Ya habían pasado dos meses y aun no sabia nada de ella, no había vuelto con el resto del colegio en el tren, le había mandado varias lechuzas, pero siempre volvían sin respuesta, se estaba empezando a desesperar. Aquella mañana Oliver, se levanto tarde en un mes empezaría a entrenar con los Puddlemere United, le habían seleccionado de reservar. Fue a la cocina y se sentó.

- Que quieres para desayunar – le pregunto su madre – he hecho tortitas ¿Quieres?

- Si gracias – Oliver cogió el profeta que se encontraba encima de la mesa, fue pasando hoja tras hoja, cuando encontró lo peor que se podía esperar:

" Ayer en la tarde, Marcus Flint hijo del conocido mago Albert Flint, contrajo matrimonio con la nieta de Hermes March, Anne March. En una boda muy intima, solo personas muy cercanas a las familias acudieron al acontecimiento. Como se puede apreciar en la foto, la pareja esta muy enamorada."

Oliver fijo su vista en la foto, en la que los dos posaban y se movían sonriendo. No se lo podía creer, lo había hecho se había casado con él, en ese momento su madre le puso un plato delante de el, pero ni lo miro, se levanto de la mesa y subió a su habitación ante la sorprendida mirada de su madre. Cerro la puerta de su habitación se recargo en ella y dejo que su cuerpo resbalada, se quedo allí sentado sin saber que hacer, se sentía mal, notaba como la rabia se extendía por todo su cuerpo, quería ir a buscarla, preguntarle porque lo había echo, porque le había dicho a el que lo amaba y se había entregado a él si tenia pensado seguir adelante con la boda, pero no podía ser, se repetía una y otra vez en su mente, ella odiaba a Flint, porque había entregado su vida a una persona a la que odiaba.

De nuevo volvió a abrir sus ojos, no podía evitar que las lágrimas cayeran sin parar, se sentía mal, estaba sucia, había sido la peor noche de su vida, recordaba la noche que había pasado con Oliver, como él la había tratado, con cariño, había sido muy cuidadoso, con delicadeza la había amado toda la noche, dándole besos hasta que se había quedado dormida, pero Marcus fue todo lo contrario, la había empujado sobre la cama, la había tomado y se había dormido, fue brutal y solo se preocupo de su necesidad.

Sintió como un cuerpo se movía junto a ella, cerro sus ojos y se quedo quieta, no lo quería ver. Sintió como le besaban el hombro y la mano bajando por su cintura. Picaron a la puerta, Anne dejo escapar el aire que estaba reteniendo lo sintió levantarse de la cama, oyó abrir la puerta y unos murmullos, pasos que se acercan a ella, le tiran del brazo y la saca de la cama.

- Buenos días amor, que tal has dormido – le dijo Marcus – ven conmigo, tengo un regalo para ti – ella iba a coger su bata, pero no le dio tiempo, tiraba de su brazo, salieron de la habitación, bajaron las escaleras hacia la primera planta, luego fue hacia la puerta que llevaba al sótano, ella se asusto y se intento resistir, pero tiro con mas fuerza, comenzó a bajar las escaleras, al llegar al final pudo ver que había mas hombres allí, el suelo estaba frió y ella iba descalza, Marcus la dejo contra la pared y se unió al resto de las personas que allí se encontraban, todas formaron un circulo y un hombre fue empujado al centro.

- Sabemos de tu traición al señor tenebroso – empezó uno de los que allí se encontraban – por ello debes pagar – y antes de que el hombre dijera algo todos los restantes gritaron Crucio, se empezó a retorcerse de dolor, mientras gritaba, Anne se tapo los oídos con las manos y miro a otro lado, al girar su cabeza, pudo ver a Draco Malfoy, se encontraba allí con la misma cara de pánico que ella debía tener.

- Bien – le dijo Marcus quitándole las manos de los oídos – espero que lo hayas visto bien, si me vuelvo a enterar de que me engañas, te juro que su muerte será un paseo por el campo comparada con la tuya.

- Yo no te he engañado – le susurro Anne, ni siquiera podía levantar la voz – él la cogió en brazos y volvió a subir las escaleras, ella temblaba temía donde la podía llevar ahora, respiro tranquila cuando entro en su habitación, el la dejo junto a la cama, se dio la vuelta y empezó a caminar por la habitación.

- Mira no quiero perder la paciencia nuestro primer día de casados.

- No sé lo que he hecho para que te enfades – le contesto acercándose a él – creo que hasta ahora me e comportado como tu querías- él la miro con los ojos llenos de furia.

