CAPÍTULO 7

EL HOROCRUX

Estaba en la tienda del señor Borgin. Le estaba preguntando por el medallón, cuando este le respondía con una voz extremadamente cruel

-Así que haz descubierto el secreto del señor oscuro. ¿Quién te lo ha dicho?

-No se de que me habla, señor Borgin

-Maldito niñato, no te hagas el idiota. Sabes muy bien de que te estoy hablando

Entonces cambiaba la cara por una de facciones mucho menos humanas, una cara muy pálida y demacrada, con ojos rojos y nariz chata, como de serpiente. Era la cara de Lord Voldemort, quién le dirigía la palabra a Harry con una sonrisa tenebrosa. Le hablaba en pársel.

-Muy bien Potter. Veo que descubriste mi secreto. Pero no te será tan fácil destruir los horocruxes. ¡YO NO LO PERMITIRÉ!- entonces soltaba una carcajada extremadamente fría, y Harry se estremecía.

-Ni lo sueñes, yo...

-No los destruyas, no le digas a nadie, y podemos encargarnos de crear otros para ti, puedes unirte a mí, y dominaremos el mundo

-No pien...

-Vamos... Sabes que quieres... Podremos revivir a tus padres... y a Sirius. Incluso a Dumbledore.

-No. Ya me lo dijiste una vez y...

-Y nunca aceptaste, así que no digas que te mentí, porque no puedes saberlo

-Es impo...

-Claro que es posible. Únete a mí, y gobernaremos el mundo, podrás hacer lo que quieras con la magia. Sabes que es cierto. Sabes que si quieres podrás traerlos devuelta.

Entonces Harry accedía, contra su voluntad.

La imagen cambiaba. Ahora estaba de pie junto a Voldemort, rodeados de mortífagos. Harry les daba órdenes. Llamó a Snape, y mientras se le acercaba, lo mató. A su lado, a unos pocos metros estaban Dumbledore, Sirius y sus padres, mirándolo.

Luego de matar a Snape hacía un hechizo apuntando a la espada de Godric Griffyndor que no alcanzó a entender y luego la ocultaba mágicamente. Veía como sus seres queridos se echaban a llorar y también se imaginaba los titulares del profeta... EL NIÑO QUE VIVIÓ Y EL SEÑOR TENEBROSO: JUNTOS POR LA CONQUISTA DEL MUNDO. Entonces la imagen cambiaba nuevamente. Estaba en medio de un cementerio. A su lado, nuevamente lord Voldemort. A unos metros de ellos, Lily y James Potter, Albus Dumbledore, Sirius Black, Ron y Ginny Weasley y Hermione Granger. Bastaron 7 hechizos de Harry para matarlos a todos. Entonces, se giraba hacia Voldemort.

-Solo quedamos tu y yo

Entonces se enfrentaban en un duelo a muerte. Un duelo entre las últimas dos personas del planeta, un duelo que determinaría quién conquistaría el mundo. Un duelo, que terminaría con una muerte.

En ese momento, Harry Potter se despertaba en su cuarto que compartía con Ron. Todo había sido un sueño. Esa mañana iría a la tienda del señor Borgin a conseguir el Horocrux, pero nada de eso pasaría, todo iría bien y volvería al Valle Godric con el medallón.

Tres horas más tarde, estaba entrando en la tienda del callejón Knockturn.

-Buenos días señor Borgin.

-Buenos días señor...

-Mi nombre no importa. Estoy enterado de que hace poco usted compró un magnífico medallón de oro, perteneciente a Salazar Slytherin. ¿Cuánto pide por él?

-No está a la venta.

-Pero supongo que por un precio muy bueno...

-Ya está vendido.

-Valla. ¿Y se puede saber a quién?

El señor Borgin sonrió en la oscuridad de su despacho en su tienda. Harry se encontraba allí, hablando con él, intentando conseguir el horocrux. Había ido al banco y retirado una buena cantidad de dinero (casi la mitad de lo que tenía en su bóbeda.)

-Mi negocio se basa en la confi...

-Si, si, claro. ¿Qué le parecen 100.000 galeones por la información?

-Ya le dije que...

-¿200.000?

-250.000 galeones por el nombre.

-De acuerdo.- sacó los galeones de su mochila, sabía que era un gasto importante, pero era necesario –aquí tiene.

-Marcus Prewett

Se dio media vuelta y se fue sin despedirse. Resultaba raro pagar 250.000 galeones y salir del negocio sin nada; pero Harry sabía que si tenía algo. Tenía la información que lo llevaría ante el horocrux.

