Harry Potter, pertenece a JK Rowling. Tokyo Ghōul, pertenece a Sui Ishida.

1.- Fem-Harry tiene que ser un Ghoul, eso está implícito.

2.- El harem de mínimo siete, tiene que tener a Lily, Hermione, Daphne, Padma, Susan, Kaya y Tōka si o si, decide las otras dos, e incluso puedes agregar a más chicas, siempre y cuando las seis estén.

3.- NO es un Cross, solo vamos a usar el Ghoul como criatura mágica, a Tōka, Kaya, el Kagune y nada más de Tokyo Ghoul.

4.- La criatura Ghoul tiene que ser endémica de Japón, es decir: difiere de los Ghouls que ya existen en el canon de HP.

5.- Por naturaleza los Ghouls son... agresivos, así que el Fic tiene que ser bastante oscuro y sangriento.

6.- Quiero golpes para Snape, Ronald y Draco. Aunque bueno esa regla es más específica para ti que parecer tener alguna especie de... aprecio por la mierda esa de Snape.

7.- (Lo de la relación incestuosa por supuesto está implícita también, pero por si acaso, la agrego)

8.- El Fic tiene que comenzar en el tercer, cuarto o entre esos dos años.

9.- Tiene que contener Lemons.

10.- Fem-Artemisa tiene que crear una empresa en el mundo mágico, para hacerlo evolucionar, yo que se una empresa de celulares mágicos (esta idea fue tomada de Godfather and Godson by Mark_Ward)

11.- Tiene que haber un altercado con el mundo Muggle, no solo como referencia a Tokyo Ghōul sino también para que se demuestre aún más esa separación entre mundos.

Corte AKA Harén: Lily Potter, Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil, Susan Bones, Tōka Kirishima, Pansy Parkinson, Kaya Irimi, Narcisa Malfoy.

Artemisa: Una Ghoul en Hogwarts (Segunda Versión)

Capítulo 44: Batalla en el Ministerio.

A Artemisa, Hermione, Padma, Daphne, Susan, Tōka y Pansy, se unieron Neville y Hannah, quienes sabían sobre lo que ocurría, gracias a un invento de los hermanos Weasley, llamado Orejas Extensibles.

Neville había demostrado una enorme mejoría en las últimas 7 sesiones de la Auténtica Defensa Contra las Artes Oscuras, gracias a que McGonagall, le obligó a cambiar su varita mágica, y desde que supo del escape de Bellatrix Lestrange, su esposo y cuñado, había mejorado abismalmente.

—Vamos a ir con ustedes. —Dijo Neville, con un rostro decidido y apretando su varita mágica con fuerza.

—Neville... —comenzó Hermione, pero Hannah le puso una mano en el hombro.

—Hermione, Artemisa, podemos ayudarles. —Aseguró Hannah, sonriente.

—Pues vámonos ahora mismo. —Dijo Daphne.

El grupo atravesó el Bosque de la Muerte, hasta encontrar los Thestrals, dónde también encontraron a Kaya.

— ¡Oh, hola chicas! —saludó la mujer sonriente y llena de vitalidad, cuando la descubrieron en medio del bosque, con una libreta en sus manos. —Estaba estudiando a las Criaturas Mágicas, que Inglaterra tiene para ofrecer y... —Solo entonces, se dio cuenta de lo tenso que parecía el ambiente. — ¿Qué les ocurre?

—En pocas palabras: creemos que un familiar de Artemisa, está en manos de un Mago Tenebroso, en el Ministerio de Magia, y queremos irlo a rescatar —dijo Hermione, haciendo que Kaya abriera sus ojos.

—Tomaremos a los Thestrals, para el viaje —dijo Susan suavemente, esperando que Kaya, no los interrumpiera. —Y antes, pasaremos por la tienda de unos amigos, que creemos pueden ayudarnos.

—Iré con ustedes, ¿entendido? —dijo Kaya, haciendo desaparecer sus cosas, y aparecer su varita. Todos asintieron.

Hermione sí recordaba la tienda de los Weasley (Sortilegios Weasley), y volaron hasta el Callejón Diagon, y tras una corta charla con ellos, compraron unos fuegos señuelo (se activaban, se dejaban caer al suelo, y estos salían corriendo, creando una distracción), pantanos portátiles (una alfombra, pegajosa), sombreros y capas escudo (embrujos, maleficios y maldiciones leves y moderadas, no lastimarían a los usuarios) y seis bolsas de Polvo Peruano de Oscuridad Instantánea (solo con arrojarlo ante ellos, crearían nubes oscuras).

