-¿Y bien? ¿Disfrutaron su innecesariamente larga misión? -preguntaba Yami.
-No -dijeron los 3 al unísono.
-Aunque no me quejo, fue algo divertida aveces -susurraba la plateada para sí.
-Ah, ya veo, ¿Tu mocoso?
-Fue cansada, pero entretenida después de todo -una gota le salía en la sien.
La delgada chica de ojos rojos simplemente subía a su habitación, aparentemente cansada y perdida de ojos, ignorando a todos los demás.
-¿Eh? ¿Que le sucede? -decía el capitán al verla pasar de largo.
-No lo sé, puede que solo esté cansada -comentaba Asta.
-En fin, aquí la pasamos normal, si no vez a los demás es porque están de misión, esto de las lluvias si que generan muchos problemas -comentaba Yami -yo estoy por salir a buscar a Finral, debió llegar hace horas, seguro que el Rey lo tiene encerrado sirviéndolo.
-Lo acompaño capit...
-No, tu quédate aquí, ustedes 3 descansen en lo que nosotros trabajamos, se lo ganaron al cumplir esa misión bajo este clima -Yami prendía un cigarrillo mientras avanzaba a la puerta.
El capitán tomaba su escoba y de un golpe cerraba el portón para después elevarse por los aires. Noelle bostezaba y le decía a Asta que iría a su cuarto a descansar y arreglarse, Asta le dijo lo mismo y ambos subieron.
Ya en su cuarto vió a su compañera de vestido negro tirada boca abajo en su confortable cama, parecía dormida y a pesar de estar reposando, se le notaba cansada.
-Oye... Nero -decía Asta.
Ella no respondía.
Sabía que el cenizo le rogaría perdón y sinceramente ahora no estaba con las ganas de dárselo, quería descansar.
-Nero...
Ella seguía callada.
-N-Nero...
-Ahhhh, habla de una vez -decía con su voz distorsionada por estar pegada a las sábanas.
-¿Puedes transformarte en ave y dormir dónde siempre lo hacías? Yo también quiero descansar un poco -decía Asta.
Ella se enojó pero se le pasó de golpe, el cansancio que sentía la obligó a seguir reposando sin decir nada. Aún así, tras unos segundos volteó su cuerpo para echarse mirando hacia arriba mientras que de reojo se fijaba en el cenizo quien no se movía de su lugar y esperaba una respuesta, respuesta que no se la daría.
-Llegué a escuchar que no había nadie en la base -dijo ella mientras miraba al techo con sus apagados ojos y brazos extendidos.
-Si, el capitán dijo que todos andan de misión, a nosotros nos dió la misión de descansar.
-Ehh... Ya veo -decía ella con un tono de desinterés en su voz.
Se mantuvieron unos segundos callados.
-Oye, ¿Quieres hacerlo? -dijo ella con la mirada pegada hacia otro lado.
Pasaron unos segundos de silencio.
-¿Eh? -el cerebro del cenizo procesaba todo -¿EHHH? ¡¿Q-qué estás diciendo?!-se alejaba unos pasos.
Nero giraba más la cabeza para no hacer contacto visual con él por error mientras que sus mejillas se teñían de un rojo suave.
-Solo responde -susurró.
Asta respiró profundo mientras acomodaba su postura, cerraba sus puños e intentaba mirarla a pesar de que ella tenía sus ojos ocultos.
-Claro que no, además, no deberías hacer ese tipo de preguntas -decía él con voz convincente que rápidamente decaían a una pasiva mientras que sus ojos se desviaban al igual.
-Ya veo -dijo ella.
-¿Que fue eso? -preguntó él.
Ella se levantaba para acomodar un poco la cama, «Una prueba», respondía a la vez. «Y... ¿La... La pasé?», preguntaba algo dudoso el cenizo, «Si, creo», respondió ella. Tras acomodar algo las almohadas y las mantas, se sentó al centro del lecho.
-Ven, siéntate ahí -dijo ella, señalando la parte superior de la cama -no preguntes.
-O-okey.
-Dame un masaje en los hombros -ordenó ella.
