Capítulo 14.

Lily tardó un poco en percatarse de la presencia de Genzo dentro de la habitación. Lo miró por algunos segundos. Él también la miraba y en cuanto ella se dio cuenta de esto, le volteó la cara y se dedicó a ignorarlo.

Bueno, señor Nordenström, ya está usted seguro aquí.- dijo Lily a Lasse.- Le pediré a mis enfermeras que ya no lo sigan molestando.

Muchas gracias, doctora Del Valle.- sonrió Lasse.

No hay de qué.- Lily le devolvió la sonrisa.- ¿Cómo te sientes hoy, Sanae?

Muy bien, gracias doctora.- sonrió Sanae también.

Hola, doctora Lily.- saludó Kumi.

Hola, Kumi.- respondió la aludida.

¿Usted es la doctora de la señora Ozhora?.- inquirió Samael.

No por lo pronto, espero en un futuro serlo.- respondió Lily.- Yo soy Neonatóloga y espero que Sanae me permita atender a su bebé cuando éste nazca.

Ya veo.- asintió Samael.- Creo que aun no nos han presentado.

No. ¡Qué maleducada soy!.- rió Lily, algo avergonzada.- Soy la doctora Lily Del Valle.

Soy Samael Nieminen.- respondió Samael, simplemente.

¿Usted es la líder de Shadows of Soul, cierto?

¿Me reconoció?

Es difícil no hacerlo.- respondió Lily.- Más si viene en compañía de alguien como Lasse Nordenström…

Samael volvió a notar la admiración que Lily expresaba por Lasse. Y en esa ocasión, la joven también percibió el malhumor que comenzaba a hacer presa de Genzo.

Él es Genzo Wakabayashi.- dijo Samael a Lily.- Jugador del Bayern Munich.

Lo conozco.- respondió Lily, con frialdad, lanzándole a Genzo una mirada de desdén.

Sí, ya tuvimos el placer… .- musitó Genzo.

Yo no diría que fuese precisamente un placer.- replicó Lily, molesta.- En fin, solo quería ver cómo seguía la señora Ozhora y traer sano y salvo al señor Nordenström. Con permiso, tengo que ver a mis pacientes.

Lily se despidió de todos y salió de la habitación con un revuelo de su largo cabello. Genzo siguió observando la puerta mucho rato después de que ella se hubiese marchado. Sanae y Samael notaron esto pero ninguna quiso decir nada… En ese momento… Después de un buen rato, Lasse expresó su deseo de ir a despedirse de su prima y salió de la habitación, después de desearle a Sanae que se recuperara pronto. A Kumi se le antojó un panecillo y salió detrás de él, rumbo a la cafetería. Samael recibió una llamada a su celular y se alejó para contestar en privado. Sanae aprovechó la ocasión para interrogar a su amigo.

¿Fue idea mía o te gusta la doctora Del Valle?.- preguntó Sanae, a quemarropa.

¡Ja! ¿Qué clase de pregunta es ésa?.- Genzo ni se inmutó.

Una pregunta, nada más.- replicó Sanae.- No estoy ciega. Me di cuenta la manera en cómo la mirabas.

Es atractiva.- respondió Genzo.- La miré como miraría a cualquier mujer hermosa.

Ajá.- bufó Sanae.- Ésa no te la creíste ni tú. Tu mirada fue distinta, no como cuando una chica te atrae sino como cuando sientes algo más por ella.

Ni siquiera la conozco.- replicó Genzo.- ¿Cómo podría sentir algo más por ella?

Dímelo tú.

No digas tonterías, Anego…

Deja de llamarme Anego… Y no digo tonterías, se bien qué fue lo que yo vi.

Genzo encendió la televisión, para ver si con eso conseguía callar a Sanae. Ella prefirió ya no seguir insistiendo, pero sabía que tenía razón. Samael colgó el celular y se acercó a los otros dos.

Debo irme ya.- anunció Samael.- Tengo algunos asuntos pendientes.

También yo me voy.- dijo Genzo.- Solo esperaré a que Sugimoto regrese…

Y pareciera que la hubo convocado, pues Kumi regresó en ese momento. Sanae se despidió de los jóvenes que se marchaban y éstos le desearon a ella que se recuperara pronto. Genzo y Samael salieron de la habitación y aquél no se esperó para hacerle la pregunta de rigor a Samael.

¿Vienes a ver a Matsuyama?.- preguntó Genzo, sin suavizar el golpe.

¿Cómo lo sabes?.- Samael estaba tan sorprendida que se delató ella misma.

Lo sé porque te conozco.- suspiró Genzo.- De verdad, no sé que te ganas con seguir en eso…

Es algo que a ti no te importa.- replicó Samael, enojada.- Eso solo es asunto mío.

Claro.- asintió Genzo.- Pero eres mi amiga y no me puedes culpar por preocuparme por ti.

Cuando te pida que te preocupes por mí, lo haces.- replicó Samael.- Si no, hazme el favor de cerrar tu bocota.

Lejos de sentirse ofendido, Genzo soltó una carcajada, pues él sabía que Samael era demasiado seca y fría con sus sentimientos.