Les pagaron en Sickles y Galeones, pero los gemelos se vieron algo asustados, por el hecho de que los chicos hubieran salido de Hogwarts, y aparecieron en medio de la noche, en los Sortilegios Weasley.

Cuando se fueron, Fred corrió a escribir una carta, para la Profesora Potter, y fue a buscar a la lechuza que compraron, enviándola a Hogwarts.

Quizás Artemisa, Hermione, Ronald y Ginny, ya no fueran amigos, debido a los celos de Ronald y que se había enamorado de Artemisa, quien era lesbiana y por esto último, ya no eran tampoco amigos de Ginny; pero para Fred y George, no importaba si era Harry o Artemisa, pues seguía siendo una amiga, casi una hermana.

-/-/-/-

Gracias a los Thestrals, llegaron sanas y salvas, a la entrada de visitantes del Ministerio de Magia, que era una cabina de magia.

Neville marcó el teléfono: seis, dos, cuatro, cuatro, dos.

—Neville Longbottom, Hannah Abbott, Artemisa Potter, Hermione Granger, Padma Patil, Daphne Greengrass, Pansy Parkinson, Susan Bones, Kaya Irimi, y Tōka Kirishima, estamos aquí, para salvar a alguien. —Dijo el heredero de la casa Longbottom, antes de colgar. Todos agarraron unas insignias con sus nombres y el motivo de la visita.

«¿A qué nivel y Departamento Ministerial, desean ir?» preguntó la operadora.

— ¡Noveno Piso, departamento de Misterios! —casi gritó Hermione.

La cabina se convirtió en un ascensor que descendió, hasta llegar al Atrio.

Tanto Hermione, como Artemisa, reconocieron la estatua de los Hermanos Mágicos, y recorrieron un pasillo, mientras marcaban las puertas que no eran correctas, solo para disimular.

Pues causaría mucho problema, (incluso con sus novias) si Artemisa iba directamente, a donde debía de ir. Al mismo tiempo, les decía sobre lo que vio en sus sueños: sobre los estantes, con los cientos de orbes.

Comenzaron a buscar las puertas, buscando una la cual tuviera cientos de orbes detrás. Y las otras puertas (la cámara de la muerte, la sala del tiempo, del espacio y del amor), las sellaron.

Pero Susan y Hannah se miraron, al ingresar en la Cámara de los Cerebros, los cuales incluso parecían vivos, y tomaron un par de ellos, haciéndolos pequeños y livianos, guardándolos en sus bolsillos.

— "Por aquí" —susurró Daphne, cuando encontró la Sala de las Profecías. Todos se acercaron. — "Arti, ¿no dijiste que, en tus sueños, veías unas esferas pequeñas de vidrio?" —Ella asintió, y el grupo ingresó.

—No era un sueño —actuó Artemisa, para hacerles creer a los Mortífagos, que había caído en la trampa, al tiempo que admiraba la Sala de las Profecías, la cual era tan alta como una iglesia y estaba llena de estantes altos cubiertos de esferas pequeñas y polvorientas de vidrio, las cuales brillaban a la luz de unas velas. La habitación estaba muy fría. —Según lo que vi: debemos de dirigirnos hacía la fila noventa y tres.

—Sesenta y dos —señaló Daphne, antes de apuntar con la varita, hacía la derecha. —Sesenta y tres.

—Es por allí —dijo Artemisa, guiando al grupo. — "Noventa y tres" —Susurró. Miró a sus compañeros y bajó aún más la voz, mientras se colocaba su máscara de cráneo de gata, y apuntaba a su cabello. — "Colovaria" —Su cabello se volvió rubio platinado. Todas cambiaron su color de cabello, también Neville, y luego Artemisa cambió los rasgos faciales de todos, con una ilusión, gracias a su báculo. — "Vayan a sus posiciones, como lo entrenamos" —El grupo asintió y eso hicieron, yendo hacía los estantes. Tōka iría con ella, por el lado sur y Kaya, por el norte. Caminando un poco, se lo toparon con la profecía. Artemisa no pudo evitar reír, mientras que las tres Ghouls, podían oler perfectamente a los Mortífagos que estaban allí. Miró la nota de la Profecía. —Sibil Trelawney a Albus Dumbledore, Harry Potter y Tom Sorvolo Ryddle. —Leyó en voz alta.

