El sol en el Reino Corazón ascendía siendo acompañado de decenas de parvadas de pájaros que a su vez traían la vida a la diversidad natural del Reino junto al maná del mismo tipo.

El Palacio, ubicado en el centro de la Capital, una llena de árboles y ríos a montón, no se escapaba de la vista del Rey astro. Los ciudadanos más madrugadores se levantaban a hacer sus labores diarias que consistían la mayoría en el cuidado de su perfecto ecosistema, a su vez, los mercaderes corrían para conseguir un puesto en la concurrida zona comercial y así vender sus productos.

Por otra parte, en una habitación en el Palacio, la iluminación era escasa, todas las ventanas estaban cerradas a excepción de una la cual las cortinas no lograban cubrir del todo. Por aquella, los rayos del ya notorio sol entraban difícilmente llegando a parar en el rostro dormido de una chica que se llegaba a cubrir con su mano apenas notarlo.

Tras unos minutos siendo molestada, decidió levantarse. Dirigía sus ojos somnolientos y entrecerrados hacía diversos lados mientras estos se aclaraban a la par que bostezaba. Cuando ellos se aclararon, pudo ver su alrededor, sus mejillas se ruborizaron de inmediato mientras que su rostro no sufría ninguna variante, ella suspiraba. También pudo notar que no vestía nada.

-Sucedió otra vez... -pensaba sentada sobre la cama del cuarto semioscuro.

-Ahh... todo es un desastre... De nuevo...

Se acercaba hacía una de las personas que también estaba sobre la desordenada cama, un chico de cabello gris que aparentemente tenía un sueño profundo. Él tenía todo su cuerpo extendido y algo sudoroso y a unos centímetros a su lado se encontraban las otras 2 personas que también pasaron la comprometida noche ahí. Ellos también no llevaban nada puesto.

-Durmiendo plácidamente como siempre... -ella lo observaba, aveces pensaba en dejar de recalcarlo para si misma cada vez que lo veía así, pero de todas formas lo hacía.

Quería darle una bofetada como aquella vez, pero al intentar hacerlo su cuerpo la traicionó y calló encima de él provocando su despertar.

-¿Estoy... tan cansada? -se preguntaba a sí misma.

-Ahh... ¿Ne-Nero? -decía el joven recién despierto sujetando a la chica de los brazos para elevarla mientras se levantaba.

Ella lo veía confundida, pero al recuperar la fuerza en su cuerpo, aprovechó para darle la bofetada, no fue tan fuerte como aquella vez, fue una controlada, como de regaño.

-¿Qué pasó ayer? -preguntaba el chico medio dormido.

-No tengo ni idea, quizá ver a tus alrededores te ayude -dijo con su clásico tono.

-Oh... -él se enrojecía mientras descendía su mirada.

-Ahh... -ella suspiraba para después dejarse caer -ustedes son muy irresponsables, no pueden simplemente hacer esto en cualquier... -se detuvo al ver cómo Asta la observaba.

-¿Qué sucede, aún tienes energía? -preguntó -no se que te habrá dado Mimosa pero... -obserbaba bajo su abdomen -ah... -se enrojecía.

No se resistió, aunque le molestaba un poco, no podía negar el gusto que había adquirido por hacerlo en las madrugadas con la ligera iluminación creciente del sol, en un parpadeo ya se encontraba de cuatro sobre las desordenadas sábanas siendo sujetada y tratada por Asta mientras ambos soltaban sonidos crecientes y descontrolados, mientras su mente se volvía en blanco y su cuerpo se movía para adoptar más poses de placer.

Tras un buen par de minutos se le podía ver tirada y con la respiración acelerada mientras el chico caía desmayado tras suyo.

-Ahhh... -suspiraba ella -esto no... No es bueno, ¿Qué pasa si alguien abre la puerta ahora mismo? Ah... da igual, ya no me importa, hágalo quien quiera... -suspiraba mientras sus ojos caían dormidos nuevamente.

[...]

-Me alegra que hayan podido venir -decía la reina -aún así, fue un poco tarde ¿Durmieron bien anoche?

-Si, Loropechika-sama -decía Mimosa.

-S-si... -Noelle se sonrojaba.

Nero se quedaba callada.

-Ah, me alegro, ya saben que cualquier imperfecto pueden comunicarmelo -sonreía -ahora bien, los demás ya deberían estar llegando, ¿Cuántos fueron seleccionados?

