Gundam Wing y los adorables pilotos no son mios. (Ya quisiera yo tenerlos a todos) Le pertenecen a sus dueños. Yo sólo estoy escribiendo un fanfic.


10. Made in heaven

Las cosas no salen nunca como las deseas pensó Heero en el momento que Bryan los separó con una mirada asesina. Duo se separó primero, sin quitarle los ojos de encima al detective, se apartó de Heero sin que este se diera cuenta de lo que estaba pasando. Intentó pasar por la puerta, al lado de Bryan, pero este bloqueaba el paso.

Heero intentó balbucear algo para tranquilizar a Bryan, pero no se le ocurrió nada. Duo de nuevo intentó pasar al ladito del detective para huir de ahí, donde tantos recuerdos venían a su cabeza como un torrente. No debió ir en primer lugar. Mejor se hubiera quedado en casa. Cada vez le resultaba más difícil quedarse en lo que conocía como hogar, pero no tenía otro lugar a donde ir. Sin pensarlo más atravesó la puerta dándole una última mirada a Heero antes de desaparecer.

Iba a seguirlo, quiso detenerlo pero Bryan no le permitió despegar los pies del piso. Le cerró el paso para que ni siquiera lo intente. Tiró la puerta apenas salió el último mechón de la trenza de Duo por el umbral.

El chiquillo no sabía que decirle así que retrocedió sin querer darle la espalda a Bryan. Este avanzó hacia él como un toro, se veía furioso. Pero no le decía nada… sólo lo miraba haciendo que se sintiera muy asustado.

Finalmente se dignó a hablar.

"¿Qué rayos fue eso¿Quién demonios es ese?"

"Bryan… cálmate."

"¡No quiero que venga, no quiero verlo más en esta casa!"

Gritó tan fuerte y tan rápido que casi se asfixia. Su rostro enrojecido, con las venas de su cara amenazando con salirse de sus sitios, las arrugas de su frente se multiplicaron por mil y su cola de caballo rebotaba sobre su espalda. Heero recibió el grito en la cara sin saber que decirle. Estaba demasiado asustado para responderle pero al momento analizó las palabras y su significado.

"No."

"¿Qué dices?"

"No Bryan… lo siento… no puedo hacer lo que dices ahora. Lo siento…." sin saber porque se sentía muy mal. No le gustaba darle la contraria, después de lo bueno que había sido con él todos estos años, pero no podía evitarlo.

Bryan no entendió, no iba a entenderlo jamás.

"He dicho que no y es definitivo Heero. No vas a volver a ver a ese chico… no vas a volver a recibirlo en esta casa y es definitivo."

"No Bryan… no…."

Bryan cerró los ojos contando hasta diez para no estallar como siempre lo hacía… pero nunca servía de nada este método.

"No vuelves a ver a ese chico Heero porque yo te lo ordeno…"

"No eres nadie para ordenarme nada Bryan. No me interesa lo que tú digas."

"¡No me respondas!"

"No es justo Bryan… ¿Acaso no…?"

"¡Cállate! Y vete a tu habitación."

"¿Por qué? No he hecho nada malo… no me iré a ningún lado."

Bryan estaba saliendo peligrosamente de sus casillas. Iba a estallar sonoramente.

"NO HAS HECHO NADA MALO. ¿Qué demonios hacías con ese chico?"

"Nada… sólo conversábamos, nada más y además…. "

"¿CONVERSABAN? No me mientas Heero… no me mientas…. Demonios… "

"No miento."

Bryan sintió deseos de estallar pero se contuvo. Estaba hartándose de todo esto. Si seguían así las cosas iban a terminar mal.

"Se acabó. ¡A tu habitación ahora!" gritó atrapándolo de los brazos. Lo llevó arrastras a su habitación.

Heero se resistió como un pez que no quiere que lo saquen del agua. Bryan no iba a hacer lo que le diera la gana, no se lo iba a permitir.

"Suéltame"

"Quédate ahí. No sales nunca más." lo arrojó dentro pero Heero se prendió de la manija de la puerta antes de que Bryan la pudiera cerrar. Puso su brazo en medio de la puerta y el marco impidiendo que se cierre. Esto impidió que lo encerrara de nuevo.

