Gundam Wing no es mio ni ninguno de los personajes lo es... Abuuuu pero ya saben yo sólo escribo fanfiction. Nada más.Ojala les guste. No olviden dejar su comentario.


4. Just like a prayer

Era la tercera noche sin descansar y estaba exhausto. Apenas pudo vencer el cansancio y liberarse de los brazos pesados de su cliente. Se dirigió al baño, se aseó lo mejor que pudo y se envolvió en una bata negra para salir de la habitación. A penas podía caminar y recién era el tercero en la noche. Bajó las escaleras hacia el primer piso que era donde tenía que esperar a sus clientes.

Entró en una sala muy amplia, repleta de gente. Se dirigió directamente hacia donde habían otros chiquillos como él, esperando envueltos en batitas similares. Un hombre vestido de terno los vigilaba de cerca. Se colocó en el lugar donde le correspondía, no estaba Heero a la vista. Estaba agotado, lo único que quería era irse a dormir.

De nuevo uno de los clientes se acercaba conducido por uno de sus jefes. Se puso enfrente de ellos y empezó a mirarlos.

"Elija el que más le guste señor." el jefe sonreía.

El cliente era un hombre maduro, vestido con ropa elegante, tenía una corbata negra con un adorno dorado en ella. Algunas canas se asomaban en su cabeza. Duo lo miraba fijamente y el cliente lo notó al momento. Se le acercó en silencio y se quedó de pie frente a él.

"Veo que el señor tiene muy buen gusto." comentó el jefe." Este es uno de los favoritos de los clientes. Vamos, que esperas, conduce al señor a una habitación."

Duo se quedó inmóvil, de repente era porque ya no tenía fuerzas para moverse más, de repente porque los ojos grises de aquel sujeto lo tenían hipnotizado.

El jefe no repitió la orden y procedió a abofetearlo. Eso sirvió para romper el hechizo. A pesar de ello Duo no lo obedeció, se quedó adolorido, recostado contra la pared. Entonces el jefe consideró necesario volver a golpearlo para que obedezca de una vez.

Levantó la mano y esta fue detenida por el sujeto. El jefe se quedó sorprendido al igual que Duo, aún sin poder moverse.

Aquel hombre misterioso tomó a Duo del brazo y lo puso de pie. Sin salir de su sorpresa lo condujo en silencio hacia la habitación que le correspondía.

Cuando estuvieron adentro, el sujeto misterioso se sentó en la cama y se dedicó a mirarlo mientras Duo se desplazaba por la habitación acomodando las cortinas que estaban abiertas. Luego se acercó al cliente. Estaba de lo más nervioso, asustado, este sujeto si que lo aterraba. Al ver que el sujeto no le decía nada se sentó a su lado, esperando alguna reacción. Podía esperar toda la noche si era necesario, no importaba.

Pero ellos estaban ahí por algo que él tenía. Ellos pagaban por algo y lo iban a conseguir de cualquier modo. Duo suspiró en silencio y esperaba que el cliente haga algo, cualquier cosa. Cada segundo que pasaba lo ponía más nervioso y su cliente no hacía otra cosa que mirarlo y mirarlo. Duo no se atrevía a voltear a verlo, porque sabía que tenía ese par de horribles ojos grises mirándolo fijamente, como si sintiera asco por tenerlo en frente. No podía voltear a verlo, estaba muy asustado.

Al cabo de unos minutos de quedarse contemplándolo en silencio decidió por fin actuar. Sin decirle una palabra se dio la vuelta y lo tumbó sobre la cama. Una vez ahí le soltó la batita y de nuevo se quedó mirándolo fijamente.

Esto era horrible, pensaba Duo mientras cerraba los ojos para no ver los del sujeto que tanto lo asustaba.

De nuevo se quedó mirándolo, recorriendo con sus ojos el cuerpo del chiquillo desnudo debajo de él. Pasó un buen rato y por fin se incorporó. ¿Ahora que iba a hacer? Por fin lo iba a tomar o seguiría contemplándolo de ese modo tan horrible. Igual Duo no se atrevía a abrir los ojos, aunque algo le decía que los abra, que no era bueno quedarse a merced de un desconocido. Pero no tuvo mucho tiempo para meditar cuando un dolor espantoso le hizo abrir los ojos de inmediato. Y luego otro y otro más que nacía en su estómago y luego fueron avanzando hacia sus piernas.

El chiquito intentó ponerse a buen recaudo pero el sujeto lo agarró del brazo y continuó golpeándolo con un látigo pequeño. Movía los labios de un modo siniestro pronunciando palabras in entendibles, debía ser otro idioma. Duo se retorcía resistiéndose a los golpes y el sujeto tras batallar con él consiguió ponerlo de bruces contra la cama y con su mano libre le apretaba la cabeza contra el colchón. De ese modo podía ahogar los gritos de dolor del pequeño.

Y sus palabras fueron más claras en ese momento, estaba rezando una oración extraña. Ya no hablaba en esa lengua extraña ahora se dirigía a él y le seguía pegando con el látigo.

"Arrepiéntete y deja salir el demonio, criatura sucia. Arrepiéntete y abraza la luz de Dios." gritaba.

Duo gritaba y se retorcía como un poseído porque sentía que se estaba asfixiando. El dolor sólo aumentaba y la presión sobre su cabeza también. Pero aquel demente seguía con sus oraciones, gritándolas.

"Arrepiéntete alma pecadora, por el poder de Dios, abandona el mal. Arrepiéntete de tus pecados criatura del demonio. Ser impuro, eres un ser impuro que te entregas a los placeres de la carne. Arrepiéntete de tus pecados y alcanzaras el perdón." y le seguía apretando el cuello como si quisiera enterrarlo en el colchón y las sábanas negras.

