Un destino juntos.

En Fanelia una joven de ojos color esmeralda despertaba algo desconcertada, se sentó ligeramente sobre su cama y miró hacia la ventana, el sol del atardecer comenzaba a ocultarse dejando una leve oscuridad en su cuarto, apretó sus ojos con algo de fuerza, para después abrirlos y sintió como dos personas se acercaban donde ella se encontraba.

-¿Es ella.
-Así es. -Quien… quien esta ahí?.

La señora Ana enciende una pequeña lámpara a su lado.

-Soy yo señorita Hitomi. Ella es Katia, una de las mejores parteras de Freíd, fue mandada por ordenes de Chid.
-Pensé que bromeaba Chid, pero veo que cumplió.

Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro de la oji verde.

-Por órdenes de su majestad Chid, me pidió absoluta discreción de su estado. No se preocupe me haré pasar por una de sus damas de compañía, si siente algún malestar no dude en decírmelo.

Esta señora se presentaba gentilmente con la chica, sus vestimentas eran típicas de aquel reino y a pesar de su corpulento cuerpo su rostro se mostraba gentil.

-Ahora quiero que me deje revisarla, tengo entendido que usted sufrió una recaída.

La chica asintió.

-Debe saber que en su estado no puede tener muchos disgustos por que lo resentirá la criatura, se lo digo por que muchas mujeres como ustedes que son primerizas llegan a perder a la criatura, por que no sabemos si no son propensas a abortos.

Hitomi abrió sus ojos algo asustada.

-No se preocupe creo que no es su caso, pero debemos tener cuidado.

La chica suspiró aliviada y la señora Ana descubre el vientre de la chica para que fuera revisada. Después de revisar con sus manos y permanecer callada por unos momentos cubre el vientre de Hitomi nuevamente.

-No se preocupen esta todo bien, por lo que me ha dicho la señora Ana y lo que he visto no hay ningún riesgo de aborto espontáneo, ni derramamiento de liquido e incluso puedo asegurar que usted hará muy poco estomago, pero eso si debe comer bien.

Ambas sonríen al escuchar el veredicto que en cierta forma las tranquilizaba. Los pequeños golpes a la puerta alertaron a las mujeres dentro y guardaron compostura, la señora Ana se encarga de abrirla y deja pasar a una chica gato que venía con un semblante preocupado.

-¡Merle, me alegra verte de nuevo.
-Hitomi.

La voz de la joven felina apenas era perceptible y apretaba fuerte sus manos.

-¿Pasa algo Merle.
-El amo Van partió con Escaflowne, estoy preocupada por el.

Katia y Ana se miraron.

-Pero por que te tiene eso preocupada, seguramente fue a algún mandato o algo por el estilo, no tardara.
-No, estoy segura que no fue a eso.
-Me alarmas ¿que pasa.
-Fue a buscar a Allen, fue a matarlo.

Los ojos de Hitomi se abrieron de par en par.

-¿Que dices.
-El amo Van escuchó como llamabas entre sueños al caballero Allen, y salió furioso de aquí, eso fue apenas a medio día y aun no regresa.

Las mujeres se mostraron nerviosas, Hitomi comenzó a sentir miedo y un gran nerviosismo apareció en su rostro.

En la frontera de Fanelia, en el fuerte Castello el atardecer también estaba por culminar, en el gran patio solo un guymelef se encontraba hincado dejando que la brisa levemente dejara que la gran capa y apenas se moviera unos centímetros, varios maderos destruidos se encontraban regados y pareciera que ni un alma se encontraba en aquel lugar, en la gran edificación dos hombres se encontraban en el techo de la gran fortaleza, uno de ellos sentado, con su brazo descansando en una pierna que se encontraba levemente alzada, el segundo de cabellos rubios se encontraba recostado con ambas manos atrás de su cabeza.

-Tu si que estas ciego Allen.
-Mira que grandioso dúo, yo ciego y tu mudo y sordo.
-Ja, mudo si, sordo no lo creo.
-Pues eso me pareció, yo creo que todo Asturias ya sabe de tu heredero, excepto tú.

Van recuerda aquella vez en el palacio, cuando Millerna y Dryden lo saludaban tan efusivamente.

-Yo creo que Millerna y Dryden lo saben.
-Millerna principalmente.
-Jajajaja si.
-¿Y por que dices que soy ciego.
-No te das cuenta Allen, lo mismo pasó con Hitomi, ella demostró que te amaba pero tu solo tenías ojos para Millerna, y ahora vuelve a repetirse, pero esta vez estabas interesado en Hitomi, la que verdaderamente te ama es Eries.

