Aqui un capitulo más. Gracias por sus comentarios. Gundam Wing y los adorables pilotos no son míos. (Ya quisiera yo tenerlos a todos) Le pertenecen a sus dueños. Yo solo estoy escribiendo un fanfic.



8. Dancing with tears in my eyes

Ya casi era la hora en que habían quedado y Duo no aparecía por ningún lado. De repente no le interesaba verlo. De nuevo amenazaba con llover, aunque había amanecido muy soleado. Y Duo no venía. Estaba nervioso sin quererlo, temiendo que no viniera.

La noche entera la pasó en vela. El sueño no vino porque tampoco lo hizo Bryan. Lo esperó toda la noche y en la mañana recién llegó, exhausto y malhumorado. Se fue a dormir sin decirle una palabra. Sin quererlo se pasó la noche pensando en Bryan y en Duo.

Ahora se veía terrible, ojeroso y cansado.

Para dejar de dar vueltas como un maniático alrededor del parque, se sentó en una banca. Las manos le transpiraban porque no sabía que le iba a decir, como le iba a hablar. Nada había salido como él lo esperaba. Las cosas no debieron darse así. Cuando encontrara a Duo, este debía correr a sus brazos y abrazarlo. Y luego él lo… abrazaría mucho y le diría cuanto lo extrañó y cuan preocupado estaba por todo.

Pero no contó con que Duo no se acordaría de él y de nada al parecer. Eso lo ponía más nervioso. Además que hacía ese tipo en su casa. Se sentía tan confundido. Lo único que quería era encontrarlo y ser felices por fin, pero eso no sucede en la vida real.

Una gota de lluvia cayó redonda sobre su nariz. De nuevo no trajo paraguas, lo dejo en casa.

Duo no venía y seguro ya era la hora. No iba a venir, no importa cuanto esperara. Lo más probable es que no quisiera saber nada con él. No debían suceder así las cosas, no era justo.

"Ya llegaste… lo siento, me demoré un poco."

Heero dio un salto en su sitio y volteó a ver a quien acababa de llegar. No sintió sus pasos acercándose. ¿Acaso estaba tan perdido en sus pensamientos que ni lo oyó?

"Ya que estoy aquí. ¿Me puedes dar mi Biblia por favor?" preguntó algo incomodo. Se veía que tenía tantas ganas de estar ahí como en un huracán.

"Sí, Duo, ese era el trato." y buscó en su maleta el libro que estaba guardando.

"Te agradecería que no me digas así. Te dije que ese no es mi nombre, me llamo David. Ahora dame mi libro porque me tengo que ir. No me digas que no me lo trajiste, por favor."

Heero le brindó una sonrisita y movió la cabeza.

"Debo haberlo dejado en mi casa, entre mis cosas."

Los ojos de Duo se pusieron furiosos. No podía estar pasando esto, ya bastante había hecho con venir hasta este lugar. Si se demoraba más de la cuenta iba a perder el autobús y eso no era bueno.

"No me digas eso y no estés jugando conmigo. ¿Qué tienes, por qué haces esto? Lo has dejado a propósito. ¿Por qué eres así conmigo? Está bien, si no me la quieres devolver te la puedes quedar, no importa. Yo me voy."

Se veía furioso… estaba furioso. Pasó a su lado y se plantó en el paradero del bus. Duo era tan adorable que no se había dado cuenta que esa línea descansaba los lunes. Heero volvió a sonreír.

Se puso a dudar entre dejarlo ahí de pie esperando en vano o decirle de una vez que no iba a pasar ningún bus. Pero Duo se veía tan enojado que hasta parecía capaz de morderlo. Sonrió de nuevo mientras se acercaba a él hasta ponerse a su lado.

"¿Qué crees que haces aquí? Vete."

"Espero el autobús… aunque… no va a pasar ninguno."

"¿Cómo?"

"Que no va a pasar el autobús, si quieres compruébalo tu mismo."

Duo lo miró con odio y se acercó al poste donde estaban colocados los horarios y un letrero bien grande confirmaba lo que Heero le dijo.

