6
Anoche, cuando llegué al departamento, mis intenciones de que la noche fuera de palomitas, helado y película, habían desaparecido completamente. Ino ya se encontraba dormida, y por nada del mundo vería esa película sola, suficientes pensamientos tenía ya en la cabeza que me robaban horas de sueño como para agregar una tonta película de terror que me haría dormir con las luces encendidas. Así que me había metido a la cama, quitándome únicamente las botas. Me puse una almohada sobre la cabeza. Esperé y esperé, hasta que me quedé dormida.
—¡SAKURA! EN SERIO, ¿QUIERES APAGAR ESA MALDITA ALARMA?
Los golpes que Ino le daba a la puerta hicieron que me sentara de golpe y aventara la colcha a un lado, y fue hasta entonces que escuché el irritante sonido del despertador. Lo apagué y me cubrí de nuevo con la colcha, creyendo que podría volver a dormir, pero de nuevo volví a escuchar el golpeteo de Ino.
—¡SA-KU-RA-A-BRE-LA-PUER-TA!
Escuché que decía al ritmo que golpeaba la puerta, y supe que no podría seguir durmiendo más.
—Me las cobraré —pensé, levantándome para abrirle la puerta antes de que la echara abajo.
—Mírate, tienes una cruda— dijo.
— ¿Qué? Por supuesto que no, ni siquiera tomé una gota de alcohol anoche.
—Traes puesta la misma ropa de ayer y sólo hay que verte la cara, ¡Pareces un desastre!
Me acerqué al espejo de cuerpo completo que estaba enseguida de la puerta, y vi que Ino tenía toda la razón. Parecía que no me había pasada el cepillo por el cabello en una semana, mi falda se había enrollado hacia arriba y el escote de la blusa dejaba ver el inicio de mis pechos. ¡Era un desastre! esto sólo demostraba lo mal que había dormido anoche, sin mencionar la migraña que me había dado desde que Sasuke me había plantado dudas con sus últimas palabras anoche, antes de haberse marchado.
— ¿Desde cuándo rentas películas de terror?
Me mostró la película que había dejado en el comedor. Me aventé sobre la cama de espaldas, tapándome los ojos con el antebrazo para cubrirlos de la luz del sol que entraba por la ventana.
—No lo sé, pero tú la verás conmigo —dije.
—Lo siento, pero estaré todo el día fuera. Así que suerte a la hora de dormir, y a propósito, hoy es sábado—dijo.
—Y qué con que sea sábado. —murmuré para mí misma.
Ya me había echado encima la cobija de nuevo cuando una voz en mi cabeza me volvió a repetir que era sábado, y que mis padres me estarían esperando para desayunar juntos.
—Tu madre se pondrá como loca si no llegas a tiempo para el desayuno.
Me destapé el rostro de golpe y clavé la vista en el techo de color blanco. Había olvidado que ahora era sábado y, como cada sábado por la mañana, yo había hecho la promesa a mis padres de que desayunaría con ellos, sin pretextos y excusas, aun si se tratara del fin del mundo, yo tendría que estar sentada en su mesa más tardar para las 8:30, cada sábado.
Giré la cabeza al lado izquierdo hacia el buró donde se supone que debe de estar mi teléfono celular, y ahí lo encontré, con cinco llamadas perdidas de mi madre y veinte mensajes de texto.
—Sakura querida, sabemos que ahora eres una mujer independiente, pero por favor, no te olvides que tienes dos padres que aún no han muerto. Te recuerdo también que hicimos un acuer…
—Si mamá, no lo he olvidado, lo que pasa es que ayer salí a cenar con lee.
La expresión de mi madre Mebuki, no era la de una madre que se alegraba de ver a su hija después de haber pasado un tiempo. Con el ceño levemente fruncido y las manos apoyadas sobre la cadera, pareciera que estuviera reprendiendo a una niña, en lugar de a un adulto joven que en realidad era. Pero cuando mencioné a Lee, su expresión se hizo más suave, e incluso sonrió de oreja a oreja. Mi madre lo estimaba mucho.
