"no es que tengamos mucho tiempo, si no que perdemos mucho".

Seneca.

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LA CITA

parte 2

El buque de carga está inusualmente silencioso, apenas se escuchan bajos rechinidos del metal oxidado, es una mierda asquerosa llena de olores nauseabundos, como alguien podría vivir en una cosa de esta por semanas? Me parece lo más anti higiénico que he visto jamás, veo los enormes contenedores a mitad del buque, hay más de cien por lo que me ha dicho Paul, camino por la cubierta y subo la escaleras con Emmett y Jared delante de mí con las armas en las manos, el resto viene detrás de mí también con sus armas listas.

Al llegar a la puerta de la cabina de mandos Emmett entra primero analizando la situación, ya el primer equipo enviado a neutralizado a los tripulantes externos y los internos han sido encerrados bajo llave, veo hacia el yate que está prudentemente lejos de nosotros, aún así veo las luces encendidas en la cocina nada más y a tres francotiradores en posición vigilando todo, luego que Jared entra procedo a hacerlo viendo a cinco hombres, todos de La India esposados de manos y arrodillados.

-bien, díganme para quien trabajan - ordeno mientras Embry graba todo, los cinco hombres me miran nerviosos y confundidos.

-Ji… naji… - saco mi arma y la pongo en su frente.

-hablame en maldito español. Para quien putas trabajan - gruño y uno de ellos comienza a llorar de miedo.

-no, no lo sé. Yo solo… me dijeron que trajera el barco hasta aquí.

-quien? - gruño presionando el arma empujándolo hacia atrás. Jadea nervioso y niega.

-me pagaron cinco mil dólares por traerlo de la costa irlandesa, le juro que no... - disparo justo en su frente, enseguida cae al piso y el que llora mira todo con miedo.

-tu -señalo al llorón - quien demonios les pagó? Y habla si no quieres una bala en tu puta cabeza. - presiono y él llora aún mas.

-please, please. Meri beti

-que carajos está diciendo? - le pregunto a otro al ver que ese solo llorar y repite lo mismo una y otra vez.

-ruega por su hija, señor - susurra nervioso uno de ellos.

-tu hablas bien español. Dime todo. - baja la mirada y suspira.

-el buque llegó a costas irlandesas pero no atracó ahí. En lancha llegaron varios hombres. - trata de hablar lo mas calmado posible a pesar de estar cagado de miedo.

-Indios? - pregunta Emmett.

-si, Señor, con acento del norte, punjabi y algo de acento Bangladesh - susurra mirandolo antes de volver a mi - nos dieron cinco mil dólares a cada uno por traer el buque hasta aquí

-cinco mil dólares a todos los tripulantes? - pregunto con asombro. Que desgraciado hace eso?

-no, señor. Solo a nosotros cinco. Todos los que están abajo son inmigrantes ilegales, por lo que vi, ninguno tiene papeles.

-sabes el nombre de alguno de los que desembarcaron en irlanda? - frunce el ceño y aprieta los labios.

-ninguno dijo su nombre pero alguien llamó a uno farhan y luego hablaron por teléfono y dijeron un apellido, Khan, creo. - asiento y aparto mi arma.

-de acuerdo. Por esta vez voy a ser benevolente, tengo a una hermosa mujer esperándome y no quiero que me vea sucio de sangre - guardo mi arma y los miro a los cuatro - si saben los que les conviene darán media vuelta y se irán de mis costas.

-lo haremos, señor. Le prometo que no volveremos - jura uno y todos asienten con miedo.

-el buque y los inmigrantes se quedan conmigo, ahora me pertenecen. Ustedes deberían buscar donde esconder sus malditos culos para que Vikram Khan no los encuentre nunca.

-si señor nos iremos, lo prometo.

-bien. Tomen el bote y larguense ahora mismo. - ordeno con brusquedad, Jared y Emmett los sueltan y los cuatro salen enseguida, los miro buscar la lancha de emergencia y la toman marchándose enseguida.

