Yeee por fin un capitulo mas jejejejeje jujujuju me demoré un poquitin nomas en actualizar. Pero no me odien... ya esta aqui y calientito el capitulo jejeje.


12. Only one chance

Entró furioso en la habitación gritando como un demente. Apenas Heero alcanzó a esconderse bajo la cama. Duo lo miraba perplejo y nervioso mientras el sujeto de pie al borde de la cama lo miraba como si frente a sus ojos estuviera algo monstruoso.

Y se fue contra él atrapando su cuello con violencia asesina. Si no lo había hecho antes era porque creía que era capaz de redimirlo. Pero un demonio como ese no tenía remedio.

Duo cayó sobre la cama tratando de zafarse de las tenazas que le quitaban el aire. Temblaba pensando que Heero estaba debajo de la cama, preocupado porque lo podía descubrir. Eso sólo empeoraría las cosas.

"Déjame… déjame... en paz."

De nada servía pedirle algo, estaba fuera de si.

Demonios, eres un demonio. Eres un ser despreciable… no puedes renunciar a esas costumbres asquerosas… maldito demonio.- sus palabras las acompañaba con los puños cerrados. -Nunca debí sacarte de ese lugar. No tienes remedio, malagradecido. Después de todo lo que hice por ti.

"No… tú eres un maldito. Lo sé todo… lo sé todo." No pudo contenerse.

"Eres un demonio, luego que salvé tu carne de las llamas que te iban a consumir, luego que quemé mis alas por salvarte. Así me pagas… pecador…"

Heero no podía esperar a que lo mate, no podía quedarse esperando que algo peor suceda…. Abandonó su refugio, aún desnudo, y se fue sobre el demente, con rabia contenida, tratando de detenerlo.

Pero este seguía golpeando a Duo, ahora con un artefacto de madera y ya estaba logrando lastimarlo bastante.

"Déjalo en paz."

Entre los dos podría salir de ese lugar, entre los dos podrían hacer una nueva vida, emprender nuevos caminos. Sí tan solo tuvieran una oportunidad.

Volteó a verlo, volteó con los ojos hirviendo de rabia. Y su cólera aumentó al reconocer en sus ojos el odio, al darse cuenta que había dejado a más de uno vivo.

Al parecer no hice bien mi trabajo, debí exterminarlos a todos, pero dejé algunos sueltos.

De un bolsillo de su traje oscuro sacó un revólver. Heero retrocedió espantado, perdió automáticamente todo el coraje. Los ojos abiertos fijos en el cañón que lo apuntaba como aquella noche espantosa. El dolor de la herida le hizo recordar en carne viva lo sucedido. De nuevo estaban en problemas y no iban a salir de ellos esta vez.

Giró el tambor haciendo chasquear el revólver. Heero parpadeó asustado.

"Levántate." Ordenó ayudando a Duo a ponerse de pie tomándolo del cabello. Lo estrelló sobre la cama y cayó al lado de Heero.

Ahora no habría nada quien los salve. Aquella vez fue su buena suerte o quizá no era su hora. Pero en esta ocasión, no había otra oportunidad más.

Pero el sujeto no disparaba. Los miraba a ambos con ira, como si tuviera en frente algo repulsivo. Si los hubiera podido desaparecer con sólo su mirada ya no existirían. Se detuvo a contemplarlos apuntándolos con el arma. Sus labios empezaron a moverse compulsivamente recitando palabras desconocidas.

No pudo evitarlo y abrazó a Duo. Si iban a morir entonces no lo iba a dejar, juntos hasta el final como siempre había deseado.

Se enfureció más al punto que disparó y erró el tiro. Rozó apenas el cráneo de Heero dejando correr una delgada línea de sangre sobre su rostro.

"¡Impuros! No permitiré que vengan a ensuciar este recinto con sus pecados." Gritó mientras que trataba de separarlos.

Pero Heero se aferró a Duo como si lo necesitara para vivir. Entonces el sujeto prescindió del arma y volvió a armarse de su rosario de madera. Repartiendo golpes a discreción no logró separar sus cuerpos aún desnudos.

No se iban a separar así los llenara de plomo. Heero lo apretaba contra su pecho como si quisiera absorberlo por completo dentro de si. Duo escondía su rostro adolorido sobre la piel cálida y perfumada con el sudor.

No podía imaginarse una mejor manera de morir. Junto a él… no sabía cuanto lo quería hasta hacía unos momentos. Ahora si que no iba a poder soltarlo nunca más, aunque le arrancaran los brazos para no poder aferrarse a Duo. Podía recordar las noches que pasó en vela, soñando con encontrarlo, reviviendo los momentos que pasaron juntos. Sio iba a morir entonces este era el modo que más deseaba.

Perdieron la cuenta de lo que estaba sucediendo. Las luces se apagaron de pronto. Heero cerró los ojos sintiendo que si los abría de nuevo iba a seguir unido a Duo por siempre.

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Quizá una oportunidad más para que las cosas se arreglen. Como cuando salió de su casa aquella vez cuando era pequeño. Cuando su mamá no volvió a abrir los ojos más y estaba tan callada. Entonces decidió a su cortísima edad que era momento de salir y darse una oportunidad a sí mismo.

