Harry Potter, pertenece a JK Rowling. Tokyo Ghōul, pertenece a Sui Ishida.
1.- Fem-Harry tiene que ser un Ghoul, eso está implícito.
2.- El harem de mínimo siete, tiene que tener a Lily, Hermione, Daphne, Padma, Susan, Kaya y Tōka si o si, decide las otras dos, e incluso puedes agregar a más chicas, siempre y cuando las seis estén.
3.- NO es un Cross, solo vamos a usar el Ghoul como criatura mágica, a Tōka, Kaya, el Kagune y nada más de Tokyo Ghoul.
4.- La criatura Ghoul tiene que ser endémica de Japón, es decir: difiere de los Ghouls que ya existen en el canon de HP.
5.- Por naturaleza los Ghouls son... agresivos, así que el Fic tiene que ser bastante oscuro y sangriento.
6.- Quiero golpes para Snape, Ronald y Draco. Aunque bueno esa regla es más específica para ti que parecer tener alguna especie de... aprecio por la mierda esa de Snape.
7.- (Lo de la relación incestuosa por supuesto está implícita también, pero por si acaso, la agrego)
8.- El Fic tiene que comenzar en el tercer, cuarto o entre esos dos años.
9.- Tiene que contener Lemons.
10.- Fem-Harry tiene que crear una empresa en el mundo mágico, para hacerlo evolucionar, yo que se una empresa de celulares mágicos (esta idea fue tomada de Godfather and Godson by Mark_Ward)
11.- Tiene que haber un altercado con el mundo Muggle, no solo como referencia a Tokyo Ghōul sino también para que se demuestre aún más esa separación entre mundos.
Corte AKA Harén: Lily Potter, Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil, Susan Bones, Tōka Kirishima, Pansy Parkinson, Kaya Irimi, Narcisa Malfoy.
Artemisa: Una Ghoul en Hogwarts (Segunda Versión)
63.
A la mañana siguiente, Artemisa, Hermione y Padma, iban bajando desde la torre de Ravenclaw, hacía el Gran Comedor.
Las tres chicas, con grandes sonrisas en sus rostros.
Parte porque habían protegido Hogwarts, de una forma que resultaría ser, inesperada para todos, cuando el ataque se efectuara, la noche del 30 de junio de 1997.
Para aquellas, que sabían sobre el futuro, era obvio pensar que Voldemort, ya no los guiaría a la Batalla de Hogwarts, que podían recordar.
Esto debido, a que Voldemort sabía cuan bien protegido estaba el país y que era imposible ingresar nuevamente, al Ministerio. Y con los Aurores de aquí para allá, patrullándolo todo, entonces un ataque coordinado de criaturas mágicas, sería gastar sus números de forma estúpida.
Sabían (con total seguridad, gracias a Susan) que la Ministra Black, estaba muy bien protegida.
Sabían que únicamente, cuando Dumbledore hiciera algo lo suficientemente estúpido, entonces se efectuaría el ataque sobre el colegio.
Artemisa, ya había tomado todas las precauciones, que pudo haber tomado: Sellar el destino, de los Mortífagos y otros aliados de Ryddle, que ingresarían a Hogwarts, mediante el Armario Desvanecente (incluido, el destino de Gustav Lance)
...
—Entonces, Misa —dijo Padma preocupada, aquella mañana, mientras desayunaban en el Gran Comedor, todas juntas. — ¿Qué haremos?
—El colegio está protegido, sabemos el día y la hora aproximada —dijo Artemisa, mientras metía una mano a su bolsillo y extraía de él, un Galeón falso. Lo sostuvo en su mano, mientras agitaba su varita. —Hora de que el Ejercito de Hogwarts, vuelva a reunirse y se preparen para lo peor.
A las 19:30, muchos miembros del Ejercito de Hogwarts, estaban reunidos y comenzaron a entrenarse, sin hacerle preguntas a Artemisa. Pero les parecía extraño, que estuviera tan seria.
