Capítulo 36.

Cuando Yukari llegó a casa de los Ozhora encontró a Sanae llorando desconsoladamente.

¿Qué ocurrió, Sanae?.- preguntó Yukari, preocupadísima.- ¿Qué pasó?

Lo hice todo mal.- murmuró Sanae, sin poder dejar de llorar.- Todo lo hice por protegerlos, a él y al bebé, pero todo me salió mal...

¿De qué hablas?.- Yukari se sentó a un lado de Sanae y la abrazó.

De Tsubasa.- sollozó Sanae.- Lo arruiné todo...

¿Por qué dices eso?.- preguntó Yukari, cada vez más preocupada.

Le dije lo de Kanda.- musitó Sanae.- Le conté que lo había visto...

Y supongo que no le pareció bien.- murmuró Yukari.

Para nada bien.- contestó Sanae.- Lo tomó verdaderamente muy mal...

Ay, Sanae.- musitó Yukari.- ¿Por qué hiciste eso?

Porque tarde o temprano tenía que decírselo, ¿no?.- replicó Sanae.- No podía ocultárselo toda la vida...

Pues no, ¿pero por qué ahora?

Porque Tsubasa comenzó a hablarme sobre... .- Sanae titubeó. Recordó que nadie, exceptuando Paola, sabía algo del chantaje.- Sobre Kanda. Resulta que él le dijo a Tsubasa que tuviese cuidado, porque le contó que yo no estaba tan bien como él creía...

¿Lo dijo por la vez en que te desmayaste en la tienda?.- quiso saber Yukari.

Sí.- asintió Sanae.

¿Pero no fue demasiado que Tsubasa se enojara porque Kanda te encontró por casualidad el día en que te desmayaste?.- preguntó Yukari.- ¿No fue un tanto exagerado?

Es que... .- Sanae volvió a titubear.- Ésa no fue la única vez que Kanda y yo nos vimos...

Yukari enarcó muchos las cejas. Sanae la miró con cara de perrito regañado.

No me mires así.- pidió ella.- No pasó nada malo. Solo fuimos una vez a tomar una bebida y la otra ocasión fue cuando Kanda fue a verme al hospital cuando tuve el problema del aborto.

Ya veo.- comentó Yukari.- ¿Sólo ésas veces?

Y hemos charlado un par de veces por teléfono.- confesó Sanae.- Nada importante. Él está empeñado en saber si soy feliz con Tsubasa...

¿Y por qué será que eso le interesa tanto?.- Yukari miró a su amiga con suspicacia.

Yo que sé.- Sanae se encogió de hombros y después se secó las lágrimas.

¿No será por que aun está interesado en ti?.- cuestionó Yukari.

No digas tonterías.- recriminó Sanae.- Han pasado años desde aquél día en que Kanda intentó obligarme a salir con él.

¿Y eso qué tiene?.- replicó Yukari.- Algunas obsesiones duran años.

Kanda ya me olvidó.- dijo Sanae, terminantemente.- Él solo desea ser mi amigo ahora.

Ay, Sanae.- suspiró Yukari.- A veces eres un poco ingenua...

Sanae no dijo nada. ¿Acaso Yukari podría tener razón y Kanda aun estaba interesada en ella?

¿Pero por qué motivo en verdad tardaste tanto en decírselo a Tsubasa?.- cuestionó Yukari, después de un rato.

¿Qué quieres decir?

Que tardaste mucho para decirle esto a Tsubasa y tú no eres así, Sanae.- explicó Yukari.- Si en verdad no le diste importancia, entonces debiste habérselo dicho a Tsubasa cuanto antes, más si dices que él no te contó lo de Isabel porque tampoco le dio importancia, y eso te molestó.

Sanae sabía que Yukari tenía razón. Ella se había molestado porque Tsubasa nunca le contó sobre Isa. Tsubasa puso de pretexto que "no le dio importancia" y que por eso no le había dicho nada. Y ahora, Sanae había usado el mismo pretexto con Kanda...

Hay otro motivo, ¿cierto?.- insistió Yukari.- ¿Cuál es, Sanae?

No hay otro motivo.- negó Sanae.- De verdad.

Sanae se levantó de la mesa y se sirvió un vaso con agua, más para evitar que Yukari siguiera interrogándola. Sanae había tenido el valor de confesarle a Paola la verdad, pero Yukari, aunque era su mejor amiga, era otro cantar... Yukari sabía que Sanae ocultaba algo. Ella presentía que su amiga estaba pasando por alguna especie de trauma, pero no sabía cual. Y Yukari sabía también que Sanae no quería decirle la verdad...

