Disclaimer: La trama de Nota: Los hermanos no follan le pertenece a DAIKRA. Con su permiso, realicé este fanfic para adentrarme en el pasado de los personajes.

Advertencia: Contiene spoilers del fanfic mencionado. Para leer/entender este, es necesario que, al menos, ya hayas leído los tres o cuatro primeros capítulos de dicha historia. Pero... léelos todos, no te vas a arrepentir.


¡Buenas, buenas! Aquí les traigo este fanfic en el que estuve trabajando. Es muy especial, ya que es un fanfic perteneciente al universo de Nota: Los hermanos no follan de DAIKRA. Quienes ya son lectores de esta historia, pueden leer sin problemas. Aquí descubrirán por qué los hermanos Taishō accedieron a separarse por 5 años :)

Esta excelente escritora cautivó mi corazón con semejante historia, que recomiendo con todo mi ser que lean si no lo hicieron. Tiene una trama espectacular, llena de emociones, drama, tragedia, con un manejo de personajes impresionante y un romance entre InuYasha y Kagome que NO se pueden perder. En lo personal, lo amé tanto, que sentí la necesidad de escribir al respecto. Este es mi pequeño regalo para la autora, a la cual, le agradezco enormemente por haberme permitido aportar un poquito a su creación. Estoy muy feliz por eso. Ella lo sabe c:

Sin más... ¡a leer! Espero que lo disfruten :)

Ya fue Suficiente

Negación

Devastados. Rotos. Avergonzados. Estos últimos días en la familia Taishō habían sido realmente un calvario. Sus padres, tras haberlos descubierto, los trataban tan distante que ardía, y no se hablaba de otra cosa que no sea su inminente separación. No les permitían estar juntos en el mismo sitio, a menos que haya alguien más ahí con ellos. Ambos llegaron a sentirse presos en su propio hogar, ya que hasta controlaban sus salidas, por temor a que pudieran irse juntos.

El ambiente asquerosamente tenso llegaría a su fin cuando InuYasha partiera a Inglaterra. Pero con eso también se iría la mitad de su alma, dejándola vacía, y destrozada.

Porque Kagome no hacía más que acurrucarse en su almohada y llorar por horas. No solo se quedaría sin su mejor amiga de toda la vida, sino que ahora, el único hombre del que se había enamorado –que lastimosamente era su hermano– también estaba siendo forzado a abandonarla.

Si tan solo no lo hubiese provocado en media sala. Si tan solo le hubiese hecho caso. Sentía que la culpa de que los hayan encontrado era únicamente de ella. Y eso la carcomía por dentro. Solo les quedaba esperar un poco más para dar rienda suelta a su «relación» en Kantō, alejados de quienes podían juzgarlos, pero destruyó todo antes. ¿Cómo pudo haber sido tan descuidada? Estaba pagándola muy caro, sin dudas.

Pensar en eso le provocaba náuseas. Se levantaba a media noche a vomitar lo poco lo que había logrado cenar. Sufría constantes mareos y el cansancio la tenía prisionera cada maldito segundo. Hasta sentía que ciertas partes del cuerpo le dolían sin motivo alguno. Y todo se fue al diablo cuando, en plena salida con Tanaca, su visión se transformó en un túnel que, posteriormente, la arrojó a la oscuridad y le arrebató su consciencia. Su cuerpo no llegó a sentir el impacto contra el asfalto gracias a su amiga, quien pudo sostenerla torpemente en cuanto se desplomó.

–¡Kagome! –el grito de la joven de cabello castaño alertó a las personas que rondaban cerca. A los pocos segundos, un cúmulo de gente las rodeaba.

Volvió en sí pocos minutos después. No le tomó mucho tiempo adivinar lo que había ocurrido con todas esas caras preocupadas a su alrededor. Sango insistió en llevarla al médico de la familia, pero la azabache se negó rotundamente. No quería que sus padres ni InuYasha se enteraran de lo sucedido.

Terminó recostada en la camilla de un consultorio de una clínica cualquiera, contándole sus síntomas y su reciente desmayo a una doctora cualquiera. De todas formas, se sentía más cómoda así. Tanaca lo mantendría en secreto, y ella no tendría que darle explicaciones a nadie.

–Ya puedes sentarte –le indicó amablemente la profesional tras terminar de revisarla. Desconocida, sí, pero por lo menos, le transmitía buena vibra.

Sin pronunciar palabra, la azabache hizo caso y se sentó sobre la camilla, acomodándose la ropa. Solo pensaba en irse. Realmente no estaba asustada ni tenía mucho interés en saber la razón de su malestar. Todo lo atribuía al estrés de lo que estaba viviendo últimamente. Solo accedió a venir para dejar a Sango tranquila.

–Dime, ¿cuándo fue tu último período? –inquirió la doctora con tranquilidad, pero esa pregunta fue todo menos tranquila para Kagome.

Miró hacia ningún punto en especial e intentó recordar. Lo cierto es que lo había olvidado por completo. Los sucesos que estuvieron atormentándola hicieron que estar pendiente de cuándo debía venirle sea lo último en su lista.