Nero se encontraba postrada boca arriba con la parte superior de su cuerpo sobre unas almohadas que reposaban en Asta, el cenizo actuaba como una especie de sillón de reposo para ella y aunque quería safarse de ahí, sentía una ligera obligación de quedarse.
Posaba sus manos entrenadas en los delgados y suaves hombros de la muchacha, quien al contacto y estimulación estremecía ligeramente su cuerpo por lo bien que eran los masajes.
-O-oye, respecto a esta mañana en el bosque... -tras unos minutos Asta hablaba, le era incómodo hablar sobre esto, pero le parecía más incómodo dejarlo al aire.
-Ya lo hablamos en el lugar, dije que no tengo nada que ver -decía con su típica voz apagada -simplemente estaban haciendo sus cosas y desafortunadamente pasé por ahí.
-Si... aún así, perdón... -decía el chico con una voz pasiva.
-No te disculpes -decía ella apenas Asta terminaba su oración -no tienes ninguna razón para disculparte, puedes hacer esas cosas con quién quieras sin problema, o me equivoco, señor lujurioso.
-P-pensé que te habías olvidado de eso -susurró -aún así, me disculpé porque parecidas molesta en ese entonces.
-Hummm, supongo que lo estaba un poco -seguía con su tono de voz apagado.
-Me diste un golpe...
-Y te lo daría nuevamente, así que silencio. Quiero relajarme así que sigue con lo tuyo -dijo ella refiriéndose a los tranquilizantes masajes.
-Esta bien, ahhh, pero yo también estoy cansado -susurraba lo último.
El ojiverde continuaba masajeando los hombros de la muchacha a través del delgado hilo que sujetaba su vestido a ella, era un acto de relajación para la pelinegra quien se notaba que lo disfrutaba a pesar de no mostrar mucho, para Asta simplemente era ayudar a un amigo. Dejaron de hablar por lo que la habitación se había llenado de silencio, aún más sin los ruidosos toros negros en la base, silencio que se rompería en un instante.
-Oye Asta, quería hablar algo conti... ¡Ahhhhhhhhhhh! -una peliplateada de coletas gemelas entraba a través de la puerta.
-¡¿No-Noelle?! -gritaba Asta de la sorpresa.
-¡¿Q-qué estas haciendo?!
-P-pues Nero quiere un masaje -dijo él intentando mantenerse sereno.
-Hola Noelle -saludaba Nero postrada en cama.
-P-pareces muy tranquila N-Nero...
-¿Por qué no habría de estarlo?
-P-p-pues... b-bueno... Asta, quiero hablar contigo.
-Claro, dime -respondía él.
-B-bueno, a solas, es sobre aquella noche -susurraba lo último confiada en que solo el chico entendiera el tema.
-¿Aquella noche? Hablas de cuando lo hicieron, ¿Verdad? No hay problema, pueden hacerlo aquí, no molestaré.
-¡¿N-Nero?! -exclamaba el cenizo ante la directa frase de la pequeña chica de ojos rojos.
-Ehh... Ehh... Eh... -la Silva soltaba nerviosa.
Su cara entera se tiñó de rojo intenso en un instante mientras que posaba sus manos en la misma, una vergüenza tremenda la recorría, no era para menos, estaba frente a una situación en la que una de sus amigas sabía de las cosas obcenas que había hecho.
-A-Asta... tu... tu se lo contaste... -preguntaba Noelle susurrante y nerviosa.
-E-ella... Nero fue la que... -giraba su cabeza para no hacer contacto visual.
-Lo hicieron a lado de mí, ¿Nunca pensaste en que me daría cuenta? -decía Nero, con un toque diminuto de ironía en su tono.
Noelle quitaba las manos de su cara y el rojo que abundaba en ella solo se centraban en sus mejillas.
-A-así que lo viste todo... -decía disminuyendo su voz y desviando su rostro.
-No, no lo hice, estaba de espaldas mientras se divertían, además me dormí al instante.
-Y-ya veo...
-Ah, pero la mañana siguiente...
[...]
