Los personajes de GW no son mios blablabla. Yo solo escribo fanfics como este. Naaa más. Heero y Duo son mios solo en mis sueños. XD


5. No money

La lluvia caía en la acera, no dejaba de llover. Afuera en la ciudad ya era de noche de nuevo. Un niño de cabellos cortos y castaños, sentado en la cama mirando hacia la ventana. La calle húmeda. Cuando era más pequeñito solía pasar largas horas en la ventana mirando la calle.

Cuando llovía corrían a esconderse para no mojarse. Cuando terminaba de llover él y Duo corrían y saltaban entre los charcos. Que no daría por saltar entre los charcos de nuevo, que no daría por compartir el suelo frío y su refugio sin techo con Duo.

La luz de la habitación era tenue y la habitación rojiza.

El sujeto que estaba pagando por él estaba en el baño, se demoraba bastante. En cualquier momento iba a salir y él tendría que estar listo. Pero no iba a estar listo aunque esperara mil años. Suspiró y volvió su mirada a la ventana.

La puerta del baño se abrió y salió el cliente. Se dirigió a la cama en donde aguardaba el chiquillo. Estiró una mano y le acarició la cabeza, tan tierno…rápidamente se sentó indicándole al chiquillo que ya podía empezar con su labor, tan frágil...

Mejor se ponía manos a la obra porque cuanto más pronto acabara mejor. Heero se arrodilló frente a aquel sujeto y este condujo su miembro a su boca. Al cabo de un rato hizo que se echara en la cama. Una vez estuvo ahí le empezó a acariciar la espalda, trazando con sus dedos algunos senderos rojos en la espalda del chiquillo.

¿Qué te pasó acá" le preguntó el cliente.

Heero gimió un poquito porque aún las marcas de los golpes le dolían un poco. El precio que pagó por salirse de la fila la otra noche. No sabía si responderle porque tenían prohibido hablar con los clientes y recibir otro castigo más no era lo que él necesitaba.

Pero el cliente le volvió a preguntar. Al parecer no aceptaba un no por respuesta.

"Me golpeó alguien." respondió bajito como para que no lo oyera nadie. Pero el cliente pareció entender lo que le dijo.

"Ya veo." le comentó." Sabes, soy médico, me gustaría echarte un vistazo, no quiero enfermarme ¿sabes?"

Heero no le entendió muy bien. Pero si era doctor entonces de repente podía ayudarlos, ayudar a Duo, él si estaba mal. Desde la vez que estuvieron bajo la lluvia, aquella vez que los atraparon, siempre se ponía mal y no podía respirar bien.

"Señor, yo…" quería decirle que lo acompañe a donde estaba encerrado Duo. No había podido trabajar en unos días porque estaba con fiebre y respiraba con dificultad. Parece que desde el día que ese sujeto lo lastimó tanto, estaba peor.

Duo había estado trabajando, porque los jefes no le iban a dejar descansar más de la cuenta. Apenas pudo levantarse y las marcas de su espalda sanaron un poco regresó a trabajar, pero hacia un par de días de nuevo se puso muy mal. Estaba con uno de los clientes cuando empezó a toser y ahogarse. Aunque a los jefes no les importaba en lo más mínimo la salud del chiquillo a insistencia del cliente lo llevaron a la habitación para que descanse. Había permanecido ahí desde entonces. Seguía mal e iba a empeorar si él no hacía algo. Pero con lo único que podía ayudarlo era dándole la mitad de la ración que le correspondía, porque no le daban nada si no trabajaba, y abrigarlo a la hora de dormir.

El cliente estaba muy ocupado revisándole las marcas de la espalda. Luego le dio la vuelta y empezó a inspeccionar sus partes íntimas.

"Se…mnm señor…" era bastante incomodo, pero tenía que soportarlo."Señor... si usted es médico puede…" El cliente no le estaba prestando atención. Demasiado ocupado con lo que estaba haciendo. Decía que era doctor.

"Bueno, creo que estas bien." concluyó después de saciar su curiosidad. Al parecer estaba contento con el resultado de su análisis improvisado.

Dicho esto se dispuso a continuar con lo suyo. Ya que Heero estaba echado y preparado para empezar se colocó en posición. Pero el chiquillo no estaba listo. Pensaba en Duo y que era una buena oportunidad como para desperdiciarla. Tenía que insistirle, si sólo lo acompañaba un ratito a verlo. No sería mucho tiempo.