- Te crees que soy imbecil, que no me iba a dar cuenta, quien fue – le gritaba mientras la sujetaba por los hombros – con quien te acostaste antes que conmigo – ella no respondió nada, estaba muerta de miedo, lo que acababa de ver la había dejado aterrorizada y que el supiera que había estado con Oliver le daba aun mas miedo – el de un empujón la tiro al suelo y salió de la habitación, ella se quedo tendida sobre la alfombra llorando.

Estaba en la terraza de su habitación viendo la puesta de sol, era lo único bonito que había en aquel lugar, le hacia recordar cuando había volado con él viendo la puesta de sol. No lo había podido olvidar cuanto tiempo había pasado ya, siete años, mas bien parecieran setenta, se sentía tan vieja, tan solo tenia veinticuatro años, como podía vivir así, no sabia cuanto aguantaría, cada vez tenia menos fuerzas, le odiaba cada día mas, odiaba a la persona con la que se había casado, que a veces en su mente aparecían imágenes de él sufriendo una muerte horrible.

Todas las tardes se asomaba a la terraza y pasaba allí horas hasta que ya no veía nada y se iba a dormir, pensaba si el aun la recordaría, todos los días dedicaba esos minutos a pensar en él.

- Sabia que estarías aquí – le dijo un chico rubio de unos veinte años – té pasas media vida aquí.

- Hola Draco – saludo ella sin volverse - tampoco ahí mucho que hacer en otros sitios.

- No me gusta verte así, cada día estas mas triste – le dijo sentandose junto a ella en el amplio banco - solo tienes que aguantar un poco mas, ya veras como todo esto termina pronto.

- Donde he oído yo eso antes. Así fue lo mismo que me dijiste cuando Harry mato a Voldemort.

- Potter – le regaño él – sabes que no lo puedes llamar por el nombre aquí, te lo he dicho mil veces – le regaño el rubio.

- Sí claro Potter – respondió con voz cansina.

- Sabíais que el idiota de George Weasley se casa con Angelina Johnson – dijo una voz sentándose junto a Draco – te ha mandado una invitación – Anne intento coger el sobre que el tenia en sus manos, pero él lo guardo antes en su túnica – mañana le contestare diciéndole que no puedes ir.

- Pero quiero ir – protesto ella – es mi amigo.

- Mira primero que yo no tengo tiempo y aunque lo tuviera no iría así que como no puedes ir sola, no iras.

- Yo la acompañare – añadió Draco.

- ¿Tú? ¿Y porque que tu querrías ir?

- Por favor Marcus, no voy a perder una oportunidad de reírme de esos pobretones, te los imaginas a todos en la boda con túnicas de segunda mano, seguro que hasta la comida es de segunda mano ja, ja, ja.

- Si – respondió Marcus riéndose también – la verdad es que será todo un espectáculo. Esta bien, si tu vas con ella, puede ir, pero no la dejes sola ni un solo momento y no quiero que hable con Potter y sus amigos.

- Por favor, tu crees que Potter se acercaría estando yo con ella. Ni en broma.

- Si eso es cierto – dijo mientras se levantaba – hasta mañana cariño que descanses – ella no se molesto ni en contestarle, normalmente solo se hablaban cuando había gente delante para guardar las apariencias, hacia tiempo que ni tan siquiera dormían en la misma habitación, era bien conocido por todo el mundo que el tenia varias amantes, y ella lo agradecía mas que molestarle.

- Gracias – le susurro ella a Draco – él espero que Marcus saliera de la habitación para contestarle.

- De nada, yo tengo que ir, así que no veo porque no puedes venir conmigo.

- OH que bonito, que vas a aparentar delante de tus futuros suegros que eres un buen chico – se rio ella.

- Ríete, ríete. Que sepas que a los padres de Ginny les caigo muy bien, el problema es que sus hermanos me odian – añadio después con una mueca – aunque el sentimiento es mutuo para que negarlo.

- Antes de que se me olvide, tengo una cosa para ti – le dijo sacando un pergamino de su escote y dándoselo a el.

- Como lo guardas ahí – le contesto el un poco avergonzado – si Marcus lo encuentra sabes lo que te puede hacer.

- Tranquilo Draco. El nunca mira aquí. No sé muy bien lo que es, no lo entiendo, pero sé que es lo siguiente que tienen pensado hacer.

- Bien, intentare que llegue a su destino esta misma noche – le dijo levantándose – descansa, mañana prepararemos todo para el viaje – añadió dándole un beso en la frente.

- Hasta mañana y gracias de nuevo – el hizo un gesto con su mano quitándole importancia al asunto.