"Esto es tu culpa." gritó."¡Tú culpa!" luego se dio cuenta que su enojo lo hacía hablar cosas sin sentido. Él no tenía la culpa de esto, pero si de hacerle perder tanto tiempo.

Heero lo miraba con una expresión neutra y ahora solo quería estrellarle un puñetazo en la cara. Porque le hacía todo esto… que le pasaba a este tipo demente.

Más gotas de agua y se desató la lluvia. Los dos en silencio, mirándose de hito a hito empapándose hasta las orejas.

Ahora estaba mojado y en problemas.

Muchos problemas…

"Me tengo que ir. ¡Adiós!"

"Espera Duo no te vayas"

"¡Deja de decirme así! Déjame en paz, no me vuelvas a hablar y no te me vuelvas a acercar."

Se dio la vuelta para irse sobre el piso empapado. Estaba furioso, realmente furioso.

"No te vayas, espera, Duo… tienes que escucharme…."

"NOOOO, te he dicho que NOOOO: Lárgate, déjame en paz…"

De verdad estaba furioso y gritaba como loco, como una fiera salvaje a punto de atacar. Estiró su mano tratando de detenerlo… pero Duo lo esquivó.

"Te devolveré tu estúpido libro si eso te hace feliz. Aquí lo tengo… tómalo lo botaré a la basura."

Duo volteó como poseso y tenía los ojos muy abiertos. Este tipo estaba jugando con él, se estaba burlando de él… ya no lo podía soportar.

"Dámelooo ahoraa." gritó fuera de si."

Heero lo sacó de la maleta y se lo mostró.

"Dámelo."

"Ven por él. Si lo quieres me lo vas a tener que quitar…" exclamó Heero que apenas pudo sostenerse en pie cuando Duo se le tiró encima.

Cayeron al suelo y rodaron sobre los charcos mientras forcejeaban. A Duo no le interesaba más el libro que había salido volando por el aire, le interesaba vengarse por hacerlo perder el tiempo y meterlo en líos.

Heero trataba de contenerlo porque no quería lastimarlo. Se detuvieron finalmente porque un ataque de tos no dejó que Duo continúe. Se levantó de encima de su contendiente tapándose la boca con sus manos para contener su tos. Sentía que se ahogaba, como un ave adentro del agua… en mucha agua. El pecho le silbaba, demasiada humedad, demasiado frío, demasiadas emociones.

Heero se levantó del suelo y corrió a atenderlo. Recordaba perfectamente la última vez que Duo se puso así de mal, aquella vez en el parque… esa vez… tuvo tanto miedo….

Lo tomó en sus brazos, preocupado. Tal y como esa vez no sabía que hacer, llamar a Bryan… de repente podía hacer eso…

"Suéltameeee…. De…déjame… aléjate de mi…" sus palabras se iban perdiendo y estaba tan débil. Eso era parte del castigo divino por desobedecer, por perder su Biblia, por no llegar temprano, por ser un demonio. El pecho le dolía demasiado… y todo se empezó a oscurecer…

"Duo, tranquilízate… no te voy a dejar. No, te perdí una vez, nunca más…." lo apretó contra su pecho mientras luchaba débilmente por zafarse. Hasta que sus brazos cayeron a los lados y su cabeza sobre el pecho de Heero.

"Nooo... Duo... no me hagas esto… por favor…." su rostro empapado, no sólo de lluvia. No iba a perderlo, de nuevo, aunque fuera lo último que haga.

Abrió los ojos sintiendo que el pecho le dolía más que nunca y un frío terrible le calaba los huesos. No sabía bien donde estaba, pero estaba oscuro y seguía la lluvia, pero ahora estaba sentado y alguien estaba con 'el.

Era ese chico extraño quien lo estaba abrazando, tenía su barbilla apoyada en su cabeza y su respiración cálida chocaba contra su nuca. Parecía que estaba dormido, porque su respiración era pausada. Lo tenía aprisionado en sus brazos cubiertos por una chaqueta verde olivo mojada. Ambos estaban mojados.

