.
CAPÍTULO 16:
"¿Crees que ya fue suficiente? Es sólo el principio"
.
Blaine miró totalmente sorprendido a su esposo y lleno de preguntas.
—¿Cómo que dejaste la terapia? ¿Por qué?
—Empecé a sentirme agobiado porque no me alcanzaba el tiempo y creí que había avanzado lo suficiente como para continuar por mi cuenta. Obviamente estaba equivocado.
—¿Desde cuándo?
—¿Qué cosa?
—¿Hace cuánto tiempo que no vas?
—Unas semanas.
—¿Unas…? ¿Cuántas?
—No lo sé. No llevo la cuenta.
—Dos, tres semanas se pueden recordar, lo que significa que son muchas más, y me has estado mintiendo todo ese tiempo.
—No lo he hecho.
—Los días que te toca terapia siempre te pregunto cómo te fue y…
—Te digo que es complicado o que no quiero hablar de eso, pero jamás he mencionado nada relacionado a la terapia o la doctora, así que básicamente no te he mentido, porque sí es complicado.
Anderson cerró los ojos y cubrió parcialmente su rostro con ambas manos, frotándolo enérgicamente mientras intentaba calmarse y no sacar conjeturas.
»¿Blaine, estás enojado?
—Estoy tratando de comprender todo esto —bajó las manos y lo miró a los ojos—. ¿Por qué simplemente no me dijiste desde el comienzo que ya no estabas asistiendo?
—Porque no hay nada de simple en eso.
—Kurt…
—Lo siento. De verdad lo hago. Sé que fui yo quien sugirió ir a terapia por nuestro bien, tanto personal como el de nuestra relación, y haberla dejado puede dar la impresión de que no me importa, que no estoy dispuesto a esforzarme o que ya no quiero intentarlo, pero no es así. Honestamente creí que estaba listo para manejar todo por mi cuenta.
Prometo que voy a retomarla en algún momento. Necesito un poco de tiempo para pensar y organizarme, pero lo haré.
Lamento también no haberte contado antes, así como mis respuestas esquivas. No creo haberte mentido, aunque si para ti fue así, me disculpo —esperó impaciente una respuesta—. Blaine… por favor, dime algo.
—Cuando te sientas listo para volver, estará bien.
Kurt arqueó las cejas y suspiró.
—¿Cómo puedes ser tan comprensivo cuando deberías estar enojado?
—No voy a negar que me molesta que no me dijeras la verdad y que me estuvieras ocultando esto, pero creo comprender las razones por las que lo hiciste.
Sé que no siempre es fácil enfrentar lo que nos pasa y eso nos lleva a reprimirlo o intentar superarlo por nuestra cuenta y podemos cometer errores en el camino. A veces lo hacemos para evitar el sufrimiento y preocupación de quienes nos rodean, o porque no queremos que nos vean vulnerables, pero en este tiempo he aprendido que al no saber exactamente lo que estamos haciendo, los resultados pueden ser distintos a lo que esperamos.
También he aprendido que no está mal sentirnos cansados, no está mal hacer una pausa, no está mal dejar que nuestros sentimientos salgan a flote. No nos vuelve débiles aceptar que necesitamos el apoyo de otros y pedir ayuda, al contrario, se necesita de mucha valentía.
—Yo… —suspiró— Ah…
—Me doy cuenta de que parte de lo que te ocurre se debe a todo el peso que cargas. Eso te está extenuado y afectando en diferentes formas, y no me gusta.
Necesitas un descanso, amor, y ahora más que nunca me alegra la decisión que tomaste de trabajar menos.
El castaño inhaló profundamente y cerró los ojos durante unos segundos.
—Respecto a eso, sé que es algo de lo que deberíamos haber conversado primero, pero las cosas sucedieron muy rápido cuando estábamos en el parque. Fue de esos momentos que de pronto te golpean y te abren los ojos.
Steph está creciendo y quiero pasar más tiempo a su lado. Me encanta que esté contigo y todo lo que comparten, pero deseo también ser parte de sus experiencias, de lo que la hace feliz, de sus logros, de su vida en general, y no sólo verla unas horas los fines de semana. Esa no es la clase de padre que quiero ser.
—Y me parece perfecto. No podría estar más de acuerdo en que Steph está creciendo y te necesita. Yo trato de hacer lo mejor para ella, pero tú…
—Eres el mejor papá que pudo haber tenido. Ni siquiera te atrevas a dudarlo.
