Capítulo 33.
Los doctores se amontonaron alrededor del paciente, intentando salvarle la vida...
¡Sus niveles de oxígeno están cayendo!
¡Hay que intubar!
¡Canalicen otra vía!
¡Necesita que le transfundan sangre!
¡Necesitamos saber su tipo de sangre!
¡Pásenle dos unidades de sangre O negativo mientras sabemos los resultados!
¡Ha caído en paro!
Pásenle rápido una ampolleta de epinefrina!
¡Traigan el carro paro!
¡Hay que tomarle un ultrasonido para ver de dónde está sangrando!
Paola voltea a ver a Ken, muy enojada.
¿Quieres hacerme el favor de bajarle el volumen a esa cosa?.- gritó la chica, enojada.
Ken había estado viendo un capítulo de la conocida y exitosa serie de "E.R." a todo volumen, en donde una paciente había caído en paro. (¿Qué creyeron? ¿Qué había sido Alisse quien cayó en paro? ¡Pues no! Se trataba de la televisión XD). Paola se había puesto tan nerviosa con la televisión que casi golpea a Ken con ella.
O sea, tú sí puedes hacer tu showcito en la televisión, pero yo no puedo ver un capítulo de mi serie favorita... .- bufó Ken.
¡Oh, vamos!.- replicó Paola.- Ni siquiera sabes lo que realmente es una sala de urgencia, no conoces nada de medicina. De seguro, el único médico que has visto es el ginecólogo que atendió a la pobre de tu madre cuando naciste.
Genzo sonrió por lo bajo. Le divertía ver a Paola y a Ken discutir. Lily, por otro lado, sentía una mezcla de frustración, impotencia y algo de histeria, y la discusión entre Ken y Paola la ponía de mucho más mal humor.
Y tú te tienes que ver en la necesidad de decir estupideces y proclamar tus romances en la televisión para que alguien pueda hacerte caso.- gruñó Ken.
Y tú... .- comenzó a decir Paola.
¿Se quieren callar ya?.- gritó Lily, exasperada.- Ya me tienen harta. Si quieren agarrarse del chongo, háganlo afuera, pero dejen de hacer tanto escándalo que no se les olvide que estamos en un hospital.
Ken y Paola miraron a Lily, entre avergonzados y sorprendidos.
Lo lamento.- gruñó Ken.
Perdón.- gruñó Paola.
Lily se acercó a la única ventana. A través de ella se podía ver el cielo estrellado y parte de la ciudad.
Ella estará bien.- le dijo Genzo, en un susurro.- Los doctores dijeron que no estaba en peligro inmediato.
Lo sé, pero como médico sé perfectamente bien lo que puede salir mal.- replicó Lily, cruzándose de brazos y mirando hacia el cielo.- Trato de no pensar en eso pero aun así... ¿Sabes? Yo la obligué, literalmente, a ir al encuentro. Si le hubiera hecho caso y no hubiese insistido tanto para que fuese con nosotros, Alisse estaría bien...
Ya, tranquila.- Genzo puso sus manos en los hombros de Lily.- No ganas nada con pensar en eso...
Lily no lo pudo evitar y derramó un par de lágrimas. Genzo se las secó suavemente con una de sus manos... En ese momento, la puerta de la sala de espera se abrió y por ella entraron Samael, Lasse y Katia, seguidos por Kazuki.
Lily.- dijo Lasse.- ¿Estás bien?
Lily inmediatamente corrió hacia él y lo abrazó, enterrando su cara en el pecho de él. Lasse le acarició el cabello.
Todo va a salir bien.- murmuró él.
Genzo prefirió mirar hacia otro lado. Samael se dirigió a él.
Kazuki me ha contado todo.- dijo ella.- ¿Cómo está la chica?
Aun están atendiéndola.- respondió Genzo.
¿Y no les permitieron a las doctoras Lily y Paola el entrar a ayudar?
La doctora Cortés está adentro.- respondió Genzo.- Pero Lily prefirió quedarse afuera... Ella dice que no le gusta ser médico de la gente que ella ama... Y Paola... Bueno, ella dice que es psiquiatra, no médico de urgencias...
Entiendo.- asintió Samael.- ¿Hay algo que podamos hacer?
Yo creo que Nordenström ya se está encargando de eso.- gruñó Genzo, molesto, mirando a Lily y a Lasse.
