Capítulo 22.
Pasaron algunas semanas. El embarazo de Sanae iba viento en popa. Pronto a la chica se le comenzó a notar y los reporteros se cansaron de tomarle fotografías de su estado. El EPFUM estaba haciendo bien su trabajo, seguían encargándose de la casa de los Ozhora y metiéndose de vez en cuando en sus vida privadas... Tsubasa ya no había recibido noticias sobre Isabel y él pensó que quizás ella habría entrado en razón...
¿Ya han pensado en un nombre?.- preguntó Débora, curiosa, durante una de las revisiones médicas.
Aun no.- negó Sanae.- Hemos pensado en varios pero aun no acordamos ninguno...
Ya veo.- sonrió Deb.- Aun tienen tiempo...
Sanae también sonrió. Era verdad, aun había tiempo, pero Tsubasa y ella no habían vuelto a charlar sobre el tema desde aquella plática que mantuvieron por el messenger con sus amigos.
Pues bien, tu bebé está creciendo muy bien.- anunció Deb.- ¿Estás segura de que no quieres saber si es niño o niña?
No.- negó Sanae.- Prefiero que sea sorpresa.
¿Y Tsubasa piensa igual?
Sí.- asintió Sanae.
Ya veo. De cualquier manera, si cambian de opinión me lo hacen saber.
Claro, muchas gracias.
Ese día, Sanae había acudido a consulta con Kumi. La chica se había quedado afuera, esperando a su amiga. Cuando Sanae salió, Kumi había estado charlando por su teléfono celular y cuando Sanae llegó, la chica cortó abruptamente la conversación.
¿Ya estás lista?.- preguntó Kumi.- ¿Qué te dijo la doctora?
Que todo marcha de maravilla.- sonrió Sanae.- ¿Nos vamos?
Ambas chicas se dirigieron a la salida. En la entrada del hospital se encontraron con Levin, quien las saludó a ambas.
Buenas tardes.- sonrió el sueco.- ¿Cómo estás, Sanae?
Muy bien, gracias.- sonrió Sanae.- ¿Y tú?
De maravilla también.- respondió Levin.- ¿Cómo está usted, señorita Sugimoto?
También muy bien.- sonrió Kumi, guiñándole un ojo a Levin.
Sanae se dio cuenta de esto y se quedó algo sorprendida. Normalmente Kumi no era así de coqueta...
Me retiro.- dijo Levin.- Cuídense las dos.
Gracias.- dijo Sanae.- Nos veremos pronto.
El sueco se marchó y Kumi esbozó una sonrisita. A Sanae siguió pareciéndole sospechosa la situación... A la salida del hospital, el celular de Kumi volvió a sonar y la chica lo miró.
¡Ups! Se me ha presentado una situación de urgencia.- dijo Kumi.- ¿Me perdonarías si dejo que regreses a tu casa tú sola? No quisiera, pero de verdad que esto no puede esperar.
No hay problema.- contestó Sanae.- Puedes irte, yo regresaré sola a casa.
Muchas gracias.- Kumi besó a su amiga en la mejilla.- Eres un amor. Te veré por la tarde.
Y sin esperar a que Sanae hiciera preguntas, Kumi se dio la vuelta y se marchó a todo correr, en dirección al hospital. A Sanae le sorprendió que la chica hiciera eso. La joven suspiró y se dirigió hacia la parada de los autobuses para tomar el que la llevaría a casa. Por el camino se encontró con Akai Tomeya, joven y prometedor jugador de la Selección Japonesa, el cual jugaba en Italia en la posición de libero.
Hola, Sanae.- saludó Akai.- ¿Cómo estás?
Muy bien, gracias.- sonrió Sanae.- ¿Qué haces aquí?
Venía a verte.- respondió él.- No pude venir a visitarlos a Tsubasa y a ti cuando estuviste hospitalizada y pues quería recompensar mi fallo.
Ya veo.- rió Sanae.- Pues no te preocupes, que estamos bien.
Ya veo.- sonrió Akai.- ¿Ya saben qué va a ser?
No.- Sanae acarició con ternura el vientre que traía a su hijo.- Preferimos que sea sorpresa...
Será mejor.- Akai estuvo de acuerdo.
El celular del joven comenzó a sonar de nuevo (con mi celular en la mano parezco romano de la antigüedad). Akai lo revisó y se disculpó con Sanae.
Rayos, debo darme prisa para ir al hospital.- dijo Akai.
¿Vas al hospital?.- Sanae se sorprendió.