-que hacemos ahora, señor? - pregunta Emmett detrás de mí. Tomo el pañuelo que me tiende y limpio mis manos de salpicaduras de sangre, se lo doy a Jared y bajo para buscar la lancha.

-lleven el buque a mi puerto, paguen lo necesario a aduana y manténganlo ahí, la droga es mía así que hay que distribuirla y sobre los inmigrantes… - subo al bote y Emmett me mira esperando - mata a los que no tengan salvación, no quiero malditos enfermos en mis costas, los demás ponlos en un trabajo útil, ya sabes que hacer.

-si, señor.

-vamos, Jared. Isabella me espera - ordeno y la lancha se pone en marcha dejando a Emmett y un pequeño grupo en el buque.

Tres minutos más tarde estoy subiendo al yate con el resto del equipo, los francotiradores permanecen arriba por protección, la mesera enseguida se acerca y me tiende una toalla pequeña blanca húmeda, la tomo enseguida limpiando mis manos de nuevo, cuando se la devuelvo ella señala mi cara, me paso la toalla limpiando una que otra gota de sangre y me verifico en el espejo del primer salón.

-que está haciendo Isabella? - le pregunto a la mesera mientras camino con Jared detrás de mí.

-sigue hablando con el chef, señor Cullen.

-bien - subo al siguiente nivel donde se supone estábamos cenando amenamente, camino rápido a la cocina y me detengo para ver a Jared - preparen la lancha para enviar al chef y sus empleados a la costa. Que un auto los lleve a su casa.

-si, Señor. Algo más?

-ahora que lo mencionas, si - asiento apartandome de la puerta - en un rato voy a darle un recorrido a Isabella por el yate. Procura que no haya armas a la vista, que los francotiradores no estén visibles, desarmados si es posible, esconde las armas si es necesario, he notado que es bastante curiosa.

-de acuerdo, señor - se aleja enseguida y abro la puerta de la cocina rápidamente, enseguida tengo a Seth apuntándome en la cabeza. Enarco una ceja y con el índice empujo su arma hacia abajo.

-señor - susurra nervioso.

-está bien, Seth. Estás haciendo tu trabajo. - Miro al rededor y no veo a Isabella. - donde está? - pregunto enseguida al ver solamente a los dos empleados del chef mirándome con algo de temor.

-está con el chef en la siguiente cocina - señala la puerta al final de la cocina industrial - he estado revisando cada minuto a través de las ventanas.

-por que están allá?

-algo sobre una receta secreta que no quieren que nadie escuche, la señorita ha hecho buena amistad con el chef.

-ya veo. Puedes irte con los demás, ayuda a Jared con la tarea que le di.

-si, Señor - asiente y sale de la cocina. Camino hacia las puertas y veo por las ventanas redondas, ahí está ella, con su hermoso vestido rosa y sus inmaculados zapatos blancos, está riendo y moviendo algo en una sartén mientras el chef, cruzado de brazos a su lados asiente y le habla. Sin esperar entro escuchándola reír.

-entonces sustituyes la sal? - Ramsay mira directamente a la sartén y la veo asentir, el olor de lo que sea que hace es delicioso, se me hace agua la boca enseguida.

-no la sustituyo, la mayoría de los ingredientes que uso ya tienen suficiente sal, han sido madurados o vienen en vinagreta.

-algo aquí huele delicioso - ambos se giran y me miran, Isabella me sonríe dulcemente, no entiendo cómo puede ser tan sexy y adorable al mismo tiempo.

-le estaba enseñando al chef Ramsay como hago mi mejor platillo hasta ahora.

-es una excelente cocinera debo admitir - dice el chef sonriendo - y no le digo eso a cualquiera.

-bueno, ella no es cualquiera - me acerco y toco su mejilla sonrosada para ver la sartén - no se qué es pero quiero probarlo.

