Ninguno de los personajes me pertenece, yo sólo estoy escribiendo un fanfic.


6. Can't let you go

De nuevo la mañana lo sorprendía sudoroso en su cama. El recuerdo fresco del mal sueño que lo acompañaba cada noche. El sabor salado de las lágrimas al recordar con detalles los pormenores del sueño. Saltó de la cama al ver que sobre el velador, el viejo reloj de nuevo le jugaba una mala pasada. Ya era hora de levantarse, preparar el desayuno e ir a la escuela.

Se dio un baño relámpago, se vistió y corrió a la cocina. Calentó el café ya preparado del día anterior y colocó dos panes en la tostadora. Unos pasos en el pasillo a su espalda le indicaron que ya era bastante tarde que mejor se apuraba para salir rápidamente.

"Ya me voy. Estoy atrasado… Hablamos luego…." Metió uno de los panes aún calientes en la boca quemándose los labios. Tomó de la silla su mochila escolar y se lanzó a la puerta.

"Esteee… hoy es sábado." aclaró una voz aun adormilada que se tumbó en una silla al lado de la mesa.

Soltó la mochila y se quedó inmóvil un momento. Luego arrastrando los pies se dirigió a tumbarse en otra silla. El cabello aún chorreaba agua.

"Te vas a resfriar. ¿Me pasas el café Heero?" exclamó tratando de salir de su modorra.

Heero sin decir palabra se levantó de la silla y no sólo llevó el café sino dos tazas y puso más pan a tostar.

"Es un bonito día, como pasarlo en la calle. Me quiero quedar durmiendo sin hacer nada."

"Tienes que ir a trabajar hoy ¿no?" Heero se volvió a tumbar en la silla.

"No me lo recuerdes. Yo que quería quedarme a descansar. Trabajo mucho y solo quiero dormir hoy."

"Anoche llegaste muy tarde." Heero se sirvió en su taza un poco de café.

"Sí. Estabas esperando. Te digo que no me esperes porque nunca sé a que hora voy a volver."

Heero no le respondió sólo le dio un sorbo a su café y se levantó de nuevo para ir por los panes.

"Tuviste pesadillas de nuevo ¿no?" el chiquillo no le contestó." ¿El mismo sueño de siempre?"

"Sí." contestó luego de un momento de silencio. Dejó la taza a un lado.

"Ya veo. Me imagino que algo así no se olvida, es difícil de olvidar las cosas malas. Pero ni modo tienes que aprender a vivir con eso." También empezó a beber el café pero con mucha pereza. Aún la modorra matutina no se le iba.

"Sí." los ojos de Heero se volvieron opacos al recordar el mal sueño. Podía sentir el humo quemándole los pulmones, revivir el dolor de la herida de bala cuando le atravesó la carne, sentir la desesperación de ver como se llevaban a Duo. Todo ello lo volvía a vivir cada noche.

Luego de esos acontecimientos su vida cambió radicalmente. Dicen que no hay mal que por bien no venga. Cuando abrió los ojos no sólo estaba vivo, sino que además en un hospital atendido y recuperándose. A su lado reconoció un rostro que para ese momento recién acababa de conocer.

Cuando yacía a moribundo en el suelo del edificio entraron varias personas envueltas en el humo. Pasaron a su lado y una de ellas lo levantó del suelo. Algunas eran bomberos, lo supo por sus máscaras y sus gorras. Pero quien lo levantó del suelo, lo sacó del edificio en sus brazos. Una vez fuera del edificio alcanzó a verle el rostro, justo antes de perder la conciencia.

Cuando despertó varias semanas después del incidente, esa misma cara estaba al lado de su cama.

Era un detective de la policía que había sido asignado al caso que, por azares del destino, esa noche entró al edificio detrás de los bomberos y lo salvó de morir. Apenas Heero estuvo despierto lo atiborró de preguntas a pesar de las protestas de las enfermeras. Le sacó toda la información que pudo.