"Señor, verá mi hermanito está mal, hace días que no puede…" dijo zafándose de las garras del cliente. Esto no le gustó para nada al sujeto que ya estaba listo y dispuesto para la acción."Respirar bien y de repente puedes…"

"Cállate que no te pago para que hables. Ven acá y quédate quieto." ordenó al borde de perder la paciencia.

Heero no le hizo caso, necesitaba su ayuda, Duo se podía poner peor y necesitaba que lo viera.

"Por favor señor doctor, si viene conmigo le…" y se dirigió a la puerta aún desnudo sin preocuparse por cubrirse. Era más importante que lo viera, no importaba que luego sus jefes se enojaran.

El cliente perdió la paciencia y gritó ordenándole regresar a la cama inmediatamente. Heero no le hizo caso y abrió la puerta para fijarse si no había nadie en el pasadizo. Estaba de suerte, no había nadie por ahí.

Ya estaba saliendo de la habitación cuando sintió un jalón que lo hizo entrar a la fuerza a la habitación. Luego un golpe en la cara lo devolvió a la realidad.

"Te he dicho que vengas acá. Estoy pagando por ti así que me vas a obedecer, así tenga que matarte. Ven acá y vas a hacer todo lo que te diga." gritó lanzándolo sobre la cama." Ahora échate ahí y quédate quieto."

Heero volvió a la cruda realidad. Por un momento se llenó de esperanza, pensando que podía hacer lo que fuera y lograr lo que quería. Pero no, no en ese lugar donde no era más que un objeto al servicio de quien pagara el precio estipulado. No tenía voluntad, ni nada, no estaban pagando para que piense o desee.

Cayó sobre la cama y se quedó muy quieto. Pensando. No gritó cuando el cliente lo tomó con brusquedad de la cintura y lo penetró con mucha fuerza. No lloró cuando rato más tarde no podía ni ponerse en pie. Se quedó en silencio, mientras pensaba que no podían quedarse ahí más tiempo. No estaban pagando para que estuvieran bien, sino para que sean buenos un par de horas. A nadie le importaba, ni si quiera a sus jefes que estuvieran bien, o que se sintieran bien, menos aún si necesitaban algo. No podía quedarse ahí. Heero no sabía muy bien como pero si entendía que si seguían así iban a salir con los pies por delante.

Duo sigue mal, aunque ya estamos trabajando los dos de nuevo, él no se recupera. Durante la noche su pecho hace soniditos. Tengo miedo que no se vaya a levantar un día. Necesitamos salir de este lugar. Yo le dije eso a Duo pero me dijo que no se puede. Él tiene miedo y yo también, pero tenemos que hacerlo.

"¿En qué piensas?" preguntó Duo mirándolo en la oscuridad de la habitación donde dormían con todos los demás chiquillos.

"En nada." susurró como respuesta.

"Mentira, estas pensando en… yo puedo adivinarlo… en… que nos darán de comida hoy." Duo sólo piensa en comer.

'No, te equivocaste."

"¿Entonces en qué Heero?"

"Ya cállense los dos." una tercera voz proveniente de la oscuridad y el suelo cubierto de cuerpos de otros chiquillos. La voz sonaba amenazante, pero no hicieron caso.

Duo estaba pensando en la vez que nos escapamos ¿te acuerdas?" eso fue poco tiempo después que nos trajeron acá. Sólo llegamos huir un par de cuadras cuando nos agarraron.

"Sí me acuerdo.Hasta ahora tengo una marca por aquí mira." Duo le mostró su codo. "Si lo hacemos de nuevo pero…"

"Pero que Heero. Ahora si nos matan si lo volvemos a hacer, yo tengo miedo."

"Yo también Duo pero tenemos que hacerlo de nuevo. No quieres quedarte siempre aquí."

"No, tu tampoco. Pero ¿sabes como vamos a salir? "

"No. Por eso tenemos que pensar un plan."

"A mi me contaron una vez que un tipo escapó por un hueco en el suelo. Si hacemos un hueco…"

"Es muy difícil. Duo."

"Sí. Pero una vez me contaron un cuento que una chica tenía el pelo largo como el mío y su novio entraba a su casa por la ventana y…"

"Pero la ventana está muy arriba, nos caemos y nos reventamos en el suelo."

"Si pes Heero. ¿Entonces cómo?"

