Decisiones
Saga frunció el ceño completamente serio. Casi podría decirse que estaba completamente enfurruñado, de brazos cruzados, de pie junto al sillón que había estado ocupando hasta hacia unos diez minutos atrás antes de que se ofuscara lo suficiente para salir de ahí. Sin embargo, esto no ocurrió. Shion observó a Saga cuando le dijo con voz seria "Entendido, me retiro" y giró elegantemente para salir del despacho de Shion cerrando la puerta con suavidad.
Shion se dejó caer en su asiento tan pronto vio salir a Géminis de la habitación. Se cruzó de manos y se apoyó sobre los brazos en el escritorio. Dohko, quien acababa de entrar hacía poco, le observaba mientras le sonreía ampliamente y se acomodaba en el sillón contiguo al que Saga había estado ocupando.
-No fue tan malo.
-Cállate.
Dohko sonrió ante la respuesta de su viejo amigo, se reacomodó en el sillón y guardó silencio como le había pedido el otro. Al menos eso intentaba, mas no podía dejar de sonreír. Sentía la imperiosa necesidad de echarle en cara al otro lo que ya le había comentado con anterioridad y que tal como le había dicho había pasado con Saga en cuanto le dio la noticia. Dohko ya estaba enterado de la situación y la razón detrás del viaje de Shion y Atena. El antiguo viejo maestro, que ya no era tan viejo, le había dicho a Shion que él no se haría cargo del Santuario en su ausencia por más que este se lo pidiese. Saga no fue la primera opción para la posible vacante momentánea del patriarca del Santuario de Atena, no obstante, no es que fuera una mala opción; simplemente a Shion le sucedía lo mismo que al propio Saga: ambos tenían miedo. El primero se vio forzado por Dohko y Atena a afrontar la situación antes que al segundo. Shion no temía que Saga fuera a tomar posesión del Santuario o algo así, simplemente tenía miedo de que el gemelo mayor tuviera que enfrentar sus fantasmas de esa forma tan directa. Él sabía que Saga estaba arrepentido de aquello que había sucedido y que no había podido hacer nada para evitarlo. Se negaba a creer que se había equivocado aquella noche después de comunicarle su decisión de que Sagitario se haría cargo del Santuario. Shion se había negado a hablar con Saga, sobre el por qué había elegido a Aioros y no a él. Ahora no había nada que hablar, Aioros no era en ese momento apto para ser candidato temporal ya que había pasado mucho tiempo muerto y sabía que se sentiría contrariado y fuera de lugar en esos momentos. Prefería pasar tiempo con Aioria y sus compañeros y simplemente no podía negárselo a Sagitario.
Shion se puso de pie, se acercó a la ventana y observó el cielo. Aún era temprano y ni siquiera era medio día, pero él sentía que era tarde, muy tarde. Mientras seguía perdido en sus pensamientos, Dohko se puso de pie y se le acercó, dándole un golpecito en la espalda que no espabiló al ariano, simplemente fue un gesto de despedida antes de que Dohko saliera del despacho de Shion para volverlo a dejar solo con sus propios temores.
Libra les pidió a los guardias del templo que no molestaran a su excelencia ya que necesitaba descansar, a lo que ambos afirmaron antes de que libra saliera del lugar y comenzara a bajar por las escaleras. En el camino observó de reojo a Aphrodite, quien estaba bastante entretenido arreglando uno de los tantos jarrones que Atena colocó mientras una de las doncellas le acompañaba llevando con ella una considerable cantidad de flores secas debajo de un pequeño carrito de flores frescas y dispuestas por colores. El chino simplemente continuó caminando, dejándolos entretenidos en su trabajo y es que el propio Aphrodite se había dado él mismo a la tarea de arreglar de la mejor manera posible, los jarrones.
Dohko ya había hablado con Shion con respecto a los temores de Saga y los de él mismo, los cuales aún no había atinado a solucionar a pesar de las varias ocasiones en las que Saga se había dispuesto a hablar con él. En Japón, el lemuriano se negaba a enfrentarlo y ahora le dejaba un enorme peso al gemelo mayor, sabiendo de sobra que Saga aún tenía problemas sobre eso. Se detuvo en la primera terraza de descenso de las escaleras rumbo a Piscis y desde ahí observó el Santuario. Apretó la mano derecha en un puño; a pesar del tiempo que había pasado y que todo estaba volviendo a su lugar, aún no podían usar su cosmos con normalidad. ¿Qué podrían hacer si realmente pasaba algo? Suspiro y continuó su descenso para regresar a libra, perdiéndose en el piso residencial.
