Detective Conan es propiedad intelectual de Gosho Aoyama y de todos sus distribuidores. Este fanfic no está hecho con ánimos de lucro, por eso no me considero violadora de ninguna ley. BODY { SCROLLBAR-FACE-COLOR: #e6e6fa; SCROLLBAR-HIGHLIGHT-COLOR: #400080; SCROLLBAR-SHADOW-COLOR: #400080; SCROLLBAR-3DLIGHT-COLOR: #ffffff; SCROLLBAR-ARROW-COLOR: #ffffff; SCROLLBAR-TRACK-COLOR: #400080; SCROLLBAR-DARKSHADOW-COLOR: #ffffff } A:link { COLOR: #c080ff } A:visited { COLOR: #66ffff } A:hover { COLOR: #9999ff }

Notas de la autora: He observado que en la red hay poquísimos fanfictions de habla hispana dedicados a esta gran serie que es Detective Conan. ¿Por qué? No lo sé. Pero me propuse intentar fomentarlos un poco, de la misma manera que escribo de otras series, también empecé con esta. No pretendo ni mucho menos intentar igualar el estilo de Aoyama, pero haré todo lo que pueda. Ojalá sepa narrar bien un asesinato… ¬¬U Nada más, ahora sí, podéis empezar a leer jeje.

Espero que os guste.

Esta historia no se basa en hechos reales. Cualquier coincidencia de todo tipo es mera casualidad n_~.

* * * * * * * * * *

Un coche oscuro, brillante y caro circulaba por las oscuras carreteras principales de Tokio. En él iban el chofer, cuyo hombre se preguntaba día a día cómo había ido a parar a un lugar como ese de…contrabandistas. Detrás, en los lujosos asientos de cuero, consultando algunos datos en unos mini ordenadores, estaban sentados dos hombres. El primero estaba hablando por teléfono; era alto y delgado, con una extraña e inusual cabellera rubia. Su acompañante, con sus gafas de sol oscuras, bajito y gordito, no paraba de teclear extraños nombres a la pantalla.

-¿¡Qué!? ¡¿Qué has dicho?! ¿¡Aún no!? –gritó el hombre del móvil. El que estaba al otro lado del teléfono no paraba de tartamudear. - ¡¡No me importa!! ¡¡Como si empleas a toda Tokio, pero quiero que lo encuentres de una maldita vez!! ¿¡Lo has entendido!? Bien…

El hombre colgó y encendió un cigarrillo, mirando por la ventanilla a la gente que se paseaba tranquilamente.

-¿Qué te ha dicho, jefe? –preguntó el segundo hombre, sin parar de teclear.

-Esos malditos ineptos nos costarán el negocio. Aún no saben nada. ¿¡Te das cuenta!? ¡No saben nada desde que desapareció, hará año y medio!

-Hum… ¿qué le dimos?

-Aptx 4869, la misteriosa aptx 4869.

El segundo hombre miró detalladamente la pantalla de su portátil, la cual les mostró una extraña ventana.

-¡Bingo! –exclamó el hombre- Mire jefe, aquí está…

El hombre de larga cabellera echó una ojeada al monitor, con rencor- ¿Qué hace esa ahí? ¡Quítala de mi vista, vamos!

-Tranquilo jefe, ¿no se acuerda que fue ella quien inventó esa droga? Podría darnos buenas informaciones…

-¡Idiota! Ella está muerta.

-Tal vez no -dijo él, misteriosamente.

El hombre de las gafas de sol le dirigió una mirada penetrante - ¿Qué insinúas?

-Yo no insinúo nada… - miró a través de la ventana, empezaba a llover - sólo digo que ese crío se tomó la píldora cuyos efectos desconocíamos, y para si fuera poco no pudimos comprobarlos nunca porque su creadora, esa estúpida, decidió suicidarse con la misma píldora que el criajo. Bien, si el chico ese no murió, existe la posibilidad que…

Los dos hombres se miraron con fuego en los ojos.

-…los efectos de la aptx 4869…

-…exacto. Que no sean mortales.

Los dos hombres se miraron.

-Por lo que tenemos a dos posibles molestias…

-…amenazándonos con destaparlo todo y contárselo a la bofia…

Hubo un silencio espectral, cada uno en sus pensamientos. Como jefes y socios que eran, necesitaban tener la mente clara en todo este embrollo. Nunca nadie les dijo que los efectos de la aptx 4869 fuesen mortales. La doctora Cherry no les quiso contar toda la verdad, y cuando la cerraron y ella decidió suicidarse, fueron a buscar a su disquetera, pero había desaparecido todo. La doctora lo tenía todo controlado y los había dejado como a unos idiotas.

piiii, piiii, piiii….piii, piii, piii…

El extraño ruido alejó a los dos hombres de sus pensamientos.

-¿Qué es eso? –preguntó el hombre alto.

-El ordenador -el hombretón se fijó en la pantalla y se rascó la barbilla - oh, mira esto… ¡pero qué tenemos aquí…!

El hombre de largos cabellos observó la pantalla con desprecio.

-¡Vodka, ya te he dicho que me la quitases de en medio!

Sin embargo, Vodka no le escuchaba. Simplemente tecleaba sin parar.

-Conocida por todos en la organización como Cherry. Su nombre real, Shiyo Miyano. Diecisiete años. Ahora debe tener unos dieciocho en caso que siga viva. Sobresalía a su edad con sus estudios en física y química. Se rebeló contra nosotros al descubrir la 'trágica' muerte de su hermana Akemi. ¿Lo recuerdas? –los dos hombres sonrieron -Pidió explicaciones, y obviamente no las tuvo nunca.

-Era un obstáculo. Ella misma me ahorró el tiempo de cargármela.

El hombre bajo asintió.

-¿Y qué sacaremos con toda esta inútil información?-dijo Gin, mirándolo ferozmente.

-Pues…desde aquí, jefe, gracias al fantástico reconstructor de la organización, vamos a reconstruir la base de datos de Cherry y apoderarnos de todos sus secretos, incluidos los estudios de la misteriosa droga…

-¿No dijeron los especialistas que de ese montón de chatarra al que tú le llamas ordenador no se podía extraer nada más?

-Jefe. La organización…hace milagros.