"Que se callen o se las verán conmigo." de nuevo la voz en la oscuridad, pertenecía a uno de los chicos mayores. Y hablaba en serio.

Se quedaron en silencio de nuevo, echados uno al lado del otro, de nuevo el pecho de Duo emitía silbidos. Luego de nuevo la tos y más silbidos. Duo trataba de hacer menos ruido tapándose la boca a la hora de toser, pero era inútil.

"Cállate." gritó el chico al fondo de la habitación. Luego más protestas se unieron a la anterior."Todas las noches es lo mismo. Vete a dormir afuera."

Pero Duo no podía detenerse y de nuevo empezó a ahogarse. Se sentó completamente, apoyando su espalda huesuda sobre la pared helada.

Unos pasos torpes sobre la alfombra de cuerpos en el suelo y el chico que los hacia callar estaba en frente de ellos.

"Lo estas haciendo a propósito. Cállate de una vez." le pegó una bofetada a Duo." Ya cállate."

Duo no le pudo responder, se sentía muy mal. Heero se incorporó para detener al muchacho que ya estaba sacudiendo a Duo para que le obedezca.

"Ya déjalo, está enfermo. Déjalo." gritó Heero sin importarle la bulla. No era bueno que con el ruido atraigan a los jefes. Pero no importaba, Duo necesitaba ayuda.

"Tú también. Los dos se la pasan sin dejarnos dormir." el chico agarró a Heero de los hombros y lo estrelló contra la pared."Se van a callar o yo los haré callar." y golpeó a Heero esta vez.

"Noo, no…" Duo apenas podía respirar e intentaba detenerlos, pero ya era tarde. Heero le devolvió el golpe a pesar de que su tamaño y su fuerza lo ponían en desventaja. Los demás habitantes de la habitación se pusieron de pie para darles campo. Se armó un bullicio tremendo y como era de esperarse la puerta se abrió violentamente.

"¿Qué sucede aquí?" un vozarrón impuso el orden al instante.

Heero estaba en el suelo debajo del otro chico tratando de defenderse.

"Lo que pasa señor es que ellos no nos dejan dormir. Se ponen a hablar y ese de ahí se pone a hacer mucho ruido y…" el chico mayor dio la explicación del caso y fue corroborada por los otros presentes.

Uno de los jefes que vino a ver el alboroto levantó a Heero de un tirón de donde yacía exhausto por la pelea.

"Tú otra vez dando problemas." exclamó." Ya me estoy cansando de ti mocoso. Tú también ven acá. Ustedes dos vienen conmigo." El resto silencio que no quiero oír más de ustedes esta noche."

Y la puerta se cerró tan violentamente como se abrió.

A ambos chiquillos los llevaron a través del pasadizo oscuro rumbo a un lugar más oscuro y frió aun. Todo el camino Duo fue tosiendo incontrolable mientras que Heero intentaba auxiliarlo mientras eran arrastrados como muñecos rotos.

Llegaron a una puerta de metal que el jefe que los traía abrió y los arrojó adentro.

"Más tarde arreglo cuentas con ustedes." anunció y se alejó de ahí dejándolos a oscuras sin saber que hacer.

Duo siguió tosiendo toda su estancia dentro de ese lugar hasta que horas después se volvió a abrir para el ajuste de cuentas.

De nuevo de pie en la fila, esperando a que alguien se fije en dos chiquillos paliduchos y flaquitos. Duo no estaba mejorando, ahora se veía peor, más pálido y ojeroso que nunca. Por más esfuerzos en maquillarle las ojeras y las marcas en la cara, su enfermedad salía a relucir.

Recién iba a empezar la noche y Duo ya no podía más. A los jefes no les importaba nada más que el dinero. Eso era lo que querían, dinero. Sin dinero no eran nada, sin dinero no podían comprar su libertad, sin dinero aunque escaparan no tendrían a donde ir ni como sobrevivir. Iba a ser lo mismo, salir para caer en otro lugar similar. Ya iba a ser hora de abrir y todos estaban es sus puestos para recibir a los distinguidos clientes que tenían mucho dinero, para comprar lo que sea.

Empezaron a entrar los clientes a servirse algunos tragos, a conversar entre ellos, a jugar juegos de cartas y a divertirse con otro tipo de placeres. Duo estaba lívido ahora el mundo se ponía a dar vueltas. No quiso decir nada para no meter en más problemas a Heero. ¿Por qué justo cuando las cosas están mal siguen empeorando?

