Starhill
La sorpresa había sido algo general a pesar de que ellos mismos ya habían sacando conjeturas al respecto. Shion sonrió levemente ante el silencio instalado en la sala antes de que este fuera nuevamente interrumpido por Milo.
-¿Qué es tan importante para dejar el santuario?- la pregunta tensó momentáneamente al resto de los santos presentes. Dohko les sonrió levemente, acercándose con Saga hasta permanecer de pie junto a Shion.
-Efectivamente es un asunto importante que requiere mi presencia. Hemos detectado el nacimiento de un par de estrellas que son particularmente fuertes y se encuentran por encima de la media del nacimiento de cualquier santo. Atena solicitó que le ayudase al respecto, así que debo escoltarla personalmente. Sin embargo, ustedes saben que el santuario no puede quedarse solo, es vital siempre que haya alguien que tome decisiones, aun mas que hay tantos proyectos y remodelaciones realizándose en este momento. El único que conoce cómo se dirige el santuario y que puede tomar decisiones reales basadas en experiencia es Saga.– Finalizó de hablar Shion y observó a los dorados frente a él, los cuales no añadieron nada a la explicación.
El antiguo viejo maestro decidió hablar al notar la calma después de la tormenta. –Kanon se hará cargo completamente de Géminis en lo que Shion regresa. –El gemelo menor frunció el ceño al darse cuenta que por eso había sido arrastrado por Mu con todo y armadura. El Ariano menor seguramente estaba al tanto del asunto.
-Si no tienen más dudas, Shion espero que no tardes mucho más. – Atena les sonrió a sus santos y, despidiéndose, canceló la video-llamada. Shion asintió con la cabeza y tomó la maleta junto a él, esperando unos momentos mientras los santos frente a él terminaban de procesar la información y esperando que no hubiera más dudas. Al notar cierta tranquilidad despidió la reunión y permitió que los dorados comenzaran a salir del salón. Permanecieron únicamente los tres y, después de finiquitar los asuntos pendientes con Saga y Dohko sobre las construcciones y algunas otras cosas pendientes, así como informarles brevemente a los representantes de las zonas qué es lo que había ocurrido y las órdenes dadas, Shion salió del Templo principal para bajar las doce casas y poder teletransportarse a donde Atena se encontraba en esos momentos.
Saga, que tenía que comenzar el trabajo que Shion tenía pendiente, suspiró recargado en una columna cercana. Al menos sus compañeros no lo habían tomado a mal o, si sí, no lo habían hecho notar. El santo de Libra de acercó al mayor de los gemelos tratando de animarle un poco, haciéndole notar que la situación estaba zanjada para la mayoría de ellos y por lo tanto no lo tomarían a mal. El único inconveniente siempre eran lo chismosos que podían ser en el santuario.
Camus siguió caminando de frente sin intenciones de girarse a pesar de la insistente llamada de Milo. Mientras todos seguían de largo por Acuario, Milo decidió que quería intentar arreglar el asunto pendiente con Camus y, a pesar de que la noche anterior el custodio de Escorpio le había llevado las botellas que había encontrado, este se había negado a aceptarlas dejándolas sobre la mesa de la cocina donde Milo las había puesto mientras cenaba. Momentos después se dio a la fuga, por lo que el Santo de Escorpio aún buscaba que el de Acuario le perdonara y le permitiera que todo regresara a como había estado desde hacía varios días atrás.
Atena-Saori sonrió medianamente satisfecha de que no hubiese notado problemas o molestas quejas entre los dorados ante la decisión tomada. Sujetó su teléfono celular y lo guardó en su bolsa. Julián sonreía divertido, feliz de no tener tantos problemas con sus generales ante sus decisiones. Sorrento estaba haciéndose, al igual que Saga, cargo del santuario submarino, con muchos menos problemas que este último. No tenía de qué quejarse, estaban bastante acostumbrados a las ordenes impuestas sin rechistar y hasta cierto punto le agradecía a Kanon hubiera sido tan estricto con las marinas.
El par de jóvenes deidades continuaron su desayuno. Se encontraban en Cerdeña en una de las mansiones de Julián, esperando a que el patriarca les alcanzara con una copia de los planos celestes para tratar de localizar una de las presencias que habían llamado tanto su atención. Sin embargo, tendrían que moverse al norte, hasta Alemania, que era el lugar a donde habían localizado por última vez el brillo que Shion y Atena habían detectado hacía un par de semanas.
Una media hora después, Shion por fin apareció frente a los jóvenes que seguían charlando amenamente sobre las situaciones que se habían dado en el santuario. Sonrió ante las deidades, y Julián le imitó y llamó a una las mucamas para que condujera al patriarca a una de las habitaciones privadas y pudiera cambiarse por ropa de civil.