Los Mortífagos se Descubrieron en ese momento, quedando frente a Artemisa y Tōka, incluso si desconocían a las chicas enmascaradas, que tenían en frente. — ¡Lumos Solem! —gritaron Artemisa y Tōka, liberando grandes rayos de luz dorada, que enceguecieron a los Mortífagos.

Ambas liberaron sus Kagunes y atacaron a los Mortífagos enceguecidos.

Tōka con las plumas cristalizadas de su Ukaku, desde la distancia, pudo acabar certeramente, con tres enemigos.

Artemisa modificó su Rinkaku, gracias a su magia, haciéndolos delgados y dándole forma de guadañas y con ellas, cortó a tres Mortífagos, como si fueran mantequilla.

— ¡Ahora! —ordenó Artemisa, mientras que los Mortífagos, eran cubiertos por el Polvo Peruano de Oscuridad Instantánea, y soltaban Fuegos Señuelos al norte y al sur, distrayendo a los Mortífagos, quienes aún no se daban cuenta, de que habían perdido a cinco compañeros; haciendo señales con las manos, ella también se alejó, mientras que Hermione y Daphne, hacían que las esferas de las Profecías, se volvieran lanzas.

¡Oppugno! —gritó Hermione, mientras que las lanzas volaban hacía los Mortífagos, quienes gritaron. —Ahora sí, estoy escuchando sus gritos de dolor.

Los Mortífagos sobrevivientes, fueron Rabastan, su hermano Rodolphus y su cuñada Bellatrix Lestrange, otros fueron Lucius Anakklet, Walden Macnair y Antonin Dolohov.

— ¿Y los demás? —preguntó Rabastan Lestrange, mientras apuntaba al suelo, incrédulo. — ¡Ventus! —El polvo de oscuridad, se hizo a un lado, dejando ver los cadáveres. — ¡ESOS MALDITOS MOCOSOS!

— ¡Vamos! —gruñó un malherido Lucius Anakklet. — ¡Debemos alcanzarlos, y quitarles la Profecía! —Todos fueron hacía la puerta, pero lentamente, debido a sus heridas. — ¿Cómo lo hizo? —se preguntó, mientras recordaba el cementerio. — ¿Cómo sabía que estábamos aquí?, ¿Por qué nuevamente, me ha dejado ir?

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— ¡Hermione! —llamó Artemisa, arrojándole la Profecía.

La castaña la atrapó en el aire. —Artemisa... —comenzó ella.

—Necesito que tengas el original —dijo Artemisa, quien sacó de su bolsillo ocho canicas y las transformó en profecías. —Todas, agarren una —así lo hicieron. —Si los Mortífagos los alcanzan, enseñen las profecías. —Asintieron, ante las palabras de la chica.

—Artemisa... —Reinició Hermione, quien ya sabía, que no podía ir en contra de los deseos de su amada. Artemisa besó a Hermione en los labios.

—Si logran reconocer, que no son reales, necesito que tengas la original, ¿de acuerdo? —dijo Artemisa con urgencia, entonces se dirigió al grupo. —Recuerden: Solo Lucius puede salir vivo. Conversaré con él. Eliminen a los demás. —Todos la miraron. —Ellos no dudarán en hacerlo con nosotros. —Sacó entonces su Capa de Invisibilidad, y se la colocó encima, mientras sentía la capa cambiar, según sus deseos, tomando forma de una toga, que cubría su cabeza e incluso sus manos.

—Andando —dijo Hermione, mientras abría la puerta de los Gira-Tiempos y sacaba uno, para cada miembro del grupo, guardándolos en su bolsillo. — ¡Bombarda!

¡Confringo! —gritaron Hannah y Neville, disparando también contra la sala del tiempo, la cual fue destruida, luego se reconstruyó por sí sola y se volvió a destruir.

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Cuando Neville y Hannah ingresaron en la Cámara de la Muerte, casi gritaron, cuando encontraron a miembros de la Orden del Fénix, allí y a la profesora Potter, quienes les enseñó una sonrisa.

Siguieron las instrucciones de los adultos y prepararon una nueva trampa, para los Mortífagos.

