Capítulo 21.

Tsubasa y Sanae fueron hacia un sitio apartado. El sol estaba por ponerse y el ocaso era precioso. Ella no sabía qué esperar. Tsubasa la había defendido de Kanda, lo que quizás significaba que...

Tsubasa.- habló ella.

No.- pidió él.- Déjame hablar... Hay algo que tengo que decirte...

El ocaso ya estaba en todo su esplendor. El cielo estaba teñido de rojo y creaba un escenario perfecto para una declaración...

Yo no puedo prometerte que estaremos juntos.- habló Tsubasa.- Ni tampoco puedo pedirte que me esperes hasta que regrese... Lo único que puedo decirte con toda seguridad es que... Yo te amo, Sanae...

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Sanae no entendía qué rayos estaba haciendo Kanda ahí en el hospital. El joven no había cambiado mucho, excepto porque sus rasgos habían madurado.

¿Cómo estás, Sanae?.- preguntó Kanda.- Tanto tiempo sin verte.

Bien.- respondió Sanae.- ¿Qué haces aquí?

Pues verás, ando de gira por España y supe que estabas hospitalizada. Quise venir a visitarte.- explicó Kanda.

¿De gira?

Vacaciones pagadas.- rió Kanda.- No sé si lo sabes, pero me ha ido muy bien en el kick boxing...

Sanae había leído hace tiempo algún reportaje sobre Kanda, en el que se decía que el joven había triunfado en ese deporte.

Algo leí.- dijo Sanae.- Me da gusto por ti.

Gracias.- sonrió Kanda.- ¿Y tú? Lo último que supe de ti fue que te casaste con Ozhora y ahora me entero de que estás esperando un hijo.

Ya ves.- Sanae sonrió con cierta vergüenza.

¿Y eres feliz?.- quiso saber Kanda.- Ya sabes, ¿él cumplió todas sus promesas de hacerte feliz hasta la eternidad y todas esas cursilerías?

Pues sí.- respondió Sanae, sin titubear.- He sido muy feliz al lado de Tsubasa.

Pues no lo pareces, si me permites decírtelo.- comentó Kanda.- Tienes cara de haber estado llorando y dado que tu esposo no está aquí, supongo que es porque te enojaste con él.

Son cosas sin importancia.- mintió Sanae. Ella no quería que Kanda supiera algo sobre su problema con Tsubasa.

¿Segura?.- Kanda escrutó el rostro de Sanae.- Como sea. Solo quería ver cómo estabas y decirte que, si tienes algún problema, puedes buscarme cuando quieras. Te dejo mi dirección actual y mi teléfono, para lo que necesites.

Kanda le extendió una hoja a Sanae. Ella la tomó y se sorprendió mucho cuando Kanda, aprovechando el movimiento, le dio un suave beso en la mejilla.

Hueles tan bien como yo lo recordaba.- murmuró Kanda a una ruborizada Sanae.- Cuídate, Sanae. Estaré al pendiente de ti.

El joven salió del cuarto sin esperar respuesta. Sanae se llevó la mano a la mejilla, muy apenada, al tiempo que miraba el papel en donde Kanda le había anotado sus datos y se preguntó qué rayos podría hacer con el papel.

En ese momento, la doctora Cortés entró a la habitación, vestida de civil y sin la bata blanca. La mujer se topó con Kanda, quien la saludó muy cortés, y Deb se preguntó quién sería ese joven japonés.

Buenas tardes.- saludó Deb, feliz.- ¿Cómo estás?

Mucho mejor, doctora.- sonrió Sanae.- ¿Me vas a dar de alta?

Quizás, todo depende.- sonrió Deb.

La doctora revisó a Sanae y le dio algunas instrucciones a Natalia, quien estaba de guardia ese día.

Te voy a dar de alta.- anunció Deb.- Ya no tienes sangrado, así que te dejaré ir a casa. Solo te pediré que guardes reposo absoluto, lo que significa que únicamente podrás levantarte al baño. Tendrás que conseguir a alguien que te ayude...

Por eso no hay problema.- anunció una enérgica Kumi.

Deb saltó, asustada. Detrás de ella se encontraba el EPFUM completo, listo para entrar en acción.

Nosotras nos haremos cargo.- anunció Yukari.- No se preocupe por eso.

Qué bueno.- Deb sonrió, con una gotita de sudor escurriéndole por la cabeza.- Menos mal...

Débora le dio algunas últimas instrucciones a Sane y firmó el alta.