Los hijos de Muggles, decían que parecía un tal Sargento Hartman, de una película llamada Full Metal Jacket (también llamada en Latinoamérica: Nacido para matar o Cara de guerra), iniciando un extenso entrenamiento de Encantamientos, Transformaciones, Contrahechizos, Maleficios, Embrujos e incluso Maldiciones (aunque claro, solo los que quisieran, tomaron estas últimas tres clases)
Clases las cuales tenían casi cada noche, a la misma hora y en distintos lugares. Clases que se impartían, a espaldas de Dumbledore, porque tuvieron la ayuda de Lily Potter y Alastor Moody.
Y estos dos, solían ser todo lo contrario a lo que Dumbledore predicaba, y así lo hicieron saber a la clase: "Si estás en el campo de batalla, o matas o te matan"
La presencia constante de estos dos, les hizo saber a todos, cuan serio era todo este asunto.
Las clases del Ejercito de Hogwarts, (además de todo lo que aprendían, diariamente en las clases oficiales), se volvieron de combate mano a mano, debido a las palabras de Lily, sobre que un Sangre Pura, tardaría un buen rato, en responder ante un ataque físico. Y que lo considerarían, como algo vulgar, dudarían en si recuperar su varita mágica o en contraatacar con puños y patadas, así que tendrían una amplia ventaja.
...
Dumbledore suspiró, cuando vio un patrón volver a repetirse: Artemisa Potter, comenzaba a estar muy ocupada con sus clases, y no tenía tiempo para reunirse con él, debido al enorme número de deberes, que se estaban comenzando a tener.
El hombre se acercó a McGonagall, pidiéndole si ella podría hablar con los otros maestros, sobre el número de deberes que estaban colocando, a los alumnos de sexto año. Esto debido, a que no había podido reunirse con Artemisa, para continuar sus lecciones.
Pero la respuesta de Minerva, fue contundente.
Recuerdo
—La señorita Potter, es una Prefecto, Albus. —Dijo Minerva, firmemente. —Y tiene obligaciones de Prefecto, que no pueden ser evadidas, así como así. Además: Lily vino a mí, y me dijo que no les estás enseñando nada útil o desconocido, a la señorita Potter, en cuanto a su necesario aprendizaje académico, Albus. Esto es UNA ESCUELA, no un lugar de reunión de la Orden del Fénix.
Fin del Recuerdo
Aquello hizo a Dumbledore suspirar.
Estaba perdiendo tiempo valioso.
Tiempo que él sabía, no podría recuperar después, ni siquiera el próximo año.
Artemisa necesitaba saber sobre los Horrocruxes, necesitaba ir de cacería y tenía que ser ella, quien los destruyera. Él tenía toda la información, a la mano.
Pero aún más importante: había encontrado uno, recientemente.
Un Horrocrux de algún tipo, oculto en una cueva.
Derramando una lagrima, al saber que Artemisa jamás lo acompañaría, que no confiaba en él, que no lo veía (y quizás jamás lo había visto) como una figura de abuelo, que, desde el tercer año, no obedecía sus órdenes, ni seguiría sus planes, ni siquiera creía en el perdón o en la redención... envió un Patronus, mientras abría la ventana. Casi diez minutos después, suspiró, cuando reconoció las voces, que protagonizaban la pelea y que ascendían por las escaleras: Ron y Ginny Weasley, se presentaron ante él.
—Profesor —dijo Ginny al verlo junto a la ventana de su oficina, que estaba abierta—, ¿vamos a Aparecernos?
—Así será, señorita Weasley —dijo Dumbledore. —Supongo, que usted no sabrá aparecerse, pues aún está en su quinto año —Ginny asintió. —Señor Weasley...
—Bah —le interrumpió la pelirroja, frunciendo el ceño y mirando con desdén a su hermano mayor. —Ron, ha tenido la suerte del diablo, en poder llegar hasta su sexto año, sin la ayuda de Hermione, y obligándose a escuchar a escondidas, a los de Ravenclaw, hacer sus tareas y luego lo copia todo. No sabe Aparecerse.
