.


CAPÍTULO 15:

"El caos que es mi vida"


.

Artie escuchaba atentamente a Kurt hablar de lo difícil que había sido su semana, y no le gustaba en lo absoluto el panorama que este describía.

—Hay algo que no entiendo —interrumpió—. ¿Por qué tienes tanta carga encima?

—Hay muchas responsabilidades en la empresa, y la universidad no se queda atrás. A veces pienso en dejarla y si me contengo es porque ya abandoné una carrera y se perdió mucho dinero ahí. Blaine dijo que no importaba, pero no me parece justo hacerlo nuevamente.

—No debes renunciar a tus estudios. Más allá del asunto monetario, porque es algo que realmente deseabas y que te gusta, pero la empresa es muy desgastante para ti. Andas casi igual de cansado y estresado que cuando trabajabas en la construcción y limpiando zapatos, y no hay ninguna razón para que sea así. Ahora que tienes una mejor situación económica, tu vida debería ser tranquila.

—A veces el trabajo se vuelve demandante.

—Puedo comprender eso, pero hay algo que no me cuadra porque cuando Blaine estaba a cargo de la empresa, nunca lució mal.

—Gracias —dijo con ironía y haciendo un gesto.

—A lo que me refiero es a que siempre lo vi relajado, alegre, disponiendo del tiempo suficiente para estar contigo y con Steph, salir de viaje y un largo etcétera.

Él iba a la oficina, realizaba sus funciones, y claro había días complicados, pero nunca lo vi con esa presión y esa angustia con la que te veo a ti, y tampoco recuerdo que se esclavizara porque como dueño del lugar tenía personas encargadas de los diferentes departamentos, a las cuales dirigía y en las que confiaba. Y definitivamente no creo que las cosas hayan cambiado ahora que estás al frente ya que así es como funcionan las empresas y hasta los negocios pequeños, lo sé por experiencia, por eso no logro comprender esta situación.

Podrías estar viajando por el mundo, disfrutando al máximo de tu familia, o haciendo cualquier cosa que quisieras, pero no, prefieres estar metido en esa empresa todo el tiempo. Y no estoy diciendo que te quedes de brazos cruzados sin hacer nada por el resto de tu vida, simplemente no encuentro la razón para que te presiones de esa forma.

Dinero tienes de sobra y los negocios van muy bien, según lo que me has platicado, así que por el aspecto económico no puedes estar preocupado, ¿o me equivoco?

—No, no lo estoy.

—Entonces deberías hablar con Blaine y decirle que vas a hacer una pausa. Te mereces un descanso, y él no se va a negar. De hecho, hace poco me contaste que te había propuesto contratar a alguien porque no quería que te sintieras agobiado.

—Dijo que buscaría a alguien para que me ayudara, no para que se hiciera cargo.

—¿Es una broma acaso? Sabes bien a lo que él se refería. ¿O es que hay algo que me estás ocultando?

—Artie, deja de darle un sentido diferente a las cosas.

—Me resulta difícil porque al escucharte lo único en lo que puedo pensar ahora es en que Blaine te está obligando a asumir toda esa responsabilidad.

—¡Él jamás haría eso! ¡Nunca me ha obligado a nada!

—¿Entonces? Porque te estás contradiciendo.

—No me hagas caso. Estoy tan cansado que ya no sé ni lo que digo.

—Kurt, te conozco lo suficiente como para darme cuenta de que tu comportamiento no es normal. Ya no necesitas trabajar hasta el agotamiento ni tienes por qué abarcar con todo. ¿Por qué lo haces?

El joven de castaña cabellera frotó su frente repetidas veces con una mano hasta deslizarla por su cabeza y llegar a la nuca, exhalando con pesadez.

—Blaine le dedica el tiempo y atención que se requiere a la casa, Steph, las terapias y todo lo que me prometió, así que debo esforzarme de la misma manera. Él me confió la empresa que con tanto esfuerzo y trabajo arduo creó y posicionó al nivel que tiene, y no puedo defraudarlo renunciando a mis responsabilidades. No sería correcto bajo ningún punto de vista.