En el coche sonó un largo brindis de victoria. Cada vez más, la organización tenía los planes más despejados. Cuando tuviesen la base de datos reconstruida, podrían infiltrarse a la base de datos de Cherry, la cual inventó la aptx4869. Allí, por fuerza, habría datos sobre la misteriosa droga, y lo más probable es que gracias a eso la organización tuviese muchos adelantos…"

"The case of the mistery aptx 4869"

Archivo I: Comienzo

Hacía escasos minutos que Conan se había ido a la escuela con la banda de detectives júnior. Kogoro Mouri estaba, como usualmente, roncando a pierna suelta en la mesa de trabajo, después de una laaaarga noche en compañía de Yoko Okino, la cual le había invitado a su concierto de esa noche, como agradecimiento por haberle encontrado su preciosa gatita Miki, la cual se había escapado. Claro que lo que ella no sabía era que el propio Kogoro la secuestró…

Ran, como todas las mañanas después de irse Conan, aprovechaba para limpiar lo que su padre ensuciaba noche tras noche. No le gustaba que Conan la viera recoger, pues le daría una sensación de que el tío Kogoro siempre estaba así… aunque, llevando ya un año y medio ya lo sabría de sobras.

-Un año y medio… -suspiró ella. – Ya hace un año y medio desde que Conan apareció, y sus padres no llaman… bueno, a mí ya me gusta estar con Conan. Otro que sí podría llamar es ese estúpido caradura de Shinichi –dijo ella mirando enojada al teléfono.

-¡¡RAAAN!! ¡¡RAAAAN!!

Ella oyó cómo Sonoko la llamaba desde fuera. Miró el reloj rápidamente. Faltaban quince minutos para las nueve. Como no se diese prisa, el profesor las volvería a castigar, y esta vez sería culpa suya… En un santiamén se quitó el delantal, cogió la cartera con los libros, se despidió del detective somnoliento y marchó.

-Jo, chica, cada día igual.

-Ay…perdona mujer… ¡vamos, será mejor que corramos!

-¡Sí, lo que me faltaba! ¡Pasarme esto a mí, a la gran Sonoko Suzuki! Lo que tendría que hacer mi padre es comprarme una moto…

-Anda, anda… en lugar de quejarte, date prisa.

Las dos chicas siguieron andando sin prisas. A primera hora tenían matemáticas, y el profesor siempre solía llegar tarde, por lo que tenían tiempo. Sonoko intentó sacar conversaciones varias, pero Ran sólo contestaba con monosílabos. Ella la miró algo ofendida – Oye, ¿te pasa algo? – Ran subió la mirada automáticamente -¿A mi? Qué me va a pasar. Venga, que está verde.

Ran cruzó el paso de peatones mientras Sonoko se quedaba atrás, mirándola entristecida. Ella se apresuró a ponerse en su paso - ¿Es por Shinichi? –preguntó la chica de pelo rubio, acertadamente. Ran puso una mirada perdida al suelo a la vez que asentía débilmente.

-¿Qué ha ocurrido esta vez? –preguntó Sonoko, harta de que su amiga se preocupase siempre de lo mismo. Si un día de esos pillaba al odioso de Kudo, aunque ella no tuviese ni idea de judo o kárate, le haría una buena llave.

-Pues… lo de siempre.

-¿Lo de siempre? ¿Y qué es lo de siempre? ¿Ha llamado pero no ha preguntado qué tal estabas? ¿Ha llamado y sólo hablaba de Sherlock Holmes o de su equipo de fútbol? ¿O simplemente no ha llamado?

-No ha llamado –dijo en un susurro.

Sonoko le dio una palmada a la espalda enérgicamente - ¡Tonta! ¿Y por eso estás así? ¡Anímate! ¡Ya te he dicho miles de veces que te olvides de ese Kudo y empieces a buscarte un novio de verdad!

Ran la miró tímidamente – Pero… - bajó la cabeza de nuevo – No es eso… Es que… hace tanto que no llama que… tal vez le ha ocurrido algo…

Sonoko odiaba ver así a su amiga. Ella, desde que se conocieron, había sido una chica enérgica y saludable, siempre sonriendo u enfadándose, y siempre que estaba con Kudo la notaba extrañamente…normal. Parecía que con Shinichi se quitase esa máscara de chica feliz y fuese ella misma. Desde que desapareció, Ran perdió algo. Su habitual sonrisa. Desde ese día en que ella le dijo toda emocionada que al día siguiente iría al parque de atracciones con Shinichi, no la había vuelto a ver sonreír de todo corazón. O quizás… "Conan. Parece que él, de un modo u otro, le sustituye…Ran siente la necesidad de estar mimada siempre"

-¿Sonoko?

-¿Uh?

Sonoko prestó atención a su entorno. Ya habían llegado al instituto, casi sin darse cuenta. Ran la miraba algo preocupada - ¿Estás bien?

Sonoko reaccionó - ¿De qué hablas? Eso debería decírtelo yo.

-Ya, pero como ponías caras tan extrañas…

-Anda, olvídalo – dijo Sonoko, avergonzada.

Ran continuó tirando hacia el patio del instituto, pero Sonoko le cogió el brazo y la miró con fuego en los ojos – Está bien, Ran. Tú me has obligado. ¡Investigaremos a Shinichi Kudo!

-¿Eeeeh?

-¡Ya lo has oído! ¡Así sabremos dónde está, qué hace, con QUIÉN está…! ¿No te mueres de ganas?

-Bueno, yo… - de pronto a Ran le vino la imagen de Shinichi paseando con una chica imaginaria, pelo rubio, ojos azules claros… apretó fuertemente el puño - ¡Tienes razón!

-¡Lo sabía! Hoy mismo se lo pediré a papá.

Ran y Sonoko se dirigieron unas conspirantes miradas, a la vez que continuaban su camino hacia el instituto. Las dos chicas no pararon de hablar en todo el rato de lo que le harían a Shinichi cuando le encontrasen. El padre de Sonoko tenía un amigo que trabajaba para una famosa empresa de cine, el cual les podría prestar algunos utensilios de la edad Media para torturarle. Las dos chicas empezaron a reír, y Sonoko se dio cuenta que Ran, por primera vez en mucho tiempo, reía.

