.
CAPÍTULO 18:
"Nada puede ser peor… ¿o sí?"
.
—¿Cómo dirías que va la relación actualmente? —preguntó la psicoterapeuta.
—Mejor —respondió Blaine—. Hemos avanzado mucho y seguimos creciendo como pareja.
—¿Qué evolución ves en tu esposo y cómo te parece que los ha ayudado?
—Se siente más tranquilo, confiado, y eso lo ha hecho abrirse más y comunicarse conmigo de una mejor forma.
—¿Y eso cómo te hace sentir?
—Me alegro por Kurt y sus avances —miró a su pareja y le sonrió—. Estoy muy orgulloso de todo lo que ha logrado, no sólo con la terapia sino con su vida en general.
—Eso es muy bueno, pero no estás respondiendo lo que te pregunté.
—Lo acabo de hacer.
—Expresaste tu sentir acerca de tu pareja, pero no has dicho nada de ti.
—Estoy feliz por él y por nuestra relación.
—¿Recuerdas la vez en que Kurt dijo estar feliz por tu progreso, pero que eso lo hacía sentir mal consigo mismo porque él en lugar de avanzar también, estaba retrocediendo?
—Sí, claro que me acuerdo.
—A eso me refiero. Quiero que exploramos un poco más en tus sentimientos y…
Mientras la profesional explicaba su punto, Kurt trataba una vez más de escuchar atento, aunque era casi imposible. Lo que Blaine había respondido acerca de su familia había sido inesperado. Ellos nunca habían hablado de ese tema y la pregunta de la doctora resultó sorpresiva. Ahora había tanto que analizar.
Con un suspiro bajó la mirada, dirigiéndola hacia su mano, entonces se dio cuenta de que no cargaba el anillo de matrimonio.
El pánico se fue apoderando de él al no recordar dónde lo había dejado. Siempre se lo quitaba para bañarse, pero en cuanto salía de la ducha y se secaba bien la mano, lo colocaba en su lugar.
Empezó a recapitular mentalmente el momento en el que entró al baño. Se desvistió, se quitó la sortija y la dejó donde siempre lo hacía, abrió la llave y disfrutó del agua caliente recorriendo su cuerpo. Cuando estaba terminando de lavar su cabello, Blaine entró de imprevisto para bañarse juntos. Mientras conversaban surgió una broma y luego otra que los llevó a un juego de insinuaciones que terminó convirtiéndose en una sesión de besos y caricias.
La temperatura continuó subiendo y lo que empezaron bajo el agua decidieron terminarlo en la cama.
Sin importar el desastre que estaban haciendo, y sin poder quitarse las manos de encima, se dirigieron a la habitación y… ¡Claro! ¡Por eso se olvidó de tomar el anillo!
Pasaron toda la mañana en la cama entre besos, mimos y pequeñas conversaciones. En algún punto el sueño se fue apoderando de él. De pronto sintió que su esposo sujetaba su mano y le susurraba al oído "lo olvidaste en el baño".
¡Oh, no! Blaine le había colocado el anillo y él le sonrió musitando un gracias acompañado de un beso perezoso antes de sucumbir ante el sueño.
¿Entonces, por qué no lo llevaba puesto?
Súbitamente sintió una mano sobre su rodilla y movió la cabeza para encontrar la mirada preocupada de su compañero de vida. Era obvio que se había dado cuenta de su distracción.
Intentó sonreír indicando que todo estaba bien, y volvió su atención a lo que la doctora decía.
—A menudo las personas tienden a enfocarse en el bienestar y la felicidad de su pareja, y no es que eso esté mal, sino que se olvidan de sí mismas y se dejan de lado.
Preocuparse por la persona a la que se ama no significa centrar todo tu tiempo y atención en ella e ignorar lo que sientes o lo que te ocurre, porque a la larga eso resultaría perjudicial tanto a nivel personal como de la relación y…
Kurt cerró los ojos. Tenía demasiadas ideas dándole vueltas para poder concentrarse, aunque sabía que debería hacerlo. Las terapias eran costosas y debía aprovecharlas en lugar de…
—Gracias por todo —dijo Blaine poniéndose de pie.