Forcejearon nuevamente para cerrar la puerta. Al final Heero no cedió ni un centímetro y Bryan de la cólera le tiró la puerta al chico en la cara. Heero se fue para atrás y cayó sobre la cama. El detective estaba furioso y lo agarró de la ropa. Lo estrelló en la cama, de nuevo.

Se quedaron en silencio… Heero debajo de Bryan, mirándolo aterrado…. Los ojos fuera de sus órbitas… Bryan se detuvo y lo soltó… No iba a lastimarlo… no podría…

Se levantó de encima del chico y gruñó.

"NO sales de esta habitación hasta que te lo ordene Heero."

"No me puedes tener encerrado para siempre."

"Sí puedo. ¿Quieres ver?"

""No me puedes apartar de Duo. Ya lo encontré y no me voy a separar de él nunca más Bryan." gritó.

Gritó con todas las ganas que tenía guardadas desde hacía tanto tiempo. Gritó como nunca lo había hecho antes, ni cuando se quedó solo en medio de la nada, ni cuando esa bala perforó su cuerpo. Tenía la voz atorada en la garganta y por fin consiguió abrirse camino fuera.

Bryan lo miró un momento, incrédulo. ¿Qué estaba diciendo¿Por qué actuaba así? Heero nunca actuaba así, hasta hace poco. Nunca se había portado así, siempre había sido muy dócil con él… pero ahora… ahora… por culpa de ese chico…. De ese tal Duo…

"No vas a salir de aquí hasta que te saques esas tonterías de la cabeza."

"No son tonterías… ¿no lo viste acaso? Era Duo… Bryan, era Duo…"

Bryan no entendía cuando estaba enojado. Lo miró más furioso que nunca.

"No puede ser… es imposible."

"¡No lo es! A quien tú no pudiste encontrar durante tanto tiempo Bryan, yo lo encontré… sabía que lo haría… en cambio tú… nunca lo buscaste."

Eso fue lo último… la última gota, la que rebalsó el vaso. Bryan arremetió contra el chiquillo y lo aplastó de nuevo contra la cama. Se quedó inmóvil antes de golpearlo con el puño que tenía en el aire.

No podía hacer eso, no podía lastimarlo. Pero tenía tanta rabia contenida. ¿Por qué? Acaso estaba enojado con él o con ese chiquillo que decía que era Duo. ¿Por qué ese maldito recuerdo tenía que aparecer justo ahora? Justo ahora que quería ser un buen padre para Heero.

No, nunca iba a poder ser un buen padre para nadie. Heero no tenía la culpa de todo esto, el único culpable era ese chiquillo que vino a su casa. Vino a llevárselo de su lado. No lo iba a permitir… Pero tampoco podía retener a Heero por siempre. Estaba actuando como un idiota… se levantó de encima de Heero, sin querer dejarlo ir… decidido a no dejar que se fuera de su vida.

Salió aún furioso. Cerró la puerta tras suyo y se fue a encerrar a su habitación.

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El olor a incienso era tan fuerte que lo estaba asfixiaba de nuevo. Pero no podía levantarse de donde estaba. Arrodillado en el suelo helado, con los brazos extendidos… frente a un crucifijo enorme en donde la figura clavada lo miraba severo. ¿Acaso Él también estaba enojado? Pero no lo hizo con mala intención… se sintió como la primera vez que estuvo en esa situación. Cuando era pequeño y bastante torpe, lo suficiente para dejar caer una vela encendida sobre el altarcito. Él se enojó tanto con él que lo llevó a esa habitación y lo hizo arrodillarse ahí durante un día entero. No pudo evitar llorar porque sus piernas lo estaban matando, pero a él no le importó en lo más mínimo y lo golpeó por llorar. ¿Acaso no podía soportar un poco de dolor luego que El Señor soportó tanto dolor para salvar a los pecadores?

Cerró los ojos tratando de apartar el recuerdo para darles paso a los otros, más antiguos… plagados de la imagen de Heero. Ese era Heero, ese era el niño que aparecía en ocasiones en sus sueños.