Ron abrió su boca enfadado y con la cara roja, debido a la ira. Abrió la boca, pero fue interrumpido, por Dumbledore. —No tenemos tiempo para esto. Rápido: agárrenme por los hombros. —Los tres sintieron, como si un garfio, los agarrara por algún lugar, detrás del ombligo y luego fueron jalados por la fuerza de una caña de pescar, siendo obligados a pasar, por el interior de un tubo muy estrecho, hasta aparecer en un altísimo acantilado, un escarpado precipicio negro y liso de cuya pared parecía que, en un pasado remoto, se habían desprendido algunas rocas semejantes a aquélla sobre la que estaban con Dumbledore. Era un paisaje inhóspito y deprimente: no había ni un árbol ni la menor superficie de hierba o arena entre el mar y la roca.
— ¿Qué les parece? —le preguntó Dumbledore, como si le pidiera su opinión sobre si era un buen sitio para hacer una comida campestre.
Ginny y Ron parpadearon, registrando el lugar. — ¿Aquí trajeron a los niños del orfanato? —preguntó el muchacho, que no se imaginaba otro lugar menos conveniente para ir de excursión.
—No, no exactamente aquí. Hay una aldea, si se puede llamar así, a medio camino, en esos acantilados que tenemos detrás. Creo que llevaron a los huérfanos allí para que les diera el aire del mar y contemplaran el oleaje. Supongo que sólo Tom Ryddle y sus dos jóvenes víctimas visitaron este lugar. Ningún Muggle podría llegar hasta esta roca a menos que fuera un excelente escalador, y a las barcas no les es posible acercarse a los acantilados porque las aguas son demasiado peligrosas. Imagino que Ryddle llegó hasta aquí bajando por el acantilado; la magia debió de serle más útil que las cuerdas. Y trajo a dos niños pequeños, probablemente por el puro placer de hacerles pasar miedo. Yo diría que debió de bastar el trayecto hasta este lugar para aterrorizarlos, ¿no crees? —Ron y Ginny volvieron a contemplar el precipicio y se les puso carne de gallina—. Pero su destino final, y el nuestro, está un poco más allá. Síganme. —Los condujo hasta el mismo borde de la roca, donde una serie de huecos irregulares servían de punto de apoyo para los pies y permitían llegar hasta un lecho de rocas grandes y erosionadas, parcialmente sumergidas en el agua y más cercanas a la pared del precipicio. Era un descenso peligroso, y Dumbledore, avanzaba poco a poco, pues el agua del mar volvía resbaladizas esas rocas más bajas. Ginny y Ron notaban una constante rociada fría y salada en la cara. — ¡Lumos! —exclamó Dumbledore cuando llegó a la roca lisa más próxima a la pared del acantilado. Un millar de motas de luz dorada chispearon sobre la oscura superficie del agua, unos palmos más abajo de donde el director se había agachado; la negra pared de roca que tenía al lado también se iluminó. Caminaron hasta estar al pie del arrecife y Dumbledore agitó su varita, creando escaleras de piedra, que los guiaron, hasta la playa, hasta el pie de la cueva, donde comenzó a tocar la pared de piedra. Después de un rato inspeccionando la pared, un oscuro túnel apareció y comenzaron a caminar en su interior, el túnel describía una curva hacia la izquierda y se extendía hacia el interior del acantilado. Siguieron los tres caminando, hasta que este comenzó a inundarse, y tuvieron que nadar detrás de Dumbledore, aunque sus entumecidos dedos rozaban la roca áspera y húmeda. Entonces vio que el profesor salía del agua; el canoso cabello y la oscura túnica le relucían. Cuando Ron y Ginny llegaron a su lado, descubrieron unos escalones que conducían a una segunda cueva. Chorreando agua de su empapada ropa y sacudido por fuertes temblores, treparon y fueron a parar a un frío recinto. Dumbledore estaba de pie en medio de la cueva, con la varita en alto; se dio la vuelta despacio y examinó las paredes y el techo. —Sí, es aquí —dijo, mientras examinaba la pared, nuevamente.
— "¿Cómo lo sabe?" —susurró Ron.