–Debería haberlo tenido hace… casi 3 semanas –contestó con voz temblorosa, sin mirar a su doctora a la cara. De pronto, todo empezó a tener sentido. ¿Y si su malestar no era por el estrés? Su vista se volvió borrosa abruptamente.

Esto no podía estar pasando.

–Así que tienes un atraso –aclaró la profesional. –Sumado a los síntomas que mencionaste, deberías considerar la posibilidad de estar embarazada.

Su rostro fue víctima de una palidez extrema. Esas palabras no debían estar saliendo de la boca de esa doctora. No podía ser posible.

¿Embarazada? ¿De InuYasha? Eso estaba mal. Muy mal. Porque él era su hermano, después de todo… ¿no?

–Si lo deseas, puedes hacerte un análisis en esta misma clínica para salir de dudas, ¿sí? –estas palabras ya no estaban llegando muy claramente a los oídos de la azabache. La doctora estaba siendo muy amable, pero ella no sabía que era probable que esté embarazada de su propio hermano. Comenzó a imaginar que, de saberlo, estaría mirándola con asco, como la maldita incestuosa que era.

El aire dentro del consultorio no bastaba para llenar los pulmones de la joven. De repente, sintió cómo empezaba a asfixiarse y lo mucho que necesitaba huir de ese lugar.

–Cla-claro… gracias… –respondió de manera entrecortada. Tomó su abrigo rápidamente y salió de allí con pasos torpes.

Tanaca la esperaba en la sala, pero dio un salto de la silla en el momento en que la vio salir. Se acercó a ella de inmediato, alarmada por la falta de color en el rostro de Taishō.

–¿Estás bien? ¿Qué te dijo?

–Necesito salir de aquí. Ahora.


–Kagome, escucha. Necesitas hacerte esa prueba. Volvamos a la clínica y háztela. –ambas mujeres caminaban a pasos rápidos por las veredas de la ciudad de Shibuya. Más bien, Sango seguía a la apresurada Kagome, que parecía estar escapando, pero sin saber de qué.

–No. Estoy casi segura que saldrá positiva. Y si eso pasa… –tomó aire y tragó saliva. –No sé qué voy a hacer.

La joven de cabello castaño se sentía impotente al no saber cómo ayudar a su querida amiga. No estaba segura de qué palabras usar, o qué hacer para tranquilizarla, ya que era muy consciente que, de ser el embarazo una realidad, todo podía salir muy mal. No solo por la reacción de sus padres, sino también pensando en lo riesgoso que podía ser engendrar un hijo con un hermano biológico. No era un simple rumor que los bebés nacidos de un incesto puedan traer consigo muchos problemas graves.

–No estés tan segura, tranquilamente puede ser por el estrés. Las cosas que te estuvieron pasando no son ligeras… –por lo tanto, ella necesitaba creer en la posibilidad de que no sea un embarazo como tal.

–Demasiados síntomas juntos, demasiada coincidencia, Sango. –pronunció con dificultad por ir caminando tan rápido. –Necesito hablar con InuYasha.

Tanaca paró en seco, obligando a Kagome a hacer lo mismo. ¿Hablar algo como eso? ¿Tan pronto y sin tener, al menos, una confirmación?

–¿Estás segura?

–Sí. –clavó sus agrietados ojos chocolate en los de su confidente. –No puedo enfrentarme a la verdad si no hablo con él primero. –su voz sonaba quebrada, reflejando cómo estaba por dentro. Sentía muchísimo miedo por lo que pudiera pasar, más que por el embarazo en sí. Sabía que no faltaba mucho para que su hermano se fuera. Con solo pensarlo, un nudo de nervios se instalaba en su garganta, privándola hasta del hambre.

–Mira que hablar esto a solas será difícil con tus padres alrededor… –no pretendía tirarla abajo, sino más bien advertirle los obstáculos. No quería que Kagome siga sufriendo.

–Encontraré el momento correcto. No te preocupes.

Con promesas de que la llamara ni bien se decida hacerse la prueba –y que eso sea lo más pronto posible– la joven de cabello castaño acompañó a la azabache hasta su casa y la dejó allí.

Lamentaba tanto tener que irse a Inglaterra en el peor momento en la vida de su mejor amiga, pero realmente no estaba en ella el poder decidir. Solo esperaba que no ocurriese algo peor que pudiera condenarla, aún más de lo que ya lo estaba. Sentía que todo ya había llegado demasiado lejos, y algo debía pasar para que lo entendiera.


Santo cielo, Kagome. ¿Qué te está sucediendo? :0

¿Ustedes qué opinan? ¿Será o no será? Pronto les traeré el siguiente capítulo. ¡Déjenme sus opiniones! :3

Y a ti, preciosa Say, muchas gracias, otra vez. Te amo un montón y me siento muy feliz por todo, ya lo sabes. Sabes lo mucho que significa NLHNF para mí y para nuestra amistad. Le debo tanto a esa historia y, por ende, a vos. Sos una gran amiga y te admiro tantísimo. Tengo nervios :3 :3 ¡Está publicado! OMG! Gracias, gracias, gracias :') Espero que lo disfrutes :3

Espero que les haya gustado c:

Con amor, Iseul.