—¡Oh Lee!, ¿cómo ha estado? ¿Todavía se encuentra interesado en ti?, lo más seguro es que no, perdí la cuenta de cuantas veces lo rechazaste, el pobre muchacho debe de quererte mucho para aceptar ser solamente tu amigo.
—Somos muy buenos amigos, y no, ya no está interesado en mí, de hecho me ha presenta a su novia, se llama Ayame, es una chica muy linda.
—¡Qué casualidad!, conozco a su madre, es una persona muy amable. Es una chica afortunada de tener a alguien como Rock Lee a su lado.
—Sí, tienes razón.
Agaché un poco la cabeza, y pensé que, si yo me hubiera enamorado de Lee, tal vez mi vida hubiera sido menos complicada o por lo menos no estuviera pasando por estos momentos de confusión.
Mi madre tomó mi barbilla y la levantó ligeramente para que volviera a verle la cara.
—Sakura, pero recuerda… eres la única hija que tenemos. No tienes otro hermano con el cual podamos ser los padres fastidiosos mientras tú no estás.
Tenía una sonrisa juguetona mientras lo decía, pero sé que también me lo decía para mostrarme su afecto de madre.
—Claro está, querida madre—dije, y se rio aún más al escuchar mi tono despectivo.
—Cariño, somos tus padres, siempre querremos saber si te encuentras bien—dijo.
Acto seguido, tomó mi rostro entre sus manos y besó mi frente. La abrecé fuertemente y ella me recibió gustosa. Estuvimos así durante un momento, cuando sentí que entre mis piernas un pelaje. Miré hacia abajo y estaba una perrita French Ploodle con dos pequeños moños rosados y unos ojos que nos veían con ternura.
— ¡Oh Sakurita ven aquí, deja presentarte a tu hermana mayor Sakura! —mi madre rompió el abrazo conmigo y tomó a la perra entre sus brazos.
—Mira, te presento a la pequeña Sakurita. Tu padre y yo la adoptamos en un albergue, ¿No es una monada?
— ¿Monada dices? Le han puesto el nombre de su propia hija, ¿No pensaste como me haría sentir eso al respecto?
Mis padres se habían vuelto locos, ¿A qué clase de padres de les ocurría ponerle a una mascota el nombre su propia hija?
—Cariño no te enfades. Desde que te fuiste de la casa, tu padre y yo nos sentíamos solos, ya no era lo mismo sin ti, por esa razón decidimos adoptar a una mascota. Tu nombre siempre nos encantó, por eso pensamos en nombrarla al igual que tú.
La pequeña "Sakura" estaba lambiendo el rostro de mi madre, y ella sólo sonreía ante el gesto de cariño de la perra. Aún no me lo podía creer, Ino se reiría de mí. A veces mis padres podían hacer locuras de la que yo de alguna manera estaba implicada.
— ¿Qué se irán de viaje tú y papá? —Estuve a punto de derramarme el trago de café encima que estaba tomando en ese momento al escuchar que mis padres estarían fuera de la aldea unas semanas. Mi mamá estaba lavando los platos del desayuno dándome la espalda, por lo que no se pudo dar cuenta de mi torpeza.
—Así es, por eso necesitamos que cuides de la pequeña Sakura mientras nosotros no estemos —dijo.
—Pero estás olvidando que estoy a cargo del Hospital, no podré estar al pendiente de ella todo el día.
—Estoy segura que a Ino no le molestará quedarse con Sakurita mientras tú estés en el Hospital.
Miré debajo de la mesa en donde estaba Sakura. Tenía que admitirlo, la perra tenía lo suyo, y tal vez su compañía me ayudaría a mantener mi mente un poco distraída. Acerqué mi mano para acariciarla, pero antes de que lograra tocarla siquiera, ya me había lanzado una mordida y se había puesto a la defensiva.
—Creo que no le agrado a tu pequeña sakurita.
