Bueno un capitulo más. He estado ocupada con mi trabajo y mis estudios y el asma que no me deja vivir. Asi que lamento la demora. Jejeje...bueno... disfrutenla tanto como yo. Bites...
Ningún personaje me pertenece, yo sólo escribo un fic.
12. Misery
"¿Qué rayos le hiciste? Bryan si le has hecho algo a ese chico te juro que…" Karen entró por la puerta atropellándolo.
Tratando de guardar la compostura, aventó una bolsa transparente sobre la mesa.
"Yo no he hecho nada." respondió con la voz que se le apagaba al terminar la oración.
Ella enmudeció al ver la bolsita. Conocía el contenido a la perfección y los efectos que tenía. Su rostro se arrugó en una expresión triste. Cerró los ojos y suspiró profundamente.
"No me digas…"
No quiso responderle. Cerró los ojos tragando un nudo que no lo abandonaba desde que el chico se fue de la casa. Ahora que estaba de vuelta se había convertido en un collar que lo asfixiaba.
Se desparramó en una silla sin querer seguir con la conversación.
"¿Dónde está? Espero que no le hayas hecho nada Bryan… me imagino que hablaste con él antes de hacer nada ¿no?"
Pero no le respondió. No podía encontrar palabras porque todas se habían ido volando por la ventana cuando regresó a la casa y se dio cuenta que Heero no iba a volver.
Ahora que estaba de vuelta… no sabía que iba a hacer.
Ella no necesitaba una respuesta después de todo. Se dirigió a la habitación del chico y tomó la llave del mueble. Entró y la habitación estaba oscura. Encendió la luz y Heero estaba echado en la cama de espaldas a la puerta, aparentemente dormido.
Entró despacio y se hizo un lado en la cama donde pudo sentarse. No reaccionaba y parecía estar profundamente dormido. Colocó entonces una mano sobre su frente como queriendo comprobar que no tuviera fiebre. Separó los cabellos que le impedían ver su rostro.
Heero se movió ligeramente al contacto.
"¿Quieres que conversemos?"
Él abrió los ojos sin querer mirarla. Quieto separó los labios sin querer hablarle. Sus manos aún sujetas a la cabecera de la cama. Ella no lo había notado al parecer. Lo que quería era salir de esa habitación y correr hacia Duo. En un afán suicida correr hacia él y no separarse nunca más. La verdad que prefería morirse a su lado a vivir sin él.
"Heero…"
Su voz suave lo transportaba al lado de su mamá. El recuerdo amargo de ella era como una punzada en el pecho. Cerró los ojos para no recordarla más y reemplazarla por Duo. Pero ella insistió con su voz suave
"¿Te gustaría contarme que pasó?" insistió al no recibir una respuesta.
Pero el chiquillo era bastante terco y se empecinaba en no decir una palabra. Y ella era similar, terca como una mula así que entre tercos compitieron durante media hora de silencio e insistencia.
Heero se rindió sabiendo que ella no se iba a mover de su lado hasta que accediera a hablar. Ella era así, ya la conocía bien.
Suspiró, moviéndose ligeramente porque aún seguía unido a la cama. Levantó la cabeza, dispuesto a mirarla por fin. En silencio la miró fijamente, sintiendo que sus ojos se posaban en cara magulladura que tenía en la cara, mientras que su rostro se contorsionaba en una mueca de preocupación.
Abrió la boca sin poder articular palabra. Seguramente muchas ideas pasaban por su cabeza. Pero era seguro que ninguna tenía algo que ver con lo que realmente había sucedido.
Antes de que ella pudiera formular alguna conclusión apresurada, o en su defecto que corriera a asesinar a Bryan hallándolo culpable de todo cargo, decidió hablar. Pero no sabía por donde iba a empezar. De repente del principio, de repente desde que todo empezó a ir mal, pero sería muy largo de contar. De repente si ellos sabían la historia entenderían porque no podía apartarse de Duo.
Tragó saliva sintiendo que la garganta la tenía seca como un desierto. Entonces la miró a los ojos y empezó su relato. Casi sin parpadear tratando de contener la emoción que le provocaba repasar la historia que tenía con Duo. Porque quizá ahora no lo iba a volver a ver.
Cada palabra le traía una sensación distinta, pero todas le recordaban a Duo. Y eso hacía que se sintiera cada vez peor.
Mientras él narraba lo sucedido desde el inicio a ella se le descomponía la cara. Por momentos parecía que se iba a quebrar como un cristal y volar por la habitación hecha mil pedazos.
