Nada me pertenece, yo sólo estoy haciendo un fic. Es todo. Un capítulo más… aunque cortito… Sorry pero la demora… pero ahí va…
13. Without sin
Amanecía y la noche estuvo repleta de pesadillas. Como si el recuerdo hosco de todo lo vivido se re
creara en sus sueños. Un vistazo rápido a su vida vivida hasta ese momento. Sin Duo presente estaba vacía.
Un sonido en la puerta y esta se abrió con la parsimonia de un verdugo. Bryan entró con la paciencia de un santo, arrastrando una maleta de mano y la dejó en el suelo. Respiraba con fuerza, resoplando como un ogro.
Volcó las ropas de Heero dentro tan despacio, como si le costara mover las manos. Y sin decir una sílaba abandonó la habitación.
Ni una palabra, ni siquiera había vuelto los ojos para dirigirle una mirada. Tal vez pensaba que aún dormía y no quería despertarlo.
O tal vez las cosas no iban a volver a ser las mismas.
El fin había llegado.
Heero respiró hondo sacudiendo involuntariamente los trozos de metal que lo mantenían atado a la cama. Se acomodó con modorra sobre la cama respirando profundo el olor ha guardado que estaba cobrando su cuarto producto de la remoción de sus ropas.
Ahora sólo debía esperar que se cumpliera su destino. Que Bryan viniera a liberarlo para no volverlo a ver más.
Quizá así debió ser desde un principio. Quizá nunca debió sacarlo de entre las llamas y llevarlo a vivir con él. Quizá no le hubiera causado tantos problemas y molestias.
Ahora apenas tuviera la oportunidad iba a huir en busca de Duo, que era lo único que tenía en el mundo. Irse lejos y no volver nunca más. Nunca más sonaba tan lejano, nunca más no incluía a Bryan.
Lo había decidido durante la noche. Entre pesadilla y pesadilla había decidido que lo que quería era quedarse al lado de Duo. Era lo mejor, desaparecer de una vez, desaparecer ambos. Como si nunca hubiesen existido. Irse tan lejos que nunca nadie más los encontrara.
Ni siquiera Bryan, ni siquiera el recuerdo de su mamá quien se aparecía en sus sueños para colorearlos de tristeza…
Duo era su única familia, la familia que perdió cuando su mamá murió y recuperó cuando él lo encontró en medio de la nada, medio muerto de hambre.
Intento sonreír mientras echaba un vistazo por la ventana para encontrar una mañana húmeda. Quizá era muy temprano para abrir los ojos al nuevo día. Quizá era muy pronto para decirle adiós a Bryan. Pero así debían ser las cosas.
Entonces un sonido nuevo que atravesó el pasillo y nació en la puerta principal se dejó oír en toda la casa. Tanto así que Bryan se acercó a la puerta a ver que era lo que sucedía.
La puerta se abrió con el crujido característico de puerta vieja y lo que siguió fue el sordo sonido de un disparo.
"Noooo…. Me prometiste que no ibas a hacerle daño a nadie."
Duo.
"Lo juraste…"
Heero se quedó inmóvil un segundo, sin darle crédito a sus oídos. Mientras su mente iba a mil por hora pensado en miles de cosas en una fracción de segundo mientras que el mundo de empezaba a volver una pesadilla y tenía los ojos abiertos.
Se retorció sobre la cama como un pez que arrancan del agua, mientras escuchaba como la pesadilla se desarrollaba a viva voz en la entrada del departamento. Una gota de sudor gélido se escurrió por su frente y siguió forcejeando contra sus ataduras.
"Bryan…" susurró mientras trataba de afinar el oído para escuchar su voz. No podía estar sucediendo, debía estar soñando aún.
Nada… era como si Bryan ya no estuviera presente. Sólo podía oír la voz sollozante de Duo y palabras que sonaban a cementerio, a viva voz, en idiomas celestiales.