—Seguramente se comporta así porque no te conoce, pero ya verás que entre más tiempo pasen juntas, te tomará cariño.
—De cualquier manera tiene que hacerlo, no creo que le convenga odiar a la persona que cuidará y alimentará de ella durante los próximos días.
Mi papá había salido en cuanto terminamos el desayuno, pero antes de irse me abrazó muy fuerte y me dio un beso en la frente. Supongo que habiendo tanto espacio allá arriba, lo hace parecer un espacio donde depositar besos, claro, desde el punto de vista de mis padres.
—Te quiero mucho mi niña—me dijo antes de irse.
Él casi nunca me lo decía, siempre lo reservaba para cuando yo me iba a alguna misión fuera de la aldea, o cuando ellos lo hacían. Ahora entendía porque me lo había dicho, me había parecido extraño cuando me lo dijo. Pero después supuse que lo dijo porque me extrañaba mucho. Quizá se trata de las dos cosas.
Mi madre me dijo que tenía unos asuntos que arreglar antes de que él y mamá se fueran. Partirían esa misma tarde.
Apoyé mi rostro en mi mano y di un largo suspiro.
— ¿Sucede algo cariño? —preguntó mi madre.
—Nada mamá, todo está bien…
¡MENTIRA!
Entré al departamento con Sakura a mi lado. La pequeña Poodle al despedirse de mi madre y de mi padre, que había llegado una hora después de su partida, mostró unos ojos de tristeza como quién los pone cuándo uno va a ser abandonado. Mis padres, se mostraron más afligidos por abandonarla que verse alejados de mí.
Cruzamos la puerta y solté la correa de Sakura. Ella, con la elegancia que ni siquiera yo poseía, se dirigió al sillón y subió en un delicado brinco. Miré a mi alrededor, no tenía ánimos de nada y apenas era mediodía; sentía el cuerpo pesado como si hubiera terminado un día de una larga jornada.
Me senté en el sillón junto a la perra y su miraba pareciera decir que aunque ahora éramos "hermanas", como había dicho mi madre, yo no le agradaba del todo.
—A mí no me mires así, no es mi culpa de que te encuentres conmigo ahora. Además, ¿No crees que te conviene llevar la fiesta en paz conmigo? Si mal no recuerdas, seré yo quien te alimente y saque a pasear los próximos días.
Pareció captar mi punto, y aún con la mirada de desagrado, volteó la cabeza en señal de que ignoraría que estuviera sentada a su lado.
Escuché que metían las llaves al cerrojo de la puerta para luego abrirla. Ino hizo la aparición detrás de la puerta, sonrió al verme y dijo:
—Sabía que te encontraría aquí.
¿En qué otro lugar estaría mejor escondida que aquí?
—¡Es toda una lindura! —me miró y luego se dirigió a la poodle. —¡Sí! eres una hermosura.
Ino estaba sentada en el sillón con Sakura en brazos. A la perra le agradó, ya que no dejaba de menear la cola y no le gruñía como lo hacía conmigo.
—¿Entonces no te molesta que se quede con nosotras unas cuantas semanas?, puedo buscar a alguien más para que la cuide. Incluso podría decirle a Kiba —dije.
—Por supuesto que no me molesta, ¿A quién podría desagradarle esta pequeña monada?—dijo.
Me limité a simplemente poner los ojos en blanco.
—¿Cómo se llama a todo esto nuestra invitada de honor?—preguntó.
—Antes promete que no te burlarás.
—¿Por qué tendría que burlarme?
—Sakura… se llama Sakura.
—¿Bromeas, verdad? Jajaja —preguntó. Esperó con una sonrisa burlona en el rostro a que yo "desmintiera" lo que acababa de decir.
Me quedé callada cruzada de brazos. Ella me miró y se le borró la sonrisa del rostro.
Se dio cuenta que en realidad no estaba bromeando.
—ah… pues…
—No, no digas nada, dejémoslo así —dije levantando una mano para que se detuviera y no dijera nada más.