Allen se incorpora.

-Tienes razón.

Se da un leve golpe en la frente.

-Como pude ser tan tonto.
-Aun hay tiempo para solucionarlo.
-¿Cómo.
-De la manera que yo fallé hace tiempo. Ve y búscala.

Allen asiente con la cabeza.

-Tienes razón amigo.

Van sonríe y se levanta.

-Bien, me marcho.
-¿Y que harás.
-¿Cómo que haré?. ¡Allen voy a ser padre, tengo tantas ganas de abrazarla, de restregárselo a los consejeros.
-Van estas volando y sin alas.

Allen mira a Van y sonríe.

-Suerte amigo.
-Igual a ti.

Van se dispone a irse y mira a su Guymelef, de paso los maderos tirados en el piso.

-Por cierto, perdona el desorden.
-No te preocupes Van, de por si aquí en el fuerte necesitan mano dura. Les servirá de entrenamiento.

Van se acerca a la orilla y da un salto hacia el balcón, de ahí sale hacía su guymelef, Allen lo seguía con detenimiento, la luz rosada que abre al Escaflowne ilumina brevemente el lugar ya oscuro por la llegada de la noche, este deja abrir la cabina dejando pasar al dueño que al entrar sierra la coraza, dejando salir un leve vapor, el Escaflowne se levanta y pareciera que fuese a caer de frente pero este se convierte en un dragón, al estar suspendido en el aire Van agita su mano al caballero celeste quien corresponde para después cambiar esa forma a una mas aerodinámica y así partió a toda velocidad, haciendo aparecer unas chispas azulinas que cruzaron el firmamento rápidamente. Allen solo miró alejarse al joven de oscuros cabellos con una mirada alegre, después mira hacia donde se encontraba las tierras de Freíd quien le recordaba el rostro de aquella dulce mujer dispuesta a todo por el.

-Eries.

En el palacio tres mujeres reprendían a Hitomi quien ya se encontraba arreglada y dispuesta a salir.

-¡Señorita Hitomi comete una locura.
-¡Katia tiene razón, debe descansar.
-¡Hitomi escucha! no quería que te pusieras así.

Merle sujetaba con fuerzas a Hitomi de su muñeca mientras las otras dos mujeres seguían a la joven por detrás, Hitomi parecía no escucharles y mostraba un rostro con gran coraje dentro.

-No entienden yo soy la única culpable de eso, tengo que solucionarlo.
-¡Pero Hitomi!.

El forcejeo duró hasta llegar a la entrada del palacio donde un agitado Kenay llegaba corriendo.

-¿Pero que es lo que pasa aquí.
-Hitomi quiere ir en busca de el maestro Van.
-¿Cómo!. Lo siento mucho señorita kanzaki, pero no puedo permitir que haga eso, ya una patrulla fue en busca de su majestad.
-Y tu pedazo de papanatas¿Por qué no fuiste con ellos?.

Merle contestaba molesta.

-Por que mi deber es vigilar a la señorita Kanzaki las 24 horas.
-¿Cómo!

Hitomi contestó sorprendida.

-¿Que no se lo han dicho sus damas de compañía?

Hitomi voltea a ver a Ana, esta solo se tapa la boca y baja la cabeza. Ella frunce el seño y se retira de ahí bajando las escaleras. Kenay sale tras ella, dejando a las demás atrás.

-Que no oyó señorita, no puede salir del palacio.
-No necesito guardaespaldas, ahora si me permites iré a buscar a Van.
-¡Hay mujeres!.

Kenay se dijo para si y sale de nueva cuenta tras Hitomi y este sin avisar toma con cuidado a la chica de la cintura y la carga en brazos.

-¿Pero que haces.
-Se lo dije señorita, usted no puede abandonar el palacio.
-¡Bájame tengo que encontrar a Van!

Kenay no escucha a la joven y la introduce al palacio, al entrar al vestíbulo Kenay seguía sin escuchar a Hitomi quien seguía implorándole que la bajara.

-¡Kenay bájala!

La voz de Van resonó en todo el lugar, Kenay dudó un poco pero a fin de cuentas la bajó, Hitomi quedó a un lado de el, las dos mujeres se pusieron a un costado de Hitomi, Merle corre hacia Van quien venía acompañado por otros soldados mas.

-¡Maestro Van! Me tenía muy preocupada.