¿En qué momento terminó la sesión? No era posible.
—Practiquen los ejercicios durante la semana y cada vez que lo consideren necesario.
—Así lo haremos. Gracias.
El de ojos claros se puso de pie sin saber de qué estaban hablando, pero intentó no lucir confundido.
—Te espero mañana, Kurt —dijo con gentileza la mujer.
—¿Mañana? —la miró extrañado.
—Tienes sesión a las cuatro.
—El martes.
—Por eso.
—¿Mañana es martes? ¡Oh! ¡Guau! Me desubiqué por un momento.
—No te preocupes, a veces pasa.
Tras despedirse, la pareja atravesaba el hermoso recibidor que conducía hacia la salida del consultorio cuando Blaine tomó a su esposo de la mano.
—¿Qué ocurrió durante la sesión? Estuviste callado la mayor parte del tiempo.
—No tenía mucho que decir.
—No creo que sea así. Además, estabas distraído. ¿En qué pensabas?
—En algo.
—Kurt, amor…
—¿Qué?
—Estamos saliendo de terapia y…
—¿Estamos botando el dinero porque no estoy cooperando? —expresó molesto.
—No entiendo por qué te pones así. Lo único que he hecho es preguntarte qué te ocurre.
Kurt se detuvo y respiró lentamente tres veces.
—Lo siento. Tienes razón —exhaló una vez más, frotando su rostro—. Estuve pensando en algo que dijiste que… sinceramente no esperaba.
—Dije muchas cosas. ¿A qué te refieres específicamente?
—¿Podemos dejar esta conversación para cuando lleguemos a casa?
—Si es por la privacidad, podemos hablar en el auto, o ir a cualquier otro lugar. Estamos lejos y no me gustaría dejar pasar esto que obviamente te afecta.
—Amm… Sí, está bien.
Blaine volvió a tomarlo de la mano y comenzó a caminar.
—¿Hay algo más que esté ocurriendo?
—Perdí mi anillo.
—¿Cuál?
—El único que uso. El de matrimonio.
—¿Cómo?
—No lo sé. He tratado de recordar el último momento en el que lo llevaba puesto, pero no puedo.
—Lo tenías cuando salimos de la casa. Tal vez se te cayó en el auto.
—Eso espero, aunque no entiendo cómo pudo pasar. No me queda grande.
Se dirigieron hacia el estacionamiento y a mitad del camino el celular de Blaine empezó a sonar.
—Es mi mamá.
—Contesta, yo voy avanzando —tomó las llaves y caminó a paso veloz.
"Pasillo B… pasillo B", repetía leyendo los carteles hasta que llegó al auto.
Empezó a remover todo y buscar en cada rincón su preciada prenda, pero no tuvo éxito. Con una exhalación cerró la puerta y fue recorriendo los alrededores, aunque algo le decía que, si su anillo se había caído en el estacionamiento, difícilmente lo encontraría.
Apesadumbrado siguió buscando, iluminando con su celular los rincones oscuros. Todavía no entendía cómo lo había perdido.
—¿Kurt?
Aquella voz femenina le resultó familiar, pero debía estar equivocado. No podía ser cierto.
»¿Kurt Hummel?
El mencionado volteó y su sangre se heló al instante.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Es un gusto tenerlo por aquí, don Ezequiel —dijo Alana con una gran sonrisa.
—Siempre es un gusto verte. ¿Cómo está tu familia?
—Muy bien, gracias. ¿Y la señora Michelle?
—Ella está bien. En casa, feliz con la nieta.
—Ya me imagino —sonrió—. ¿Y Steph cómo está?
—Sigue creciendo y volviéndose más ingeniosa. Cada día nos sorprende con algo nuevo.
La plática continuó por unos minutos hasta que Ezequiel indicó que estaría supervisando la empresa y ayudando en lo que hiciera falta. La chica de inmediato alistó varios documentos y comenzó a trabajar en un informe global mientras él recorría el lugar.
Una vez instalado en la oficina de Blaine, el hombre revisó minuciosamente todo lo que le había sido entregado.
