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CAPÍTULO 14:

"Un día inesperado"


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Kurt continuaba observando la pantalla de su celular tras haber leído el mensaje que Blaine le había enviado. Era corto pero lo que expresaba lo tenía sonriendo encantado.

Que tengas un día tan extraordinario como tú.

Te amo.

Desde que asistían a terapia las cosas habían mejorado mucho y se sentía feliz de que hubieran tomado esa decisión. Aún tenían uno que otro tropiezo y se presentaban situaciones que se escapaban de su control, pero las abordaban de la mejor forma posible y las pláticas honestas no faltaban para buscar juntos la solución.

Luego de contestar el mensaje dejó a un lado el dispositivo y volvió su atención hacia el documento que había estado revisando en la computadora minutos atrás, mas no tardó en dejar escapar un pesado suspiro. Era importante que estudiara minuciosamente cada detalle, pero el dolor de cabeza que lo acompañaba desde temprano era un factor en contra.

"Concéntrate, tienes que hacer esto" —se dijo a sí mismo frotando sus sienes—. "Tu esposo confía en ti".

Tras repetir esas palabras varias veces, el recuerdo de una plática sostenida días atrás con su pareja surgió de repente.

—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Blaine entregándole un té caliente.

—Muy cansado —respondió con un asentimiento al recibir la taza.

—Si el manejo de la empresa es demasiado abrumador, tenemos que buscar a alguien que te ayude.

—No es necesario. A veces se pone un poco complicado, pero puedo con eso —le dio un trago largo a su bebida, deleitándose con su sabor.

—No tengo duda de aquello. Sé que estás preparado, eres inteligente y muy capaz, pero no quiero que te sientas agobiado.

—Descuida, estoy bien, ya sabes cómo es esto. Y sobre lo otro, aprendí del mejor —le sonrió.

—Quizá algunas cosas, sin embargo, es innato en ti. Tienes un don natural, tanto para los negocios como para el manejo de relaciones humanas, y estoy muy orgulloso de todo lo que estás logrando en la empresa.

—Gracias, y gracias también por confiar en mí para hacerme cargo.

—Eres la persona idónea para eso. No sólo tienes el talento y los conocimientos, sino que eres mi esposo, así que nadie mejor que tú para estar al frente.

El sonido del intercomunicador regresó al de ojos azules al presente, y tras darle algunas indicaciones a su secretaria, volvió a repetirse que él podía con todo y continuó leyendo y haciendo anotaciones hasta terminar, entonces suspiró contento sintiéndose orgulloso de sí mismo.

Una vez más el intercomunicador sonó y su sonrisa se desvaneció al saber que su suegra había ido a buscarlo.

Empezó a inhalar y exhalar tan despacio como podía para intentar relajarse, pero una gran tensión se estaba apoderando de todo su cuerpo y el dolor de cabeza se volvió más fuerte. Era increíble lo que provocaba en él esa familia.

Cerrando los ojos comenzó a realizar movimientos circulares en sus sienes con ambas manos mientras continuaba con el ejercicio de respiración que su terapeuta le había enseñado.

Sr. Anderson, ¿sigue ahí?

~¿Ah? Sí, sí, Alana. Dime.

~¿Qué hago? La Sra. Anderson dice que desea hablar con usted.

~Déjala pasar, pero si hay algún modo en el que puedas interrumpir, por favor hazlo.

~Entendido.

~Gracias.

La puerta no tardó en abrirse y la figura imponente de la mujer se hizo presente. Kurt se puso de pie y batalló con el nudo que se estaba formando en su garganta.

—B-buenos días señora Anderson.

Pam lo observó durante unos segundos en completo silencio antes de acercarse.

—Buen día, Kurt.

—Por favor, tome asiento. ¿En qué puedo ayudarla?

—Tenemos que hablar —dijo colocando su bolso en una de las sillas mientras se acomodaba.

—¿Hablar? ¿Acerca de qué? —preguntó extrañado al notar el comportamiento sereno de su suegra.

—Sobre Blaine, el hecho de que estés ocupando su lugar en la empresa y todo lo que está pasando.

—No entiendo a qué se debe esto, pero…

—Como mencioné, hay mucho de lo que debemos hablar.

—Le pido que me disculpe, pero tengo una reunión dentro de diez minutos.

—Puedo esperar a que termines.

—Luego tendré una junta con uno de los proveedores.

—Si lo que estás es tratando de evadirme…

—La he recibido por educación, pero eso no significa que dispongo de todo el día. Lo que más hay aquí es trabajo y casi no tengo tiempo libre.

—Supongo que saldrás a almorzar.

—A veces.

El sonido del intercomunicador interrumpió el incómodo momento y Kurt dio gracias por ello.

~Sr. Anderson, tengo a la señorita Goldberg en la línea. Le dije que está ocupado, pero insistió en que le preguntara si puede adelantar la reunión de hoy o posponerla en caso de que no sea factible ya que debe realizar un viaje de último momento.