* * * * * * * * * *

Como cada mañana, Ayumi, Genta, Mitsuhiko y Ai pasaban a buscar a Conan para ir juntos a la escuela Teitan. Como cada mañana, Genta y Mitsuhiko recibían la bronca de Sumiko Kobayashi, su 'querida' tutora que por el bien de todos sus alumnos era cada día más estricta. Y Conan cada día estaba más harto. Cada mañana lo mismo, cada día era igual al anterior y lo más probable es que sería igual al venidero… Ya hacía un año y medio que se había encogido; en ese período de tiempo sólo logró topar con los misteriosos hombres de negro un par de veces o tres. ¿Resultados? Ninguno.

-Edogawa, lee por favor.

Últimamente le había dado muchas vueltas al asunto. La misteriosa organización hacía tiempo que no se dejaba ver, y estaba pensando realmente en que Conan sería su identidad de ahora adelante… y si eso era cierto, ¿qué pasaría con su vida? Tendría que volver a repetir cursos y más cursos… ¿y qué pasaría con Ran? La perdería. Ella nunca lo sabría, y ella continuaría esperando a Shinichi… o tal vez no. Tal vez a estas alturas, Ran ya estaba cansada de tanto esperar y esperar sin ninguna solución.

-¡EDOGAWA!

El grito logró hacer salir del trance al pequeño detective - ¡SÍ! – dijo poniéndose de pie al instante. Sus amigos le miraron con preocupación.

-¡Le he dicho que leyera, Edogawa! ¿O es que no presta atención en clase? –dijo en tono de 'como sea así tú no pisas el patio en tu vida…'

-Er… sí… ejem… En la era Meiji…

"Mierda…Estaba en la luna…"

La banda de detectives júnior se lo miró preocupado. Cierto, sí, eran niños, pero día a día iban teniendo más intuición (¿efecto Conan?). A su amigo le ocurría algo; muchas veces se iba repitiendo la misma escena, casi todos los días. Y cuando jugaban, lo mismo. Hacía unos días que Conan estaba como apagado, triste… al igual que hacía semanas que no ocurría ningún suceso raro. Tal vez era eso…tal vez Conan necesitase un poco de acción para estar alegre. Sin embargo, Ai sabía perfectamente que no era eso. Era lo mismo que le sucedía a ella, anhelaba volver a ser como antes. ¿Quién los mandó ser tan fisgones/aventureros? ¿No podrían haber sido gente normal?

Pero… lo cierto es que Ai no estaba del todo desconforme con todo esto. De no ser que una organización entera le siguiese los talones para matarla, estaría feliz. Ella había perdido a su única amiga, a su única familia, a su querida hermana por culpa de la organización. Ya no le quedaba nada, y optó por el suicidio. Pero esa extraña píldora le propinó una segunda oportunidad, una segunda vida… en la que había encontrado una casa, unos buenos amigos. Tenía la oportunidad de rehacer su vida, y además con ventaja, ya que al ser más lista podría perfectamente adelantarse varios cursos. Pero, además de eso, Ai había encontrado algo más que un amigo en Conan…

…Y, como un día más, las clases finalizaron. Al sonido del timbre, todos los alumnos, como si estuviesen sincronizados, se pusieron de pies, guardaron los libros a la mochila y se marcharon corriendo, dando el tiempo justo a la maestra para poner los deberes.

-Ah… ¡hoy la bruja nos ha mandado muchos deberes! –dijo Genta, mirando mosqueado hacia la escuela.

-¿Y qué esperabas? Tenemos que aprender mucho…

-¡Como vuelvas a hablarme en ese tono, Mitsuhiko…!

-Chicos, chicos… -intentó calmar Ayumi - ¿Qué os parece si vamos al parque?

-¡Buena idea!

Y como un día más, la banda de detectives júnior fue a divertirse al parque con la pelota. Conan aceptó para variar. Últimamente, lo único que le hacía sacar el estrés eran los deportes, y mucho mejor si se trataba de fútbol. Ai lo observaba silenciosa.

Conan, Ayumi, Mitsuhiko y Genta jugaron un dos contra dos en el espacio verde reservado para juegos con pelotas. Había una cosa que siempre era igual: la pareja que iba con Conan siempre ganaba.

-Eso no es justo…

-Sí, tienes que dejarte ganar.

-¿Dejarme ganar? –Conan los miró "Sí hombre, lo que me faltaba, dejar que unos críos me ganen al fútbol…"

Ayumi se dirigió hacia un banco donde estaba Ai sentada leyendo una revista – Eh, Ai, ¿juegas? Así Conan se da un respiro…

"Oye, oye. Nadie te ha dicho que yo no quiera jugar" pensó el chico, mirándola de reojo.

-Creo que me quedaré aquí leyendo – sentenció la chica, mirándolos a todos divertida.

Ayumi se marchó algo decepcionada, mientras negaba con la cabeza hacia Genta y Mitsuhiko. Conan miró a Ai. Siempre tan reservada, siempre tan adulta. Ella, al contrario que él, no había cambiado absolutamente nada con su aspecto mayor, sin contar con la apariencia. Shinichi había intentado hacerse un poco más 'infantil' para pasar desapercibido. Sin embargo a ella no le parecía importar mucho.

-¡Conaaan!

Conan se volvió y vio a sus 'amigos' con la pelota a punto – ¡Ya voy! – y sin darles más vueltas al asunto de Ai, se fue a jugar al fútbol.

-Ahora que lo pienso, ya hace tiempo que no ocurre nada… -dijo Genta, sentándose a la hierba. Los demás lo imitaron, Conan a regañadientes "¿No íbamos a jugar al fútbol?"

-Genta tiene razón. A este paso, la banda de detectives júnior pasará a estar al paro, igual que el detective Mouri.

Todos rieron ante el comentario de Mitsuhiko – Pero eso es bueno, Mitsuhiko. Eso significa que no hay problemas en el barrio – dijo Ayumi, haciendo que los chicos asintieran - ¡Gracias a los innumerables misterios que resolvimos al pasado, este barrio se ha convertido en el más seguro del mundo!

