Detective Conan es propiedad intelectual de Gosho Aoyama-sensei y de todos sus distribuidores. Este fanfic no está hecho con ánimos de lucro, por eso no me considero violadora de ninguna ley.

* * * * * * * * * *

"A los queridos amigos y familiares del Desaparecido y la Traidora.

Estamos seguros que no habréis pasado desapercibida la ausencia de un miembro de vuestra amistad. Por su bien y el vuestro, que el detective vaya al distrito de Kaogate, parque Ryoku, al árbol grande, mañana a las 12 p.m. Sin polis, sin amigos, sin nadie. Tendremos espías vigilando.

Esperamos su ausencia, Sr.Edogawa.

Atte. La Organización."

Nadie dijo nada. El mensaje lo decía todo, estaba más claro que el agua. Lo sabían. Lo habían descubierto. Lo sabían todo, absolutamente todo… Sabían a quién se referían con los respectivos apodos de "desaparecido" y "traidora": Conan y Ai. El mensaje también decía que Ran seguía viva. Claro que lo que allí había escrito no tenía porque ser de fiar. Y pedían expresamente que fuese Shinichi y sólo Shinichi a la cita.

Conan apretó fuertemente los puños. La cosa que más rabia le daba era que había una pequeña mancha de sangre en forma de huella dactilar que seguramente pertenecería a…

"The case of the mistery APTX 4869"

A Great Detective of Love Fanfic, bye CiNtUrO-cHaN

Archivo III: Trampa

La carta pasó a manos de todos los presentes, uno a uno. Agasa notaba a Ai especialmente nerviosa, sin parar de mirar de reojo a Conan, sudando. Parecía que la chica lo estuviese pasando realmente mal. Ahora que caía, la importancia real del asunto se la llevó en gran parte Shinichi, pero todos se habían olvidado completamente que ella era una víctima más. El profesor, con algo de lástima, se acercó a ella y le puso una manta encima. Ella lo miró sin entender y él le sonrió. Parecía que se había tranquilizado un poco.

-Creo que saben de lo que hablan, Kudo – dijo Heiji, mirándolo - ¿Qué piensas hacer?

Conan lo miró como si fuese la pregunta más lógica del mundo – Está claro, ¿no? Iré al lugar de la cita.

Todo el mundo se lo quedó mirando - ¡Kudo, esos tíos quieren matarte! – dijo Heiji rápidamente.

-¿Y? –dijo él sin mirarlo - Si no voy, la víctima será Ran.

Kogoro tuvo un escalofrío. Durante toda la conversación, se había mantenido al margen. Ahora que sabía la verdad sobre él mismo, sobre sus límites deductivos, no tenía suficiente valor como para entrar en la conversación de dos genios detectivescos. Se sentía, por primera vez desde hacía mucho tiempo, inferior. Pero la sola idea de perder a su hija le erizaba los pelos. No se quedaría de brazos cruzados. Estuvo pensando durante un breve intervalo de tiempo, y luego habló, haciendo que todos le miraran – Tal… tal vez mi hija no esté en manos de esos psicópatas… el otro día vi una película donde los malos fingían tener al rehén en cuestión para atraer la presa, y luego resultaba que llevaban al protagonista a una trampa sin salida y la rehén no estaba en su poder…

A todos se les cayeron unas gotitas de sudor, mirando al ahora tímido Kogoro, con cara de "¿por qué me miráis así?".

Conan se quedó meditabundo, pensando en las anteriores palabras de Kogoro. Era cierto que habría una posibilidad entre un millón de que ellos no tuviesen a Ran, pero entonces tendría que replantearse de nuevo todo el caso. Si era cierto que Ran no estaba en sus manos, ¿cómo se explicaban las balas y la sangre? ¿Y por qué no había venido o llamado? "Si esa sangre no fuese suya, si realmente no estuviese herida, podría haber escapado y venir aquí… o ir a casa de alguna amiga…" Conan miró el teléfono. Era demasiado arriesgado llamar a Sonoko preguntando por Ran sin que esta sospechase de algo.