—Como jefe debes también saber dirigir y delegar, y eso no significa que estés renunciando o que no seas capaz de hacer algo —lo observó durante unos segundos—, aunque la expresión en tu rostro me dice que hay más, ¿cierto?

—No sé a qué te refieres.

—Si no me quieres contar, está bien, pero sí deberías hablar con alguien al respecto porque algo te ocurre y no quieres aceptarlo… o tal vez no te das cuenta.

Te quejas de lo cansado que te sientes, pero nadie te obliga a hacer todo lo que haces. Te lamentas de que casi no ves a Steph, sin embargo, eres tú quien quiere estar en la oficina todo el día. Hablas de… —frunció el ceño— ¿Estás teniendo problemas con Blaine?

—No. Las cosas están bien. No vivimos en un cuento de hadas, pero todo ha mejorado significativamente.

—¿Estás seguro? Porque haciendo un análisis rápido me da la impresión de que buscas la manera de mantenerte ocupado y así pasar el menor tiempo posible en tu casa, por consiguiente, con él.

¿Se debe a lo que dijiste una vez acerca de que ya no es el mismo?

—En algunos aspectos Blaine está volviendo a ser el de antes, en otros es alguien diferente, pero me gusta lo que estoy redescubriendo. Me gusta quien es y la persona en la que se está convirtiendo.

—Eso no significa que quieras estar a su lado.

—Artie, lo amo.

—Pero…

—No hay ningún pero. Lo amo, disfruto de su compañía y de todo lo que estamos construyendo. Ya te dije que no estés sobre analizando las cosas.

—Mmm… ¿Y qué tal la intimidad?

—Ah… Bueno… No ha pasado nada desde que regresó… Incluso desde antes de que se fuera… pero no es algo de lo que quiera hablar.

—No me refería a eso sino al tipo de intimidad que vas desarrollando con tu pareja a través del tiempo y la convivencia, aunque me resulta interesante que dijeras que no quieres tocar el tema de la sexualidad, pero que haya sido lo primero que vino a tu mente.

Que durante el periodo de depresión por el que Blaine atravesó, ustedes no tuvieran relaciones es totalmente comprensible, no obstante, las cosas han mejorado y en la actualidad…

—No es mi intención ser grosero, Artie, pero se me hace tarde para recoger a Steph de su clase de natación —se puso de pie.

—Sí —revisó su reloj—. Increíblemente ya te tienes que ir. Es como si hubieras sincronizado esta conversación para que terminara en el momento preciso.

—Eso sería imposible —se dirigió hacia la puerta—. Gracias por todo. Cuídate mucho.

—Tú igual. Y habla con Blaine.

Con un suspiro Kurt abrió la puerta y salió del departamento.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

—Y ya puedo aguantar la respiración todo ese tiempo —exclamó Steph emocionada y orgullosa de si misma mientras caminaba de la mano de su padre por el parque.

—Me alegra mucho, amor. Pronto serás toda una experta.

—Sí, y podré ir a bucear y ver muchos peces y animalitos raros, como los que salieron en el programa de la televisión el otro día.

—¿En cuál programa?

—Uno que veo con mi papi todas las semanas. Ahí siempre muestran diferentes especies y su hábitat.

—Especies y su hábitat —repitió orgulloso de la manera de expresarse de su hija—. Suena muy interesante.

—Sí, lo es. ¿Sabías que hay peces de agua salada y otros de agua dulce? Y también… —empezó a dar toda una cátedra, en medio de la cual se quedó pensativa— Papito, ¿sabes bucear?

—Nunca lo he intentado.

—¿Puedes aguantar la respiración bajo el agua?

—Sí.

—¿Cuánto?

—No estoy seguro. Solía resistir mucho cuando era joven.

La niña lo observó detenidamente.

—Pero papito, ¿cómo es eso si estás muy joven?

—Quise decir más joven. Cuando era un adolescente.