Por la puerta grande que recibía a los clientes entraron unos ojos grises horribles y el lugar se llenó de una atmósfera fría. Duo no podía respirar de nuevo y sentía que ahora si iba a tener problemas. Los ojos grises caminaban hacia la fila donde estaba él, sin perderlo de vista mientras los labios empezaban a recitar oraciones fúnebres. Ahora si había llegado su hora.

Los ojos grises se detuvieron unos metros antes de la fila, sin perderlo de vista. En ese momento pensó en correr, a cualquier lugar, cualquier sitio era bueno. .

"Heero." susurró para si mismo.

Los jefes sonreían a los clientes que se acercaban a verlos. Uno de ellos se puso enfrente de ambos y los miró con desdén. Pasó su vista para otro lado. Pero los ojos grises seguían ahí, implacables.

No había forma de huir, pero algo tenía que hacer. Susurró una disculpa a su mejor amigo y empezó a correr.

Fue tan rápida su huída, tan increíble, tan osada que los jefes sin dar crédito a sus ojos se demoraron en reaccionar. Duo corrió envuelto en su batita negra sin rumbo, internandose en las entrañas de ese edificio ruin.

Llegó a lo que reconoció como una cocina. Era enorme. Corrió entre los cocineros y atravesó un pasadizo enorme. Los jefes lo seguían de cerca. Ahora si estaba perdido, ahora si lo iban a matar. O si no de tanto correr se iba a caer muerto por ahí, se sentía de nuevo muy mal. Corrió y corrió hasta que encontró un refugio entre unas cajas de verduras.

Los jefes que lo seguían tenían armas en la mano. Ahora si que había llegado su hora.

"Heero, perdóname… perdóname por favor…" intentó rezar pero en ese momento recordó las oraciones y los ojos grises. De todas maneras iba a estar con Dios pronto así que pensaba darle las quejas personalmente.

"Heero." pensaba mientras se le escurrían unas lagrimas de temor, de nuevo sus silbidos asmáticos no lo dejaban ocultarse bien. Ahora si lo iban a matar, los jefes estaban oyendo sus silbidos y en cualquier momento…

De pronto la luz se fue en el edificio. Al parecer Dios decidió retrazar su cita con él. Los jefes se quedaron desconcertados. Nunca se iba la luz en ese edificio, jamás. Ese edificio era muy seguro, nada se escapaba de ahí.

Ahora en la sala de los clientes todo era un caos. En la oscuridad los asistentes sintieron pánico. Los jefes no sabían que hacer. No sabían que estaba ocurriendo ahí. La luz se había ido, justo ahora. ¿Qué estaba pasando? Alguna falla en el sistema de electricidad, a veces sucede, ustedes saben. Comentaban por ahí.

Pero la luz no volvía y las linternas y velas empezaron a disipar la oscuridad. El jefe de la fila se tenía que asegurar que todo estuviera en orden, de repente algún cliente pudo aprovechar la oscuridad y… a ver… si le faltaba uno, uno más aparte del chiquillo que huyo que cuando lo atrape le voy a torcer el cuello, pensaba. Claro, faltaba el otro mocoso.

Pero no podía crear más alarma. De repente estaba por ahí escondido, de repente estaba agazapado por temor a la oscuridad. De repente cuando le pusiera las manos encima le iba a torcer el cuello también.

Sin perder tiempo avisó la perdida del otro chiquillo y se pusieron en marcha en la búsqueda del que faltaba. Y la luz sin volver.

En la oscuridad Heero agradeció que su bata era negra y caminaba sigiloso. Donde podía estar, vio que se dirigía hacia esa dirección. Pero que pensaba Duo, porque no le dijo nada, ahora que iban a hacer. No podía permitir que lo atraparan. Debía aprovechar la oscuridad para escaparse, era la ocasión perfecta. Pero donde estaba Duo. Las puertas del salón de los invitados estaba cerrada para evitar que nadie más salga o entre, así que debía seguir por ahí. En la cocina los cocineros se alteraban más aún, sin luz no podían hacer nada. Encima todo estaba hecho un caos porque el chiquillo se había escapado, todo era culpa de ese mocoso, que ojala lo agarren y le den una lección. Por su culpa esos gorilas armados habían pasado por la cocina armando un alboroto con las cosas.

