Harry Potter, pertenece aJK Rowling. Tokyo Ghōul, pertenece a Sui Ishida.

1.- Fem-Harry tiene que ser un Ghoul, eso está implícito.

2.- El harem de mínimo siete, tiene que tener a Lily, Hermione, Daphne, Padma, Susan, Kaya y Tōka si o si, decide las otras dos, e incluso puedes agregar a más chicas, siempre y cuando las seis estén.

3.- NO es un Cross, solo vamos a usar el Ghoul como criatura mágica, a Tōka, Kaya, el Kagune y nada más de Tokyo Ghoul.

4.- La criatura Ghoul tiene que ser endémica de Japón, es decir: difiere de los Ghouls que ya existen en el canon de HP.

5.- Por naturaleza los Ghouls son... agresivos, así que el Fic tiene que ser bastante oscuro y sangriento.

6.- Quiero golpes para Snape, Ronald y Draco. Aunque bueno esa regla es más específica para ti que parecer tener alguna especie de... aprecio por la mierda esa de Snape.

7.- (Lo de la relación incestuosa por supuesto está implícita también, pero por si acaso, la agrego)

8.- El Fic tiene que comenzar en el tercer, cuarto o entre esos dos años.

9.- Tiene que contener Lemons.

10.- Fem-Harry tiene que crear una empresa en el mundo mágico, para hacerlo evolucionar, yo que se una empresa de celulares mágicos (esta idea fue tomada de Godfather and Godson by Mark_Ward)

11.- Tiene que haber un altercado con el mundo Muggle, no solo como referencia a Tokyo Ghōul sino también para que se demuestre aún más esa separación entre mundos.

Corte AKA Harén: Lily Potter, Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil, Susan Bones, Tōka Kirishima, Pansy Parkinson, Kaya Irimi, Narcisa Malfoy.

Artemisa: Una Ghoul en Hogwarts (Segunda Versión)

27: El Baile.

Hermione Granger, Susan Bones, Daphne Greengrass, Padma Patil, Pansy Parkison, Tōka Kirishima, Kaya Irimi o Lily Potter. — ¿A cuál de todas ellas, llevaré al baile? —se preguntaba Artemisa.

— ¡POTTER!, ¿TE IMPORTARÍA ATENDER? —Rugió la profesora McGonagall, sobresaltando a la chica. Artemisa suspiró, y realizó el hechizo de transformación. Transformando a la Gallina de Guinea, en un Conejillo de Indias, para luego mirar a su profesora, con un gesto desafiante, más normal en James Potter, que en Harry/Artemisa Potter. Aquello pareció apaciguar a la profesora McGonagall. La joven pelinegra, ni siquiera tenía que volver su cabeza, para saber de la mirada llena de celos, que estaba recibiendo de Ron y Draco, a un par de puestos más atrás del suyo. —Ahora que Potter finalmente, está prestando atención, debo decir que: Se acerca el baile de navidad: el cual constituye una parte tradicional del Torneo de los Tres Magos. Y, es al mismo tiempo, una buena oportunidad para relacionarnos con nuestros invitados extranjeros. Al baile sólo asistirán los alumnos de cuarto año en adelante, aunque si lo desean pueden invitar a un estudiante más joven. —Lavender Brown dejó escapar una risita estridente. Parvati Patil le dio un codazo en las costillas, haciendo un duro esfuerzo porno reírse también, y ambas miraron a Artemisa. A Artemisa eso le pareció injusto, pues le levantó la voz a ella, pero no a ellas. —La túnica de gala será obligatoria. —Prosiguió. —El baile tendrá lugar en el Gran Comedor, será a las ocho en punto del día de navidad y finalizará a la medianoche. Ahora bien... —La profesora McGonagall recorrió la clase muy despacio, con la mirada. —El baile de Navidad es por supuesto una oportunidad para que todos echemos una... cana al aire. —Pronunció con desaprobación. Lavender se rio muy fuerte, poniéndose la mano en la boca para ahogar el sonido. Artemisa tuvo que ahogar su propia risa, al verle lo divertido: la Profesora McGonagall, que llevaba el pelo recogido en un moño muy apretado, no parecía haber echado nunca una cana al aire, en ningún sentido. —Esto no quiere decir —pronunció con fuerza. —Que vayamos a exigirles menos del comportamiento que esperamos de los alumnos de Hogwarts. Me disgustaré muy seriamente si algún alumno de Gryffindor deja en mal lugar el colegio. —Sonó la campana y se formó el habitual revuelo, mientras recogían las cosas en las mochilas, y las mismas, al hombro. — ¡Potter! Un minuto de su tiempo, por favor. —Ella se acercó, ya sabiendo lo que le diría. —Potter. —Y se quedó en silencio. —Potter. —Ahora era más calmada, más relajada. —Los campeones, abrirán el baile. Es una tradición.