Sanae, sabes que puedes contar conmigo cuando lo... .- comenzó a decir Yukari, pero el timbre del teléfono la interrumpió.

Espera un momento.- pidió Sanae, tomando el auricular.- ¿Hola?

Hola, señora Ozhora.- dijo la voz que Sanae menos quería oír. La del reportero chantajista.- Buenas tardes.

¿Qué quiere?.- Sanae trató de conservar la calma.

Ya lo sabe.- replicó el hombre.- El estímulo económico.

No otra vez.- negó Sanae.

¿Cómo dice, señora Ozhora?.- el reportero no se esperaba eso.

Que no voy a darle lo que quiere.- repitió Sanae, esperando que Yukari no alcanzara a atar cabos.

¿Necesito repetirle que si no nos entrega el dinero, las fotografías que están en nuestras manos llegarán a publicarse?.- amenazó el reportero.

No me interesa.- contestó Sanae.- Haga lo que quiera.

El reportero no se esperaba eso. Se dio cuenta d que su mina de oro se tambaleaba.

Escuche, señora Ozhora.- dijo el reportero, queriendo mantener la calma.- Le haremos una última oferta: le entregaremos las fotos i nos da la última suma de dinero.

No estoy interesada.- replicó Sanae.

Piénselo bien, señora Ozhora.- repitió el hombre.- ¿No le interesa el futuro del hijo que espera?

Sanae lo pensó unos momentos.

Mañana lo veré a las diez en el café "La Puerta de Alcalá" (original que me vi XD).- respondió Sanae.- A las diez de la mañana en punto. No llegue tarde.

Ahí estaré.- replicó el hombre.

Sanae colgó el teléfono y procuró evitar la mirada de interrogación que Yukari le lanzó.

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Maki estaba preparándose para partir a Japón. Ya casi había terminado de empacar sus maletas cuando Yukibe entró corriendo a la habitación y encendió la televisión.

Maki, ¿ya viste?.- gritó Yukibe.- ¡Kojiro Hyuga se marcha a Italia!

¿Qué dices?.- exclamó Maki, dejando caer la playera que traía en la mano al suelo.

Ve las noticias.- ordenó Yukibe.

El día de hoy, el gran jugador Kojiro Hyuga regresa a Italia, a prepararse para la próxima Champions League.- decía un reportero.- El aguerrido joven vino a España a visitar a su amigo y gran rival, Tsubasa Ozhora, y a su esposa Sanae, la cual ya todos sabemos que está esperando un hijo...

En ese momento se veían imágenes de Hyuga saliendo de su hotel y subiendo a un automóvil, el cual lo llevaría al aeropuerto.

No puede ser.- musitó Maki.- Me lo va a hacer otra vez...

¿Qué dijiste?.- preguntó Yukibe.- ¿No vas a ir tras él?

Maki no lo pensó dos veces. Dejó todo lo que estaba haciendo y salió corriendo de la habitación.

¡Maki!.- gritó Yukibe, pero la chica ya no alcanzó a escucharla.

Maki salió a toda prisa del hotel en donde ella estaba hospedada y salió a todo correr por la calle y se subió al primer taxi vacío que ella encontró.

Al aeropuerto, por favor.- pidió Maki, al taxista.- Dése prisa...

Sí, señorita.- respondió el taxista.

"No puede ser", pensó Maki. "No puede ser. No puede irse otra vez así, sin despedirse... ¿Por qué siempre me hace eso?".

El taxi avanzó entre el tráfico lo más rápido que pudo. Al llegar al aeropuerto, Maki se dio cuenta de que había miles de fans esperando a que el avión de Hyuga despegara.

¿No es guapísimo?.- preguntó una chica a otra.

¡Sí! Es taaaan lindo.- respondió la otra.

Maki corrió lo más rápido que pudo... Pero no pudo llegar a tiempo... El avión en el que viajaba Hyuga partió justo cuando ella llegaba a la sala de abordar.

No otra vez.- murmuró Maki, derramando algunas lágrimas.- No puede ser...

La chica se dejó caer al suelo y derramó varias lágrimas. Ella había tenido la esperanza de poder volver a verlo, esperanza que se le cumplió, pero no esperó que él se marchara tan rápido... Y mucho menos sin despedirse...

Maki no supo cuánto tiempo pasó. Solo se dio cuenta que la fanaticada de chicas se había marchado ya. Maki supo que se veía ridícula llorando a media sala de abordar, a juzgar por las miradas que le lanzaban los demás pasajeros. Ella se levantó y comenzó a caminar con la cabeza agachada. De pronto, al pasar por una columna, alguien la tomó de la cintura y le tapóla boca.