¿De qué te ríes?.- preguntó Samael, enojada.

De nada.- respondió Genzo, tranquilo.

En ese momento ambos llegaron a la central de enfermería y Genzo volvió a quedarse mudo. Samael se dio cuenta de que Lasse y Lily charlaban muy alegremente. Ella se reía con una risilla nerviosa que delataba su gusto por estar con Lasse y él curiosamente tenía una extraña mirada de ternura en los ojos… Sobra decir que ni a Samael ni a Genzo les gustó ver semejante escena…

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Tsubasa decidió comprarle a Sanae un ramo de rosas rojas, para alegrar un poco la habitación. En la florería, media docena de compradores lo reconocieron y le preguntaron por la salud de su joven esposa.

Eh, ella está bien, muchas gracias.- respondió Tsubasa, algo ofuscado.

¿Y cómo está el bebé?.- preguntó una persona.

Bien.

¿Y ya saben qué sexo será?

Eh, no…

Deberían de investigar.- opinó alguien.- Para que así ya vayan escogiendo la ropa de color que le comprarán. Rosa si es niña, azul si es niño.

Por supuesto que será varón.- dijo otra persona.- El primogénito de Tsubasa Ozhora deberá ser hombrecito, para que siga los pasos de su padre…

Si es niña también podría hacer eso.- replicó la florista.- ¿Quién dice que solo los hombres pueden jugar al fútbol?

Naaa, pero el fútbol femenil no está tan avanzado como el varonil.- dijo alguien más.- Mejor que sea hombre.

No, que sea mujer…

Tsubasa miraba a los demás discutir, sin decir nada. Tan enfrascados estaban todos en la plática que nadie se había dado cuenta de que Tsubasa los miraba azorado y sin decir nada.

¿Usted qué prefiere, señor Tsubasa?.- preguntó una ancianita.- ¿Qué sea hombre o mujercita?

Prefiero que sea un bebé sano.- respondió Tsubasa, al tiempo que le pagaba las flores a la florista.- Con eso me conformo.

Con estas palabras, Tsubasa calló a todos los que discutían, quienes lo miraron salir entre una mezcla de vergüenza y asombro. Tsubasa se dio prisa, ya que el suceso en la florería le había quitado algo de tiempo. Afortunadamente, todavía era temprano y no había ningún reportero a la vista, o quizás todos se habían marchado al campamento del Barcelona, pensando quizás que Tsubasa no visitaría a su esposa tan temprano. Sea como fuera, Tsubasa entró al hospital y se topó con Genzo, quien traía cara de pocos amigos.

¿Sucedió algo malo?.- le preguntó Tsubasa, algo preocupado.

No te preocupes, Sanae está bien.- respondió Genzo, con el entrecejo fruncido.

Tsubasa vio que su amigo y Samael Nieminen miraban fijamente hacia un punto, pero Tsubasa no quiso detenerse a ver qué era y enfiló rumbo a la habitación de Sanae. Allí, se dio cuenta de que la habitación de su esposa ya estaba atascada de miles de ramos y arreglos florales. Tsubasa se desilusionó un poco.

¡Tsubasa!.- exclamó Sanae, feliz de verlo.

¿Cómo estás mi amor?.- preguntó él, son una sonrisa, acercándose a la cama.

Mucho mejor, ahora que puedo verte.- respondió Sanae.- ¿Esas flores son para mí?

Sí, pero… .- Tsubasa recorrió con los ojos la habitación.- Veo que ya te trajeron muchas…

Sí, pero no importa.- replicó Sanae.- Tú sabes que prefiero las que me traes tú…

Tsubasa besó a su esposa y le entregó las flores. Sanae las olió y las abrazó con mucho cariño.

Dejen voy a conseguir otro florero.- comentó Kumi.- Mejor dicho, otros mil…

¿Aun no ha venido a verte la doctora Cortés?.- interrogó Tsubasa.

No, pero aun es temprano.- respondió Sanae.

Ok. ¿Y cómo te sientes? Ya en serio.- Tsubasa miró fijamente a su esposa.

Mucho mejor, de verdad.- sonrió Sanae.- El saber que estoy aquí para que ayuden al bebé me ha tranquilizado mucho. Ya no tengo dolor y el sangrado ha disminuido, aunque aun no se quita completamente…

Deberías de comentárselo a la doctora.- opinó Tsubasa.

Tranquilo, ella dijo que se quitaría si seguía las indicaciones y guardo reposo absoluto y eso es lo que he hecho.- Sanae tranquilizó a su marido.- Tú no te preocupes. Además, cada hora más o menos viene una enfermera para ver si se me ofrece algo.

Como digas.- asintió Tsubasa.

Él lo pensó unos minutos. ¿Debería decirle a Sanae sobre el mensaje de Isabel? "No es buena idea", respondió una voz. "Para empezar porque Sanae no sabe que Isa sentía algo por ti y tendrías que explicarle todo".

