Fanelia se encontraba cada ves mas hermosa y parecía ser cuestión de tiempo en que esta fuera parte de una de las grandes potencias de Gaea, así como lo era Asturia, por lo que Van se sentía orgulloso de eso. A menudo que escuchaba estas noticias de gran mejoría en su pueblo, o que incluso por el gran valor que tubo, y como destacó en la batalla contra Zaibach, había hecho de que esta pequeña nación rural creciera y hubiese grandes monarcas apoyando y mejorándola cada día. Esas cosas hacían sentir orgulloso a Van y aunque no matizaba esa alegría abiertamente, en su mente solo le repetía a su padre que el estaba haciendo todo lo posible para que se sintiera orgulloso de el, además que quería seguir su ejemplo, ser un rey justo, valiente y bueno para su pueblo, sobre todo tenía ambiciones, quería que Fanelia se levantara y fuese como aquellas grandes ciudades, claro, no perdiendo la humildad y sencillez que caracterizaba a Fanelia.
-Majestad, los avances económicos que teníamos para Fanelia, han sido favorables este año, no solo hemos pagado grandes deudas que creíamos jamás pagarlas y en tan corto tiempo, si no que hay demasiada productividad, podemos casi tener la certeza que dentro de poco nos llegaremos a comparar con esas grandes ciudades como lo son Asturia y Freíd.
Otro Consejero además de los que se encontraban ahí, junto con Van toma la palabra y continúa.
-Majestad, esto no sería un, casi, si aceptamos la ayuda de las demás naciones, esto ya sería un hecho.
Este personaje se dirigía a la parte principal de esta mesa, al centro se encontraba un joven de unos 20 años de edad, piel morena, cabello oscuro y ojos rubíes. Este se encontraba sentado con una mano descansando en el brazo de la silla y la otra se encontraba en su mentón, se encontraba pensativo y ausente de toda clase de conversación. Veía y muy pocas veces ponía atención a estas personas. Van estudiaba mas sus rasgos y características. A menudo se sentía en una mesa llena de ancianos, que apoyaban los refinamientos, buenas creencias, cultura y religión, el buen ver del rey. Van sentía que estaba rodeado de señoritas, que no les interesaban la verdadera cultura de Fanelia, forjada al calor de la batalla y purificada con el honor y la sangre guerrera, los principios de un samurai.
Si antes que ser rey el era un samurai. A los que tenía frente a el era mas que un puñado de señoritas que correrían agarrándose sus faldas con tal de salir ilesos de la batalla. No, eso ya era ofender a las damas, sabía de antemano que no era así. Había conocido a una mujer lo suficientemente valiente, como para arriesgar su vida saltando de un enorme vacío y salvar de una muerte segura a un rey terco y reservado, sin lugar a dudas una entre mil, pero era la única prueba que quería para decirse a si mismo que no todas las mujeres son iguales, pueden ser recatadas, pulcras, delicadas, pero también pueden ser valientes, decididas y tener coraje en sus corazones, con tal de defender lo que mas quieren, no era necesario empuñar una espada, con solo guiar y ser valientes en la vida era suficiente.
No, otra vez lo había hecho, en muchas ocasiones pensando en cualquier cosa terminaba pensando en ella, y eso lo hacía sentirse molesto, y mas por que el muchas veces lo provocaba, nadie le mostraba algún indicio de ella, cuándo el de repente por cosa de nada ya tenía en su mente a Hitomi, ella estaba en todos lados. Maldita sea, se decía para si, estaba en su mente, en la batalla, en las jóvenes, era increíble que cada ves que veía pasar a un grupo de damas, se fijara en sus facciones detenidamente buscando sin querer rasgos de ella, de su diosa. A menudo estos accidentes por su parte, lo hacían entrar en un estado de mal humor, y muchas veces hería los sentimientos de la persona que estuviera frente a el, o se llegaba a desquitar de una forma molesta con quien estuviese con el, la mayoría con el consejo, que ni siquiera se explicaban donde estaba el error y a menudo presentaban disculpas, Van ya no quería hacer esto y trataba de controlar su ira, y regresaba a la conversación cualquiera que había empezado y no le hubiera puesto atención.
-¡Majestad!.