—Don Ezequiel —ingresó Alana llevándole un café—, hay varias reuniones que quedaron pendientes y quiero saber si usted se va a hacer cargo para re agendarlas.
—Sí, por supuesto. Puedes ponerlas desde hoy mismo.
—Perfecto.
—¿Con quiénes son las reuniones?
—Hay un grupo de posibles inversionistas, también varios clientes nuevos que…
En tanto que la chica explicaba a detalle la información, Ezequiel sonrió complacido de que su sobrino tuviera a alguien tan eficiente y leal trabajando con él.
Tras tomar nota de todo, Alana se retiró para continuar con su labor.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Mi mamá te manda saludos —dijo Blaine al entrar al auto.
—Gracias —respondió entre dientes.
—¿Encontraste el anillo?
—No.
—¿Qué ocurre? —Kurt negó con la cabeza— Cariño, por favor —le acarició la pierna y se inclinó un poco para verlo mejor—. ¿Qué pasó? Estás pálido.
—Los Foster.
—¿Quiénes?
—Se acercaron a hablar conmigo.
—¿Quiénes son los Foster? Me suena ese apellido, pero no estoy seguro de dónde.
—Son los padres de Vane.
—¡Oh! ¡Vaya! Pe-pero, ¿dónde los viste?
—Hace unos minutos. Mientras buscaba el anillo ellos aparecieron a un costado.
—¿Y qué querían?
—Saber qué pasó con Steph.
—Espera, ¿qué?
—Ellos sabían la situación por la que atravesábamos y nunca hicieron nada. Si hubieran decidido ignorarme y sólo preocuparse por Steph, no niego que habría dolido por toda la historia que había de por medio, pero al final no me hubiera importado porque yo no los necesitaba, pero ella no tenía la culpa de nada.
¡Nunca les importó, Blaine! —dijo furioso— ¡Nunca! Y ahora aparecen y me exigen información. ¿Qué se han creído?
—¿Qué te dijeron?
—Quieren saber qué hice con su nieta… ¿Su nieta? ¡Steph no es nada de ellos! ¡Nada!
—¿A qué se refieren con eso de qué hiciste con ella?
—No lo sé y no me importa.
—¿En qué momento se acercaron? Mientras hablaba por teléfono te estaba observando buscar entre los autos. Bueno, me distraje por un instante porque me puse a buscar también.
—De seguro fue ahí. Todo pasó muy rápido porque no permití que siguieran interrogándome y me alejé.
No dejaban de decir que era su nieta y que tenían derechos. ¿Derechos? ¡Ja! Ni siquiera saben su nombre.
Jamás han estado presentes en su vida. Nunca estuvieron para apoyarla, cuidarla o compartir con ella, y fue su decisión, porque yo no se los hubiera impedido, pero ahora es diferente.
En lo que a mí concierne, los únicos abuelos de Steph son tus tíos. Ni siquiera tienen la misma sangre, sin embargo, le han dado tanto amor y cuidados desde el día que la conocieron, y ella los adora.
—Es imposible no amarla.
—Los Foster no lo hicieron nunca, y ahora, ¿les dio cargo de conciencia repentino?
—¿Qué más te dijeron?
—Me exigieron que les respondiera. ¿Puedes creerlo? —negó con la cabeza— Les dejé claro que no pueden exigirme nada, entonces se atrevieron a amenazarme.
—¿Qué? ¡Han perdido la razón o qué les pasa! Debiste llamarme.
—En ese momento lo único que quería era alejarme de ellos, y fue lo que hice.
—¿No te siguieron?
—Les advertí que no lo hicieran o llamaría a seguridad. De todas formas, caminé en otra dirección. No quería que fueran a ver la placa del auto y con esa información averiguar nuestra dirección.
—¿Crees que serían capaces de eso?
—No lo sé, pero tampoco estoy dispuesto a averiguarlo.
Me escondí entre unas furgonetas y desde ahí los vigilé para cerciorarme de que se hubieran ido antes de salir.
—No estoy de acuerdo con la forma en la que se acercaron a ti, pero, ¿qué tal si estuvieron buscándolos todo este tiempo?
Kurt lo miró como si hubiera dicho la cosa más absurda.