-Cerca de 10 contándonos a nosotros -dijo Asta -la mayoría son de nuestra orden.

-¿Es así? ¿Los demás no deseaban venir?

-No es eso, muchos de ellos prefirieron entrenar con los suyos o mejorar algunas técnicas propias, además creímos que sería mucho más efectivo centrar el entrenamiento en unos cuantos.

-Eso tiene sentido -chancaba su puño con su mano -en fin, estoy ansiosa de que lleguen -ella silbaba canciones tontamente.

-Loropechika-sama -llamó Noelle -¿Le puedo preguntar cómo será nuestro método de entrenamiento? No nos lo dijo hasta ahora.

-Oh no no no, no puedo revelar eso aún -decía un poco alterada mientras negaba moviendo sus manos de derecha a izquierda -Pero será simple, solo te puedo decir que haremos uso de los espíritus guardianes para su entrenamiento -sonreía ella causando la expresión de curiosidad de los demás a excepción de Nero quien aún mantenía su cara serena.

Algunos portales se abrían dejando entrar de ellos a todos los que se someterían al entrenamiento del maná natural, Finral, quién era el autor de tales portales, saludaba a todos mientras los magos llegaban. Explosivos y algunos con la debida cortesía que los caracterizaban, saludaban a la Reina al ser ésta la primera vez que la veían.

Loropechika hizo el mismo recorrido que había ofrecido a Asta y a las 3 chicas que lo acompañaban, tras eso, una comida en un cuarto que a la vez era un jardín, cerró la presentación.

A inicios de la tarde, la distribución fue explicada, no podían permitirse perder tiempo así que la asignación de entrenamiento comenzó. Tras la comprobación de sus magias, todos fueron divididas por sinergias a su tipo más cercano aunque también se presentaban afortunados con una magia similar a la de los espíritus, casos como Leopold y Luck con sus magias de fuego y rayo respectivos.

Al ser Asta un no poseedor de magia, se quedó a entrenar con el guardián más experimentado, Gaja. Noelle, al ser usuaria de agua como la Reina, se quedó a su lado, y Nero, al tener magia Arcana, también. Mimosa por otro lado, tuvo que resignarse a ser entrenada por la guardiana de magia térrea, cosa que no era el mayor de sus gustos, pues estaría separada de sus intereses, pensó en pedirle a la Reina su entrenamiento al poseer una magia que tenía sinergía con la de ella, pero simplemente se resignó.

-Te noto algo triste -comentaba con su voz calmada la joven de cabello negro y vestido de pieza mientras que la Reina terminaba su distribución.

-Y yo extrañamente te noto feliz -respondió Mimosa algo atacante al comentario de Nero.

-¿Es así? Hmmmm, ya veo -decía ella con su cara de póker, aunque interiormente sus expresiones eran desconocidas.

Todos se dispersaron, cada guardián tenía su propio terreno y ambiente de entrenamiento alejado del resto, por lo que los caballeros mágicos que se someterían a su tutoría debían acompañarlos.

Dicho esto, su primer día, o más bien, sus primeras horas, comenzaron.

[...]

-Ahhhh, la Reina resultó ser muy fuerte -Noelle se estiraba.

-¿Enserio?

-Si, nuestra primera prueba fue llegar a tocarla, pero no pudimos, ¿Verdad, Nero?

-Fue difícil -ella reposaba con los brazos hacia atrás sosteniendo su cuerpo y mirando hacia el cielo.

-Gaja-san se pasó la mayor parte del tiempo intentando responder las preguntas de Luck, y conteniéndolo también -dijo Asta.

-¿Dónde está él ahora? -preguntó la Silva.

-Me dijo que iría a ver cómo estaban los demás, y a retarlos si tenía la oportunidad, lo que hace siempre.

-Es cierto, nosotros terminamos rápido, los demás aún deben estar con lo suyo -decía la plateada.

-Cada guardián debe tener su propio método -completaba la de vestido oscuro. -Ahhh, estoy tan cansada... -se recostaba en el verde pasto.

La tarde parecía comenzar a irse, pero el sol todavía hacía notar su prescencia y el trío de jóvenes aprovechaba para descansar.

-Los atardeceres en el Reino del Trébol son hermosos pero los de aquí tienen algo que... Ahhh -bostezaba la Silva mientras también acomodaba su cuerpo en el verdor.