Van salió súbitamente de sus pensamientos.
-¡He¡Si.
-Que opina de lo que dije.
Van sin saber de que era y recordando lo último que este había dicho decidió contestarle por ahí, sabía que este le diría de nuevo lo demás sin querer.
-Si te refieres a que aceptemos la ayuda a las diferentes naciones mi respuesta sigue siendo no.
-Pero majestad, le expuse de nuevo los beneficios que tendríamos teniendo su ayuda.
-Beneficios que tarde o temprano lo conseguiremos, gracias al pueblo de Fanelia.
-Si pero tardaran mas años.
Van se levanta de su asiento y empieza a caminar rodeando la mesa, sin dejar de mirar a aquel consejero.
-No veo la prisa, se que todos quieren que esto de ser una máxima potencia en Gaea es su sueño desde que yo se los expuse, pero jamás quise que otro país me ayude. Quiero que este logro sea solo de Fanelia, de su gente y mía, de nadie más.
Van decía esto con gran seguridad y determinación, obviamente sus ojos carecían de expresión, a lo que los consejeros derrotados no tuvieron mas que obedecer, aunque otros se sentían orgullosos de ser parte de Fanelia, con forme Van seguía hablando. Van sabía de antemano que sus consejeros lo que menos tenían era paciencia, pensaba que sus patéticas vidas se acabarían y que no verían la gran fuerza que Fanelia podría presentar en un futuro. Si, no había duda, Van sentía un inmenso rencor hacia estos representantes, ellos eran los mismos que años atrás habían tratado de convencer, mas bien de impedir a toda costa, que su padre se casara con su madre. De los únicos a quién verdaderamente respetaba y apenas conociéndolo estos cinco años de construcción, era a Jouji, un consejero, igual de anciano pero que radiaba bondad y sobre todo sabiduría, a menudo el parecía adivinarle el pensamiento a su majestad, así que si el necesitaba un consejo este se lo daba sin que su rey se lo pidiera. Por fin la tediosa reunión de todos los días que llegaba atrapar el tiempo de Van por largas horas había terminado, se veía salir primero a Van y después lentamente, bajo murmullos de los representantes, la sala se iba vaciando.
Jouji siempre salía al mismo tiempo que su rey y este a menudo llegaba a tranquilizar a Van por lo impetuosos y desesperados que eran sus consejeros.
-Hoy lo noté fuera de toda conversación, como si tuviera poco interés en las mejorías de Fanelia.
-Sabes que no es así. Si me preocupan algunas situaciones, y estoy seguro que mi meta muy pronto se lograra.
-No se por que presiento que su majestad algo mas le falta, siento que a pesar de tener a Fanelia completa y a manos llenas no es suficiente.
Van pareció no inmutarse con el comentario, seguía caminando normal, con la vista al frente y la mirada fría.
-O me equivoco?
-Tal vez. Jouji, déjate de rodeos, a donde quieres llegar.
-La señorita Merle esta preocupada por usted, desde hace mucho tiempo que usted se muestra diferente y conforme pasan los años ese semblante que manejó en su niñez, frío y reservado se a vuelto a parecer en usted. A vuelto a levantar ese gran muro, para que nadie entre, ni salga de usted.
Se hizo el silencio entre ambos. Van seguía caminando y Jouji lo miraba a él con disimulo. Sabía que no iba a contestar.
-Bueno, eso era lo que quería decirle majestad, no lo molestaré más, con su permiso.
Jouji se aleja y Van seguía su camino, aunque se detuvo y miró con ojos algo tristes como esta persona se alejaba, y mas por que aparte de Merle se preocupaba por el. Si, en algo tenía razón, aunque levantara mil veces Fanelia y la pusiera como la más grande potencia en toda Gaea, sabía que algo seguiría faltándole en su vida.
-¡Amo Van!.
La voz familiar de una chica gato y al sentir como ella se colgaba de su brazo le hizo suspender todo pensamiento.
-¿Merle, ya te he dicho que no hagas eso, y menos cuando están cerca los del consejo, no estoy de humor para que ellos te reprendan por las costumbres que tienes.
