Capítulo 27.
Maki contemplaba el hermoso atardecer, sin poder creer en su buena suerte. Kojiro Hyuga se encontraba a un lado suyo. Ambos habían pasado juntos todo el día, paseando por Barcelona y charlando. El día del partido entre España y Chile ellos habían quedado en verse otro día para ponerse al corriente de sus vidas.
Ni se te vaya a ocurrir pensar que será una especie de cita.- advirtió Hyuga.- No soy bueno para las citas.
No te preocupes.- respondió Maki, muy ruborizada.- Yo tampoco soy buena para eso...
Hyuga y Maki habían salido ya en dos o tres ocasiones, solo como un par de buenos amigos. La verdad era que ninguno de los dos había tenido tiempo para estar juntos. Unos cuantos años atrás, Maki había viajado a Italia para jugar un partido que tendría la Selección Femenil de Softball, y ella había tenido la esperanza de ir a ver a jugar a Hyuga al estadio de la Juventus, pero la chica no tuvo suerte y llegó muy tarde al estadio, cuando el partido ya había concluido. Uno de los encargados del estadio la vio llorar y le preguntó el motivo de su tristeza. Maki le explicó todo y el encargado se ofreció a llevarla al vestidor de los jugadores de la Juventus, y ahí Maki vio el casillero de K. Hyuga. La chica dejó ahí un pequeño muñequito con la forma de Kojiro y vestido con el uniforme de la Juventus... Cuando Hyuga supo que Maki había ido al estadio, colgó el muñeco junto al que ya tenía, vestido con el uniforme de la Selección Japonesa, y que también le había dado Maki... Y como acto final, Hyuga pegó en su casillero la fotografía de la capitana Maki Akamine que había salido en el periódico.
Ese día tanto él como ella se quedaron con las ganas de verse... Pero el destino suele dar una segunda oportunidad...
¿Y bien, señorita Akamine?.- preguntó Hyuga, mientras contemplaba la puesta del sol.- ¿Hay alguien importante en tu vida?
¿Aparte de mis padres y mi hermana menor?.- rió Maki.
Sabes a que me refiero.- replicó Hyuga.
¿Te refieres a un novio o algo así?.- Maki suspiró.- No. El único hombre importante en mi vida es mi entrenador... ¿Qué me dices de ti?
¿Un hombre importante en mi vida?.- bromeó Hyuga.- Bueno, pues podría empezar por Sawada, Wakashimazu o el entrenador Kira...
Jajaja, no.- rió Maki.- Alguna mujer importante en tu vida...
Mi madre y mi hermana.- respondió Hyuga, muy serio.- ¡Ah! Y la señorita Kaori Matsumoto...
¿Tu manager, verdad?.- dijo Maki.- He leído que gracias a ella estás jugando en Italia...
Así es.- asintió Hyuga.- Le debo mucho...
Ambos se quedaron en silencio. Maki se moría de ganas de confesarle sus sentimientos a Hyuga, pero no se atrevía. Y Hyuga, por su parte, lamentaba no tener el valor que necesitaba para este tipo de situaciones...
"¿Por qué costará tanto trabajo?", pensó Hyuga. "Me estoy comportando como un cobarde...".
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Era ya muy tarde y Tsubasa aun no llegaba. Yukari y Yoshiko ya se habían retirado. La cena estaba esperando por Tsubasa, pero él no regresaba... Preocupada, Sanae llamó varias veces al celular de Tsubasa, pero él nunca respondió... Al fin, después de mucho rato, el teléfono sonó.
Sanae, soy yo.- era Tsubasa.- Lo lamento, preciosa, el reportero me entretuvo más de la cuenta...
¿Estás bien?.- Sanae suspiró, aliviada.
Claro que lo estoy.- respondió Tsubasa.- Solo se me hizo tarde...
Estaba muy preocupada.- comentó Sanae.
Lo lamento mucho.- Tsubasa se sintió más culpable aun.- Ya voy para allá...
Está bien.- dijo Sanae.- No te preocupes...
Me muero de hombre.- confesó Tsubasa, con tono de voz de niño de cinco años.
Tengo lista la cena, está esperando por ti.- sonrió Sanae.
Llegaré en un santiamén.- dijo Tsubasa.- Espera por mí.