No se atrevió a moverse porque de pronto ese lugar tan cálido entre sus brazos. Cerró los ojos y trató de relajarse a pesar de que sabía que no estaba bien lo que hacía, no debía estar ahí, no debía estar con él. Estaba mal, todo mal… qué le iba a decir ahora.

Con cierto pesar se desató de los brazos que lo rodeaban, para volver a la realidad fría y húmeda. Con esto Heero se despertó, sobresaltado sólo para descubrir que Duo trataba de encontrar sus cosas para salir de ahí.

"Veo que estas mejor… aún no te curas de tu enfermedad."

"Estoy mejor gracias…ahora me tengo que ir… ¿Dónde estamos¿A dónde me trajiste?" preguntó algo alarmado. Estaba solo y con este demente… era tan peligroso.

Heero se quedó en su sitio viendo como Duo se desesperaba viendo que la lluvia no había cesado y que el suelo parecía un río. No iba a llegar a ningún en medio de tal tormenta, aún se sentía muy mal.

Ahora que podía hacer. Y este chico lucía tan tranquilo…

"Todo es tu culpa… no es mi culpa… por ser…un idiota…y… hacerte caso" Su respiración cada vez era más pesada. Se estaba poniendo peor.

"Duo, tú no entiendes… si me dejaras explicarte yo…"

"Que me vas a explicar… que me vas a explicar… si eres un demente que insistes en llamarme con ese nombre tan extraño y yo ya te dije que me llamo… me llamo… David y….nunca en mi vida te había…visto… y yo…."

"No me recuerdas, no te acuerdas de mí. Que te ha sucedido Duo... ya no recuerdas nada ¿Cómo puedes haber olvidado todo?"

La verdad es que el mismo no sabía. Ya no recuerdas ese lugar, ni el incendio ni cuando…Se detuvo porque de nuevo las imágenes de aquel día regresaron a su mente. No las quería recordar pero el estar al lado de Duo hacía que los recuerdos se tornaran más vívidos.

Todo volvía al inicio, podía sentir el dolor de la herida de la bala y la sangre chorreando por su pecho. Escuchaba a Duo gritando mientras lo abrazaba desesperado. Hasta que aquel sujeto de los ojos grises se lo llevó de su lado. Quiso gritar, quiso levantarse pero el dolor era demasiado. Casi no podía ver en medio del humo y la oscuridad y ya no podía respirar. Pudo sentir como un sueño pesado se apoderaba de su cuerpo y los párpados caían sin que los pueda controlar. Sólo quería quedarse al lado de Duo. De pronto una luz brillante llegó a sus ojos con una ráfaga de viento fresco. Una silueta enorme se dibujó frente a él. Alguien enorme lo levantó del suelo, lo tomó en sus brazos y no podía distinguir los sonidos porque eran como zumbidos de abejas en sus oídos. Se abandonó en sus brazos y dejó que lo sacara de ese edificio horrible. De nuevo pudo respirar algo de aire fresco y vio de nuevo el cielo estrellado. Así conoció a Bryan. Una vez estuvieron fuera se lo entregó a uno de los paramédicos. Y cuando despertó en el hospital…. Fue la primera persona a la que vio.

Se lo tenía que contar a Duo… pero si no lo recordaba… si ya no sabía quien era él. No iba a servir de nada. ¿Cómo podía estar sucediendo esto¿Cómo podía estar viviendo con ese sujeto que intentó matarlo?

Lo miró con tristeza y ganas de gritarle en la cara cuanto lo había extrañado, cuan preocupado había estado. Pero Duo no entendía. Tomó su maleta del suelo y salió del refugio improvisado decidido a no quedarse ni un segundo más en ese lugar.

Volteó para dirigirle una última mirada de reproche a Heero y salió a la intemperie, de nuevo, a la lluvia de nuevo. Suspiró porque iba a ser un largo camino a casa.

Pero acaso quería volver… no… para nada.

