Volver a comenzar.
Habían pasado alrededor de seis meses desde el fin de la batalla con sus hermanos Apollo y Artemisa y, a consecuencia de ello, Atena se encontraba relativamente tranquila. Había conseguido un pequeño favor de su Padre: las vidas de los dorados regresarían a su curso normal, así como también las del resto de los santos que habían caído desde la posesión de Ares a Saga.
Sin embargo, no fue la única en obtener favores del gobernante del Olimpo. Poseidón y Hades también habían conseguido que sus guerreros regresaran a la vida, algo que no agradecía del todo Atena, pero de lo cual no podía quejarse. No así lo hacía Hades, el cual se encontraba bastante molesto con la situación ya que alegaba que los guerreros de la Diosa habían dañado su cuerpo mitológico. Esto causó algunas cuantas rencillas entre Atena y este, las cuales no fueron sino obviadas por Zeus quien dejó que ellos arreglaran sus asuntos sin más intervención.
Poseidón, por su parte, había llegado a un acuerdo con su sobrina, dejando de lado los problemas que habían sido "generados por Kanon, tiempo atrás", por lo que todo estaba en paz. Decidieron que se ayudarían mutuamente y que cooperarían en futuros "problemas", dialogando antes que los conflictos escalaran de cualquier forma. Fue así que Julián Solo, acompañado de Sorrento, dejó el despacho en el que se encontraba con su sobrina en la Mansión Kido.
Saori se dejó caer sobre la silla detrás del escritorio mientras Tatsumi acompañaba a sus invitados a la salida. Volteó a ver el techo unos momentos y suspiró antes de ponerse de pie y salir del despacho, no sin llevar consigo varias carpetas que entregó a Tatsumi en cuanto este regresó para que se hiciera cargo del papeleo.
Si bien era cierto que los dorados habían regresado a la vida, no había sido todo tan perfecto como Atena deseaba. Aunque los santos de plata que habían muerto durante el conflicto causado por Ares estaban en buen estado en el santuario, algo diferente ocurría con los dorados. Estos se encontraban internados desde hacía un par de semanas en un hospital de alta especialidad en Tokyo. ¿La razón? Zeus decidió revivirlos, sí, pero debido al tiempo que estos estuvieron encerrados en aquel pilar de piedra, no se encontraban nada bien. Su cosmo seguía casi completamente dormido, al grado que técnicamente se encontraban en coma.
Fue un gran susto el que se llevó Saori cuando regreso del Olimpo, apareciendo a mitad de la estancia de la que había sido su casa por sus primeros trece años de vida. Al instante escuchó un gran alboroto. Tan pronto bajó de sus habitaciones se encontró que Tatsumi se volvía loco haciendo llamadas y llamadas en el recibidor, mientras veía salir por la puerta principal al que era el último grupo de paramédicos, llevando consigo a Afrodite. O al menos eso es lo que le pareció ver a la joven que termino de bajar con prisa las escaleras, mientras Kiki y Jabu conversaban preocupados entre ellos tras cerrar las puertas. Sin dudarlo un momento, Saori se acercó a ambos dado que Tatsumi no le prestaría atención ya que apenas atinaba a contestar lo que hablaba con alguna señorita por teléfono.
Atena –Saori– casi sufrió un infarto cuando Kiki y Jabu terminaron de explicarle la situación. Los dorados habían regresado a la vida y habían sido "materializados" en la mansión Kido, lugar donde Atena había estado por última vez antes de aparecer en el Olimpo para hablar con su Padre sobre tan delicado asunto. Sin embargo, había un pequeño, pequeñísimo problema: dado a la cancelación de sus cosmos y, después de haber estado muertos por tanto tiempo, se les genero un pequeño problema en el organismo que prácticamente se desconectaron tan pronto aparecieron. Cuando Kiki entró con Shiryu al recibidor y encontró a los dorados inconscientes en el piso, no la pasaron bien. No pasó más de un minuto antes de que Tatsumi comenzara a hacer llamadas pidiendo ambulancias para llevarlos a algún hospital y todavía no terminaba de arreglar el asunto pidiendo que todos fueran al mismo hospital en Tokyo cuando Saori apareció en el lugar.
