Capítulo 35.
(Como que ya se está haciendo demasiado largo este fic).
Sanae dudaba. ¿Debía decirle la verdad o no a Tsubasa?
Sabes, hay algo que quisiera decirte.- dijo Sanae.- Quizás debí hacerlo desde hace mucho...
¿Qué cosa?.- preguntó Tsubasa.
Pues... Sabes, hace tiempo pasaron algunas cosas de las cuales no te conté por... Por varias razones... .- comenzó Sanae.
Ajá.- Tsubasa a miró fijamente.
En realidad es algo sin importancia.- Sanae comenzó a ponerse nerviosa.- O sea, yo no le di importancia y pues...
Dime de una vez lo que me quieres decir.- pidió Tsubasa, presintiendo que no era algo bueno.
Es sobre Kanda.- dijo Sanae, al fin.
¡Ah, sí!.- cortó Tsubasa.- Eso me recuerda que olvidé decirte que él me dijo que tú no estabas tan bien como yo pensaba...
Sí, ya te lo dije.- contestó Sanae, con paciencia.- Me desmayé y de casualidad Kanda pasaba por ahí cuando eso pasó.
¿Entonces me lo dijo por eso?.- cuestionó Tsubasa.
Sí... Y no...
¿Qué quieres decir?
Es que... .- Sanae respiró profundo.- Ésa no fue la primera vez que lo vi... Ni la única...
¿Cómo dices?
Es que... Kanda y yo nos hemos visto en otras ocasiones.- explicó Sanae.- Hace tiempo, él fue a verme al hospital, cuando estuve internada por el posible aborto...
Eso no me lo dijiste.- reclamó Tsubasa.
No, no lo hice porque estaba molesta por lo de Isabel y... .- Sanae comenzó a tartamudear.- Además fue una visita más bien rápida, y no creí que lo volvería a ver y...
Y por eso no me lo dijiste.- ahora Tsubasa estaba molesto.
Exactamente...
Aunque lo volviste a ver, supongo...
Sí... Un día que salía de una revisión de rutina del hospital me lo encontré y me llevó a tomar un té, solo para charlar... .- dijo Sanae.
¿Charlar sobre qué?.- a Tsubasa no le parecía pero nada la situación.
Sobre algunas cosas... Yo estaba preocupada sobre Isabel y...
¿Le hablaste sobre Isa?.- ahora Tsubasa sí que estaba molesto.
Solo le comenté que teníamos algunos problemas y... .- Sanae se sintió acorralada.
¿Le hablaste sobre Isa a una persona que no tiene por qué enterarse de esto?.- cuestionó Tsubasa, muy serio.- ¡Ah! Olvidé que no es cualquier persona, sino el muchacho que intentó interponerse entre nosotros hace años.
Tsubasa, escúchame.- pidió Sanae.- Yo estaba molesta, Isabel me había dicho cosas horribles y...
Fuiste corriendo a que Kanda te consolara.- terminó Tsubasa.- Perfecto. Y lo mejor de todo es que no me lo habías dicho.
¡No te lo dije porque no le tomé importancia!.- gritó Sanae.
¿Y tú si me puedes reclamar porque nunca te dije lo de Isa?.- replicó Tsubasa.- ¡Eso para mí también fue algo sin importancia!
¡Isabel me dijo que ella deseaba que el hijo que vamos a tener fuera de ella!.- gritó Sanae.
¡Ya mí Kanda me dio a entender que no soy buen esposo porque no me doy cuenta de cuando te pones mal!.- replicó Tsubasa.
¡No es lo mismo!
Pues yo sí creo que lo es.- cortó Tsubasa, golpeando la mesa y dirigiéndose hacia la puerta.
¿A dónde vas?.- preguntó Sanae.
Me voy.- respondió él.- Se me hace tarde para ir al entrenamiento.
Tsubasa azotó con fuerza la puerta al salir. Sanae se dejó caer en una silla y rompió a llorar.
Y todo lo que hago, lo hago por ti, Tsubasa... .- murmuró ella.