Heero se puso de pie y lo vio parado bajo la lluvia, vacilante. Mojado de nuevo, empapado y pudo volver al pasado, a recuerdos más felices… aquellos días cuando todo estaba bien, cuando a pesar de que no tenían nada, se tenían a ellos mismos. Esos días en los que se ponían a jugar bajo la lluvia, saltando sobre los charcos, interpretando una danza bastante divertida, para caer luego rendidos sobre la hierba húmeda y sentirse bien. No podía dejarlo ir con ese sujeto, con ese tipo que intento matarlo aquella vez, el culpable de que se separaran.

"¿Por qué quieres volver con él?"

Duo volteó sorprendido por la pregunta, aunque algo inseguro de que fuera dirigida para él. Para quien más si no había nadie en medio de esa tormenta horrorosa.

"¿Qué dices?"

"¿Por qué vas a volver con él¿Cómo puedes estar con él luego de todo lo que pasó, aunque parece que no te acuerdas de nada no?"

"¿De qué estas hablando? No paras de mencionar algo que pasó. No sé de qué hablas, no sé a quien te refieres. Yo no te conozco, entiende, ni siquiera me llamo Duo y tú estas mal de la cabeza."

No había remedio… no lo iba a recuperar. Ese ya no era Duo, era otra persona… algo le había hecho olvidarse de todo.

"¿Eres feliz viviendo con él?"

¿A donde quería llegar con esas preguntas? Algo había en este chico obstinado que hacía que no saliera corriendo. Algo hacía que se quedara donde estaba.

No pudo responder a esa pregunta. ¿Felicidad? No conocía la felicidad porque era un demonio, un demonio que llena el mundo de destrucción y muerte. Los demonios nunca son felices, porque están llenos de maldad. Este chico no sabía su condición demoniaca, por eso es que le hablaba tan naturalmente, si lo hiciera lo rechazaría como todo el mundo.

No estaba en el mundo para ser feliz.

"Será mejor que me vaya." susurró.

Pero no era eso lo que quería. Ya estaba en demasiados problemas para regresar a su casa. Cuando lo llegara lo iba a encerrar en su habitación hasta que se muriera. No quería regresar. Siempre abrigó la idea de irse de su lado, pero no lo hacía porque sabía que era un demonio y no podía ir contra las órdenes celestiales.

Si trataba de huir lo iba a volver a atrapar, porque era un arcángel que perdió sus alas salvándolo de las llamas infernales. No podía escapar, porque no había a donde ir.

Avanzó dos pasos y volvió a desplomarse en el suelo.

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El agua hirviendo en la cocina, calentaba el ambiente del pequeño departamento. Una vez puso a Duo sobre su cama secó su rostro y su cuerpo. Con cuidado le retiró la ropa húmeda. Pudo descubrir que aún conservaba las cicatrices que le quedaban como recuerdo de aquella época, que tanto quería olvidar. Tenía una cicatriz en el cuello, debajo de una oreja, que se la hizo un jefe con un cigarro encendido, porque no dejaba de toser. Las mismas marcas en su espalda, perdiéndose en sus costillas. Lo fue desvistiendo con mucho cuidado, quitándole la ropa reemplazándolas con las suyas.

Ahora reposaba él sobre su cama y casi no podía creer que esto no fuera un sueño. Solo quería que durara para siempre. Seguro cuando llegara Bryan…

Hasta hace unos días hubiera estado plenamente seguro de que todo iba a estar bien. Cuando encontraran a Duo iba a estar tan feliz y tal vez podrían quedarse ambos a vivir con él. Pero no, Bryan no era malo, pero… no podían quedarse con él. Lo mejor era que se fueran de ahí por su propia cuenta, adonde nadie los encontrara.

Quería estar con Duo, sobre todas las cosas, pero no podía abandonar a Bryan, no después de todo lo que había hecho por él, no sabiendo que necesitaba que lo cuidaran y vigilaran su alimentación.

Tampoco quería ser una carga. Trataba siempre de pagar su estadía, trabajando en lo que podía, encargándose de las labores del hogar y haciendo de todo para que Bryan estuviera bien. Aunque a veces no lo hacía bien, o en todo caso siempre, porque siempre lo estaba gritando. Al principio pensó que se iba a volver sordo de tantos gritos, pero luego aprendió a vivir con eso, que lo grite para todo y a veces lo trate como un delincuente.