-¡Sí! –dijeron Mitsuhiko y Genta. Conan lo miraba algo extrañado. Esos siempre solían decir tonterías, pero ahora estaban en lo cierto. Últimamente había habido mucha tranquilidad, pero él no estaba ni mucho menos contento. No es que le gustase que hubiese asesinatos, secuestros y robos, lo que pasaba era que lo notaba muy extraño – "¿Cómo es posible que llevemos año y medio con un misterio por semana prácticamente, y desde hará un mes no haya pasado nada?" Tal vez fuese una coincidencia… "Coincidencia o no, algo me escama…"

Genta se alzó bruscamente con la pelota -¡Bueno, ¿jugamos al fútbol o qué?!

Todos se pusieron de pies y asintieron.

Ai les observaba silenciosamente. Ai 'le' observaba silenciosamente. Él parecía satisfecho con la vida que llevaba ahora. Era el más listo, el más atractivo, era un chico 10 incluso siendo pequeño. Sin embargo, Ai le miraba preocupada. Si la organización supiese que ellos siguen vivos, la matarían. A ella la matarían después de intentarle hacerle algunas preguntas sobre la droga que, evidentemente, no respondería. Pero a él… Si la organización supiese de su existencia, no lo matarían. Le harían algo peor. Lo utilizarían.

"Por tu propio bien, Kudo, que no lo sepan nunca…"

* * * * * * * * * *

En esos mismos instantes, bastante lejos del parque de Teitan, en una mansión un poco fantasmagórica, con la cual corrían rumores varios. Rumores que su habitante, antes respetado, había muerto en la casa y, aún más, había asesinado a alguien. Y por eso no había nadie allí. No se oía nada, a no ser…

¡BOOOOOOM!

Con ese ruido se definiría la mansión Kudo. Un ruido que ya es natural para los vecinos. Los primeros días llamaron a la policía, pero al ver que eso no lo solucionaría, poco a poco se fueron dando a la idea.

¡BOOOOOOM!

Habitada ahora única y exclusivamente por el doctor Agasa y sus inventos, que día a día iban siendo perfeccionados, a no ser que exploten en el intento, la mansión Kudo parecía un campo de batalla.

De un inmenso humo espeso y gris salió con esfuerzos un hombre bajo, con bigote y pelo blanco y redondas gafas. Se quitó algunos escombros de sus hombros, lo 'limpió' todo y se dirigió a la mansión Kudo, con los ánimos bastante bajos por culpa del anterior fracaso en su reciente invento, el cual yacía ya sin vida bajo los escombros. Un tiempo de vida muy corto, el suyo.

El doctor subió lentamente las escaleras hasta llegar al segundo piso de la mansión, donde había instalado ahora junto a Ai y Conan la sala de información, donde se encontraban tres ordenadores y una gran librería sobre medicina.

-A ver si hoy hay suerte… -dijo el hombre saliendo de los múltiples escombros ocasionados por la explosión.

El doctor Agasa seguía un itinerario: 12 horas al día inventaba, 2 horas al día se iba a la enfermería, dormía 6 horas y las otras cuatro intentaba adelantar en las investigaciones de la extraña droga. Últimamente había habido pocos avances. Entre Ai que no se acordaba de nada de esa extraña píldora y además que su base de datos había quedado inutilizada, cada día tenía menos esperanzas.

-Venga, pequeña, intenta funcionar…

Día tras día, el doctor Agasa cogía el disco duro de Ai e intentaba rehacerlo. Allí era dónde, según Ai, se encontraba toda la información de la aptx 4869, o al menos algunos indicios para saber dónde buscar.

El doctor se miró con duda las piezas que tenía en la mano, como si fuesen bombas a punto de estallar. Muchas veces antes, había intentado poner en su sitio a piezas que no sabía para qué servían. ¿Resultado? Un ya muy familiar 'boooom'.

-A ver… si ponemos esto aquí…y luego lo copiamos aquí…esto debería salir bien… a ver…

El doctor insertó el disco duro al ordenador. Estuvo a punto de echarse atrás, pero pensó que si tantas veces había salido impactado por una explosión, una más no le iba a afectar ya…

Miró el ordenador con decisión. Seguidamente, pulsó el botón para abrirlo.

¡BOOOOOOOOM!

Al cabo de unos minutos, el doctor fue recuperando la conciencia. Un nuevo fallo. Un fallo más. Cada vez que se le rompía o explotaba un invento le sabía mal, pero cada vez que intentaba sin éxito entrar en la base de datos de Ai, se ponía triste. No era una cuestión que sólo le repercutiese a él. Se trataba del futuro de dos adolescentes. Su futuro estaba en sus manos. Cada día, desde hacía año y medio, y aún con más esperanza desde que llegó Ai, había intentado sin éxito encontrar algún avance, alguna señal para descubrir algo, algún indicio… pero nada. Siempre el 'booom' característico.

El doctor se sentó pesadamente en la silla del ordenador y miró a la pantalla sin ganas de hacer nada, fastidiado. Entonces vio algo no muy común, algo que no le sonaba de nada. Sus ojos fueron leyendo las tres líneas y a medida que lo hacían se iban iluminando, mientras que el doctor no podía aguantarse el estar sentado.

"N-No…esto no… no es posible…"

--Codename: …--

"No puede ser…"

--Password: … --

"¿Es real…?"

--Name drug: … --

Los ojos del doctor no daban crédito a lo que allí veían. ¿Era real? ¿No era un espejismo? Por fin, después de tanto tiempo intentando dar algún paso adelante, por fin tenían una noticia favorable. El doctor Agasa sintió que nada era imposible ahora que había conseguido introducirse a la base de datos de Ai.

Rápidamente, se dirigió al teléfono y pulsó los números lo más rápido que sus dedos le permitieron.

* * * * * * * * * *

Biiip, biiiiip

El estruendoso ruido resonó por toda la casa, a esas horas vacía. No vacía del todo, pero podía considerársela, ya que Kogoro Mouri, el famoso detective, ahora mismo no estaba preparado para recibir a nadie. Con botellas de cerveza a su alrededor, y el cenicero lleno, el detective más famoso de la actualidad japonesa dormía cual bebé, con ambas patas en su silla de trabajo, pensando en su querida Yoko Okino.