~Oh… Vaya… ¿Te dijo para qué hora?

~Al medio día.

~Ah… —revisó rápidamente su agenda— Sí, sí. Dile que está bien. Haré todo lo posible para que la junta con el proveedor no se alargue —suspiró.

~Enseguida le comunico y preparo los documentos.

~Gracias, Alana.

—Espero que no haya más interrupciones —dijo Pam con el ceño ligeramente fruncido.

—Disculpe, pero si se presenta un asunto laboral, debo atenderlo.

—Sé cómo es el mundo de los negocios, pero estás conmigo y lo menos que merezco es tu cortesía.

—Como acaba de mencionar, usted conoce este mundo así que estoy seguro de que comprende que hay personas a las que no se puede ignorar o dejar esperando, sobre todo si se trata de alguien con quien se está realizando un negocio.

—Así que ahora haces tratos comerciales.

—Hago muchas cosas aquí.

—Debido a que me quedan unos pocos minutos —se puso de pie tras mirar su reloj—, vengo por ti a la hora del almuerzo.

—¿Qué?

—Regreso a la una. ¿Tienes reservación?

—No.

—Bien, entonces yo me encargo de…

Kurt inhaló profundamente y la miró directamente a los ojos.

—Con todo respeto, usted no puede disponer de mi tiempo ni exigirme que la acompañe a ningún lugar.

Pam realizó una ligera mueca y le sostuvo la mirada.

—Lo que tenemos que hablar es muy importante, y si no me puedes atender a esa hora ni en el transcurso del día, esperaré hasta que termines la jornada.

—Señora Anderson…

—Sé que lo que te estoy pidiendo te resulta incómodo después de la forma en la que me he comportado contigo —su tono de voz se volvió más suave—, y puedo comprender tu negativa, pero realmente tenemos que sentarnos a conversar con calma acerca de muchas cosas.

—Honestamente, no creo que usted y yo tengamos temas de conversación.

—Como padres lo único que queremos es lo mejor para nuestros hijos, aunque a veces nos equivoquemos en lo que hacemos por tratar de ayudarlos —exhaló lentamente.

Tal vez no he sido la mejor madre, y el concepto que tengas de mí no sea nada bueno, pero te puedo asegurar que amo a Blaine con mi corazón entero y que todo lo que siempre he hecho ha sido con el afán de buscar su bienestar y felicidad.

—Ah… E-es…

—Entonces, ¿podemos reunirnos más tarde?

Kurt la observó durante varios segundos intentando procesar lo que había escuchado hasta el momento y de ser capaz de articular más que monosílabos.

—No tengo un espacio disponible en mi agenda, pero a las cinco y media espero ya estar desocupado.

—Perfecto, estaré aquí a esa hora —se dirigió hacia la puerta—. Que tengas un excelente día.

—G-gracias. Igualmente.

La mujer salió y Kurt sacudió la cabeza luchando por comprender lo que había sucedido. ¿Desde cuándo Pam Anderson se dirigía a él sin ser grosera? ¿Cuál era el interés que tenía en hablar? ¿Por qué tanta cortesía? ¿Qué estaba pasando?

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Abrazados en el columpio de madera que se encontraba en el patio de su casa, Ezequiel y Michelle disfrutaban de la suave brisa y una buena conversación cuando el timbre sonó.

La mujer realizó un pequeño sonido de pesar al tener que soltar a su esposo. Él le sonrió y le besó la mejilla.

—Enseguida regreso, amor —se levantó y se dirigió hacia el frente de la casa.

La insistencia con la que tocaban el timbre lo hizo preguntarse si se trataba de algo urgente o si era algún vendedor ambulante, después de todo no sería la primera vez que llamaban con ese apremio y al salir se encontraba con alguien ofreciéndole un producto.

A lo lejos divisó la silueta de un hombre que daba la impresión de estar nervioso por la manera en la que pasaba la mano por su cabeza repetidas veces mientras presionaba el timbre con la otra, y eso empezó a preocuparle. ¿Habría ocurrido algo malo con algún familiar o amigo? Pero, de ser así, ¿por qué no llamaban por teléfono?

¿Quién era aquel personaje que había soltado finalmente el botón para empezar a caminar en círculos? Y lo más importante, ¿qué quería?

—Buenos días, ¿qué se le ofrece? —preguntó en voz alta al salir al jardín.

El extraño se detuvo al instante, evidenciando la tensión en su cuerpo.

»¡Señor! ¿En qué puedo ayudarle? —insistió.

—Ezequiel… —dijo dando la vuelta lentamente.

Aquella voz le resultaba familiar al mencionado, pero no lograba asociarla.

—¿Si? —la intriga fue creciendo— ¿Quién es?

—¿No me reconoces?