No podía evitarlo aunque quisiera, Bryan era muy brusco. Cuando tenía pesadillas e iba a verlo a su cuarto, lo tomaba de un brazo y lo levantaba en el aire para ver que le pasaba y lo sacudía hasta que le decía porque estaba llorando. No podía entender que había tenido un mal sueño y estaba asustado. Y con todo ese tratamiento sólo conseguía asustarlo más.

Siempre le tuvo miedo a Bryan, desde que lo conoció en el hospital y lo gritó para sacarle el testimonio de lo que había ocurrido en el edificio. Una enfermera lo echó de la habitación esa vez.

Qué iba a decir Bryan de todo esto. De repente todo este tiempo que dijo estar buscando a Duo, sólo deseaba que no lo encontrara nunca más para no tener que hacerse cargo de él.

No se iba a separar de Duo esta vez.

Lo más probable es que no viniera a dormir esa noche tampoco, porque ya era bastante tarde y no había vuelto. El sueño lo vencía pero no podía dormir todavía. Se preparó un café y volvió al lado de Duo quien seguía dormido. Mientras tomaba su café le fue secando el cabello largísimo, enredando sus dedos entre las hebras castañas.

Estaba exhausto y sintió ganas de echarse a su lado, como lo hacía siempre. A su mente llegaron aquellos momentos en que fueron muy felices durmiendo juntos y aquellos momentos en los que no lo fueron tanto. Momentos en los cuales no sabían que iba a ser de ellos y tenían miedo hasta de hablar. Cuando dormían abrazados junto con los otros niños que esperaban la hora de que los lleven a trabajar.

Duo le contó que nunca había tenido una cama y cuando dormía en una lo hacía con tipos como los que pagaban para estar con ellos. Algún día iban a tener una cama para ellos, para dormir juntos. Eso decían cuando eran chiquitos. Ahora todo era distinto y estaban y no se acordaba ni de su nombre. Nada sale como uno lo desea, nada.

Podía recordar que Duo le contaba historias para que durmiera y eran muy efectivas. Le contaba acerca de los ángeles del cielo e historias de la Biblia. Se sabía muchas porque a veces iba a una Iglesia donde unas monjas le daban de comer de vez en cuando. Ahí ellas le contaban miles de esas historias y una de ellas le enseñó sus primeras letras.

Ahora Duo leía libros enormes como esa Biblia que tanto quería recuperar. Como había pasado el tiempo. Ahora la noche se iba y no sabía si podía conservar a Duo.

Pasaron la noche juntos, cómodos y calientitos, como no lo habían hecho nunca. Cuando la mañana llegara tendrían mucho de que hablar.

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Bryan no había llegado todavía y Heero estaba maquinando como iba a darle las buenas noticias. No podía decirle que lo encontró en la calle y si podía quedárselo, por favor. Duo no era un gatito que uno se encuentra en la calle. Pero dormía como uno, acurrucado en la cama, abrazando la almohada. Heero suspiró y se dirigió a la cocina a preparar el desayuno para ambos.

No quería dejarlo mucho rato solo, porque podría despertarse y al no encontrarlo cerca seguro se asustaba. En eso estaba, entrando y saliendo de la habitación, velando su sueño.

Recogió su ropa que a había secado. Y se dirigió a la habitación para despertarlo porque ya estaba el desayuno servido. Sabía que no lo iba a tomar de buen modo, que quizá iba a gritar pero luego se calmaría.

Se colocó al lado de la cama y susurró su nombre en su oído. Duo hizo el gesto de espantar un zancudo y casi le cae un manazo a Heero. Lo intentó de nuevo, pero sin éxito. Finalmente empezó a moverlo para que despertara.

Abrió los ojos lentamente, muy amodorrado como para levantarse aún. Primero un ojo, luego otro. Su mirada algo borrosa pero pudo distinguir que no era su habitación y que ese que estaba a su lado mirándolo era el chico demente del otro día.

¡Zas! Heero salió volando despedido de un puñetazo. Duo se quedó con el puño en alto, previniendo cualquier intento de acerarse de parte del otro chico.