Merle restregaba su rostro en el pecho de Van, este le acarició su cabeza.

-Tranquila Merle todo esta bien.

Merle despegó su rostro de él y mira el alegre rostro de su amo, Hitomi y los demás no sabían por que se encontraba así.

-¿Estará drogado?.

Murmuró Katia por lo bajo siendo escuchada por Ana quien le dio un codazo y negó con la cabeza, Katia solo se sobó y murmuro una disculpa. Van caminó hacia Kenay, Hitomi no le perdía de vista seguía con esa alegría en su rostro.

-Kenay, te pido de favor que cuides de ella bien, puedes lastimar a mi hijo.

Todos se quedaron con la boca abierta entre ellos Hitomi, Merle no podía asimilar lo que había escuchado y los guardias que se encontraban a sus espaldas por poco y pierden la quijada.

-Bien creo que ya me escucharon claro, ahora si, llévatela Kenay a mi habitación y que no salga de ahí. Merle convoca al consejo empezando por Jouji, que se presenten inmediatamente.
-S-si.

Van se retira dejando a los otros con una expresión de sorpresa que apenas este se perdió todos reaccionaron, Hitomi siente que sus piernas le flaquean y es sostenida por Kenay quien la toma nuevamente entre sus brazos y la lleva a la habitación de el rey, Merle algo atónita sale en busca de Jouji y la señora Ana se aprieta el pecho del asombro que es ayudada por Katia y la lleva a la cocina a que tomara algo de agua y se calmara.

Mientras en la gran sala de reuniones Jouji apenas y con el último aliento llegaba con Van antes de que los demás se presentaran

-¡Van!. Por el dios Dragón ¿que pasa contigo, vas a provocarme un paro cardiaco¿donde diablos te encontrabas.
-¿Jouji por que no me dijiste.
-¿Decirle que.
-Que Hitomi esta esperando un hijo mío.

Jouji de la impresión se sienta lentamente sin perder de vista a su rey.

-¿Quién se lo dijo?
-Allen -¿Allen Schezar!
-Así es.
-¡Por dios santo¿que hiciste.
-Regáñame después Jouji, dime por que no me dijiste que la recaída de Hitomi fue por eso.
-Por temor. No sabía como irías a reaccionar.

Van ya no pudo decir mas al ver como los consejeros iban llegando uno a uno hasta quedar todos sentados en sus respectivos asientos con un rostro que expresaba miles de dudas.

-Bien, si les e reunido aquí es para que preparen lo necesario para mi boda.
-¿Cómo!

Muchos sonrieron y comenzaron a mormurar.

-¿Y para cuando será.
-Para la….

Van calla, comenzaba a decidir nuevamente sobre la vida de los demás.

-Bueno aún no se, tengo que confirmarlo con ella.
-Bien majestad, aun que recuerde que falta la pedida de mano, ya sabe como son las tradiciones.
-Si tienen razón, también convoquen a los ansíanos.
-¿A los ansíanos!. Maestro no cree que es aun muy pronto para hacer llamar a los sabios, recuerde que es un largo viaje y ellos no vienen a quedarse largas temporadas, si no hasta que su heredero nazca para ser bendecido con las sangre del dragón.
-Si, por eso lo hago, y apenas tenemos el tiempo justo.

Todos quedaron callados.

-Maestro Van ¿que esta queriendo decir.
-Que mi primogénito esta en camino, mi futura reina esta esperando.
-¿Como.
-Lo que escucharon.

El consejero que había estado hablando con el se había levantado por el asombro de la noticia de la boda, cuando se enteró del heredero este comenzó a bajar lentamente a su asiento, acompañando a los demás con su rostro lleno de sorpresa. Van al ver que estos no reaccionarían por largo rato se levanta de su asiento comenzando a retirarse.

-Bien los dejare que lo asimilen, si me disculpan tengo que ver a la madre de mi hijo.
-¿Pero de donde es ella¿donde se encuentra.
-Ella se encuentra en mi habitación, su nombre Hitomi Kanzaki.

Sin decir mas Van sale con una sonrisa de oreja a oreja, cosa que Jouji notó, este toma sus manos temblorosas fuertemente dejando escapar un gracias de sus labios acompañado por una gran sonrisa, mientras los consejeros seguían sin recuperarse de la impresión.