Heiji miraba a todos sus acompañantes sin entender mucho. Era difícil poder concentrarse en un caso el cual le había venido toda la información tan de golpe. Miró el papel una vez y otra vez, sin entender. Kazuha se le acercó con mirada inocente.

-¿Y por qué quieren matar a Kudo? – dijo simplemente.

Todos se giraron hacia ella. Heiji iba a regañarla, pero cayó en la cuenta que su pregunta era la más lógica del mundo y la cual no tenía respuesta.

Ahora las miradas pasaron a Conan. Él dudó un momento – Supongo que es porque vi a Vodka chantajear a un político. Fue entonces cuando Gin me pilló por la espalda y me dio el veneno. Por eso y porque tendrán miedo que les delate.

Los presentes tenían una extraña sensación en el estómago, algo que no acababa de cuadrar. Kazuha continuó hablando – Pero entonces… ¿por qué en la carta dicen que sólo te quieren a ti? Ai también puede delatarlos y con más razones que tú, puesto que según me habéis dicho era de la misma organización y sabe muchas más cosas.

Agasa notó que la chica empezaba a temblar de nuevo. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué se había puesto tan tensa de repente?

La pregunta seguía a flote, ahora todos esperaban a que Conan les diese una respuesta. El chico parecía no notar la impaciencia de todos, seguía pensando. "Está claro… me quieren a mí porque yo ingerí la píldora y porque puedo ponerlos a dos velas cantando… pero entonces Kazuha tendría razón, ¿por qué no mencionan a Ai? Ella calza del mismo pie que yo…"

-No vayas, Kudo.

La quebrada voz de la niña retumbó en todos los presentes, captando toda la atención. Conan la seguía mirando sin entender. Algo le decía que esa chica no había sido franca con él al cien por cien.

-¿Qué no vaya a dónde?

-A la cita de mañana – dijo irritada.

Nadie decía nada. De repente, la conversación se había centrado única y exclusivamente entre los que habían ingerido el veneno. Conan miraba fijamente a la doctora. Ella estaba extrañamente pálida.

-¿Por qué debería hacerlo? –dijo Conan, desafiante - ¿Hay algo que no sepamos, Ai?

La chica no contestó, se limitó a desviar la mirada. Conan insistió - ¡Ai!

La chica estaba nerviosa. Había mantenido eso en secreto desde su llegada. Propiciar demasiados detalles a veces puede ser peligroso. Pero no tenía escapatoria, no esta vez. Ahora tenía que contárselo todo, contarle la auténtica verdad. Pero… ¿estaría preparado? Ai miró a Conan. Tenía un extraño brillo en los ojos. Un brillo provinente de una persona orgullosa que se acaba de dar cuenta que ha sido mentido desde el principio. La chica suspiró.

-La…la organización se fundó hará más de doscientos años… - dijo ella con voz ronca. Todos arquearon las cejas, como diciendo '¿y a mi qué?'. La chica frunció el ceño. Conan parecía atento – Pero desde hará unos cincuenta años, se ha mantenido especialmente a las sombras. Antes era distinto, mataban y asesinaban a sueldo, chantajeaban a los políticos, intentando crear pánico y sacar el máximo beneficio. Pero algo cambió. Un hombre, llamado Nokabukuro, fue subiendo rangos hasta llegar a la cúspide del poder de la organización. Entonces se le ocurrió una idea... un plan… la organización, años después de su muerte, ha ido teniendo una serie de jefes, y todos han ido siguiendo sus instrucciones. Dicho plan se está a punto de dar por concluido. El final de una etapa y el comienzo de otra.

Ai paró para ver qué caras ponían. Todas de sorpresa. Conan la miraba sin entender muy bien qué pintaba él en todo aquello.

Como ya debes saber, el actual jefe es Gin, el hombre que te hizo ingerir la píldora. Gin, como otros tantos célebres jefes de la organización, ha estado conforme con seguir las reglas del plan. Y es por eso por lo que tú les interesas, tú y no yo, es por esto por lo que te buscan. Te necesitan

Conan parpadeó - ¿Me necesitan?