-¡Ho, mi buen amo, siempre preocupándose por mi. Por cierto, estoy aquí para que valla a cenar, recuerde que mañana viajaremos hacia Freíd, y el viaje será algo agotador por que tendremos que madrugar.
-Tienes razón Merle, pero me disculpo por no acompañarte a cenar, pero tengo que arreglar algunos papeles que llevaré con el Duque Chid, además que no tengo mucho apetito.
-¡Ho¡Mi amo, últimamente a estado muy atareado que se esta olvidando de comer bien.
-No te preocupes Merle, pronto pasara.
Van se aleja y se desprende de Merle dejándola. Merle lo miraba alejarse y se sentía mas preocupada, últimamente Van cambiaba mas y su depresión iba aumentando. A menudo se le veía solitario, y es por que el así lo quería, se desahogaba entrenando, cosa que le había favorecido, no solo su cuerpo había cambiado y tornado mejor por los arduos entrenamientos, sino que su técnica cada ves mejoraba.
Al entrar a su habitación Van se puso a arreglar todo lo necesario para el día de mañana, cuando terminó, ya era noche, así que decidió irse a la cama, al dar barias vueltas en ella se topó con la vista que daba su ventana, esta se encontraba abierta en las noches, ya que en esa época del año era demasiado calurosa. Van se levanta y de una de sus gavetas de su escritorio, que se encontraba cerrado con llave, tenía guardado una caja de madera, la tomó y se dirigió con ella asía su cama. Al abrirla saca una joya conocida para el, algo extrañado saca la joya y nota un extraño color en ella, parecía estar completamente opaca, sin vida, ese color rosa había desaparecido, Van pensaba que se debía a la escasa iluminación que había en su cuarto. Grandes nubes habían tapado el brillo de la Luna y la Luna de las ilusiones, haciéndole mas difícil a Van ver con mayor detenimiento la joya, y la verdad estaba algo cansado como para encender la luz. Se recostó con la joya enredada en su mano, solo se le quedaba viendo detenidamente, a pesar de haber memorizado completamente sus detalles. La miraba como si fuera la primera ves que la tuviera en sus manos. Recordaba como había tomado esa decisión. La decisión de decirle adiós para siempre a su diosa de la Luna Fantasma.
Todo era oscuridad, solo un leve sonido, como un fino tono producido por una campanilla, era todo lo que se dejaba escuchar por aquel lugar. El fino caer de una gota y leves ondas hizo a parecer bajo sus pies ondas de agua, mostrando a su invitado la textura que tenía el piso bajo sus pies. El sonido del pendiente al moverse hizo que girara en aquella dirección. Pudo ver a lo lejos una figura femenina entrenando duramente, parecía haberla visto correr así más de una ves. Si, no se equivocaba, con seguridad podía reconocer y afirmar, que aquella persona, aquella mujer que se encontraba corriendo en aquella pista era Hitomi. Las imágenes producidas en ese pequeño lago que se encontraba bajo sus pies, simulando ser una ventana a la vida de Hitomi, le mostraba al joven rey las responsabilidades que ella tenía, mostrando su vida en la luna fantasma en el presente, futuro, añadiendo las del pasado y su guerra en Gaea.
-A que quieres llegar mostrándome esto.
La voz de Van hizo eco en aquel lugar. Pero nadie contesto.
-No es un simple sueño. ¿Qué me quieres advertir?.
Otra ves el silencio. Las imágenes no paraban y en las primeras solo veía como ella seguía su vida sin preocupaciones, pero al volver a ver, vio el dolor, el sufrimiento que ella pasó cuando llegó a Gaea, como ella sufría cuando a menudo esas visiones se presentaban, mostrándole lo que ella veía, como ella veía su muerte. Las imágenes desaparecieron, con las mismas ondas que hicieron que aparecieran. Van se quedó callado, su cabeza imaginaba mil cosas, mil palabras, pensamientos de incertidumbre, que hicieron que se mantuviera callado, ya que no sabía ni que decir, ni como tratar de sacarlas de su mente.
-A hora que viste su vida sigues pensando que habrá esperanza?.
La voz de un hombre apareció en el lugar rompiendo el silencio. Van buscaba con la mirada de quien provenía esa voz y no tubo éxito, el contorno negro del ambiente, asían que esta persona estuviera bien oculta.