Ahora los podía recordar, pero eran recuerdos nebulosos. Pero a la vez le provocaban tristeza y temor. Se vio a sí mismo en medio de un montón de escombros… solo, asustado… sin nadie a su alrededor. Así como se sentía siempre, muy solo. Cuando se quedaba en su habitación horas de horas mientras que el sonido de letanías rezadas a todo pulmón resonaban por toda la casa alimentando sus pesadillas. Ahora la imagen le reprochaba el no rezar más. Debía rezar para salvar su alma y la de Heero. No podía volver a las llamas infernales…

Había olvidado como rezar… y se internaba en el espeso bosque de los recuerdos. Heero echado a su lado, abrazándolo en la oscuridad de una noche estrellada. Abrazando a él no sentía más tristeza, como cuando lo tocó. No. No podía albergar esos pensamientos, tenía que dejarlos ir. Ahora tenía que recordar como se reza porque ahí venía él y no estaba muy contento que digamos.

"No escucho tus oraciones. Si yo no las puedo oír, el Señor que está en el cielo tampoco lo hace. ¿Y así quieres el perdón¡Estúpido!"

"Lo… siento."

Su mano huesuda y fría se acercó a su cabello y lo atrapó arañando su cuero cabelludo. Le dio varios tirones hasta que el tirón final estrelló su frente en el suelo.

"Pide perdón por tus malos actos…. Pide perdón y te será concedido."

No podía, no le salía más voz y su memoria estaba ocupada por el torrente de recuerdos. Balbuceó algo pero nada coherente, nada que lo satisfaga.

Lo soltó, pero no necesitaba levantar la cara para ver la expresión que estaba poniendo. Sus ojos grises salían de sus órbitas y su rostro palidecía como nunca. Los labios se le hacían muy finos. Pudo oír el sonido característico del rosario de madera, moverse entre sus dedos antes de sentir como se estrellaba sobre su cabeza y su espalda.

Pero todo esto no hacía más que traer más y más recuerdos a su memoria. Heero… Tenía que ver a Heero. Pedirle que le hablara acerca de aquellas imágenes que venían a su mente. Pero no sabía si iba a sobrevivir esta vez. Lo estaba golpeando mucho, quizá lo mataba esta vez. Eso era lo que quería finalmente… morirse.

Pero no podía si es que antes no sabía que era lo que había pasado aquella vez. Que era todo eso que estaba llegando a su mente. Si todo eso era cierto… entonces…

Dejó de golpearlo con el rosario de madera dejándole la espalda intocable. El demonio se lo tenía merecido. No iba a permitir que se saliera de su control, estaba ya demasiado desobediente ya. Este comportamiento era bastante atípico, así que debía haber alguna causa rondando. Sus instintos celestiales le decían que lo que lo estaba perturbando estaba cerca de ahí, en la tierra. Entonces tendría que tomar medidas al respecto. Redoblar su vigilancia sobre este demonio y retenerlo en su prisión. Luego de tanto luchar y perder sus alas por sacarlo del infierno, no iba a perderlo.

"Levántate alma pecadora…"

El chiquillo lo miró asustado. Se levantó torpemente pero volvió a caer al suelo. Sus piernas estaban bien acalambradas y no respondían. Terminó de rodillas… frente a él. Tomó su trenza colgante como una soga y la enroscó en su mano. Tiró de ella haciendo que se levante a la fuerza.

"Ahora que has alcanzado el perdón de tus pecados… no vuelvas a caer en la tentación… no lo hagas."

Sus ojos eran horribles, como los de un cristal gris y opaco. Tenía una mirada maligna. Pero no podía ser así, porque era un ángel…

El chiquillo asintió adolorido y cuando él lo liberó salió de la habitación tambaleándose. Tropezó un poco antes de llegar a su habitación en donde se tumbó sobre la cama.

Heero… pensaba… ahora no podía sacarlo de su mente. Necesitaba verlo, porque ahora quería saber más. Pero no debía, no podía desobedecer las órdenes celestiales, Eso era muy peligroso. Pero… si es que esos recuerdos eran reales… ¿acaso no era él un demonio¿Acaso no lo sacaron de las llamas infernales? No… quizá Heero era también un demonio, por eso tenía marcas de quemaduras en su espalda.

Estaba tan confundido. No sabía que hacer.