—Intente usted, pedirle una cita a una novia suya, mientras se cuida, de que otras cinco o siete chicas, no la degüellen en un ataque de celos —dijo Artemisa, frunciendo el ceño.

Minerva le enseñó una sonrisa divertida. —Tener un harén es el sueño de todos, Potter. Pero pocos se ponen a pensar, en lo que eso significa. —Artemisa asintió, sintiendo que igualmente su profesora, acababa de mandarla a la guillotina.

—Le pediré a mamá, que nos enseñe a bailar a todas, y luego, bailaré con todas ellas. —Dijo Artemisa, Minerva le dio un asentimiento de cabeza, aprobando a ese plan. —El problema, es ver con cual iré. Seguramente, correrá sangre y cabellos.

—Ya bastante tenemos con un supuesto asesino, el año pasado, y un basilisco el antepasado. —Dijo McGonagall sonriente. —Evita eso, Potter.

Cuando Artemisa abandonó el salón de clases, lo hizo con un rostro que imitó a un alma en pena.

Y pronto, sintió que tenía a tres Investigadores Ghoul en la espalda, a la Parca, a Azrael y al Shinigami, en la espalda, porque al girar en una esquina, se encontró con Hermione, Padma, Susan, Daphne, Pansy y Tōka, ante ella.

—Ho... Hola chicas. —Dijo Artemisa aterrorizada, ante la perspectiva de estar ante cinco de sus novias a las que, francamente, no sabía qué decirles.

Se miraron entre ellas, en busca de cual de todas hablaría y asintieron, como un común acuerdo, quedando en Hermione. —Lo hablamos entre nosotras. Yo iré contigo y bailaremos la canción... protocolaria. Seré tu cita oficial en el baile. —Artemisa asintió.

Pansy le enseñó una sonrisa de felicidad. —Pero: tienes que sacarnos a bailar, a todas. —Artemisa volvió a asentir, ahora sintiéndose más calmada.

—Bien. Hay trato, definitivamente. —Dijo Artemisa, ahora más calmada. Ellas se burlaron de ella, al verla suspirar y dejar la tensión que tenía en los hombros. Una por una, le dieron un beso en los labios, a la Potter.

En las clases, Artemisa apenas y prestaba atención, mientras pensaba en como verificar el misterio del huevo, sin que luego Padma y Hermione, le hicieran caras raras, ante la perspectiva de que ella, por sí sola, lo resolviera. Además de eso, se la pasaba pegada del libro de Encantamientos y el Libro de los Hechizos; usaba la capa, para ir a la biblioteca en las noches, ingresar en la Sección Prohibida y rebuscar toda clase de encantamientos o maleficios, que le auxiliaran en la próxima prueba.

Finalmente, en un fin de semana, gracias a Hermione y a su extraordinaria mente, revisaron el huevo y escucharon el grito, lo cerraron inmediatamente y Hermione se puso a pensar. —Ven, creo que tengo una idea. —Dijo tomándola de la muñeca, y yendo a las habitaciones femeninas de la sala de Gryffindor e ingresando a un baño, Hermione se acercó a la bañera, abrió la llave y la llenó.

—Hermione... —dijo Artemisa sonriente y feliz.