Siempre quiso hablar con alguien del tema. Siempre quiso contarle a alguien todo lo que guardaba dentro, porque cada vez se le hacía más difícil de guardar.
Ahora no importaba mucho que ella le creyera o no. Había tomado una decisión. A penas lograra que Bryan lo soltara iba a regresar por Duo. No importaba morir en el intento, eso era mil veces mejor a quedarse sin hacer nada por estar a su lado. Entonces estaba decidido, ahora sólo debía lograr que Bryan lo dejara libre.
Pero eso no sería nada fácil, pero ella sería útil para lograr sus planes. Ella podía conseguir que Bryan cambie de parecer, ella era la salida.
Entonces terminó de contarle toda su vida. Y ella se veía desconsolada al punto de llorar. Como podía hacerla llorar si ella era había hecho tanto por el. Sin dudad se merecía todo lo malo que le estaba sucediendo.
Pero no era momento para pensar en ella. Ella iba a estar bien, sin duda. Ella tenía una familia, personas por las cuales preocuparse. Él no tenía a nadie mas que a Duo y si lo perdía. Entonces no servía de nada seguir vivo.
Parecía que la había dejado sin palabras. Sólo lo miraba sin saber que decir. Ella siempre tenía algo que decir. Pero en esta ocasión se quedó en silencio. Ambos permanecieron en ese estado un rato más, hasta que el sonido de las pisadas de Bryan los sacó de sus pensamientos.
Quizá ella pensaba el modo en que lo iba requintar por su comportamiento obtuso o por esposarlo a la cama y comportarse como una bestia. O quizá no le quedaba claro el como el paquete de polvillo blanco había llegado a la maleta de Heero.
Eso era algo que él mismo no sabía responder. Pero era lógico que ese sujeto se había encargado de meterla dentro. ¿Pero cómo Bryan supo que estaba ahí? Eso era algo que no iba a entender su es que no se lo preguntaba. Pero como iban las cosas dudaba mucho que lo fuera a escuchar. Entonces sólo necesitaba que lo suelte, no importaba que le creyera o no. Bryan sólo creía en lo que veían sus ojos, nada más y cuando algo se le metía en la cabeza era imposible sacárselo.
Entonces era caso perdido.
Pero seguía esposado y el tiempo avanzaba y Duo podía estar en problemas. Si no iba a lograr ayuda de parte de ellos entonces iba a hacerlo solo.
"Creo que debes hablar con él. Necesitas decirle esto que me has dicho a mi."
A Heero la cara se le arrugó en una mueca esta vez.
"Antes que nada debe saber estas cosas él. Él puede ser medio cerrado, y tosco, y totalmente necio." exclamó casi gritando..." pero sabes que se preocupa por ti. Habla con él y explícale como son las cosas."
Heero podía apostar que ni ella misma creía sus propias palabras. Entonces no había remedio. Apenas lo soltara iba a correr en busca de Duo y luego...
Y luego no sabía que iba a pasar, pero de cualquier modo esta vez no iba a permitir que nada lo separe de su lado.
Ella salió de la habitación en penumbras con el rostro arrugado y sabor amargo en los labios. Ahora iba a ir a armarle un lío a Bryan. Eso hacía siempre que sucedía algo como esto, cada vez que se salía de sus casillas y aterrorizaba al pobre chiquillo.
Pero Heero ya no era el niñito medio muerto que trajo a su casa hacía tanto tiempo. Cuando le comentó acerca del caso, a ella se le hizo pedacitos el corazón. Lo acompañó un par de veces en sus visitas al hospital mientras el chiquillo permaneció en cuidados intensivos, sin saber si iba a vivir o no.
Cuando se enteraron que lo iban a llevar a un albergue para niños con la esperanza que lo adoptara alguien, a Bryan le entró la idea de llevárselo a su casa. En un inicio ella pensó que era producto de la costumbre de verlo todos los días en el hospital. No le pareció una buena idea, siendo su compañero desordenado y adicto al trabajo. Entonces no había manera de que las autoridades le fueran a dar la custodia del pequeñuelo ni que pudiera cuidarlo de todas maneras.
Pero una noche la sacó de la cama, nervioso porque el chiquillo estaba en su casa hecho un manojo de nervios. Cuando llegó todo era un caos en la casa.
Tuvo que hacer salir a su compañero para tranquilizar al mismo chiquillo que vio en el hospital, ahora agazapado debajo de un armario, histérico y aterrorizado.
Sabía perfectamente que su compañero nunca le quiso hacer ningún daño, pero su sola presencia era demasiado para el chiquillo.