Anderson se acercó a la reja y observó detenidamente al sujeto. Tenía más edad, la barba ligeramente crecida, el cabello más largo y menor musculatura, pero sin duda era él, y la rabia creció presurosa en su interior.

—¿Qué es lo que buscas aquí, Alrich? —preguntó con voz firme y furibunda— ¿Qué pretendes con esto? ¿Acaso tengo que conseguir una orden de restricción en tu contra?

—Entiendo que estés enojado. Todos lo están y tienen derecho a ello por la forma en la que sucedieron las cosas, pero estoy aquí para dar la cara y…

—¿No crees que es demasiado tarde para eso?

—Tengo la esperanza de que no lo sea.

—¡Qué descaro el tuyo!

—Necesito hablar contigo.

—¡No tenemos nada de qué hablar!

—Al contrario, hay mucho que tengo que decir y sé que será de tu interés, del de todos en realidad, por eso he estado tratando de contactarlos desde hace unos meses, aunque sin éxito porque siempre se ha presentado algo o alguien que lo ha impedido, pero finalmente puedo verte y apelo a tu nobleza para que me escuches —exhaló—. ¿Puedo pasar para…?

—¡No!

—Está bien, entiendo. Podemos ir a otro lugar entonces, lo que importa es que hablemos.

—¿Por qué ahora? Si era tan importante, ¿por qué no lo hiciste antes?

—Porque no podía —se acercó más a la reja y la sujetó con ambas manos—. James me tenía amenazado.

—¿Cómo que James…? ¿De qué se trata todo esto?

—Él no quería que hablara, y yo tenía miedo de desafiarlo porque sabía de lo que era capaz.

Cuando todo empezó creí que se trataba de palabras nada más, pero con el tiempo me di cuenta de que sus amenazas no eran vacías.

—No entiendo a qué te refieres ni a dónde quieres llegar, pero te advierto que…

—James intentó comprarme en varias ocasiones.

—¿Comprarte?

—Para que me alejara de Blaine —exhaló por la nariz—. Desde el momento en que mi familia se quedó en bancarrota, él decidió que yo ya no era bueno para su hijo y empezó a ofrecerme fuertes sumas para que lo dejara, pero siempre me negué.

—Hasta que llegó a la cifra correcta —dijo frunciendo el ceño y con un movimiento de cabeza.

—No es así. A mí no me importaba el dinero, y lo sabes porque me conoces bien, al punto de que llegaste a considerarme como otro de tus hijos.

—El dinero y la ambición corrompen a las personas.

—No a todos. No puedes generalizar.

—Siempre pensé que la forma en la que te habías ido era extraña, que no podías haber dejado de amar a Blaine súbitamente y que tal vez había sido tu manera de lidiar con el dolor y todo lo que estaba pasando, aunque nunca te vi tan afectado. Incluso en algún punto creí que estabas reteniendo lo que sentías para ser fuerte por él y apoyarlo, pero cuando lo abandonaste, no pude comprenderlo.

Muchas teorías cruzaron por mi mente, sin embargo, que James te hubiera comprado no era una de ellas.

—¡No lo hizo! Las cosas no pasaron así, te lo aseguro.

—¿Aceptaste su dinero?

—Por favor, escúchame.

—¿Aceptaste o no su dinero?

Connor bajó la mirada durante unos segundos.

—Lo hice, pero no es lo que piensas —dijo presuroso.

—No tengo más nada que escuchar —se dio la vuelta y caminó hacia la casa.

—Nunca pudo sobornarme para que dejara a Blaine, pero con el tiempo encontró otro modo de…

—No me interesa —siguió caminando.

—Él me dio ese dinero por mi silencio —gritó desesperado—, y si acepté fue porque tenía miedo.

—¡Te dije que no me interesa!

—¡James quería callarme porque yo sabía la verdad!

Ezequiel se detuvo y un escalofrió recorrió su cuerpo.

—¿Cuál verdad? —preguntó sin voltear.

—De lo que pasó con Ashton.

Durante un lapso el hombre mayor batalló con sus emociones y todas las hipótesis que se había planteado desde que los lamentables acontecimientos tuvieron lugar.

—¿Qué significa eso?

—James planeó todo.

—¿Qué es todo? —giró y lo miró fijamente.

—Lo que ocurrió… deshacerse de Ashton, que yo me alejara de esa forma… todo. Incluso el viaje de Blaine en esa fecha, aprovechando que Ashton había enfermado.

Él quería a su hijo enfocado en las empresas porque conoce su potencial y lo bueno que es para los negocios, pero Blaine ya le había dicho que se iba a retirar durante un tiempo porque deseaba dedicarse a su bebé, y eso no lo tenía nada contento.

James es una persona horrible que sólo busca su beneficio y es capaz de todo con tal de conseguir lo quiere, incluso si eso significa deshacerse de su propio nieto.

—Lo que estás diciendo es muy grave.

