Ahí estaba ella y ahí estaba él, cada uno frente al otro mientras reposaban en un extremo diferente de la cama del cenizo, tenían las velas del cuarto apagadas para contar solo con la iluminación que proporcionaba la luna a través de la ventana abierta del cuarto. El viento corría ligeramente dándoles una brisa fresca con indicios de que con el tiempo se convertiría en una más helada.

Ambos sabían como terminaría esta noche y no podían parar de pensar en todo el proceso que conllevaría a eso, les provocaba ligeros nervios el solo tenerse a pocos centímetros de sí pero más aún el silencio que abundaba en la habitación.

Eran las 8, ambos sabían que no podían comenzar debido a que muchos miembros de la base no conciliaban el sueño sino más tarde, pero era extraño, pues aunque los cuartos estaban separados siempre se escuchaban sonidos que indicaban que había alguien despierto, pero esta vez no era así. No se escuchaba nada que no fuera el sonido de algunos animales de bosque que diambulaban a las afueras de la base.

Rápidamente ambos intuyeron que se debía al día tan activo que tuvieron hoy, digo, ¿Quién no llega cansado a casa después de medio día de playa y toda una tarde de viaje y organización? Incluso ambos, Asta y Nero, se sentía cansados con la única razón de mantenerse despiertos que era el hecho de que lo harían.

-Hey, ¿No crees que debes comenzar? -la ojiroja decía sus primeras palabras.

-¿H-he? -idiotamente Asta respondía.

-¿Qué te pasa? Ya deberías saber hacer estas cosas... -ella se sonrojaba pero nadie lo notaba pues estaba de espaldas.

-Vaya... ¿Por quién me tomas? -decía sarcásticamente desepcionado.

-¿Quieres saber?

-Jeje, mejor no.

Tras romper el hielo ambos sabían que era hora de comenzar porque sino no llegarían a nada, Asta volteó primero y rápidamente tras él lo hizo Nero. Esta vez ambos estaban más cerca del otro pero aún sin conectar miradas.

La luna ascendiente iluminaba a través de la ventaba abierta del cuarto haciendo notar como una chica de cabello corto se retiraba las delgadas ligas que sujetaban su vestido de pieza. Ella lo hacía con vergüenza instintiva mientras que el chico frente a ella no se animaba a mirarla directamente.

-¿Que te pasa? Ya me viste desnuda antes ¿No? -preguntaba ella con atrevimiento.

-Si, pero eso no significa que sea algo rutinario o de costumbre -seguía negándose a verla.

-Pues hazlo tu también, así estaremos iguales -se sonrojaba mientras guiaba su mirada a otro lado -¿Y bien?

-E-está bien... -dijo Asta para proceder a quitarse la camisa azulina de su torso y seguidamente desabrochar su cinturón para sacarse la túnica blanca por completo.

Nero veía de reojo el acto del cenizo y como cumplía con lo suyo, así que decidió terminar con lo que empezó. Se bajó por completo su vestido azul oscuro con una mano mientras que con la otra tapaba sus pequeños pechos de la vergüenza ya que no contaba con un sujetador para cubrirse.

La suave piel de Nero solamente era cubierto por las bragas que llevaba en sus zonas íntimas, nada más iba encima de ella mientras que Asta aún tenía su pantalón azul a juego cubriéndole. La chica pelinegra miraba la prenda que le sobraba al cenizo con una mirada comprometedora, «entiendo entiendo» dijo él procediendo a quitárselo también.

Ya ambos solamente con ropa interior no supieron como seguir, estaban sentados en la cama mientras la brisa entrante se hacía cada vez más helada congelando sus cuerpos. «¿Que no hará nada?» pensó ella viendo como un indefenso Asta yacía sentado aguantando la brisa fresca.

Ella se levantó rápidamente para dirigirse hacia él y tomarlo de los hombros para echarlo a la cama, él se resistió instintivamente pero después se dejó llevar. Nero estaba encima suyo dejándose ver los pechos pues tenía ambas manos ocupadas bajando la ropa interior de Asta, apenas la bajó pudo ver como su ya erecto miembro salía disparado, se sorprendió pero luego se calmó para agarrarlo con ambas manos y probarlo con su lengua.

Le pareció un sabor muy extraño, el objetivo de chupársela era que este se erecte pero, como ya lo estaba antes de que lo hiciera pues no había problema de proseguir.

-Cre-creo que yo debería ir arriba -dijo Asta impulsándose ligeramente.