Una vez logró su cometido estaba dispuesto a irse pero Heero le pidió que a cambio de la información brindada quería que encuentre a Duo. Él le dio su palabra de hacer todo lo posible por encontrarlo. Pero cuando estaba abandonando la habitación volteó y lo que vio fue un niño pequeño, postrado en una cama de hospital, solo en el mundo, con quemaduras en los brazos y espalda. Un niño que acababa de salir de un coma provocado por la asfixia y que ahora que estaba de nuevo en el mundo de los vivos, no tenía a donde ir ni a nadie.

Su corazón de adulto dio un vuelco al descubrir la situación. Así que decidió acudir a visitarlo el resto de días hasta su total recuperación.

Pero a pesar de que Heero se recuperaba rápido y él hacía todo lo posible por encontrar a Duo no había resultado. Luego le dijeron que iban a mandarlo a algún albergue para niños en las afueras de la ciudad. Entonces por más decidido estaba a prometerle que lo iba a visitar todos los fines de semana se dio cuenta que iba a quedar en palabras tal y como le había prometido encontrar a Duo.

Un día llegó al hospital a verlo y no lo encontró.

Le tomó algún tiempo ubicarlo en un orfanato alejado de la ciudad. Decidió que tenía que ir a verlo porqué se había vuelto parte de su día estar con él. Llegó a visitarlo y se encontró con la sombra de Heero. No era el chiquillo silencioso que se estaba recuperando poco a poco, era un cadáver viviente que no hablaba con nadie y que había perdido todas las ganas de vivir.

No pudo soportarlo. En todos sus años de detective, de ver los casos más deplorables, los asesinatos más violentos nunca se había sentido tan conmovido. Entonces hizo algo que debió hacer antes. Tomó a Heero en sus brazos y le volvió a salvar la vida.

Desde ese día compartían un departamentito en el centro de la ciudad y se sentaban frente a frente a desayunar y cenar cuando podían.

Heero seguía silencioso como siempre y las heridas de aquella noche ya eran sólo cicatrices leves. Pero en su memoria la herida estaba abierta y el dolor de haber perdido a quien más quería no desaparecía aún.

Ya habían pasado largos 10 años.

"Bryan." susurró casi para si mismo."

"¿Hmm?" respondió este quemándose los labios con el café caliente.

Se quedaron en silencio. No era necesario hablar porque cada uno sabía lo que pensaba el otro. Compartían la tristeza que los visitaba a cada momento, cada vez que pensaban en Duo.

A pesar de que Duo era nada más que un recuerdo triste, Bryan trataba de alegrar los días de Heero. Cada vez que su horario le permitía lo llevaba a pasear con él por la ciudad. Cuando Heero era aún pequeñito a veces lo dejaba acompañarlo en sus rondas nocturnas. El chiquillo se quedaba dormido en el asiento trasero del auto mientras Bryan arreglaba algún papeleo pendiente. La verdad era que Heero quería asegurarse de que estuviera cumpliendo su promesa. Cuando lo llevaba a su oficina trataba de investigar por su cuenta, preguntándole a sus compañeros por él. Pero ya había pasado mucho tiempo. Con cada día que pasaba se iba haciendo la idea que no lo iba a volver a ver, sin embargo no quería perder la esperanza de saber que estaba bien donde fuera que este.

Aunque con ese hombre, con ese demente... No quería pensar en eso porque su cerebro le devolvía las imágenes terribles de sus pesadillas.

A pesar de las ganas de querer quedarse en casa a descansar, Bryan fue al trabajo. Heero no se quedó en casa, salió a hacer las compras como era su costumbre. Por lo general iba solo, aunque a veces Bryan se hacía un tiempo e iba con él. Iba a ser un día lluvioso, contrario a los pronósticos que habían hecho a la hora del desayuno.

Solía ir a un supermercado a unas cuadras de la casa cuando no quería caminar demasiado. Esta vez sus pensamientos y sus pies lo llevaron un poco más lejos. Cuando se dio cuenta estaba por otro lado. Nunca es tarde para volver sobre tus pasos. Se dio media vuelta distraído, reviviendo sus pesadillas cuando una parte de ella apareció frente a sus ojos. Fue cosa de unos segundos que bastaron para que se quedara perplejo y con los pies pegados al suelo.