Mientras en la habitación Hitomi se encontraba recostada, sus ojos se desviaron a la puerta y esta se levanta, desde asía ya rato había escuchado las suplicas de Merle por pasar pero Kenay le negaba la entrada. Hitomi se quedó a unos cuantos metros del picaporte pero ella solo bajó el brazo lentamente y voltea hacia la gran estancia. Nunca antes había entrado a la recamara de un hombre, menos a la de Van, sus ojos veían con detenimiento la habitación y tocaba levemente el respaldo de la amplia cama que se encontraba en medio de esta recamara, los adornos sobrios y gran espacio dieron a ella detalles que un soltero siempre tendría en su cuarto, mas viniendo de alguien como Van. Sus manos rodearon la cama tocando sutilmente las frazadas hasta llegar a su almohada, donde un cabello negro se distinguía, esta acarició la almohada levemente, sabía que ahí su amado descansaba todas las noches, y se preguntaba¿Qué sueños tendría?.

-Si no te sientes cómoda puedes mandar a que la arreglen a tu gusto.

Hitomi quien se encontraba de espaldas hacia la puerta se sorprende, estaba tan sumida a sus pensamientos que no escuchó entrar a Van.

-No, esta bien así.

Esta toma una de las largas almohadas que tenía la cama y la aprieta contra su pecho como si fuese un muñeco de felpa, para después sentarse en una silla que se encontraba cerca de la ventana, con una pequeña mesa a su lado.

-Quise conservarla, tal y como mi madre la dejó. Justamente en esa silla siempre permanecía viendo la ciudad.

Hitomi separa levemente la almohada para ver la silla con detenimiento sin levantarse, Van quien había empezado hablar con una voz tranquila, la miró con ternura y se acercó a ella.

-Ahora veo por que usabas esos vestidos.

La joven posó sus ojos verdes con pena hacia Van, para después guiar su vista hacia otra parte.

-¿Por qué me lo ocultaste?.

La chica mira a Van, quien ya se había inclinado ante ella para mirarle a los ojos.

-Era lo mejor.
-¿Lo mejor?.

Van preguntó extrañado.

-Van hace tiempo que no nos vemos, como sabría que no dudarías de mi palabra, que me creerías.

Van miró a Hitomi y suspiró.

-Tienes razón. Los celos me transforman en una fiera y me siegan.

Van extiende sus manos y le quita la gruesa almohada del regazo de Hitomi.

-Hitomi soy un tonto, que hubiera pasado si no me lo hubieran dicho, mis actitudes por poco y me apartan de mi hijo.

Hitomi baja la mirada, serrando sus ojos comenzando a llorar, la sensación de la mano de Van en su vientre la regresan, dejando derramar una lágrima.

-¡Se mueve!. Mi hijo se esta moviendo.

Hitomi asiente con la cabeza sonriendo.

-Ahora entiendo lo que pasó en el baile.
-Van…yo…yo lamento también lo que ha pasado, a veces solo pienso en mis propios sentimientos, sin ponerme en tu lugar, Bankotsu vio eso, vio que no queríamos lastimarnos el uno al otro y ahí atacó, entrando a tus sueños.

Van asintió tomándole de la mano a la joven.

-Perdona Hitomi, yo también te debo una disculpa, por que no te hablé de frente y no te di tiempo a que me explicaras.

Hitomi se levanta de el asiento asiendo que Van se le quedara viendo, ella solo trataba de hablar sin que el llanto se lo impidiera, quedando callada por un tiempo cubriendo su rostro con sus manos. Van se acerca por su espalda tomándole por sus brazos.

-Estas muy fría, debiste abrigarte bien, en esta temporada en Fanelia no te hará bien, ni a ti ni a nuestro hijo.
-He! Lo siento, lo olvidé, estaba tan apresurada por salir que.

Ella calla súbitamente mirando la sonrisa de Van.

-¿Te preocupaste por mi?.

Hitomi desvía la mirada.

-Pues que creías, eres el padre de mi hijo no.
Van ríe y abraza con fuerzas a Hitomi haciendo que escapara un leve quejido en la chica.

-¡Perdón te lastime, llamaré al medico.

Van se aleja del cuarto presuroso, Hitomi se encamina lo mas rápido que puede pero no logra darle alcance.

-¡Van¡Van¿que rayos haces!.