—Gracias —sonrió—. Tú también lo eres, Kurt. Siempre te lo he dicho, Steph es una niña extraordinaria gracias a ti. Ella es el reflejo de la forma en que la has criado, tus cuidados, el amor que le has dado y lo mucho que te has preocupado por su bienestar.
Steph es quien es y como es por ti, eso es innegable, como también lo es el hecho de que te extraña. Tal es así que hoy se pasó hablando emocionada de todo el tiempo que vas a estar a su lado y de las clases que te va a dar para que los tres vayamos a bucear a diferentes lugares.
Me encanta que esté así de feliz, y tú también, porque cada vez que ella tocaba el tema, sonreías y tus ojos brillaban. Así es como quiero verlos siempre.
—Quiero ser el padre que merece.
—Ya lo eres. No lo dudes ni por un segundo.
—Eso espero —suspiró.
—Es la verdad, cariño. No hay nadie que los conozca a ustedes dos y pueda ponerlo en duda —Kurt sonrió ligeramente—. Sin embargo, me doy cuenta de que hay algo más sucediéndote que no está relacionado con nuestra niña. De hecho —lo tomó suavemente por la barbilla—, ahora que has bajado tu escudo, puedo ver con claridad la preocupación en tus ojos.
—Mi escudo… —asintió apretando los labios— Creo que es una buena forma de describirlo… aunque no me gusta.
—Lo siento, no quise…
—No, no. No es porque lo dijeras sino por lo que representa, y tienes razón.
Estoy preocupado por muchas cosas que han estado ocurriendo, aunque no me siento listo para hablar de ellas porque aún intento procesarlas.
—Bueno, cuando quieras o te sientas listo para hacerlo, aquí estaré.
—Lo sé, y es una de las cosas por las que estoy agradecido. Eres tan bueno y comprensivo.
—Kurt, te amo.
—También te amo —mantuvo la mirada fija en los orbes dorados durante unos segundos antes de dirigirla hacia los labios de su esposo y besarlo.
Blaine sonrió al separarse y le acarició la mejilla.
—He estado pensando en algo desde hace unos días, y tu decisión, más esta conversación que estamos teniendo son las pautas que necesitaba para estar seguro de…
—Con respecto a lo de mi decisión, quería decirte que no debes preocuparte ya que no descuidaré la empresa, sólo voy a trabajar menos. Un poco nada más, nada que afecte mi rendimiento.
—Tranquilo, como te decía, ahora sé que estoy haciendo lo correcto.
—¿A qué te refieres?
—Voy a hablar con alguien para que se encargue de todo a partir de la próxima semana hasta que yo regrese.
La expresión de Kurt cambió radicalmente y lo miró alarmado.
—¡No! ¡No puedes hacerme eso!
—Es lo mejor por ahora.
—¡Es mi trabajo y me gusta! ¡De verdad amo estar en la empresa!
—Lo sé.
—No creo haber cometido ningún error para que quieras despedirme.
—No te estoy despidiendo. Sólo dije que pondré a cargo a alguien que…
—¡No es justo! ¡Me he esforzado mucho para sacar adelante cada negocio y que todo funcione correctamente!
—Estoy consciente de eso, pero cuando te dejé al frente, no pensé que sería así.
—¿Así? ¿Cómo? ¿Hice algo mal? ¿Te arrepientes de…?
—Estoy muy orgulloso de todo lo que has logrado y de la forma en la que has llevado la compañía, pero no me gusta que estés ahí todo el tiempo ni lo que eso te está provocando.
—Ya te dije que voy a bajar un poco el ritmo.
—Tú mismo aceptaste que te sientes muy cansado, y bajar un poco el ritmo no basta. Te estás presionando demasiado, y no entiendo por qué o cuál es la necesidad que tienes de hacerlo.
Kurt inhaló pesadamente varias veces sin dejar de mirar a su pareja.
—Quiero que sepas que estoy igual de comprometido que tú.
—¿Qué?
—Estoy comprometido en mejorar nuestra relación, en el acuerdo que hicimos… en todo.
—Eso lo sé, ¿pero, qué tiene que ver con lo que está ocurriéndote?