Una media hora después, Milo sonrió al escuchar un par de voces conocidas discutir detrás de la puerta de madera que separaba esa pequeña estancia del piso residencial de Géminis. Al parecer los gemelos discutían, cosa que era normal y sucedía todo el tiempo, no parecía que hubiera un cambio próximo entre los gemelos, Saga y Kanon, quienes compartían el piso residencial de Geminis por orden tajante de Atena en un vano intento de que su relación como hermanos sanara poco a poco. Tristemente, en realidad parecía que esto tenía el efecto contrario.
Verlos discutir se había vuelto tan cotidiano como el curso normal de vida en el santuario. No era para menos, la situación entre ambos estaba a flor de piel. En un principio había sido Kanon el que se había acercado a Saga para tratar de arreglar sus diferencias, pero debido a la terquedad del otro, los varios y continuos intentos del menor acabaron con su paciencia por el constante rechazo del otro. Si Saga no quería que la situación se arreglara estaba bien, eso no le importaba a Kanon, pero aunque trataba de que la situación se relajara había días en que simplemente no podía evitar molestar a Saga, lo que para muchos era decir que todo estaba bien entre ellos.
Lo cierto era que sus discusiones solían ser por cualquier tipo de tonterías. Por otro lado, desde que Atena había tenido que intervenir para que no se lastimaran en Japón, no había vuelto a ver la necesidad de detener alguna pelea de ese tipo. Eso era algo que alegraba al resto de los dorados, quienes simplemente no tenían ganas de detener a cualquiera de los dos.
Giró la perilla de la puerta invitándose a sí mismo a entrar al piso residencial y se adentró al lugar buscando a los gemelos por el sonido de las voces que aparentemente discutían sobre por qué dejar los restos de algo comido sobre la encimera de la cocina no hacía nada feliz a Saga.
-Saga, sabes que no puede evitarlo. Tú sabes que es parte de él ser desordenado. - El menor de los gemelos guardó silencio girándose para buscar al dueño del comentario con ganas de darle un buen par de golpes.
-Vamos, no te enfades. Sabes que es verdad. Y con lo maniático obsesivo que es Saga, no deberías buscarle tres pies al gato, Kanon. – Milo supo que era momento de salir de ahí cuando el mayor volteó a verle fijamente sin decir palabra alguna. Sujetó a Kanon de la muñeca llevándoselo arrastrando parcialmente fuera la cocina, mientras que el gemelo se dejaba arrastrar molesto. Se soltó en cuanto dejaron a Saga solo en la cocina
-¿Qué quieres alacrán? ¿No sabes que no debes meterte donde no te llaman?
-Deberías agradecerme.
-¿Qué debería agradecerte, según tú?
-Que no te pateen el trasero.
-Solo en tus sueños bicho. ¿Qué quieres? - Algo más tranquilo le observó perspicaz, sabiendo de sobra que algo debía de ocupar el otro para ir por él hasta Géminis.
No es que se llevaran mal, desde su encuentro en templo principal durante la batalla contra Hades se consideraban hasta cierto punto amigos y Milo era bastante feliz teniendo oportunidad de molestar al gemelo ya que podía irritarlo aún más que a Camus sin arriesgarse en terminar congelado.
-Necesito que me acompañes a buscar algo a Atenas.- Mencionó en voz baja volteando a ver por el pasillo rumbo a la sala de estar y un poco más allá hacia la salida.
Kanon suspiró. Apenas un mes atrás había sucedido algo similar y ya se imaginaba que el octavo guardián había metido las patas y, dado que había ido a pedir ayuda, se imaginaba que algo tenía que ver con Camus o Shura. La vez anterior había roto una botella de vino de reserva que había encontrado en la bodega de la casa de acuario y Camus se había enojado bastante. Kanon agradecía parcialmente que no pudieran usar sus cosmos, de lo contrario se hubiera visto dentro de un ataúd de hielo por ayudar a escorpio. Les había tomado todo el día encontrar una botella de vino similar, aunque ni siquiera de un año cercano al del que se había desperdiciado por la torpeza del escorpión. Que algo por estilo volviese a pasar no era de extrañar; Milo se la pasaba rondando las casas tanto de Camus como de Shura.
-¿Por qué tengo que acompañarte y perder mi tiempo?
-Porque acabo de evitar que te pateen el trasero.
Sonrió con picardía al tiempo en que daba la vuelta y se dirigía a la salida, siendo seguido por el otro con aires de resignación.
-¿Qué hiciste?
-Creo que podríamos encontrar alguna botella de whisky de 1972 en algún local de Atenas.
Kanon se le quedó viendo, preguntándose si debía ir a acompañar a Milo o ayudar a Camus antes de comenzar a caminar rumbo a la salida, siguiendo al otro.
-Yo tengo una botella de 1970, pero quiero que dejes de meterte en donde no te llaman Milo.
La voz de Saga se dejó escuchar mientras éste seguía recargado en la puerta de la cocina con los ojos cerrados.
-Aunque como soy un maniático obsesivo, mejor llévate a Kanon.