—Hay huellas de magia. —Ron y Ginny no sabían si los escalofríos que tenían, eran debido al frío o a que ellos también percibían los hechizos de la cueva. Se quedaron mirando a Dumbledore, que seguía girando sobre sí mismo, concentrado en cosas que ninguno de los dos hermanos, no podía ver. —Esto sólo es la antecámara, una especie de vestíbulo —comentó el profesor al cabo de unos momentos—. Tenemos que llegar al interior… Ahora no se trata de salvar los obstáculos de la naturaleza, sino los dispuestos por lord Voldemort. —Dicho esto, se acercó a la pared de la cueva y la acarició con los renegridos dedos mientras murmuraba unas palabras en una lengua desconocida. Recorrió dos veces el perímetro de la cueva tocando la áspera roca; a veces se detenía y pasaba los dedos repetidamente por determinado sitio, hasta que al fin se quedó quieto con la palma de la mano pegada a la pared. —Aquí —dijo—. Tenemos que continuar por aquí. La entrada está camuflada. —Ron y Ginny no le preguntaron cómo lo sabía, aunque era la primera vez que veían a un mago averiguar algo de ese modo, observando y palpando; pero ya Ginny había aprendido que muchas veces el humo y las explosiones no eran señal de experiencia, sino de ineptitud. —Dumbledore agitó la varita y el contorno de un arco se dibujó en la pared; era de un blanco resplandeciente, como si detrás brillara una intensa luz. La puerta se deshizo, la magia se rompió y volvió a ser una fría piedra. Ambos hermanos se acercaron más a Dumbledore, y lo vieron frunciendo el ceño. —Creo que para pasar tendremos que pagar —explicó al tiempo que introducía la mano herida en la túnica y extraía un pequeño cuchillo de plata como los que Ginny utilizaba para cortar los ingredientes de las pociones.
— ¿Pagar? —se extrañó Ron— ¿Hay que darle algo a la puerta?
—Sí. Sangre, si no me equivoco.
— ¿Sangre?
—Así es. Una... completa tontería—repitió con desdén, casi decepcionado, como si Voldemort no hubiera alcanzado la categoría necesaria que Dumbledore esperaba de él. —La intención, como ya podrán ustedes comprendido, es que tu enemigo se debilite antes de entrar. Una vez más, lord Voldemort no entiende que hay cosas mucho más terribles que el dolor físico. —Se arremangó la túnica y dejó al descubierto el antebrazo.
—¡Profesor! —protestó Ginny, y se lanzó hacia él cuando lo vio levantar el cuchillo—. Déjeme a mí, yo soy… —No supo qué decir: ¿más joven, más fuerte?
Pero Dumbledore se limitó a sonreír. Hubo un destello plateado, seguido de un chorro rojo, y la pared de roca quedó salpicada de oscuras y relucientes gotas. —Eres muy amable, Ginny —le agradeció el anciano profesor, y pasó la punta de la varita sobre el profundo corte que se había hecho en el brazo, que cicatrizó al instante. —Miren, creo que ha dado resultado, ¿no? —El refulgente arco había aparecido de nuevo en la pared, y esta vez no se borró: la roca del interior, salpicada de sangre, se esfumó dejando una abertura que daba paso a una oscuridad total. Ante ellos surgió un panorama sobrecogedor: se hallaban al borde de un gran lago negro, tan vasto que ni Ron, ni Ginny, no alcanzaron a divisar las orillas opuestas, y situado dentro de una cueva tan alta que el techo tampoco llegaba a verse. Una luz verdosa y difusa brillaba a lo lejos, en lo que debía de ser el centro del lago, y se reflejaba en sus aguas, completamente quietas. Aquel resplandor verdoso y la luz de las dos varitas eran lo único que rompía la aterciopelada negrura, aunque no iluminaban tanto como los hermanos habrían deseado. Por decirlo de alguna forma, se trataba de una oscuridad más densa que la habitual. —En marcha —dijo Dumbledore en voz baja—. Tengan mucho cuidado y procuren no tocar el agua. No se separen de mí. —Ascendieron a un bote y cruzaron, hasta una especie de diminuta isla, en medio de las aguas. Al llegar allí, había un pedestal, una copa y estaba lleno de un líquido negro. —No me cabe duda de que esta poción causa un efecto que impide coger el Horrocrux —dijo pasados unos momentos—. Podría paralizarme, hacerme olvidar para qué he venido aquí, producirme tanto dolor que no pueda continuar o incapacitarme de algún modo. En ese caso, Ron, Ginny, ustedes se encargarán de que yo siga bebiendo, aunque tengan que hacérmela tragar por la fuerza. ¿Entendido? —Asintieron, algo temerosos y Dumbledore dio el primer sorbo.