Hermione se dio la vuelta, con una destellante sonrisa en los labios y las manos en la espalda, como si fuera una niña buena, mientras la bañera se llenaba. —Estuve leyendo un poco, pero eso ya lo sabes, ¿verdad? —Artemisa asintió, ante la sonrisa de su bella castaña. —Pues bien: Hay toda clase de idiomas allá afuera, ¿verdad? —Pensó en lo ocurrido en su segundo año. —El Pársel solo es entendido por las serpientes.

—Y por quienes lo hablamos. No olvides a Ryddle en la Cámara de los Secretos —interrumpió ella.

—Sí, bueno. El primer elemento que vieron, en la primera prueba, fue el de fuego. —Continuó Hermione. —Y sabemos, que el aire solo dejará ir un chillido estridente. Entonces: ¿Y si necesitamos agua?

— ¿Cómo? —preguntó ella, solo para guardar las apariencias.

—No es aire. No se escucha nada, cuando se traslada en el aire, excepto por un chirrido estridente. —Dijo Hermione, y Artemisa asintió. —Solo... Sumerge tú cabeza, abre el huevo bajo el agua. —Ordenó su novia, mientras se cruzaba de brazos. Artemisa se aseguró de mirarla extraño y como si pensara que estaba loca, solo para guardar las apariencias. Sumergió la cabeza, abrió el huevo...

Fue el mismo mensaje, de la última vez.

En pocas palabras: Llevarían a una persona, al fondo del Lago Negro y ella tenía que salvarla.

Artemisa se pasó una mano por el cabello mojado, pero inmediatamente usó el hechizo de aire caliente, para secárselo. Antes de llevar una mano a su barbilla. —El Amaterasu no Daraku (Caída de la Diosa del Sol), tendría que ser más que suficiente, para sacar a cualquiera de ustedes, del fondo del lago negro.

Hermione la miró enfadada. —Esa maldición literalmente, evaporará las aguas del Lago Negro, Arti.

—Lo sé. Es el plan. —Y se giró para enfrentarla, pero sin importarle la crítica de su novia. — ¿Realmente me crees tan desgraciada, como para permitir que, a una de ustedes, le ocurra algo, en el fondo de ese maldito lago? —Cuando Hermione trató de decir algo más, recibió el más salvaje, húmedo y delicioso beso, que Artemisa le hubiera dado, hasta entonces. —No voy a arriesgar a ninguna de ustedes, solo para que los cabrones se diviertan.

Hermione suspiró, y decidió primero: secar el huevo, empujarlo en los brazos de su novia, para luego ir a contarle a la profesora McGonagall, sobre los futuros planes de magnicidio acuático de su novia.

Luego de eso, fue a buscar a Lily Potter, para que ella también le diera un escarmiento a Artemisa.

Cuando ese escarmiento llegó, por parte de Lily y McGonagall, fue cuando Artemisa estaba en la Sala Común de Gryffindor, con un maniquí, usando su túnica/vestido y sí. Definitivamente, le gusta mucho más, que lo que había llevado su versión masculina, en la línea de tiempo pasada.

— ¡Amo este vestido! —chilló la pelinegra ella de emoción, contemplándolo.

— ¿Ya se lo ha probado, señorita Potter? —preguntó la profesora McGonagall, mirando la copa de su alumna. Ese vestido, estaba en un maniquí, con una copa A (o, mejor dicho, inexistente), su alumna tenía una copa D, y lo peor de ir con un vestido, además de que la falda no tenga el corte preciso a nivel de las piernas, es que te apriete el pecho, como una víbora.

La chica le dio una sonrisa angelical y se acercó a ella. Minerva tuvo un escalofrío, mientras recordaba la misma sonrisa (angelical) traviesa, de parte de James Potter, cuando hacía alguna travesura. —Yo misma lo creé. No me gustó ninguna túnica de las que encontré donde Madame Malkin, y...