—Haces mucho, Blaine… mucho… Lo das todo y cumples con lo que te comprometiste, a diferencia de mí que… —negó con vehemencia.
—¿Tú qué?
—Siento que no hago lo mismo. Tú te esfuerzas al máximo, en cambio yo…
—También te esfuerzas y cumples con tu compromiso.
—No de la misma manera, y necesito hacer más.
—¿Es por eso te pasas todo el tiempo trabajando?
—De algún modo tengo que compensarlo para estar a tu nivel.
—Kurt, esto no es una competencia en ningún sentido. Somos una pareja en una relación igualitaria.
—Y se llama así porque los dos debemos contribuir por igual. Cada uno con su parte, claro está, pero poniendo el mismo esfuerzo y dedicación.
—Entiendo lo que dices y estoy totalmente de acuerdo porque trabajar en equipo es la única forma de que una relación funcione y avance, y ambos estamos igual de comprometidos haciendo la parte que nos corresponde.
—¿Y por qué no lo veo de esa forma?
—No lo sé, pero por eso es importante que reprogrames las sesiones con la doctora. Ella es la experta y quien puede ayudarte a encontrar la respuesta.
—¿Te das cuenta? Hasta en eso estoy fallando. Tú sigues asistiendo cada semana sin falta y te veo cada día mejor, más fuerte, más seguro.
Tus heridas están sanando, y me siento feliz por ti, sin embargo, no puedo dejar de comparar tu progreso con el mío. Y no me digas que también estoy avanzando, porque no es verdad. Sé que he retrocedido, que estoy estancado, y es tan frustrante —exhaló—. ¿Por qué no puedo ser igual que tú? ¿Por qué no tengo tu fortaleza?
—Primero, y como ya te había dicho, somos personas diferentes con distintos tipos de heridas, y cada quien tiene su proceso para sanar. Segundo, no puedes tener mi misma fortaleza porque eres aún más fuerte.
—¿Qué? ¡Eso no es cierto!
—Kurt, he tenido contratiempos y situaciones que enfrentar a lo largo de mi vida, pero son diferentes a todo lo que tú has atravesado. Eres la persona más fuerte y valiente que he conocido, y te lo he dicho siempre.
Comprendo a la perfección que hay días más complicados que otros y que a veces puedes sentir que no vas en ninguna dirección o que nada tiene sentido, yo también me he sentido así, pero nunca has permitido que los obstáculos te detengan, y la prueba es que sigues aquí luchando y buscando ser mejor día con día.
Te admiro y te respeto mucho por todo lo que has superado. Eres más fuerte que yo, amor, te lo aseguro, y no me da pena admitirlo.
—No hagas menos las cosas que te han ocurrido ni tus avances.
—No lo hago, pero reconozco también los tuyos, y si por alguna razón no puedes verlos o los has olvidado, estoy aquí para ayudarte a recordarlos y para hacerte notar lo excepcional que eres.
Kurt batalló con el nudo en la garganta.
—Quisiera poder verme de la forma en la que tú lo haces —dijo afligido.
—Ya lo hacías —comenzó a acariciarle el rostro—, y no sé qué sucedió para que eso cambiara, pero vas a volver a ese punto y te darás cuenta de lo maravilloso que eres.
—Y para eso debo regresar a la terapia, ¿cierto? —se mordió el labio, y Blaine asintió mirándolo con cariño.
Voy a retomarla, lo prometo, pero como dije antes, tengo que poner en orden mis ideas y resolver algunos conflictos.
—¿Y no crees que sería mejor si haces todo eso con ayuda de la doctora?
—No… Tal vez… No lo sé… Lo único que quiero por ahora es quedarme en casa y no salir de la cama al menos en un par de días.
—Perfecto, hazlo de ese modo. Te apoyo incondicionalmente en todo lo que quieras. Y por favor, dime lo que necesitas de mí.
—Ya haces suficiente.
—Amor…
—Sólo quédate conmigo.
—Será un placer.
El de ojos azules suspiró y fue deslizándose con movimientos sutiles hasta que el espacio entre los dos resultó minúsculo.
—Gracias.
Blaine apoyó una mano sobre el pálido hombro, frotándolo con los dedos.
—Aquí estoy para ti —tras varios segundos llevó la otra mano hacia la espalda de su pareja y empezó a recorrerla con gentileza, arrancándole varios suspiros. Cuando su esposo musitó un te amo, sus manos descendieron hasta llegar a la cadera y sujetándolo con firmeza lo levantó y lo acomodó sobre su regazo.