—Estoy seguro de que recuerdas como él siempre se opuso al deseo de Blaine de convertirse en padre.

—Cuando Ashton nació, James cambió. Se preocupaba por él, por ser parte de su vida, y para sorpresa de todos resultó un buen abuelo.

—No era más que una máscara. Es un buen actor y nos convenció a todos de ello.

Siempre fingió estar feliz para que nadie sospechara, pero en realidad Ashton era un estorbo y tenía que sacarlo del medio.

—Y si sabías eso, ¿por qué no me buscaste? ¿Por qué no fuiste con la policía? ¿Por qué…?

—¿Crees que no lo intenté? En cuanto descubrí lo que estaba planeando, lo enfrenté, y ese fue mi peor error porque a partir de ese día mi vida se convirtió en un infierno.

James no dejaba de vigilarme, aun así, traté de hablar en cada oportunidad que tuve. La última vez fue durante el cumpleaños de Michelle cuando me acerqué a ti para ayudarte con las bebidas, pero él intervino en la conversación. Luego de eso me amenazó con hacerle daño a mi familia.

Por precaución decidí cambiar de táctica y convencer a Blaine para irnos del país. Ya teníamos planes para eso así que sólo debía conseguir que adelantáramos la fecha. Una vez lejos le diría lo que estaba pasando y juntos podríamos tomar acción legal, sin embargo, ese monstruo que tienes por hermano se enteró de algún modo.

Si colocó cámaras en la casa, intervino los teléfonos o qué clase de tecnología utilizó, es algo que ignoro, lo que sí sé es que estaba al tanto de todo.

No puedes imaginar el miedo que sentí cuando recibí la llamada de mi mamá preguntándome quién era el sujeto que había ido a su casa diciéndole que era importante que me avisara que James Anderson me deseaba un buen viaje.

Dos días después volvió a llamarme asustada para decirme que ese mismo sujeto permanecía en un vehículo estacionado frente a su casa y que otro estaba siguiendo a mi papá a todas partes. Entonces comprendí que no había nada que yo pudiera hacer para impedir que James llevara a cabo sus planes y me sentí horrorizado por eso.

—Amor, ¿está todo bien? —preguntó Michelle saliendo al jardín. Ezequiel volteó la cabeza en su dirección y ella corrió a su lado— ¿Qué tienes? Estás pálido.

—Hola Michelle —La mujer lo miró de manera fugaz y volvió la atención hacia su esposo—. ¿No me reconoces? Soy Connor.

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Kurt miraba trémulo el reloj cuando un mensaje de audio llegó a su celular y luego de escucharlo realizó una llamada.

~~¡Gracias Mercedes! ¡No sé qué haría sin ti!

~Tranquilo Kurt, ya te dije que yo me encargo de todo. Tus dos amores ya tomaron sus medicinas y se quedaron dormidos. Ahora lo que tienes que haces es relajarte para que estés muy atento a lo que esa señora te diga.

~~Es imposible relajarme sabiendo que voy a estar a solas con ella, además de que sigo preocupado porque Michelle me llamara de último momento para decirme que no podía ir.

~Es extraño, pero ya estoy aquí, así que deja de preocuparte.

~~¿Y qué tal si no hubieras podido?

~De algún modo lo hubiera resuelto, y no le des más vueltas al asunto. Sabes que siempre voy a estar para ti y tu familia.

~~¡No tienes idea de cuánto te adoro! Jamás podré pagarte todo lo que has hecho y sigues haciendo por nosotros.

~Ni siquiera lo menciones, sabes que los quiero mucho.

~~Y nosotros a ti… El intercomunicador está sonando, seguramente es Alana para avisarme que llegó la Sra. Anderson.

~Te envío mucha luz y buenas energías.

~~Gracias, las voy a necesitar.

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—Es un lugar muy agradable —dijo Pam observando el restaurante mientras se acomodaba en su puesto—. Y parece tranquilo.

—Lo es —respondió Kurt sentándose frente a ella—. A Blaine y a mí nos gusta justamente por eso.

—Ya que mencionas a mi hijo, creo que lo mejor es ir directo al punto.

—Estoy de acuerdo.

El momento fue interrumpido por el mesero, quien saludó al de ojos claros con familiaridad y colocó sobre la mesa varios aperitivos.

Kurt bebió de un sorbo casi toda el agua carbonatada de su vaso mientras se repetía mentalmente que él tenía el control sobre su vida, y si algo en esa conversación no era de su agrado, podía retirarse.

—Luces nervioso… o quizá incómodo. No estoy segura.

—No voy a negar que es una situación extraña.

—¿Me odias?

—¿Qué?

—La pregunta fue muy clara, ¿me odias?

—No odio a nadie porque en mi corazón no hay lugar para esa clase de sentimientos.

—¿Tal vez sientes desprecio, antipatía, resentimiento o…?