— ¿Usted misma, lo diseñó y tejió? —preguntó Minerva, con las cejas levantadas, entre el asombro, la sorpresa y la incredulidad. La chica le dio una sonrisa, y fue hasta su cofre, del cual extrajo un libro en japonés, pero con un toque de varita, el titulo fue traducido al inglés. — «Teoría y práctica del diseño de moda» de Ojiro Kazanae —Hojeó el libro, y miró a la pelinegra. —Me asombra. Cuando termine usted, de diseñarlo, por favor envíeselo a Madame Malkin. Lo último que necesitamos, es que este vestido se deshaga, en medio del baile.

—En tal caso, mejor lo mando de inmediato —dijo Artemisa, a quien se le escapó una risilla. Lily y Minerva, se giraron y vieron la sonrisa de Artemisa, para luego suspirar. La misma sonrisa, la misma risilla, la misma desvergüenza de James Potter, reflejada en Artemisa. La desvergüenza de los Merodeadores, cuando sabían que se habían salido con la suya. Y que, ni la Prefecta Perfecta, ni Minnie, podían decirles nada.

Diminuendo —dijo Lily, apuntando al vestido y al maniquí, disminuyendo su tamaño. Usó otro hechizo, para hacerlo tan ligero como una pluma. Lo agarró y fue a escribir una carta, para enviarlo a Madame Malkin y volvió unos minutos después, asegurando que ya estaba hecho.

Y justamente en la mañana del Baile de Navidad, el vestido volvió, en una bolsa de papel, y con una nota de Madame Malkin, elogiando los conocimientos de la joven Potter, invitándola en las vacaciones de verano, para un curso completo sobre el diseño de ropa.

No solo encontró el vestido, sin modificaciones visibles (imaginaba, que dichas modificaciones, serían la fuerza de los hilos y un mejor tipo o estilo de costura), encontró dos libros, sobre el diseño de moda.

Las chicas y chicos de Gryffindor, más cercanos, se acercaron y leyeron la nota. Una hora después, todos sabían que Artemisa Potter había diseñado ese vestido, que lo había confeccionado con sus propias manos, y que Madame Malkin, solo tenía buenos consejos y elogios para ella.

-/-/-/-

Gracias a su cercanía con Hermione, durante estos años de su nueva vida, en la cual había aprendido a (verdaderamente) valorar a su amiga (y novia), fue que Artemisa, tuvo sus deberes finiquitados, para justamente la mañana de navidad.

La Sala Común, estaba tan llena de alumnos, como en cualquier otro día del año.

Como si fuera cualquier otro día de diciembre.

Así mismo, los gemelos Weasley, comenzaron a vender sus creaciones, con la esperanza de (algún día) crear su propia tienda de bromas.

Así mismo, estaba nevando en el castillo, creándose una preciosa vista.

Aquella mañana, luego de cambiarse de ropas, Artemisa se aseguró de estar bien abrigada e invitó a sus amigas a un desayuno (y almuerzo) navideño, en Hogsmeade. En La Catrina.

Todas aceptaron, y para gran sorpresa de todas, cuando Hermione les sonrió emocionada, por la perspectiva de ir a ver a Kaya, todas notaron que su sonrisa era más bien "normal", sus dientes delanteros, que solían ser ligeramente alargados, ahora tenían un tamaño normal.

— ¿Qué te hiciste en la dentadura? —preguntó Padma de buen humor.

Hermione se encogió de hombros. —Fui con Madame Pomfrey, y le pregunté si sabía un hechizo, para... normalizar mis dientes.

—Pues que bien que sí lo supo —dijo Pansy, causando que Hermione la mirada, con ganas de asesinarla.

—Sí. —La voz de Daphne, sonaba como si ahora estuviera más tranquila. Y decidió explicarlo todo, antes de que Hermione, asesinara a la pelinegra de cabello corto. —Como superas a Malfoy en casi todas las clases, comenzaba a burlarse de tu dentadura y de tu cabello. Y... ya estaba hasta los ovarios de escucharlo.

Las chicas fueron riendo, burlándose de Malfoy.

Comieron algo y bebieron café.

Artemisa y Tōka le pidieron a Kaya, un café americano.