Biiip, biiiiiip

El endiablado ruido no cesaba. Poco a poco, Mouri fue perdiendo contacto con el mundo de sus sueños y se fue adentrando en la realidad.

Finalmente, Kogoro se despertó. A regañadientes alargó la mano hacia el aparato y se lo puso a la cabeza.

-¿Chíiiii…?

-¿Conan? –preguntó el doctor Agasa, extrañado.

-¿Hokkan? Me temo que che ha equivocado…jejeje… ¡Hic!

-Kogoro, soy el doctor Agasa. ¿Está Conan ahí?

-¡Ah hoooola doctor A-¡Hip!-gasa… Si quiere que resuelva algún misterio llámeme mañana por la mañana… ¡Hic! Hala, aaaiósh.

-¡N-No espere!

Kogoro no dio tiempo a regatear, puesto que colgó el teléfono bruscamente y tambaleándose se volvió a su habitación. Mientras, en su casa, el doctor Agasa seguía mirando confundido el teléfono – Ese alcohólico… - suspiró – "Tendré que ir yo mismo. Esto no puede esperar a mañana." Rápidamente, el doctor se calzó, cogió un paraguas y salió de la mansión Kudo.

Justo cuando Kogoro colgó el teléfono, Ran entró a la casa, calada hasta los huesos – Papá… ¿ha llamado alguien? He oído que hablabas… -dijo ella preocupada.

Ran miró a su padre, tumbado en su cama, cual bebé – En fin, el que haya llamado que vuelva a llamar, en estos momentos papá no está en condiciones de hablar…

Ran se fue a su habitación, se cambió de ropa y como todas las noches empezó a hacer limpieza, sin parar de reñir a su padre, el cual no le hacía ni caso - ¡Pero a quién se le ocurre tirar los cigarrillos por el desagüe! –exclamaba la chica fuera de sus casillas. Cuando acabó, se metió a la cocina para preparar la cena. Se sintió extrañamente sola. La verdad, se sintió sola desde el primer momento en que ese estúpido detective aficionado se fue por aquel oscuro callejón. Había pasado tanto tiempo desde entonces. Ahora lo llevaba mejor que las primeras semanas, las cuales no pudo pegar ojo ni parar de llorar, por miedo que le hubiese ocurrido algo. Y, como por arte de magia, llegó Conan. Ese pequeño chico la ayudó de una manera que ni él mismo sabía. La hizo sentirse mejor, animándola, diciéndole que seguro que todo se arreglaría, y era justo lo que necesitaba, a alguien que la consolase. Miró al reloj con preocupación. Ya eran las ocho, y Conan aún no había vuelto – Qué extraño, él nunca suele llegar tan tarde…

Ran oyó alguien subir las escaleras precipitadamente – Hablando del rey de Roma… - , dando por supuesto que era Conan, no le fue a abrir la puerta puesto que él ya tenía llaves de recambio y así ella podía seguir con la cena. Pero algo no encajó, pues los pasos se pararon precipitadamente y alguien empezó a tocar el timbre, a la vez que chillaba.

-¡HOLA! ¿HAY ALGUIEN? ¿¡HOLA!?

Ran se sobresaltó. ¿Quién chillaba a estas horas? Y además el timbre no paraba de sonar, como si de un loco se tratase. Se dirigió a la entrada y abrió la puerta. Allí había el doctor Agasa, bastante mojado, con un paraguas medio roto y mirándola sobresaltado. Ran se sorprendió. Ese comportamiento no era normal en el doctor. Ran le abrió la puerta y le dejó pasar.

-¿Doctor, ha pasado algo? –preguntó ella preocupada.

-¡Ran! ¿Ha llegado Conan? ¡CONAN! ¡CONAN VEN!

El doctor dirigió su vista hacia el apartamento.

-¡Do-doctor! Haga el favor de tranquilizarse. ¿Qué dice de Conan? ¿No estará en algún lío, verdad?

Ran dirigió al doctor a la sala de estar y le sirvió un te. Luego se sentaron los dos al sofá, ella mirándolo algo preocupado. El doctor Agasa era un chiflado de nacimiento, más aún así era muy buena persona. Él siempre les daba permiso cuando eran pequeños para jugar con sus inventos (aunque siempre acabasen mal) y en cambio ahora… parecía otra persona. Fuera de sus casillas. Pero parecía extrañamente… contento.

-¿Por qué busca a Conan? –le preguntó Ran, algo desconfiada.

-¿Que por qué busco a…? – el doctor Agasa se serenó de golpe. No había que alzar sospechas, y mucho menos a Ran – Ran, ¿dejarías que Conan pasase un par de días a mi casa?

Ran lo miró sorprendida -¿Eeeeh? ¿Y eso por qué?

-Bueno, -el doctor Agasa se cruzó de brazos, buscando una solución - ¡He inventado un estupendo videojuego y quiero que él lo pruebe!

Ran se lo miró confundida - ¿Y quiere que Conan juegue con un videojuego durante DOS días?

-Sí. Bueno, no. Ehm…

Antes que el doctor tuviese tiempo de decir cualquier excusa barata, la puerta del piso se abrió con estruendo y un niño pequeño, con gafas y empapado, junto a una niña rubia y empapada también hicieron aparición.

-Ah, Conan y Ai…

-¡Hola Ran! –dijo Conan. Luego miró hacia Ai – Es que no había nadie en su casa, el doctor estaba fuera y dejarla allá lloviendo pues… - entonces Conan se fijó en el doctor, que estaba allí sentado frente a Ran - ¿Doctor Agasa? ¿Qué hace aq…?

-¡¡CONAN!! ¡¡AI!! ¡¡VENID, VENID!! –cogió a los dos niños y luego se volteó hacia Ran, que lo miraba asustada - ¡Ran, no irán a la escuela durante un par de días, ¿verdad que no te importa?! ¿¡No!? ¡Vale, adiós!

Antes de darle tiempo a contestarle que eso era una auténtica locura, el doctor Agasa cogió a los dos niños en brazos y salió de la casa, dando un fuerte portazo. Ran se quedó allí quieta, estática. ¿Qué había sido todo eso? El doctor ya de por si era raro pero esto… Bueno, un par de días haciendo pila… no era tan malo. A veces, Shinichi y ella se quedaban a casa del doctor haciéndose pasar por enfermos y se pasaban todo el día jugando. Shinichi… ¿cómo estaría? Ya hacía tres meses que no llamaba, o más. Y la última vez que le vio hacía ya tanto tiempo, casi un año.