Un paso primero, luego otro y estaba en la calle a su suerte. Hubiera podido morir de hambre y de frío en un ambiente tan ajeno a las cuatro paredes que componían el mundo que había conocido. Su mamá no lo dejaba salir a la calle, la cual conocía mediante una ventana chiquita.

Algunas veces salía con ella, pero casi había olvidado esas imágenes difusas.

Soñaba con ella entonces. Su cabello oscurísimo y su rostro pálido. Su voz apagada y sus sueños largos. La veía junto a él. De repente venía a buscarlo por fin. Recordó haber pensado en ella cuando estuvo en el hospital recuperándose, pero sus pensamientos los acaparaba Duo.

Quizá ella era el anunció que necesitaba para saber que estaba muerto y que finalmente ese sujeto se deshizo de ellos. Abrió los ojos aún viéndola a su lado silenciosa como siempre. Ella sonrió y pronto se disipó como la neblina de invierno.

Buscó a Duo a tientas y en la oscuridad. No lo halló y entró en pánico. Qué había hecho ese demente con él. Si le había hecho algún daño entonces lo iba a matar tan pronto lo tuviera de nuevo frente a él.

Todo estaba mal, desde que abandonó su casa, desde que dejó a Bryan atrás. La mala estrella lo perseguía implacable. Trató de tranquilizarse rumiando la manera de liquidar a aquel demente si es que le había hecho daño a Duo.

Un poco más tranquilo descubrió que estaba encerrado en una habitación estrecha y con una única puerta. Al parecer un armario que contenía un terrible olor a ropa vieja y guardada por años. Algunas de estas prendas le servían de colchón. Eran trajes negros a modo de túnicas. Este tipo debía pertenecer a algún tipo de secta o algo así, pensó mientras apoyaba un oído en la puerta para escuchar lo que sucedía fuera. Sólo captaba el sonido de música estridente retumbando en las paredes.

Nada más captaban sus oídos.Ni la voz de Duo, ni la voz del sujeto ese. Nada más. Y el terrot invadió su mente. Si es que le había hecho algo a Duo… lo iba a matar, eso sin dudarlo un segundo.

Esperó un rato más con el oído pegado a la puerta cuando percibió pasos acercándose. Suspiró tratando de aquietar el palpitar de su corazón. La puerta se abrió dejando entrar un chorrito de luz dentro. Preparado para saltarle encima al menor descuido del demente se agazapó como un animal salvaje.

La puerta se abrió completamente y la abatida silueta de Duo quedó al descubierto.

"¿Estás bien, qué sucedió?" Apenas pudo preguntar porque un golpe en la espalda lo lanzó a un lado. Adolorido levantó la cabeza mientras que Duo se arrojaba sobre él para protegerlo de los golpes que caían como lluvia sobre ambos. Ese tipo los iba a terminar matando.

"Vengan conmigo, demonios pérfidos." Masculló el sujeto.

Duo se separó del lado de Heero y lo siguió con dificultad. Adolorido por los golpes recientes. Heero intentó atraparlo y hacerle más preguntas pero su compañero avanzó impidiéndoselo.

Pronto entendió que no debía hacerlo enojar más de la cuenta. Ambos lo condujeron al cuarto de baño donde Duo le susurró a Heero que se aseara. Luego permaneció en silencio mientras acababa con la faena.

El sujeto los vigilaba de cerca, sus ojos grises escudriñando sus movimientos. Apenas podía voltear a ver el rostro de Duo que estaba actuando muy extraño. Pronto acabó de limpiar su rostro abatido y volteó completamente a encararlos a ambos.

Quiero que salgas por esa puerta y no quiero volver a verte por aquí.-

El sujeto apretaba los labios con ira. Heero no podía creer lo que oía. Lo iba a dejar ir después de todo.

"No me iré sin Duo."

"Te irás solo antes de que cambie de opinión y acabe con ambos en este instante como debí hacerlo desde un principio."

Nervioso, el rostro de Duo lucía desencajado y nervioso. Lo miraba suplicante y sin decir una palabra, rogandole con los ojos que aceptara el trato.

"No. No lo voy a dejar aquí."

"He dicho que te largues demonio. Vete de este recinto sagrado, vete y regresa al infierno donde perteneces y nunca más vuelvas a asomar tu maligna presencia."

Ante la negativa de Heero tuvo que intervenir el otro chiquillo. Asustado y suplicante, mirando con temor a aquel sujeto y sus ojos grises se atrevió a intervenir.

"Por favor Heero, vete. Yo estaré bien, este es mi lugar, vete. Tienes que irte por favor… no puedes quedarte aquí."

No podía creer lo que escuchaba. Duo le pedía que se fuera, obviamente estaba siendo obligado por aquel sujeto. No podía permitir que se quede con ese demente, no otra vez. No iba a aceptar el trato. Pero no tenía opción después de todo. Duo corría peligro, era peor si se quedaba. Pero de repente si se iba podía tener la oportunidad de rescatarlo luego.