— ¡Voy a matar a esos malditos mocosos! —gruñó Rabastan Lestrange enfadado, abriendo la puerta con enfado e ingresando.

—Yo te ayudo —aseguró Bellatrix.

Rabastan, Rodolphus y Bellatrix Lestrange, caminaron por lo largo del pasillo que conectaba la puerta, con esa habitación. A ambos lados del marco de la puerta, estaban Neville, Hannah, Lily Potter, Sirius Black y Alastor Moody.

¡Depulso! —gritaron Neville y Hannah al mismo tiempo, atacando a los tres Mortífagos, por la espalda y mandándolos a volar.

¡Petrificus Totalus! —exclamaron Lily y Sirius, logrando congelar a los tres Mortífagos.

¡Flipendo! —exclamaron nuevamente Neville y Hannah, colocando la fuerza suficiente en su hechizo, para mandar a los tres, a través del Velo de la Muerte.

-/-/-/-

Usando su Gira-Tiempo, Artemisa creó un "clon" suyo y lo envió con sus compañeras, para cazar a los otros Mortífagos.

Vigilante, con la Capa de Invisibilidad encima, abrió y cerró sonoramente la puerta, cuando vio a Lucius Anakklet cerca de ella.

— ¡Sigan buscándolas! —ordenó Lucius, quien estaba con su varita en mano y se acercó a la puerta. — ¡Cistem Amperio! —la puerta se abrió violentamente, mientras el hombre miraba en la oscuridad. — ¡Lumos! —Ni siquiera alcanzó a gritar, cuando vio el cráneo de un gato, flotando en la oscuridad, pronto sintió como si le taparan la boca, con una mano invisible, para luego ser arrojado dentro de la habitación.

Tojita doa (Puerta Clausurada) —dijo una voz femenina, en japonés.

Lumos Solem. —pronunció Artemisa Potter. Antes de que Lucius pudiera gritar, por la luz tan fuerte que apareció, sintió como si cuchillas se clavaran en sus muñecas y tobillos, dejándolo crucificado al suelo. —Crescere donec caelum —cuatro largas cuchillas rojas, se enterraron aún más en el suelo, y ascendieron, mucho más allá, de lo que Lucius pudiera quizás, intentar huir. Se quitó la máscara. —Hola Lucy.

—Potter —gruñó el hombre con dolor. — ¿Cómo? ¿Cómo conoces este hechizo? No parecen ser el tipo de cosas, que Dumbledore apruebe.

Para su sorpresa Artemisa solo se río, y desde las sombras, salió una mocosa japonesa e incluso apareció Pansy Parkinson. —Sí... Seguramente, tampoco Hermione aprobaría mi creación. Pero, oye: tengo que poner las cosas para el bando ganador, ¿o no? Creo que ya conoces, a una de mis almas gemelas —dijo, mientras pasaba una mano, por el hombro de Pansy y se besaban, y lo mismo hacía con la otra chica. —Ahora, vamos a hablar de negocios: Dime... ¿Qué tanto quieres vivir? —En ese momento, algo parecido a un tentáculo rojo, surgió desde la espalda baja de Artemisa Potter y luego, descendió con velocidad, haciéndolo abrir los ojos y la boca, cuando el Rinkaku se clavó en el muslo derecho de Lucius.

¡Silencius! —pronunció Pansy Parkinson, con un tono divertido. El hechizo le impidió a Lucius gritar de dolor.

—Tu esposa... supo lo que pasaría este día. —Reveló Artemisa Potter, sorprendiendo a Anakklet. —Oh sí. Ella y yo... nos hemos comenzado a llevar bien. Y ella supo, todo lo que hice en el Cementerio. Se lo contaste, ¿no es así? —Pero Lucius no contestó. Aunque a ellas tres, no parecía importarles. —Entonces, llegué a un pacto con ella: Si yo te dejo vivir esta noche, harás un pacto unilateral mágico. —Lucius no podía hacer nada, solo escuchar. —Te divorciarás de ella, te llevarás a tu mocoso, lejos de Europa. Tan lejos de Europa como puedas y así, evitarás tu muerte y la de tu mocoso. Además... Acepté, que no iba a devorar tu patético ser. Sino que te dejaría vivir, para que críes a tu mocoso y vivas una larga vida, junto a él y a tus posibles nietos. ¿Entiendes?

Finite Incantatem —dijo Pansy, permitiéndole a Lucius emitir sonidos.