-Ese insensible…

Ran suspiró y miró por la ventana – Ah… aún sigue lloviendo… - Fijó su atención a la carretera. A estas horas, el tráfico estaba colapsado. Entonces vio un vehículo que sobresalía por su gran tamaño. Era bastante largo y de un negro brillante, tenía toda la pinta de llevar a alguien importante allí. Sin embargo, eso fue lo que menos preocupó a la chica. Ese coche… ¿de qué le sonaba? Estaba convencida que lo había visto en algún sitio. No recientemente, pero se acordaba.

Como un rayo de luz, la cabeza de Ran empezó a recordar. Tuvo un escalofrío. Ese coche pertenecía a… pertenecía a… – Ese día…en el parque de atracciones… -susurró ella.

* * * * * * * * * *

El doctor seguía corriendo y corriendo con ambos 'niños' en sus brazos, los cuales no paraban de insistir y darle patadas para que les dejase andar y al menos darle una explicación. Al cabo de un momento llegaron a la mansión Kudo y se dirigieron al pequeño piso del doctor Agasa. Ni que decir que llegaron todos empapados.

-¡Pero bueno! ¿Se cree que soy una niña para que me lleve así? – exclamó Ai, indignada.

-Ya está. El doctor se ha vuelto loco – dijo Conan, divertido, en tono de 'sabía que tarde o temprano pasaría'.

El doctor fingió que no les oía y se puso la mesa del ordenador. Les hizo señas para que se acercasen. Ellos obedecieron algo enfadados aún, aunque lo que vieron allí les hizo olvidar todo enfado hacia el profesor. Los dos se colocaron enfrente del ordenador, mientras que el doctor Agasa se colocaba detrás de ellos. Conan y Ai miraban el monitor, como si fuese una visión divina. En la pantalla, en fondo negro y letras blancas, había escrito los tres requisitos para entrar en la base de datos de Cherry.

-Pro-profesor… - Conan se sentó en una silla y observó con suspicacia – Esto debe ser una broma…

-No, no lo creo. Es exactamente lo mismo que me salía a mí antes de iniciar una sesión en un ordenador ajeno a la organización.

-¡Entonces lo ha logrado, profesor! ¡Por fin podremos saber qué contiene la aptx 4869!

-Oh, profesor, me sorprende… -dijo Ai.

Conan y Agasa se miraron, y con ojos ilusionados empezaron a abrazarse. Mientras, Ai rellenaba el formulario.

-Codename…Cherry. Password… -Por un momento, a Ai le tembló la mano- Akemi… Name Drug… aptx 4869… enter.

Ai presionó el botón. Conan y Agasa pararon de celebrarlo y fijaron la atención en la pantalla. Apareció un fondo blanco y una lista bastante grande de contenidos.

-Nombre, fabricación, fecha, autores, científicos que colaboraron, información sobre la organización… aquí –Ai señaló una opción – drug's efects. Los efectos de las drogas. Sólo hay que pinchar… ahá, todo correcto.

-Aptx 4869 – Conan señaló hacia el nombre de la misteriosa droga. Ai pinchó allí.

"Cargando…"

Todos se miraron algo decepcionados – Tardará como una hora a cargar todo el material. Estamos hablando de mucha información –dijo Ai convincentemente. Conan y Agasa asintieron.

-Bueno, un avance es un avance. Ai, un día de estos tenemos que invitar al profesor a tomar algo –dijo Conan dando palmaditas a la espalda del doctor.

-¿Y cómo lo logró, doctor?

-Jejeje, ¡secreto profesional!

Los dos chicos acribillaron a preguntas al profesor, el cual las respondía encantado de la vida. Conan y Ai empezaron a comentar el suceso, mientras Agasa fue a buscar unas copas y una botella de champán. Desde fuera de la mansión Kudo se pudo oír un largo y pronunciado brindis.

* * * * * * * * * *

En una gran mansión a las afueras de Tokio un gran y lustroso coche negro hacía aparición en el más secreto silencio. Los dos hombres se dirigieron con paso firme y el portátil al regazo. Caminaban a paso decidido hasta que entraron en la gran mansión. A simple vista parecía una granja bastante vieja y abandonada, pero por dentro no se parecía al exterior ni remotamente. Adornada con vidrieras varias, allí había almacenados cientos de libros. Había un gran número de vigilancia, extraños hombres todos vestidos de negro y con gafas de sol negras y decenas de personas con batas blancas y gafas rectangulares, dirigiéndose de aquí para allá.

Gin y Vodka entraron en la que era la habitación salón más grande de todas, a la planta superior, custodiada por centinelas muy bien armados. Se sentaron a la mesa y enchufaron allí el portátil, mientras que se reunían a su vez otros miembros de la organización y un par de 'médicos'.

-¿Y bien? ¿Habéis conseguido reestablecer los códigos del disco duro de Cherry?

Gin le echó una mirada gélida – Pues resulta que hace escasos instantes, mi amigo Vodka y yo estábamos a punto de reestablecer la información. Habíamos introducido el código, la contraseña y el nombre de la droga. Entonces el ordenador nos informó que se estaba cargando la información. Cuando faltaban escasos minutos para completar la transferencia… algo ocurrió – Gin apretó fuertemente su puño. Los de la organización se miraron confundidos.

-Los ordenadores de la organización son tan perfectamente perfectos que en cuando notan algún error, lo borran todo. Como ya sabréis, hace un tiempo ideamos un código de restricción, para que todos los ordenadores ajenos a la organización, al colocar algún disquete que contuviera material nuestro no funcionarían –dijo Vodka – Pero algo ha ocurrido hoy. A pesar de que nuestro ordenador portátil es totalmente de la organización, a pesar de que introducimos los códigos correctamente, algo ocurrió. No se completó a la transferencia debido a otro…digamos, requisito.

Hubo un silencio espectral. Un viejo hombre de capa blanca se aventuró a hablar – ¿Y qué demonios es ese estúpido requisito que nos ha privado una vez más de hacernos con la información sobre la aptx 4869?