Mientras Tatsumi dejaba la mansión con Jabu, dejó atrás a Kiki bastante irritado por no poder acompañarlos para asegurarse cómo estaba su maestro. Atena regresó entonces al Olimpo y atravesó corriendo el pasillo de Audiencias sin pedir permiso y técnicamente se lanzó sobre su Padre, informándole lo que había pasado tras una leve discusión con Hera, quien había intervenido ante lo precipitado de su carrera y su forma de entrar a la sala. Zeus se vio parcialmente obligado a arreglar la situación.
Horas después, después de trámites y trámites, una enfermera se acercó hasta Tatsumi que se encontraba en el despacho del director y le informó que la mayoría de sus "pacientes" habían despertado. Esto ocurrió mágicamente, por decirlo de algún modo, después de haber estado al menos tres horas en coma por una razón desconocida. Para desgracia de Tatsumi, este se vio obligado a seguir con los papeleos de la situación considerando que eran catorce extranjeros que aparecieron de la nada en Tokyo y que todos se encontraban en un estado de coma aparente y un sinfín de cosas más. Cuando Tatsumi dejó por fin el hospital, supo que no se darían explicaciones de más. No se dieron a ningún médico o enfermera y tampoco sería así en un futuro…. Gracias al nombre Kido... quizás.
En el intervalo, Shiryu y Jabu habían llamado a la mansión para informarle a su Diosa de la situación. Cuando los dorados despertaron, no así les dejaron ir. Todos se mantenían internados y bajo estricta vigilancia médica en la zona privada del hospital. No es que pudieran hacer algo al respecto.
Kiki festejó que estos se encontraran mejor, aunque seguía resentido al no poder entrar a ver a su maestro. Atena sonrió al enterarse que se encontraban mejor y esperaría a que Tatsumi regresara por ella a la Mansión para recogerla y llevarla a ver a los dorados. Fue una experiencia bastante bizarra para los dorados cuando despertaron en una habitación del hospital en Tokyo sin tener la más remota idea de que pasaba. No fue sino hasta que Saori se tomó la molestia de explicarles a todos la situación que se tranquilizaron, sobre todo Shion, que parecía el más exaltado de todos.
Los santos de bronce, con excepción de Shiryu, no se encontraban en Japón en ese momento. La mayoría se encontraba en sus lugares de entrenamiento ayudando a regresar todo a la normalidad. Al menos Shun y Seiya lo intentaban; Hyoga e Ikki estaban desaparecidos… o al menos eso parecía ya que no contestaban al celular. Lo cual era normal en el último, pero el cisne… bueno, supondríamos que se hubiera tomado la molestia de dejar guardado tan delicado objeto electrónico antes de lanzarse al mar congelado de Siberia.
Ikki y Hyoga se enteraron de la situación de los dorados hasta casi quince días después, tiempo que habían tardado en darles de alta del hospital. Desde esos momentos se encontraban en la mansión Kido para constate preocupación de sus habitantes a excepción de la Diosa, que parecía no estar preocupada por las miradas cargadas de ironía y sarcasmo que solían llevar consigo algún acido comentario por parte de los dorados.
No… aún no terminaban de arreglar sus problemas. Por desgracia su estancia en el hospital no había servido de nada a pesar de que no habían afectado su memoria en lo más mínimo y no habían olvidado que podían cooperar y llevarse bien en momentos limite, no así en la vida cotidiana.
Kiki sonrió al ver a su maestro hablar animadamente con el antiguo patriarca y el santo de libra en la mesa del patio trasero de la mansión. No es que todos se llevaran mal; simplemente no dejaban de desconfiar los unos en los otros, y ya habían formado los grupitos de siempre.
Aphrodite y Death Mask no solían charlar con ninguno de sus vecinos, al menos no de forma amable. Death Mask parecía estar constantemente a la defensiva y esto provocaba una enorme cantidad de malos entendidos entre todos. Mientras, Aphrodite se limitaba a no acercarse al resto por mera costumbre.
Shaka siempre había sido reservado y, aunado a la situación, el Santo de Virgo había optado la salida fácil y se había aislado del grupo. Solía conversar ocasionalmente con Aioria o Mu, mas prefería pasar tiempo solo, tratando sin mucho éxito de meditar para resolver dudas importantes que tenía relacionadas a su cosmo y mínimo uso que tenia de este; dudas que su Diosa se había visto en la necesidad de ignorar para evitar más problemas.
Aioria, por su parte, no podía encontrarse mejor. Su hermano estaba de vuelta, así como sus amigos-vecinos. No obstante, no todo era miel sobre hojuelas ya que aún seguía con su rencilla personal contra Shura a pesar de que el mismo Aioros le había ya dicho en varias ocasiones que dejara ese asunto por la paz. Era algo bastante difícil de hacer: los gatos simplemente no se olvidan con facilidad de los asuntos personales.