Shion aceptó momentos después a pesar de su reticencia a hacerlo. No terminaba de agradarle la presencia de la reencarnación de Poseidon cerca de su diosa, pero no podía hacer mucho más allá de tener cuidado y advertirle que no se confiara, aunque ella insistía en que no había problema con eso.
Quince días después de que Shion dejara el santuario, aún no habían encontrado nada. Saga acababa de cortar la comunicación de la llamada que habían recibido y quería avisarle a Dohko. No obstante, en esos momentos no podía hacerlo ya que había salido a Atenas, acompañado de Mu y Afrodite, a recoger parte de un encargo que Atena le pidió a un escultor como parte de uno de los proyectos que estaban en pie en ese momento en el santuario.
Se recargó en la silla frotándose los ojos y observó el montón de papeles que había sobre el escritorio y que apenas eran la mitad de los que Shion había dejado por revisar. Justo cuando volvía a prestar atención a la aparentemente interminable pila de papeles, escuchó un par toques en la puerta. Dio permiso de entrar antes de volver a concentrase (o al menos intentarlo).
Un sonriente Aioros entró momentos después por la puerta. No llevaba la armadura y estaba de buen humor. En otros tiempos eso hubiera hecho que Saga sufriera un infarto, aunque en realidad ya había tenido un mini infarto al día siguiente de que Shion se marchase; cuando Sagitario decidió acercarse a saludar a Saga, entrando despreocupadamente a la oficina del patriarca.
En ese entonces, Saga no lo había escuchado llamar a la puerta y, aunque lo hubiera hecho, estaba demasiado ocupado tratando de recalcular los datos sobre el mapa astral que Shion le había pedido y del cual había dejado un par de copias más en su oficina y en Starhill. Cuando por fin Saga volteó a ver quién estaba haciendo ruido, se llevó un susto que lo hizo gritar inevitablemente. Se encontró a Sagitario a centímetros de su cabeza, también muy concentrado e intentando descifrar parte de los cálculos y trazos que Saga tenía anotados. Esto hizo que Saga se pusiera de pie y se alejara por instinto del lugar, lo que provocó que Sagitario comenzara a reír enormemente divertido. No así Saga, quien tuvo que pedir a los preocupados guardias que se retirasen, ya que habían entrado al salón tras escuchar su grito. Mientras el Santo Géminis técnicamente le ladraba ofuscado que se retirara, Sagitario tomó asiento confianzudamente, sabiendo de sobra que Saga estaba enojado. Después de todo, Saga odiaba a muerte que le sacara esos sustos. No era el primero que había recibido; ya había espantado a Saga un par de veces durante su estancia en la mansión Kido, aunque no lo había hecho con mala intención, sino que habían sido simples accidentes y sabía que el subconsciente Saga siempre iba a reaccionar de esa forma. Sin embargo, Aioros había decidido seguir haciéndolo por si llegaba a quitarle el trauma.
Saga suspiró y observó a Sagitario dar un par de pasos hacia el escritorio.
-No voy a desayunar. Tengo mucho que hacer antes de que Dohko regrese. Tengo que recalcular nuevamente esto ya que siguen sin encontrarles.-
Tanto Saga como Dohko decidieron dar informes diarios a Atena y Shion desde que este último se marchara. Esto ayudaría a mantener todo en calma y evitaría especulaciones de cualquier tipo, lo que les había servido mucho al notar que el asunto no avanzaba en lo más mínimo.
-Anda, vamos a comer algo. Te dará energía. No es ni medio día y ya estás insoportable.- añadió divertido acercándose a Saga y sujetándole de la muñeca para arrastrarle fuera de la oficina.
Dohko estaría de acuerdo. El mayor de los gemelos se estaba presionando mucho, sobre todo cada vez que Shion hablaba pidiendo un poco más de datos que no podía obtener en donde estaba. Aquellas llamadas provocaban que Saga comenzara a saltarse las comidas. Esto lo comentó una de las doncellas que habían comenzado a trabajar en el santuario y que estaba originalmente al servicio de Atena y de Shion. Ahora apoyaba a Saga, o al menos eso intentaba, y preparaba la comida o algunas otras cosas que le solicitaran.
Era algo de lo que Sagitario se enteró por casualidad cuando Afrodite y Dohko hablaron al respecto, ya que la doncella Chloe también ayudaba a Afrodite a arreglar los jarrones. Fue él quien le dijo al viejo maestro. Realmente era extraño que haber tomado el santuario quince años atrás hubiera sido un éxito con los chismosos que eran todos.