-Pues… -Gin miró con ojos de hielo al ordenador, como si le estuviese escuchando o mirando a su interior- Hay otro sistema a prueba de posibles invasores que intenten piratearnos la información. Ideamos un programa el cual hacía imposible conectarse a nuestra base de datos a más de un ordenador. Y Vodka y yo suponemos que el motivo por el cual no hemos podido completar la transferencia…

-…Es debido a que ahora mismo, en otros momentos, hay otro ordenador al cual está siendo transferida la operación.

Silencio. Nadie dijo nada.

-¿Nos estáis diciendo que el mismo programa que ideó una manera eficaz para evitar que nos piratearan la información nos está impidiendo ahora mismo apoderarnos de ella porque precisamente nos la están pirateando?

-Exactamente. Veo que nos ha entendido – fue la gélida respuesta de Gin.

El hombre dio un bufido – Perfecto.

De repente, las puertas se abrieron y entraron apresuradamente dos hombres con un papel en sus manos. Todos los residentes se alteraron, excepto Gin y Vodka. Los dos hombres se acercaron hacia ellos y les entregaron el papel.

-¿Qué pasa aquí? ¿Qué es esto?

-Tranquilícense. No nos habrán tomado por tontos, ¿verdad? – dijo Vodka - ¿Realmente creen que sabiendo que nos estaban pirateando la información no haríamos nada?

Gin leyó rápidamente el contenido del papel y sonrió – No hay mal que por bien no venga. Nuestros queridos piratas han obtenido la información, sí, pero gracias a ellos están conectados a nuestra red, lo cual significa que en un abrir y cerrar de ojos tenemos la dirección de la casa dónde se ha hecho tal transferencia, el número de teléfono y todo lo que queramos saber.

Gin se dirigió a los dos hombres – Ya sabéis lo que tenéis que hacer.

Ellos asintieron y sonrieron, rozando dulcemente las armas que tenían colgando. Como sincronizados, los dos se dieron la vuelta y desaparecieron. Se oyó un derrapar de ruedas de un coche.

* * * * * * * * * *

-¿Fideos fritos? –preguntó un joven de unos veinte años con gorra y uniforme.

-¡Sí, sí, muchas gracias!

El doctor le entregó algo de propina y cerró la puerta.

El doctor Agasa cerró la puerta con un gran plato de fideos fritos encargados en una de las tiendas más prestigiosas del barrio. Rápidamente puso la mesa y todos se dispusieron a cenar. Lo único diferente fue que cenaron alrededor del ordenador, impacientes. Faltaban unos escasos diez minutos para completar la transferencia.

-¡Por fin volveré a ser yo mismo! –exclamó Conan.

-Hey, no te olvides de lo de antes… ¡quiero comer sushi del mejor! –dijo Agasa, mirándolo con suspicacia.

Conan entrecerró los ojos, captando la indirecta –Está bien, un día de estos le invitaré a tomar algo… ¡pero Ai también tiene que ayudarme a pagar!

El chico la miró esperando que se rebotase, pero ella no les había oído. Estaba mirando por la ventana, observando las gotas de agua resbalar por el vidrio. Conan se acercó a ella con una sonrisa en la cara

-¡Buh!

Ai dio un respingo, se giró alertada para ver a Conan riéndose a carcajada suelta - ¡Estúpido niño! ¿Pretendes darme un infarto? – dijo ella tocándose el corazón.

-¡Estás muy teeeensa! Relájate.

Ella le miró enfadada -¿Cómo quieres que me relaje sabiendo que…?

Ai se paró automáticamente, mirando hacia otro lado. Conan y el doctor Agasa notaron que la frase había quedado inacabada. Se dirigieron hacia ella y se sentaron a su lado, mirándola con preocupación.

-¿Hay algo que no sepamos? –preguntó Conan.

Ai lo miró dudosa – Bueno… no es nada importante.

-Todo lo referente a la organización es importante –dijo él en tono grave.

Ella le miró a los ojos y vio la convicción en ellos – Está bien… -dirigió su vista hacia fuera - Lo que me preocupa es que todo esto haya sido tan fácil.

Ellos se la quedaron mirando – Pues mejor, ¿no? – era la expresión que tenía el doctor a la cara. Sin embargo Conan asintió. Ella frunció el ceño – Eso no es bueno, Shinichi. Tratándose de la organización, es extraño. Yo misma ayudé a idear sistemas anti-pirateo, y ahora me encuentro que hasta Agasa ha podido hacerlo.

-¡Eh! – dijo el hombre, ofendido.

Ai no le dio importancia y prosiguió – Ideamos varios sistemas para proteger nuestros datos de posibles piratas, ahora nosotros. Y ha sido todo demasiado fácil. Además…

-¿Además? –preguntó el joven detective, preocupado.

-Habría… Kudo, te voy a ser franca – dijo ella con miedo en los ojos - Estoy prácticamente segura que a estas alturas la organización sabe que hay algún pirata que les está robando la información. No se van a quedar de brazos cruzados, eso te lo digo yo.

-U-Un momento… ¿no me dirás que ellos pueden rastrearnos y averiguar desde dónde se está procediendo la transferencia, no?

Ella lo miró seriamente. Eso fue la respuesta para Conan – Pero algo no va bien. El procedimiento de rastreo se basa en saber desde dónde nos conectamos, y por fuerza nos habría salido una señal a nuestro ordenador. Por eso no os he querido alertar, porque todo esto tal vez son sólo suposiciones. Mientras no oigamos ninguna señal, estaremos a salv…

Bibibi, bibibi, bibibi, bibibi…

El ruidoso pitido los hizo callar a todos y acelerarles el pulso. Lentamente, se giraron hacia el ordenador. Se acercaron lentamente, con temor a lo que allí encontrarían. Podían ver un extraño símbolo a la parte inferior derecha, como dos pequeños iconos de dos ordenadores. Del uno al otro había una flecha roja que no paraba de moverse. No podía ser cierto.

-Estooo… ¿no me vais a decir que esto es…? –tartamudeó Agasa, mirándolos.