-ya está listo. Ambos probaran - el chef le tiende dos platos y ella los sirve con delicadeza y mucho cuidado, es más un adorno que comida, tan gourmet como un restaurante con estrellas Michelin, el chef prueba primero y gime bajo mientras saborea, ni siquiera espero, solo pruebo dejándome llevar por el exquisito sabor.

-esto está increíble, cariño - le digo un poco asombro, la abrazo por los hombros con un solo brazo y beso su mejilla de nuevo - exquisito.

-tiene razón. Esto es muy bueno, una receta digna de la cocina gourmet.

-gracias, chef. - musita nerviosa y emocionada. El chef le dice un par de cosas más sobre recetas, cocciones, sugerencias y mierdas que no entiendo hasta que escucho toques en la puerta y veo a Jared asomarse.

-perdon por la interrupción, señor. Ya está lista la lancha para el regreso a la costa. - miro al chef.

-su transporte está listo.

-lancha? Pensé que regresaria el yate. - niego enseguida.

-el yate no regresa hasta mañana. Hay una lancha lista para usted y su equipo. Es segura y los llevará a la costa, ahí los espera un auto que los conducirá hasta su casa.

-de acuerdo, eso servirá - se acerca a Isabella y besa su mano - señorita Swan, espero volver a verla. Quizás visite su restaurante un día de estos.

-seria un honor, chef.

-chef Ramsay - le tiendo la mano - gracias por haber venido.

-un placer, señor Cullen. - estrecha la mía y se marcha con Jared. Suspiro y miro a la hermosa chica frente a mi.

-ahora si, te tengo para mí solamente. - ella sonríe coqueta y se muerde el labio. Joder.

-celoso de que pasara tiempo con el chef? - pregunta de manera juguetona

-jamas podría estar celoso, no soy un hombre celoso, pero ya basta de acaparar la atención de los demás, es mi cita, hermosa. - comento con un poco de severidad, además, pague dos millones y medio de libras por esto, no es algo que vaya a olvidar.

-bien, entonces vamos a ello. Por cierto, como te fue con el trabajo? Volviste pronto.

-bien, un par de llamadas urgentes que debía hacer, es todo - asiente y la veo fruncir el ceño mientras observa mi camisa.

-que es esto? - pregunta con la voz muy baja, pasa su dedo por mi camisa y veo donde está curioseando, mierda sangre. Hay muy pequeñas y mínimas salpicaduras de sangre en la camisa, son notables por lo blanco pero no es nada escandaloso. - es sangre? - susurra y suspiro con alivio al ver que ya está seca.

-no, preciosa es pintura, un accidente en mi oficina, no te preocupes - paso un dedo por su frente - quita ese ceño fruncido y vamos, te prometí un recorrido.

Su mano se sujeta a mi brazo mientras salimos de la cocina, comienzo el recorrido desde abajo, el primer salón abierto con muebles de cuero marrón oscuro, un salón más privado con bar interno y mesas de billar, luego pasamos por un amplio pasillo hasta encontrar cuatro puertas, le muestro cada una de las habitaciones especificando cual es mía y las de invitados, todos con baños privados, todo está decorado finamente con cristalería y madera pulida, hay dos baños más en el pasillo mientras salimos hacia las escaleras.

Pasamos por el salón donde cenamos y también una biblioteca pequeña, mi despacho y la sala de vigilancia, todo aquí es bastante impersonal. Solo decoraciones simples y lujosas, casi nunca uso este yate, en realidad es la segunda vez que lo hago, no me gusta mucho hacerlo pero al ver la mirada de asombro de Isabella y sus gestos irradiando emoción, creo que podría invitarla siempre que quisiera o prestarselo al menos, ella me agrada, quizás puedas darle un último paseo a su padre antes de que muera, creo que lo hará pronto.

-y ahora estamos en la proa - murmuro acercándome a los muebles de cuero blanco, son amplios, espaciosos y redondeados, perfectos para recostarse y reposar un rato.