Cuídate mucho.- le dijo Deb a Sanae.- Y cualquier problema que tengas ven a consultarme. Te veré en la consulta en dos semanas.

Gracias por todo, doctora.- sonrió Sanae.

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Al final del partido, y aun cuando los ánimos de todos estaban algo caídos por el empate, Alisse le pidió a sus amigas que la acompañaran a ver si de pura casualidad conseguía un autógrafo de Matías González.

¿Tenemos opción?.- preguntó Paola.

Puedes irte con tu nuevo amigo.- respondió Alisse, en español, señalando a Ken.

Mejor voy contigo... .- gruñó Paola.

¡Y así podré ver a Carlos!.- Caro seguía saltando como conejo esquizofrénico.

Yo me iré con Mamoru.- anunció Bere.- Afortunadamente, ya habíamos quedado en salir después del partido.

¿Afortunadamente?.- Caro notó la palabra.

Sí, afortunadamente, porque así no tendré que soportarlas a ustedes.- respondió Bere.

También Deb tuvo suerte.- suspiró Lily.- Ella se regresó al hospital a ver a Sanae...

Y más afortunada aun porque se fue en compañía de ese papacito de Levin.- añadió Paola.

Yo las acompañaré.- anunció Kazuki.- Quedé de verme con Samael en un rato más para ir a tomar un café.

Ahhh, ¿puedo ir contigo a buscarla?.- pidió Lily, esperanzada.- Quizás aun esté con Lasse...

Genzo frunció el entrecejo, pero no dijo nada. Él y Misaki se quedarían a acompañar a las chicas. Los jóvenes se dirigieron a la zona de la salida de los jugadores chilenos. Ahí había ya varias chicas que le estaban pidiendo autógrafos al portero de Chile y a Matías González. Alisse soltó un pequeño grito y salió corriendo en busca de un autógrafo.

¡Que me autografíe mi bandera!.- gritó Alisse.- Lástima que no me traje mi póster...

¿Tienes un póster?.- Lily rió.- ¡No inventes!

Vamos, que tú tienes una colección de recortes de Lasse Nordenström en un álbum.- replicó Alisse.

Lily se puso colorada y Genzo se molestó aun más. Tampoco Misaki estaba de lo más feliz, no le gustaba que Alisse estuviese tan emocionada por Matías.

¡Firma mi bandera, por favor!.- le pidió Alisse al jugador chileno.

El muchacho volteó a ver quién le había hablado, y al descubrir a Alisse sonrió.

Con todo gusto.- Matías firmó el banderín de Alisse, sin dejar de mirarla de vez en cuando.- Qué agradable es tener una fan tan linda como tú...

Gracias.- Alisse se puso muy colorada.- Soy chilena y no le puedo fallar a mi equipo...

¿Eres chilena?.- sonrió Matías.- Mira qué casualidad. Yo también lo soy.

Alisse rió. Taro se puso muy serio.

¿Y qué haces una linda paisana por acá?.- quiso saber Matías, a quien evidentemente le interesaba tanto Alisse como a ella le interesaba él.

Aquí trabajo.- respondió Alisse.- En la Universidad de Barcelona. Soy profesora de Historia.

¿En verdad?.- rió Matías.- ¡Qué bien! Yo siempre fui pésimo en historia y sería agradable que alguien me diese algunas clases particulares...

Cuando quieras.- Alisse también rió, de la vergüenza.

El resto de las admiradoras de Chile miraron con odio a Alisse, ya que Matías le estaba prestando demasiada atención.

Estaré algunos días en España.- anunció Matías.- Quizás podríamos salir algún día de éstos, para que me muestres la ciudad...

Me encantaría.- sonrió Alisse, emocionada.

¿Me das tu número de teléfono?.- pidió Matías.

Ante esta petición, todos se quedaron mudos. Taro se puso muy pálido.

Anda la osa.- musitó Lily.- ¡Ya le pidió el número de teléfono!

Como que eso va en serio.- comentó Paola.- ¡Qué suerte tiene la condenada!

Alisse le apuntó a Matías el número de su celular en un trozo de papel que Caro tuvo la bondad de regalarle. Matías recibió el papel, con una sonrisa seductora.

Te llamaré.- sonrió él.- Eso tenlo por seguro.

Eso dicen todos y al final solo dan falsas esperanzas a niñas ingenuas.- comentó Taro, con voz seca.

Genzo lo miró muy sorprendido.

Tal pareciera que estás celoso, Misaki.- comentó Genzo.

Nadie te preguntó, Wakabayashi.- replicó Taro.