Te está costando trabajo, ¿eh?.- Samael esbozó una sonrisa.- No me sorprende. Después de todo, Lasse tiene lo suyo...
Paola alcanzó a escuchar las últimas frases. Volteó a ver a Lily, quien estaba muy pegadita con Lasse, y después a su primo. Paola había estando haciéndole burla a Lily con Genzo, porque sabía que con eso la haría rabiar, pero ahora se daba cuenta de que lo que Genzo sentía sí era real, a juzgar por la mirada de tristeza que él tenía...
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Sanae y Tsubasa seguían en el hospital, esperando en el pasillo secreto que conducía a la salida secreta. Ninguno quería irse, porque deseaban acompañar a Taro en esos momentos.
Deberías irte a descansar.- dijo Tsubasa a Sanae.- Por el bebé.
Estoy bien.- dijo Sanae.- No te preocupes. No quiero dejar solo a Misaki.
Lo entiendo, yo tampoco quiero hacerlo.- replicó Tsubasa.- Pero yo estaré aquí, dándole apoyo por los dos.
Gracias, pero si no te molesta, quisiera quedarme aquí.- sonrió Sanae.- De verdad que estaré bien.
De acuerdo.- asintió Tsubasa.
Comenzaba a hacer frío. Tsubasa abrazó a Sanae y ella se arrebujó entre sus brazos.
Creo que teníamos mucho tiempo de no estar así.- murmuró Tsubasa, feliz.
Es cierto.- sonrió Sanae.- Te quiero, Tsubasa.
Te amo, Sanae.- contestó él.
El bebé pateó y ambos lo sintieron. Era el momento perfecto... Y Tsubasa tuvo que arruinarlo...
¿A qué no adivinas a quién me encontré hace rato?.- preguntó Tsubasa.
¿A quién?.- quiso saber Sanae.
A Kanda.- respondió Tsubasa.- ¿Lo recuerdas?
Sanae se puso tensa. Inmediatamente le llegaron a la mente los encuentros con Kanda y los chantajes de los reporteros...
¿Qué te dijo?.- Sanae trató de no sonar demasiado tensa.
No gran cosa.- dijo Tsubasa, poniéndose serio.- Lo raro es que... Ahora que recuerdo...
¿Qué pasa?.- Sanae se puso más tensa aun.
Me dijo algo sobre ti.- contestó Tsubasa, muy serio.- Algo así como que no estabas tan bien como yo creía...
Sanae soltó a Tsubasa. Respiró profundo, esperando a que Tsubasa terminara de hablar.
¿Y bien?.- dijo él.- ¿Es cierto? ¿Te pasó algo?
Quizás.- admitió Sanae.- Pero no fue algo de importancia. Solo me desmayé en la mañana, en una tienda, y casualmente él iba pasando por ahí. Eso fue todo.
¿Te desmayaste?.- preguntó Tsubasa, preocupado.- ¿A qué hora? ¿En dónde? ¿Estás bien? ¿El bebé está bien?
Claro, estamos bien.- Sanae puso cara de: "¿Qué no me ves que estoy bien?".- Fue algo sin importancia. La doctora Cortés me dijo que se me bajo el azúcar y me recomendó reposo...
¿Viniste a ver a la doctora?.- Tsubasa respiró, más aliviado.
No exactamente... .- murmuró Sanae.- Pero algo así...
¿Qué te pasa, Sanae?.- preguntó Tsubasa.- Siento que me ocultas algo.
Quizás ese era el momento. Sanae podría haberle dicho a Tsubasa todo sobre Kanda y los chantajes de los reporteros... Respiró profundo, se dispuso a hablar y...
Tsubasa.- dijo Sanae.- Yo quiero decirte que...
Y en ese momento Taro hizo acto de presencia.
Los estaba buscando.- dijo Misaki, sin darse cuenta de que sus amigos charlaban sobre algo importante.- Les quiero agradecer su apoyo y su presencia, pero no es necesario que se queden aquí.
Nos quedaremos a apoyarte.- contradijo Tsubasa.
Eso tenlo por seguro.- a pesar de todo, Sanae estaba aliviada por el cambio de tema.- ¿Cómo está Alisse?
Estable.- respondió Taro.- Los médicos dicen que ya no está en peligro.
