Capítulo 28.
Bien, ¿en qué me quedé?
Ah, sí. Levin estaba sorprendido de ver a Deb a plena calle en la mitad de la madrugada, vestida tan solo con un camisón y un ligero abrigo que no disimulaba que ella llevaba puesto un camisón.
Ni te imaginas lo que me pasó.- musitó Deb, casi llorando del alivio.- Es una historia de lo más loca...
Soy todo oídos.- respondió Levin.- Pero sube, por favor, que te has de estar congelando, además de que la ropa que llevas no es precisamente la más apropiada para la hora y el lugar...
Deb subió al auto de Levin. Él tenía encendida la calefacción, cosa que le agradeció ya que ella estaba comenzando a tener mucho frío. Ella le contó a él todo lo sucedido, y parecía que Levin no sabía si reírse o darle el pésame a la pobre Débora.
¿Intentamos llamar a tus amigas?.- sugirió Levin, sacando su teléfono celular.
Será una buena idea.- asintió Deb.- El teléfono no funciona. De hecho, fue precisamente ese detalle el que me puso en esta situación...
A ver, pásame el número.- dijo Levin.- ¿A quién llamamos primero?
Intentemos con Lily.- contestó Deb, dándole el número a Levin.
El sueco insistió, pero el celular estaba apagado.
No me sorprende.- suspiró Deb.- Cuando Lily se va a dormir apaga su celular para que nadie la moleste.
¿Quién es la siguiente?
Intentemos con Alisse...
Pero la chilena también había dejado su celular apagado.
Olvidé que a Alisse no le gustan los teléfonos celulares.- bufó Deb.- Muy seguramente debe tenerlo por ahí arrumbado, o quizás lo esté utilizando como pisapapeles, como tope de puerta o para nivelar la pata chueca de su cama...
¿La siguiente?.- Levin se esforzó por no reírse.
Los demás intentos tampoco dieron buenos resultados. Paola y Bere no respondieron la llamada y Caro no tenía crédito en su celular, de manera que también apagó el teléfono.
Ni modo.- suspiró Deb.- ¿Y ahora qué haré?
Podrías quedarte conmigo hasta que amanezca.- sugirió Levin.- Ya después pensaremos en algo.
¿Contigo?.- Deb se puso algo roja.
En mi cuarto de hotel.- Levin se encogió de hombros.- No quiero que pienses que te estoy haciendo una propuesta indecorosa, ¿eh?
Jajaja, claro que no.- Deb rió y trató de cerrarse aun más su chamarra.- Muchas gracias, creo que aceptaré tu oferta. El único problema es que no vengo vestida de manera adecuada...
¿Quién lo notará? Son las tres de la mañana.- rió Levin.
Ambos jóvenes se encaminaron hacia el hotel en donde se hospedaba Levin. El recepcionista enarcó mucho las cejas al ver a Débora, pero no dijo nada ya que, después de todo, el sueco estaba pagando bastante cantidad de dinero por la habitación. Afortunadamente, nadie más se dio cuenta cuando Deb y Levin subieron al cuarto.
Puedes quedarte en la cama.- dijo Levin.- Yo dormiré en la sala.
De verdad que te lo agradezco.- Deb estaba muy agradecida.
No hay de qué.- sonrió Levin.- Luego te la cobraré.
Deb rió y volvió a ponerse muy roja. Al menos, ella ya traía puesta la ropa de dormir. Levin quería preguntarle a qué hora deseaba que ella la llevara de regreso a su departamento y entreabrió la puerta de la habitación justo cuando Deb se quitaba la chamarra y dejaba al descubierto el camisón de dormir que era mucho más transparente de lo permitido. Levin se quedó con la boca abierta por unos momentos antes de dejar de mirar. Él se esperó unos segundos, el tiempo que consideró suficiente para que Deb entrara en la cama y después tocó la puerta.
Adelante.- dijo ella, quien ya estaba recostada en la cama y bien cubierta con las sábanas.
¿Necesitas algo?.- preguntó él.
Nada, muchas gracias.- ella sonrió.- Ya has hecho mucho por mí... Y vaya que esta cama es cómoda.
Lo sé.- rió Levin.- En fin, me prepararé una bebida. ¿No deseas una?
Solo un poco de jugo, sino te molesta.- aceptó Deb.
Levin fue al bar, pero cuando regresó con la bebida, Deb ya estaba dormida. Él sonrió y se acercó a ella. Se veía muy linda durmiendo...
Olvido que las doctoras rara vez tienen tiempo de dormir.- murmuró Levin.
Y sin saber muy bien por qué, él se inclinó y besó a Deb muy levemente los labios. Ella suspiró, pero siguió durmiendo...
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A la mañana siguiente, Lily vio a Lasse cuando ella apenas acababa de llegar al hospital.
¿Qué haces aquí tan temprano?.- se sorprendió ella.
Vine a verte.- sonrió Lasse.- ¿Qué más?