La noche entró y en el castillo no se escuchaba ni un solo ruido, Merle después de que Van saliera como loco en busca de un médico logró entrar, hablando emocionada con Hitomi y platicando del nuevo bebé, pese a que Hitomi creyó que lo de llamar al médico era una broma por parte de Van, se dio cuenta que sus actos iban en serio, ya que el mismo doctor que el día anterior la revisara volvía con ella y comenzaba a oscultarla, al dar el veredicto, alivió a Van quien solo lucía serio, pero Hitomi sintió que eran nervios. El médico guía a Van hacia la puerta y habla con el, obviamente Hitomi escuchó claramente que al ser un padre primerizo, los nervios estaban a la orden del día. Hitomi salía del baño, Van se encontraba en la orilla de la cama, cerca de la cabecera leyendo varios papeles, la joven algo apenada se acerca a la cama y toma las cobijas con la yema de sus dedos apartándolas para después sentarse a un lado, Van sintió que la chica se había quedado estática sentada en la orilla, así que aparta los papeles, poniéndolos en una pequeña mesa que se encontraba a su lado.

-¿Pasa algo?.

Preguntó Van curioso.

-No…solo que…

La chica calla, Van se acerca a su lado mirándola a los ojos.

-¿Solo que.
-Nunca e dormido con alguien, me da algo de pena.

Van mostró una sonrisa.

-No te preocupes, yo tampoco he dormido con alguien, si quieres me duermo en el suelo, ya que tal ves por el embarazo no puedas acomodarte bien.
-No, no es necesario, además puedes pescar un resfrío.

Hitomi hablaba algo bajo, Van noto su pena y solo mostró una tierna mirada a su chica para después apagar las luces del cuarto. La luz azulina de la noche entraba por las rendijas de las ventanas, haciendo que la habitación no fuera tan oscura, la bata blanca de Hitomi resbala por su cuerpo y la acomoda en una silla, dejando ver un largo camisón que acentuaba su ya crecido vientre, Van al recostarse y quedar de lado ve a la joven, se veía tan bella que sintió deseo de poseerla en ese momento, pero tuvo que contenerse, ya que no quería lastimarla, y menos al pequeño que crecía dentro de ella. Hitomi se recuesta quedando boca arriba quedándose dormida al instante, Van no pudo conciliar el sueño, en su mente nunca se había imaginado que en su cama ya no estaría solo, ya no se sentía tan fría y era ocupada por la chica que amaba, este estira su mano y cuidadosamente la pone en el vientre de su chica de la luna fantasma acariciándolo en un lapso corto, acomodándose cerca de ella, sus ojos se serraron, por primera ves, en varias lunas al momento de cerrar los ojos se había quedado profundamente dormido y no solo eso, al día siguiente este joven rey había despertado tarde, cosa que a muchos que lo acostumbraban ver a muy tempranas horas ya listo les sorprendió.

A partir de ese día las Lunas parecían transcurrir rápido para la chica de ojos místicos, pero a Van se le hacían eternos, Chid y Millerna habían llegado para arreglar los últimos tratados de una nueva unión y así proclamar a Fanelia como una potencia mas, además que el tiempo de parto se acercaba, en esos últimos meses, la servidumbre trataba de que Hitomi se sintiera cómoda y muchas de estas doncellas veían el bello semblante que la chica tenía, su aspecto al ser madre la hacían ver la mujer mas bella y eso siempre lo notaba Van, a menudo ellos se encontraban en los patios del palacio, ya que el médico le recomendó a la futura madre que una caminata le ayudaría, Van se rehusaba a dejarla sola y muchos consejeros se hacían a la idea que en las mañanas y en las tardes esta pareja salía a caminar.

En un país alejado de Fanelia se encuentran las tierras de Freíd, un bello palacio se erguía entre los múltiples campos de arroz. En un balcón una chica de largos cabellos rubios y lacios veía el horizonte de forma triste, sus manos se apoyaban en la gruesa base de piedra que conformaban ese balcón, unas manos sujetan con fuerzas sus hombros, la chica se sorprende y jira para encontrarse a alguien conocido.

-¡Allen.
-Princesa Eries, he venido a verla, necesitaba hablarle.
-Allen, no debiste hacerlo, yo no merezco que vengas desde tan lejos a verme.
-Claro que si princesa, perdóneme, he sido un siego, un estupido.

La chica abres sus ojos llenos de sorpresa.

-Me di cuenta hace varias lunas, pero primero quise poner mi cabeza en orden para poder estar frente a usted. Eries lo que quiero decir es que…… yo te amo.
-¡Allen!.

Los ojos de la princesa miraron con ternura al caballero celeste comenzando a brillar por las lágrimas retenidas, Allen acerca a la princesa hacia el y la abraza con fuerzas, dándole un profundo beso el cual fue correspondido por Eries.