Taro se veía algo deprimido. Tsubasa se adelantó para charlar con él. Sanae suspiró. Le costaría mucho trabajo el guardar silencio por más tiempo... La muchacha caminó unos cuantos pasos atrás de ambos hombres. Sanae vio a Paola parada en el corredor, recargada contra la pared.
Hola, Sanae.- saludó Paola.- ¿Cómo vas?
Pues voy.- respondió Sanae, soltando un suspiro.
Ya somos dos.- musitó Paola.
Aunque no lo quisiese demostrar, a ella también le había afectado lo de Alisse. De hecho, a casi todos les había afectado lo de Alisse. Matías no se atrevía siquiera a entrar al cuarto de Alisse. Estaba muy preocupado por ella pero la culpabilidad no lo dejaba en paz. Él decía que si no hubiese discutido con la chica, ella aun estaría bien...
Parece que todos andan vueltos locos.- comentó Sanae.
Dímelo a mí.- replicó Paola.- Que soy experta en locos...
Experta en locos... Sanae lo pensó unos momentos. Paola era psiquiatra. Y ella sabía escuchar...
Paola.- dijo Sanae.- Tu atiendes a gente con problemas, ¿cierto?
Con problemas psiquiátricas, sí.- aceptó Paola.- ¿Por qué?
Es que... .- Sanae suspiró.- Bueno, yo no estoy loca pero... Necesito hablar con alguien experto con personas que están a punto de perder el juicio...
Pues si vas a perder el juicio, te conviene mejor llamar a un abogado.- replicó Paola, pero se dio cuenta de que Sanae hablaba en serio.- Escucha, quizás no soy la persona más indicada...
Pero te conozco lo suficiente como para confiar en ti, y aun no me conoces demasiado como para que me avergüence contarte lo que siento...
Paola lo consideró. En circunstancias normales, o sea, en situaciones en donde la vida de una de sus amigas no estuviese en peligro, la Wakabayashi se hubiese negado (de seguro Paola debe odiar que la llamen así, pero quién la manda ser una Wakabayashi, jajaja XD), pero en esa ocasión, nada parecía tener sentido...
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Comenzaba a escucharse un sonido constante, como el murmullo que podría hacer una máquina o un enjambre de abejas... La oscuridad iba haciéndose menos densa... Los párpados le pesaban cada vez menos y al fin las manos respondieron a sus órdenes...
Alisse abrió los ojos. Se sorprendió de encontrarse en un cuarto con paredes blancas y de tener varios aparatos conectados al cuerpo. Alisse parpadeó varias veces para enfocar bien la habitación. Giró levemente la cabeza y vio a Taro parado junto a la cama en donde ella estaba acostada.
Hola de nuevo.- sonrió Taro.
¿Qué pasó?.- su voz se escuchó mucho más débil de lo que Alisse se esperaba.
Sufriste un accidente.- explicó Taro, con suavidad.- Te atropellaron.
Ah.- musitó Alisse. Algo recordaba sobre el bocinazo, el golpe, y después, la oscuridad... .- ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Será unas veinticuatro horas.- contestó Taro.- Estuviste inconsciente todo este tiempo... Nos diste un buen susto...
Qué barbaridad.- murmuró Alisse.- No ha sido mucho tiempo pero aun así...
Deberías tratar de descansar un poco.- sugirió Taro.- Aun estás débil.
Estoy bien.- replicó Alisse.
La chica se incorporó un poco en la cama, con cierta dificultad, ya que llevaba un vendaje torácico y un yeso en el brazo.
Fabuloso.- gruñó Alisse.- Tenía poco de haberme quitado la condenada férula de la muñeca que Bere tuvo la cortesía de regalarme.
Deja que te ayude.- se ofreció Taro, gentilmente.
Taro ayudó a Alisse a incorporarse, sosteniéndola entre sus brazos.
Oye, no abuses.- protestó Alisse.- Cuidado con las manos. Recuerda que traigo un yeso y que sé como usarlo en tu contra.
Taro sonrió, enormemente aliviado. Alisse ya era la misma de siempre.
Notas:
"E.R." es una serie de televisión que trata sobre la vida y obra del personal de la sala de urgencias. A mí me gusta esa serie. Jeje, espero que hayan entendido que el principio del capítulo del fic era un fragmento de un capítulo de "E.R." XD.
Cara de "cuije" es como tener cara de enojado o de compungido, de preocupado, ceñudo, de estreñido XD.