Eso era cierto. Sanae conoció a Isa-chan, pero la japonesa siempre pensó que la brasileña no era nada más que la asistente de Roberto Hongo y jamás se le pasó por la cabeza que pudiese estar interesada en Tsubasa. Y éste, por supuesto, nunca la sacó de su error…

"¿Y si Isa aparece en el hospital y se presenta ante Sanae? ¿No crees que sería un tanto extraño?". Tsubasa descartó la idea. Era cierto que Isa le había hablado, consiguiendo quién sabe como el número de teléfono de su casa, pero no la creía capaz de ir al hospital a visitar a Sanae…

¿Te pasa algo, Tsubasa?.- preguntó Sanae, cortando sus pensamientos.

¿Eh? No.- negó él.- Perdón, es solo que pensaba en el posible sexo del bebé…

¿Te gustaría que le pidiéramos a la doctora Cortés que nos diga si será hombre o mujer?.- preguntó Sanae, risueña.

No lo sé. ¿Tú que opinas?

No sé tampoco. Por una parte me gustaría, pero por otra…

En ese momento, la puerta se abrió y entró por ella alguien a quien ni Tsubasa ni Sanae esperaban encontrarse por allí…

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Deb sabía que se le había hecho un poco tarde para el pase de visita. Llegando tempranito por la mañana, le hablaron de urgencias para que fuera a revisar a una paciente que tenía una posible placenta previa (uhm, una enfermedad del embarazo en donde la placenta no está en donde debe estar y causa problemas). Deb revisó a la paciente y tuvo que hacerle un ultrasonido para descartar cualquier problema. La paciente no tenía ninguna complicación en el embarazo, simplemente se trataba de otra falsa alarma... Sin embargo, eso le había quitado tiempo y ya iba con mucho retraso para pasar la visita a sus pacientes hospitalizadas. La primera de ellas sería Sanae Ozhora, no porque ella fuera la esposa de un famoso jugador sino porque casi siempre las madres primerizas tendían a ser muy asustadizas.

Deb no sabía que esa mañana ella tendría un encuentro con el destino.

Cuando ella entró a la habitación de la señora Ozhora, lo primero que Deb vio fue a un hombre joven, de cabello rubio platinado y de unos sorprendentes ojos azules. El joven la miró fijamente y Deb sintió que la sangre se le agolpaba en el rostro. ¿Quién era ese apuesto caballero?

(Anda tú, que parece un cuento de hadas ¬¬).

Buenos días.- saludó Deb, tratando de mantener la calma.- ¿Cómo estamos hoy?

Mucho mejor.- sonrió Sanae.- Gracias.

¿Cómo sigue el sangrado?

Ya cada vez es menos.

Pero aun hay sangrado…

Sí, un poco…

¿Y el dolor?

Ya no tengo nada.- Sanae sonrió.

Perfecto.- Deb también sonrió.

Ella le pidió a Tsubasa, a Kumi y al joven rubio que las esperaran afuera un segundo para poder revisar a Sanae. Deb hizo una revisión rápida y anotó todo en el expediente de Sanae.

¿Cómo estoy?.- preguntó la japonesa.

Mejor.- respondió Deb.- El sangrado, efectivamente, es menor, cosa que es buena, pero aun no remite del todo, por lo que tendrás que seguir hospitalizada.

Está bien, como usted diga, doctora.- asintió Sanae.

Deb hizo pasar nuevamente a los jóvenes a los que había sacado y le explicó a Tsubasa el estado de salud de su esposa.

Tendrá que quedarse un día o dos más aquí.- anunció Deb.

Está bien, doctora Cortés, como usted ordene.- asintió Tsubasa.

El joven rubio no le quitaba la mirada de encima a Deb y ya la estaba poniendo muy nerviosa.

Disculpe, aun no nos han presentado.- dijo el muchacho.- Soy Stefan Levin, mucho gusto.

Débora Cortés.- Deb le extendió una mano a Levin y se puso colorada como jitomatito.- Soy la Ginecóloga de la señora Ozhora. ¿Es usted amigo de los señores Ozhora?

Se podría decir que sí.- Levin sonrió.

El corazón de Deb latió como tambor. La doctora optó por despedirse y salir corriendo de allí.

"¿Por qué rayos me habré puesto así?", se preguntó Deb, al tiempo que trataba de no pensar en los azules ojos de Levin.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Carolina estaba parada frente a la taquilla del estadio de Barcelona. Había habido un cambio de sitio y el partido entre las selecciones de España y Chile se jugaría en Barcelona.

¿Va a querer boletos o no?.- le preguntó la vendedora, algo harta porque Caro se limitaba a mirarla sin decirle nada.

Eh… .- Caro dudó.

Ella se moría de ganas de ver a Carlos pero… ¿Y si él ya no quería volver a verla? La vendedora miró a Carolina con ojos de pistola y curiosamente fue esto lo que la hizo decidirse.

- Déme seis boletos, por favor.- pidió Caro.

Ella iría al partido, pero no lo haría sola…

Notas:

Jeje, por lo que veo, este fic me resultará muy largo porque no voy ni a la mitad de lo que llevo planeado… Jeje, lo bueno es que un embarazo dura nueve largos meses…

Me dio flojera explicar qué es una placenta previa. Si alguien tiene dudas, mándenme un mail y se los explico.