Desde aquella crisis se hizo la idea de que cada vez que no supiera como manejar la situación con el chiquillo iba a pedir su auxilio. Entonces se acostumbró a salir corriendo a penas la llamara, temiendo que en un ataque de nervios a Bryan le fuera a dar algo.
Como ya había sucedido una vez. Tenía que cuidarse su compañero, ya había estado hospitalizado y no podía exponerse a emociones fuertes como estas. Pero no había remedio, ambos eran tal para cual. Igual de necios.
Encontró a Bryan en su lugar favorito para desparramarse cuando estaba tenso, en el mueble de la sala. Con los dedos masajeando sus sienes trataba de calmar sus ganas de tumbar la puerta viendo que se demoraba ella, demasiado en salir y traerle novedades.
Cuando la sintió aproximarse abandonó sus masajes. Ella se veía tensa y preocupada como nunca la había visto antes. De repente era peor de lo que se imaginaba... de repente Heero consumía más de lo que él imaginaba, o de repente estaba metido en cosas mayores.
Igual todo era culpa suya, si le hubiera prestado más atención, si hubiera estado en casa más tiempo en vez de dejarlo a su suerte dentro de la casa. Si hubiera seguido el manual para padres inexpertos en el cual decía que la comunicación era lo más importante.
Quizá esto no hubiera pasado nunca.
Pero no había vuelta atrás, entonces solo quedaba un camino a seguir. No necesitaba esperar a que ella le diera las noticias, ni escuchar más sus regaños. Tenía que afrontar la culpa y las consecuencias de sus actos. Todo era culpa suya pero de igual modo tenía que arreglar lo que había hecho mal.
No había podido ser un buen padre para Heero, así que ahora era tiempo de pagar por sus actos.
"¿Y bien?" preguntó armado de valor. Si algo le asustaba a estas alturas era una respuesta, de cualquier tipo.
"Necesitas hablar con él. Tienes que escucharlo, no te puedes cerrar y escucha lo que te va a decir." Karen estaba tan angustiada que su voz casi parecía un sollozo.
"No tiene nada que decirme, Karen, no hay nada más que hablar. Ya he tomado una decisión al respecto."
"No sin antes escucharlo. Tiene muchas cosas que decirte y…"
"Es definitivo. Sé que todo es mi culpa, lo reconozco. Yo no le presté la atención suficiente y por eso actúa así."
"Pero ahora es cuando… si conversan…" Bryan podía ser tan terco a veces.
"No, ya no hay vuelta atrás. Mañana mismo lo llevaré a rehabilitación, luego de ello entregaré su custodia, no estoy calificado para cuidarlo." Tirar la toalla, no había nada más que pudiera hacer por él después de todo.
Ella lo miró pasmada, no podía creer que estuviera diciendo tal cosa.
"Vas a abandonarlo ¿no Bryan? Vas a huir como un cobarde." Estaba asustado, como un niño ante lo que no conoce, lo que no sabe como hacer.
"No entiendes, no quiero hacerle más daño. Luego de que se rehabilite irá a un albergue hasta que cumpla 18 años y luego…"
"Luego terminará en la calle viviendo una vida miserable y será culpa tuya. Después de todo lo vas a abandonar."
"Es lo mejor. No hay nada que pueda hacer por él. ¿Has visto como ha terminado por estar conmigo? Es un adicto y… y no pude evitarlo. En mis narices pasaba esto y yo… no pude prevenirlo.
"Eres un idiota Bryan. Si tan sólo escucharas lo que tienes que decir." No había nada que hacer, nunca escuchaba. Prefería encerrarse en si mismo, esconderse en su caparazón y dejar que el río lo arrastre.
"No hay nada más que hablar, Karen. Mañana mismo lo interno para que se rehabilite."
"¿Me puedes escuchar entonces? Ese chico tiene muchas cosas que decirte, cosas que no te imaginas, que tu cabeza dura nunca se podría imaginar. Eres un idiota Bryan, si haces lo que piensas hacer vas a arrepentirte el resto de tu vida."
"No me quiero volver a arrepentir, por eso lo hago."
"Heero no es culpable de lo que le acusas. No son las cosas como las imaginas."
"¿No me digas que esa bolsa contiene harina¿Qué te sucede¿Estás ciega o no quieres ver la realidad? Ese chico es un delincuente, un adicto a las drogas que encima de todo es responsable de… de abusar de ese chico, ese tal… Duo que dice que es. No quiero hablar más al respecto Karen. No sé ni para que te pedí que vinieras. Este problema lo voy a resolver solo,
como debí hacerlo antes…"
"Esa no es la versión que Heero me dio, si tan sólo lo escucharas serían las cosas…" Estaba tan lejos de la verdad, tan ciego y lo peor es que el remedio estaba tan a su alcance. Pero no quería abrir los ojos.