-¿Conseguiste el horocrux?- preguntaron 3 voces a coro a penas entró a la casa.

-Pueden saludar antes. Me costó 250.000 galeones... el nombre del comprador.

-¿¡Tanto?

-Si.

-¿Y? ¿Quién es?

-Marcus Prewett

-Valla. Es el hermano de mi madre- dijo Ron

-Entonces nos será más fácil, especialmente si va uno de ustedes.

-No. Estamos peleados. Pero creo que me puedo encargar de conseguir la dirección.

-Entonces apenas puedas voy a...

-Ni lo sueñes. Hoy fuiste tú, Ron y Ginny no podrán, así que ahora me toca a mí.

-Hermione...

-Voy yo.

-De acuerdo

-Para mañana tendremos la información. Supongo que mi madre sabe.- dijo Ginny

-¿Por qué diablos estará demorando tanto? Ya estoy empezando a preocuparme

-Cállate Ron. Salió hace sólo dos horas. Sabíamos que no iba a ser muy rápido.

-Ginny tiene razón. Ya vendrá, tranquilízate.

Harry y Ginny estaban sentados en un sillón en el living de la casa, abrazados. Enfrente, se encontraba Ron, más nervioso que nunca. Hermione había ido a conseguir el Horocrux.

-Lo sé, lo sé. Pero estoy nervio...

No pudo terminar la frase. Su novia acababa de entrar por la puerta, más pálida que nunca, y fue a abrazarla. Luego estuvieron un rato besándose hasta que Ginny hizo una tos falsa que imitaba bastante bien a la de la profesora Umbridge. Era la primera vez que, desde que estaban allí, alguna de las dos parejas se besaban o abrazaban. Tenían otras cosas en la cabeza.

-¿Qué te pasó? Estás pálida ¿Conseguiste el horocrux?

-Sí. Lo conseguí.

-¿Por cuánto?

-No quería venderlo y... tuve que robarlo. Creo que por eso estoy pálida. Quedé muy nerviosa. Tengo miedo de que me halla seguido.

-Tranquila, no te pudo haber seguido. Y si lo hizo, no tendría como entrar a la casa, así que tranquilízate.

-Bien, de acuerdo. Aquí está.

Puso el medallón sobre la mesa. Un odio intenso hacia los muggles, a los hijos de los muggles, y hacia sí mismo recorrió su cuerpo, junto con el deseo de gobernar el mundo. Harry supuso que sus amigos habrían sentido lo mismo. Definitivamente, ese horocrux era verdadero.

-Bien. Debemos destruirlo. ¿Quién se ofrece?

-Hagámoslo juntos.

-Bien. ¿Con qué hechizo?

-¿Qué les parece con el evanesco?

-No. Debemos destruirlo, no hacerlo desaparecer

-A mi se me ocurre- comenzó a hablar Hermione -que los mejores podrían ser el bombarda, el reducto o el finite incantato

-No.- se negó Harry –Queremos destruir un alma no solo un objeto, y creo que lo mejor sería un Avada Kedavra

-Entonces hagamos una cosa. Somos 4, y tenemos 4 hechizos. A la cuenta de tres, cada uno lanza uno distinto.

-De acuerdo. Harry, tu puedes lanzar el Avada Kedavra. Ron, tu el finite incantato. Ginny, tu el reducto y yo el bombarda. ¿Todos de acuerdo?

-Yo si

-Por su puesto

-Claro

-Bien, a la cuenta de tres- se pusieron alrededor del horocrux y esperaron la cuenta regresiva –3... 2... 1...- se inmediatamente, se vio salir de cuatro varitas rayos de distintos colores que se juntaron en un medallón. Saltaron fragmentos del medallón, que quedó como un polvo dorado, del que se elevaba un humo negro que se dispersaba en el aire. Inmediatamente, todos dejaron de sentir esa sensación de odio. El horocrux había sido destruido. Solo quedaban 3. Tres horocruxes y el mismo Voldemort. Recordó la lista de posibles horocruxes. A parte de la Taza de Hufflepuff, Nagini, y un objeto de Griffyndor o Ravenclaw, ellos habían ampliado la lista, habían agregado al Basilisco de la Cámara Secreta (que al estar muerto, no habría porque preocuparse de él) y la mano de plata de Colagusano.

-Debemos descansar. Mañana a la noche tenemos el primer ataque.

Todos hicieron caso a Hermione y se fueron a dormir. Estaban todos cansados.