-No, yo iré arriba, supongo que con todas las que lo hiciste tu ibas arriba ¿no? -expresó quitándose las bragas aparentemente sin ninguna vergüenza.

Posó encima suyo pegando su entrada con la cabeza del miembro del cenizo para lentamente hacerlo ingresar, apenas el primer roce fue suficiente para hacerla gemir pues era algo nuevo para ella, aún así, su meta era tenerlo todo dentro por lo que continuó. La delicadeza con la que lo hacía era para no sufrir ningún dolor pues era conciente de lo grande que era, pero en un descuido uno de sus pies resbaló en la sábana lo que hizo que todo entrara de golpe.

-¡Ahhhhhh! -gimió ella del dolor mientras su cuerpo temblaba.

Asta pudo sentir también lo apretado que se sentía, era la primera vez que entraba a uno tan poco espacioso pero a la vez placentero, la presión estimulaba su miembro cada vez más.

Una ligero chorro de sangre salía de las partes de la ojirroja y caía en la base del miembro de Asta. «Es muy... Ahh... Muy grande...» dijo mientras se desplomaba y caía en los pechos del cenizo.

-¿E-estás bien? -preguntó el de bandana.

-Duele... Un... Un poco... -jadeaba ella -esperemos un rato y... Eh... O-oye que haces...

Asta sujetaba el cuerpo de Nero para pegarlo al suyo y así levantarse con delicadeza para cambiar de posición, ella se veía confundida una vez estar tendida en cama mientras el chico estaba encima suyo.

-Te dije que yo iría arriba -dijo Nero avergonzada y aún algo adolorida.

-No puedo aguantarlo más, no te preocupes, yo me encargo -respondió Asta.

-He, no lo hagas tan fuerte, no querrás despertar a los demás -dijo algo sarcástica -Ahhhh -jadeó cuando el ojiverde la penetraba.

-No vayas a gemir tan fuerte, no querrás despertar a los demás -dijo él para después seguir con lentas embestidas.

La presión de los pliegues del interior de Nero exitaban de una manera exagerada a Asta quien deseaba aumentar la velocidad de sus embestidas pero que desistía al ver como la pasaba su compañera. Ella no podía evitar gemir pero se aguantaba por temor a hacer ruido.

Apresado por la lujuria el cenizo no pudo aguantar más y aumentó la velocidad de su penetración haciendo que la de cuernitos suelte algunos gemidos de placer pues ya se estaba acostumbrando, ella tenía sus manos sujetas a las sábanas jalándolas cada vez que lo sentía un poco más dentro.

-Ahhhh... Mas... Mas despacio... Ahhh... -gemía ella disminuidamente.

El delgado cuerpo de la chica se retorcía sensualmente debido al placer otorgado por su acompañante, sentía que ya no podía sentirse segura sujetando las blancas sábanas así que optó por aferrarse a algo más firme, con sus pocas fuerzas enredó ambos brazos en el grueso cuello de Asta.

El chico de bandana seguía embistiendo a un ritmo no tan rápido pero que de igual manera les otorgaba placer mutuo, abría los ojos y veía el rostro de la pelinegra ruborizado a más no poder y con los ojos algo húmedos y llorosos, Asta se enrojeció de igual forma mientras de a poco inconcientemente acercaba su rostro al de ella.

-¿Qu-qué sucede? -dijo ella abriendo sus ojos y dejando de sujetarse de su cuello.

El ojiverde retiró su miembro para después tomarla delicadamente por la cintura y ponerla boca abajo, ella era tan ligera que esto no le llevó mucho, seguido de eso elevó su trasero para continuar. Acomodó su miembro y notó el gemir de Nero cuando estuvo a punto de entrar, por lo que se contuvo e ingresó lentamente. La pelinegra sujetaba una almohada y la ponía en su boca para impedir que de ella saliesen sonidos obcenos que la avergonzarían y que alertarían a los demás miembros de la base.

-Ahh.. ahh... -ella gemía del placer -mas... Mas... -suplicaba.

-Estas muy apretada Nero... Se siente... Muy bien -jadeaba el muchacho mientras manoseaba y moldeaba el trasero de la chica.

-Te gusta... ¿Verdad? Ahhh... -ella complementaba con sonidos de placer.

La posición actual no era como la anterior, sus cuerpos no estaban del todo pegados por lo que Nero pudo sentir la brisa helada de la ventana abrazar su desnudo cuerpo, pero ella no quería incomodar a Asta por lo que lo ignoró.

Asta se dió cuenta, él también lo sentía por lo que frenó sus embestidas para con una de sus mantas cubrir sus cuerpos. Se inclinó acomodándose bien para seguir con el acto, el ambiente caluroso era perfecto para proseguir.