—Sí... En.… entiendo... —dijo el hombre adolorido, con lágrimas en los ojos. Se vio libre de la lanza roja que tenía atrapada, la muñeca con la cual usaba la varita. Las chicas le apuntaron, por si intentaba algo. Pero él, no era estúpido. —Yo... Lucius Mal... Yo... Lucius Anakklet. Acepto... acepto el trato, propuesto por Artemisa Potter... yo... me exiliaré de la Inglaterra Mágica. Y de... la... Europa Mágica... —La magia recorrió la estancia.

—Ahora... Desaparece, hasta tu casa —gruñó Artemisa, mientras que las plumas del Ukaku se desvanecían, gracias a un Evanesco de la chica japonesa.

Lucius cumplió con su palabra y se Desapareció.

Cuando las chicas activaron sus Gira-Tiempos, y aparecieron en la sala de la Muerte, donde Walden Macnair y Antonin Dolohov, estaban rodeados, por los miembros de la Orden del Fénix y de la ADCAO.

Los adolescentes bajaron sus varitas, al tiempo que ambos Mortífagos, eran apresados.

—Gracias por todo, Artemisa —dijo Sirius sonriente. Y alegre de estar vivo.

— ¡Macnair, Dolohov! ¿Dónde está mi profecía? —preguntó un enfadado Voldemort, quien apareció allí mismo.

— "Muffliato" —susurró Lily Potter, logrando distraer con eso a Voldemort, quien intentaba encontrar de dónde venía ese sonido que comenzó a escuchar.

Hermione dejó caer, uno de los fuegos señuelos, distrayendo a Voldemort, quien fue mandado a volar, fuera de la habitación, con un Depulso de Hermione y Susan, inmediatamente después de eso, Artemisa lo atrapó con una cuerda Carpe Retractum, mandándolo a volar.

Pronto, Voldemort estaba enfrentándose a la Orden del Fénix y al grupo de Artemisa, mientras solo podía desviar hechizos y encantamientos, y uno que otro maleficio, mientras retrocedía.

Y solo podía hacer eso: retroceder, y desviar lo que le mandaban, sin tener oportunidad de contraatacar, pues no podía pensar lo suficientemente rápido, para mandar alguna maldición de ataque, y solo iba ascendiendo por las escaleras, bloqueando uno tras otro.

Jamás se dio cuenta, de que estaba siendo guiado a una trampa. Ni siquiera cuando llegaron hasta la Fuente de los Hermanos Mágicos.

—Por cierto, Tommy —dijo Artemisa sonriente. —Solo te quedan Macnair y Dolohov. Todos tus otros Mortífagos, cayeron en diversas trampas y fueron asesinados. —Eso hizo enfadar a Voldemort. —La parte mala de la Legeremancia, es que solo puedes hacer una de dos cosas: o abres tu mente, al tiempo que abres la de tu oponente... o la cierras. Se creó una conexión, entre ambos. Una conexión de doble vía, que me permitió espiar tus recuerdos. Así, supe a quienes enviarías, supe sus posiciones y pude crear varios contraataques, para así poder asegurar la Profecía. —Los ojos de Voldemort, centellearon de ira. —Hermione —pidió. La chica le arrojó a la mano, la Profecía original, y los ojos de Voldemort, se abrieron, cuando Artemisa Potter, apretó la Profecía con tanta fuerza, que literalmente la quebró.

«El único con el poder de...» La profecía de Trelawney, se perdió para siempre.

—Eres muy irritante, maldita mocosa... ¡Avada Kedavra! —La maldición Asesina, cruzó la estancia, como si una criatura alada gigante, estuviera pasando por encima de ellos, mientras que el rayo de luz verde, iba hacía Artemisa, quien no hizo nada.

Un rayo de magia, de color rojo, surgió desde la varita de Artemisa. El hechizo y la maldición, colisionaron, en una esfera dorada, donde ambos hechizos se conectaron.

Pronto, sonó la canción de Fawkes y nuevamente, fueron rodeados por la misma jaula dorada.

Solo en ese momento, Artemisa colocó todo de sí, para enviar la esfera de magia dorada, hacía la varita de Ryddle, pero él hizo lo mismo, con la Maldición Asesina.