-es un yate increíble, Edward. Muy bonito - la guio hasta el amplio sofá y nos sentamos, ella se recuesta subiendo los pies mientras observa el agua por la barandilla detrás del sofá. - es tan relajante y tranquilo. - me siento a su lado y tomo sus pies para ponerlos en mi regazo, creo que nunca había visto unos pies tan bonitos, en realidad, nunca había notado los pies de una mujer antes. Ella me mira y sonríe.

-es bueno relajarse de vez en cuando - comento quitándole los tacones, acaricio sus pies y ella suspira cerrando los ojos - te duelen? He escuchado anécdotas de mujeres que sufren al usar tacones.

-si, me duelen mucho en realidad. - susurra y la miro fascinado al verla recostada con los ojos cerrados dejándose hacer. Confiada al lado de un desconocido. Me vuelvo un poco más atrevido y subo mis caricias hacia sus pantorrillas, sonríe suavemente pero no abre los ojos.

-entonces por qué los usas? No creo ser tan masoquitas como para usar zapatos que hagan doler mis pies - ríe bajito y abre los ojos para mirarme.

-en realidad la mujer es masoquista por naturaleza. - intenta incorporarse pero mantengo sus pies en mi regazo, no quiero dejar de tocarla - los tacones son unas trampas mortales diseñadas para torturar los pies de una mujer, son lo peor que el ser humano pudo crear - musita mirándome con cierta seriedad.

-entonces por qué los usan? - pregunto confundido. Se encoge de hombros y sonríe.

-nos hacen ver hermosas, altas y estilizadas.

-sigo sin entender por qué hacer algo así.

-no tienes que entenderlo, Edward. Solo debes amar y apreciar a una mujer cuando los use. Es todo. - asiento entendiendo eso, acaricio la planta de sus pies y hago un suave masaje, ella suspira y sonríe. - eres excelente haciendo eso.

-gracias. - nos quedamos en silencio durante unos largos minutos, sigo acariciando sus pies mientras ella reposa su barbilla en sus brazos que están en el espaldar del sofá, mira el mar mientras nos movemos, las olas golpean suave y ella sonríe cuando el yate se balancea con un poco de suavidad.

No puedo dejar de admirarla, de observala, ver cómo sus labios rosados se mueven con sutiles sonrisas, como suspira de relajación, cómo se mueve su cabello con la brisa, como su pequeña nariz se frunce levemente cuando aprieta los labios, joder, cuando me mira. Su mirada es tan brillante, tan dulce y preciosa, podría observarla por dias sin decir nada y sería perfecto. Para con la maldita cursilería, observala mejor. Aprieto los labios al ver sus tetas apretadas bajo ese escote, su pequeña cintura, amo las pequeñas cinturas, sus muslos apetecibles bajo el vestido, si que la deseo. No hemos hablado en un rato y eso no me molesta, en realidad es relajante y muy reconfortante estar con alguien, específicamente ella, junto a mi sin tener que llenar el espacio con conversaciones sin sentidos, ni siquiera hay sexo y tampoco me molesta, no mucho, bueno, si me molesta porque en serio quiero hacerla mía pero soy paciente, la veo temblar un poco y apretar los brazos.

-tienes frío? - pregunto enseguida, asiente y me mira.

-lo tengo pero no quiero moverme de aquí. Me gusta, creo que es mi nuevo lugar favorito en el mundo. - sonrío apenas y me quito la chaqueta, la envuelvo en esta y para mí molestia aparta sus pies de mi. - gracias, pero ahora tú vas a tener frío - musita y niego

-puedo aguantar, quiero que tú estés bien. - suspira y tomándome por sorpresa se acerca a mi y se pega a mi costado, recuesta su cabeza en mi pecho y trata de cubrirnos a ambos con mi chaqueta. Me quedó inmóvil con los brazos a los costados al verla hacerse un espacio casi sobre mi, jamás había tenido este tipo de acercamiento con una mujer, sus brazos envuelven mi cintura y la chaqueta nos cubre a ambos el torso, sin saber muy bien que hacer pongo una mano en su espalda y la otra la dejo en mi pierna, me siento extraño y confundido.

