aparecía la misma chica junto a Kurt, ambos muy jóvenes y llenos de dicha, con una química y complicidad evidente sin importar si se encontraban bailando, riendo o conversando.

La curiosidad lo hizo seguir pasando las páginas hasta llegar a una en donde los dos amigos estaban abrazados sosteniendo un papel en el cual había sido encerrada una palabra que no lograba leer, pero que supuso era el resultado del laboratorio ya que junto a esta estaba una prueba de embarazo que marcaba positivo.

Las fotos empezaron a volverse escasas, más evidenciaban la evolución del estado de gestación de la chica. Inesperadamente se quedó fascinado con una imagen en particular debido a que en esta no sólo daba la impresión de que ella no estuviera enferma sino también por todo lo que transmitía. La calidad no era buena, pero eso la volvía más especial de algún modo. En ella Vanessa sonreía mostrando su brazo izquierdo con un tatuaje formado por dos corazones rojos entrelazados, teniendo escrito en el interior los nombres de Kurt y Steph.

A continuación, había una ilustración que lo impactó debido al contraste con la anterior ya que esta revelaba a una Vane pálida, delgada y ojerosa, pero sosteniendo su crecido vientre con un amor que resultaba evidente en su rostro y sus ojos, y sí que estos eran expresivos y observaban con gran emoción y ternura a su bebé recién nacida en la siguiente imagen. Kurt estaba a su lado abrazándola y con una mano sobre la pequeña cabecita. Ambos, aunque lucían extenuados y con cierta nostalgia, no dejaban de sonreír.

Al dar la vuelta a la página se encontró con una foto de su cónyuge sentado en una silla cargando a su niña mientras la miraba con todo el amor del mundo, y suspiró esbozando una pequeña sonrisa. Sus dedos surcaron la imagen repetidas veces hasta que un remolino de emociones comenzó a desatarse en su interior.

El certificado de nacimiento de Steph y una foto de ella dormida en el cunero eran el cierre ya que las demás páginas estaban vacías, así que con una exhalación melancólica colocó el álbum a un costado y continuó revisando el cajón. Una carpeta con varios documentos reposaba ahí, la cual tomó para limpiar con sumo cuidado.

En una esquina, al fondo del cajón, yacía una cajita blanca que llamó su atención, llevándolo a tomarla y abrirla despacio. Esta contenía una cadena con un dije de plata formado por tres corazones entrelazados, cada uno con una pequeña piedra de diferente color y el nombre de su esposo, su hija y Vane grabados en ellos. Entonces notó que esta conservaba la etiqueta, lo cual únicamente podía significar que era un regalo que Kurt tenía reservado para Steph quizá para una ocasión especial.

Varias lágrimas comenzaron a rodar por su rostro y se dejó caer de rodillas mientras temblaba. Todo lo que Kurt le había contado, a través de los objetos y las fotografías que acababa de ver se volvió más real, más difícil, más triste, y sintió un gran dolor al pensar lo que debió ser para el hombre al que amaba pasar por la angustia, el dolor, la desesperación y todo lo que tuvo que vivir y aun así seguir adelante.

De pronto se dio cuenta de que también lloraba por Vanessa ya que entendía a la perfección el anhelo y la ilusión de tener un bebé, sintiéndose dichoso y bendecido en aquel momento en el que pudo finalmente sostenerlo en sus brazos mientras sentía un amor tan grande que jamás podría ser descrito.

Ambos tuvieron a sus hijos por un periodo fugaz debido a distintas y dolorosas circunstancias. Ella literalmente había acortado su tiempo con tal de cumplir su sueño de convertirse en madre, y a él la vida, en su paradójico capricho, le había arrebatado la felicidad de forma abrupta sin darle siquiera la oportunidad de despedirse.

No estaba seguro de cuanto llevaba en esa posición llorando, pero la dificultad para respirar y el dolor de la espalda baja y rodillas era un indicativo. Reuniendo fuerzas guardó la pequeña caja junto a las demás cosas que había sacado, cerró el cajón y se puso de pie batallando un poco a la vez que le hacía una promesa silenciosa a la chica.