Siempre lo hago.
Sanae colgó el teléfono, sintiéndose muy aliviada. Por un momento había pensado en que quizás Tsubasa no se había visto con un reportero... El teléfono volvió a sonar. Sanae contestó rápidamente pensando en que podría tratarse de Tsubasa, nuevamente.
¿Tsubasa?.- inquirió Sanae.- ¿Qué pasó?
Lo lamento.- era Kanda.- Pero no soy tu esposo. Ya es tarde, no me digas que aun no llega a casa...
Solo salió por un segundo.- mintió Sanae, molesta por el comentario de Kanda.- ¿Qué se te ofrece?
Solo quería ver cómo marchaba todo por allá.- dijo Kanda.
De maravilla.- contestó Sanae.
"Solo un pequeño estímulo económico...".
Ya veo.- musitó Kanda.- Estaba pensando en invitarte a comer. ¿Qué te parece?
No creo que sea una buena idea.- respondió Sanae, suspirando.
El bebé la pateó. Sanae se quedó callada, maravillada. El bebé se movió otra vez y volvió a patearla.
Vas a ser un gran futbolista, como tu padre.- murmuró Sanae, feliz.
¿Dijiste algo?.- se sorprendió Kanda.
¡Ah! Es solo que el bebé me pateó.- explicó Sanae, feliz.- Y dije que muy seguramente va a ser un gran jugador de sóccer, como su padre.
Lo más seguro es que sí.- admitió Kanda.- Me da gusto. Entonces, ¿no me aceptas una invitación a comer?
Te dije que no creo que sea una buena idea.- repitió Sanae.
¿Por qué no?.- inquirió Kanda.- Solo saldremos como amigos, nada más. No me interesa ninguna otra cosa, te lo aseguro.
Aun así, no creo que sea buena idea.- insistió Sanae.- Me siento cada vez más cansada por el embarazo...
Entiendo.- dijo Kanda.- Está bien. Pero insistiré, quizás algún día me aceptes al menos otra taza de café...
Claro.- mintió Sanae.- Quizás.
Cuídate, Sanae.- dijo Kanda.
Gracias.- respondió Sanae.- Igual tú...
Sanae colgó el teléfono, muy pensativa. Los reporteros no se habían puesto en contacto con ella aun, Sanae esperaba que en algún momento le hablaran para darle las mentadas fotografías... Ella había insistido para que, con el soborno, los reporteros le regresaran las fotografías pero desgraciadamente no fue así... Y como si los hubiese invocado, el teléfono volvió a sonar. Sanae respondió, un tanto sorprendida de que a todo el mundo se le hubiese ocurrido llamar en esos momentos.
¿Hola?.- preguntó Sanae.
¿Señora Ozhora?.- era el reportero que había llamado para chantajearla.- ¿Cómo se encuentran su esposo y su bebé?
No es algo que le importe.- respondió Sanae, enojada.- Quiero las fotografías.
¡Ah! No sea impaciente, señora Ozhora.- rió el reportero.- Aun es demasiado pronto como para entregárselas. Todavía podemos sacarles mucho provecho...
¿Qué me quiere decir?.- Sanae sintió que algo frío le escurría por el estómago.
Que aun no hemos recibido el estímulo económico necesario.- explicó el reportero.- Queremos más dinero.
¿Qué? ¡No me puede estar hablando en serio!.- exclamó Sanae.- ¡Les di dinero suficiente!
Para usted pudo haber sido suficiente, pero para nosotros no.- replicó el reportero.- Le volveremos a llamar, para decirle cuánto dinero más nos hace falta. Cuídese, señora Ozhora.
¡No, espere!.- gritó Sanae, desesperada, pero sus palabras solo fueron escuchadas por el tono de marcar.
Sanae colgó el teléfono con violencia y comenzó a sollozar. ¿De dónde iba a sacar más dinero sin que Tsubasa lo notara? Se escuchó el ruido de un automóvil y de pasos que subían la pequeña escalera que conducía a la puerta principal. Sanae se secó a toda prisa las lágrimas con un pañuelo.
"Contrólate, Sanae", se dijo a sí misma. "Debes ser fuerte, tu esposo no puede verte llorar".