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Alisse ya se sentía lo suficientemente bien como para comer, aunque como traía puesto un yeso, le hubiese costado un poco de trabajo de no ser porque Misaki estaba ahí para ayudarla. De hecho, Taro estaba ahí para todo. La ayudaba a comer, le acomodada las sábanas, las almohadas, se encargaba de revisar el suero y de que ella recibiera el medicamento a la hora que debía. Incluso le cepillaba el cabello. Alisse le decía en broma que ya se había convertido en su enfermero personal.
Creo que nadie mas me hubiese cuidado así.- comentó Alisse.- De verdad no sé por qué lo haces, pero te lo agradezco.
Lo hago porque quiero.- respondió Taro, con una sonrisa.- Nada más. No necesito otra razón.
Gracias.- dijo Alisse.- La verdad es que ni siquiera mi novio se preocupa así por mí...
Se hizo un tenso silencio. Taro sabía que Alisse estaba resentida porque Matías no se había dignado en ir a visitarla. La verdad era que el jugador chileno aun se sentía muy culpable por el accidente y no se atrevía a dar la cara.
Ya vendrá.- comentó Taro.- Se siente mal, cree que el accidente fue su culpa.
Eso es un pretexto de lo más idiota.- replicó Alisse.- La culpa fue mía, por andar de pajarita y no fijarme por dónde iba.
¿Pajarita?
Descuidada, tonta.- explicó Alisse.- Así que por favor no lo justifiques. Matías no tuvo la culpa del accidente, así que no me ponga eso de pretexto. La verdad es que no ha venido porque no quiere verme.
Eso no es verdad.- replicó Taro.- ¿Quién no querría verte? Sería difícil que alguien no se encariñara contigo.
No seas tan cursi.- pidió Alisse, aunque en el fondo se sintió muy conmovida.
En ese momento, Lily entró a la habitación. Se veía un tanto pálida y se notaba a leguas que no había dormido bien.
Hola.- sonrió ella.- ¿Cómo estás?
Como si me hubiese atropellado un carro.- respondió Alisse, de buen humor.- ¿Qué tal tú?
Como si me hubiese arrollado un tractor.- respondió Lily, sonriendo.- ¿Estás cómoda?
Estaría mucho mejor si dieran de comer algo decente en este hospital.- replicó Alisse, haciendo un gesto de fuchi a la comida que estaba sobre una bandeja en la mesita de noche.
Como te habrás dado cuenta.- intervino Taro.- Alisse ya está muy bien, al menos de mente, ya que tiene el suficiente ánimo como para ser irónica.
Lo sé, y me da gusto.- sonrió Lily.- De verdad que nos diste un buen susto.
Nah. No se hubiesen perdido gran cosa.- dijo Alisse.
No digas tonterías.- pidió Lily.- Sabes que nos habríamos puesto mal si nos hubieses dejado. ¿Quién intervendría entonces entre las peleas que hay entre nosotras y quién me calmaría cuando ando de mal humor?
Ése sí que es un trabajo difícil.- suspiró Alisse.
El cual te corresponde solo a ti.- completó Lily.
Si me disculpan.-intervino Taro.- Iré a un sitio privado durante un momento...
Suerte en el baño.- rió Lily.
Taro salió de la habitación. Lily esperó a que él saliera para hacerle burla a Alisse.
Me gusta tu nuevo novio.- dijo Lily, risueña.
¿Qué? ¿Estás loca? Taro no es mi nuevo novio.- replicó Alisse, poniéndose roja.
Oh, vamos, si las enfermeras me han dicho que no ha hecho otra cosa más que cuidarte.- contradijo Lily.- Se la ha pasado aquí casi todo el tiempo, ¿no? Y mira que está haciendo mucho más que tu supuesto novio real, el cual por cierto, no he visto por aquí.
Ni me lo recuerdes.- pidió Alisse, enojada.- Ese Matías es un idiota...
Por eso te digo que mejor abandones al Matías y te vayas con Tarito.- opinó Lily.- O Deb y yo aprovecharemos.