—¡Ah! ¿Y eso fue hace mucho?

—Antes de que nacieras.

—¡Oh! —levantó las cejas.

—Sí… Oh… —dijo en tono juguetón— De eso han pasado varios años ya.

—Si quieres puedo enseñarte.

—¿De verdad me ayudarías?

—Claro que sí. Voy a ser una gran maestra.

—Estoy seguro de que así será —le sonrió.

—Sí, sí —saltó entusiasmada—. Te voy a enseñar todo lo que sé y también a bucear, cuando aprenda, porque a papá le gusta mucho y vamos a ir juntos a conocer todas las maravillas que hay bajo el agua, y tienes que acompañarnos.

—Claro, amor, pero para ir a las profundidades se necesita un equipo especial.

—Sí, depende de lo que quieras hacer. Papá dijo que me va a comprar todo lo que necesite, y si no tienes equipo, le decimos para que también te compre.

¡Mira! ¡El columpio está desocupado! —exclamó con emoción, olvidándose del tema— ¿Puedo ir?

—Sí, pero con cuidado. No vayas a…

Antes de que terminara la frase, su niña ya estaba corriendo, y él sonrió al verla tan feliz.

Media hora de juegos bastó para que se sintiera de cierto modo renovado, pero también para que comprendiera que no quería estar tanto tiempo alejado de su hija.

En su corta existencia, Stephanie había pasado más tiempo con otras personas que con él, y eso le dolía. Siempre tuvo que trabajar arduamente para procurar cubrir las necesidades de su pequeña, pero las cosas habían cambiado. Artie tenía razón.

—Papito… papito —lo haló de la mano.

—¿Si? ¿Qué pasa, amor?

—Te estoy hablando, pero no me escuchas.

—Lo siento. ¿Qué me decías?

—Que me gusta venir al parque contigo.

—A mí también me gusta —suspiró.

—El sábado es mi día favorito porque estamos juntos.

Kurt sintió todo su cuerpo estremecer y se agachó para quedar a la altura de su hija.

—Steph… —le acarició el rostro luchando con el nudo que se estaba formando en su garganta.

—¿Por qué vas a llorar, papito? Tus ojos se están poniendo aguaditos.

—Te amo mucho.

—Yo también te amo, papito.

—Eres lo mejor, lo más hermoso y valioso que la vida me ha dado. Eres la luz de mis ojos, los latidos de mi corazón y… —Steph lo abrazó fuertemente y él hizo lo mismo— Te amo más de lo que puedas comprender, mi niña, y te prometo que vamos a pasar juntos más tiempo.

—¿De verdad?

—Sí, amor —le besó la cabeza—. Ya sé que últimamente he estado trabajando mucho y casi no nos hemos visto, pero eso va a cambiar. De hoy en adelante será distinto. Lo prometo —La niña suspiró y él también.

Al levantar la cabeza, Kurt se tensó y siguió con la mirada a aquella persona que divisó no muy lejos de allí.

»¿Te gustaría tomar un helado, amor?

—Sí —Steph asintió levemente.

—Vamos —le sonrió y le besó la frente antes de levantarse.

—¿Puedo pedir el que quiera?

—Por supuesto —la sujetó de la mano y se dirigieron hacia donde se encontraba el carro rodeado por un grupo de niños y varios adultos, pero no perdía de vista al sujeto aquel.

—¿Tú cuál quieres, papito?

—Elige uno delicioso para mí, amor.

Tras dar un vistazo rápido, se acercó a una mujer joven que estaba en ese grupo.

—Sasha, ¿te puedo pedir un favor?

—Sí, claro.

—¿Podrías observar a Steph un par de minutos?

—Seguro. No hay ningún problema. Kevin también está pidiendo un helado.

—No sabes cuánto te lo voy a agradecer. No tardo.

—Tómate tu tiempo. Aquí vamos a estar.

—Steph, amor.

—Todavía no decido cuál quiero.

—Está bien, no hay prisa. Pero quiero que me esperes junto a Sasha y Kevin.