Heero aprovechó la oscuridad y la conmoción para pasar sin ser visto. En el corredor oscurísimo pudo divisar unas luces al fondo. Así que hasta ahí habían seguido a Duo, pensó.

No sabía que hacer. A lo lejos escuchaba que pateaban cosas, maldiciones y amenazas. Al parecer no lo agarraban todavía. Duo no estaba por ningún lado.

De repente si había podido huir. Ahora si estaba solo de nuevo.

De nuevo…

Unos silbidos se dejaron escuchar suavecito. –Duo." susurró en la oscuridad.
Pegado a la pared avanzaba el chiquillo descalzo, despacio con lo que le quedaba de fuerzas.

"¿Heero eres tú o eres un fantasma?"

"Soy yo, tonto. Ahora si que ya nos metiste en líos."

"Perdóname Heero es que… que…"

"Tenemos que irnos. Ven por acá." Heero le tomó la mano, ahora si no lo iba a soltar. Nunca más. Si salían de ahí con vida no lo iba a soltar nunca más, nunca más

Regresaron sobre sus pasos. Lo más silenciosos que los silbidos y la tos ahogada de Duo les permitieron. No había salida y la luz no llegaba.

Por donde vamos a salir Heero, si la puerta está por la sala de los invitados." Duo se sentó en el suelo, cansado apoyándose sobre la pared oscura." no hay más puertas. ¿Ahora que vamos a hacer? "

Ahora estaban en problemas, grandes problemas. No podían hacer otra cosa que permanecer escondidos hasta encontrar una manera de salir por la única puerta que conocían.

Se quedaron en la oscuridad ocultos mientras esperaban. La luz no retornaba y ya habían pasado varios minutos. Los jefes seguro los iban a culpar por ello. El pecho de Duo seguía silbando y eso era muy problemático. Estaban atrapados dentro del edificio sin poder salir, ni siquiera moverse de donde estaban.

En la oscuridad oyeron pasos pausados. Podrían ser los jefes. No, imposible, eran pasos muy sigilosos los jefes corrían como animales y maldecían como demonios. No podían ser ellos. Una luz se acercaba con los pasos y un murmullo tenebroso. Duo se abrazó a Heero ocultando su cabeza en su espalda. Heero estaba tan o más aterrado que Duo, ese no era uno de los jefes, era alguien más, un fantasma o algo similar. Se acercaba en la oscuridad como si fuera parte de ella, susurrando.

Una luz cayó sobre sus ojos cegándolos con el brillo. El mismo sonido horrible de plegarias. Una mano pálida atrapó el brazo de Duo y lo sacó de su escondite. El chiquillo no pudo evitar gritar.

Entonces Duo tuvo en frente los mismos ojos grises que lo acompañaban en sus pesadillas. No se había atrevido a participárselas a Heero por temor de que se hagan realidad, pero ahí estaba él, junto a su mayor temor.

Los susurros cesaron por el grito de Duo. Heero no pudo evitar gritar de miedo. Eso bastó para darle a sus perseguidores luces de su paradero. Sin perder el tiempo los ojos grises y la voz que susurra arrastraron a Duo a través del pasillo.

Heero lo seguía intentando liberarlo de las garras de aquel sujeto delgado pero con mucha fuerza. De un empujón lanzó a Heero al suelo sin perder la coordinación de su oración.

Avanzaron en ese plan, seguidos de cerca por los jefes que los perseguían.

Las palabras de la boca de aquel sujeto eran tétricas y en otro idioma. Sus pasos terminaron en la puerta del salón de los invitados. La puerta estaba cerrada para evitar que nadie más salga.

"Perfecto." susurró la voz tétrica." Es hora de cumplir tu voluntad señor. Es hora de enviar tu luz purificadora, de limpiar el pecado." sus palabras eran solemnes y aterradoras."

Una explosión resonó dentro de los muros del salón de los invitados. Luego gritos y caos. Enseguida humo escapaba por debajo de la puerta cerrada.

No debo dejar a ninguno de ustedes pecadores con vida. Todos deben recibir el castigo divino. Sobre todo tu demonio que escapaste de la justicia. Ahora no vas a poder escapar." anunció.

Tras ellos tres los jefes llegaron a la puerta cerrada. Atraídos por las voces, espantados por el ruido, confundidos por lo que estaba sucediendo.

Este lugar se está quemando. Es una locura, tenemos que salir de aquí." gritó uno de ellos al ver lo que sucedía, al percatarse de que sus sospechas eran ciertas. Ese jefe emprendió la huida por el final del pasadizo.