O sea, como tú dices, "hello con tu hello".- bufó Alisse.- Tú ya tienes a Lasse y al Wakys, y Deb ya tiene al Levin, no sean acaparadoras.
O sea que sí te gusta Taro.- sonrió Lily, con perspicacia.
No quise decir eso.- gruñó Alisse.
Pero ella sabía que tarde que temprano, él podría llegar a gustarle...
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Emirett y Lasse esperaban en la cafetería a que Lily regresara. Lasse quería saber qué tipo de relación tenía Lily con Emirett, pero ésta última se estaba portando de lo más reservada.
¿Y tienes mucho tiempo de conocer a Lily?.- preguntó Lasse, intentando sacarle la verdad aunque fuese de manera muy sutil.
Bastante, diría yo.- respondió Emirett.- Casi toda mi vida.
Supongo que son buenas amigas...
Se podría decir que sí.- asintió Emirett.
¿Tú eres mexicana también?
Sí.
¿Tendré que sacarte todo con tirabuzón?.- preguntó Lasse, directamente.
No será necesario.- Emirett soltó una risilla.- Pero no esperes que hable mucho sobre mí cuando apenas llevo dos días de conocerte.
En eso tienes razón.- rió Lasse.- Pero no soy un perfecto extraño. Soy el novio de Lily y supongo que eso debe contar.
Sí, supongo.- Emirett recordó que Lily le dijo que Lasse no era su novio oficial, pero prefirió no decir nada.
Lasse presentía que Emirett escondía alguna especie de misterio y eso hacía que el violinista sintiera muchísima curiosidad por la muchacha. Por su parte, y aun cuando sintiera mucha culpabilidad, Emirett se sentía muy atraída por Lasse. El joven se le hacía muy atractivo y no sabía por qué ella sentía que no le era del todo indiferente a él...
Y sin embargo, Emirett conocía lo suficientemente a Lily como para saber que, aunque a ella le gustara mucho Lasse, no estaba enamorada de él.
"Y apenas con un día, he descubierto que podría llegar a gustarme este hombre y que mi querida Lily no está enamorada de él", pensó Emirett, al tiempo que seguía respondiendo con evasivas a las preguntas de Lasse.
"¿Quién eres en realidad, Emirett?", pensaba Lasse, a su vez. "¿Qué misterio escondes?".
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Deb sentía que apenas y podría terminar el turno del día. La guardia había estado pesadísima, además de que el accidente de Alisse la habían cansado mucho.
Ánimo, doctora.- le dijo Natalie.- El turno casi termina.
Afortunadamente.- suspiró Deb, quien apenas y podía tener los ojos abiertos.
Y sin embargo, al final del día le pasaría algo que a Deb le quitaría el sueño. Levin se apareció casi a final del turno, elegantemente vestido, completamente de negro. Las enfermeras se quedaron con la boca abierta al verlo pasar. Dafne casi tiró sus carpetas cuando él llegó a la estación de enfermeras.
Ho, hola.- dijo Dafne.- ¿Puedo ayudarlo en algo?
Busco a la doctora Débora Cortés.- respondió Levin, esbozando una sonrisa seductora que casi nunca mostraba.
Este... ¿Para qué la quiere, si yo lo puedo atender?.- respondió Dafne.
¿Cómo dijo?
Ah, quise decir que... .- Dafne se estaba poniendo nerviosa.- Que no tarda en salir... Si quiere puede esperarla aquí...
Gracias.- Levin se apoyó levemente en la central.
Por supuesto, Dafne no se esperó. Salió corriendo inmediatamente en busca de Deb. Ella se encontraba peinándose en el vestidor de mujeres del quirófano, agradecida de que el turno estuviese por finalizar.
¡Date prisa!.- gritó Dafne, zarandeando a Deb.
¿Por qué?.- Deb no entendía nada.
¡Porque te está esperando un guapísimo hombre allá fuera!.- explicó Dafne, precipitadamente.- ¡Y si tú no vas, iré yo!
Deb se dirigió a toda prisa a la central de enfermeras, seguida de Dafne, y vio a Levin esperándola. Deb sintió que poco le faltaba para que los cal... cetines se le cayeran al piso.