El cenizo resbaló sus manos para sujetar los pechos de la chicay estimularlos, ella soltó un chillido de la sorpresa y se avergonzó de la situación. No podía evitar compararse a las demás chicas con las que el tonto encima suyo había pasado la noche como lo hacía con ella, por lo que su reacción hizo que con sus manos quitara todo contacto que Asta hacía con sus pequeños pechos.

-¿Qué sucede? -preguntó el cenizo ante el repentino acto.

-Suéltalos, seguro no son para nada como los de las otras ¿No? -la almohada que tenía en la boca disminuía su tono de voz.

-Son perfectos tal como son -él se libraba del impedimento y proseguía a manosearlos y estimularlos.

El ser explorada por cada rincón de su cuerpo sin duda la exitaba, sumándole a la simple frase que había dicho Asta para reconfortarla la sumió en el placer absoluto.

-Quiero verte... -decía ella entre jadeos -quiero verte el rostro -repetía.

Asta obedecía.

Retiraba la sábana que los cubría pues ya había logrado su cometido y sujetaba a Nero para voltearla nuevamente y adoptar la pose del inicio. Ella habría las piernas para que él pueda ingresar rápidamente y fue lo primero que hizo. La penetraba haciendo resonar por el cuarto el sonido obceno de sus pieles chocando entre si.

Asta la veía, era tan linda, tan tierna, tan inocente, que no se resistíó a sujetarla de ambas manos y pegarlas a la cama para que con facilidad, pueda probar con su boca los pequeños pezones de la chica.

-A-atrevido... Ahhh -dictaba ella.

Él no se detenía sino más bien proseguía con el cumplimiento de sus deseos, estuvo un buen rato así hasta que los soltó sin dejar de sujetar las manos de la chica. Ambos se miraban cara a cara, él con una cara ruborizada y ella con una avergonzada, ojos entrecerrados y humedos y una boca semiabierta por donde salían sus gemidos y sus transpiraciones.

Nero deseaba algo más, la estaba pasando muy bien pero sabía que podía mejorarlo, su boca se humedecia y acomodaba claramente dando indicios de que deseaba un beso. Asta la vió y tras unos segundos pudo entenderlo, él era conciente de lo bien que se sentía y accedió, bajó su cabeza y delicadamente juntó sus labios con los de ella.

Se besaron con pasión mientras el cenizo bajaba la velocidad de sus embestidas para prestarle mas atención al contacto de sus labios. Nero soltó sus manos del agarre de Asta y lo entrelazó en su cuello sujetándolo así fácilmente contra ella.

Las embestidas ahora eran más pausadas pero profundas, el ojiverde la penetraba hasta el fondo haciendo que el trasero de la ojiroja se hundiera en el colchón repetidamente. Ellos solo separaban sus bocas cuando perdían el aire pero, apenas volvían a tenerlo, Nero las juntaba nuevamete manteniéndolos firmes para que ningún descuido logre su separación.

Asta usó una de sus manos para recorrer todo el torso de la chica especialmente sus pechos y así estimularla para que ambos compartieran un placer más intenso.

El ambiente nocturno del cuarto era el perfecto para la pareja de apasionados jóvenes que realizaban un acto de placer puro, pocos sonidos resonaban en el lugar, uno de ellos era el sonido algo húmedo de sus labios probándose entre si y el otro de sus partes íntimas chocando profundamente. Sus bocas se separaban formando un delgado hilo de saliva que no duraría mucho.

-Ahhhh... Se sinte tan bie... -Asta no pudo terminar su frase pues Nero rápidamente juntó sus bocas ya por tercera vez.

Asta sorprendido pero interesado sucumbió ante la presión, pasaron unos segundos y el cenizo se sentó sobre la cama tomando a Nero de la cintura y posicionándola encima suyo aún con su miembro dentro de ella, la estimuló un poco y besó su cuello mientras apegaba sus pequeños senos ante sus formandos pectorales, ella cruzó sus pies para sujetarse a él, pareciera que no estaba dispuesta a dejarlo ir.

Asta la levantaba del trasero y la soltaba dejando que la gravedad hiciera su trabajo, los brazos de Nero se posicionaban en los hombros del cenizo firmemente, pasaron un buen tiempo en esa posición calentándose entre sí y compartiendo uno que otro cruce entre sus bocas hasta que el cenizo la tiró nuevamente a la cama.