La niña volteó y vio a la agradable mujer agitando la mano.

—Bueno. ¿A dónde vas?

—Al baño. Enseguida regreso.

Mientras caminaba en dirección del individuo, dio las gracias por encontrar a una de las mamás con quien se llevaba muy bien del curso de natación, ya que la idea de dejar a su niña sola no era de su agrado, aunque el lugar era tranquilo y conocía a la mayoría de las personas que estaban en los alrededores a esa hora.

Cuando se iba acercando al sujeto en cuestión, quien no dejaba de sonreír, este volteó de manera súbita haciendo contacto visual y rápidamente se movió de donde había estado parado durante los últimos minutos, sin embargo, él conocía bien el lugar y cortando camino por un costado logró alcanzarlo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó furioso.

—No sabía que el parque fuera tuyo —respondió el hombre intentando sonar firme, aunque era evidente que estaba nervioso.

—¿Por qué nos estas siguiendo?

—Yo… No… ¿De qué hablas?

—No sé qué es lo que pretendes, Connor, pero te advierto que no voy a permitir que te vuelvas a acercar a mi hija.

—No estoy haciendo nada.

—No creas que he olvidado que estuviste acosándola durante mi ausencia.

—Esa es una palabra muy fuerte que no deberías usar a la ligera.

—¿Y cómo le llamas a acercarte en varias ocasiones a una niña sola pretendiendo ser un amigo de la familia y pedirle que mantenga el secreto por una absurda razón?

—Jamás hice nada malo. No obstante, me deja claro que no la has criado bien cuando no tuvo problema en conversar con un extraño.

—¡No te atrevas a cuestionar la forma en la que he educado a mi hija! —gruñó— ¡Te acercaste a ella con engaños! ¿Por qué? ¿Qué es lo que pretendías?

—Eso ya lo sabes. He regresado por lo que es mío.

—¡No hay nada aquí que sea tuyo!

—Blaine es mi esposo.

—¡No es cierto!

—Nunca firmé el divorcio, lo sabes.

—El matrimonio fue anulado, y eso lo sabes perfectamente.

—No voy a tratar ese tema contigo —dijo luciendo inquieto mientras miraba una vez más hacia un costado.

Kurt volteó buscando la causa de distracción de Connor, sin embargo, no notó nada extraño. Todo lo que vio fue niños jugando con sus padres o niñeras.

Aprovechando la distracción, Connor se dio la vuelta sigilosamente para alejarse, pero no logró su cometido.

—¿A dónde vas? ¡No he terminado! —protestó el castaño.

—En lugar de estar aquí molestándome, deberías ir con tu hija.

—¡Aléjate de mi familia!

—No me interesa tu familia, quiero a la mía.

—Ya no tienes nada aquí, ¿por qué no puedes entenderlo?

—Lo que no tengo es tiempo para esta absurda conversación.

—¡Te lo advierto, Connor! ¡No voy a permitir que dañes a los que amo!

—¿Me adviertes? ¿Y qué es lo que piensas hacer?

—¡Estoy dispuesto a todo por mi familia!

—Yo también —le dio la espalda y se alejó.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

Durante el almuerzo, Steph hablaba alegremente de lo que había aprendido en su clase y lo mucho que se había divertido con Kurt en el parque.

El de ojos azules escuchaba las anécdotas en silencio, sonriendo levemente por momentos.

—Y eso no es todo —dijo emocionada—. Mi papá me prometió que ya no va a trabajar tanto para pasar más tiempo conmigo.

Kurt dejó caer el cubierto sobre la mesa y lo recogió torpemente.

—Me parece bien —dijo Blaine notando lo pálido que se había puesto su esposo—. Es una excelente decisión —extendió el brazo y lo tomó de la mano.

El menor observó la mano sobre la suya y fue moviendo la cabeza hasta encontrarse con la mirada preocupada de su pareja.

—Cr-creo que Steph me necesita y…

—Así es, y me alegra que vayan a pasar juntos más tiempo.