-G-g-gracias... -susurraba Noelle cubriéndose el rostro de la vergüenza que sentía.
-No entiendo como pudieron olvidar vestirse... que impúdico... -susurraba lo último.
-N-no lo sé, solo recuerdo que al terminar me sentía muy cansada y...
Noelle contaba detalles involuntariamente y decía palabras que probablemente concientes de ellas le provocarían pena. Nero se quedaba callada mientras escuchaba y plantaba sus ojos fijos en ella, a pesar de ser rojo oscuro, pareciera que se opacaban más, esto notaba el cenizo.
-N-Noelle... -decía Asta sacándola del trance.
-Eh, eh... -ella se callaba y giraba su cabeza -Y N-Nero... Ya que lo sabes...
-No se lo diré a nadie, no creo que gane nada haciéndolo -decía para sí misma lo último mientras deslizaba sus ojos a la izquierda.
-Me alegro -suspiraba.
Nuevamente todos se mantenían callados.
-¿Por cuánto tiempo seguirán así? -preguntaba la de coletas con temblores en su voz.
-Quizá un rato más -respondía la pelinegra.
-Y-Ya veo... Yo iré a mi habitación -daba la vuelta.
En su camino a la puerta, ella daba algunos giros para verlos de reojo, fruncía sus ceños en una expresión celosa y finalmente se iba a su habitación a descansar o calmar su incomodidad amorosa.
La chica bajita y de cuernitos seguía echada encima del cenizo mientras que éste la masajeaba para conseguir relajarla. Tenía la mente en blanco y quería mantenerla así.
Poco le duraría eso pues quería saber el porqué de esa calma, recordaba rebosar de ira esta mañana al darse el infortunio de encontrar al chico que le atraía en un acto de intimidad con otra chica, más aún cuando hace unos días ella ocupaba ese lugar. Quizá no hubiera ocurrido, sí, quizá no hubiera actuado de esa manera tan propietaria si la noche anterior a esa no hubiera sido prácticamente dejada de lado e ignorada mientras Asta se divertía con Noelle. Pero quizá por lo mismo es que estaba actuando normal justo ahora, había asimilado que situaciones como esa podían pasar, quizá seguido, y ella no tenía por qué enojarse, después de todo el cenizo no era de su propiedad ni nada similar. Dejó de pensar en eso por que ya la tenía cansada, y además era muy incómodo para ella.
-Ya puedes parar, quiero descansar, puedes irte -dijo la ojiroja.
-Eh, pero yo también quiero descansar, es para eso que subí -respondió el ojiverde.
-Eh... ¿Acaso quieres echarte conmigo?
-Saldré -suspiraba.
[...]
4:00 pm
[...]
-¿Señorita del Amanecer Dorado? -preguntaba el hombre de cabello negro y capitán de orden.
-Soy Mimosa Vermillion de Amanecer Dorado -la hermosa chica pelinaranja saludaba.
-Eso lo sé, ¿Qué hace aquí? ¿No debería estar en misión como todos los caballeros mágicos?
-Bueno, los caballeros que pertenecen a la realeza tienen ciertos privilegios... -se rascaba la mejilla.
-Ya veo, ¿Y qué busca?
-Yo pues... -jugaba con sus pies.
-¿Eh? ¿Mimosa? -Asta bajaba las escaleras.
-¡Asta-san! -exclamaba la chica y apartaba al capitán para entrar a la base y saludar al ojiverde.
-¿Qué haces aquí?
[...]
-¿Una misión en esta ciudad? Es extraño, usualmente no sucede nada ahí.
-Con esto de las lluvias el Rey cree que es mejor echar un ojo, él no quiere que esa ciudad sufra de algo ya que es una de las que más aporta al Reino -la pelinaranja explicaba.
-No creo que una sola caballero mágico pueda con esto.
-Es por eso que vine aquí, es una misión grupal por lo que vine a pedir que Asta-san me acompañe -decía ella convencida.
-¿Eh, yo? -se sorprendía él.
Ella giraba a verlo y sonreía mientras sus mejillas se enrojecían.