El gemelo menor volteó a ver a su hermano sin hacer ningún comentario más. Al parecer Saga había estado escuchando, aunque el gemelo mayor parecía haberse tranquilizado desde que lo dejaron solo en la cocina.
Milo se le quedo viendo sopesando la situación antes de acercarse al mayor de los gemelos.
-Solo si no le dices a Camus.
-Sabes que se va enterar de todas maneras.
- Kanon, te invito a cenar.– Añadió Milo cerrando los ojos y girándose para darle la espalda a Saga y alcanzando al menor de los gemelos junto a la puerta. -Intentaré encontrar otra antes de aceptar tu oferta, Saga.
Saga sonrió a medias mientras el otro par salía por la puerta del piso residencial. En realidad era divertido, aunque lo había hecho a propósito con la intensión de que le dejaran solo. Caminó hacia la sala dejándose caer boca arriba sobre el sofá. La verdad era que se había desquitado con Kanon por la presión que se sentía por lo que Shion le había informado hacía apenas una hora. No es que estuviera tan obsesionado con la limpieza, ¿o sí? ¿Tal vez Solo un poco? Se encaminó a su habitación para luego regresar a la sala dejando una botella de whisky de 1970 sobre la mesa de centro antes de salir de Géminis nuevamente; necesitaba dar un paseo.
Unas tres horas después, Camus bajaba de Acuario con intenciones cuasi asesinas mientras buscaba a cierto alacrán que estaba desaparecido. Llegó al coliseo suponiendo que podría estar en aquel lugar. Fue Shura quien le saludó con un gesto de mano mientras el francés se acercaba con calma a su vecino. Se sentó junto a él y comenzó una breve charla. Mientras hablaban le comento sobre el accidente de su botella de whisky, con lo que Shura rio de buena gana imaginando la escena y terminando de entender por qué Milo no estaba en el coliseo como era costumbre. Shura dio un par de golpecitos en la espalda a Camus y dio por terminado el asunto. Esperaba que el otro se tranquilizara después de la breve charla y se quedaron observando el entrenamiento de algunos de los santos de plata. El tiempo seguía corriendo y comenzó a anochecer; mientras platicaban, las antorchas comenzaron a iluminar el santuario y sus habitantes comenzaban a retirarse a diversas zonas.
Como se encontraban en tregua, podían retirarse y hacer los que les placiera. Aunado a los sucesos que habían acontecido, Atena trataba de que sus guerreros tuvieran una vida más calmada, si bien no normal. El comedor había sido remodelado recientemente y muchos se dirigían a este para cenar algo mientras otros decidían bajar a Rodorio.
Aunque la seguridad de Santuario no había sido removida, los dorados seguían sus rondas y se turnaban día a día para dar varias vueltas por las zonas que pudieran presentar problemas.
Camus y Shura comenzaron a subir las escaleras por el camino aledaño a las doce casas mientras Aphrodite y Death Mask iban en descenso. Se saludaron y continuaron cada quien sus caminos. Al parecer los soldados y los santos de bronce y plata no eran los únicos que aprovechaban para ir al pueblo a comer y tomar algo.
Al llegar a Sagitario se detuvieron cuando encontraron a Saga y Aioros hablando animadamente en las escaleras. Se unieron a la plática y cierto alacrán volvía a ser tema de conversación. Saga les informo del paradero de este y de su hermano. Camus volvió a molestarse ante lo comentado mientras Aioros trataba de aligerarle nuevamente el ánimo.
Milo estornudó por millonésima vez en lo que quedaba del día mientras terminaba su plato de comida; Kanon le sonrió divertido burlándose nuevamente de él mientras observaba de reojo la bolsa de papel que guardaba al menos cinco botellas de vino, dado no había encontrado ninguna como la que Milo había tirado por accidente en la bodega de Acuario. Terminaron de comer y casi media hora después salieron del lugar y se encaminaron de regreso al Santuario.
Habían perdido toda la tarde y no habían encontrado ni una sola botella del mismo whisky que guardaba Camus. Discutieron al menos tres veces mientras Kanon se quejaba sobre por qué no debía de haber acompañado al santo de escorpio a remediar lo que provocaba. Milo atinó a aceptar que ir a la bodega o la alacena de acuario no era buena idea después de que Kanon volviera a sermonearlo. Sin embargo, no podía evitarlo, él simplemente quería otro de los chocolates que sabía que Camus escondía para evitar que él los tomara sin su permiso.
Después de atravesar la zona residencial de plata; observaron a Aldebarán y Mu quienes estaban de guardia ese día y se dirigían a las afueras del Santuario para dar una vuelta más y revisar que todo estuviera en orden. Tras un rato más de camino se despidieron. Milo se encaminó a la escalera secundaria, mientras que Kanon se dirigió a la entrada principal de las doce casas. Regresó a Géminis encontrando todo en tinieblas; aparentemente Saga aún no regresaba, por lo que se fue directamente a su habitación para encerrarse en esta sin notar la botella que aún descansaba en la mesita de la sala de estar.