Ninguno de los dos, dejó de batallar por el dominio sobre el hechizo, hasta que las varitas comenzaron a vibrar, y desde la varita de Voldemort, surgieron los espíritus de sus víctimas, pero lo mismo pasó desde la varita de Artemisa.

Las chimeneas comenzaron a estallar, y el personal del Ministerio de Magia, salía de las chimeneas, quedándose impactados, al ver que Voldemort estaba, efectivamente vivo y que Artemisa Potter, jamás mintió.

Algunos Aurores y otros empleados del ministerio, atacaron a Voldemort, pero la jaula lo repelió todo.

Ni Voldemort, ni Artemisa, prestaron atención a los espíritus, y los hicieron a un lado, agitando su otra mano, mientras se miraban fijamente.

Cuando Artemisa dio un paso, Voldemort hizo lo mismo.

Pronto, la esfera de magia se hinchó y ambos salieron volando, en direcciones opuestas.

Artemisa fue atrapada por Lily y Kaya, mientras que la varita se hacía añicos en su mano, volviéndose menos, que un montón de aserrín y virutas inservibles. La pluma de Fénix de Fawkes, se consumió en fuego.

Voldemort salió volando, y golpeó su espalda contra el suelo, lastimeramente. — ¡NO! —Gritó, cuando vio su varita destruirse, igual que con la de Artemisa.

— ¡ATRAPENLO! —Ordenó Fudge. Pero cuando los Aurores atacaron al Señor Tenebroso, este se desvaneció en el aire. — ¡Potter! ¿Qué está haciendo usted aquí?

Lily habló antes, de que su hija o Dumbledore pudiera hacerlo, al tiempo que colocaba una mano, en el hombro de Artemisa. —Si nos permite a Artemisa y a mí hablarlo con usted, Ministro, estoy segura de que todo se aclarará.

— ¡Lily! —dijo Amelia.

—Amelia, ¿te importaría, acompañarnos? —pidió la pelirroja. La mujer de cabellos negros asintió, especialmente sorprendida, cuando vio a su sobrina allí.

—Lily —solo entonces, todos se dieron cuenta de que Dumbledore estaba allí. —Sin lugar a dudas, ha sido una noche difícil para ellas, ¿no sería mejor, si vuelven a Hogwarts y descansan?

—Sí, fue una noche difícil. —Admitió Artemisa. —Pero aún hay cosas por hacer, Profesor Dumbledore.

El grupo de jóvenes y los adultos, ignoraron a Dumbledore, y se reunieron en la oficina de Fudge, contándole toda la historia. —Entonces: Sentías que no podías confiar en ningún maestro, debido a que la Srta. Umbridge, aún está en los muros del castillo. Y decidiste venir tú misma, y descubrir que era lo que pasaba y rescatar a Sirius. Pero, a pesar de que tus novias y amigos, intentaron detenerte, vinieron contigo. Se detuvieron donde los hermanos Weasley, y al llegar a la Sala de las Profecías, se vieron rodeados por... por muchos Mortífagos.

—Al interrogarlos, podrán ustedes obtener más información —dijo Hermione.

Fudge y Amelia, estaban asombrados, pero vieron la prueba con sus propios ojos.

—Te debo una disculpa, Artemisa. —Dijo Fudge preocupado y nervioso. —A ti, a tu madre, a todos tus compañeros y a los profesores en Hogwarts. Y.… bueno: a toda la Inglaterra Mágica. Pero, sin lugar a dudas: has hecho de este, un país más seguro, gracias a las muertes de tan peligrosos criminales. —Las chicas y Neville, asintieron sombríamente. —Amelia... pondremos el país en Ley Marcial. Usa todo lo que tengamos a la mano. Da con los Mortífagos, contacta al jefe del Departamento de Criaturas Mágicas. Que traigan a un Dementor, desde Azkaban y lo tengan aquí.

—De inmediato. —Aseguró la mujer.

—Daré una conferencia con El Profeta, cuanto antes —dijo Fudge, mirando a los jóvenes y a Lily. —Todos ustedes, obtendrán el crédito que se merecen.

Artemisa, con la ayuda de su madre, le entregó a Fudge una copia de los recuerdos de esa noche, que los presentarían en un Pensadero.

Entonces, Artemisa lo recordó: Debía de conseguir una nueva varita mágica y destruir los Horrocruxes. Ya tenía en su poder, el Guardapelo de Salazar Slytherin y la Diadema de Rowena Ravenclaw.