-/-/-/-
Apenas Gustav Lance, ingresó en la Sala de Menesteres, escuchó como llamaban a la puerta del Armario Evanescente, con fuerza y enfado. Tragando saliva, se acercó lentamente, hasta alcanzar la manija, girándola y abriendo del otro lado.
Al hacerlo, cientos de runas aparecieron en la puerta, el suelo, las paredes y el techo del armario, causando que una tormenta de fuego y relámpagos, acabara con las vidas de los Mortífagos y del propio Gustav.
-/-/-/-/-
Los maestros y alumnos, estaban todos atentos cuando vieron desde la lejanía, la destrucción de Hogsmeade.
No hacía falta ser un genio, para saber que era obra de Voldemort y sus Mortífagos. Minerva McGonagall, invocó un Gato Patronus. — ¡Alumnos de primer y segundo año, deberán de ir al baño femenino del segundo piso, del lado Este, ahora mismo! —Se escuchó entonces, la voz amplificada de la subdirectora. —Todo aquel, que esté dispuesto a luchar a favor de Hogwarts, busque lugares desde dónde hacer frente a los Mortífagos y criaturas oscuras, que se acercarán al castillo. —La mujer, salió de su oficina y fue hacía el pasillo, viendo alumnos dirigiéndose hacia abajo, con dirección al Gran Comedor y los de primer y segundo, yendo también hacía abajo, hacía el baño. Minerva siguió a los niños, quienes entraron, junto a la Sra. Potter. La vio usar Pársel y ella modificó rápidamente el túnel, para crear unas escaleras y generar fuegos fatuos, para que allí se ocultaran los niños más pequeños y que no tendrían posibilidades de luchar. —Gracias por esto, señorita Potter.
—De nada, profesora —dijo Artemisa, mientras se colocaba su máscara de Cráneo de Gato. — ¿Lista para defender el colegio?
—Lo estoy. La Orden del Fénix, ya debería de estar lista —afirmó ella.
—Lo están —dijo Filius, quien entraba al baño. —Están esperándonos y preguntando por Dumbledore. Minerva, vuelve a levantar las Salvaguardias, antes de que las fuerzas de Ryddle se den cuenta, e intenten ingresar al castillo.
—Sí —dijo ella, mientras corría escaleras arriba, nerviosa. Volvió a amplificar su voz, con magia. —Sprout, Sinestra, Lily, por favor, preparen a los alumnos, para el combate. Preparen tantos escudos, como puedan. —Minerva pasó tres veces, ante la pared desnuda, en la pared paralela, estaba el cuadro. Una puerta apareció y abrió la puerta, encontrándose con una habitación casi totalmente vacía, únicamente había un pedestal, que controlaba las Salvaguardas. Se acercó al pedestal, tocó una roca negra circular y envió magia, levantando todas las Salvaguardas, que tenía el colegio.
Dobby, preparó a los Elfos Domésticos para combatir.
Seamus Dean, Hannah Abbott y Neville Longbotton, se escabulleron con escobas, fuera del colegio y gracias al Confringo y la Bombarda, desde los cielos, hicieron retroceder a las fuerzas de Voldemort, mientras veían desde lo alto, a las Acromántulas y Centauros, matando a los invasores.
—Vamos, esto aún no se acaba —dijo Hannah, guiando al grupo, hasta los puentes del colegio y los destruyeron, causando que muchas criaturas oscuras, de parte de Voldemort, cayeran al vacío.