-La verdad me sorprendí al ver a Millerna, ella también será madre.
-Si, Dryden esta muy contento, de hecho en el palacio mandó que varios sirvientes cuidaran de Millerna.
-Jajaja si, me dijo que no quería salir de su cuarto se siente sofocada así.
-Oye no es mala idea.
-Ni lo pienses Van Fanel.

Dentro del despacho de el palacio de Fanelia, dos jóvenes hablaban y trabajaban al mismo tiempo, en el otro extremo del escritorio de Van se encontraba una mujer de cenizos cabellos escribiendo y leyendo varias hojas, mientras que Van sacaba mas hojas de un pequeño mueble a su lado y se sentaba junto a su chica.

-Ya es suficiente Hitomi, ya tienes que irte a descansar.
-Ya casi acabo.
-Hitomi.
-Esta bien, aquí solo necesito tu firma, el consejo tiene que leer estas y Dryden tiene que ver todas y firmar en estas cinco.
-¿Todavía siguen aquí?

Jouji entraba al lugar y este comenzaba a reprender a los dos jóvenes.

-Ya terminamos Jouji.
-Tu jovencita no deberías estar aquí, le puede hacer daño al pequeño.
-No me regañe ya lo hizo Van hace rato.

Hitomi mostraba un rostro alegre al anciano, mientras Van seguía firmando y viendo los papeles.

-Cierto Jouji, y no me hace caso.

Van se levanta y pone las múltiples hojas en una carpeta gruesa de piel.

-Bien, mañana será un día ajetreado por las juntas, usted señorita no va asistir, debe descansar.
-Esta bien Jouji.

Hitomi ríe contenta al igual que el anciano y se encamina con Jouji abrazándolo. Van por lo tanto salía de la habitación serrando las puertas y les da alcance. Al llegar a su habitación Jouji se les separa y ambos entran para prepararse a descansar.

La madrugada entraba en Fanelia, en la mente de Van un nuevo sueño se manifestaba, el sonido de una flauta le daba la bienvenida, a lo lejos una mujer en un gran estanque lleno de luciérnagas se encontraba.

-¡Madre.
-¡Van, estoy orgullosa de ti.
-Madre.

Van abrasa tiernamente a su madre adentrándose a ese lago poco profundo.

-Aun tienes mucho que aprender, pero se que a partir de ahora lo podrás hacer solo.
-¿Quieres decir?.

Las anteriores visiones que había tenido viendo a Hitomi a un lado del cuerpo inerte de su madre, incluso a que ella tuvo ese día en el mercado de Asturias con Celena se manifestaron.

-Tu me pusiste esa visión.
-Si, tu y Hitomi estaban muy heridos, y poco a poco olvidaron el amor tan grande que tuvieron en el pasado, tu Van nunca te pusiste a pensar en el sufrimiento de ella. Pero ya lo notaste y ambos reconocieron sus errores.

Un llanto se escuchó, era el de un pequeño.

-¿Ese llanto.
-Al ocultarte Hitomi de su embarazo, era como si te hubiera quitado a tu hijo, por eso implorabas que te lo regresaran.

Van no notó que en brazos de la mujer de negro y largo cabello tenía aun pequeño varón de ojos carmesí iguales a los de el.

-Vamos Van despierta, tu hijo te llama.

La voz de su madre despertó a Van, nuevamente después de varias lunas había perdido el sueño levantándose de la cama, este abre un poco la ventana dejando entrar la brisa fría que ya en esos tiempos de primavera se presentaba. Después de que el sueño se perdiera en el rey este se arregla con su ya acostumbrado traje oscuro, dispuesto a salir de la habitación, pero este jira hacia la cama y nota como Hitomi se incorpora.

-¡Van!
-Tranquila descansa, iré a preparar todo para la junta para no molestarte.
-No Van……yo…….

La voz de la chica sonaba agitada y esta emitió un quejido de dolor.

-¿Hitomi estas bien!
-Van, ya….ya… es hora.

Un quejido se presentó en ella con mas fuerza haciendo que esta se acostara de nuevo tocando su estomago con fuerzas, Van se levanta de golpe y sale a la carrera del cuarto, a los pocos minutos, varias doncellas y el médico entraban, entre ellos Millerna, pese a estar en cinta esta ayuda y apoyaba a Hitomi, quien se encontraba muy nerviosa y sudando mucho de su frente.

Van se encontraba detrás de la puerta, su aspecto era demasiado serio y Dryden lo veía con detenimiento.