-ha sido una increíble cita, Edward. Gracias - susurra en mi pecho y siento cosquillas con su aliento tibio.

-no fue nada - susurro aún confundido mirando a la nada. Siento algo… extraño, este calor, esta forma de envolverme en ella, su agradecimiento, Esme era asi. - solo quería que la cena fuera perfecta para ti. - alza un poco la cabeza para mirarme y me sonríe.

-fue más que perfecta si me lo preguntas - musita sin dejar de mirarme - el paseo en yate, el personal que nos atendió, el chef Ramsay - sus ojos brillan con más intensidad - cubriste todas las bases y eso es pedir demasiado. Ha sido la mejor cita de toda mi vida. - asiento complacido, quisiera besarla, en serio quisiera pero no quiero pasarme y ahuyentarla, ella no es como las otras.

-eso me deja satisfecho. Habría hecho lo que sea para ver esa sonrisa. - vamos, tengo que ser un poco más atrevido con ella, solo un poco.

-hiciste todo esto solo por una sonrisa? - pregunta enarcando una ceja - eso es jugar a lo seguro. - comenta con cierto toque burlón.

-bueno, preciosa. No puedo aspirar a más, la cena fue otorgada por el premio de la beneficencia, si te hubiera pedido una cita sin una subasta de por medio, habrias aceptado? - pregunto sin dejar de mirar sus ojos. Frunce los labios un poco y niega. Lo imaginé, es demasiado buena e inocente para mí.

-creo que no, soy muy desconfiada y siempre estoy trabajando, te habría despachado con cualquier excusa.

-ahi lo tienes, preciosa. No quiero pasarme contigo y ser el idiota que quiso algo más por haber ganado la subasta. - solo soy el hijo de puta que quiere cogerte tan duro en este instante pero me contengo, sigo conteniendome.

-y si yo quiero algo más? - pregunta burlona, río un poco y niego

-soy un tipo díficil. No podrías tenerme de ninguna forma hasta que obtuviera… no sé…. Unas cinco citas. - comento con burla. Te tendría aquí y ahora sí pudiera. ríe y se aparta un poco, lo odio enseguida, me gusta sentir su calor y su perfume

-entonces, que dices de una próxima cita? - pregunta y la miro asombrado. Ella en serio acaba de pedirme una cita? Esto es jodidamente genial. - y como compensación por todo esto, la próxima cita la organizo yo.

-como decirle que no a eso - contesto sonriéndole, con atrevimiento acaricio su brazo mientras la mano en su espalda se mueve haciendo círculos - pero nada extravagante, odio esas cosas. - me burlo con seriedad, ella ríe nuevamente y asiente.

-anotado. No va a ser en un lujoso yate con un súper chef famoso, eso sería un despilfarro de dinero - la atraigo de nuevo hacia mi queriendo su calor y ella vuelve a abrazarme en la misma posición - al principio tuve algo de miedo, ya sabes, a salir contigo - susurra mientras sigo acariciando su brazo y su espalda, no digo nada, la dejo hablar - no confío mucho en los hombres, más si son desconocidos, tuve una muy mala experiencia y… bueno, fue algo horrible. Pero me siento tan cómoda contigo. - musita y subo mi mano hacia su mejilla, acaricio la piel suave y fría y ella suspira.

-yo también me siento a gusto contigo, hermosa. En serio me alegro haber ganado la subasta. - suspira y separa su cabeza un poco, bajo la mirada enseguida y la veo inclinarse sobre mi, me impresiono al sentir sus labios en los míos, no puedo dejar de mirarla, tiene los ojos cerrados, las mejillas rosadas y sus labios tibios tocan los míos con timidez.