Matías miró a Taro de reojo, como tratando de descubrir quién era su posible rival, y se dio cuenta de que se trataba de uno de los mejores jugadores de Japón.

Taro Misaki.- habló Matías.- He escuchado mucho de ti. Siempre he tenido deseos de enfrentarte en la cancha.

Cuando quieras.- replicó Misaki, muy serio.

Ambos jugadores se retaron con la mirada. Fue hasta ese entonces cuando a Alisse le pareció muy extraña la reacción de Misaki (tan embobada estaba Alisse por el Mati que no se daba cuenta de nada más XD). Carolina, por su parte, estaba muy impaciente. El tiempo pasaba y Carlos nomás no aparecía...

¿Y si ya no se acuerda de mí?.- preguntó Caro a Lily.- ¿Y si ya no me quiere ver?

Ya, tranquilízate.- pidió Lily.- No vas a saber qué piensa si no lo enfrentas... Y mira, si te hace una sangronada, no saldrá vivo porque yo lo voy a arrojar a un barranco.

(O a amarrarlo a un ahuehuete, tú escoge, Krito XD).

¡Lily!.- gritó una voz de hombre.

Lily volteó. A ella se dirigía Lasse, en compañía de Samael y de una chica de cabello lacio que le recordó a Madonna y de otros dos jóvenes. Lily los reconoció a todos. Se trataban de los otros tres jóvenes (o sea, Katia, Joel y Bioy) que conformaban junto con Lasse y Samael la famosa banda de Shadows of Soul.

¡Qué gusto verte!.- sonrió Lasse.- Pensé que ya te habrías marchado.

No, aun no lo hago.- sonrió Lily.- Supe que Sorimachi buscaría a Samael y esperaba que tú vinieras con ella.

Pues eso resultó ser.- gruñó Samael.- Y nos habríamos ido antes de no ser porque Katia estaba empeñada en felicitar a los jugadores de España.

¿Por qué te molesta tanto eso ahorita?.- preguntó la aludida.- Si hace rato te pareció una buena idea...

Lasse hizo las correspondientes presentaciones. Para sorpresa de todos, Paola se enfrascó en una larga charla con Joel sobre la inutilidad de ir a ese tipo de eventos solo por darles gusto a sus amigos. A esas alturas el duelo entre Matías y Taro ya había acabado y Alisse se estaba dedicando a decirle a Misaki sobre lo buen jugador que era Mati. Parecía que en cualquier momento Taro iría a romperle la cara al jugador chileno. Genzo estaba enfurruñado y miraba con verdadero odio a Lasse, quien lo ignoraba olímpicamente y le sonreía a Lily. Kazuki se acercó a hablarle a Samael y a sus amigos.

Espero que no te moleste si Katia nos acompaña.- comentó Samael a Kazuki.

Ah, no, cambié de opinión.- replicó Katia, mirando a Kazuki con complicidad.- Mejor me llevaré a Bioy y a Joel a tomarnos unas cervezas a un bar.

Pero... .- comenzó a decir Samael.

Pero nada.- negó Katia.- Ya nos vamos. Andando, Joel, Bioy.

No somos perros.- gruñó Bioy.

¿Vienes, Lasse?.- preguntó Katia al violinista.

¿Eh! No, gracias.- negó Lasse.- Llevaré a la doctora Del Valle a comer.

Esta declaración hizo que Genzo apretara los puños y mirara a Lily con mucho enojo.

¿Aceptaste?.- preguntó Genzo, fríamente.

No tiene nada de malo.- respondió Lily, encarándolo.

Apenas lo conoces.- dijo Genzo.

¿Y eso qué tiene?.- replicó Lily.- Así podré conocerlo mejor.

Él no te conviene.- dijo Genzo, cada vez más enojado.

¡Oh, por favor!.- bufó Lily.- Al menos Lasse no es un pervertido que manosea a cuanta chica se le pone enfrente.

Ahí si te agarró.- se burló Paola de su primo.

A Joel no le pareció muy agradable el tener que separarse de Paola. Él, Katia y Bioy se marcharon, dejando a Samael y a Kazuki charlando. Lily se despidió de sus amigas y de Taro y se marchó con Lasse, ignorando por completo a Genzo. Samael suspiró, y después de decirle a Genzo que se tomara todo con calma, se marchó con Sorimachi. La gente ya se había dispersado y al final solo quedaban Taro, Genzo, Paola, Alisse y Caro. Ésta última seguía mirando hacia el estadio con mucha tristeza... Y al final, lo vio...