—Estoy muy feliz —dijo la niña—. Extrañaba a mi papito.

—Yo igual —susurró.

Casi una hora después, Kurt se encontraba terminando de acomodar las cosas en el lavavajillas cuando su esposo entró a la cocina.

—Realmente me da mucho gusto que tomaras esa decisión.

—¿Podemos hablar cuando estemos solos?

La voz de la niña llenaba el lugar mientras cantaba.

—Seguro. Pero, ¿de qué quieres hablar? ¿De que vas a trabajar menos o de lo nervioso que estás desde que Steph lo mencionó?

—Blaine, por favor… Más tarde.

—¿Qué te ocurre? —se acercó con cautela para abrazarlo por detrás y le besó el hombro— ¡Vaya! Estás muy tenso. Necesitas relajarte —empezó a darle un masaje.

—¿Puedes por favor detenerte?

—Sólo dije que necesitas relajarte.

—No quiero que sigas haciendo eso.

—¡Oh! —retiró las manos al entender a lo que se refería— Estaba tratando de ayudar.

—Lo sé, y te lo agradezco, pero no estoy de ánimos.

—Bien, comprendo —se dio la vuelta.

—Nunca dije que te fueras, nada más que no quería el masaje.

—Kurt…

—Lo siento… ¿Podrías sólo abrazarme como lo estabas haciendo? Por favor.

El de rizos se sintió confundido, aun así, se volvió a acercar a su pareja y la rodeó por la cintura.

—Si no me dices lo que te ocurre, ¿cómo podré ayudarte o saber lo que necesitas?

—Esto es todo lo que necesito en este momento —con un suspiro se apoyó en el pecho de Blaine y cerró los ojos.

—Te amo Kurt —le susurró al oído—, y siempre voy a estar para ti.

—Lo sé.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

—No puedo creer que Kurt estuviera en el parque —negó Connor con la cabeza mientras abría una cerveza—. ¿Qué hacía ahí?

—Llevó a su hija a jugar —respondió su mejor amigo sacando otra botella del refrigerador.

—Me refiero a lo que hacía en ese parque en particular. Obviamente no vive cerca de aquí, así que encontrarlo era lo último que me hubiera imaginado. No sabes el susto que me llevé cuando lo vi.

—Me di cuenta. A lo lejos se te notaba el nerviosismo y a él la rabia, por eso me fui acercando hasta que me miraste y negaste al disimulo.

—Menos mal que entendiste. Juro que mi corazón estaba a nada de explotar porque seguías avanzando —resopló.

—Tal vez hubiera sido lo mejor para ponerle fin a esto.

—¡Claro que no! ¿Qué te pasa? Y menos después de que el idiota ese se atreviera no sólo a desafiarme sino también a amenazarme.

Nunca fue personal. No tenía nada en su contra. Incluso me sentía mal por él y por su hija al estar en el medio de todo esto, pero se acabó. A partir de hoy tiene en mí a un enemigo.

—Creo que estás exagerando.

—No lo hago. Él se atrevió a amenazarme, y no me voy a quedar tranquilo. Ya en el pasado tuve que bajar la cabeza y soportar todas las porquerías de James, pero esta vez es diferente.

—Claro porque no hay ni un punto de comparación entre ellos. Ese chico no es un desalmado.

—Él está…

—Protegiendo a su familia.

—¡No entiendo por qué siempre estás en mi contra! —exclamó furibundo— ¿Qué haces aquí si nunca estás de acuerdo con mis planes?

—Ya te lo he dicho. Intento hacerte comprender los errores que estás cometiendo.

Habla con Blaine, cuéntale todo y luego aléjate. Él ya tiene una vida nueva y no es correcto que quieras estropearla otra vez.

—Lo que dices no es justo. Sabes bien que nunca quise lastimarlo.

—Aunque sea cierto, le destrozaste la vida junto a su padre, y lo que no es justo es que ahora que ha logrado seguir adelante y ser feliz…

—Yo puedo hacerlo feliz. Cuando lo tenga de regreso me encargaré de compensar todo lo que tuvo que pasar y le demostraré cuánto lo amo.