Pronto, cuando vieron las fuerzas de Voldemort, volver a marchar de frente, contra el castillo, vieron cientos de hechizos, cientos de explosiones, ir desde el castillo y encontrarse, con los cuerpos desprotegidos de sus enemigos.
Los círculos rúnicos, actuaron tal y como Hermione y Padma, lo prometieron. Los Magos Oscuros, Gigantes y demás criaturas, que seguían a Voldemort, fueron capturados dentro de los círculos y luego quemados, por geiseres de fuego y relámpagos.
-/-/-/-
Dentro del castillo, una bruja sobrevivió con terribles quemaduras, a lo ocurrido en la Sala de Menesteres; llegó a la Torre de Astronomía, donde varios miembros de la Orden, estaban atacando, y fue una gran sorpresa para todos, ver llegar a dos alumnos, menores de edad, con el director a cuestas. La bruja, intentó atacar a los hermanos menores Weasley, pues cargaban con un Dumbledore debilitado.
Se habían dado cuenta, cuando estaban llegando a Hogsmeade, de lo ocurrido en el pueblo. Al acercarse al castillo, Dumbledore los llevó a la Torre de Astronomía.
Ni en mil años, Dumbledore se hubiera imaginado la guerra, que se estaba viviendo en el castillo.
Guerra que la Orden del Fénix, los profesores y alumnos, estaban ganando. Pues afuera, solo quedaban cadáveres carbonizados.
Los miembros de la Orden del Fénix, auxiliaron a los hermanos Weasley y al director, solo para que una maldición, golpeara a Ginny, haciéndola gritar.
Pero Molly se giró rápidamente, con varita en mano y contraatacó a la bruja, empujándola con fuerza, gracias a una esfera de color azul, que salió de su varita, haciendo trastabillar a la bruja, la cual le enseñó una sonrisa y atacó con un hechizo violeta, que Molly desvió y atacó con un hechizo amarillo, que la bruja desvió. — ¿Qué ocurrirá con tus hijos, cuando mueras? —se burló la bruja, una versión igual de desquiciada de Bellatrix, riendo mientras las maldiciones de Molly danzaban a su alrededor.
— ¡Tú... nunca... volverás... a.… tocar... a.… mis... hijos! —gritó la Señora Weasley. La maldición de Molly pasó bajo el brazo extendido de la bruja y la golpeó de lleno en el pecho, directamente sobre el corazón. La sonrisa satisfecha de la bruja oscura se congeló, sus ojos parecieron salirse de sus órbitas. Durante el más ínfimo espacio de tiempo supo lo que había ocurrido, y después perdió el equilibrio, y la multitud de observadores rugió enardecida.
Los gemelos Weasley, habían llegado al campo de batalla, acompañados por muchos Aurores, quienes comenzaron a combatir a las criaturas mágicas, que estaban con Voldemort.
Ellos dos, enviaron varios de sus artículos de bromas, ayudando a distraer a las criaturas mágicas y luego contraatacándolas.
Voldemort apareció, envuelto en una nube de humo negro, y aterrizó en medio del patio del colegio. Miró de un lado a otro, solo para encontrar a sus partidarios muertos. Esto le causó lanzar un rugido de ira. Hizo una floritura de varita y Greyback apareció, seguido por su jauría de Licántropos. — ¡MATENLOS A TODOS! —Ordenó furioso. — ¡TODOS ELLOS DEBEN PAGAR, POR HABERSE ATREVIDO A OPONERSE A LORD VOL.…! —Uno de los licántropos, fueron golpeado por un hechizo de relámpago, directamente en la cabeza.
Era Padma, quien sujetaba su báculo con fuerza y sonreía.
Cuando los Licántropos marcharon hacía el frente, una legión de Elfos Domésticos, comandados por Dobby, le salieron al encuentro, empuñando cuchillos y apuñalándolos en las piernas.
Voldemort rugió de ira y arrojó rápidamente, cinco maldiciones distintas. Afortunadamente, ninguna fue la Maldición Asesina.
Por un instante, Padma no se movió.