—¿A qué quiere llegar con esto? Porque estoy seguro de que no me buscó para saber lo que siento por usted.

—Aunque te resulte difícil de creer, sí quiero saber.

Kurt inhaló lentamente tratando de poner en perspectiva la situación. Era una buena oportunidad para decirle lo que sentía, así como para preguntarle por qué no le importó dañar a su propio hijo y causarle tal sufrimiento. Él jamás haría nada que lastimara a su pequeñita, y el comportamiento de su suegra era sin duda algo que no lograba comprender.

—Usted es la madre de mi esposo —dijo titubeante—, y…

—La verdad, Kurt. No quiero que digas que me respetas o que…

Pam hablaba sin pausa, como si no necesitara respirar, y él comenzó a desesperarse. Las emociones en su interior estaban desatando una batalla que quería controlar como había aprendido en las sesiones a las que asistía.

Su terapeuta le había enseñado la importancia de expresar lo que pensaba, pero cuando estuviera calmado y fuera capaz de pensar con claridad. Si ella estuviera a su lado le diría que inhalara y exhalara despacio hasta que su cuerpo y su mente se fueran relajando, mas la voz de la mujer que tenía en frente no se lo permitía.

—Usted me trató mal desde el primer día y desde entonces sólo me ha ofendido y humillado en toda ocasión posible. Y por si eso fuera poco, no ha dejado de intentar separarme de Blaine ya que no me considera digno ni suficiente para él.

Sí, me ha hecho daño, pero el daño que le hizo a él es peor todavía.

No sé qué clase de cosas le decía cuando iba a visitarla, pero lo afectaron tanto que dejó de ser la persona a la que conocí y cayó en una fuerte depresión que provocó toda la situación por la que estamos atravesando.

¡Usted afectó su mente y eso repercutió en su vida y por consiguiente en nuestro matrimonio! —golpeó la mesa con el puño y apretó los dientes, sosteniéndole la mirada.

—¡Vaya que necesitabas desahogarte! Pero no te detengas. Dime todo lo que piensas y sientes.

Por la mente de Kurt los recuerdos aparecían uno tras otro de forma veloz hasta que su garganta se cerró y sintió sus ojos volverse acuosos.

—¡Mierda! —exclamó luchando por no derramar ni una sola lágrima delante de su suegra y se puso de pie.

—No te gusta mostrarte vulnerable frente a otros, y menos si se trata de alguien que te ha hecho daño —dijo Pam colocando su mano sobre la de su yerno para detenerlo—. Sé muy bien cómo es eso —suspiró.

Los ojos azules recorrieron el camino desde aquella mano ajena sobre la suya hasta el rostro de la mujer que se encontraba carente de expresión.

»Quizá no te sirva de mucho, Kurt, pero lo lamento. Me disculpo por la forma en la que te he tratado y todo el sufrimiento que les he causado a ti y a mi hijo. Esa jamás fue mi intención.

—¿Qué pretende con esto?

—¿Puedes sentarte? Por favor —le entregó una servilleta.

Kurt se soltó del agarre y tomó el trozo de papel, acomodándose en su puesto mientras limpiaba sus ojos con discreción.

—No entiendo a dónde quiere llegar o cuáles son sus intenciones, pero le aseguro que ya no soy el de antes y no voy a permitir que le haga más daño a mi familia.

—Me alegra saber que eres capaz de hacer todo por los tuyos. Así es como debe ser.

—¿Cuál es el punto de todo esto?

—Sé que Blaine ha pasado por mucho y que debido a su inestabilidad decidió dejarte a cargo de la empresa. También estoy al tanto de todo lo que has hecho por él, así como de los problemas que han tenido.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿N-nos está vigilando? —preguntó horrorizado.

—No es lo que piensas, y te voy a explicar si me das la oportunidad, pero me gustaría empezar diciendo que lo que más deseo es el bienestar de mi hijo, que tenga a alguien que lo ame y que lo haga feliz, alguien que esté a su lado en los momentos difíciles, que sepa valorarlo y que no busque aprovecharse de él y su generosidad.

Alguna vez tuvo a alguien que parecía cumplir esos requisitos, así que confié y le di la bienvenida a la familia, sin embargo, resultó ser distinto a quien aparentaba.

James me dijo en muchas ocasiones que ese sujeto no era más que un vividor que se aprovechaba del amor que nuestro hijo sentía por él, pero no estaba de acuerdo e ignoré sus palabras. Muy tarde comprendí mi error porque resultó ser cierto.

Connor fingió estar enamorado y sacó todo el provecho que pudo durante mucho tiempo, pero en el momento en el que las cosas estuvieron mal y Blaine lo necesitó, se fue de su lado dejándolo devastado, además, se llevó una enorme suma de las cuentas a las que tenía acceso, pero eso de seguro ya lo sabes.