Hola.- saludó Deb, muy nerviosa.- ¿Qué haces aquí?
Hola- sonrió Levin.- Quería preguntar si tenias planes para el día de hoy.
Pues, pensaba dormir... .- musitó Deb. Dafne le dio un codazo.
No, no tiene planes.- contradijo Dafne.- No le hagas caso.
Qué bien.- dijo Levin.- Porque quiero invitarte a comer.
Y aceptará encantada.- respondió Dafne, sin dejar a que Deb dijera algo.
Muy bien.- Levin tomó eso como una aceptación por parte de Deb.
Pero creo que no estoy en condiciones de... .- comenzó a decir Deb.
Así estás bien.- contradijo Dafne.- Que les vaya muy bien.
Dafne prácticamente corrió a ambos jóvenes. Deb estaba algo sorprendida.
¿Cómo estás?.- preguntó Levin.
Pues... Estoy.- respondió Deb.- Ha sido un día fatal...
¿Por qué?.- quiso saber Levin.
Deb le contó lo sucedido con Alisse y la terrible guardia que había tenido la noche anterior.
Entiendo.- dijo Levin.- De verdad, si estás muy cansada, podemos dejar esto para otro día.
Claro que no.- negó Deb.- Me hará mucho mejor el salir con tan agradable compañía.
Levin sonrió. Cuando ambos se subieron al Lexus plateado de Levin, Deb sintió que el cansancio se había esfumado como por parte de magia.
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Paola iba saliendo de su consultorio, con el afán de ir a ver a Alisse, cuando Joel la alcanzó.
Hola.- saludó él.- ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu amiga?
Bien gracias.- respondió Paola.- ¿Y cómo supiste lo de Alisse?
Salió en el periódico.- contestó Joel.- ¿Cómo está?
Fuera de peligro.- dijo Paola.- Y ya despertó.
Eso es bueno. ¿Puedo ayudar en algo?
Muchas gracias.- sonrió Paola.- No será necesario.
De cualquier manera, si necesitas algo, aquí estoy.- ofreció Joel.
Paola sonrió.
Por cierto.- comentó Joel.- Espero que no te moleste, pero daré una rueda de prensa para negar las declaraciones que hiciste el otro día. Fue algo divertido, pero ni a ti ni a mí nos conviene el escándalo.
La verdad, no.- reconoció Paola.- Si lo deseas, yo podría dar una declaración pública también.
¿Lo harías?
Claro. Aunque no sé a quién podría interesarle la declaración de una Psiquiatra que ha de estar más loca que sus propios pacientes.
Joel y Paola rieron. Muy cerca de ellos se encontraba Ken, quien había ido al hospital a buscar a Paola para darle un recado de Kazuki (y eso que Ken juró que nunca más la haría de mandadero XD). El portero karateca miró con mucho odio a Joel, aunque no sabía por qué le surgían esos sentimientos cada vez que veía al joven Andersen cerca de Paola...
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El tiempo se acababa. Era hora de volver a Japón. Maki no lo quería, pero así tenía que ser... Durante las últimas semanas, ella y Hyuga habían salido varias veces, en plan de amigos, por Barcelona. Pero todo lo bueno termina algún día... Y no solo ella se marcharía, Hyuga también debía volver a Italia para prepararse para la Bundesliga...
Maki estaba triste. No quería dejar a Hyuga...
Lo que ella no sabía era que Hyuga tampoco quería dejarla a ella...
Notas:
Ya debo acabar este fic, pero para variar, no sé cómo empezar a escribir el final...
Por cierto, alguien comentó que si la doctora Cortés le había recomendado reposo a Sanae, cómo era posible que ella saliese de compras con sus amigas. Hay dos respuestas a esto: la primera es que ya pasaron varias semanas desde que Sanae estuvo internada en el hospital, así que ya no debe guardar reposo porque ya se corrigió la amenaza de aborto, y la otra es que los pacientes no siempre siguen las indicaciones de sus médicos XD.