El otro en cambio no sabía bien que hacer. Por un lado tenia el caos y por el otro a los causantes de todo y a un viejo vestido de negro con semblante de loco. Al parecer había atrapado a los responsables. No sabía que hacer. En cualquier momento llegaría la policía e iba a hacer preguntas. Lo mejor era irse de ese lugar lo más pronto posible" Desaparecer mientras le fuera posible. Si ese lugar se quemaba no habría manera de nadie lo involucre en el lío. Pero antes tenía que acabar con un asunto pendiente.

Les apuntó con el revolver, no sabía por cual comenzar. El humo se hacía muy denso y casi no podía ver en medio de la oscuridad. Dentro de las paredes los gritos invadían el lugar. El edificio iba a colapsar, mejor se daba prisa y salía de ahí lo más rápido que podía. Pero el humo no lo dejaba ver y ya empezaba a ahogarse también. El viejo estaba inmóvil, los dos chiquillos aterrados. Por donde debía empezar. El viejo estaba murmurando algo y su voz era irritante. El viejo tenía que ir primero, pero ya no podía ver nada en la oscuridad y el humo. Mejor era escapar. Arrojó el arma, igual ellos se iban a quedar ahí dentro, se aseguraría de ello. Afuera ya sonaban las sirenas de los bomberos y la policía.

Empezó a correr sin detenerse y sin voltear atrás.

El viejo sin dejar de recitar sus plegarias tomó el arma del suelo. Agradeciendo al cielo por el arma que lo iba a ayudar a deshacerse de los últimos pecadores apuntó a Duo primero.

Ahora sí criatura maligna, recibirás el castigo que mereces." anunció y jaló del gatillo. La bala fue a dar a la pared rozandole el hombro al chiquillo. Heero se abalanzó contra el viejo derribandolo e impidiendo que le diera a Duo.

"También acabaré contigo, contigo y con toda tu maldad." gritó el viejo. Esta vez disparó de nuevo y no falló el tiro. La bala fue a dar en el cuerpito frágil del chiquillo.

"Heeeeeeeeerooooooooooooooooo."

El viejo hizo la señal de la cruz de nuevo y atrapó a Duo quien se lanzó sobre el cuerpo tibio de su amigo.

"NOOOOOO, Heeeerooo, noooooooooooo." sus gritos se unieron a los que estaban dentro las paredes del edificio en llamas.

La puerta de salida al final del pasadizo se abrió y el humo empezó a escapar. Ahora era el momento de acabar con su trabajo.

El viejo volvió a su oración y colocó el arma en la sien del chiquillo. Sus lágrimas eran casi tan perladas como las humanas, sus ojos casi tenían la inocencia de la de un niño. Pensó mientras apretó el gatillo. El sonido salió pero ninguna bala.

Esto era inaudito. Pensó. No, era un milagro divino, el perdón celestial Esto era parte de la obra de Dios, el perdón celestial. Soltó al chiquillo que cayó sobre el cuerpo inerte mojado de sangre. Esto era un milagro, un milagro. Era el perdón celestial. El viejo se sintió tocado por la gracia divina en ese momento. Había conseguido algo maravilloso y no podía dejar pasar este momento. El humo ahora hacía imposible seguir ahí dentro, hasta para un ángel justiciero como él. Tenía que salir de ahí, de ese lugar infernal.

Guardó el arma en su bolsillo y tomó al chiquillo del brazo. Aún sin poder creer lo maravilloso del milagro que había podido presenciar. Duo estaba semiconsciente por la falta de oxigeno y al haber perdido las ganas de seguir viviendo.

"Heerooo…." no podía parar de llorar. Todo era su culpa." Heeeroooo…."

El viejo de nuevo posó sus ojos grises sobre él. Acaso el recién redimido estaba llorando por ese pecador. No, eso no era posible. No. Pero quizá era una prueba que el cielo le estaba poniendo. Era eso sin duda, una prueba. Y como tal tendría que sobrellevarla del mejor modo. Sacó el arma de donde la guardó y le dio un golpe certero al chiquillo en la nuca. Luego lo levantó en sus brazos y salió con él en medio de la humareda.

Esa noche había sido una muy especial. Valió la pena haber pagado el precio para entrar a ese antro de perdición. Había ejecutado su justicia divina y había sido premiado con un milagro por sus actos.

Continuará...