Ino trató de ocultar una pequeña risa, pero no me dijo nada más y, volvió su atención a Sakura. Me dirigí a la cocina donde tenía calentando agua para prepararme un té.
—Ino, ¿quieres que te sirva una taza de té?
—Sí, por favor—respondió.
—Pensé que me habías dicho que estarías fuera todo el día.
—Hubo un cambio de planes. Esta noche empieza la feria. Me pondré el hermoso kimono que compré la otra vez. Vamos, estoy segura que te divertirás.
—No, yo paso, estoy bien aquí, pero gracias igualmente por la invitación—dije.
Había olvidado por completo que el día de hoy iniciaba la feria.
—¡Qué tonta soy! Me expresé mal, quise decir que iremos a la feria. No fue una invitación, sino más bien una afirmación, así que no te pongas en plan de aguafiestas y mejor haz un esfuerzo por divertirte.
—Esta noche veré la película que renté. Ya que tú no podrás verla conmigo, aprovecharé que cuento con la compañía de la pequeña Sakura.
—Sakura será divertido, por favor, no seas aguafiestas…
Mi teléfono empezó a sonar en ese momento, interrumpiendo el intento de Ino para convencerme de ir a la feria. Era Lee, mi salvación, quien me estaba marcando en ese momento. Ino me lanzó una mirada de advertencia de que aún no terminábamos de hablar.
—Hola Lee, ¿cómo te va?
—¡Sakura! Muy bien, mejor que nunca. ¿Tú estás bien?
—Estoy bien—dije. Ino al escucharme decir eso, volteo a verme con una expresión seria; como si buscara en mi rostro un gesto que desmintiera lo que acababa de decirle a Lee.
Coloqué el teléfono entre mi oreja y hombro, para así poder hablar con Lee y preparar los tés al mismo tiempo mientras me movía por la cocina.
—Te hablaba para preguntarte si irías a la feria.
Ay no…
—Amm… no, no iré, tengo planeado quedarme en casa…
Ino se levantó rápidamente del sillón y dejó a Sakura a un lado. Sabía que venía hacia mí con la intención quitarme el celular. Puse los ojos en blanco.
—Lee dame un momento, Ino me quitará el teléfono.
No supe cuál fue su respuesta porque estiré la mano con el teléfono para evitar que Ino me lo arrebatara. Lo tomó mientras al mismo tiempo me lanzaba una mirada como si se tratara de una hermana acusando a otra con sus padres.
— ¡Hola Lee!—dijo Ino al teléfono.
Lancé un suspiro de resignación al aire. Yo sabía que entre los dos se la ingeniarían para que fuera a la feria esta noche.
Me senté en el comedor que se encontraba entre la cocina y la estancia, poniendo la taza de Ino y la mía sobre la mesa. Le di un pequeño sorbo al té para comprobar que tan caliente estaba mientras veía caminar de un lado a otro en la estancia a Ino que estaba hablando con Lee.
Pero yo en realidad no escuchaba lo que le estaba diciendo Ino, me había perdido en algún rincón de mi cabeza. El rincón dónde se encontraban los recuerdos de lo sucedido los últimos días con Sasuke, y recordé aquél beso; esa sensación tan maravillosa que me hizo flotar en ese momento. A pesar de lo bien que me sentí, la interrogante de qué estaba pasando se encontró presente.
Coloqué inconscientemente mi dedo índice sobre mis labios, como si colocándolo ahí volvería a revivir la sensación de sus labios sobre los míos. Comprendí que mis labios habían estado en desuso desde hace tanto tiempo hasta aquél día, hasta aquél beso, mi primer beso…
Y ahí con los ojos cerrados, sin darme cuenta, estaba yo rodeada por los sus brazos, sin ninguna posibilidad de desplomarme en el suelo porque él me sostenía fuertemente. Lo miré a los ojos y el me veía a mí pronunciando mi nombre: Sakura… su aliento golpeaba mi rostro causando una sensación de escalofríos que me recorría la espalda, y a lo lejos, escuché otra voz que pronunciaba mi nombre. Lo último que vi fueron unos ojos negros con una mirada profunda.