La ceremonia se haría en la madriguera, los Sres. Weasley, lo habían preparado todo, a la entrada del terreno, todos los invitados firmaban en un pergamino, según estaban firmando Draco y ella, una chica salía con la cara morada y en la frente llevaba escrito chivata, Anne no pudo evitar reírse.

- Eso seguro que fue cosa de Granger – le dijo Draco – es la segunda vez que la veo hacer ese hechizo.

La boda se celebraba en una parte cercana al bosque, los novios estaban bajo un arco mientras los invitados se encontraban sentados en unas sillas viéndolos dar él si quiero se oían los llantos de la Sra. Weasley que lloraba sin parar mientras su marido le daba golpecitos en la espalda, el día estaba un poco nublado, así que cuando llego la hora del baile, conjuraron una carpa por si llovía.

Desde el primer momento en que se sentó, noto como si alguien la observaba, miro a su alrededor, pero no encontró a nadie, pensó que era su imaginación, estaba un poco nerviosa por volver a estar entre sus amigos, a los que no había visto desde hacía muchísimo tiempo.

Anne estaba sentada junto a Draco, cuando vio entrar a Remus Lupin, se levanto y se acerco a él, en cuanto estuvo cerca él le rodeo con sus brazos y la estrecho contra su cuerpo.

- ¿Cómo estas? Te veo muy delgada. Si no puedes seguir, solo dilo y te sacaremos de allí, te esconderemos no tienes porque preocuparte.

- Estoy bien, todo esta saliendo bien – contesto con una sonrisa.

- Llevas demasiado tiempo haciendo esto, todo el mundo entendería que lo dejaras, se suponía que no seria mucho tiempo.

- Lo sé, pero aun no lo quiero dejar, la información que os proporcionamos Draco y yo esta ayudando a salvar vidas, no me quiero rendir ahora. Mi madre no lo haría ¿A qué no?

- No, pero tu madre nunca hizo lo que tu estas haciendo.

- No, pero ella también corrió sus riesgos. Remus no he tenido antes la oportunidad de decirte cuanto siento lo de Sirius.

- Sé que lo sientes y yo siento que nunca pudierais llegar a hablar, él estaba orgulloso de ti. – le dijo mientras recordaba la conversación que había tenido con él.

- ¿Se parece mucho a ella verdad?

- ¿A quién? – interrogo Remus mirando la pagina que él miraba.

- A Susan, es muy parecida. La vi en el colegio durante unos segundos, te juro que creí que era su madre.

- Si, se parecen muchísimo, pero Anne tiene los ojos de su padre – se arrepintió de decir eso en el mismo instante que las palabras salían de su boca.

- Es muy bonita.

- Si, si que lo es – contesto aliviado de que no dijera nada de su padre.

- Crees que esta bien lo que hace. Se expone demasiado. No se como la dejaste hacer eso.

- No fue mi decisión, ella quería ayudar y cuando nos planteo su plan ya había decidido lo que iba a hacer no hubo quien la hiciera cambiar de opinión.

- Bueno esta claro que es tan valiente como su madre.

- Si, si lo es – y tan testadura como su padre pensó Remus.

- Pero aun así, no me gusta la idea que esta metida en todo esto, es la hija de nuestra amiga, protegemos a Harry, porque es el hijo de James, deberíamos cuidar de ella también, no sé quien es su padre, pero aun así, la debemos proteger por Susan.

- Eso intento amigo, eso intento.

- No. Eso haremos – dijo mientras paseaba su mano acariciando la foto – lo haremos. Remus ¿Quién es el padre?

- Su padre era un muggle. No te acuerdas, lo vimos un par de veces.

- No, ese era el marido de Susan, no el padre de Anne.

- No sé a que te refieres – el licántropo empezó a sentir escalofríos recorriendo su espalda.

- Bueno es cuestión de echar cuentas, se caso después de tener a Anne, creí que lo sabias.

- ¿Cómo es que lo sabes tu? Ella lo llevo en secreto, muy ponga gente sabia la verdad.

- Vamos no soy tan tonto, desaparece durante casi un año y cuando vuelve aparece con una niña y después un marido, tengo dos dedos de frente amigo.

- Ya, bueno si es lógico.

- ¿Quién es?

- ¿Quién es quien?

- No te hagas el tonto, sabes bien a lo que me refiero ¿Quien es el padre?

- Porque yo debería saberlo.