Con varias exhalaciones cortas por la boca frotó el dorso de la mano sana por su rostro para limpiarlo. La idea de distraerse no había resultado como lo planeó, pero le había servido para comprender muchas cosas.

Al dar la vuelta se dio cuenta de que la pantalla de su teléfono, que había sido abandonado a un costado, estaba encendida, y se movió a buscarlo sin mayor interés hasta que vio el nombre de su cónyuge en ella.

~Ho-la —dijo con dificultad.

~Blaine, ¿qué te ocurre? ¿Estás bien?

~S-sí.

~Tengo más de veinte minutos llamándote. Me tenías preocupado.

~Lo siento, Kurt. No escuché el teléfono… Estaba distraído o tal vez lo dejé en silencio, no lo sé.

~¿Dónde estás?

~En la casa. ¿Por qué? ¿Qué pasó?

~Eso es lo que quiero saber porque me llamaron de la escuela para avisarme que no habías ido a recoger a Steph —su tono cambió de inmediato.

~¡No puede ser! ¿Qué hora es? Salgo enseguida a buscarla.

~Ya estoy en camino.

~Estoy más cerca.

~No creo que estés en condiciones de conducir porque no te escucho bien.

~Yo…

~Has estado llorando, ¿cierto? —resopló— No quiero que Steph te vea así.

~Estoy bien, ya voy a…

~¡No! Prefiero que te quedes y que pidas la comida, porque supongo que no habrá nada listo.

~Puedo ir a verla y después pasar por el restaurante.

~Blaine, no.

~Pe-pero… tenías una junta importante a esta hora.

~Así es, sin embargo, me tocó posponerla y salir corriendo de la empresa ya que no contestabas y no tenía idea de lo que estaba pasando… aunque debí suponerlo.

~Sólo regresa y dile a…

~Ya casi llego a la escuela. Asegúrate de refrescarte y de pedir la comida, es todo lo que necesito que hagas.

~E-está bien.

~Adiós.

~Kurt… lo siento.

~Ya.

~Te amo mucho. Ven con cuidado.

Que su esposo no respondiera el te amo, dolió, pero no podía culparlo por estar tan enojado si le había vuelto a fallar.

Afligido se dirigió al baño para lavarse, y aunque no quería verse en el espejo, algo dentro de él insistió hasta hacerlo levantar la mirada y mantenerla fija durante un minuto entero en aquel reflejo que casi no reconocía.

¿Dónde estaba el Blaine que había superado la adversidad y vuelto a disfrutar de la vida? Y, sobre todo, ¿cómo lo traía de regreso?

Semanas atrás, preocupado al no estar seguro de qué le pasaba y buscando la forma de recuperar a su antiguo ser se había puesto a investigar, y tras analizar todas las señales y síntomas llegó a la conclusión de que padecía de depresión. La sola palabra no le gustaba porque entendía todo lo que aquello implicaba.

Según los diferentes blogs que había encontrado, tenía todo para estar bien y ser feliz, así que debía enfocarse en lo bueno y poner de su parte para seguir adelante, no obstante, llevar a la práctica los consejos que daban y decidirse a dejar a un lado lo que sentía no era nada fácil como se suponía que debería, y eso lo hacía cuestionarse si él era un caso perdido o si quienes escribían esos artículos no tenían idea de lo que era lidiar con el trastorno de salud mental del que padecía.

Una vibración en el bolsillo del pantalón lo hizo finalmente apartar la mirada del espejo y tomar su teléfono. Kurt le había enviado un mensaje indicándole que comprara comida china.

Al sentirse todavía aturdido se mojó el rostro varias veces con agua fría hasta lograr despejarse, realizó el pedido y empezó a buscar en internet trucos para desinflamar el rostro y los ojos.

Agua fría, té frío de manzanilla, cubitos de hielo, rodajas de pepino o papas, entre otros eran indicados en las diferentes páginas, y aunque no tenía ganas de hacer ninguna de esas cosas, se repetía que era por las personas que amaba, en especial por su niña, ya que días atrás al verlo con el rostro lloroso se había preocupado por él.