Estaba aún atado a la cama y no tenía manera de soltarse. Forcejeaba como si quisiera arrancarse el brazo y dejarlo colgado para ir en busca de Bryan y de Duo.
Pero no tuvo que esperar mucho tiempo. Pronto los ojos grises que balbuceaban oraciones horribles en varios idiomas aparecieron frente a él. Acompañándolos, una mueca muy próxima a una sonrisa. Duo venía con él, temblando mientras se deshacía en sollozos.
Los ojos grises avanzaron hacia él sin quitárselos de encima. Y su boca se movía en direcciones distintas y sus ojos grises traían un brillo maligno. Y la ropa de Duo estaba manchada de sangre y su pecho se inflaba mientras respiraba a toda velocidad para que entre algo de aire a sus pulmones. Y la tos de Duo invadió la habitación mientras caía al suelo de rodillas a punto de ahogarse por culpa del asma.
Los ojos grises vestidos de negro, emulando un sacerdote empujaron a Duo hacia la cama, donde estaba Heero espantado, como un zorro en la trampa, a merced del cazador, cuando no le queda más que enseñar los dientes esperando el tiro de gracia.
Y su boca desperdigaba oraciones que sonaban a cementerio y sus ojos buscaban los de Heero mientras se acercaba a ambos con un arma en una mano. Detuvo sus oraciones y bajó el arma.
Duo se estaba ahogando en lágrimas, apoyado sobre Heero. Sus manos ensangrentadas cubrían su rostro.
"La llave muchacho. ¿Dónde está la llave?" preguntó con los ojos saliendose de las orbitas por lo alterado que estaba.
Heero no contestó. Con la mano libre trataba de consolar a Duo. La cabeza le daba vueltas y quería gritar de dolor. Ese sujeto le había disparado a Bryan y ahora los iba a matar a ellos. Para qué demonios quería la maldita llave.
"Debe estar en el cuerpo de ese otro demonio. Tú, tráeme la llave." Ordenó mientras jalaba a Duo de la trenza.
El chiquillo volteó sollozando y se negó a moverse más. Estaba tan asustado de dejar solo a Heero con ese sujeto.
"He dicho que traigas la llave, demonio infernal" y lo golpeó en la cara con el metal frío.
Duo sollozó más para luego abandonar la habitación encorvado de dolor y por la falta de oxígeno en su sistema. Ya no podía caminar y todo empezaba a tornarse oscuro. Avanzó por la puerta y el pasillo rodeado de sus silbidos asmáticos. Cada paso más difícil de dar, mientras que sentía que la espalda se le iba doblando más y que la visión se le nublaba. Pronto todos iban a estar muertos, eso era seguro.
Llegó donde estaba el policía, en el suelo, embarrado de sangre. Los ojos abiertos mirando al techo, tratando de moverse, de levantarse.
Duo llegó a su lado temblando. Se arrodilló a su lado y se dio cuenta que tenía los ojos grises sobre él. Vigilándolo.
"Las llaves" susurró sin saber si el policía estaba escuchando o si le iba a poder responder.
Bryan hizo un gesto con la boca y esta emanó sangre. Luego le señaló con los ojos uno de los bolsillos de su camisa. Ahí fue donde encontró la llave.
Duo quería decirle que se iba a recuperar, que iba a estar bien. Pero no estaba bien mentirle a quien agoniza. Temblando tomó la llave y quiso hacer algo por él, levantarlo del suelo, algo. Pero los ojos grises vigilaban de cerca, los ojos grises los estaban apuntando.
El chiquillo cerró los ojos maldiciéndolo en silencio y se levantó del lado de Bryan.
"Me prometiste que no les ibas a hacer daño." Gritó mientras se resistía a entregarle la llave. Ya no le quedaba más aliento para protestar, ni fuerzas para defenderse. Recibió otro golpe en la cara con la cacha de la pistola y fue a dar al suelo al lado de la cama de Heero.
No había nada que pudiera hacer… estaban perdidos.