Los tres se miraron asustados. Ai respiró hondo. Sus miedos no eran imaginaciones suyas. Todos estaban quietos, sin saber qué hacer, aunque sólo duró unas rápidas décimas de segundo, pues Conan se alzó rápidamente, seguido por Ai y Agasa.

-¡Rápido! ¡Hay que irse de aquí! –dijo Conan, mientras desconectaba el aparato.

-¿¡Qué haces!? ¡Ahora habrá que volver a iniciar la transferencia de lleno! –le gritó el doctor.

-¡Antes de nada debemos salir vivos! –dijo Ai, mientras guardaba el portátil en su mochila.

-¡Doctor, apague todas las luces, ciérrelo todo y coja el dinero de mi caja fuerte! – Conan miró hacia la ventana. De momento la calle estaba desierta. Dirigió su vista hacia la habitación. Demasiadas huellas dactilares… los reconocerían. Las huellas del doctor, de Ai, las suyas y alguna otra. Pero ahora eso no tenía solución.

-¡Rápido, Kudo! –le gritó Ai.

Conan se apresuró en atrapar a Ai y Agasa, los cuales ya estaban bajando las escaleras y saliendo al patio exterior. Para hacerlo más confuso, empezaba a llover con más carisma, llenándolo todo de charcos y barro. Aún así, los tres residentes de la mansión Kudo seguían corriendo y corriendo sin rumbo.

* * * * * * * * * *

Ran iba andando lentamente con paraguas en mano y una mochila en la espalda. En los últimos cinco minutos, la lluvia se había hecho más fuerte y hacía un frío extremo. Estaban en invierno, era lo lógico. Le extrañaba que no estuviese nevando con el frío que hacía. Al menos ya estaba llegando a la casa del doctor Agasa. Le pediría al doctor si podía llevarla de vuelta con su coche. O mejor aún, quedarse allí a dormir. A su padre no le importaría. A decir verdad, a Ran le parecía que lo único que apreciaba su padre de ella era su destreza en los fogones.

Ran se cambió de sitio la bolsa con gesto de dolor.

-¡Jo! Vaya con Conan. Decide quedarse dos días enteros en casa del doctor Agasa y ni siquiera se trae ropa limpia. Y para colmo, tengo que llevársela yo. ¡Y encima lloviendo!

Por fin llegó delante de la mansión Kudo. Se paró unos instantes, observándola. Esa mansión le recordaba a su dueño, el cual hacía tiempo que no veía - ¡Basta! Ahora no es el momento - Ran abrió la verja mientras esta gemía un poco. Se dirigió a la casa del doctor Agasa, la cual encontró desde fuera muy oscura.

Ran tocó al timbre y esperó. Esperó un minuto y volvió a tocar. Nadie contestaba - ¿Habrán salido? – Ran continuó tocando al timbre. Al ver que nadie contestaría, se dirigió a las ventanas – Seguro que me quieren gastar una broma pesada. ¡EHH! ¡Conan, doctor Agasa, Ai, abridme! ¡Traigo ropa! Venga, ya basta. El otro día tuvo gracia, pero ahora llueve y estoy cansada. ¡Ehh! ¡Abrid!

Ran paró de gritar. Tenía la vista perdida. Había tenido un mal presentimiento, tan o igual de parecido al que tuvo cuando vio desaparecer a Shinichi por aquél callejón en el parque de atracciones, hacía tanto tiempo. Supo que algo no iba bien. Tenía miedo de girarse y de quedarse quieta. Oyó unas pesadas pisadas resonar en el agua de un charco cercano. Ran no aguantó y se giró. Allí, delante suyo, había dos hombres altos y esbeltos, tapados con un extraño gorro y unas gafas de sol, todo negro…

La cabeza de Ran recordó ese fatídico día. Antes que Shinichi desapareciese, también tuvo un mal presentimiento respecto a esos dos extraños hombres vestidos de negro. Si bien esos de ahora no eran los mismos, iban vestidos igual. Entonces, antes que pudiese continuar pensando, el primer hombre hizo una sonrisa y alzó la mano hasta la altura del pecho, empuñando fuertemente, para disgusto de Ran, una pistola.

Fin del cap.1

CONTINUARÁ

NOTAS DE LA AUTORA

"…" Pensamientos del personaje

… Un ruido

* * * * * * * * * * Cambio de escena

Salu2 a to2. Este es mi primer fic sobre detective Conan, y espero no sea el último. Yo estoy acostumbrada a hacer fanfictions sobre Ranma ½, serie la cual estoy informada al 100%, se cómo acaba, cómo acaban cada uno de los personajes y el por qué. Pero con Detective Conan es diferente. Me he sorprendido de la poquísima cantidad de información que hay en la red en habla hispana, y puesto que aún no soy lo suficientemente buena como para leerlo en inglés, no tengo ni idea de cómo termina la serie. Ahora mismo, la ed. Platena de Agostini está acabando de publicar el manga, faltarán como unos dos o tres tomos. En cuanto al anime, aún faltan bastantes capítulos para llegar al final. De esta manera, no tengo ni idea de cómo termina y me veo obligada a inventarme algunas cosas. Pero no quedó tan mal… ¿no?

Bueno, relativo al capítulo… ¿os ha gustado? No seáis muy duros conmigo, por favor, que es mi comienzo en el mundo de fanfiction en esta serie… En fin, no quiero enrollarme más. Sólo una última cosa… ¡¡escribidme!! Decidme si os ha gustado, si no, el por qué… ¡Ah! El nombre real de Ai Haibara (o Cherry) no estoy muy segura de que sea Shiyo Miyano… ¿alguien lo sabe de seguro? Lo vi en Internet y no lo tengo muy claro… V_V

Jejeje… ¿os ha gustado el final? No se si los que leen esto me conocen ya y han leído algunos fics míos de Ranma, pero yo aviso… ¡me encanta el suspense! Así que que nadie se estire de los pelos con estos finales míos de infarto n_~

Finalizando (hoy la nota se me ha quedado larga, ¿eh?) doy las gracias a todos mis amigos por ayudarme siempre y estándome animando constantemente. Este capítulo y todos se los dedico a ellos.

En fin, esto es to-, esto es to-, esto es todo amigos! :p

CiNtUrO-cHaN –CCF

-1 de Mayo del 2003-