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Bryan salió a trabajar como todas las mañanas. Heero no fue a la escuela. Se levantó. Preparó el almuerzo y empacó un par de cosas. Cerró la puerta de la casa tras él.

Caminó mucho para llegar a la casa donde vivía Duo. No sabía bien lo que estaba haciendo pero no tenía otra opción.

De repente podía tocar la puerta y esperar a que saliera Duo a recibirlo. Pero no podía arriesgarse a que salga ese horrible sujeto. Esperaría a que Duo saliera, tarde o temprano tenía que suceder eso. Esperó un par de horas sentado entre la maleza frente a la casa de madera. Dentro sólo silencio, nadie entraba, nadie salía. De repente no había nadie en casa y llegarían más tarde. Pero sus dudas fueron resultas un momento después cuando vio una figura sombría y oscura salir de la casa.

Los ojos grises escudriñaron el panorama y luego avanzaron calle abajo alejándose. Heero sin perder tiempo se acercó a la puerta y llamó. Nadie acudió a abrir. Volvió a intentarlo pero fue el mismo resultado.

Cansado de todo esto decidió ocultarse a ver si Duo regresaba. Pero decidió rodear la casa sólo de puro curioso. Estaba en eso cuando se topó con una ventana de rejas y cortinas semi abiertas. Algo había en esa cortina silenciosa que le llamó la atención. Pudo ver algo dentro, que se movía. Se pegó a la ventana cerrada y pudo ver a Duo durmiendo sobre la cama, revolviéndose sobre esta,

Sin perder tiempo golpeó la luna de la ventana y Duo saltó del susto.

"¿Qué haces aquí¿

¿Qué pretendes¿Estas loco?" su voz sonaba a reproche pero la verdad estaba contentísimo de que estuviera con él ahí.

"Vine a verte… Duo…"

"Sí… ya veo. Pero no puedes estar aquí ¿sabes? Es muy peligroso. Él te puede ver… tienes que irte." Estaba nervioso, muy nervioso.

"Me iré si me prometes que irás a verme al parque de la otra vez."

"No sé si pueda. Ahora no puedo salir de la casa. Cerró la puerta por fuera ¿ves? No sé cuando me deje salir."

"Si no puedes hoy te esperaré mañana. Voy a estar ahí. ¿Me irás a buscar?" No se iba a rendir, no había nadado toda la noche, para ahogarse en la orilla.

Duo vaciló un poco. No era correcto pero ya no le importaba mucho lo que estaba bien o no.

"Heero… espera un momento… mmm…. Mira… crees que puedas colarte por la ventana de al lado. Tiene un hueco muy pequeño para pasar pero de repente puedes… entrar por ahí."

Heero sonrió casi tanto como Duo con la propuesta. Era arriesgado pero podía intentarlo. Y para salir usaría el mismo escape, todo estaba bien entonces.

Encontró el lugar indicado y así lo hizo. Fue un poco complicado trepar y pasar por ahí pero al final lo logró. Dejó su maleta oculta entre la maleza. Una vez dentro Duo lo recibió feliz.

"Heero… mmm antes que nada quisiera que me expliques… algo."

"Dime"

"MMM… es qué… me dijiste acerca de… de que nos conocimos antes ¿no? Entonces lo que yo quería saber era si… quiero…mmm que me digas que pasó… quiero saber"

Decirle lo quje sucedió, si ni siquiera estaba seguro de lo que estaba ocurriendo en ese mismo instante. Todo estaba pasando muy rápido. Ahora se acababa de ir de su casa y se metía furtivamente a la casa de ese loco. ¿En qué estaba pensando? No tenía donde vivir, no tenía a donde ir ni a nadie. Sólo a Duo y hacia él se dirigió.

Pero si Duo quería saber… se lo diría todo.

"Cuando yo te conocí estaba muy solo. Mi mamá se había muerto y me dejó solo. Me acuerdo que estuve muchos días por ahí, vagando hasta que me encontraste. Desde ese día estuvimos andando juntos por todos lados. Tú tenías una casa donde nos echábamos en el suelo a mirar las estrellas y ahí dormíamos. Pero un día te pusiste muy mal y… unos tipos nos agarraron y nos llevaron a ese lugar… ese lugar donde habían otros niños como nosotros…"

Las palabras de Heero dibujaban imágenes en su mente. Cada palabra, cada sílaba despertaba un recuerdo vivo. Más y más recuerdos, más y más imágenes.