Kurt rodeó con brazos y piernas a su pareja, y tras una breve, pero significativa mirada, apoyó la cabeza en el hombro de esta.
Había tanto que deseaba decirle, pero no se atrevía porque temía arruinar el momento y aquel era el mayor grado de intimidad que habían compartido en un largo tiempo, no sólo en el plano físico sino también en la conexión que estaban logrando, y por la forma en la que Blaine lo sostenía, estaba seguro de que sentía lo mismo.
—Deberíamos salir de aquí —susurró al cabo de un lapso el de piel aceitunada—. El agua ya se enfrió y estás temblando.
Hummel levantó la cabeza y empezó a besarle el cuello, avanzando lentamente hasta llegar a los labios. El beso fue largo y cobró diferentes matices mientras las manos de ambos permanecieron firmes en el cuerpo del otro.
Al separarse en medio de un suspiro, Kurt siseó.
—Tú también estás temblando.
Una vez en la habitación, procedieron a secarse mutuamente. Al terminar Blaine abrió el cajón para sacar los pijamas, pero Kurt lo detuvo, quitándole las prendas y dejándolas caer en el suelo. Luego lo tomó de la mano y caminó hacia la cama en donde lo hizo sentar y se fue acomodando hasta que quedar una vez más sobre su regazo, rodeándolo con las piernas, tal como estuvieron en la tina.
—Te amo —dijo el de rizos acariciándole el rostro.
—También te amo —suspiró y se inclinó para besarlo—. Blaine… —susurró separando sus labios cuando la intensidad subió, y lo miró a los ojos.
—Lo sé, lo sé —giró lentamente hasta dejar a Kurt tendido sobre la cama.
—Quiero, pero, ¿y si no es el momento adecuado por todo lo que está sucediendo? ¿O tal vez es lo que necesitamos y…? Es que…
—Podríamos averiguarlo. Tal vez no pensar tanto y dejarnos llevar hasta donde sintamos que es lo correcto.
El menor asintió y observó detenidamente a su esposo mientras este se arrodillaba a su lado regalándole una sonrisa.
La manera en la que aquellos ojos como la miel se tornaban en un ligero tono verdoso mientras escaneaban su anatomía, aceleró su corazón. Todo su ser gritaba que eso era lo que deseaba, pero le preocupaba que su mente le jugara una mala pasada.
Un jadeo repentino escapó de sus labios cuando cálidos besos empezaron a recorrerlo, y cerró los ojos concentrándose en las sensaciones.
Sin duda amaba la forma en la que Blaine nunca dejaba de lado ninguna parte de su cuerpo, brindándole a cada centímetro la misma atención.
Un gemido profundo fue producido al ser invadido por una ola de placer y llevó sus manos hacia la espalda de su amado, acariciándola con fervor.
Definitivamente sería una noche perfecta sin importar hasta donde llegaran.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
Kurt salió a toda prisa. No podía creer que se hubiera quedado dormido en un día tan importante. A penas si llegaría a tiempo para preparar lo que necesitaba para la reunión con un cliente en potencia que beneficiaría enormemente a la empresa.
Se subió al auto y arrancó sin siquiera esperar a que el motor calentara. Tras avanzar unos pocos metros, un vehículo cruzó a su lado dirigiéndose hacia su casa, lo cual llamó su atención.
La pelea interna entre la voz que le decía que diera la vuelta para averiguar de quién se trataba y la que proclamaba que se hacía tarde para la reunión, lo estaba volviendo loco, pero sus instintos lo superaron ya que antes de darse cuenta estaba llamando a Alana para indicarle que se retrasaría un poco.
Pero, ¿qué? ¿Quién era esa persona que acababa de abrir el portón e ingresaba a su propiedad?
De un flamante auto deportivo vio bajarse a Connor, y una sensación de vacío se asentó en su estómago. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Y por qué tenía llaves?
La puerta de la casa se abrió y un sonriente Blaine apareció para recibirlo con los brazos abiertos. ¿Qué rayos estaba pasando?
Con piernas temblorosas logró salir del auto y caminó tambaleándose hacia el intruso.
—¿Qué crees que estás haciendo? —gritó.
—Te dije que iba a recuperar a mi esposo —contestó el hombre con seguridad.