¡Mmm!.- exclamó Maki, sintiendo que un hombre fuerte y musculoso la sostenía.

Shhh, no hagas ruido.- pidió el hombre, el cual usaba unos lentes oscuros.

Maki se paralizó al reconocer la voz. El hombre le destapó la boca, pero no la soltó.

¿Hyuga?.- exclamó ella, sorprendida.- ¿Qué haces aquí? ¡Creí que te habías marchado ya!

¿Creíste que me iría sin despedirme de ti?.- preguntó Hyuga, con una sonrisa.- Por supuesto que no...

Lo has intentado otras veces.- replicó Maki, quien casi volvía a llorar de la alegría.

Pero nunca me he ido sin decirte adiós.- sonrió Hyuga.- ¿O sí?

¿Y por qué todo ese escándalo sobre tu partida?.- quiso saber Maki.

Para que me dejaran marchar en paz.- explicó Hyuga.- Ya estaba harto de que siempre me quisieran desnudar cada vez que aparezco en público.

Maki rió, tratando de no imaginarse a Hyuga desnudo.

Además, me trajo otra ventaja.- murmuró Hyuga.- Y ésa fue que tú viniste a verme...

No iba a dejar que te fueses sin despedirte... .- murmuró Maki.

No me iré sin despedirme.- dijo Hyuga, tomando a Maki de la barbilla.- Y esta vez, tampoco me iré sin decirte lo que siento...

¿Qué quieres decir?.- murmuró Maki, mirando a Hyuga a los ojos.

Hyuga acercó su rostro al de Maki y la besó muy suavemente en los labios. Ella sintió que era trasportada al cielo por esos labios...

Te quiero.- musitó él, cuando se separaron.- Solo que nunca he tenido el valor de decírtelo...

Maki no respondió en ese momento. Se abrazó a Hyuga y enterró su cara en su pecho.

Te quiero.- murmuró ella, moviendo sus labios contra la camisa de él y escuchando en su oído el latir de su corazón.

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Emirett quería preguntarle a Lily qué clase de relación tenían ella y Lasse, pero no pudo hacer muchas preguntas ya que casi todo el tiempo, Lily estuvo ocupada. Emirett esperaba pacientemente en el cuarto de médicos, sola. Lasse se había marchado rato atrás, con un beso un tanto apasionado a Lily que hizo sentir un poco de envidia a Emirett. Ella sabía, presentía que Lily y Lasse, aunque hacían una excelente pareja, no eran el uno para la otra. Emirett Loustalot-Larclette sabía que había otra persona más...

Y la encontró. Genzo Wakabayashi apareció pocos minutos antes del final del turno, con dos inmensos ramos de flores, uno era de alcatraces y el otro era de perfumadas rosas rojas. El primero ramo, el de alcatraces, por sorprendente que pareciera (y vaya que sí lo es) era para Alisse. El portero entró y expresó su contento porque la chilena hubiese despertado. Alisse, Taro, Lily, Deb, Dafne, Paol e incluso el propio Genzo estaban sorprendidos por el gesto.

De vez en cuando algo hago decente.- Genzo se encogió de hombros al ver la cara de interrogación de Misaki.

El segundo ramo, obviamente, era para Lily. El portero se esperó a que la doctora tuviese un minuto libre para poder recibir las flores personalmente. Lily, como era de esperarse, se puso más colorada que las propias flores.

No debiste hacerlo.- Lily intentó sonar parcial, pero su voz tembló un poco.- Son preciosas. Muchas gracias.

Te dije que lo seguiría intentando hasta el fin.- sonrió Genzo.- Y lo haré, aun así tenga que bajarte las estrellas...

Oh, por favor.- rió Lily, apenada.- No digas esas cursilerías, tú no eres así.

No, tienes razón, no lo soy.- asintió Genzo.- Pero por ti, puedo serlo...

Ya párale.- Lily siguió riendo.- Me va a dar diabetes con tanta miel.

Ambos rieron. Emirett los observaba desde cierta distancia. Y sonrió. Emirett supo que Genzo era el hombre que presintió que había llegado a la vida de Lily para quedarse.

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Alisse no podía conciliar el sueño. Era la hora de la comida y Taro había salido a comer, obviamente. Alisse quería dormir una siesta para no reconocerse a sí misma que estaba comenzando a extrañar a Taro... De pronto, la puerta se abrió y Matías entró por la puerta.

¿Puedo pasar?.- preguntó él, con suavidad.

Alisse lo miró con severidad, pero asintió.

Notas:

Soy imparable. Es todo lo que puedo decir. Aunque me sigan amenazando de muerte, yo seguiré escribiendo mientras Dios así me lo permita y me siga dando la inspiración necesaria.