Después de que Aioros técnicamente arrastrara a Saga fuera de la oficina para llevarlo a la zona residencial y dejarlo en el comedor donde ya estaba todo listo y preparado, le sonrió aún más descaradamente (desde el punto de vista de Saga) y le preguntó animadamente sobre la llamada de Atena una media hora antes. Fue entonces que descubrió que Aioros llevaba más de una hora en el templo principal haciendo tiempo para obligar a Saga a comer, por lo que había escuchado perfectamente la conversación.
El resto de los dorados, o al menos la mayoría, estaban desde temprano en la arena del coliseo, y desde hacía una semana, por fin habían vuelto a entrenar. Esa mañana sintieron a una leve fluctuación cósmica que se produjo por Milo y Camus. El primero había esquivado un golpe bien merecido por parte de Camus, el cual logró congelar parte de las gradas. Para variar, el Escorpión celeste había salido con uno de sus agradables comentarios.
Al observar lo que había pasado, los demás no dudaron en probar sus poderes. Lentamente iban recuperando el control de sus cosmos. Estos comenzaron a regularizarse y se activaban nuevamente entre más lo usaban. No tardaron en organizarse y comenzar a entrenar con bastante ánimo.
A mediodía, Kanon dio por terminada su sesión de practica y se dirigió de regreso a Géminis. Había tenido ronda nocturna a lado de Aldebarán y después había ido a entrenar un poco, por lo que se dejó caer inmediatamente en su cama tan pronto llego a su habitación. Le dolía bastante la cabeza y no había comido nada desde la cena de la noche anterior antes de salir de guardia. Aunque pareciera como si el menor imitara al mayor, Kanon no estaba enterado que Saga tenía la misma manía de saltarse la comida cuando estaba estresando. Al menos a él le estaba apoyando Aioros, pero Kanon era asunto aparte.
Milo no bajaba todos los días ni pasaba a ver como estaba, ya que el menor de los gemelos se encontraba algo reacio e inconforme con su situación; y es que Kanon, al seguir teniendo malos entendidos y problemas con Saga, no era muy feliz que digamos, y llevaba varios días pensando en dejar el santuario cuando Shion regresara.
Se lo había hecho saber de una forma no muy agradable a Milo, aunque el Escorpión no le reclamó nada. No supo qué decir al respecto de lo que Kanon pensaba. Después de todo, era algo que fácilmente podía hacer realidad. Atena les había dado a escoger el modo de vivir sus vidas y todos decidieron regresar al santuario, por… costumbre… obligación… deseo… Milo no había estado muy seguro de qué decirle al menor de los gemelos cuando este le increpo el asunto. No sabía qué es lo que él haría si estuviera en la misma situación que los gemelos.
Cuando Saga terminó el desayuno, decidió ir de regreso al despacho de Shion. No con mucho éxito, ya que mientras caminaba de regreso acompañado de Aioros, uno de los comentarios de este lo hizo detenerse en seco.
-Por eso te digo… no es que estén mal trazados. Yo pienso que ya pasó tiempo y si es algo tan delicado lo que necesitarían es volver a hacerlos desde el principio. Tienes que ir a Starhill y cotejarlos con una nueva lectura.
Saga se había detenido y no volteó a ver a Aioros inmediatamente, quien caminaba un poco más atrás de él, hasta que salió de la sorpresa inicial sobre el comentario tan casual que el otro le hacía. No solo no se le había ocurrido que necesitaban recalcular todo tomando nuevamente la lectura, sino que nunca se imaginó que le sugirieran ir a Starhill. Era cierto que estaba cubriendo a Shion y que ocupaba el puesto del patriarca, pero eso lo consideraba muy diferente a pensar en volver a ir a aquel lugar, donde había asesinado a Shion a sangre fría, dejándole ahí escondido sin volver a regresar. Aquel lugar donde encontró los libros de técnicas prohibidas por Atena en donde aprendió a usar el satán imperial.
Cuando Saga, aún algo asustado con la declaración que el otro hizo de forma tan normal, finalmente volteó a ver a Aioros, tenía una evidente cara de angustia y algo de terror marcado.
El moreno suspiró. Aioros no pensaba que el otro lo fuera a tomar de esa manera, pero evidentemente los traumas y los cargos de consciencia de Saga no eran algo que hubieran desaparecido a pesar de todo el tiempo que estuvieron encerrados en aquel pilar.
Llevó sus brazos detrás de su cabeza. No le estaba sugiriendo algo anormal. Era simplemente lo más obvio que podía ocurrírsele, después de todo ambos habían estudiado con Shion al respecto, ya que ambos habían sido candidatos a patriarca. Si bien el asunto terminó de forma completamente distorsionada, eso era punto y aparte. Sagitario no odiaba a Saga simple y sencillamente porque sabía que el mayor de los gemelos no había podido hacer mucho para defenderse o ayudarle. Después de todo, cuando Atena le explicó cuando despertó en el hospital hacia unos meses atrás cómo había ocurrido todo, contándole la verdad sobre cómo Saga había sido poseído, él no podía culparlo por nada; ni siquiera por haber muerto por su orden.