-Entiendo, pero no, Asta y 2 de mis chicos acaban de volver de una larga misión y necesitan descansar.
-¿Eh? ¿Larga misión? -Preguntaba la Vermillion.
-Estuvieron en una misión de recado bajo esta lluvia.
-¿Estás bien Asta-san?
-Si, no fue para tanto.
-En fin, si quieres que vaya ahora me temo que no puedo dejarlo ir aunque quiera, no está bien que se sobreezfuerze -prendía un cigarrillo.
-No hay problema, puedo esperar a mañana.
-Mañana eh -sacaba su cigarro -hey mocoso, ¿Estarás bien para ir con la chica a esa misión mañana? -preguntaba Yami.
-Puedo hacerlo, mi cuerpo se cura de inmediato.
-Si, tampoco es que tengas el cuerpo lastimado -decía el capitán sarcástico.
-Me alegro, pero... -dudaba la chica -me pregunto si puedo dormir aquí hoy.
-¿Aquí? No veo una razón para hacerlo -decía Yami.
-Es que yo realmente quiero hacer esta misión, y si vuelvo a casa quizá se la den a otro ya que es una muy importante para el Rey -giraba sus ojos.
-El Rey y sus estupideces -suspiraba el pelinegro -supongo que puedes, mis chicos pasarán la noche en el lugar en el que están para continuar a tempranas horas con lo suyo.
-Ah, Mimosa -decía Noelle quien se encontraba bajando después de descansar.
-¿Qué hace ella aquí? -se preguntaba Nero quien bajaba a lado de la Silva.
Mimosa les explicaba el porqué, sorprendiéndolas, tal sorpresa se podía ver más en Noelle que en la ojiroja pero ambas estaban en iguales. Tras unos intercambios de palabras para aclarar todo, cenaron una comida simple debido a la ausencia de la cocinera de la base. Ya eran las 7:00pm pues después de haber comido la última comida del día cada uno se puso a hacer sus cosas para después ingresar a la base y prepararse para dormir.
-Llevas pensándolo desde hace minutos Noelle, no cambiaras el hecho de que Asta irá a solas a una misión con ella -decía Nero balanceando sus pies.
Las jóvenes de encontraban en la habitación de la peliplateada, Mimosa había decidido dormir ahí pues no le parecía bien tomar el cuarto de otro miembro de la base sin su permiso, en este momento ella se encontraba tomando un baño.
-Ella apareció de la nada con una misión, ¿No te parece muy extraño? -dijo la de ojos morados.
-Eres muy celosa -susurró -aunque yo tampoco quiero que vayan solos -se dijo para si misma -¿Por qué no pruebas a buscar en sus cosas? A lo mejor encuentras algo que te ayude -dijo algo sarcástica.
-Tienes razón -dijo Noelle mientras de ponía a buscar en el lugar.
-Seguro lo de la misión es solo una fachada, seguro irán a hacer eso -pensaba Nero.
-Encontré algo.
-¿Eh?
-Tomar un baño antes de dormir siempre es de lo mejor -Mimosa entraba a la habitación.
-¡¿Q-qué están haciendo?! -exclamaba al ver como su prima y la chica de cuernitos veían entre sus cosas.
-Aguas termales, cupón de 4, así que tu solo querías ir a una cita eh... -decía Noelle.
-¡D-Dame eso!
-Tienes un cupón de 4, parece que iremos con ustedes -comentaba la chica de vestido negro.
-¿Ehh?
-No creo que el capitán de niegue.
-Asta-san y yo podemos hacerlo solos.
-¿Hacer que? -la miraba con sus opaca mirada rojiza.
-Cumplir la misión.
-Hummm... Algo me dice que algo más -pensaba.
-Puedo decirle al capitán que la misión solo es una excusa para las aguas termales, seguro que levantará el permiso y le dará la misión a otra orden -amenazaba Noelle.
Mimosa se veía acorralada, su plan perfecto había sido perjudicado por no mantener las entradas a las aguas termales ocultas. Lo que más deseaba era ir a esa cita con Asta ya que había pasado un tiempo desde que no lo veía, no tenía planeado compartir con su prima y con la pelinegra que había conocido hace aproximadamente un mes.