Los ojos grises apartaron a Duo de un puntapié y le aventaron la llave a Heero.
Una vez libre sentía ganas locas de saltarle encima y desollarlo con sus uñas, desmembrarlo con sus dientes. Por todo lo que había hecho, por lastimar a BRyan, por poner sus manos sobre Duo… no podía seguir con esto.
Este era el fin.
Quería que despareciera con tantas ganas que casi no podía contener el impulso de saltar sobre él y hacerlo pedazos.
Pero tenía el arma en la sien de Duo.
"Maldito demonio del infierno…. Almas pecadoras… ha llegado la hora del juicio final. Es hora de que se arrepientan… es hora de que se arrepientan de sus pecados…." e hizo sonar el tambor con sus dedos huesudos y torvos.
"Cállate." Gritó Heero con todas sus fuerzas. "Ya cállate. Deja de decir eso. El único demonio eres tú. Maldito asesino."
Los ojos grises lo miraron con enloquecidos, como si hubieran proferido sus labios la peor maldición que alguna vez se haya dicho. Los ojos casi se le salen de las orbitas y hasta parecía que le era dificultoso retomar el discurso luego de oír sus palabras.
"Demonio, como te atreves a hablarme así. Insensato. Yo soy un arcángel un ser celestial. Yo estoy en el mundo para liberarlo de seres como tú." Y sacó de su bolsillo su rosario de madera.
Se acercaba a Heero como si el mundo hubiera desaparecido a su alrededor.
"Arrepiéntanse seres malignos. Arrepiéntanse de sus pecados. Pidan perdón para que les sea concedido. Pidan perdón…" gritó mientras sacudía en una de sus manos el instrumento de madera.
Heero se puso de pie y avanzó hacia los ojos grises.
"Quieto, quédate donde estás…. No te muevas ni un centímetro."
"No me interesa lo que digas, maldito loco. Si me vas a matar hazlo ahora. Vamos… mátame. No pudiste matarme antes, no vas a poder ahora."
Los ojos grises abandonaron a Duo a su suerte y dirigieron toda su atención sobre el ángel caído que tenía enfrente, quien lo miraba con ojos brillantes de lágrimas. Tan sucio, tan vil.
"Dispara. Dispara…" gritó. "mátame de una vez maldito demente… hazlo."
El sujeto vaciló un momento.
Y Heero se lanzó sobre él. Logró derribarlo sin que pudiera disparar. El arma salió volando por el aire.
Los ojos grises furibundos lo tomaron por el cuello mientras que recitaban mil palabras por segundo. Apretaban su cuello con voluntad de quebrarlo. Heero trataba de sacárselo de encima y pataleaba para liberarse.
"Pecador…. Miserable serpiente pecadora…. Pecador. No me vas a vencer serpiente maldita. Voy a regresarte al lugar donde perteneces…." Y luchaba por acabar con su existencia mientras Heero se retorcía para liberarse.
"noooo…" una voz olvidada resonó a un lado de la habitación. Duo apenas podía mantenerse en pie y luchaba contra si mismo, mientras que trataba de mantener el arma firme en sus manos.
"dé…jalo, deja…a He..Heero en paz…" y la tos acortó sus palabras mientas que la lucha cesaba a su lado.
Los ojos grises estaban sobre él entonces. Y sujetaban con fuerza la garganta de Heero.
"Luego acabaré contigo… demonio… luego acabaré contigo."
"Suéltalo… ah…ora.."
"Debí acabar contigo antes. ¿Verdad? Malagradecido… debí acabar contigo pero no conté con que tus poderes demoníacos te iban a salvar tantas veces." Y soltó a Heero sólo para rodear su cuello con el rosario de madera.
"Debí acabar con tu existencia maligna la primera vez que te vi. Cuando ingresé a ese antro pestilente de lujuria. Cuando te encontré en ese nido de pecado y llevé el castigo divino que merecían." Y apretaba los trozos de madera contra la garganta de Heero quien a penas si podía soportar tal presión.