Si, es que me lesioné una mano.- explicó Akai, algo nervioso.- Iré a visitarlos más tarde, si no te molesta...
Claro que no.- dijo Sanae.- Eres bienvenido, te estaremos esperando.
Gracias. Cuídate mucho, Sanae.- Akai se despidió y enfiló rumbo al hospital.
Sanae llegó a la calle y caminó con paso firme a la parada de autobús, pero no bien había llegado cuando un automóvil deportivo de color plata se detuvo junto a ella.
¿A dónde vas, Sanae?.- era Kanda.
¿Ah?.- la muchacha se sorprendió.- Voy a mi casa... Hola, Kanda.
Hola.- sonrió el joven con cierta arrogancia.- Vamos, sube, te llevo.
Muchas gracias, pero prefiero tomar el autobús.- respondió Sanae.
¿Y dejar que miles de reporteros te acosen en todo el camino a casa?.- cuestionó Kanda.
Sanae no lo pensó dos veces y se subió al automóvil.
Muchas gracias.- dijo ella, una vez que Kanda arrancó el coche.
No hay de qué.- respondió Kanda.
Lindo coche.- comentó ella.- ¿Es tuyo?
Algo así.- Kanda se encogió de hombros.- Conviene ser buen deportista.
Sanae rió. Algo así le había comentado Tsubasa cuando ellos compraron su actual casa, una hermosa construcción muy amplia ubicada en un barrio lujoso, y bastante cara...
¿Me permitirías invitarte algo de beber antes de llevarte a tu casa?.- preguntó Kanda, amablemente.- Me gustaría charlar un rato contigo.
Eh... .- Sanae lo pensó.
Era temprano. Tsubasa llegaría a casa hasta dentro de dos horas, Kumi estaba ocupada en quién sabe qué cosa, Yoshiko y Yayoi andaban de compras y Yukari se encontraba con Ishizaki...
De acuerdo.- asintió Sanae.
Muy bien, te llevaré a un buen sitio.- dijo Kanda.
El joven llevó a Sanae a un restaurante bastante tranquilo y de buen ambiente. Ahí, Kanda se portó como todo un caballero, cosa que sorprendió en extremo a la japonesa, ya que el Kanda actual era bastante diferente al Kanda que Sanae había conocido en la secundaria... O al menos era diferente con ella, ya que Kanda seguía siendo el mismo petulante de siempre con el resto de la gente. Una vez que ambos hubiesen ordenado, el muchacho miró fijamente a Sanae.
¿Y bien?.- preguntó él.- ¿Me vas a decir qué fue lo que te pasó?
No sé de qué hablas.- respondió Sanae, con sinceridad.
De la vez que fui a verte al hospital.- aclaró Kanda.- Cuando estuviste llorando.
Ah... .- Sanae suspiró.- No fue nada grave, en serio.
¿No? Pues yo diría lo contrario, de no ser así no habrías llorado.- replicó Kanda.
Punto para Kanda. Sanae no quería decirle al joven el motivo de su tristeza en aquella ocasión.
De verdad, no fue nada.- negó Sanae.- Me enojé por una cosa sin importancia...
Fue por una mujer, ¿cierto?.- aventuró Kanda.- Una mujer solo se pone como tú te pusiste cuando hay otra mujer de por medio...
Sacas conclusiones muy precipitadas.- rió Sanae, algo nerviosa.
Sí, fue por una mujer.- afirmó Kanda.- No puedes ocultar tus sentimientos, Sanae...
Sanae tomó un sorbo de su bebida, para evitar el tener que responder. De verdad que no quería el volver a hablar sobre el tema Isa, ni con Kanda ni con nadie.
Está bien, no insistiré.- dijo Kanda, tomando brevemente la mano de Sanae.- Pero no te mereces que ningún hombre te haga sufrir por otra mujer...
Gracias, Kanda.- Sanae retiró la mano con suavidad.
Muy cerca de en donde se encontraban ellos, un camarógrafo tomaba fotografías.
Será una historia sensacional.- murmuró el reportero.- La esposa de Tsubasa Ozhora se ve a solas con otro hombre durante su entrenamiento...
Sanae no tenía ni idea del problema que estaba por caer sobre ella...
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El día que Carlos y Caro se reunieron en el estadio fue de lo más romántico y cursi que puede haber, muy al estilo de las novelas de Televisa. Carolina quiso saber por qué Carlos se había marchado de México sin despedirse.