Desde ese día me prometí que no permitiría que nadie volviera a lastimar a mi hijo, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo, y cuando él se cerró a toda posibilidad de tener una nueva pareja, bajé la guardia un poco.

Con el pasar del tiempo James le presentó al hijo de uno sus amigos y a un nuevo socio que estaban muy interesados en él, pero Blaine no quería saber nada sobre ese tema y le pidió que dejara de insistir. Él decía que su corazón estaba demasiado agrietado como para volver a sentir, y de algún modo pensé que eso sería lo mejor porque así nadie podría herirlo, aunque no me gustara el origen de aquello, pero un día llegaste tú y… bueno… fue una sorpresa para todos.

Al conocerte, de inmediato pensé en cuáles serían tus intenciones y todo lo que podía salir mal, y no estaba dispuesta a permitirlo.

Connor siempre lo tuvo todo, y cuando se quedó sin dinero las cosas no cambiaron porque Blaine se aseguró de que jamás le faltara nada, así como de ayudar a sus suegros. Luego consiguió un trabajo en una empresa importante en donde ganaba bien, y aun así no tuvo reparo en robarle antes de abandonarlo. Y si alguien como él fue capaz de hacer algo tan ruin, ¿qué podía esperar de una persona de escasos recursos que apareció de pronto y que tenía a mi hijo totalmente hipnotizado? Y como gancho adicional, con una niña que era el instrumento perfecto para llegar a su corazón.

—¡Lo que está diciendo es horrible! ¡Mi condición económica no determina la clase de persona que soy! ¡Tengo integridad y jamás buscaría a alguien por interés, y mucho menos usaría a mi hija!

—Ahora lo sé.

—Fue Blaine el que se acercó a mí. Él dio el primer paso y yo me mantenía alerta porque tenía miedo de lo que pudiera pasar debido a todas las cosas que había vivido, pero resultó ser una persona extraordinaria con quien tuve una conexión inmediata que nos permitió convertirnos en amigos y volvernos cercanos en poco tiempo, y a pesar de eso, batallé con muchas cosas, más aún cuando nuestros sentimientos fueron cambiando ya que no lograba asimilar que alguien como él se hubiera fijado en mí de ese modo.

No se imagina cuánto me costó entender y aceptar que podíamos estar juntos y que yo podía ser parte de su mundo, pero al final sucedió y me dejé llevar por mis sentimientos.

Me enamoré de cada una de sus cualidades y también de sus defectos, me enamoré como una vez había prometido que jamás lo haría, pero en el corazón no se manda.

La historia que Blaine y yo tenemos es demasiado grande, así como compleja. Ninguno de los dos estaba buscando a alguien, ninguno tenía la intención de que la amistad se convirtiera en algo más, pero el destino tenía otros planes y eso ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, y no tiene nada que ver con el dinero.

Siempre traté de ser recíproco y darle tanto como él a mí, quizás no en lo material, pero si en otros sentidos. Teníamos una relación maravillosa y feliz hasta que todo se puso de cabeza y se volvió complicado, y eso se lo debemos a usted.

—Kurt…

—Blaine es una de las personas más buenas que he conocido y jamás he tenido la intención de dañarlo, aunque últimamente he cometido más errores de los que me gustaría admitir, sin embargo, estoy tratando de enmendarlos y sobre todo de demostrarle cuánto lo amo y que siempre estaré a su lado para todo lo que él necesite.

—Lo sé. Ahora lo comprendo y puedo ver todo con claridad. Como te dije antes, estoy al tanto de lo que has hecho y sigues haciendo por él, por eso estoy aquí para darte las gracias y para pedirte que me perdones.

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Kurt llegó a su casa y se sentó en el sofá. Con un suspiró se quitó los zapatos empujándolos con los pies a la vez que aventaba la corbata hacia un lado.

Con ambas manos frotó su rostro repetidas veces antes de apoyarse en el espaldar y cerrar los ojos.

—¡Hola! ¿Cómo te fue? —saludó Mercedes caminando en su dirección— ¿Kurt? ¿Estás bien? —se sentó preocupada a su lado cuando este no le respondió.

—Es más de lo que puedo asimilar en este momento.

—¿A qué te refieres?

—A todo… Me siento exhausto.

—Es normal, pero ya estás en casa y puedes descansar —le palmeó suavemente el hombro.

—Lo siento, es muy tarde y todavía sigues aquí. Dexter debe estar preocupado.

—No te preocupes por eso, él sabe que te estoy ayudando.

—Dale las gracias de mi parte.

—Seguro… ¿Día pesado?

—Como no te imaginas… Quienes dicen que las personas que trabajamos en una oficina no tenemos la menor idea de lo que es tener un día duro, no saben de lo que están hablando.

Casi se cae un negocio que hubiera resultado en una gran pérdida para la empresa. Y luego todas las reuniones y… No quiero pensar en eso ya.