Shura, por sus parte, trataba en lo que podía obviar la falta de aceptación que tenía Aioria con su persona para evitar más problemas. Eso no evitaba que hablara con los demás como si nada. Solía acercarse a Aldebaran para conversar con calma o si no, no podía evitar pasar tiempo con Camus y Milo. Este último era el que menos y a su vez más conflictos generaba con el grupo entero. Para Milo el asunto era sencillo: estaban con vida y había que disfrutarlo. No quería problemas o enojos entre sus compañeros de armas, por lo que hablaba con todos por igual. Y ya se había ganado un buen par de zapes de parte del mayor de los gemelos ante un inocente comentario que tenía mucho que ver con Dite y Death Mask, y que había acabado en algunos comentarios no muy acertados.
Saga era apoyado en esto último por Camus y Shura. Los tres se llevaban bien después de lo ocurrido en la invasión al santuario por culpa de Hades. Aun así, Milo no daba tregua a ninguno tratando que todo se resolviera, no de las mejores maneras, cierto, pero haciendo el intento. Uno de esos comentarios provocó algo más complicado y delicado en el que tuvo que intervenir la joven Atena cuando Saga terminó su poca paciencia y agredió a Kanon, no que el menor de los gemelos fuera a dejar las cosas así. De ese modo las cosas terminaron con algunos cuantos golpes y una Saori bastante molesta.
Sí, Kanon seguía ahí y seguía manteniéndose alejado del resto.
Milo quiso resolver asunto y no resultó de la mejor manera, aunque en realidad el problema principal era el que existía entre los gemelos, esta era la verdadera razón por la que ambos no se llevaban bien.
Después de aquel asunto, los dorados no podían evitar ver con preocupación las constantes discusiones de ambos.
Si algo había logrado Milo intentando remediar el asunto era que los problemas entre los dorados se centraran en Solo las peleas entre ambos hermanos. Aioros no dudaba en ver enfadado al mayor de los gemelos ante los constantes problemas y, aunque Saga solía ignorarlo, no así lo hacía con Shion, el cual no dudaba en llamarle la atención.
Casi mes y medio después, y después de una charla de por medio con su patriarca Shion, Saori los reunió en el comedor y les informó brevemente la situación que se había dado con todos ellos y de cómo sus cosmos permanecían parcialmente dormidos por culpa de Zeus, así como algunos otros leves conflictos en el Olimpo. Por lo que ella sabía, no había idea de cuánto tiempo duraría la situación.
Gracias a las constantes agresiones entre los gemelos, la situación entre el resto había mejorado notablemente. Es decir, ya se toleraban más sin intenciones asesinas. Atena consideró que podían regresar a su vida normal en el Santuario, o al menos a lo más parecido a eso debido a las diversas reformas que ya estaban en marcha en el Santuario y de la cual sus Santos dorados no estaban al tanto. Esperaba que eso no desencadenara nuevos conflictos o que abriera los que apenas iban cerrando.
Les informó que podían regresar al Santuario o quedarse a vivir con normalidad en la mansión, aunque ninguno acepto esto último. Así pues, unos tres días después todos los dorados se encontraban de regreso en el santuario. Se toleraban de mejor manera y por lo menos trataban de evitar tener problemas causados por tonterías.
El resto de la orden se vio animada al ver a la élite de regreso y encontraban entretenido verles charlar en el coliseo. Charlando, sí, Solo eso porque no se veían con ánimos de ponerse a entrenar o algo parecido. Mientras, los dorados se entretenían en el coliseo a costillas de los Santos de plata y bronce viéndoles entrenar. A pesar de todo, era un ambiente mucho más relajado que hacía unos años.
Shion se vio nuevamente instalado en su antiguo puesto, encontrando tanto reconfortante como levemente preocupante los diversos cambios que su Diosa había ordenado realizarse en el santuario durante su ausencia y de los cuales no terminaba de acostumbrarse a pesar de que ya llevaban más de seis meses de regreso en el santuario.