Empezó con una embestida suave para pasar rápidamente a una más intensa, ella gemía, no paraba de gemir del placer de una manera limitada para no causar mucho ruido. El colchón se movía y se humedecía a la par, no importaba la temperatura pues ambos se proporcionaban el suficiente calor para estar más que satisfechos.

-Ahhhh... Secre... -jadeaba él.

-Por... Ahhh... ¿Por qué me llamas por mi nombre? -decía ella entre gemidos y rubores.

-Estoy por acabar, lo voy a sacar ahhh... No llevo nada puesto -explicó él aumentando cada vez la velocidad de sus embestidas.

Ella sucumbió ante los gemidos que le provocaba ser penetrada a una velocidad aumentada mientras escuchaba a Asta, se sentía muy bien hacerlo con el chico que tanto apreciaba que no quería que terminara de una mala manera.

-Hazlo dentro -dijo ella -hoy... Es un día seguro para mí -explicó entre jadeos.

-¿Un día seguro? ¿Qué es eso? -preguntó desde su ignoracia.

-Ahhhh... Solo hazlo tonto -sentenció.

Él no lo aguantó más, el estímulo de embestirla salvajemente fue suficiente para que el chico acabara.

Nero sintió como un líquido caliente la llenaba por dentro chorreando fácilmente fuera de su vagina aún con el miembro de Asta dentro. Lo único que podía hacer era mirar al techo completa de placer pues ella también se había venido junto a Asta.

El ojiverde retiró su miembro y apenas lo hizo, gran cantidad de esperma salió lentamente de la entrada de la chica, la miró y se acercó a ella para apreciarla mejor.

-Entonces... ¿Tu día seguro te impide quedar embarazada? -preguntó.

-Si pero... -jadeba -la verdad hoy no es mi día seguro, mentí.

-¡¿Qué dices?! ¡Pe-pero tu...!

-Tranquilo... Ahh... No quedaré embarazada.

-¿Pe-pero como? No usé ningún protector y...

-Yo... Tengo magia de sellado y... -miraba al cenizo de reojo, este tenía su clásica cara de tonto, rápidamente Nero se llenó de vergüenza -Olvídalo.

-Eh, espera... Dímelo -insistía.

-Que no -se alzaba -además... -bajaba la mirada a la entrepierna de Asta -Parece que aún tienes ganas eh -dijo con un tono algo cansado.

-Ah, no, no te preocup... -fue callado.

Nero lo besó y lo tiró a la cama para posar encima de él. Lo hicieron nuevamente probando una que otra pose diferente.

La luna ya se posicionaba más alto en el cielo, el reloj marcaba las 10:30 y 2 jóvenes yacían hechados en la cama cubiertos por una manta, el brazo del chico servía de almohada para ella y alrededor suyo, en el piso, de veía como las ropas de ambos estaban votadas por todo el lugar.

Ella ya estaba por dormirse y él estaba pensante sobre un tema. Algunas partes de las sábanas de su cama estaban manchadas con los fluidos de ambos pero no les importaba.

Nero ya había caído en el sueño dejando a Asta como el único despierto de los 2, lo habían pasado genial y nadie sabía si lo repitirían nuevamente. Unas palabras salieron de Asta, su objetivo era que la chica también los escuche pero era inconciente de que ella ya se había dormido.

-Creo que tendré un harem -dijo suavemente antes de cerrar los ojos y quedarse dormido junto a ella.

El sol salía por el este y las aves cantaban a las afueras, un cenizo abría sus ojos para cumplir su rutina diaria, eran las 5 y nadie más estaba despierto pues todos de levantaban a eso de las 6 o 7. Quizo levantarse pero no pudo pues un bulto sujetaba su brazo derecho, rápidamente volteó para ver que era y vió como una chica desnuda lo abrazaba firmemente como para sentirse segura.

-Ne-nero... -decía mientras recordaba su noche anterior y ocacionaba el despertar de la chica.

-¿A-asta? -dijo ella para luego ver que ambos no tenían nada puesto.

Se avergonzó pero lo entendió rápido.

-Oh verdad, lo hicimos -dijo ella.

-Creo que es hora de levantar... -dijo queriendo librarse de los brazos de la ojiroja pero fallando en el intento.

Ella sin decir nada se ocultó bajo la manta, se subió encima de él y con un movimiento de manos los cubrió a ambos. Sus rostros estaban apegados generando un ambiente que forzaba una interacción entre ambos. Sucedió.

Las manos de ambos se exploraban mutuamente mientras que sus labios se deseaban entre sí, al final lo terminaron haciendo nuevamente. Ambos vivieron una mañana única.