Buscó todo lo que necesitaba y se acostó en el sofá, realizando masajes circulares alrededor de las áreas hinchadas para proceder luego a colocarse los productos.

El repartidor llegó treinta minutos después y todavía no había rastro de su familia, lo que le hizo suponer que su pareja le estaba dando un tiempo extra, lo cual agradeció, y se volvió a acostar tratando de mantener su mente en blanco.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

Kurt llegó a casa de la mano de una Steph parlanchina, quien no paraba de contarle todo lo que había ocurrido en la escuela, hasta que vio a Blaine.

—Papá está dormido —dijo en voz baja.

—Ve a lavarte, amor.

La niña asintió y se dirigió en silencio a su habitación.

Una vez que ella desapareció por las escaleras, Kurt se acercó y observó a su esposo brevemente, luego le dio una fuerte patada al mueble, sintiéndose mal de inmediato.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó un Blaine confundido aventando a un lado las rodajas de pepino que tenía en los ojos.

—Hola —dijo de forma seca el castaño.

—¿Ah? ¿Kurt? —se sentó todavía aturdido— ¿A qué hora llegaron?

—Recién… ¿Compraste la comida?

—Sí… —exhaló al ver el rostro enojado de su esposo— Lo lamento mucho, de verdad.

—Ahórrate las excusas.

—Por lo menos déjame explicarte lo que pasó.

—No necesito explicaciones, lo que quiero es que cumplas con tu parte —dijo con voz firme y molesta—. Acordamos que te harías cargo de la casa y de Steph mientras yo estaba al frente de la empresa y continuaba con mis estudios, pero no lo estás haciendo.

—No es así, Kurt. Cada día me esfuerzo para hacer todo lo que debo de la mejor forma posible.

—¿Y por eso te olvidas de ir a recoger a Steph? ¡Porque es la tercera vez que ocurre!

—Estoy consciente de que sigo cometiendo errores, y me siento mal por ello.

—¡Con sentirte mal no arreglas las cosas!

—Lo sé, pero no tienes que ponerte así.

—¿Y cómo quieres que me ponga? Si no hubieran podido contactarme de la escuela, ¿qué habría pasado? ¿Has pensado en eso? Probablemente Steph estaría sola en la calle esperando que aparecieras. ¿Sabes todos los peligros a los que pudo estar expuesta?

¡Si no estás listo para asumir la responsabilidad, entonces dímelo para organizarme de otra forma y buscar a alguien con quien sí pueda contar, porque no estoy dispuesto a seguir en esta zozobra!

—Kurt…

—Te recuerdo que fuiste tú quien propuso este convenio, y yo he cumplido cabalmente cada día.

—Yo también lo intento.

—¿Intentarlo? ¿Crees que eso basta?

Estar a cargo de la empresa es nuevo para mí y no ha sido fácil, sin embargo, realizo mi trabajo y el tuyo con eficiencia. Y no, no me molesta ayudarte porque comprendo que no estás en condiciones de ir, no tienes los ánimos, no quieres que te vean mal y toda la lista de motivos que me diste.

Cuando hablamos de ello te dije que no había ningún problema, que me asustaba por no tener la experiencia, pero que agradecía que confiaras en mí y que no iba a defraudarte, aunque tendría que dejar la universidad un tiempo porque no iba a poder con tantas responsabilidades, entonces me dijiste que eso no era necesario porque te harías cargo de la casa y las demás cosas, lo cual de paso te ayudaría a mantener la mente ocupada.

Te propuse contratar una niñera para que las cosas no se te complicaran tanto y dijiste que podías y querías cuidar a Steph. Tuve mis reservas al respecto, pero me pediste que te diera la oportunidad de hacerlo y prometiste que le dedicarías el tiempo y la atención que necesitaba, y pensé, bien, él está confiando en mí en algo muy grande, ¿por qué no voy a hacer lo mismo? Además, Steph va a estar mucho mejor con su padre que con una extraña, así que acepté, no obstante…

—Ya entendí, Kurt —se puso de pie—. No estoy siendo un buen padre ni un buen esposo. Pensé que las cosas serían diferentes, pero es obvio que ustedes estarían mejor si yo no hubiera regresado.