La noche transcurrió con calma en el Santuario. Todo estaba aparentemente en calma, salvo por el hecho quizás de un inusual movimiento entre los guardias y soldados que comenzó a primera hora de la mañana y que rápidamente dejó la zona de las doce casas hasta llegar a la última de la zonas protegidas del santuario, donde había también un gran bullicio. Todo esto se debía a algo que uno de ellos había escuchado en el templo principal y que había corrido como pólvora por todo el Santuario.
Evitaban en lo posible a los Santos, los cuales ya se encontraban realizando sus actividades diarias. A excepción de los dorados, quienes tan pronto habían puesto un pie fuera de sus departamentos fueron convocados al templo principal.
Shion sujetó su cabeza masajeando sus sienes con fuerza, estando bastante irritado. Dohko permanecía de pie viendo a su amigo entre divertido y con cierta lastima. Al parecer uno de los soldados había escuchado algo y dado lo comunicativos que eran, ya técnicamente lo sabían todos los soldados y guardias y posiblemente los santos de bronce y plata. Saga quien no traía su armadura, estaba sentado justo en el fondo, detrás de Shion y deseando mimetizarse con los libreros.
El patriarca volteó a ver nuevamente al guardia que había sido el causante del escape de información y este se removió en su sitio de pie junto a Dohko.
-Quiero que llames a cada uno de los representantes de zona y les pidas que vengan inmediatamente, eso incluye a los santos y amazonas. Y quiero que estén aquí en quince minutos. Aquello fue lo único que termino de decir Shion antes de indicarle que se marchara con una seña mientras el guardia salía corriendo inmediatamente del despacho.
-Sabes que los chicos deben estar ya en la zona del trono. La princesa no debe tardar en llamar. – mencionó alegre Dohko mientras se acercaba a Saga haciendo que este se pusiera de pie en el acto. Dohko le empujó de nueva cuenta a la silla.
– Saga, deberías calmarte un poco antes de que salgamos. - El mayor de los gemelos no mencionó palabra alguna mientras seguía con su reticencia mental tratando de encontrar alguna forma de salir de ahí.
-Como sea, igual tenían que enterarse; aunque hubiera preferido decirles primero a los dorados antes de que el resto se enterara. - Mencionó de pronto Shion poniéndose de pie de su lugar. Tomó una maleta bastante grande y salió del despacho dejando a los otros dos solos.
-Insisto, No creo que sea una buena idea.
-Saga, aquel asunto quedo atrás y todos los saben. – Le extendió la túnica color azul marino mientras le sonreía tratando de tranquilizarlo. – Además, seguro a Kanon le alegrara quitarte tu puesto una temporada.
El otro le miró preocupado y levantó la vista hacia enorme escritorio frente a él y a las pilas de papeles sobre este. Negó un par de veces con la cabeza mientras se ponía la túnica por encima, no con muchos ánimos y deseando que fuera Kanon quien estuviera metido en ese problema y no él. Kanon… como el patriarca. Desechó inmediatamente la idea terminando de ajustarse el cinturón mientras Dohko salía por la puerta dejándole atrás por un momento.
Shion ya estaba en la sala del trono, se encontraba de pie con su maleta y mientras dejaba que los chicos calmaran sus ánimos por haber sido convocados y dejaban de observar y molestar a Kanon, quien había subido, arrastrado por Mu, vistiendo la armadura de Géminis. Notó en la puerta a Dohko y Saga tuvo más ganas de huir de ese sitio que otra cosa.
Cuando dejaron de conversar y bromear brevemente, el celular de Shion comenzó a sonar, contestando una video llamada de Atena–Saori que estaba en ese momento en… Japón.
- ¿Porque había tanta luz y había un muelle detrás de ella?– Milo interrumpió ganándose un buen zape departe de Shura, mientras Camus le observaba aún bastante molesto.
El patriarca obvió el asunto mientras comenzaba a explicar la situación. Sabía que la maleta no pasaba desapercibida, simplemente no había querido opinar de más. Ante una breve explicación de ausencia sobre algo importante que tenía que hacer y que debía de escoltar a su diosa, los santos dorados entendieron que se trataba de algo delicado de lo cual no recibieron mucha más información.
Sin embargo, la mayoría ya estaba sacando conjeturas al respecto con solo tener a Kanon a su lado. Antes de que Shion mencionara algo más, fue interrumpido nuevamente por Milo quien vio salir a Saga junto con Dohko por la puerta lateral que daba al pasillo residencial.
-Entonces Saga se hará cargo del Santuario.