-Como puedes estar tan tranquilo, yo en tu lugar estaría quitándome cada cabello que tengo.

Van no contestó pero esbozó una ligera sonrisa, este se sienta a un lado de Dryden quien se encontraba sentado en la duela de madera.

-¿Quieres saber si estoy nervioso?. Si, si lo estoy.
-Ya sabía que no eras tan duro, pero que bien lo disimulas.
-Ya señoritas dejen de comerse las uñas.
-¡Allen!

Allen llegaba y observaba al par que se encontraba en el piso, ambos se levantan y Allen saluda con un fuerte abrazo a Van, para después hacer una reverencia a Dryden.

-Acabo de llegar de Freíd y me enteré por Kenay que Hitomi entró en labor de parto.
-Si, ya tiene media hora dentro.
-No ha de tardar.
-No lo creo Allen, una de mis tías dijo que yo tarde en nacer por lo menos unas doce horas.
-¿Tanto Dryden!.

Contestó Van nervioso.

-Bueno es que para hacer las cosas bien se necesita tiempo.

Dryden muestra una sonrisa sarcástica, mientras los dos frente a el solo lo veían con una ligera gota de sudor saliendo de sus cabezas. La partera de Freíd sale presurosa del cuarto con una bandeja con barias mantas en ella, Van se acerca y la voz estricta de Katia resuena.

-No, aún no ha nacido, tardará horas.

Esta se aleja presurosa y los hombres solo vuelven a sentarse en el piso de madera. El entrar y salir de varias doncellas comenzaban a poner a Van nervioso que continuamente se escuchaba como se tronaba los huesos de los dedos, este se para y comienza a caminar dando vueltas ligeramente, Dryden y Allen comenzaban a solo seguirlo con la mirada.

-Van por que no vas a Asturias, así podremos hacer los hoyos de los cimientos de un nuevo muro, que te parece?.

Van lo vio con rostro de pocos amigos deteniéndose un momento, el silencio que prevaleció por ese corto tiempo, dieron pie a que escucharan el llanto de un bebé que lloraba a todo pulmón. Van se giró hacia la puerta y ambos jóvenes que se encontraban sentados en el piso se levantan rápidamente. En unos minutos que para Van fueron eternos salió Millerna, trayendo consigo un pequeño bulto en sus manos. Van se acerca a ella y Millerna con un gesto alegre le enseña el rostro del pequeño.

-Felicidades Van es un varón.

Allen y Dryden se alegran y le dan fuertes palmadas a Van, quien después toma al pequeño entre sus brazos con un rostro lleno de alegría.

-Hitomi se encuentra muy agotada y se ha quedado dormida, será mejor dejarla descansar.

Van asintió, y se aleja lentamente de la habitación hacia el templo donde Escaflowne se encontraba, ahí varios ansíanos sabios de la religión del dragón aguardaban junto a los consejeros del rey, según la tradición Van tenía que llevar a su primogénito al templo, para que el pequeño reconociera el camino a tomar en dado caso una guerra apareciera y tendría que luchar para defender sus tierras y su gente. En su mente varios recuerdos vinieron a el, cuando vargas le instruyó y la primera vez que cruzó esos mismos pasillos para poder despertar a Escaflowne, comenzando por así decirlo, su aventura para luchar contra Zaibach y así recuperar la vida de Fanelia. En el templo se le mostraría por primera vez el lugar donde reside Escaflowne, su dios y futura armadura, donde los sabios le darían el bautizo de esa religión, bañándole con la sangre de un dragón blanco el cual representaba su religión. Van al llegar al templo siente las miradas de todos, los ojos alegres de un anciano se distinguían y Van se detuvo con este y se arrodilla frente a el.

-Jouji, te presento al pequeño Goau de Fanel.

El anciano se alegra mucho que le da una palmada en el hombro a Van, mirando después al pequeño, quien se encontraba despierto y miraba a todos lados, haciendo pequeñas muecas.

-Tiene tus ojos.

Van asiente y se aleja hacía los ansíanos quienes comenzaron la ceremonia, ya que en este bautizo, solo el padre podía entrar. El niño fue presentado ante los ojos de aquellos sabios que siempre oraban a favor del dios dragón y uno de ellos el mas experto y anciano se acerca a el portando un pequeño contenedor dorado, donde se encontraba la sangre del ultimo dragón blanco, con uno de sus dedos hace algunas marcas en la cabeza del pequeño quien comenzó a llorar y agitar sus manos, cuando este termino uno de ellos cubre la cabeza del ahora heredero de Fanelia con una manta blanca de ceda, Jouji solo veía alegre aquel momento con los ojos llenos de lagrimas retenidas, ya que nunca pensó que sus ya cansados ojos verían el nacimiento del hijo de un esplendido joven.