Entonces suspiró profundamente ahogando el nudo en su garganta junto con las ganas de romper en llanto. No de nuevo…

No quería dejar a Duo de nuevo.

El sujeto le aventó la maleta que había dejado escondida entre la maleza que rodeaba la casa. Heero la tomó prometiendose a sí mismo volver lo más pronto posible por él. Eso haría tan pronto llegara, tan pronto regresara con Bryan. Eso debío hacer desde el principio, se abría ahorrado tantos problemas.

Con dificultad avanzó hacia la puerta guiado por el sujeto que lo miraba con asco. Le dio un empujón en la espalda y estaba fuera de la casa.

"No quiero volver a saber más de ti." Susurró en su oído mientras que el cañón de su arma se le clavaba en la espalda."No quiero volver a saber más de ti y que estas cerca de este lugar. Si no terminaré lo que dejé pendiente con este demonio."

A Heero se le heló la sangre.

Un nuevo empujón y la puerta se cerró tras él.

Corrió a esconderse entre unos árboles cercanos. Se derrumbó en el suelo y dejó correr el llanto que estaba conteniendo.

De nuevo lo dejó atrás, de nuevo lo estaba perdiendo. Pero no podía perder tiempo, tenía que correr a su lado, correr a sacarlo de ese lugar. No podía dejarlo con ese demente. Pero entendió el mensaje perfectamente.

Corrió entonces, corrió sobre sus pasos errantes que debieron conducirlo hacia la libertad al lado de Duo, pero que solo empeoraron las cosas.

No podía esperar a regresar al lado de Bryan, no podía esperar de contarle lo que había ocurrido. Seguramente iba a gritar y regañarlo, pero no tenían tiempo para eso. Debían sacar a Duo antes que fuera demasiado tarde.

Llegó a la casa que era su hogar agotado, arrastrándose por el suelo, sin fuerzas para nada.

Buscó la llave que siempre llevaba pero recordó que la había dejado atrás luego de su partida. Entonces se le hizo un mundo el hecho de tocar la puerta. No fue necesario después de todo porque se abrió solita.

Bryan estaba tras la puerta, con el rostro de preocupación evidente. Su gesto empeoró cuando percibió que traía la cara hinchada por los golpes.

Heero tuvo que bajar la mirada y por un momento sintió ganas de salir corriendo. Vergüenza y tristeza se combinaban mientras que seguía sin poder emitir sonido alguno.

"Entra." Ordenó Bryan como caído del cielo.

Cumplió la orden al momento arrastrando su cuerpo adolorido hasta quedarse de pie en medio de la sala. Sin saber por donde empezar, sin saber como contarle lo que había sucedido. Ordenaba sus ideas mientras en la frente de Bryan se formaban arrugas de enojo que no había conocido antes.

No te voy a preguntar donde estuviste, ni que estuviste haciendo. Quiero que vayas a tu habitación y te quedes ahí y no salgas hasta que yo te lo ordene.

Heero intentó negarse para explicarle lo grave de la situación pero Bryan se anticipó a ello y de otro grito lo calló.

No te atrevas Heero. Largate a tu habitación antes que pierda la paciencia contigo.

"Es que no entiendes Bryan, es Duo, él está en peligro y…"

"No me hables de ese mocoso, Heero, no seas tan cínico en mencionarlo. Lo sé todo y … y no quiero hablar ahora porque pierdo el control y te asesino. Vete a tu habitación…"

No entendía que estaba pasando pero no podía obedecerlo, aunque lo que más deseaba era descanzar un momento.

"No entiendes… escúchame por favor… lo que sucedió fue que…"

"A tu habitación, ahora. Y dame esa mochila que traes ahí."Se la arrebató de las manos temblorosas. La abrió con violencia y dejó caer el contenido al suelo con todas sus pertenencias y una bolsa trasparente de contenido blanco que no recordaba haber visto antes.

Al parecer eso estaba buscando. Su rostro se volvió amargo como si hubiera mascado un pedazo de hiel. Lo miró decepcionado y furioso a la vez. Levantó el paquete del suelo y antes de que Heero pudiera alegar que no era suyo gritó de nuevo.

"Vete a tu habitación Heero. No me hagas obligarte."

Pero no iba a ceder, no podía abandonar a Duo ahora. No sabía bien que estaba ocurriendo, no sabía como ese paquete llegó a su mochila, no sabía como iba a hacer que Bryan entre en razón, pero algo tenía que hacer.

Pero Bryan no se lo iba a permitir.

A empujones lo metió en la habitación a pesar de que el chiquillo se resistió a mordidas y patadas. Lo aventó contra la cama y finalmente lo esposó en uno de los barrotes de esta. Heero gritó y pataleó aún más y Bryan cerró la puerta por fuera.

Tras la puerta cerrada Bryan se derrumbó en el suelo, dejando en libertad viejas lágrimas que ya se habían olvidado. Se llevó las manos al rostro y se quedó quieto donde estaba mientras que las protestas de Heero llenaban la casa…

Continuaráaaaaaa...