Por idiota.- reconoció Carlos.- Nunca debí haberme ido así, pero no quería perder la oportunidad de convertirme en el mejor jugador... Perdóname, Caro, mi amor...
Ay, Carlos.- suspiró Caro.- Pasé mucho tiempo deseando tu regreso... Pasé muchas noches en vela sin saber por qué te habías marchado así de mi lado...
Lo lamento tanto.- Carlos abrazó a la chica.- Pero ya estoy aquí, regresé por ti...
Años atrás, cuando Caro aun estaba en México, ella conoció a Carlos en un partido que hizo la preparatoria en donde ella estudiaba contra la escuela de Carlos. Él llevaba dos años viviendo en México, deseando convertirse en el mejor jugador de América para después serlo del mundo... Al principio, Caro detestó a Carlos por considerarlo un patán, y él la odió a ella por creerla una niña vanidosa... Aunque con el tiempo ambos se dieron cuenta de lo equivocados que estaban y terminaron por enamorarse...
Sin embargo, y como toda trágica novela de Televisa o TV Azteca, a Carlos se le presentó la oportunidad de irse a Chile a practicar para convertirse en el mejor jugador y se marchó sin darle ni una explicación a Carolina... Ella estaba herida, pero nunca consiguió olvidarse de él...
Ya estoy aquí.- musitó Carlos.- Y no te dejaré ir... Claro, si aun me amas...
Nunca dejé de amarte, Carlos.- respondió Caro.- Siempre esperé el momento en que pudiera volver a verte... Pero... ¿No te marcharás otra vez?
No, no lo haré.- sonrió Carlos.- Porque ya conseguí mi objetivo de convertirme en el mejor jugador, así que ahora sí tendré tiempo para ti.
Carolina dejó de sonreír y soltó a Carlos. Se puso extremadamente seria.
¿Qué pasa?.- preguntó él.
Pensé que habías cambiado.- musitó Carolina.- Creí que habías regresado porque me querías, no porque ya tenías "tiempo para mí".
Caro., espera por favor.- pidió Carlos.
Pero la chica no lo escuchó. Aguantándose las lágrimas se dio la vuelta y se marchó. Las semanas pasaron y Carlos seguía en España. Él decía que era porque quería retar a Tsubasa Ozhora a un duelo, pero la verdad era que no quería irse de España sin Caro... Ésta había rechazado todas y cada una de sus llamadas, incluso las últimas veces Lily lo había amenazado con amarrarlo a un ahuehuete si no dejaba de llamar.
Te lanzaré a un barranco, te tiraré por la ventana, te aventaré desde un puente, te tiraré por un acantilado.- gritó Lily, la última vez que Carlos llamó.- Deja en paz a mi amiga.
Adivino: era Carlos.- suspiró Alisse, quien estaba resolviendo un crucigrama.
¿Qué comes que adivinas?.- respondió Lily.- ¿No sales con Matías hoy?
No.- suspiró Alisse.- Está ocupado grabando unos comerciales.
Para sorpresa de todos, incluyendo de la propia Alisse, Matías había cumplido su promesa de llamarla y la invitó a salir. Lily aun recuerda la cara de tristeza que puso Taro Misaki cuando él fue a buscarla al departamento (de alguna manera averiguó la dirección).
Lo siento.- se disculpó Lily.- Pero Alisse salió...
¡Ah!.- exclamó Taro.- ¿Tardará mucho en regresar?
Quizás sí.- dijo Paola.- Salió con ese tal Matías y pues yo creo que se van a tardar.
Lily sintió muchísima lástima por Taro, ya que la mirada de desilusión y dolor en sus ojos claros fue bastante elocuente... Por supuesto, aunque Alisse se la había pasado de lo lindo con el Mati, la chica apreció emocionarse cuando Lily le contó lo ocurrido con Taro.
¿En verdad se puso celoso?.- preguntó Alisse, con una evidente sonrisa.
En verdad.- asintió Lily.- Debiste verlo, pobrecito... Y más que esta mujer no tiene nada de tacto...
¿Qué?.- protestó Paola.- Solo dije la verdad.
Vaya, vaya.- Alisse seguía sonriendo.- Qué bueno que se puso celoso.
Tal pareciera que eso te agrada.- observó Bere.
Claro que no.- negó Alisse, con una expresión que demostraba lo contrario.