—¡No es tu esposo! ¡Deja de decir eso!
—Claro que lo es. ¿Cierto, Blaine?
Steph llegó corriendo en ese momento y abrazó al extraño con total familiaridad y cariño.
—Hola, preciosa. ¿Me extrañaste? —Connor le acarició la cabeza.
—¡Aléjate de mi hija! —gruñó Kurt intentando tomarla del brazo, pero la pequeña se apartó.
—Blaine es mío, y como la niña significa mucho para él, ahora ella es mía también. ¡Esta es mi familia y eres tú quien debe apartarse!
—Steph ven aquí. Y tú, Blaine, di algo.
—Durante este tiempo me he dado cuenta de que Connor es el amor de mi vida.
—¿Qué?
—Lo siento, Kurt, pero he decidido darle una oportunidad.
—¿Cómo puedes después de lo que te hizo?
—Todos cometemos errores.
—¿Errores? ¡Eso no fue un error!
—Ya sé lo que en verdad sucedió y lo he perdonado. Al final, él siempre me amó y me hizo feliz, y lo mejor es que no está lleno de traumas como tú.
Es bastante agotador tener que soportar todo tu drama y no estoy dispuesto a seguir haciéndolo.
—Blaine…
—No entiendo por qué te quejas si a ti lo único que te interesa es trabajar todo el tiempo, y yo quiero a alguien que esté a mi lado para construir juntos un futuro.
—Sabes que te amo y…
Anderson levantó la mano para que dejara de hablar y se dio la vuelta dirigiéndose hacia la casa con Steph de la mano.
—No demores, amor —se dirigió a Connor dándole una sonrisa—. Te esperamos para desayunar.
—Seguro, mi amor —contestó empujando a Kurt, haciéndolo tropezar—. Ya escuchaste que mi esposo me espera junto a nuestra hija, así que mejor lárgate. No tienes nada que hacer aquí.
—¡Aléjate de ellos!
—¿O qué? —lo miró desafiante— Te dije que no te entrometieras en mi camino porque había venido a recuperar a mi familia, y es exactamente lo que he hecho. Ahora vete o te juro que te vas a arrepentir.
—¡No voy a moverme de aquí! ¡Este es mi hogar! ¡Es mi familia!
—Eres tan egoísta. Si de verdad te importaran aceptarías que no eres bueno para ellos y que lo único que les has causado es un sufrimiento innecesario.
Yo les voy a dar la felicidad y la tranquilidad que merecen y que contigo nunca tendrán.
—N-no… no es cierto.
Blaine está tan bien conmigo que pronto lo voy a sorprender con la adopción de un niño. Claro que nunca ocupará el vacío que dejó Ashton porque eso sería imposible, pero él anhela tener un pequeñito en casa, y lo sé porque yo sí lo conozco y entiendo todo lo que guarda su corazón, cosa que tú jamás podrás hacer.
Con una última mirada de suficiencia, Connor se dio la vuelta e ingresó a la casa, cerrando la puerta y dejando a un Kurt petrificado afuera.
—Blaine… Steph… —su voz se volvió débil— Blaine… abre la puerta… Blaine…
—No, por favor… Blaine… Blaine… —Kurt abrió los ojos asustado. ¿Por qué todo estaba oscuro?
Al intentar moverse sintió que algo se lo impedía, así que frotó sus ojos hasta lograr ver mejor y notó que estaba en la cama con su esposo detrás de él sosteniéndolo por la cintura y con una pierna entrelazada a las suyas.
Ninguno de los dos estaba vestido y… ¿Qué estaba pasando? No tenía sentido que estuvieran en esas condiciones cuando… Fue entonces que los recuerdos de la noche anterior llegaron y comprendió que había tenido una pesadilla, pero, ¿qué representaba? ¿Por qué en ese momento? ¿Había sido producto de su angustia oculta o acaso una premonición?
Su corazón aún latía agitado y su respiración era irregular. Necesitaba calmarse y dejar de pensar en cosas que jamás sucederían. Sólo había sido un mal sueño y no tenía por qué encerrar un significado oscuro.
Ya más tranquilo cubrió la mano de Blaine con la suya y cerró los ojos. El sueño, aunque tardó en regresar, se hizo presente en medio de bostezos.