Sentado frente al despacho revisaba una cantidad considerable de libros bastante viejos que venga a saber de dónde Atena los había sacado. El despacho había sido remodelado por la Diosa y estaba lleno de estantes con libros, un enorme escritorio de caoba y una cómoda silla; era junto a aquellos libros que le había dado la bienvenida de regreso a su puesto. Eso sin contar los numerosos jarrones de porcelana fina colocados sobre pedestales de mármol que Saori había pedido que repartieran por todo el templo principal y que estaban llenos de flores y las ya de por si enormes cortinas de terciopelo rojo que adornaban el salón del trono, diversos candelabros de oro y algunas cuantas figurillas de mármol que la joven Diosa había encontrado divertido colocar en diversos lugares. Del mismo modo, enormes réplicas de pinturas famosas adornaban los corredores antes desnudos del templo en un intento de la joven por hacerlo un poco más cálido y acogedor.
No solo era el templo principal lo que estaba tratando de mejorar. Los alrededores de las doce casas, las zonas de entrenamiento y el coliseo estaban siendo provistas de zonas de descanso para los santos y aprendices, colocando pasto y árboles nuevos que la joven se dedicaba a hacer crecer con el poder de su cosmos, proveyéndoles cierta protección divina para que durasen muchos más años y de esa forma ayudaran a sus santos a resguardarse del intenso sol griego.
Otra de las áreas que la Diosa estaba remodelando era la zona de vivienda. Claro está que era un lugar bastante menos extenso pero sí necesitaba arreglos de diversos tipos, sin exceptuar la zona de las amazonas. Esta seguía siendo llamada de esa forma por costumbre más que otra cosa aunque aún los santos no se atrevían a visitarla. Esto debido a que Atena había anulado la ley de la máscara y la ley de amar o matar y no todas las amazonas estaban felices al respecto.
Shion cerró momentáneamente el pesado libro que había estado leyendo desde hacía unos momentos al escuchar un par de toques en su puerta. Uno de los soldados en guardia se asomó y entró tímidamente sin hacer ruido al escuchar que el Patriarca le dio permiso de pasar.
-¿Qué sucede?
-El santo de oro de Géminis le espera afuera mi señor.
-Déjale pasar, por favor, y avisa al Santo de libra que necesito hablar con él.
-Como ordene.
El soldado se retiró y le dejó solo por algunos momentos hasta que Saga entró al despacho. El santo permaneció de pie y esperó indicaciones de Shion. El mayor de los gemelos había tratado de arreglar "los malentendidos" que tuvo con Shion durante la posesión de Ares durante el tiempo que estuvieron hospedados en la mansión Kido. Ante esto, el ariano había tratado de dejar el tema de lado, le restó importancia y lo dejó en el pasado. Sin embargo, eso no terminaba de dejar conforme a Saga.
-Saga, toma asiento por favor.
Shion le observó unos momentos antes de terminar de firmar unos papeles y de dejarlos dentro del libro que había estado revisando. Retomó entonces la atención del dorado frente a él, el cual se había acomodado en uno de los dos sillones frente al escritorio.
Se reacomodó en el escritorio y movió ansiosamente el libro mientras sopesaba cómo darle algunas indicaciones al hombre frente a él. Saga, por su parte, se limitaba a observarlo con seriedad aunque estaba comenzando a ponerse nervioso por la mirada del mayor. El ariano suspiró momentos antes de comenzar hablar.
-Bien, Saga, creo que es más que obvio que has notado las remodelaciones que nuestra Diosa ha llevado a cabo en el Santuario. Quiero pedirte que me ayudes con algunas más ahora que estamos todos de regreso. Se me ha pedido que comience nuevamente el entrenamiento de algunos santos cuyas armaduras están disponibles.
-¿Quiere que me encargue de buscarlos y entrenarlos?
-No, en realidad necesito que te hagas cargo de otros asuntos de mayor importancia en el Santuario. Eso no quiere decir que no tendrás un aprendiz, pero según mis últimas lecturas astrales, al menos pasarán un par de años más antes de que lleguen a este mundo algunos aprendices para santos dorados. – Shion le sonrió al gemelo con ligera tristeza, rememorando sucesos anteriores. – Saga, Atena me ha pedido que me haga cargo de un par de aprendices de los cuales apenas podemos detectar su presencia y es de vital importancia que sean traídos al Santuario lo antes posible. Por lo tanto y dado lo importante del caso, Atena y yo iremos a recogerles. Estaré fuera de aquí y se ha decidido que te harás cargo del Santuario en nuestra ausencia. La princesa y yo confiamos en que nos ayudaras con todo lo que aún se está realizando y que podrás dirigir el Santuario mientras permanecemos fuera.