¿Tan temprano?
No podía dejar de pensar en ti.
Lily soltó una carcajada que sonó como pedacitos de cristal cayendo sobre el piso.
Tú no eres tan cursi, Lasse Nordenström.- dijo ella.- Es muy poco común en ti.
Sí, lo sé.- rió Lasse también.- Pero qué quieres, temo que me estoy enamorando.
Esta declaración hizo que Lily dejara de reírse abruptamente.
¿Cómo dices?.- musitó ella.- ¿Enamorándote?
Sí.- asintió Lasse.- Por eso vine a verte. Te dije que quería que fueras mi novia en un futuro pero... No lo sé, Lily. No sé si pueda esperar tanto...
Lasse se acercó a besarla, y Lily no opuso resistencia. Ella seguía experimentando ese cálido sentimientos que surgía en ella cada vez que Lasse la besaba, pero también aparecía el remordimiento...
¿Es esto entonces una petición formal?.- preguntó ella, cuando se separaron.
No lo sé.- Lasse volvió a reír.- Quizás.
Ahhh... .- Lily suspiró.- Lasse, tengo que decirte algo…
¿Qué cosa?
Genzo Wakabayashi me invitó a salir ayer.- confesó Lily, pensando que si decía eso, el sentimiento de culpa podría desparecer.
Ah.- Lasse no supo qué responder a esto.- ¿Qué le dijiste?
Le dije que tú y yo salíamos y que no podría darle una respuesta.- contestó Lily.- Pero él me dijo que, mientras yo no fuera tu novia oficial, él seguiría insistiéndome hasta conseguirlo.
Lasse se puso serio. No parecía enojado, pero tampoco parecía que la noticia le agradase.
Lily, ¿quieres ser mi...?.- comenzó a decir él, pero Lily lo detuvo.
No.- lo interrumpió ella.- No quiero que me lo pidas solo por lo que pasó con Genzo. Si quieres que sea tu novia, va a ser porque realmente lo quieres, no por temor o lo que sea que estés sintiendo.
No es por temor.- negó Lasse, aunque no volvió a hacer la pregunta.
Ambos se quedaron callados por varios segundos. Lily realmente quería seguir al lado de Lasse, pero al mismo tiempo...
Dime una cosa.- pidió Lasse.- Y por favor, sé sincera.
¿Qué cosa?
¿Te gusta Wakabayashi?
Lily dudó antes de responder.
No.- dijo.
Lasse pareció conforme, pero en la mente de Lily una voz la llamó mentirosa.
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Sanae salió en compañía del EPFUM a comprar ropa de bebé. Como no sabían si sería niño o niña, las chicas comprarían ropita de colores neutrales, como blanco y amarillo.
Además, la doctora Lily me dijo que es de buena suerte vestir al niño de amarillo cuando sale del hospital.- comentó Sanae, risueña.- O es lo que dicen en su país.
Yo preferiría saber si es niño o niña.- dijo Kumi.- Para comprarle ropa de ese color.
Se la puedes comprar después de que nazca.- replicó Yukari.- Los bebés crecen y tarde que temprano va a necesitar más ropa.
Claro.- rió Yayoi.- ¡Qué lindo! Yo quisiera tener un bebé...
¿Y por qué no le dices a Misugi que te ayude con eso?.- Yoshiko le guiñó un ojo.
¿Cómo dices?.- Yayoi se puso muy colorada.- ¡No, cómo crees!
Las demás se soltaron a reír. A Sanae la ponía de tan buen humor el salir de compras con sus amigas que ya casi se le había olvidado el chantaje de los reporteros...
Sería bueno que también comenzáramos a buscar alguna cunita o un moisés para el bebé.- opinó Yoshiko.
Y unos cuantos juguetes.- añadió Yayoi.
No olviden las mantas y cobijitas.- dijo Kumi.
Y también pañales.- añadió Yukari.
¡Eran tantas las cosas que hacían falta por comprar! Lo bueno era que Sanae tenía una tarjeta de crédito adicional de la original que tenía Tsubasa, así que podría comprar lo que quisiera sin problemas... O hacer traspasos de grandes sumas de dinero de una cuenta a otra...
Vamos a entrar a esta tienda.- sugirió Yoshiko, cuando pasaron por delante de un letrero que decía: "EL MUNDO DEL BEBÉ".
Creo que ya hemos entrado a todas las tiendas que hay en Barcelona.- comentó Kumi.
No, porque nos falta ésta.- replicó Yoshiko, sonriente.- Vamos, entremos.
Las chicas entraron a la tienda y de inmediato quedaron maravilladas con la enorme cantidad de cosas que había para los bebés.
Oye, Yukari.- susurró Kumi, para evitar que Sanae la escuchara.- ¿Vamos a hacerle un baby shower a Sanae?
Claro que sí.- asintió Yukari.- La pregunta es cuándo.
Cuando tenga ya unos ocho meses de embarazo.- terció Yoshiko.- Será lo mejor.