Asta las miraba, tan libres y vulnerables, «Quizá esas no sean las mejores palabras...» una gota le caía de la sien. De todos modos, él también se recostó para acompañarlas y descansar de sus primeras horas de entrenamiento en este nuevo Reino.

Tras un tiempo, Nero abría los ojos, un poco incómoda al ver cómo Noelle se apegaba al cenizo como si fuera su almohada mientras se preguntaba si lo hacía al propósito o de pura casualidad. No le sorprendería que fueses propósito después de lo que vivieron estos últimos días, quien diría que la deshonesta y avergonzada chica de la realeza terminaría haciendo cosas tan indecentes y pervertidas. Es lo que más le sorprendía a ella.

Se levantó de inmediato y alejó el rostro de Noelle al ver que intentaba besar al cenizo, por instinto y de inmediato, en una reacción que aunque lo negara, fueron de celos, o como lo denominaba ella: "Justicia".

-¿Cuando coges con él se besan demasiado, no? Por lo menos puedes abstenerte al estar en público -decía ella con su voz habitual.

-Hummm... Me lo estuve preguntando por un pequeño tiempo pero... ¿También te gusta Asta, verdad Nero? -decía ella aún recostada y con las mejillas un poco rojas.

-Así que lo hacías a propósito...

-Si -ella se levantaba -ahora responde.

La ojiroja se avergonzaba, tenía clara su respuesta, pero a la vez era de las personas que les molestaba afirmar algo que se notaba en ella por obviedad.

-Creo que la respuesta es más que clara -Nero desviaba su mirada -¿Cómo lo supiste?

-¿Qué como lo supe? Tuvimos sex... Eso... Aquella vez... Vi que lo hacías tan apasionada. -dijo algo avergonzada -además Mimosa me contó que te encontró una mañana haciéndolo con él.

-Ehhh, ¿E-enserio? -bajaba su cabeza e intentaba ocultar su mirada.

-¿Miente?

-Bu-bueno...

-Siempre eres la más directa en estos temas, pero veo que no eres completamente inmune a la vergüenza eh -comentaba la plateada -Además, no pienses que me molesta o algo así, a mi también me gusta Asta y hacer estas cosas es...

-No debes decirlo, vaya, parece que ahora eres una completa desvergonzada con estos temas.

-¡No lo soy! Ahhhh -suspiraba ella -simplemente... Mejor olvídalo.

-Si, es mejor.

-También debo pedir perdón -seguía la Silva.

-¿De qué?

-Bueno, no sé si lo notaste pero, cuando fuimos a la iglesia de Hace y dormimos en el mismo cuarto... Jeje, que estoy diciendo, supongo que no lo notas... -Noelle alzaba su mirada solo para ver la seriedad en el rostro de su compañera acompañado de unos ojos serios teñidos de negro, similares a los de anoche cuando los atrapó haciéndolo junto a Mimosa.

-¿A qué te refieres, Noelle? -preguntaba ella con su voz llena de seriedad.

-A nada, a nada, olvídalo -desviava ella su mirada, hacer contacto visual con esos ojos de desprecio era difícil.

El sol ya caía y con la llegada de algunos espíritus guardianes, se dieron cuenta de que el entrenamiento de los demás había terminado.

[...]

-¿Cómo que ustedes solo entrenaron una horas? -preguntaba sorprendida Mimosa.

-Desde mañana comenzaremos el entrenamiento completo -respondía Noelle.

-¿Y qué estuvieron haciendo en su tiempo libre? -ella se alejaba un poco.

-Descansar y ver el paisaje -respondía Nero.

-Tch, desearía haber estado ahí... -pensaba la Vermillion.

Todos cenaron, y entre bromas y relatos sobre su primer entrenamiento, se fueron a sus habitaciones, lugares alejados, en dirección a su zona de entrenamiento para más comodidad, solo Mimosa se quedó en su antigua habitación por deseo propio.

En su rumbo a sus cuartos, Loropechika los acompañó, ella era muy amiguera, por lo que su relación con las chicas había avanzado a grandes pasos.

-Parece que llegamos -dijo Noelle frente a la habitación en la cual habían pasado la noche.

Cuando todos estaban por entrar, Loropechika habló tras haberle algo robado su atención.