Si él se hubiera dado cuenta de que Saga había estado actuando de forma extraña, hubiera podido evitar eso, sin embargo no lo hizo nunca. Por lo mismo, no podía culparlo. Por su parte, sí se culpaba del distanciamiento de los gemelos. De entre todos en el santuario él era de los pocos conscientes de la presencia de Kanon y de cómo su acercamiento a Saga distanció al menor de este último.
Por supuesto que sabía que por eso Kanon no lo soportaba. En el fondo sabía cuanto quería a su hermano y cómo le lastimó al entrar en la vida de los gemelos; la situación empeoró cuando por fin llegó Aioria al Santuario, ya que provocó que el gemelo menor se volviera aún más arisco con ambos, sintiéndose completamente relegado por Saga. Los morenos, a diferencia suya, si podían pasear libremente por todo el santuario mientras él debía mantenerse oculto, como una sombra. Kanon no solía demostrar abiertamente que no lo soportaba, pero a cambio de eso se portaba de forma agresiva con su hermano, recriminándole de esta forma todo, aunque el otro no se había enterado todavía del asunto.
-Vamos deja de pensar tanto. Hay que hacer una prueba.- Tomó a Saga de la muñeca, jalándole en dirección de la salida.- Si Shion se enfada, no se enojará solo contigo.- Estaba dispuesto a llevar al otro hasta Starhill para volver a hacer la lectura estelar.
A media tarde por fin iban ambos de regreso y estaba de más decir que les tomó algo más que esfuerzo físico subir a la colina de las estrellas. Saga se había quedado completamente inmóvil varias veces desde que llegaron a la cima, aunque todo había sido renovado. Probablemente la propia Atena se había encargado de todo ese asunto al ser de los lugares con más secretos en el santuario. No quedaban manchas o huellas de la sangre derramada en ese lugar hace quince años; inclusive se habían agregado algunos muebles para mayor confort por si se daba la necesidad de quedarse en ese lugar. Los libros seguían ahí y estaban aún a la vista, pero no pasaron por alto que todos y cada uno de ellos tenían sellos puestos por Atena, probablemente para prevenir cualquier tipo de incidente como el anterior. Al estar todo reformado y ordenado no tardaron en comenzar a hacer nuevamente el trazo estelar. Era medio día, ya que esperar la noche no era necesario. Únicamente los retrasarían un poco, pero los datos importantes los tenían ya, el resto era solo cuestión de un poco de polvo de estrellas.
Caminaban animados, llevando varias correcciones y planos nuevos con cálculos diversos que les hacían sentirse más optimistas. Cuando Shion se volviera a comunicar en la noche podrían darle más información. Además, estaban seguros que el patriarca no habría pensado que pudieran cambiar tan drásticamente de sitio.
Los alrededores de Starhill eran de los sitios más hermosos del santuario. Se encontraba casi siempre verde y la vegetación era sumamente abundante. Decían que en algún lugar en lo profundo del pequeño valle nacían las aguas que alimentaban la fuente de Atena, aunque nadie lo había encontrado jamás porque el cosmo de la diosa mantenía completamente oculto tal sitio. Lo que sí podía observarse con facilidad era el pequeño arroyo que descendía de la parte alta de Starhill y viajaba colina abajo hacia la fuente.
Ambos caminaban cerca del arroyo porque era la forma más fácil de salir de ese sitio. Se decía que Starhill contaba con un manto protector que la Atena mitológica había colocado en el sitio para su protección y que hacia que los visitantes no deseados se perdieran con facilidad para no volver a salir, aunque no estaban seguros de qué tan cierto era eso, ya que nunca se habían topado con algún cadáver o algo fuera de lugar.
Saga tropezó con algo y cayó al piso de golpe. Aioros se apresuró a recoger los planos celestes recién trazados para evitar que fueran a caer al arroyo y los juntó con los que él llevaba.
-¿Desde cuándo eres tan torpe, Saga? ¿O es culpa de la tuni…- Aioros no termino la oración? El mayor de gemelos seguía sentado en el piso, observando atentamente lo que había provocado su caída; por su parte, Aioros no sabía si estaba alucinando o si se debía que iban platicando precisamente de eso.
No había sido la torpeza de Saga o la túnica larga del patriarca lo que había hecho que el gemelo cayera, sino una niña. Pero, ¿de dónde había salido?