Hermione y Padma pidieron capuchino.

Parvati café con leche.

Susan, un café vienes. (Un tipo de café que puede ser expreso simple o doble el cual se acompaña con leche por crema o nata, en una proporción inferior a la del propio café)

Pansy tardó en decidirse, pero pidió lo mismo que Susan.

Daphne, un café Azteca: (Un café frío, caracterizado por incorporar además de café, hielo y leche –una o más bolas de helado, independientemente del sabor− (por lo general de chocolate)) Prácticamente se acerca más a un postre, que al café.

Estuvieron tonteando y contándose cosas. Kaya besó a Artemisa apasionadamente, antes de contarles, que había estado hecha un manojo de nervios, pues había presenciado lo del Cola Cuerno, y todas le dijeron, que ya sabían sobre la próxima prueba, cosa que la hizo palidecer.

Kaya volvió minutos después, con sándwiches y dos que estaban envueltos en papel de cocina, para Artemisa y Tōka, específicamente.

Horas después, estaban todas ellas, participando de una guerra de bolas de nieve, y se les unieron los gemelos Weasley y la propia Ginny Weasley.

Pero solo unos instantes, antes de irse a quien sabe dónde.

Artemisa olió la fragancia de la piel de Ginny, y la siguió, cuando se dio cuenta de que iba hacía el bosque prohibido.

Pronto, encontró otro olor, pero entremezclado con perfume.

Una sonrisa felina se formó en sus labios, cuando contempló a Ginny besándose con alguien, a quien Molly JAMÁS aceptaría, en su familia.

Suspiró más tranquila, al ver que Ginny ya no estaba insanamente enamorada de... ella. Aun así, se asombró demasiado ante eso.

Una parejita que (si duraban lo suficiente) le causarían una crisis nerviosa, a Molly Weasley.

Dio media vuelta y se alejó. Cuando supo que Ginny Weasley no le escuchaba, de ningún modo, lanzó una carcajada y siguió su camino, hacía el castillo. Aun le quedaban un buen par de horas, antes del baile.

Pensar en bailar, le hizo pensar en Hermione.

Y tras el rostro de su preciosa novia castaña, llegaron (en cadena) los rostros de sus otras novias.

Solo pensar en tener que pasar tantas horas bailando, con cada una de ellas, le ocasionó un dolor fantasmal, en los pies.

Negó con la cabeza, y siguió su camino.

Una hora antes de la "Hora Cero", del Baile de Navidad, Artemisa ya estaba enfundada en un vestido de color gris, de hombros descubiertos, con un generoso escote, con largas mangas, terminadas en bordes negros, y el vestido terminaba en un corte trasversal, para permitir una mayor maniobrabilidad al caminar (o correr, si hacía falta).

Escuchó pasos, y su madre apareció. Una sonrisa se instaló en el rostro de Lily Potter, al ver a su hija, así de bella ¡y con algo creado, por la propia Artemisa! Sí. Su hija tendría un futuro como diseñadora de modas, más que asegurado, algún día. — ¡Estás preciosa, cariño!

—Gracias. Espero que a todos les agrade, tanto como a ti. —Dijo Artemisa, dándose la vuelta, y recibiendo dos silbidos. Uno de Lily y otro de... —Perdona mi tardanza, Hermi.

Ella le enseñó una sonrisa. —Tranquila. No hay problema. Estás hermosa, cariño.

Sonriendo, en lo que bajaban los escalones, Hermione le acomodó las pulseras a Artemisa, quien suspiró, al parecer jamás podría ser perfecta.

Ambas llegaron a las puertas del Gran Comedor, junto a Fleur y Roger Davies, Cedric y Cho estaban muertos de nervios. Y al final, Viktor y su amiga Jessica.

Fue un baile perfecto.

Una bella velada, en la cual (para frustración y odio de Albus Dumbledore) Artemisa Potter, Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones, se pasearon y conversaron, entre grandes personalidades que estaban presentes. Adquiriendo más poder político y arrebatándole el suyo.