—No deberías. Tu hogar es tu lugar sagrado. Deja los problemas y todo lo relacionado al trabajo fuera de aquí.

—Me gusta cómo suena eso —suspiró con pesadez—. ¿Cómo está Steph? ¿Comió?

—No mucho por el malestar de la garganta, pero lo hizo.

—¿Y Blaine?

—Con fiebre y decaído. Él no ha comido nada en todo el día, pero se tomó el jugo de manzana que le preparé.

—Gracias… De verdad, gracias por estar aquí.

—Tranquilo —dijo con cariño—. Sabes que cuentas conmigo.

—Es mi responsabilidad cuidarlos.

—Estabas ocupado, además, a mí no me cuesta nada darte una mano.

—Sí, pero están enfermos y…

—Tienen un resfriado que debe cumplir su ciclo, eso es todo. Pronto estarán bien. Lo que tienes que hacer es cuidarte para que no te vayas a contagiar.

—Creo que me estoy enfermando ya porque este dolor de cabeza no se me quita con nada.

—Tengo un remedio infalible para eso. Acuéstate que enseguida regreso —se levantó presurosa y desapareció por el corredor.

Kurt sacó todo lo que llevaba en los bolsillos y lo colocó sobre la mesa de centro, luego tomó un par de cojines, los acomodó y se dejó caer con pesadez.

Había sido un día de por sí extenuante entre todas las reuniones e inconvenientes que tuvo que resolver, y a eso se sumó la conversación de casi tres horas con su suegra y el dolor de cabeza implacable. Sentía como si toda la energía de su cuerpo hubiera sido drenada, y eso que a la universidad sólo había avanzado para entregar unos trabajos.

—Cierra los ojos y relájate —dijo Mercedes llevando una toalla pequeña en la mano.

—¿Qué tiene eso? —preguntó al percibir el aroma.

—Menta. Pero ya no pienses en nada y déjame cuidarte.

—Tienes que ir a tu casa.

—Deja de preocuparte —le colocó la toalla en la frente—. Ahora inhala, pero hazlo despacio —le acercó un pequeño frasco a la nariz—, y frota esto en tus muñecas.

—Se siente tan bien —suspiró.

—Esto te va a ayudar.

—Gracias —dijo con un bostezo y volvió a respirar profundamente—. Siempre has sido mi ángel.

¡Ay no! —se sentó de forma súbita— ¡No quiero que te vayas sola en un taxi a esta hora!

—Tranquilo, Dexter va a venir a buscarme.

—Oh, oh… Qué bueno… —suspiró con alivio y se acostó colocando la toalla sobre su frente— Él es el ángel que mereces.

—No lo puedo negar, mi Dexter es maravilloso.

Cuando su amigo se quedó en silencio durante un tiempo prolongado, Mercedes sacó su celular y le envió un mensaje a su pareja.

—Pam Anderson es una mujer indescifrable —dijo Kurt con otro bostezo.

—¡Me has hecho asustar! Pensé que te habías quedado dormido.

—No puedo dejar de pensar en las cosas que me dijo… Tiene una forma extraña de demostrarlo, pero creo que sí quiere a Blaine.

—Es su hijo, ¿por qué no habría de quererlo?

—Es complicado… Ella es complicada.

—La gente rica es así. Pero supongo que después de lo que mencionaste, algo bueno salió de esa conversación.

—Quiere acercarse más a Blaine.

—Eso es muy bueno.

—Quiero creer que es así, pero no estoy seguro. Además, me preocupa James. Ese hombre no tiene escrúpulos y no va a permitir que su esposa se involucre con nosotros.

—Espera, ¿eso significa que también quiere entablar una relación contigo y con Steph?

—Eso fue lo que dijo, pero no sé si sea lo mejor para el proceso por el que estamos pasando, sobre todo para Blaine.

—Si ha cambiado de actitud y sus intenciones son sinceras, tal vez su presencia sea algo positivo.

—Te juro que no lo sé. No tengo idea de cómo pueda afectar la presencia de ella en nuestras vidas, y no quiero que nada perturbe la paz de mi familia.

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Kurt no sabía por cuánto tiempo había estado durmiendo, a qué hora se había ido su amiga o lo que le había hecho, pero estaba más aliviado y su cabeza se sentía ligera.

Con sumo cuidado entró a la habitación de Steph y se acercó a la cama. Su corazón latió feliz, su pecho se elevó con una gran respiración y de sus labios brotó una suave sonrisa al ver a Blaine acostado de lado abrazándola y ella sujetándole varios dedos con la mano.

Deseaba tener su teléfono para capturar el momento, pero no sabía dónde lo había dejado.

Con sigilo se acercó a la pequeña y le besó la frente luego de comprobar su temperatura. Procedió a hacer lo mismo con su esposo y se alarmó al notar lo caliente que este estaba.

—Hola —susurró Blaine.

—Lo siento. No quise despertarte.