"No, entiendes mujer. No quiero saber más del asunto, no quiero saber más nada de ese chico. Quiero que desaparezca de mi vida. Quiero internarlo en una clínica y luego no volver a saber más de él. ¿Ahora lo entiendes?"
Ella lo miró furiosa a punto de estallar a rabia también. Quería creer que lo decía de furioso, de frustrado. ¿Cómo podía creerle a un extraño que le hizo una llamada por teléfono y no a Heero? No podía entender que algo como eso sucediera.
"No puedes hacer esto Bryan. Estas siendo injusto con..."
"¿Yo soy injusto? No, yo no fui quien traicionó la confianza que se le dio. Ese paquete de droga no apareció entre mis cosas, yo no soy el adicto aquí, yo no soy el acusado de abusar de ese chico." La voz se le quebró… es que todo era su culpa.
Ella se quedó en silencio. Quizá dudaba de lo que Heero le había contado, quizá estaba demasiado confundida para responder. O quizá sólo quería salir corriendo de ese lugar tan pesado. Estaba empezando a hartarse de ser la mediadora, harta de lidiar con Bryan y sus terquedades. Harta de todo. Sólo quería salir corriendo de ese lugar y no volver más.
Pero si dejaba que Bryan se saliera con la suya no iba a tener motivos para regresar nunca más.
"Bryan, escúchame bien. Piensa bien en lo que vas a hacer. Por una sola maldita vez en toda tu vida detente a pensar las cosas. Sólo eso." Ella tomó su bolso de sobre la mesa donde lo aventó cuando llegó y salió sin decir más nada, sin poder articular más palabras. No servía de nada insistir con Bryan, no iba a entender.
En silencio se despidió de Heero porque sabía que si su compañero había decidido apartarse del muchacho y no había marcha atrás. Aunque luego se fuera a arrepentir el resto de su vida.
Ella salió de escena y la casa de nuevo volvió a ser un sepulcro. Silenciosa y oscura, sin que nadie se interesara en entablar un diálogo. Bryan retornó a su estado vegetal sobre el sillón, esperando que pasen las horas, esperando que el mundo se acabe y no tener que despegarse de Heero.
Cuánto lo había extrañado, cuanto le faltó su presencia. Aterrorizado lo buscó por clínicas y hospitales, rehusándose a preguntar en la morgue, temblando de sólo pensar que lo iría a encontrar en ese lugar. Sin poder descansar un segundo si quiera, pensando en donde podría estar, en lo que le podía haber pasado. No le importaba entonces donde había estado metido, ni haciendo que cosas, lo quería de vuelta, a su lado. Nada más. Entonces no le importaba en lo más mínimo que fuera el criminal más culpable del mundo, sólo que regresara sano y salvo.
Y ahora que estaba con él, sentía un tremendo alivio. Pero a la par sabía que ese estado no iba a durar demasiado. Heero tenía que irse y sabía que iba a estar mejor en una clínica donde pudiera rehabilitarse de su adicción. Mejor en un centro de esos que en la cárcel, acusado de semejante crimen. No podía ser de ese modo, no podía haber ocurrido así. Era ese chico Duo el que lo había inducido a hacer lo que hicieron y ahora… ahora lo estaban acusando de…
No podía continuar pensando porque la cabeza amenazaba con estallarle y un dolorcillo familiar se asomaba en su pecho. Nunca pensó que las cosas tendrían que ser de ese modo. Pero era lo mejor para el chico. Lo mejor para él, siempre. Aunque no lo fuera a ver de nuevo, aunque nunca más estuviera a su lado, para cuidarlo y protegerlo como tanto ansiaba.
El dolor se hacía más fuerte entonces. Cerró los ojos para cancelar los pensamientos horribles que se avecinaban. Cuando amaneciera tendría que llevarse a Heero y sacarlo de su vida.
Pero era lo mejor para él, sólo lo mejor para él. Pero si era lo mejor para él ¿Por qué seguía sintiéndose miserable?
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Cuando lo vio partir sabía que no lo iba a volver a ver nunca más. Pero hubiera dado lo que fuera, por poder correr a su lado. Pero sabía que no se podía ser de ese modo. No podían estar juntos y ese era el único destino que compartían.
Tuvo que decirle lo que quería. Se negó al principio, pero mejor lejos de él a que le hiciera daño. Le dijo todo lo que sabía, su dirección y acerca de Bryan. También sabía que nada bueno tramaba al preguntarle esos datos.