—Si de verdad lo amas, déjalo tranquilo. Él tiene un hogar ahora. No lo destruyas como James lo hizo con el tuyo.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

—Steph finalmente se durmió —dijo Kurt quitándose los zapatos al entrar en su habitación—. Es increíble cuánta energía tiene. Estoy agotado —movió la cabeza en forma circular mientras siseaba.

Blaine se acercó y lo observó durante unos segundos sin decir nada, luego lo tomó de la mano y lo llevó hacia el baño.

El lugar estaba iluminado por velas aromáticas, varios pétalos de rosas adornando la tina que aguardaba con agua caliente y sales, y como un toque especial, música suave de fondo.

Kurt conocía personas que dirían que eso era cursi, cliché o pasado de moda, pero a él le encantaban esa clase de detalles, así fuera considerado anticuado por ello.

—Esto es hermoso —suspiró—. ¿Por qué?

—Porque te lo mereces.

—Blaine…

El mencionado sonrió con dulzura.

—¿Puedo? —preguntó llevando sus manos hacia los botones de la ropa de su esposo.

Kurt suspiró nuevamente antes de asentir. No era la primera vez que el de rizos hacía eso desde que la situación entre ellos empezó a mejorar, pero en aquel instante se sentía diferente de una forma inexplicable.

Antes de darse cuenta, todas las prendas fueron retiradas, y se ruborizó.

—Gracias —miró a su pareja a los ojos con un cúmulo de emociones invadiéndolo.

—Espero que esto te ayude a relajarte.

—Estoy seguro de que lo hará.

—No dejes que el agua se enfríe —se agachó a recoger la ropa.

—Blaine…

—Dime.

—¿Te quedarías conmigo? Ya sé que… pero me gustaría… Si es que tú quieres.

El susodicho lo miró fijamente ante la inusual petición. Bañarse juntos era el mayor grado de intimidad que habían vuelto a compartir, aunque no duró mucho tiempo.

Con cierta incertidumbre se quitó la ropa, sin que Kurt dejara de observarlo, lo cual tomó como una buena señal.

Una vez acomodados en la enorme tina, con Anderson por detrás, un silencio necesario los acompañó hasta que ambos estuvieron listos para expresarse.

—Se siente tan bien estar aquí así contigo —dijo el de piel nívea respirando profundamente mientras apoyaba la cabeza en el hombro de su cónyuge.

—Sí, se siente muy bien… —cerró los ojos, cubriéndolo con ambos brazos— No sabes cuánto extrañaba esto.

Kurt frunció el ceño por un instante.

—¿Y por qué dejaste de hacerlo?

—Creí que te incomodaba.

—¿Por qué me incomodaría?

—No lo sé. Has estado actuando de una manera que me resulta confusa. He querido hablar contigo acerca de eso, pero casi nunca te veo y cuando estás aquí, te vuelves distante la mayor parte del tiempo.

—¿Cómo que te confundo? —se enderezó— ¿En qué sentido?

—Con las cosas que dices y haces. Como lo que ocurrió en la tarde cuando no quisiste que te tocara, pero luego me pediste que te abrazara.

—Nunca dije que no me tocaras. Lo que no quería era el masaje, y no es lo mismo. Fuiste tú quien asumió otra cosa.

Blaine exhaló con fuerza.

—Eso es a lo que me refiero. Tal vez lo asumí de esa forma porque cuando me acerco a ti, sueles decirme que no quieres que te toque o simplemente te apartas en silencio. No siempre es así, pero sí la mayor parte del tiempo.

Igual ha sido con lo del baño y con otras situaciones que francamente me desconciertan y me mantienen alerta porque no sé de qué manera vas a reaccionar.

A veces no me quieres cerca y otras no tienes problema con ello, por ejemplo, hace dos noches te fuiste al extremo de la cama sin decir nada y ahí permaneciste hasta el amanecer, pero ayer dormiste abrazado a mí.