—No he dicho eso.

—No con esas palabras, pero me doy cuenta que desde que volví no he hecho más que complicarte la vida.

Tienes razón, que lo intente no basta porque ustedes merecen más. Y no pretendo sonar como una víctima o que sientas pena por mí, sólo digo lo que he estado pensando últimamente y que acabas de confirmar.

—Lo que tienes que hacer es centrarte y poner un poco más de tu parte.

—No te imaginas cuánto me esfuerzo cada día, pero al parecer nada de lo que hago es suficiente, y me siento mal. Mal por los errores que cometo, mal por ya no ser el hombre del que te enamoraste y provocar que te sigas alejando de mí, mal por…

—Este no es el momento adecuado para hablar de esas cosas, Blaine. Steph puede bajar y no quiero que nos escuche.

—Es verdad, pero me puedes decir entonces cuándo será el momento, porque nunca quieres hablar.

—¡No lo sé! —elevó la voz— ¡Pero no es ahora!

—¿Por qué discuten? —preguntó la niña parada a un costado, y los dos hombres voltearon en su dirección.

—No, mi amor —respondió Kurt con premura—. No estamos discutiendo, sólo…

—Esa era tu voz de enojado.

—No… En lo absoluto… ¿Recuerdas que cuando veníamos te dije que me dolía mucho la cabeza? —La niña asintió— Eso me tiene un poco aturdido y quizá no me di cuenta de cómo estaba hablando, pero es todo.

—¿Quieres que te traiga una pastilla?

— No, mi niña, gracias. Después de comer me tomaré una.

—Bueno… ¿Y por qué mi papi Blaine está triste?

—No lo estoy, cariño.

—Te ves triste. ¿Es porque no pudiste ir por mí a la escuela?

—Lamento mucho eso, princesita. Yo…

—No te preocupes, papá me explicó que no te sentías bien —lo observó durante unos segundos y se acercó para abrazarlo—. ¿Esto todavía ayuda?

Blaine correspondió la acción y suspiró.

—Siempre. Tus abrazos son los mejores.

Steph sonrió y lo abrazó con un poco más de fuerza.

—¿Estás enfermo, papito?

—No, amor, tranquila —le acarició la cabeza.

—Ah… —se apartó un poco para mirarlo, pero sin soltarlo— ¿Y por qué no te sentías bien?

—Ya te expliqué eso —intervino Kurt.

—Mmm… —murmuró pensativa y volvió su atención al de cabellera rizada— ¿Y por qué tienes los ojos así?

—¿Así cómo?

—Como si hubieras estado llorando.

—Es esta alergia que me está molestando de nuevo.

—Deberías ir al doctor. Esa alergia te da muy seguido.

—Sí, amor, descuida. Eso haré —le acarició la mejilla—. Y ahora cuéntame, ¿cómo te fue en la escuela?

—Me fue muy bien, papi. La maestra me felicitó y… ¡Ah! ¡Cierto! Antes de que me olvide, hay un proyecto en el que necesito que me ayudes, es para el viernes.

—Sí, claro. Y me alegra que la maestra te felicitara. Eres una niña muy aplicada y estoy orgulloso de ti.

—Gracias —sonrió—. Y sobre el proyecto, hay que comprar unos materiales.

—Seguro, amor. Más tarde revisamos eso y me das la lista.

—Bueno.

—Voy a calentar la comida —dijo Kurt encaminándose hacia la cocina—. Ayúdame a poner la mesa, Steph.

—Enseguida voy, papito —volvió a mirar a Blaine—. ¿Te sientes mejor?

—Sí, cariño.

—Te puedo abrazar más tiempo.

Anderson le besó la frente y la sostuvo un poco más.