Tsubasa abrió la puerta. Lo primero que vio fue a Sanae de espaldas, la cual aparentemente estaba tallándose la cara con un pañuelo.
¿Sanae?.- inquirió Tsubasa, con suavidad.- ¿Te pasa algo?
¡Tsubasa!.- Sanae volteó la cara y estaba un tanto extraña.- Ya llegaste.
La muchacha salió corriendo hacia los brazos de su esposo. Tsubasa notó, antes de abrazarla, que ella había estado llorando.
¿Qué te pasa, corazón?.- preguntó Tsubasa, enterrando la cara en el cabello de Sanae.- ¿Por qué lloras?
Es que estaba leyendo una de esas novelas cursilonas y sentimentaloides que escribe la doctora Azucena Hernández.- mintió Sanae.- Y ya sabes que son tan cursis esos lagrimones que ella escribe que es imposible no llorar.
Ya.- rió Tsubasa.- ¿Estás bien, entonces?
Sí.- suspiró Sanae.- No te preocupes. Pues ahora ya estás aquí...
Tsubasa se separó de Sanae y la besó en los labios. Ella se separó y le mostró una gran sonrisa.
La cena ya está lista.- anunció Sanae.- Ve y lávate las manos.
En un segundo.- respondió Tsubasa.- ¡Muero de hambre!
Sanae pensó por un momento en decirle toda la verdad a su esposo. Pero entonces el bebé la pateó. ¿Y si él nacía en medio del escándalo?
Por él y por ti.- murmuró Sanae, acariciando al vientre que llevaba a su hijo.
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Alisse llegó muy tarde a su departamento. Se la había pasado todo el rato en compañía de Misaki. la chilena había llegado a la conclusión de que el japonés era un buen muchacho en verdad, y no el depravado que creyó que era en un principio. Taro, como el caballero que es, llevó a Alisse hasta la puerta de su casa.
Ya no hay muchos hombres que hagan eso.- comentó Alisse.
¿Qué cosa?.- preguntó Taro.- ¿El venir a acompañarte hasta tu casa o el haberte aguantado todo un día?
¡Oye!.- protestó Alisse.- ¡Lo dices como si eso fuera una tortura!
¿Y no lo fue?.- Misaki le guiñó un ojo.
¡Qué gracioso!.- Alisse empujó a Taro a manera de juego.
Ambos rieron. Misaki miró su reloj.
Debo irme ya.- dijo Taro.- Es tarde y supongo que debes descansar.
Ya. Gracias por acompañarme.- respondió Alisse.- Cuídate.
Lo mismo digo.- sonrió Taro.
El joven se acercó y besó a Alisse en la mejilla, cosa que sorprendió muchísimo a la muchacha, quien se puso más colorada que una granada.
Buenas noches.- dijo Taro, sin más, al tiempo que se marchaba.
Alisse suspiró y entró a su departamento. Para su gran sorpresa, Lily estaba en la sala, con las luces apagadas. La chica estaba sentada en el suelo, frente a la terraza, con los ventanales abiertos, y estaba contemplando el cielo estrellado.
Tu carroza estaba por convertirse en calabaza.- murmuró Lily, mirando a Alisse.- Ya casi son las doce.
Ya lo sé.- susurró Alisse, para no despertar a las demás.- No me digas que te quedaste despierta esperándome...
No te emociones.- replicó Lily.- La verdad es que no puedo dormir...
¿Y por eso te pones a aullarle a la luna?
Ya me conoces.
En fin.- suspiró Alisse.- Me voy a dormir, ya es tarde.
Te llamó Matías.- anunció Lily, como si nada.
¡Ah! ¿Qué dijo?.- se sorprendió la chilena.
No gran cosa.- Lily se encogió de hombros.- Quería saber a qué hora regresabas y qué estabas haciendo.
¿Y qué le dijiste?.- cuestionó Alisse, con algo de temor, aunque después recordó que nadie sabía que ella se había encontrado con Misaki.
Que habías salido a pasear.- respondió Lily.- Aunque algo me dice que no lo hiciste sola...
¿Cómo sabes?.- Alisse se delató ella misma.
No habrías estado tú sola tanto tiempo allá afuera y tan tarde.- Lily sonrió.
Alisse se sentó a un lado de Lily y se abrazó a sus piernas.