No sé si te está pasando algo, si tiene que ver conmigo o qué es lo que ocurre, pero como mencioné, no se había presentado la ocasión para hablarlo.

Kurt exhaló lentamente por la boca y fue girando hasta quedar de frente, luciendo bastante preocupado.

—Ya que estamos aquí, deberíamos aprovechar el momento para hablar.

—¿Quieres salir?

—No. Si nos movemos tal vez pierda el valor para hacer esto.

—¿Tan malo es?

—No estoy seguro de cómo establecerlo.

—Tal vez deberías empezar contándome que es lo que te molesta o te preocupa, porque habíamos progresado mucho y de pronto las cosas cambiaron.

—No sé qué me pasa, no sé lo que estoy sintiendo o haciendo, por absurdo que suene. Ni siquiera me había dado cuenta de que he estado actuando de la forma que dices.

No se trata de ti. Soy yo el del problema.

—Pero hay algo que te ha llevado a esto.

—Hay factores externos que tal vez no he sabido manejar y me están afectando más de lo que pensaba.

—¿Factores externos?

—Me refiero a cosas que no tienen que ver con nosotros directamente.

—¿Qué clase de cosas?

—A veces desearía que me abrazaras fuerte y que todo volviera a su lugar.

—¿A su lugar?

—Cuando éramos los tres y estábamos felices.

—¿Tiene que ver con el hecho de que mi mamá quiere ser parte de nuestras vidas?

Porque puedo entender que no te sientas cómodo con su presencia por todo lo que ocurrió. Incluso, al comienzo creí que esa era la razón por la que llegabas tarde cuando venía a visitarnos, luego empezaste a hacerlo todos los días y poco después tu comportamiento se volvió errático.

A raíz de eso le pedí que dejara de venir con la esperanza de que todo volvería a la normalidad, sin embargo, nada cambió y ya no sé qué pensar.

—¿Tu mamá ya no está viniendo?

—No. Te lo dije cuando tomé la decisión.

—Lo siento. No recuerdo haberte escuchado… —se mordió el labio— Si quieres, llámala mañana y dile que…

—No.

—Es tu mamá y…

—Su presencia no te hace bien, Kurt, y tú eres mi prioridad.

El aludido desvió la mirada durante unos segundos y se quedó pensativo.

—Te amo y no quiero ser la razón por la que nuestro matrimonio fracase.

—También te amo y estoy seguro de que podemos superar esto.

—Realmente lamento todo lo que estoy causando.

—No te culpo de nada. Sólo me preocupa verte mal.

—Creo que estoy perdiendo la razón —susurró.

—No es así, amor, pero sí hay algo que te está agobiando al punto de hacerte sentir de esa manera.

—Blaine…

—Necesito que confíes en mí. Si hay alguna situación personal o del trabajo que…

—Creo que es todo —musitó bajando la cabeza.

—No puedo prometer que haré desaparecer mágicamente los problemas —lo tomó por la barbilla haciéndolo levantar la cabeza—, pero sí prometo estar junto a ti para resolverlos de la mejor manera.

Sabes que no estás solo. No tienes por qué hacerle frente a todo por tu cuenta.

También puedo prometer que te daré los abrazos más fuertes, si me lo permites. Quiero cuidarte, ayudarte y ser tu apoyo en todo momento.

—Ya has pasado por mucho.

—Eso no significa que no pueda estar para ti. Además, me siento mejor y más fuerte.

—No entiendo por qué mientras tú vas avanzando, yo retrocedo. ¿Qué hay de malo conmigo?

—No hay nada malo contigo, Kurt. Somos personas diferentes con distintas clases de heridas, y cada quien tiene su proceso para sanar.

Recuerda que el camino para estar bien no es lineal. Hay altas y bajas, y es perfectamente normal tener días malos.

—No son sólo días malos… Esto que siento es constante.

—Tal vez deberías hablar de eso con la doctora en la próxima sesión para que…

—Dejé de ir a terapia.