"Y ese lugar era… horrible. Pero tú y yo estábamos juntos en eso. Así que era menos horrible. Un día apareció ese tipo con el que vives y… vino otro de los clientes y tu tenías que subir con él… a una habitación… ¿no lo recuerdas? No es algo que quieras recordar."

Algo de eso venía a su memoria, se vio en una habitación amplia de sábanas oscuras, con un hombre a su lado, que lo estaba lastimando. Junto con las imágenes podía sentir mucha tristeza.

"Pero de pronto empezaste a correr. No me dijiste que estaba pasando, sólo corriste. Te empezaron a perseguir y de pronto… se fue la luz en el edificio. Y yo también corrí a buscarte. Tuve miedo de que te lastimaran. Hasta que te encontré… y escuchamos explosiones dentro del edificio. Pero la puerta de salida de la gente estaba cerrada, la habían cerrado para que nadie se escape. Nosotros queríamos aprovechar y huir pero apareció ese sujeto de los ojos grises y quiso matarte… te apuntó con una pistola… y yo… lo detuvo. Me dio a mí… luego te llevó con él. El edificio estaba en llamas. No pude evitar que te llevara… entonces me quedé ahí en el suelo… esperando morirme… pero entró un policía y me sacó de ahí. Les pedí que te buscaran… pero no te hallaron. Todo este tiempo te estuve buscando y hace poco es cuando te encontré."

Heero sabía que omitía muchos detalles pero la emoción no lo dejaba articular ideas.

Duo por su parte estaba atónito escuchando…. Podía recordar algunas cosas menos lo último que mencionó. No se acordaba de él… ni siquiera de la persecución, ni del edificio, pero si de las llamas… del infierno….

Se empezó a sentir muy triste, desconsolado por todo esto. No podía ser cierto… pero tenía mucho sentido. Heero se sentó sobre su cama, a su lado. Sin saber bien que hacía apoyó su cabeza sobre su hombro, con suma naturalidad. Quizá lo había hecho en el pasado, un pasado que le era tan extraño ahora.

Heero lo recibió y lo abrazó. Lo rodeó con sus brazos y besó su frente. Tenía tantas ganas de estrujarlo y besarlo como nunca antes. Pero no podía hacer algo así, eso no estaba bien. Duo sollozaba sobre su hombro, tal vez lo estaba lastimando. Lamió sus mejillas saladas y sin pensarlo más depositó sus labios sobre los de Duo.

Duo lo miró sorprendido y luego cerró los ojos. Entreabrió sus labios.

Ahora Heero estaba sorprendido. Duo rodeó la cintura de Heero y empezó a acariciarlo con la yema de sus dedos. Ya no iban a poder detenerse y lo sabían. Duo cayó sobre la cama llevado por Heero que se posó sobre él, besándolo. Duo enterró sus dedos en el cabello desordenado y oscuro mientras no podía abandonar su boca.

Se besaron como si el mundo se estuviera acabando. Heero dio un paso más besándole el cuello, descendiendo por la garganta y retirando la tela que cubría su cuerpo. Ayudó a Duo a sacarse la ropa, despacio. Pronto Duo estuvo totalmente desnudo frente a él. Tomó un extremo de la trenza larguisima y la soltó con sus dedos. Se desató un mar de rizos castaños que cayeron sobre su cuerpo cuando Duo se echó sobre él.

Hizo que Heero se deshiciera de su ropa retirándola con sus labios. Besaba cada centímetro del cuerpo de Heero, sus quemaduras, sus cicatrices, sus venas salidas, sus músculos redondeados, su abdomen liso. Se enredó en su cuerpo mientras lo recorría a besos. Heero estaba tocando el cielo

Le devolvió cada uno de los besos, explorando el cuerpo liso de Duo, su piel nívea, las cicatrices que recordaba y algunas nuevas. Se perdió en su ombligo rodeándolo con su lengua y descendiendo poco a poco. Duo se retorció al sentir como miles de voltios pasaban por su espalda descendiendo más y más. Heero atrapó con sus labios su miembro haciéndolo gritar de placer. Todo esto le parecía familiar pero no podía recordar como así. Se onduló hacia atrás tirando su cabeza y sus rizos temblaron sobre los muslos de Heero.