No estaba sola.- confesó ella.- Estaba con Taro Misaki.
Tu pervertido del bar.- comentó Lily.
El mismo.- asintió Alisse.- ¿Pero sabes? Cada vez me convenzo más de que no es un pervertido. Hoy estuve mucho tiempo con él y me pareció que es un buen muchacho...
A pesar de que estaba oscuro, Lily alcanzó a ver el rubor en el rostro de Alisse.
Creo que te gusta.- comentó la mexicana.
¿Quién?.- Alisse volvió a delatarse al ponerse más roja.
Ya estás como Bere, haciendo preguntas mensas.- rió Lily.- Creo que ya me voy a acostar. Buenas noches.
Espera.- la detuvo Alisse.- ¿Crees que me gusta Taro?
Dímelo tú.- Lily le guiñó el ojo a su amiga.
Lily se metió a su dormitorio. Alisse suspiró e hizo lo propio, no sin antes cerrar las puertas corredizas de la terraza.
A las tres de la mañana, a Débora la despertó una llamada telefónica. Bueno, no fue en sí una llamada telefónica sino más bien un mensaje de texto a su celular. Deb, un tanto extrañada, lo leyó y se dio cuenta de que se trataba de un mensaje de su hermano.
"Me picó un alacrán", decía el mensaje. "Y me siento mal...".
Deb intentó llamarle por teléfono a su hermano, pero esa noche hizo mucho viento y la línea estaba muerta. Tal parecía que los fuertes vientos habían tirado algunos cables. Deb no tenía crédito en el celular para responder, así que se puso una chamarra a toda prisa encima de su camisón de dormir, agarró las primeras llaves que encontró y salió a toda prisa del departamento para ver si encontraba algún teléfono que aun sirviera. A la chica no se le ocurrió el pedirle a una de sus amigas que le prestara su celular. Deb encontró en la calle un teléfono que aun funcionaba y le llamó a su hermano y le explicó lo que tenía que hacer en esos casos. Cuando Deb colgó, se sintió aliviada, pero esa sensación no le duraría mucho...
Débora regresó al departamento, y descubrió aterrada que las llaves que traía no eran las del departamento, sino las de su casillero del hospital. Para mala suerte, no había timbre, así que era poco probable que alguna de sus amigas se diera cuenta de que alguien estaba tocando la puerta. Deb decidió regresar entonces a la calle e intentar llamar al celular de alguna de sus amigas, pero cuando regresó al teléfono descubrió con pánico que ya se le había acabado el crédito a la tarjeta telefónica...
Ay no.- musitó Deb.- ¿Y ahora qué hago?
La chica comenzó a caer en pánico, más cuando en ese momento un automóvil plateado se detuvo junto a ella. Débora iba a comenzar a gritar cuando la ventanilla del lado del conductor se detuvo y por ella asomó su cabeza Levin.
¿Qué haces a estas horas en la calle?.- Levin preguntó, mirando a Deb de arriba abajo.- ¿Y con ropa tan poco adecuada?
Deb casi llora del alivio.
Notas:
Lo que narré que sucedió cuando Maki va a Italia realmente pasó, en el manga de Captain Tsubasa: Go for 2006.
Desconozco si Maki tiene un hermano, ése fue invento mío.
Por cierto, soy la única que puede incluirme a mí misma en un fic. O sea, no hablo de Lily Del Valle sino de Azucena Hernández. Y lo digo porque varios autores lo han hecho antes, el meterme como Azucena Hernández en sus historias sin mi permiso, cosa que sí me molesta. A mí no me gusta aparecer en fics, para eso tengo a Lily Del Valle XD. Y a Lily la pueden usar siempre en sus historias, siempre y cuando la pongan como la pareja de Genzo XD, pero a Azucena Hernández NUNCA la pueden incluir ¬¬. Han de pensar que estoy loca, con toda justificación, pero Azucena Hernández es la escritora, Lily Del Valle es el personaje.
Ya estoy pensando en comenzar a darle un final al fic. Como dice Melina Potter, soy capaz de continuarlo hasta que el niño vaya a la Universidad, jajajajajajaja XD. ¡Saludos, Melina!
Lo que le pasó a Deb fue una historia de la vida real, modificada.