- Déjame pensar, para empezar sé que me mientes, siempre que lo haces me apartas la mirada, Susan siempre les confía sus secretos a dos personas a Lily y a ti, sin contar él echo de que hace un momento me dijiste que tenia los ojos de su padre.- Remus se quedo en silencio, no sabia lo que debía contestar – vamos amigo, hermano, venga dímelo.

- No sé si debo, no es mi secreto.

- Cierto, pero entre tu y yo nunca hubo secretos y además ahora ya que importa.

- ¿Por qué esa curiosidad? – Sirius miro de nuevo la foto y sonrió al mirarla.

- Sabes, creo que en el fondo lo sé. Sé quien es el padre.

- ¿Tú crees?

- Si, tienes unos ojos muy bonitos. Tan azules como los de su padre, no lo has dicho tu que tiene los ojos de su padre.

- Si – suspiro Remus.

- Pues creo saber perfectamente quien es el padre. Es Mark Sheman ¿A qué sí? – Remus casi se cae de la silla de la impresión.

- ¿Mark Sherman, el prefecto de Ravenclaw?

- Si – dijo Sirius con ojos risueños – a que acerté.

- No – le grito el licántropo – no acertantes, pero tu... eres... como.

- ¿Qué? de acuerdo vale no es él, quien más había con los ojos azules – se quedo un rato en silencio pensando -¿Era del colegio?

- Si – contesto su amigo que se estaba empezando a desesperar.

- ¿De que casa?

- De la misma que la tuya – Remus esperaba que él asociara ideas.

- Bien de Gryffindor con los ojos azules. ¿De que curso?

- Del mismo que nosotros.

- Vale ya lo tengo todo Gryffindor, ojos azules de nuestro curso... – se volvió a quedar en silencio mirando la foto y tocándose la barbilla pensativo – aja es mío, Michael Grings.

- No, pero se puede saber de donde sacas que es Michael Grings, si tiene los ojos verdes, quieres pensar un poco más.

- Bueno tranquilo, tampoco es para ponerse así. ¿Nos llevábamos bien con él?

- Si, entonces y ahora éramos grandes amigos de el.

- ¿Rubio o moreno?

- Moreno.

- Pues nada que nos se quien es.

- Dios Sirius no es tan difícil, es nuestro amigo, de Gryffindor, de ojos azules, moreno, a quien conoces con esas características. No es tan difícil, piensa, piensa, piensa – Sirius sonrió mirando a su amigo y volvió a bajar la vista a la foto. Se levanto le hizo una señal al otro para que esperara y salió del salón, al cabo de unos minutos, volvió con una foto en su mano, la puso junto a la que venia en el profeta.

- Se parecen tanto. Yo la amaba, de verdad que la quería y aun la quiero, supongo que los dos teníamos mucho orgullo, además de que no teníamos dos dedos de frente, - añadió sonriendo – pero la quise mucho y la quiero a ella también ¿y bien me lo vas a decir?

- No entiendo como todavía no lo sabes.

- Tal vez lo sepa, pero este esperando que mi amigo me lo diga – le contesto él mirándolo a los ojos – creo que en el fondo siempre lo supe. Hubo un día que la vi paseando con la niña, la fui a saludar y cogí un rato a la niña en brazos, te juro que la sensación que tuve fue muy extraña, en unos minutos le cogí un cariño muy grande a aquella niña que me miraba con ojos muy abiertos, pero entonces llego el tío con el que se había casado y tuve que irme de allí, porque no podía soportar verla con otro. Pero aun así, la niña me dejo una huella, siempre que me acordaba de Susan, veía los ojos de esa niña mirándome.

- Porque nunca dijiste nada.

- Que iba a decir, oye Susan no te lo vas a creer, pero resulta que tengo la tonta idea de que esa niña es hija mía, pero tu tranquila te guardare el secreto.

- Bueno supongo que no era lo que esperaba, pensé que no lo sabias, nunca demostraste mucho interés.

- Que interés debía mostrar, ella me lo escondió y luego, parecía tan feliz con ese tío que no me quise meter, que vida le podía dar yo, siempre estuve de un lado para otro, además esos trece años en Azkaban, no me dieron mucho tiempo y mientras yo estuve allí, a ella la asesinaron – dijo con tono de tristeza en su voz – hemos perdido a mucha gente que queríamos.

- A demasiada – contesto su amigo- a demasiada.

- Pero a ella no la quiero perder, no quiero perderla como a su madre, hablare con ella y la sacare de allí.

Esa era la última vez que habían hablado, unas horas después él había muerto y no había tenido la oportunidad de decirle que la quería que la necesitaba.

- Remus – una voz le saco de sus pensamientos.