—Tranquilo —dijo abriendo ligeramente los ojos, sólo descansaba.

—Tienes mucha fiebre.

—Pronto va a pasar, no te preocupes.

—¿Cómo no voy a preocuparme? La fiebre tan alta es señal de que tienes una infección.

—Ya sabemos lo que tengo y estoy tomando todos los medicamentos que me mandaron, pero esto tiene un proceso.

Steph estaba igual y ha ido mejorando. En la mañana tuvo algo de fiebre, pero luego de que le bajó, no le ha regresado, y aunque esta decaída, definitivamente se siente mejor que en días pasados. De la misma forma yo me voy a ir recuperando.

—Lo sé, es sólo que no me gusta verte así. Ni siquiera estás comiendo y el doctor dijo que debes alimentarte correctamente y tomar vitaminas porque tienes las defensas muy bajas, por eso te contagiaste.

—No he sentido hambre en lo absoluto. Lo único que tengo es sed. En cuanto a lo otro, me contagié cuidando a mi hija y no me importa porque ella lo vale todo —la observó y sonrió.

—Eres el mejor papá del mundo, pero tienes que cuidarte y tomar las vitaminas.

—Sí, cariño. Lo voy a hacer cuando no me duela tanto la garganta porque suficiente batallo con las medicinas. Ahora ya no te preocupes más, lo que deberías hacer es acostarte porque se nota que tuviste un día muy pesado.

—Pesado e inesperado.

—¿Por qué?

—Tantas cosas… pero mañana hablamos de eso.

—Está bien —realizó una mueca con pesar—. Lo siento. La tina caliente te ayudaría en este momento, y no está lista.

—No tienes por qué disculparte. Estás enfermo, además ya te he dicho que no es tu obligación hacerlo.

—Pero me gusta atenderte cuando llegas.

—Gracias por ser tan bueno —suspiró—. Y descuida. Estoy tan cansado que no hubiera podido agacharme, levantarme y todo eso. Lo más probable es que si de algún modo hubiera logrado acomodarme en la tina, que lo dudo, me quedaría ahí dormido en segundos.

Minutos después, el castaño se encontraba buscando su pijama luego del baño rápido que se había dado. Su estómago emitía varios sonidos, pero el agotamiento que sentía era más grande y no estaba dispuesto a bajar para buscar comida. Después de todo, no sería la primera vez que se iba a dormir con hambre.

Aquel pensamiento lo estremeció al remontarlo al pasado y frotó sus brazos al sentir un escalofrío recorrerle el cuerpo.

Se vistió rápidamente, bebió agua y por un instante estuvo tentado a ver la hora, pero desistió ya que no quería saber cuánto tiempo le quedaba para dormir así que, con una mirada a su enorme cama vacía, apagó la luz.

—Me encanta —susurró Blaine con voz somnolienta al sentir el brazo de su pareja rodeándolo por detrás, e intentó moverse un poco para darle más espacio, teniendo cuidado de no despertar a Steph—, pero creo que estarías más cómodo en nuestra habitación. Hay poco lugar donde estás.

—No, así estoy bien. Nada puede ser mejor que estar con las dos personas a las que más amo —le besó el hombro—. Descansa.

—Tú también —giró la cabeza y se inclinó en busca de un beso, pero se detuvo de inmediato al darse cuenta de lo que estaba haciendo—. No podemos, no quiero contagiarte.

Kurt lo tomó suavemente del rostro y juntó sus labios. —Te amo.

—Te amo más.

El de piel nívea volvió a abrazar a su esposo y cerró los ojos con la intención de dormir, pero la conversación que tuvo con Pam llegó a su mente.

No le hacía feliz la idea de que ella estuviera presente en sus vidas por todo lo que eso podía provocar, pero tampoco quería ser quien impidiera un acercamiento entre Blaine y su madre si eso significaba que la relación entre ellos tenía posibilidades de mejorar.

Pero, ¿y si no estaba siendo sincera? ¿Qué tal si lo único que quería era seguir envenenando a Blaine? ¿Y si todo era un plan que había tramado junto a James para destruir su hogar?

—¿Quieres hablar de eso? —indagó preocupado el de rizos— Te pusiste muy tenso.

—No, pero gracias por preguntar. Lo único que quiero es dormir.

Anderson colocó su mano sobre la de su esposo y entrelazó sus dedos.

—Entonces ya no pienses en nada e intenta relajarte. Lo que sea que esté pasando, lo vamos a superar juntos.

—Tú y yo contra el mundo, ¿eh?

—Por siempre.

Kurt sonrió y sintió como su cuerpo finalmente se soltaba mientras sus ojos se cerraban y una cálida sensación lo iba llenando.

Y es que a veces no hay nada mejor que un gesto, una acción o una palabra oportuna para mejorar tu día, y si esta proviene de la persona que amas, es incluso capaz de reconfortarte el alma.