Al terminar la ceremonia barias doncellas vistieron al pequeño príncipe ante la mirada de Van, este al tenerlo ya en sus manos se acerca a la cama donde Hitomi descansaba y comenzaba abrir sus ojos.

-¡Van!.

Ella al ver que traía al pequeño consigo sonríe.

-Ya tiene hambre.

Hitomi se incorpora ayudada por las doncellas, después de acomodar al pequeño en su regazo, le acaricia su cabeza cariñosamente, para después sonreírle a Van, quien le depositó un beso en su frente.

-Hasta aquí termina mi historia, pero aún falta la tuya pequeño

La voz cansada de un anciano se escuchaba y miraba detenidamente al pequeño que se encontraba sentado en una silla, quien atento había seguido la historia que este le contaba.

-Jouji siempre me han gustado tus historias¿cuando iremos a la pradera como antes lo hacíamos para que me cuentes mas?.

El anciano sonríe tosiendo levemente.

-Como me gustaría hacerlo, pero ya este cuerpo viejo no me deja. Por cierto, no estarás aquí huyendo de la princesa Marlene verdad?
-No, esta tomando su siesta, aun no entiendo por que mis padres quieran que este con ella.
-Jaja, algún día lo sabrás.
-Goau, ya es hora de cenar.
-¡Papá!

El niño sale corriendo hacia un hombre maduro con un semblante tierno hacia su hijo, quien se le prendía de su cintura dándole un fuerte abrazo.

-Corre, ve con Ana.
-Siii!

Van ve alegre como se retira el pequeño entrando a la habitación de Jouji, sentándose a su lado.

-No hay duda parece que estoy viendo al mismo rey Goau frente a mi.
-Gracias por enseñarme tanto amigo.
-No agradezca nada majestad, ahora puedo descansar en paz, no creé?.

Van asiente con la cabeza, mientras Jouji lentamente serraba sus ojos, dejando una mueca alegre en sus labios, haciendo que la habitación guardara un silencio sepulcral por un largo tiempo. Van apoya su mano en la de su anciano amigo y muestra un rostro lleno de melancolía.

-Hasta pronto Jouji.

Las manos de Van se acercan a la frazada y con esta cubre el rostro del anciano, unas manos ligeras se posan en el hombro de Van quien jira levemente su rostro mirando aquellas manos que lo tomaban con cariño.

-Ya esta en un lugar mejor, sus ojos vieron mas de lo que quería ver y se sintió satisfecho de lo que dejó aquí, muestra de ello, la sonrisa que le acompañó en su muerte.

Van asiente con la cabeza y sin voltear toma la mano que se encontraba sobre su hombro con fuerzas.

La vida siempre estará llena de alegrías, tragedias, logros y muertes, pero de una cosa si estoy segura, nosotros tenemos siempre un ángel de acero con nosotros, lo malo es que este siempre se nos presenta con una máscara en su rostro, no te sorprendas si este resulta ser uno de tus conocidos, solo que hay que aprender a escucharlo y ponernos en sus zapatos de vez en cuando.

Fin


Esta historia comenzó un 22 de Junio del 2005 y por fin lo doy por terminado, espero les haya gustado y pues yo me siento súper contenta de que esta historia fue aceptada por varias lectoras a las que les mandó muchos abrazos y un beso enorme.

Agradezco a:

Physis.

F Zelda.

Ady.

Yuki-Kudo.

Natalia Kido.

Anita- Asakura.

Nisy.

Victoria.

Ishi.

Lolyana Dorrego.

Suzette.

Adriana.

Mitsuki Himura.

Lia Du Black.

Sango – Chan.

Nisse.

Gaby Chan.

Anaid.

Danyseen.

SMCG2.

Lucia 20.

Alory.

Nikona.

Valerya.

Lisseth.

Didi.

Amigas siempre estuvieron en cada capitulo y agradezco mucho sus ayudas y comentarios, si dejé una dudita por allí pues al rato hago un epilogo jejeje, un enorme beso y un agradecimiento a todos aquellos que leyeron el loco fic de esta servidora ya que me levantaron el ánimo para seguir continuándolo, a los anónimos, pues también ya que tengo la satisfacción que leyeron este fic, un beso y un hasta luego. Con cariño

Sario.