Claro, ya cuando esté a punto de tener al bebé.- intervino Yayoi.
Sanae se distrajo con una hermosa cunita para bebé. La cuna estaba forrada con una tela que tenía diseños de Snoopy bebé y sobre la cuna había un móvil hecho con figuras de Woodstock.
¡Qué lindo!.- murmuró Sanae, maravillada.- Quiero esa cuna...
¿Le gusta, señora Ozhora?.- preguntó una voz de mujer, la cual le fue tremendamente conocida a Sanae.
Ella se dio la vuelta. Isa se encontraba parada frente a Sanae, vestida con el uniforme de las empleadas de la tienda.
¡Qué sorpresa verla por aquí!.- sonrió Isabel.- Me imagino que anda buscando cositas para el bebé...
Sí.- a Sanae le dieron muchas ganas de salir de la tienda cuanto antes.- Pero creo que ya tengo todo lo que necesito...
Me pareció escucharla decir que le gustó la cuna Snoopy.- Isa no dejaba de sonreír.- Y está en oferta, ¿sabe?
Qué bien.- Sanae no sabía qué decir.- Pero creo que de todas maneras aun es muy pronto para comprar una cuna...
Sé lo que está pasando.- suspiró Isabel.- Sé que muy seguramente estarás lamentando el haber entrado a esta tienda y deseas salir corriendo cuanto antes. Y no te culpo...
Sanae no dijo nada, simplemente clavó su mirada en el móvil de Woodstock.
Sé que no comenzamos con el pie derecho.- continuó Isa.- Pero si me lo permitieras, me gustaría poder reparar mi error...
Sanae continuó callada.
Hice mal al decirte todas esas cosas horribles, no debí haberte hecho eso, y mucho menos cuando estabas en el hospital... .- Isa suspiró.- Perdóname. Es solo que acababa de terminar con mi novio y el dolor de perderlo me hizo cometer muchas tonterías...
Ah... .- Sanae no se esperaba eso.
Lo lamento, de verdad.- continuó Isa.- No te vayas de la tienda o no dejes de comprar lo que te gusta solo porque yo estoy aquí. De verdad, quisiera hacer las paces contigo.
El EPFUM ya estaba detrás de Sanae, mirando con extrañeza a Isabel. Sanae no quiso ponerse a dar explicaciones, de manera que suspiró.
¿Cuánto cuesta la cuna?.- preguntó, firmemente.
Muy barata.- sonrió Isa.- Y como le dije, está en oferta.
¡Qué suerte!.- Yayoi aplaudió.
Está muy linda.- opinó Yukari.
Supongo que hablas de la cuna de Snoopy.- dijo Yoshiko.- Te me adelantaste, pensaba regalártela, Sanae.
Aun puedes hacerlo.- replicó Kumi.
Sanae trató de reír, aunque en el fondo se sentía muy mal. Se preguntó cuánto tiempo podría resistir, entre el chantaje de los reporteros y los embates de Isa.
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Deb le platicaba a Lily su chocoaventura de la madrugada. Le contó como Levin apareció cual Caballero de la Noche Blanca en su lujoso corcel Lexus plateado y cómo por la mañana él la había llevado de regreso al departamento.
Me sorprendí muchísimo al verte llegar por la mañana, en camisón.- confesó Lily.- Y me preocupé mucho.
Yo estaba más preocupada aun.- confesó Deb.- Pero como ya te dije, Levin me ayudó.
¿Y no pasó nada?.- Lily esbozó una sonrisita perversa.
¡Claro que no!.- Deb se puso muy roja.- Me quedé dormida casi inmediatamente...
¿Y eso te mantuvo a salvo, según tú?.- Lily soltó una carcajada.- Quizás se aprovechó de ti. Y ni siquiera lo disfrutaste...
¡Qué mala onda!.- exclamó Deb.- Le voy a reclamar. Mínimo me hubiera despertado...
Ambas amigas rieron. En ese momento, alguien tocó a la puerta del cuarto de médicos. Lily se sorprendió mucho cuando abrió y vio a Genzo parado en la puerta. Al parecer, el portero ya se había ganado el favor de los guardias del hospital, ya que podía entrar a donde quisiera como Pedro por su casa.
¿Qué haces aquí?.- preguntó Lily, muy sorprendida.
Vine por ti para ir a comer.- respondió Genzo, sin más.- Como te dije, yo no acepto un "no" como respuesta.
Lily no pudo evitar sonreír.
Notas:
Levin y sus compañeros de la Selección Sueca son apodados "Los Cuatro Caballeros de la Noche Blanca".
Snoopy y Woodstock son las mascotas de Charlie Brown, y fueron creados por Schulz. Gracias a Samael por el dato.
Una de las ginecólogas del hospital en donde hice mi Internado me decía que su padre le contó que era de buena suerte el sacar a los bebés del hospital vestidos de amarillo.