-E-está bien, p-pueden venir... -se resignó.
La noche llegaba a su máximo punto mientras que Noelle y Mimosa se preparaban para dormir, ya era hora de ello. Nero por su parte se fué a la habitación que compartía con el cenizo para ver si ya estaba dormido, efectivamente, lo estaba.
Vió el montón de paja cerca de la ventana que usaba como lugar para dormir considerándola una opción para pasar la noche pero al final de decidió por descansar en su forma humana. Además, ya se había acostumbrado a la calidez con la que dormía junto a Asta, ella levantó las sábanas y se acomodó dentro.
Siendo tempranas horas de la mañana, Mimosa recorría los pasillos de la base un poco frustrada por la noche anterior, ahora se dirigía al cuarto del cenizo en busca de él para pasar el rato ya que era conciente de que solo él se despertaba a estas horas mientras los demás dormían.
-No es justo, yo solo quería ir con...
Se detuvo pues escuchaba ruidos provenientes del interior del cuarto del chico, ruidos intensos pero a la vez bajos como si se esforzaran en ocultarlo. Instintivamente bajó el ruido de sus pasos y se acercó a la puerta para averiguar de que se trataba todo.
Abrió con el mayor de los cuidados la puerta para tener espacio y ver, esos ruidos por alguna razón se le hacían familiares pero justo ahora no recordaba el porque.
Sus mejillas se enrojecieron en un instante al ver la escena, sobre la cama se encontraban él y Nero en una íntima posición. Él se encontraba desnudo apegado a una de las paredes mientras que la pelinegra estaba sentada encima suyo con el vestido completamente remangado en su cintura y su ropa interior desprendida en uno de sus talones.
Asta tenía todo el rostro pegado profundamente a los pequeños pechos de Nero mientras que con una de sus manos la sujetaba de su desnudo trasero y con la otra la sujetaba de una muñeca. Nero tenía su cuerpo doblado sensualmente hacia el cenizo y, aunque no lo veía, podía intuir lo que pasaba en sus entrepiernas viendo el movimiento lento y profundo de sus cuerpos y la expresión de placer de la pelinegra, todo acompañado de ligeros gemidos, los rayos del sol y las sábanas desordenadas.
-Q-q-q-qué están haciendo... -decía avergonzada la Vermillion al presenciar la situación de intimidad.
Estuvo unos segundos más viéndolos, nerviosa y sin saber que hacer hasta que giró su cabeza y se fué apresurada a su habitación.
[...]
-Me haces cosquillas... -decía Nero mientras Asta exploraba sus pechos y pezones con su boca.
-Son hermosos -susurraba él.
-Cállate. Ahhh... -gemía ella conteniéndose.
-No deberíamos hacerlo en las mañanas... Ahhh -ella gemía del placer de ser tocada.
-Pero fuiste tu la que comenzó, yo solo quería seguir durmiendo... Ahhh...
-Es cierto pero...
-Me vengo, N-Nero...
Ella soltó un quejido mientras sentía como todo ese líquido blanco era vertido dentro de ella, se sujetaba al cenizo lo más fuerte que podía mientras que él hacía lo mismo pasando sus brazos alrededor de su cintura, ambos respiraban agitados.
-Creo que yo también me vine... -susurraba ella tiernamente separándose un poco y viendo su entrepierna -creo que... Eh... ¿Asta?
El cenizo se encontraba rendido, sus brazos estaban tirados sobre las sábanas y sus ojos caían entrecerrados.
-¿O-oye estás bien? -preguntaba la pequeña chica.
-C-creo que necesito dormir de nuevo -susurraba él.
-¿Es por que lo hicimos? -preguntaba -aquella vez también estabas algo cansado -pensaba.
El chico no respondía.
-Supongo que me debo encargar otra vez, ¿No? Esta vez no será muy incómodo -lo miraba dormir.
-O también podemos estar así un rato más... -pensaba.
-Si, creo que si -susurraba mientras de apegaba a él y cerraba sus ojos.