Ahora no había más remedio, no lo iba a volver a ver, eso era definitivo. Sus cosas metidas en una maleta y según le informó iban a partir al día siguiente. No le dijo a donde lo iba a llevar esta vez pero no le importaba demasiado.
Además nunca le decía nada.
Era suficiente con saber que no lo iba a ver más. Quizá era lo mejor, le traía muchos problemas a Heero. Al parecer desde siempre habían sido de ese modo las cosas. Entonces era lo mejor partir lejos de la ciudad.
Desde que podía recordar, él lo arrastraba a todos lados, sin preguntarle su opinión o qué sentía al respecto.
¿Pero qué podía hacer?
Desear estar al lado de Heero no era suficiente. Sentirse seguro entre sus brazos no era suficiente, no había lugar para ellos. No si seguía metido en ese lugar.
¿Pero que podría hacer?
Sintiéndose miserable se levantó de la cama revuelta. Aún conservaba el olor de Heero, de su cuerpo sobre las sábanas. Entonces se echó sobre el colchón envolviendo su cuerpo abatido entre los residuos de lo que fue algo increíble. Nunca antes sintió algo así, nunca pensó que podría llegar a sentirlo.
Él siempre le decía que esas cosas eran malas. Que no podía permitirse ningún tipo de placer, ningún tipo de alivio. Si sentía dolor o malestar eran castigos divinos. Entonces tenía que soportarlos en silencio, como ahora que el pecho le roncaba como si tuviera un motor dentro.
Se tuvo que sobre sentar, sintiéndose peor que nunca, mientras que el aire amenazaba con írsele de los pulmones. Absorbió el perfume impreso en las sábanas mientras que recordaba a Heero y la mente se le nublaba. Ahora sólo podía recordar los momentos que estuvieron juntos sobre la cama. Extrañaba sus manos sobre su cuerpo, el aroma de su cabello, las gotas de sudor temblando sobre su abdomen mientras se movían ambos al unísono. Cerró los ojos respirando por la boca, mientras sentía que la habitación se hacía más pequeña. Acurrucado entre las sábanas trataba de coordinar sus respiraciones con los pensamientos repletos de Heero.
No sabía si iba a sobrevivir a sus espasmos asmáticos. Pero muchos ánimos de seguir no le quedaban. Si no iba a verlo de nuevo, entonces que le quedaba.
Arrepintiéndose hasta del último segundo que desperdició rechazando a Heero, cerró los ojos tratando de disminuir la velocidad de su respiración ahogada. Como si lo estuvieran obligando a respirar bajo el agua. Peor que nunca. Nunca encontraba comodidad a la hora que se recostaba con la espalda adolorida por el esfuerzo que hacía por respirar.
Por momentos sentía empatía por los peces cuando los arrancan del agua. Revolcándose en la red en busca de vida. Pobres peces, pensaba mientras que trataba de mitigar su tos, enredándose entre las sábanas para que no siguiera sonando como truenos.
Y no dejaba de pensar en Heero.
Si iba a morir entonces sería a su lado.
Entonces eso era lo único que le quedaba por hacer….
Se puso de pie con mucha dificultad. Se puso los zapatos a tientas y abrió la puerta despacio. No lo veía por ningún lado. Debía estar en su habitación rezando en mil idiomas, divagando entre el cielo y el infierno, urdiendo las palabras con las cuales lo iba a condenar al fuego eterno la próxima vez que le desobedeciera.
Salió con un ruido chirriante en la puerta de su habitación. Si no podía Salir por la puerta grande entonces intentaría por la cocina. Según lo poco que recordaba el hueco por donde entró Heero seguía en su lugar.
Avanzó tambaleándose mareado por la falta de oxígeno, mitigando su tos con pensamientos acerca de Heero. Los silbidos asmáticos resonaban como campanas en el pasillo oscuro. Llegó a la bendita ventana y buscó la salvación a través de ella. Primero una pierna, luego la otra. Despacio, muy despacio…
Pronto estuvo fuera de la casa, como Adán huyendo del Edén. Asustado y sin saber que hacer. Sólo pensando en Heero.
En la oscuridad de la noche, atravesando las calles como alma en pena. Deambulando sin poder mantener el aliento. Sólo quería volver a su lado, no importaba el precio. Sintiéndose peor que nunca. Al final no importaba nada sólo regresar a su lado.
Como alma que persigue el diablo… pisándole los talones oculto entre las sombras…
Continuaráaaaa...
Gracias a todos los que leen mi fic. Ven ese cuadradito moradito alla abajo? es para que dejes tu comentario. No lo olvides... bites