-¿Que quieres decir.
-Crees que si tu le dices que venga ella vendrá a ti?. Crees que todavía hay esperanzas?. A pesar de que la nueva Fanelia este por terminarse?.
Van se quedó sorprendido, si, no había duda, sabía que en cuanto terminaran las reparaciones, terminaría en cierto modo el plazo donde Hitomi le daría una respuesta, si se quedaban juntos para siempre o regresarían cada quien a su vida normal. Van se quedó callado, no supo que contestar, y la voz siguió.
-Piénsalo, si siguen con esta esperanza vana, es seguro que morirán buscándola, sufriendo y dañándose a si mismos, pensando en ese futuro que jamás existirá, además, si la traes será un gesto egoísta de tu parte, Rey de Fanelia.
-Egoísta?
-Si, por que no tu renuncias, por que ella debe sacrificarse a dejar su vida y aceptar la tulla. Piénsalo, por que ella?. Por que no tu.
-Me estas dando a escoger entre ella y Fanelia.
-No, solo a que recapacites, en tus manos esta el futuro de ella y de Fanelia, en ambos casos el que se sacrificará serán ambos, ambos tienen que sacrificar algo para ya dejar de sufrir. Su corazón esta sufriendo, ya ponle un fin, además¿crees que ella deje a su familia, y sus deberes, para seguirte?. Crees que dejará su vida en la luna fantasma por ti y aceptaría tu vida en Gaea?. Tu mismo lo harías?.
Fue todo, ya no hubo mas palabras o preguntas, y a esa voz Van no pudo sentir odio o algún sentimiento de rencor, tenía razón, parecía que no lo decía con mala intención, era duro admitirlo y que mejor momento que este para recapacitarlo, que cuando ya estuviera frente a ella y se diera cuenta, que ni el ni ella pueden hacer a un lado sus obligaciones para estar juntos, y no es que no quisiesen, si no que de ellos dependían varias personas. Estar juntos iba en contra de sus creencias.
Las construcciones de Fanelia estaban a punto de terminar y ya estaban en los últimos retoques. Van se sentía demasiado entusiasmado y orgulloso, ya que en la mayoría de esas construcciones el había cooperado.
-Merle, no puedo creer que ya estamos a punto de terminar Fanelia, dentro de poco parecerá que la ciudad jamás estuvo bajo ataques.
-Si amo Van, Merle no estuvo tan feliz como a horita.
Ambos quedaron callados mirando como los habitantes trabajaban. Pero Merle con voz mas seria rompió el silencio.
-Amo Van, ira por ella, cuando todo esto termine¿no es así?.
Van cambió su semblante, su rostro mostraba dudas y una gran tristeza.
-No.
-¿Qué¿no ira.
-Merle, estuve pensando mucho tiempo, vi por medio del pendiente su vida. Si el pendiente me mostró a Hitomi y yo la veía en silencio. Vi sus deberes y responsabilidades, sería egoísta de mi parte decirle que olvidara esa vida, que dejara ese planeta que vemos tan luminoso por las noches y olvide a sus seres queridos para siempre. No, no es justo.
-Amo Van.
Merle repitió lentamente y con tristeza su nombre, ya no pudo decir mas, por que Van se había alejado de ella, como queriendo que no se tocara mas el asunto, desde ese entonces, decidió olvidar para siempre el nombre de la chica de la Luna Fantasma y jamás repetir el asunto con Van, si a ella le dolía esa decisión a el mucho mas.
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Van ya no quiso recordar más, y apretando el pendiente se recostó en su cama, se le quedó viendo mucho tiempo, ni el mismo se acuerda cuanto, ya que el sueño le venció.
Otra ves la oscuridad, pero esta ves solo se veían pequeños destellos azules, estos pequeños destellos pronto formaron figuras, un lugar que Van jamás había visto. Eran pequeños flash de imágenes que pasaban por segundo. Pero sus imágenes eran nítidas y podían verse con facilidad, a tal grado de que algunas quedaran grabadas en su mente. Varias sombras corriendo por el interior de lo que parecía ser una casa, una mujer viendo aterrada como estas sombras quitaban todo lo que se les interponían a su paso, no, no la reconocía, su pelo era diferente a comparación del de Hitomi, todo el lugar se teñía de sangre, el ambiente solo podía mostrar angustias, miedo y sufrimiento, una daga, alguien empuñándola, se notaban las manos de una mujer, sus manos delicadas tomaban el arma, la miraba decidida junto al cadáver de una mujer quien yacía en el suelo, sangre, solo sangre, demasiada, la daga cae empapada de este vital líquido, el suspiro de alguien, el ultimo aliento.
