Mimosa seguía paralizada al escuchar a escondidas las palabras de recomendación de la joven bruja. Ella ya tenía lo que quería, un indicio para que su presente sea el mejor de todos, no correría mas riesgo y saldría rápidamente del lugar para que su maná no sea detectado.

- Que.. que bueno que no había casi nadie en la base de los Toros... - decía saliendo apresurada a través de el gran portón un poco nerviosa.

Se tocaba las mejillas de lo rojas que estaban y caminaba a paso uniforme para luego tomar su escoba, subirse a ella y volar de regreso.

- Eso... Eso... - decía aún nerviosa pues para ella el tema era un completo tabú.

- No soy tonta... Sé lo que vendría después de eso... - decía nerviosa sin soltar el extremo de su escoba mientras volaba.

Por su mente pasaban un sin fin de pensamientos acerca de como manejaría la situación, para su suerte aún le quedaba el resto del día libre, ella estaba dispuesta a no desperdiciarlo.

...

Al llegar a su hogar bajó rápidamente de su escoba para correr de una manera muy elegante a su habitación, no había nadie mas aparte de la servidumbre pues todos eran caballeros mágicos.

Al entrar a su habitación se quitó la capa roja que la cubría y la colgó en un sujetador, se dirigió a su cama para agarrar una almohada con la que cubriría su sonrojado y caliente rostro mientras se echaba.

- Wahhh - decía Mimosa siendo su voz opacada por lo que traía encima de su rostro.

- Asta-san... - decía bajando la almohada asomando sus verdosos ojos.

- Lo... - decía nerviosa - ¡Lo haré! - afirmaba levantando su torso para estar sentada sobre su cama.

- Si eso es lo que todo hombre incluído Asta-san desea de regalo lo haré - decía esta vez mas decidida.

Eso duró poco pues al pensar nuevamente todo lo que debería hacer hizo que sus mejillas adquirieran un exajerado color rojo y de que sus orejas expulsaran vapor. Ella calló nuevamente con los ojos hechos unos remolinos.

...

...

- Mimosa... Que hermosa te vez... - decía el cenizo.

- A-asta-san... Por favor no me veas tanto... - decía avergonzada cubriendo su desnudo cuerpo con sus brazos.

- ¿Por qué no lo haria? - decía con tono seductor - ¿Olvidaste que tu eres mi regalo esta noche? - esta vez acercando su mano al mentón de Mimosa levantandolo.

- Si... Lo-lo soy pero... - decía cada vez mas avergonzada pues el chico no despegaba su mirada de sus desnudos pechos.

- Pero nada... Quítate esa cinta y comencemos - dijo para arrebatarle lo único que la cubría en ese momento.

El muchacho se abalanzó dejando a la chica de anaranjados cabellos debajo suyo, era una posición de completa dominación que notoriamente excitaba al cenizo.

- Bien Mimosa, aquí voy... - dijo agarrando su miembro y abriendo las piernas de la jóven.

- Espera... Espera... Asta-san... ¡Espera! - gritó para abrir sus ojos de golpe y frenar su grito en seco.

- ¿Un... sueño? - se dijo a si misma.

- Wahhhh - dijo volviéndose a tocar las mejillas - ¿Por que se sintió tan real? Por qué por qué por qué por qué Mimosa, Por qué - decia dándose suaves golpes en la frente.

- ¿Será que yo también...? Wahhh - dijo cubriéndose por completo el rostro.

Ella se mantuvo echada unos minutos más para luego levantarse y salir de su habitación.

- ¡Bien! ¡Bien! ¡BIEN! - pensaba - ¡Lo harás Mimosa! ¡Tu obsequio será el mejor que reciba Asta-san! - decía mientras se daba palmaditas en ambas mejillas y recorría el pasillo.

- Señorita Mimosa - dijo una sirvienta que pasaba por ahí.

- ¡KYAAAAAA! - gritó sorprendida la chica.

- ¡Se-señorita Mimosa! ¡¿Está usted bien?! - preguntaba la mujer.

- Ah.. no... Perdón... Era solo yo con mis pensamientos... ¿En que te puedo ayudar? - preguntó la pelinaranja.

- Oh, bueno... Solo quería saber a dónde se dirige - dijo respetuosamente la uniformada.

- Oh, voy... Al ala Oeste, a la biblioteca para ser más precisos ¿Por?

- Oh, entonces no hay problema, no, no se preocupe, es que estamos limpiando la residencia entera y nos preocupaba que usted se dirigiera a un lugar que aún permanencia sucio, afortunadamente dejamos la biblioteca completamente limpia. Perdone las molestias - dijo inclinándose.

- Eh, no, no te preocupes - dijo sonriente para luego seguir con su camino.

- Ah... La señorita Mimosa... Tan pura... Tan santa, tan correcta... Es un ejemplo a seguir... - dijo la sirvienta para marcharse enseguida.

- Siempre amé la biblioteca... - dijo Mimosa entrando a la misma - de pequeña era mi lugar preferido en toda esta amplia casa... - dijo cerrándola con llave - Pero hay un lugar al que jamás entre, y no por que no quisiera sino por que no de me permitía... - dijo parándose frente a una puerta de acero mágico con un sistema de seguridad que se abría al introducir una contraseña.

- Cuando mi hermano me acompañaba a leer siempre entraba a esta habitación... Pero jamás me dejó acompañarlo... Pero... - dijo poniendo su mano derecha en los botones con símbolos - la última vez que vine con el pude ver como introducía los siguientes dígitos para abrirla... - dijo apretando.

- 3... Menos... 8... - dijo apretando estos botones y haciendo que la puerta se habra.

Mimosa tragó saliva y sin pensarlo entró por el angosto pasillo para encontrarse con un pequeño estante con varios libros en él.

- No soy tonta... Lo vuelvo a decir... - dijo agarrando un libro lleno de polvo.

Ella lo limpió con sus manos y dejó descubierta la tapa de éste.

- Todo lo que debes saber para tener tu primera vez - dijo leyendo el título del libro.