—Sakura… Sakura
Regresé de SasuSakulandia cuando me sacudieron del hombro. Era Ino quien había estado pronunciando mi nombre todo este tiempo. Me estaba entregando mi teléfono celular. Jodida Ino tenía que interrumpir en el mejor momento.
— Toma —dijo.
—¿Ha colgado ya?
Miré la pantalla del teléfono y la llamada ya había finalizado.
—Dijo que te vería en la feria, y si no te llegaras a presentar, él vendría por ti para llevarte allá.
—De modo que no me dejan ninguna alternativa más que la de ir.
—Exacto…
Esperó unos segundos a que le replicara. Decidí quedarme mejor callada.
—De nada… —dijo. Tomó su taza de té y me mostró una sonrisa victoriosa mientras se dirigía a las escaleras.
—¡No vayas a creer que también me pondré un Kimono!
—De cualquier manera irás— gritó mientras subía las escaleras.
Ya había buscado por cada rincón de la casa, y aún no encontraba a Sakura. Estaba empezando a entrar en pánico. Mi última esperanza se encontraba en la habitación de Ino.
—¿Has visto a Sakura?
Me paré en la puerta de la habitación de Ino y al verla, se me olvidó la razón por la que estaba ahí…
— Está aquí —dijo.
La pequeña Sakura estaba sobre su cama meneando la cola de un lado a otro observándola, ¡y cómo no, si se veía hermosa con el Kimono!
—¿Sucede algo, por qué te me quedas viendo de esa manera?¿Exageré o me veo muy simple?—preguntó. Ino se tocaba el peinado buscando algo en lo que se podría haber equivocado.
—No es eso, es que te ves bellísima.
—¿Crees que le guste a Sai?
—No le vas a gustar, le encantarás. Tanto que Querrá casarse contigo en el registro civil falso que ponen cada año en la feria en el momento que ponga los ojos sobre ti.
—¡Qué halagador, que quieran casarse en un registro civil falso contigo! —dijo.
—¡Por supuesto que sí! Hay personas que se lo terminan tomando muy enserio.
—Quizás otras personas sí, pero no es mi caso.
Me acerqué a la cama de Ino en donde estaba Sakura.
—Y tú no me vuelvas asustar así. Te he buscado por toda la casa —le dije mientras me lanzaba sobre la cama. Tomé un libro que estaba sobre la mesa de noche y empecé a hojearlo.
—¿A qué hora se supone tendremos que estar allá?—pregunté.
—Sai estará aquí a las nueve en punto ¿Te encuentras lista?
—No ves que me he puesto mis fabulosas botas marrones y lo bella que me veo con mis Jeans de mezclilla combinados con la simpleza de mi blusa roja.
Ino puso los ojos en blanco.
—De haber sabido que dirías todo ese discurso, no te hubiera preguntado nada—dijo. Se me quedó viendo por un momento y se dirigió a un cajón que estaba detrás de ella.
—Tengo un collar que te quedará perfecto —decía mientras revoloteaba dentro del cajón.
—Aquí está.
Era una cadena dorada con un pequeño dije en forma de círculo hecha de piedra roja y su alrededor estaba protegido por una soldadura de oro muy discreta. Era simple pero muy hermoso.
—Voltéate —dijo.
Dejé el libro que estaba hojeando en el mismo lugar. Tomé mi cabello en forma de una coleta para que pudiera abrocharlo.
—Combina muy bien con tu cabello rosa, quédatelo.
—¿Segura? no parece que te haya costado barato.
—Por supuesto que no me costó barato, ¿Dime acaso cuándo es que yo he comprado baratijas? —dijo riéndose.
—Te lo pregunto enserio Ino.
—Y yo de lo digo de verdad. Quiero dártelo porque… me nace del corazón.