—Gracias, ya estoy bien, aunque no me voy a negar si después del almuerzo me das más abrazos. Pero ahora ve con tu papá, no lo hagas esperar.

—Claro, papi. Te voy abrazar mucho, mucho —lo tomó de la mano y lo guio, caminando de prisa para alcanzar a Kurt, a quien sujetó con la otra mano.

—Sé que estaban discutiendo —dijo inesperadamente haciendo que sus padres se detuvieran—, pero también sé que cualquier problema que tengan lo van a resolver porque ustedes se aman suficiente —los haló para que la siguieran—. Y ahora vamos a comer porque tengo mucha hambre.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

El almuerzo transcurría en medio de un incómodo intercambio de frases y respuestas cortas dirigidas hacia Stephanie por parte de los dos adultos, o tratando de llevar el hilo de una conversación casi inexistente.

—El fin de semana deberíamos viajar —dijo la niña tras dar un pequeño sorbo a su bebida—. Necesitamos relajarnos y la playa es un excelente lugar para hacerlo.

Kurt la miró levantando una ceja. Sabía que los niños también se estresan y se sienten agobiados, aunque no estaba seguro de hasta qué punto su hija estuviera atravesando por esa situación.

Tal vez él y Blaine no eran tan buenos ocultando sus problemas y eso la estaba afectando. O quizá tenía mucha presión en la escuela porque esta era mucho más exigente. Aunque también cabía la posibilidad de que hubiese escuchado eso de otra persona.

»Tienen que reconciliarse en el viaje y ya no discutir para que así podamos disfrutar el fin de semana y…

Kurt levantó la otra ceja y de inmediato movió la cabeza en dirección de su pareja, quien lo observaba con la misma expresión que seguramente él tenía.

Sabía que Steph era muy inteligente y despierta, así como observadora y receptiva, pero hasta dónde llegaba su suspicacia era algo que ahora se preguntaba. ¿Realmente se había dado cuenta de lo que ocurría y estaba planeando el viaje para que las cosas estuvieran mejor entre él y Blaine?

—El fin de semana es… —dijo el de cabellera oscura sin poder terminar la frase.

—Es para divertirse y relajarse —prosiguió la niña—. Podemos salir a pasear como hacíamos antes cuando ustedes se tomaban de la mano y…

—No puedo, amor. Tengo que trabajar —dijo Kurt intentando procesar todo.

—Pero es fin de semana.

—Algunas personas tenemos que trabajar incluso los fines de semana.

—¡No es justo! ¡Hace mucho que ya no salimos los tres!

—Tengo obligaciones que cumplir, pero puedo hablar con…

—No. No quiero que alguien más me lleve, quiero ir con ustedes.

—Entiendo mi niña, pero tú también debes comprender que no es posible.

—¿Es porque están peleados?

—No estamos peleados —respondió Blaine.

—¿Entonces por qué las cosas ya no son como antes?

—¿A qué te refieres? —preguntó el de ojos claros.

—Ya no se abrazan, no son cariñosos, no se dicen cosas bonitas ni nada… —exhaló.

Cuando en una película pasa eso es porque los protagonistas están enojados o se han peleado por algún motivo, muchas veces tonto. Pero luego se encuentran en un lugar por casualidad, se besan y todos sus problemas se resuelven —movió su cabeza de un lado al otro para mirar a sus padres—. ¿Por qué no podemos ir a la playa para que se besen y todo vuelva a la normalidad?

Kurt parpadeó lentamente y pensó "porque la vida es más complicada", y de forma automática su mirada volvió a viajar hacia Blaine, quien claramente estaba teniendo el mismo pensamiento.

.

.

.

Walk in closet: Vestidor de grandes proporciones que cuenta con armario, repisas y todo lo necesario para poder guardar las prendas, calzado y complementos de vestuario mientras se mantienen a la vista.

Dependiendo de su tamaño puede llegar a tener espejos, muebles y el espacio suficiente para caminar y cambiarse sin tener que salir del lugar.

.

.

NOTA: La imagen de Vanessa y del dije las pueden ver en el grupo de facebook.