Capítulo 3: "Carbuncle y la primera prueba"

Arle quedó por muchos segundos shockeada. Realmente el rostro de Draco era muy apuesto, pero era una chica, tal como ella.

- No sé como me confundes – dijo la chica con alas de dragón – y aparte, soy una mujer muy bella.

- Bueno, aunque no por esto quería hablarte, es que…

- Oye Arle, ese bolso amarillo de la esquina es el tuyo¿verdad? – le interrumpió Draco.

- Ah, si. ¿Por qué?

- Siento una fuerza extraña ahí…

Draco se acercó al bolso, por mientras Arle sonreía con una gota corriendo por su frente mientras pensaba: "Espero no sea él…"

Seriri, la sirena, también miraba desde su bañera la escena. Además, había un chico de pelo blanco que se quedo en la entrada a la sala. No salió a jugar por el bosque, como el resto de la clase.

La curiosidad de la chica de cuernos le hizo abrir el bolso, y desde adentro salto una figura amarilla, sonriente y de 30 centímetros de alto. Con orejas largas como conejo, y un cristal rojo en su frente. Poseía extremidades muy pequeñas y lucia extremadamente tierno.

- ¡Carbuncle! – le gritó Arle al pequeño ser amarillo - ¡Te dije que no me siguieras a la escuela!… bueno, de todas formas ya te extrañaba.

Carbuncle era la mascota de la niña. Un día lo vio andando por el bosque y se lo quedo para ella. Carbuncle, o Cakun como a veces le decía, era muy cariñoso y se apegaba a su dueña adoptiva casi como si fuera su madre.

- ¿Y que clase de ser es este? Siento algo extraño en él – comenzó a decir Draco entre sonrisas por la tierna criatura, y un tanto de temor.

El chico de pelo blanco por fin habló: - Me extraña que entre dos seres tan similares no se reconozcan. Esa cosa amarilla es un chibi-dragón, una especie muy rara. No deben quedar muchos por ahí. Tu, Draco, eres mitad humana y mitad dragón¿no? – en efecto, el chico tenia razón – Así que me parece el colmo que no sepas de la existencia de estos animales.

Draco se enojó mucho, apunto con el dedo índice al engreido niño, pero luego se tranquilizó. Arle y Seriri, testigos de la escena, se dieron cuenta que la intención de la chica de ojos dorados fue retar a un duelo puyo, pero se arrepintió.

- Guu guu guuuuuuu – gruño el pequeño amarillo, con una ternura tal, que Draco sonrió y olvidó su ira. El chico de blanco salió al bosque.

Arle quiso aprovechar la oportunidad para romper el hielo con la sirena, se le acercó para preguntar si sabia el nombre de ese chico, pero apenas comenzó a caminar hacia la acuática chica, esta se sonrojo entera y tapo su rostro con las dos manos.

Draco se rió y dijo – Le debe dar vergüenza no ser tan bella como yo.

Arle dirigió su mirada hacia la chica de cuernos y le frunció el ceño, en señal de que no diga cosas que incomodaran a la tímida criatura mitad pez.

- Yo no te haré nada – dijo Arle, pero Seriri comenzó a gritar. Una de sus manos mojadas por el agua de la bañera, la llevo hacia su boca y la sopló, luego salpico algunas gotas hacia Arle.

Al momento cuando una tocó la cara de la chica del cinturón en forma de banda, tanto Arle como Seriri quedaron encerradas en una especie de tubos transparentes y comenzaron a caer puyos sobre ellas.

- ¡Es una batalla puyo¡Seriri sabe usar magia! – exclamó asombrada Draco.

- ¡Guguguguuuu! – también gritó Carbuncle, que se paro frente a Arle y comenzó a bailar, seguramente para animarla en esta confrontación.

Arle no sabia que hacer y cuando vio los primeros puyos cayendo hacia ella, sólo cerro los ojos. Aunque para su sorpresa, tenia un campo de fuerza sobre su cabeza donde frenaban, igual como mostró la profesora.

- ¡Arle! – gritaba Draco – no te pasará nada mientras no se acumule una gran columna de puyos sobre ti.

El consejo era correcto, ahora la novata niña no sabia como actuar, aunque de a poco recordó las palabras de la profesora.

- ¡Unir de a 4, unir de a 4, allá vamos! – se gritaba para si misma.

Continuará…