Susan Bones, pronunció un hechizo (o quizás fueran tres) en japonés y dos escudos de magia pura, uno blanco y trasparente y uno amarillo y también transparente, aparecieron, protegiendo a Padma. — ¿Tenemos problemas, de rendimiento? —preguntó burlona.
Voldemort rugió, y no se percató de que ahora Artemisa estaba detrás suyo y lo ahorcó con su Bikaku, cortándole la respiración al Lord Oscuro, quien se deshizo en una legión de murciélagos.
— ¡Taiyō Furea! (Llamarada Solar) —exclamó Artemisa, mandándole encima, una llamarada de fuego Kitsune, carbonizando a varios murciélagos.
Cuando Voldemort se volvió a formar, frente a ella, le faltaba un brazo, una parte del torso y un ojo. El lord oscuro mostró una mueca de ira total. —La Niña Que Vivió, ha venido a...
— ¡Hi no Kanketsusen! (Géiser de Fuego) —exclamó rápidamente Artemisa, golpeando el suelo con fuerza, con el báculo. Aquella, era una maldición que no necesitaba de runas escritas en el suelo o en el aire, simplemente actuaba. Voldemort no logró hacer nada, solo fue rodeado por fuego azul, mientras sus gritos, alaridos y bramidos de dolor, se escuchaban, en el interior del géiser, hasta que este se extinguió, mostrando solo un cadáver carbonizado. —Padma.
—Raijin no Ikari (Ira de Raijin) —escribió una runa en el suelo, y luego arrojó su báculo, apuñalando en cadáver inerte y calcinado de Voldemort. Los cielos se llenaron de nubes relámpagos y chocaron una y mil veces, contra el báculo, el cual resistió muy bien el poder eléctrico, y en cambio, el cadáver chamuscado, se convulsionó, hasta ser algo amorfo.
Todos los alumnos, maestros y miembros de la Orden del Fénix, salieron desde el interior del castillo y abrazaron a Artemisa, agradeciéndole por el triunfo de la guerra.
Horas después, salieron fotografías, tomadas a los recuerdos de Artemisa, sobre lo ocurrido.
Se escribieron artículos en El Profeta, en los días siguientes.
Todos supieron, que Voldemort y Dumbledore, habían muerto.
(supuestamente) Se descubrió, que Dumbledore, McGonagall y la Ministra de Magia (Amelia) Black, habían colocado toda clase de hechizos protectores, alrededor de Hogwarts, los cuales aseguraron la victoria de los maestros y alumnos.
Todos alabaron a los héroes de la guerra.
En los años siguientes, luego de finalizar Hogwarts y que las jóvenes, tomaran distintos trabajos, volvieron a reunirse, en una única y gran casa.
Artemisa, Lily, Narcisa, Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil, Susan Bones, Tōka Kirishima, Pansy Parkinson y Kaya Irimi, formaron una familia muy numerosa.
Esto último, gracias a una serie de pociones, que conocía Lily o que ella había inventado. Narcisa Black, acompañó a Lily, en la creación de pociones.
Artemisa, cansada de todo el boom mediático y de no poder caminar tranquila por las calles, por ser una heroína de guerra y demás, se compró un local en el Callejón Diagon y se convirtió en una fabricante de varitas, bajo el atento ojo de Garrick Ollivander.
Hermione se convertiría en Ministra de Magia, luego de que Amelia Black, dejara el puesto. Y siguió luchando, por darles más derechos a los Seres Mágicos que fueran racionales.
Susan se convirtió en Auror, igual que su tía y su padre, antes que ella.
Pansy montó un negocio de mercadería de Slytherin. Llamándolo, "Orgullo con escamas".
Daphne se volvió sastre y diseñadora de modas, llegando su fama, hasta ser llamada muchas veces, para presentar sus diseños en las semanas de la moda de los mundos mágicos de Milán, Francia y Venecia mágica.
Padma montaría el Primer Magizoológico, de toda Europa. Muchos hombres y mujeres mágicos de negocios, se estuvieron dando golpes en la cabeza, por no haber pensado en algo así.
Tōka trabajaba con Kaya, en El Café de la Catrina.