-¿Por qué los tres entran aquí? -dijo ella.

-Pues, para dormir, es nuestra habitación, ¿No? -decía Mimosa.

-Nonononono -ella se acomodaba los lentes, no me digan que los 3 durmieron en la misma habitación a noche, que despistada -se tocaba la cabeza -quizá no me expresé bien, pero hay 4 habitaciones preparadas, una para cada uno. Esta es la habitación de Nero-san.

-¿Mi habitación? Ya veo... -decía ella algo sorprendida.

-Pido perdón otra vez~~~~... -se inclinaba la Reina.

-No debe hacer eso, usted es la Reina, fue nuestro error -la calmaba la Silva.

[...]

Cada uno en su habitación, con vista hacia el estrellado cielo, se preparaba para dormir y comenzar un entrenamiento arduo los días posteriores. Todos ellos no tenían otra preocupación principal que no sea la de volverse fuertes y combatir a la amenaza desconocida que se les aproximaba.

Por eso, era extraño ver cómo una joven de mirada profunda y un chico de bandana y cenizos cabellos estaban tan apegados en el cuarto del mismo.

-¿Qué haces aquí? -preguntaba Asta.

-Hoy dormiré aquí.

-¿Por qué?

-No sé si eres conciente de lo que pasó anoche en MI cuarto y en MI cama -recriminaba ella.

-Nos encargamos de limpiar todo en la mañana, ¿No lo recuerdas?

-Aún así me repugna.

-Ahhh... Puedo entender eso, ¿Pero por qué aquí? -se tocaba su nuca.

-¿No quieres sentir el calor de una linda chica mientras duermes? -preguntaba ella algo susurrante mientras acomodaba las sábanas.

-¿Quieres hacerlo?

-Nunca dije eso.

-Ambos sabemos que pasará...

-Si sucede que suceda -terminaba de acomodar todo.

-Entonces...

[...]

-Nero... Ahhh... Creo que... -gemía él con sigilo.

-Asta... Ahh... Ast... Hum... -ella hacía lo mismo.

Ambos pegaban sus cuerpos de manera tan brusca y obcena que las ordenadas sábanas se arrugaban y caían de la cama. Las piernas de la linda chica no hacían otra cosa que cruzarse en la espalda inferior del muchacho mientras esté la penetraba tan fuerte que la hacía soltar gemidos perversos, gemidos que se cubría con la boca para no despertar a nadie más.

El miembro del muchacho estaba lleno de los fluidos combinados de ambos mientras entraba y salía de los pliegues de la joven a un ritmo medio pero apasionado, mientras sus ropas, esparcidas por los suelos, indicaban la intensidad de sus líbidos. Mientras ella abrazada el cuello de Asta, este aprovechaba para masajear sus pechos y pezones para darle más placer y estimularla de modo que gimiera y así poder cubrir su boca con sus labios, y sentir lo prohibido que era estar teniendo sexo en ese lugar.

Ambos, desnudos por completo, dejaban la cama, el cenizo cargando a la ojiroja frente a ella aún con su miembro dentro de ella para ponerla en una de las ventanas haciendo que su espalda desnuda sea visible a todo aquel que decidiese pasar por el lugar; a la vez la seguía penetrando y acorralando sus brazos en los vidrios transparentes, la exitación de ambos subía a un nivel veloz mientras el cansancio se apoderaba de sus cuerpos...

Exploraron casi toda la habitación del cenizo en su noche de pasión, aprovechando cada sitio para usarlo como su lugar de placer momentáneo y mutuo. El entrenar físicamente, de alguna manera había prendido sus ganas, y ambos sabían que al entrenar todos los días, más situaciones como estás podían pasar.

Sus mentes se volvían en blanco mientras que sus lenguas comían la boca del otro, el beso apasionado que muchas veces hacían al coger, se llenaban de puro deseo del cuerpo del otro al punto que sus salivas se mezclaban. Sus cuerpos se apegaban sudorosos y lizos, llenando el lugar de sonidos de caderas desnudas chocando de placer, mientras ensuciaban todo lugar al cual llegaban.

Al final como siempre, terminaron ambos, chorreando los fluidos mayormente saliendo de la intimidad de Nero y cayendo a las sábanas. Cayeron rendidos en la desordenada y húmeda cama, sin ganas de arreglarse o ponerse algo encima, solo con ganas de dormir.