Duo se ondulaba más y más pero Heero no se podía detenerse… quería beberse toda esa piel de miel que tenía frente a él. Siguió con sus caricias y al ver que Duo estaba a punto de estallar se detuvo. Duo lo miró entonces recobrando el sentido y se colocó encima de él, sobre su miembro erguido. Cerró los ojos y apretó los labios instintivamente, Heero se apoderó de sus caderas y lo hizo descender despacio.

Duo abrió los ojos y tiró la cabeza hacia atrás mientras montones de imágenes atravesaban su mente. Podía recordarlo, podía finalmente recordarlo. Heero, ese era Heero, caminando a su lado en las calles, durmiendo con él en ese cuarto donde los dejaban encerrados, Heero a su lado en la fila… Heero en todo momento… Dos gruesas lágrimas descendieron hasta reventar sobre le colchón. Lágrimas plateadas…

Había deseado tocar a Duo de este modo tantas veces, pero otras tantas sintió mucho temor. Temor porque cada vez que pensaba en él no podía apartar el recuerdo compuesto de los días amargos. No podía dejar de pensar lo mal que se sentía haciéndolo o cuanto dolía cuando se lo hacían. Tenía miedo profundo de hacerle daño como se lo habían hecho a él. Lo último que quería era lastimarlo. Pero Duo tenía la propiedad de traer las pesadillas a la vida y alejar los malos recuerdos cuando entraba en contacto con su piel. Ahora estaba alejando a todos esos fantasmas, llenando de luz su vida. Ahora por fin estaba siendo muy feliz. Nunca pensó que podía sentirse tan bien haciendo esto. Era maravilloso, su cuerpo y su mente flotaban rumbo al cielo que se acercaba cada vez más.

Abrió los ojos para no perderse ni un segundo de Duo. Descubrió las lágrimas de luz cayendo sobre la cama y estuvo a punto de detenerse. El terror lo envolvió, lo estaba lastimando… se quedó paralizado. Duo notó la inquietud y devolvió sus ojos llorosos sobre él. Se miraron un momento llenos de terror.

"Heero… yo…."

No quería oírlo, no quería que le dijera nada. No tenía porque, lo estaba lastimando y no quería que se lo dijera. No quería hacerle daño pero no supo evitarlo. Duo se detuvo en seco…. Sin bajarse de encima. Heero tenía los ojos húmedos, se sentía tan mal por todo esto… no quiso hacerlo, pero nunca le salía nada bien. Tenía miedo, mucho miedo.

"Heero… no te detengas… por favor…"

Lo miró aún más asustado. Pero acto seguido reanudó lo que había iniciado. Duo se volvió a ondular sobre él mientras gemían ambos. Heero empezó a sentir que sus pesadillas se iban diluyendo en la mágica sensación que cosquilleaba en donde sus cuerpos se unían. Duo no paraba de moverse y Heero no soltaba sus caderas.

Fundieron sus miradas mientras hacían esfuerzos por llegar juntos. Pero no lo lograron, Duo llegó un segundo antes que Heero. Gritó mucho, como quizá no había gritado nunca. Estalló sobre el abdomen de Heero y este al ver tal espectáculo hizo lo propio. Apretó con fuerza sus caderas y dio un último impulso dejándose llevar. Gritaron juntos y luego exhaustos de tanto esfuerzo cayeron juntos en un pesado sopor.

Heero atrapó los labios de Duo hasta él último momento, sin querer dejarlos mientras podía estar a su lado. Duo lo aceptó de buen modo y se enroscó en el cuerpo de su compañero. Cerraron los ojos fundidos en un abrazo, adormecidos por el suave bamboleo del viento y la cortina.
El sueño los invadió tan profundamente que los ojos de Duo se abrieron con violencia cuando sintió la puerta de la casa abrirse. Paralizado por el terror oyó las pisadas de madera avanzar hacia su habitación al compás de letanías celestiales.

Apenas tuvo tiempo para despertar a Heero de su lado cuando se abrió la puerta con furia.

"Maldito demonio… "alcanzó a escuchar.

Continuará...