"¡Arrepiéntete! Y alcanzarás el perdón divino. Arrepiénteteeeee ser impuro. Arrepiéntete." y lo soltó justo antes de que se acabe de asfixiar.

Duo tosió un poco antes de intentar escapar arrojándose de la cama para ser atrapado por el demente.
"Nooo, déjame ir, déjame ir." el chiquillo se retorcía como movido por los demonios. Gritaba tratando de conseguir ayuda, Este sujeto lo iba a matar si no hacía nada por evitarlo. Eso quería matarlo.

"Demoniooo el poder de la luz es mayor que tu fuerza. Criatura impura que vendes tu carne a otros, demonio de la oscuridad. No permitiré que venzas." De nuevo lo golpeó pero ahora en la cara. Lo tomó de un brazo y lo arrojó en la cama, aquel golpe había sido tan fuerte que lo dejó medio sin sentido. El sujeto se sentó sobre el chiquillo y colocó sus manos enormes sobre su cuello."Debo acabar lo que empecé." murmuró.

Su rostro se volvió siniestro. Apretaba sin misericordia el cuello delgado del pequeño." Señor acoge el alma de este pecador, libéralo del demonio, de la lujuria, de la carne. Liberarlo y dale la luz, el descanso eterno de los pecadores. Acoge esta alma que te envío…"

"Nooo." gritaba con lo que quedaba de voz el niño." Nooooooo, déjame nooooooo."

No sabes lo que dices pecador, impuro. Recibe esta alma señor…. Recíbela en tu reinooo."

"NOOOO." todo se estaba volviendo oscuro y ya casi no pasaba aire a sus pulmones. No era posible, no podía ocurrir esto, no podía estar pasando esto. No, él no podía morir así de ese modo. Heero… pensaba… Heero se va a poner muy triste.

Con sus manitas arañaba las del sujeto que lo estaba mandando a la otra vida. Pero ya no podía más, ya era su hora. Cerró los ojos y dejó de gritar porque ya no le quedaban fuerzas en su cuerpecito de 6 años.

El sujeto sonrió satisfecho al ver que había vencido al mal y el demonio ya no se movía. Le había dado buena pelea pero no era el único demonio al que debía vencer. Habían más demonios que derrotar aún. Tomó la sábana negra y cubrió el rostro del chiquillo. Hizo una cruz con sus manos y se levantó de la cama. Sacó de uno de sus bolsillos un frasco de agua bendita y roció un poco sobre la cama alrededor del cuerpo del niño.

Tomó el resto de sus cosas y se peinó frente al espejo del baño. Luego salió de la habitación no sin antes persignarse.

Heero estaba inquieto. Había pasado casi toda la noche sin ver a Duo. Ya iba a ser hora de regresar al salón donde todos ellos dormían luego de trabajar duro. Empezó a preocuparse porque por lo general siempre se juntaban en algún momento a la espera de los clientes. Pero esta noche no había coincidido y tenía la sospecha de que algo andaba mal. Sabía que Duo podía estar en problemas y tenía que ir a ayudarlo. Pero podía estar en cualquier lugar de ese edificio. Era muy peligros intentar ir a buscarlo, pero tenía que arriesgarse.

Le preguntó a uno de los que estaban a su lado si había visto a Duo y a las justas le respondió que se había estaba con un cliente. A ellos no les estaba permitido hablar mientras aguardaban por los compradores. Heero estaba empezando a preocuparse en serio cuando el chico que estaba a su lado le señaló que aquel hombre canoso que bajaba por la escalera era con el que se había ido Duo.

Heero sabía que Duo siempre abandonaba la habitación antes que el cliente. Era extraño que no haya bajado ya si es que el cliente ya se iba. El sujeto de pelo canoso pasó cerca de ellos. Tenía un rostro serio y unos ojos grises espantosos. Un escalofrío se escurrió por su columna. Necesitaba ir por Duo porque algo le decía que no estaba nada bien.

Recordó que Duo le había dicho que cuando querían algo era bueno rezar, pero no sabía como hacerlo en ese momento. Sólo pidió al cielo que Duo estuviera bien, que no le haya pasado nada, que ese tipo no le hubiera hecho mucho daño. Armó en su cabeza una pequeña oración.

Se imaginaba donde podía estar, a Duo le gustaban particularmente las habitaciones del piso de arriba, porque tenían ventanas grandes, aunque todas clausuradas y era justo de donde había venido el sujeto.

El jefe que los miraba en ese momento estaba distraído conversando con uno de los clientes. Era ahora o nunca. Así que aprovechó el descuido y corrió hacia la puerta que era para uso exclusivo de ellos. Subió las escaleras cuidando de no ser visto. Repetía en su cabecita la pequeña oración que acababa de inventar, pidiéndole al cielo y a todos los angeles que Duo estuviera bien

Cuando llegó al pasadizo habían muchas puertas de donde elegir. Cualquiera podría ser. Tenía que tener cuidado de que lo vieran. Todas las puertas estaban cerradas, salvo una. Sin perder el tiempo se dirigió directamente a esa puerta. Con mucho cuidado abrió la puerta fijándose que no hubiera nadie adentro. No pudo ver a nadie, sólo divisó un bulto negro sobre la cama. Luego acercándose un poco más distinguió una maraña de cabellos castaños dorados vertidos sobre las sabanas de satén negro.

Los ojos se le llenaron de lágrimas. "Duo." susurró.

Continuará...

Ese sujeto canoso NO es Father Maxwell. Soy malosa pero no tanto.