Mi pecho arde de deseo y ansias, debería detenerla, detenerme, pero demonios, es hermosa y ella ha empezado. Sin poder resistirme cierro los ojos y la acompaño en el beso, envuelvo su pequeño cuerpo con mis brazos mientras busco con más ansias su boca, gime muy bajo, aún así lo siento y la escucho, mi cuerpo la desea, saboreo su boca, su lengua, acaricio su espalda y sus suaves piernas, quisiera ponerla en mi regazo y hacerla correrse solo con mis manos pero debo tener paciencia, ella besa con calma, con suavidad, es de esas chicas frágiles, no puedo solo someterla.

Controlate, solo controlate

Sus manos buscan los botones de mi camisa y los abre uno a uno con lentitud, mis manos están en el mismo lugar, no subo mas allá de su rodilla y no busco desabrochar su brasier, deberian darme un maldito premio al control, siento sus manos acariciar mi pecho desnudo y luego la veo moverse quedando de rodillas en el sofá. Tiene los labios hinchados y las mejillas aún más rosadas, es jodidamente hermosa.

-tan jodidamente preciosa - susurro en un bajo jadeo ronco y ella sonríe, tomándome por sorpresa se sienta en mi regazo y abre más mi camisa, una de mis manos la llevo a su cabello y lo suelto dejando que caiga suave por su espalda, juego con su cabello y dejo su boca para besar su barbilla y bajar a su cuello.

-dios, Edward - susurra ladeando su cabeza para dejarme tomar un poco más de ella, mi mano en su pierna sube más allá de su rodilla y la que está en su cabello la tengo en un puño manteniendo su cabeza ladeada para mí, gime cuando beso bajo su oreja y se aprieta a mi cuerpo. - Edward.

abro los ojos para ver su cara, esas expresiones de lujuria estodo lo que necesito para desear follarla aquí mismo, solo necesito colocarla a horcajadas sobre mi y lo demás es fácil, pero un movimiento sobre la cabina me trae de vuelta, estamos a la vista de todo mi personal, al menos diez hombres nos están viendo, es usual con las que chicas que uso, todas las rubias han sido vistas desnudas por mi personal y no me importa, pero con Isabella es diferente, no sé por qué pero no quiero que nadie la vea jadeante, deseosa ni llegando al éxtasis, no quiero que nadie más que yo la vea en ese punto, me niego a dejar que otro bastardo tenga esa suerte, ni siquiera como espectador, ella es una chica respetable y estoy seguro que me reprocharia si sabe que muchos hombres la están viendo. Me controlo, pienso, me enfrio y me controlo por completo.

-Bella nena… - susurro con la voz ronca pegando mi frente a su pecho. Joder, sus tetas… ella huele delicioso. - tenemos que parar.

-que? Por que? - jadea mirándome con los ojos llenos de lujuria y la respiración acelerada. - es muy rápido? Fue cierto lo de las cinco citas? - pregunta confundida. - espera… no vamos a tener sexo ahora, solo… me gusta esto de besarte.

-no preciosa, eso de las citas fue una broma, créeme, no quiero nada más que tenerte ahora mismo, incluso creo que me arrepentiré de esta decisión en un rato. - en realidad ya estoy arrepentido.

-entonces cual es el problema? - pregunta confundida sin apartar sus manos de mi pecho, eso no ayuda a mi razonamiento coherente.

-tengo personal de navegacion, seguridad y servicio aquí y muchos de ellos nos deben estar mirando ahora mismo - susurro y beso sus labios hundiendo mi lengua en su boca, gime bajo y gruño ansioso - no quiero que nadie más que yo te vea cuando… - cierro la boca para evitar decir coger, no creo que a una mujer como ella le guste esa palabra. - cuando por fin te haga mía. - sonríe y acaricia mi pecho y abdomen, señor, dame fuerzas.