Las demás optaron por no decir nada. Lily, por su parte, había tenido una maravillosa cita con Lasse. Él seguía yendo con frecuencia al hospital a verla o a invitarla a tomar un café, para disgusto de Genzo quien más de una vez pasó muchos corajes y derramó mucha bilis, ya que más de una vez el portero japonés vio a la doctora mexicana salir con el violinista europeo.
¿Y tú cuando vas a formalizar tu relación con Lasse?.- le preguntó Bere a Lily.
¿Eh?.- exclamó ella.- ¿Cuál relación?
No me digas que salir a tomar un café e ir al cine por varias veces con un mismo hombre no es una relación.- replicó Alisse, sarcástica.
No hemos hablado de eso.- negó Lily, sintiéndose algo incómoda.- Me siento muy bien al lado de Lasse, pero no queremos comprometernos por ahora.
Y al pobre de mi primo lo tienes caminando por la calle de la amargura.- comentó Paola.
¿Cómo dices?.- cuestionó Lily.
Bien que sabes.- replicó Paola.- Genzo está loco por ti y te has dado cuenta de eso. El pobre se la pasa todo el día en el hospital, esperando a que te dignes de mirarlo cuando menos una vez. Y no es que me interesen sus sentimientos, pero el pobre se ve tan trajeteado por ti que ya me da lástima.
Yo nunca le he dado esperanzas.- protestó Lily.- Si anda así es culpa de él.
Pero en el fondo Lily sabía que estaba mintiendo. Poco a poco, Genzo había ido ganándose su simpatía y en ocasiones Lily pensó que Genzo era en verdad un hombre con muchas cualidades... Incluso en más de una ocasión, Lily y Genzo se habían mirado a los ojos y se había establecido una conexión entre ellos, pero cada vez que Genzo daba un paso hacia delante, Lasse aparecía y malograba todo el ambiente... La verdad era que Lily estaba muy confundida. Lasse era el tipo de hombre que le gustaría a cualquier chica, pero Genzo también era un hombre digno de admirar.
El celular de Paola contestó y ella fue a contestarlo, esperando que no se tratase de Ken. Por alguna extraña razón, a últimas fechas, cada vez que Kazuki quería hablar con Paola le pedía a Ken que lo hiciera por él... Ni a Ken ni a Paola le hacía gracia el asunto, pero de alguna manera le había hecho Sorimachi para obligar a Ken a hacerlo.
Con mi celular en la mano, parezco romano de la antigüedad.- canturreó Lily.
Cállate, babosa.- bufó Paola.
Babosa tu cola...
¡Lily!
... ción... .- completó Lily.
Paola descubrió, con cierto alivio, que no se trataba de Ken, pero vio, con desagrado, que se trataba de su primo.
¿Qué quieres?.- dijo Paola.
Hola, prima.- saludó Genzo.- ¿Cómo estás?
Mal porque me hablaste.- respondió Paola.- ¿Qué quieres?
Pedirte ayuda.
Ya se me hacía... Bueno, pues no.
Ni siquiera sabes qué te voy a pedir.- protestó Genzo.
Sea lo que sea, es un no.- insistió Paola.
Por favor.- insistió Genzo.- Ayúdame con esto y te prometo que no le diré a la prensa que tu amor secreto es Tsubasa.
Te odio.- gruñó Paola.- ¿Qué es lo que quieres?
Que me ayudes con Lily.- contestó Genzo.- Ayúdame a acercarme a ella.
Uy, no hago milagros.- replicó Paola.- Déjame y te digo que estás en franca desventaja porque tiene cerca a ese Lasse y evidentemente no te pelará.
Gracias por el apoyo.- gruñó Genzo.- De cualquier manera, necesito que me ayudes. Yo no acepto un no por respuesta...
Ya, ya, como sea.- suspiró Paola.- ¿Qué necesitas?
A la mañana siguiente, cuando Lily llegó a su consultorio encontró un hermosísimo ramo de azucenas blancas, sus flores favoritas. El ramo estaba acompañado de una tarjeta, la cual Lily leyó con curiosidad, pensando que las flores eran de Lasse.
Espero que estas flores adornen tu consultorio con su belleza, pero la hermosura de estas flores no se compara con la tuya...
G.W.
P.D: ¿Algún día me aceptarás una invitación a cenar?
Lily se puso muy colorada y su corazón latió muy rápido. No se esperaba un detalle así de Genzo...
Notas:
Para los que no lo saben, Paola Wakabayashi detesta a Tsubasa Ozhora.
Con mi celular en la mano parezco romano de la antigüedad es fragmento de una canción que no me acuerdo ni como se llama ni quien la canta.