Estaba yo mirando el dije meticulosamente cuando se escuchó el timbre de la puerta de abajo, y Sakura bajó corriendo mientras ladraba. Ino miró el reloj que estaba colgado sobre la puerta de la habitación; Faltaban quince minutos para las nueve en punto.
—¡Madre mía! ¿No me digas que es Sai quien está a la puerta? ¿Sakura, podrías ir abrir, por favor?
Estábamos ya en la feria y todos los puestos se encontraban llenos. Pareciera que toda la gente del pueblo se encontrara aquí.
—Debimos de habernos traído a la pequeña Sakura, la pobre se quedó sola y triste en el departamento —dijo Ino.
Ino había tratado de convencerme de traer a Sakura. Pero me rehusé; no me iba a arriesgar a que la perra se perdiera y no la volviéramos a ver. La pobrecilla se quedó arañando la puerta en cuanto la cerramos.
—Les parece si recorremos el lugar primero, tal vez nos encontremos a los chicos— habló Sai.
Comenzamos a caminar mientras íbamos observando a nuestro alrededor. Me di cuente que no era del todo una mala idea el haber venido. Siempre me habían encantado estos lugares, disfrutaba venir cada año, y ahora había muchísimos juegos mecánicos en los cuales podría subirme. Entonces, ¿por qué tendría que ser diferente ahora? Y con este pensamiento simple mi actitud y mi humor cambiaron drásticamente.
—¡Qué delicia, manzanas acarameladas! —Ino nos arrastró al puesto de manzanas, cuando en ese momento preciso se me figuró haber visto a una figura alta de cabello negro entre la multitud.
—Sakura, ¿quieres una manzana?—me preguntó Sai.
—No, gracias.
—¿Te encuentras bien? —Sai se había dado cuenta de mi pequeña inquietud que me había causado esa figuración de la cual no me encontraba del todo completamente segura si era falsa o verdadera.
—Sí —dije. Mostré una sonrisa para que tuviera más credibilidad mi respuesta.
Sentí en ese momento que mi teléfono vibró. Lo saqué del bolsillo trasero de mi pantalón y vi que se trataba de un mensaje de texto de Lee:
¿Dónde estás? Estoy comiendo dango con Ayame.
—¡Ahí están!
Lee se estaba llevando a la boca una bola de dango cuando volteamos la vista hacia donde Sai había señalado que se encontraban él y Ayame.
Cuando nos acercamos a ellos, Ayame fue la primera en saludarnos ya que Sai todavía tenía la boca llena por la bola de dango que se había comido.
—Hola Sakura—dijo Ayame. Se acercó a saludarme primero y después le presenté a Sai e Ino mientras Lee se recuperada de ese gran bocado.
—¿Eres el artista de las pinturas que estuvieron en la exposición la semana pasada en la galería?
—Pues… sí, jeje—dijo Sai apenado y me pareció ver un leve sonrojo en su rostro pálido.
—Me ha encantado el cuadro de la chica que se encuentra recostada sobre la banca; La expresión en su rostro reflejaba tristeza aun con los ojos cerrados. Despertó en mí una sensación en el pecho de angustia.
—Me alegra que hayas decido venir Sakura—me habló Lee, por lo que ya Yo no pude seguír escuchando la conversación de Ayame y Sai acerca del cuadro.
Despertó curiosidad en mí la mención de ese cuadro. Después le pediría a Sai que me contara acerca de el.
—En realidad no vine por decisión propia. Ino y tú prácticamente me hubieran traído a rastras si yo no hubiera venido por mi cuenta propia. Sai se llevó las últimas bolas de Dango a la boca, tiró el pica diente a un bote de basura cercano y se sacudió las manos tratando de deshacerse de un migajas que hayan quedado.
—Bien, de cualquier manera ya estás aquí—dijo con la boca un poco llena aún. Puso sus brazos sobre mis hombros para hacerme girar en dirección hacia los juegos mecánicos.
—Dime, ¿A cuál juego te gustaría subirte primero?