-podemos ir a una de tus habitaciones privadas y besarnos un rato más - susurra con coquetería. - no voy a acostarme contigo ahora pero besarte es… - suspira y me sonríe lánguidamente - me gusta. - Que hice para merecer esto? Acaso es una maldita prueba del demonio para tentarme?

-no lo querrías, preciosa. Las paredes son muy finas en este yate. Tampoco quiero que te oigan gemir entre besos. Lo quiero todo para mí, hasta tus gritos de placer. - sonríe y se muerde el labio, besa mis labios por última vez y se recuesta a mi pecho de nuevo

-de acuerdo, esto me gusta también. Y me agrada que seas un caballero. A otro no le hubiera importado incluso obligarme a algo más si se siente… Ya sabes - señala hacia mi entrepierna, agradezco que no se note tanto lo excitado que estoy.

-eso no va a pasar, preciosa. - beso su cabello y suelto el aire - que clase de desalmado o depravado crees que soy? - ya estoy jodidamente arrepentido de no cogermela ahora.

Pasamos al rededor de media hora hablando de nada, ahora sé que su color favorito es el rosado, le encantan las rosas, ama la comida china entre todas las comidas chatarras, ama a su perro viejo y moribundo, nunca ha subido a la noria, le gustan las sorpresas y los regalos sencillos como una simple flor o una tarjeta, toma el chocolate caliente con galletas cuando está triste, come bombones de chocolate cuando está muy feliz y maldice mucho cuando la sobrepasan las emociones, ni siquiera sé para que podría yo querer saber todo eso, no me veo usando información inútil sobre ella, pero la dejo hablar mientras me impregno de su aroma y su calor.

Otros diez minutos pasan mientras solo nos mantenemos en silencio, me gusta esto, creo que puede ser un momento increíble, solo estar con una mujer y no decir nada, esta sencacion de paz no la había sentido nunca, podría ser buena para mí, suspiro y acaricio su espalda con suaves pasadas de mis dedos y miro al cielo, está completamente despejado y las estrellas brillan con fuerza, podría acostumbrarme a este tipo de calma.

-señor - escucho el susurro de Emmett, bajo la cabeza y lo miro, está serio y mira a Isabella. No quiero que la mire.

-que quieres? - gruño y vuelve a mirarme.

-el capitán pregunta si quiere que regresemos a la costa o navegaremos toda la noche? - susurra de nuevo.

-por que demonios susurras? - pregunto y siento a Isabella removerse sobre mi, él la señala con la cabeza.

-la señorita está dormida - susurra nuevamente, ladeo la cabeza para mirarla, es una pequeña cosa hermosa con sus largas pestañas y su pequeña boquita, suspira mientras se aprieta a mi, es cierto. Se ha quedado dormida.

-que hora es? - pregunto susurrando.

-la una, señor.

-bien. Dile que mantenga el yate lejos de la costa, vamos a dormir esta noche aquí, que nos regrese cuando salga el sol.

-entendido. - enseguida se aleja y con sumo cuidado me levanto con Bella en brazos. La llevo hasta mi habitación y la recuesto en la cama, suelta un suave suspiro pienso que va a despertar pero enseguida se acomoda bajo las sábanas y sigue durmiendo, ni siquiera le quito el vestido, no quiero que tenga excusa para molestarse conmigo cuando despierte sin embargo yo me quito la camisa y el pantalón, odio dormir con ropa, me meto bajo las sábanas a su lado y me dedico a contemplarla durante horas hasta que me quedo dormido con el dulce aroma y la calidez de su cuerpo tan cerca.

Qué demonios me está haciendo esta chica?

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Entonces...

esta fue la cita que valió dos millones y medio de libras, que dicen, valió la pena el gasto?

Aquí ya se empieza a ver un sutil cambio en Edward, este cambio va a ser drástico en los siguientes capítulos pero todo tiene un propósito y él tendrá uno importante en la vida de Isabella.

Espero les haya gustado y me dejen sus comentarios para saber sus opiniones y pensamientos.

Besos.