"Tú dijiste… tú eres un mentiroso…un asesino."
"Yo estoy libre de pecado…. Demonio. Yo estoy libre de pecado porque soy un arcángel…soy un ser divino. Yo….soy la justicia divina…. Y esta vez no voy a fallar…"
Heero cerró los ojos mientras sentía que el aire se acababa junto con su estancia en la tierra. De pronto su vida pasaba frente a él… y podía ver la figura pálida de su mamá de pie estoica mirándolo. Ella era un mal recuerdo… ella había venido a buscarlo en sus últimos momentos.
Intentó voltear a ver a Duo, pero no podía hacerlo. Quería verlo por última vez y morir pensando sólo en él… en lo feliz que lo había hecho estar a su lado….
"Duo…." Exhaló….
Y el sonido zordo que acompaña la muerte se dejó oír. Y apretó los ojos sintiendo que el tiempo se agotaba… y suspiró sintiendo que sus pulmones de nuevo podían absorber oxígeno. Y sentía como la presión en su garganta disminuía mientas que un líquido caliente empezaba a humedecer su nuca…
"Maldito…demonioo….del infierno…" y los ojos grises se apagaron para siempre.
Y Duo lo miraba con los ojos fuera de sus órbitas… y temblaba mientras que su pecho emanaba silbidos cada vez más agudos. Y su rostro perdía el color y sus ojos se cerraron también….
"Duo…."
xxxXXXxxx
"Bryan… no te mueras por favor..."
Temblaba mientras que los ojos se le chorreaban sobre su cuerpo tibio. La herida no paraba de sangrar, pero aún respiraba y quizá no le iba a quedar mucho tiempo.
Estaba inconsciente…. Pronto llegaría la ambulancia por él… era lo mejor...
Duo reposaba en un sillón a su lado… los ojos cerrados como sin vida…. Respirando con mucha dificultad. Se iba a poner bien sin duda….
No había remedio entonces…
No tardaría en llegar la policía y seguro iban a hacer muchas preguntas…. Y Duo no se podía levantar en ese estado…
El sujeto de los ojos grises yacía sin vida donde quedó luego que Duo le disparara una bala certera. Ahora iban a estar en problemas… si la policía llegaba iba a buscar un culpable. El único culpable estaba camino al infierno… pero Duo… no podía permitir que lo culpen por salvarle la vida.
No iba a permitir que Duo fuera a la cárcel por su culpa. No podía soportar eso… Todo menos eso…
Acarició sus mejillas los dedos mientras que imprimía en su memoria cada una de sus facciones.
Luego besó sus labios intentando disolver el sabor amargo que le traía el hecho de que no los iba a besar más.
Pero era lo mejor, para ambos…
Libre de culpa… libre de pecado… así es como debían ser las cosas.
Se acercó a Bryan acariciando su frente… cuando tantas cosas habría querido decirle… cuando sólo deseaba quedarse al lado de las personas que tanto quería. Si tan sólo pudiera ser eso. Pero nada bueno iba a resultar si se quedaba con ellos. Sólo le había traído problemas a Bryan…
Él le había dado todo y este era el modo como le pagaba…
Todo era su culpa.
"Perdóname Bryan… perdóname…." susurró mientras tomaba el arma en sus manos y la escondía en sus ropas.
Y su mamá lo miraba desde un lado de la habitación, silenciosa. Como si quisiera sonreírle y nunca lo hacía, como si quisiera hablarle pero no se atrevía. Sólo lo contemplaba sumida en el silencio que tanto amaba.
Heero se secó las lágrimas con la manga de su ropa y abandonó la casa, su hogar, a lo único que tenía en el mundo... Afuera las sirenas de la ambulancia sonaban cada vez más cerca.
Sin pecado, sin culpa….
"Lo siento Bryan… todo es culpa mía…. Perdóname por favor…. Adiós Duo…."
Continuará...