—Blaine… No… No me puedes hacer esto… Blaine… Blaine…
El mencionado se despertó por el movimiento y sonriendo ajustó el agarre del cálido cuerpo que reposaba entre sus brazos.
—Blaine…
—¿Qué sucede, amor? —preguntó arrastrando las palabras y le besó la parte posterior del hombro, sucumbiendo ante el sueño.
—Blaine… por favor…
Al notar la angustia en la voz, abrió los ojos abruptamente.
—Kurt, ¿qué tienes? Aquí estoy.
Ante la falta de respuesta, pero el llamado continuo, se inclinó para encender la luz y lo observó con atención.
»Cariño, despierta —lo movió con cuidado—. Vamos, despierta.
—¿Blaine? —abrió los ojos completamente agitado.
—Sí, amor —lo tomó suavemente por el rostro.
—¿Qué pasó?
—Tuviste una pesadilla.
Kurt sacudió la cabeza y exhaló con fuerza. Aquel sueño se había vuelto a repetir y estaba asustado.
—Si Connor regresara, ¿qué harías?
La pregunta tomó por sorpresa al empresario, quien guardó silencio unos segundos tratando de comprender qué relación tenía eso con lo que estaba pasando.
»Blaine…
—Eso no va a suceder.
—¿Qué harías si volviera y empezara a buscarte?
—Lo mandaría al carajo.
—¿Y si intentara recuperarte?
—Si intentara… ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Recuperarme? No hay nada que recuperar aquí.
—¿De verdad te divorciaste de él?
—Pero qué… —la preocupación en los orbes azules lo hizo detenerse e inhalar despacio antes de responder— Mi matrimonio con él fue anulado, te mostré los documentos. En cuanto a la ley concierne, tú eres el único esposo que he tenido.
¿Por qué me preguntas estas cosas? ¿Tienen que ver con la pesadilla que tuviste?
Kurt asintió desviando la mirada por unos segundos.
—No te atreverías a quitarme a Steph, ¿cierto?
—¿Cómo que a quitarte? En primer lugar, ella es tu hija biológica, y por mucho que yo la ame…
—Tienes el dinero y el poder para hacer todo lo que quieras.
—Kurt, ¿de qué estás hablando?
—Nada… Creo que aún estoy aturdido por la pesadilla.
Blaine lo miró consternado, seguro de que había algo más implícito en ese cuestionamiento, y lo tomó de la mano.
—Jamás haría nada que pudiera dañarte o a nuestra familia. Tú y Steph lo son todo para mí y los amo profundamente.
—Lo sé… Como te dije, estoy algo aturdido todavía. No me hagas caso.
—Me resulta imposible porque lo que estás diciendo…
—Por favor. Fue sólo un mal sueño y no quiero pensar en eso.
—Está bien —suspiró—. ¿Quieres un poco de agua?
—No, pero quiero el cobertor, tengo frío.
—Voy a buscar algo para que te vistas.
—No te vayas —lo sujetó del brazo.
Anderson realizó un escaneo rápido de la habitación hasta encontrar el edredón en una esquina de la cama y cubrió a su esposo con este, envolviéndose junto a él.
Él sabía lo que era tener sueños perturbadores y la angustia que provocaban incluso después de despertar, así que comprendía lo que Kurt estaba sintiendo.
—Estoy aquí contigo, cariño. Intenta descansar un poco —le besó la frente.
—Tú igual —susurró y cerró los ojos a pesar de no tener sueño.
Ambos permanecieron en silencio sumidos en sus pensamientos.
El de rizos exhaló dándole un vistazo a su compañero de vida. Sabía que este no estaba durmiendo porque sentía la tensión de su cuerpo y podía escuchar su respiración irregular.
Si tan sólo supiera qué era aquello que lo tenía en ese estado, buscaría la mejor manera de ayudarlo. Por lo pronto, esperaba que estar en casa unos días sirviera para relajarlo.
—¿Blaine?
—Sí, amor, dime.
Kurt soltó gradualmente el aire retenido y abrió los ojos, mirando con seriedad al hombre a su lado.
—Connor regresó.
—¿Es lo que soñaste?
—Sí, pero él realmente volvió.
—¿Cómo que volvió?
—Está aquí en la ciudad.
—No —negó con vehemencia—. Eso no es posible.
—Lo es. He hablado con él en varias ocasiones y vino para recuperarte.