Cuando pudo reaccionar la imagen se desplazaba calle abajo. Sin perder tiempo corrió para alcanzarla. Se detuvo en la parada del autobús. No podía equivocarse, ese de ahí era Duo.

El cielo se nubló todito y empezaron a caer gotas gruesas del cielo. El piso estaba resbaloso, demasiado y ya habían charcos cuando llegó a él. Se puso a su lado mirándolo mientras sus lágrimas se perdían entre las gotas de lluvia. Pero Duo no se movió, ni volteó a verlo. Pero era él, su cabello largo estaba amarrado en una trenza gruesa, su piel blanca, sus ojos lilaceos. No pudo más y se lanzó sobre él fundiéndose en un abrazo.

Había soñado con ese momento durante tanto tiempo. No podía esperar para contarle a Bryan lo que estaba viendo. Tenía que contarle tantas cosas… pero ya había tiempo, habría tiempo para ponerse al día. Pero notó que Duo no le devolvió el abrazo, al contrario lo único que quería era soltarse. Dio con sus ojos lilas asustados, no lo estaba reconociendo. ¿Acaso ya no lo recordaba?

"Duo." susurró.

"¡Suéltame¿Qué haces? Te estas confundiendo de persona, seguro." y retrocedió para alejarse de él." Yo no soy a quien buscas."

Sí, en efecto tenía razón. Ese no era el Duo que conocía, no era él, era otra persona totalmente distinta. Aunque tenía su mismo rostro, su misma manera de mirar, el modo de retroceder levantando las palmas hacia afuera. Pero ya no era él.

"Te busqué por todas partes. ¿Ya no me recuerdas¿Ya no te acuerdas de mi?" no podía dejar de sentirse triste al ver como Duo retrocedía como si se tratara de un animal salvaje. Huyendo de él.

"Te digo que no te conozco. Y ya me tengo que ir. Ya llegó mi bus y me tengo que ir." Tenía que irse de ahí, este chico demente lo asustaba tanto. Pero lo que más le asustaba es que iba a llegar tarde si perdía el autobús. Este chico no lo iba a dejar poner un pie dentro del bus, eso era seguro. Y así fue.

"No te vas a ir de mi lado. No te dejaré esta vez. Duo "Tienes que acordarte de mí, pensaba. Eres tú, lo sé porque no hay dos personas tan iguales en el mundo, es imposible. Eres tú yo lo sé."

Sin darse cuenta de lo que hacía lo estaba sujetando de los hombros mientras su rostro palidecía de la impotencia por no poder hacer nada para traerlo de vuelta.

"Te estás confundiendo de persona. Por favor suéltame." Sabía que no iba a dar resultado. Por lo general, sus súplicas nunca daban resultados." No soy quien tú dices, no sé quién seas tú, no sé siquiera quien será él, por favor déjame ir. Me estas lastimando."

Esas palabras surtieron el efecto deseado. Heero lo soltó. Lo último que quería era hacerle algún tipo de daño. Era obvio que algo estaba mal, si Duo no se acordaba de él era por algo, algo muy malo debía estar pasando con él para que no lo recordara.

"Lo siento de verdad." murmuró Duo." Lamento que te hayas confundido de persona. Yo no sé que más decir. Bueno me tengo que ir. Ojala encuentres a quien buscas." Y sonrió, la misma sonrisa de hacía tanto tiempo. No podía equivocarse con él.

Empezó a alejarse sobre los charcos, como si pudiera empaparse más por la lluvia. No podía quedarse sin hacer nada al respecto. Sonrió mientras se alejaba y escondía entre sus ropas el libro que acababa de sacarle de la maleta que llevaba. Ahora si no lo iba a dejar ir, porque dentro del mismo estaba la dirección de su casa.

Continuaráaaaa...