"¿Qué rayos te pasa Duo?" reclamó mientras se ponía de pie frotándose la mejilla adolorida. Se imaginaba que iba a reaccionar mal, pero no se esperaba esto.

"No te me acerques… mi ropa… ¿dónde está mi ropa¿Qué hago aquí¿Qué está pasando aquí?"

Confundidísimo, sólo llegaba a recordar que estaba con ese demente bajo la lluvia. Pero luego nada más venía a su memoria. Lo odiaba con toda la fuerza de su corazón y le estaban dando ganas de írsele encima de nuevo. Pero tenía que actuar con cuidado, este tipo era peligroso, si hasta lo había llevado a su guarida. Todo estaba saliendo tan mal.

"Te desmayaste y te traje a donde vivo. No podía dejarte en medio de la lluvia. Tu ropa ya secó y está ahí a los pies de la cama. El desayuno en la mesa, también." resentido, jamás se esperó semejante reacción.

Duo tomó su ropa en sus brazos buscando una salida por donde alejarse de Heero que lo miraba algo enojado.

"Me quiero ir a mi casa."

"No te voy a detener." respondió con amargura, tras pensarlo toda la noche, si Duo no lo recordaba nada podía hacer.

"Tengo que ponerme mi ropa. Déjame solo por favor."

Heero salió de su habitación tirando la puerta. Nada podía hacer, sólo resignarse. De repente en ese lugar, con ese miserable estaba bien. De repente ahora lo trataba bien y no intentaba matarlo como lo hizo aquella vez que le disparó y a él trató de ahorcarlo. Pero todo estaba mal, así no debieron salir las cosas.

Esperó sentado en la cocina, aguardando por Bryan y por Duo, las dos únicas personas en su vida. Ninguno de los dos quería saber nada con él. De repente él era el problema, no se había puesto a analizarlo de ese modo. Seguro Duo era feliz donde estaba y sin duda Bryan sería más feliz sin tener que lidiar con él. Era una molestia, una carga. Por eso era que siempre lo estaba gritando, por eso era que prefería quedarse en el trabajo que volver a casa con él.

Duo sin duda tenía una casa a donde ir, por eso estaba tan desesperado por irse. De nuevo era tan egoísta, sólo pensaba en él y en su bienestar. Seguro que era por eso que nadie lo quería cerca.

Finalmente abandonó la habitación y pasó por su lado. Había encontrado su maleta al lado de la cama y estaba listo para irse. Aunque no quería hacerlo después de todo, el remordimiento era más fuerte.

"Ya me debo ir. Gracias por traerme a tu casa, aunque no fue necesario. Igual te lo agradezco."

No le respondió porque estaba absorto en sus pensamientos, luchando contra sí mismo, tratando de entender que para Duo era lo mejor irse a su casa.

"¿Te sientes bien? Espero no haberte pegado muy fuerte. La verdad no fue mi intención. Yo no quería pero… lo siento en verdad."

Pero no importaba porque eso no le dolía. Lo único que quería era que fuera feliz y si ese era el mejor modo de hacerlo, entonces saldría de su vida tal y como entró. De repente debía hacerlo también con Bryan, irse de su vida y no molestar más. Era lo mejor, dejar ir a Duo y dejar a Bryan. Pero no era así como debían suceder las cosas.

Duo lo miraba en silencio, con la misma curiosidad de aquella vez cuando le habló por primera vez. Cuando esa vez en lo único que pensaba era en sentirse miserable.

De repente ese era el momento para hablarle, para pedirle que recuerde todo lo que pasó. Pero no, hay cosas que es mejor olvidarlas. Para que lo hacía recordar algo así, era mejor para él no acordarse de nada en lo absoluto. Él mismo quería olvidar esa noche, olvidar el fuego, borrar los recuerdos y desaparecer las cicatrices y quemaduras que aún conservaba en su cuerpo. Pero no, quizá Duo podía, pero a él no se le iba a permitir olvidar.

"Lo siento mucho… Duo… lo siento de verdad…"

Continuará...