Se levantó empapado en sudor, solo se escuchaba lo agitado de su respiración por toda la habitación, se apartó su cabellera obscura con su mano, y pudo sentir el dije de Hitomi, un ultimo brillo y después este desapareció.
-Un sueño, una maldita pesadilla, solo eso.
Sin decir mas se levantó de la cama, ya no tenía caso volver a ella, pero si le angustiaba ese sueño, el color del pendiente. Miró al cielo y vio como aún era de madrugada, faltaban dos horas para que el sol apareciera, pero había notado algo raro, y eso le angustió mas, sentía que el color de la Luna de las ilusiones se encontraba menos brillante, y lo peor, la Luna mostraba un color intensamente amarillo. Van sentía que algo andaba mal.
Una gatita corría desesperadamente a través de los pasillos, iba en busca de su amo Van, seguramente este aun seguía dormido, por que era muy temprano. Al entrar vio sorprendida que la habitación se encontraba bacía y ordenada.
-Buscabas al rey?.
La voz de alguien la sorprende y salta un poco.
-Jouji, me diste un gran susto.
-Si buscas a su majestad ya esta esperando afuera para partir.
-¿Qué¿ya esta listo?. (contestaba sorprendida.
-Desde muy temprano señorita Merle. Me mandó por usted, sabía que te encontraría aquí. Así que vamonos, sabes que a su majestad últimamente le desespera que lo hagan esperar.
-¡He, si tienes razón.
Los dos van al encuentro con Van. Merle se sentía rara, después de estas reparaciones, de la renovación de esta nueva Fanelia, las cosas habían cambiado mucho, no solo los retoques de algunas paredes, cuadros y esculturas habían sido restaurados, era como si el palacio fuera completamente nuevo, a pesar de haber pasado solo unos cuantos años. Si, Fanelia había cambiado para bien, y también para mal. Para bien, por que Van aceptó tener tecnología, ya que viendo como Fanelia iba creciendo, pues era necesario que su tecnología también, y mas por que era necesaria, ya que Van constantemente tenía que salir a diferentes lugares y varios de ellos eran de gran distancia, obviamente teniendo a ese Guymelef de hispano no era necesario, pero en el no entraba bien todo el sequito que ahora necesitaba para poder hacer esos tratados, además que Escaflowne debería permanecer dormido, en el momento que este despertara sería solamente para proteger a su pueblo, cuando la guerra toque a las puertas de Fanelia, este Guymelef se levantará y resucitara. Para mal, por el hecho de que el rey se olvidara para siempre de si mismo, no solo su cuerpo resentía todo ese peso, sino que también su corazón, ya que por Fanelia, decidió separarse de la persona que mas amaba, de Hitomi.
Hola a todos los que lean este fic, por fin cumplo con mis propósitos de año nuevo (que en realidad ya pasaron varios desde que mi propósito fue hacer y poner un fic ññu). Y es que mejor me esperé en terminar de descargar la serie y volverla a ver por que hay algunas cosas que se me fueron de mi cabeza y temo cometer errores.
Esta historia originalmente la hice pero combinando dos series, los caballeros del zodiaco y escaflowne, aunando en esas dos a un nuevo personaje, la historia la quiero poner al final de esta y mas que nada esperando sus votaciones, ya que Hitomi esta completamente fuera de este Fic, así que me gustaría saber sus opiniones en si subo o no esta nueva historia. Además que quiero hacer imágenes de este fic, pero como dudo que se puedan poner aquí las tendré que subir a mi pagina de Internet, para que si estén interesados entren en ella y chequen las imágenes, aun no les pongo la dirección por que esta en mantenimiento la pagina, además que por falta de scanner se me hace mas difícil terminarlas. Muchas gracias y sigan leyendo hasta el final.