Carlos. El joven jugador caminaba hacia ella con la arrogancia de siempre. Caro se paralizó. Su mente le gritaba a su cuerpo que se moviera, que hiciera algo...

¡Carlos!.- gritó Caro, caminando unos pasos hacia el jugador.

El muchacho se sorprendió al verla. Él se detuvo y por unos momentos no dijo nada... Después, dejó caer su maletín al piso y comenzó a caminar hacia Carolina... Ambos se miraron fijamente cuando se encontraron a pocos metros de distancia... Entonces, ella atravesó corriendo el tramo que los separaba y se arrojó a él. Carlos extendió los brazos y recibió a Carolina. Ambos se fundieron en un largo abrazo, lleno de amor...

(Cursi, cursi, cursi ¬¬).

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Tsubasa estaba esperando afuera de la habitación de Sanae. Él no había visto salir a Kanda, llegó unos minutos después de que el muchacho se había escapado, ya que unos fanáticos de España lo habían detenido a la puerta del hospital.

¿Y si no quiere hablar conmigo otra vez?.- preguntó Tsubasa, inquieto.

No puede estar enojada contigo toda la vida.- opinó Matsuyama, quien se había regresado al hospital más que nada porque Yoshiko estaba ahí.

Quizás no, pero... .- Tsubasa recordó lo ocurrido horas antes, cuando Isa lo había abordado a afueras del estadio.

¿Pero qué?.- comentó Misugi.

Nada.- negó Tsubasa.- Es solo que no sé por qué Isabel vino a visitar a Sanae. No lo entiendo...

Deberías confrontarla.- opinó Matsuyama.- Y darle a entender que tú amas a Sanae y que lo que sea que pudo haber habido entre tú y ella no será jamás. Debe comprender eso.

No todas las mujeres son tan comprensivas y nobles como Samael Nieminen.- replicó Misugi.

¿Qué quisiste decir con eso?.- cuestionó Matsuyama.

Nada...

Tsubasa lo pensó unos minutos. Sanae se había puesto furiosa porque él no le había contado nada sobre Isabel. Sería recomendable que Tsubasa le contase a su mujer que Isabel lo había besado, pero otro lado, quizás Sanae se pondría peor y eso no sería nada bueno para el bebé...

"Qué demonios", pensó Tsubasa. "No le diré nada, no por ahora... Buscaré el momento más preciso para decírselo".

La doctora Cortés salió de la habitación y le dijo a Tsubasa que Sanae estaba dada de alta. Débora no sabía nada sobre la pelea entre ambos esposos.

Cuídala mucho.- aconsejó Deb.- Y procura no darle disgustos.

Gracias... .- respondió Tsubasa, con un suspiro.

"Evidentemente, no podré decirle a Sanae nada sobre Isa", pensó Tsubasa. "Me temo que eso entra dentro de la categoría de ´disgustos´".

Sanae, por su parte, deseaba que Tsubasa fuese a verla. Ya estaba arrepintiéndose de haber sido tan dura e injusta con él, sobre todo porque la visita de Kanda la había hecho reflexionar. Ella sí había sido feliz al lado de Tsubasa, él sí había cumplido todas las promesas que le había hecho cuando se casaron...

"Y lo olvidé", pensó Sanae. "Todo por culpa de esa mujer... Quizás debí haber dejado que Tsubasa se explicara, quizás en verdad ella no era importante para él y por eso nunca me dijo nada sobre ella...".

Sanae.- le dijo Yayoi, suavemente.- Tsubasa te está esperando afuera...

Dile que pase, por favor.- pidió Sanae.

Ella ya se había vestido y esperó nerviosa a que su esposo entrara. Tsubasa recibió el recado y entró a la habitación... Sanae estaba parada a un lado de su cama, ya arreglada, tan linda como él siempre la miró. El embarazo ya había empezado a notársele un poco... Tsubasa no sabía qué hacer, estaba parado en la entrada de la habitación, como el guerrero que siempre había sido para Sanae (¿por qué soy tan cursi?).

Lo lamento, Sanae.- habló Tsubasa.- Yo en verdad no quise lastimarte...

No digas nada.- Sanae corrió a los brazos de Tsubasa.- Perdóname tú a mí por no querer escucharte...

Tsubasa no respondió. Abrazó fuertemente a Sanae y la besó con intensidad.

Notas:

Me parece que en el ROAD sale una breve escena en donde se cuenta lo que está haciendo Kanda, creo que hasta sale un reportaje en el periódico sobre él (la verdad no me acuerdo bien).