—Con todo el dinero que tienen, nos habrían encontrado. Así que no, no lo hicieron, y lo que sea que pretendan ahora, no lo voy a permitir.
Estoy cansado de que otros quieran dañar a mi familia de alguna manera o que intenten arruinar mi vida. Primero tus padres, luego Connor y ahora ellos. Pero no estoy dispuesto a soportar más, y mucho menos si se trata de Steph.
Yo la crie solo, sufrí todas las angustias a su lado, traté de darle una vida decente dentro de las limitaciones que teníamos. Hice muchos sacrificios y cosas que jamás hubiera imaginado por procurar su salud y bienestar —limpió con furia una lágrima que corría solitaria por su mejilla—, y no me arrepiento de nada de eso porque ella es mi vida. Steph es mi hija, mía, y los Foster no tienen ningún derecho sobre ella y jamás los tendrán.
—Kurt…
—Ni siquiera se te ocurra decir que les de una oportunidad o algo parecido, porque no va a suceder —gruñó.
—No era lo que iba a decir —se acomodó frunciendo el ceño, abrochó su cinturón y encendió el auto.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—Abuelita —dijo Steph tomando otra galleta de su plato mientras disfruta de una película sentada en el gran mueble—, ¿me puedo quedar más tiempo aquí?
—¿Aquí dónde, amor? —se acomodó a su lado— ¿En la sala?
—No, en la casa con ustedes.
—Vas a pasar con nosotros toda la semana.
—Sí, pero me quiero quedar más tiempo.
—Bueno, eso depende de tus papás.
—Ya estoy de vacaciones.
—Sí, amor, pero aprovechando que tú y Kurt están de vacaciones, tus papás pueden tener planes.
—¡Oh! No me han dicho nada, pero les voy a preguntar. ¿Y si dicen que sí, me puedo quedar?
—Por supuesto —le sonrió—. Sabes que nos encanta tenerte aquí.
La niña sonrió complacida y apoyó la cabeza en el pecho de Michelle.
—¿Mi abuelito a qué hora viene?
—No te puedo dar una hora exacta porque tiene mucho trabajo que hacer, pero en cuanto termine.
—¿Le vas a preparar la comida o él va a traer algo?
—Yo voy a cocinar. ¿Me quieres ayudar?
—Sí —respondió entusiasmada.
—Luego de que termine la película vamos a revisar lo que necesitamos.
—Está bien —observó a la mujer a su lado por unos segundos—. ¿Quieres galletas?
—No, cariño, gracias. Esas son tuyas. Yo ya me comí mi parte.
—No importa, podemos compartir. Toma las que quieras.
—Gracias amor —abrazó a Steph y ella sonrió.
кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε
—El día pasó rápido, pero ha sido muy productivo —dijo Ezequiel complacido—. Aún nos queda una reunión, ¿cierto?
—Así es —respondió Alana—. Como le indiqué temprano, es un posible cliente que quiso en el pasado reunirse con los señores Anderson, pero las circunstancias no lo permitieron. Durante un tiempo no supimos más nada de él, pero ahora ha vuelto a contactarnos.
—Eso quiere decir que sigue interesado.
—Sí, en sus llamadas, y la ocasión en la que vino parecía muy seguro de querer hacer negocios. Encima del escritorio tiene la carpeta con todos sus datos y la información que estuvo solicitando.
—Sí, ya los revisé, gracias. ¿Y a qué hora está citado?
—Dentro de veinte minutos.
—Perfecto. Luego de eso me retiro.
El conmutador sonó y el hombre contestó de inmediato.
~Disculpe que lo interrumpa don Ezequiel, pero hay un señor aquí que dice tener una reunión con usted.
—Voy a comprobar si es él —dijo Alana y se retiró veloz.
Una vez confirmada la identidad del sujeto, la puerta de la oficina se abrió, dándole paso.
—Buenas tardes —se puso de pie y extendió la mano—. Soy Ezequiel Anderson y estoy encantado de poder atenderlo.
—Mucho gusto señor Anderson. Es un placer conocerlo finalmente. Mi nombre es Burt Hummel.