-Todo este tiempo has estado viviendo con una falsa idea, Kudo. Ellos no quieren matarte. Bueno, al principio tal vez sí, pero después de que no encontrasen tu cuerpo… y de que supiesen que habías ingerido la extraña APTX 4869…

-U-Un momento… - dijo Conan, poniéndose nervioso – Lo que tú dices no tiene ningún sentido. ¿Me estás diciendo que desde el principio ellos ya sabían que había ingerido la píldora y que por consiguiente no había muerto?

Ai lo miró y sonrió – Exactamente. Pero no desde el principio. Más bien desde que la ingerí yo.

-¿QUÉ?

Ai hizo un gruñido, ahora ya no parecía tan tensa como antes y había pillado el hilo de la historia, por lo que odiaba que la interrumpiesen cada dos por tres – Ahora viene lo bueno… - dijo en aires de suspenso.

Todos tragaron sin atreverse a interrumpir.

-La cuestión es que dicho plan que ideó en su tiempo el señor Nokabukuro consistía en crear un nuevo gobierno, del cual la organización fuese el jefe. Al fin y al cabo, no era más que un sueño, como el de tantos otros locos, el de conseguir el máximo poder de todo Japón. Pero un buen día, Nokabukuro descubrió algo interesante… combinando X substancias en determinadas cuantidades, logró crear una extraña pócima, la cual tenía efectos secundarios bastante peculiares. Dicha píldora era…

-¿La APTX 4869? –preguntó Conan.

Ai sonrió – Más bien el antepasado de la APTX 4869. La cuestión es que Nokabukuro, con el veneno, consiguió subir posiciones hasta ser el jefe. Por fin tenían esperanzas de lograr el poder. A medida que pasaron los años, el veneno fue cada vez perfeccionado hasta llegar a nuestra época. La Organización contrató una cincuentena de médicos especialistas en este campo, entre ellos mi hermana y yo. Las dos hacíamos un trabajo excepcional juntas. Y, a decir verdad, fuimos nosotras quienes perfeccionamos realmente la APTX 4869, hasta hacerla lo que es ahora. Claro que ni mi hermana ni yo sospechábamos que tendría estos usos; ambas creíamos que era para fines médicos. Entonces llegaste tú, Kudo. Oí rumores sobre que uno de los que habían ingerido la mortal píldora no había sido hallado su cuerpo, y empecé mis investigaciones particulares. Uno de los ratones con quienes hice pruebas, al ingerir el veneno, rejuveneció. Esto me abrió las puertas. Yo, al contrario que toda la organización entera, sabía perfectamente qué te había ocurrido, pero no dije nada, pues si lo hacía la organización acabaría contigo sin más, y yo quería saber más cosas.

Un buen día, cuando iba a presentar mis informes diarios, oí algo desde el otro lado de la puerta, algo que me dejó helada. La organización había matado a mi hermana, y Gin lo decía así, sin más. Yo no sabía qué hacer. Ellos me decían que estaba en Estados Unidos investigando. No les dije nada de lo que sabía, pero seguí investigando en secreto. Llegaron a mis manos unos documentos, relatados por puño y letra de un tal Nokabukuro, que me abrieron los ojos. Allí constaban todos los planes que la organización tenía que ejecutar. Era una lista con un sinfín de nombres y al lado la manera como los matarían. Algo escalofriante. Y en uno de ellos salíamos mi hermana y yo. Al lado de donde ponía el nombre de mi hermana, salía "muerte por disparo. No nos proporcionaba nada bueno desde hacía meses." En otras palabras, mataron a mi hermana porque no tenía nada nuevo. Y a mí ponía algo de que me matarían porque era un estorbo con la píldora, con el mismo veneno que yo misma trabajé. En esa lista también figuraba tu nombre, Kudo. Ahí es dónde entras tú. Tu nombre está con letra negrita y doble subrayado. Me interesé por ti. ¿Qué tenía de especial ese chico que no tuvieran los demás? No me di cuenta hasta conocerte. La cuestión es que después de averiguar que la organización no era nada científico, que sólo era un grupo de gente con deseos de matar, decidí irme. Pero algo no salió bien. Me descubrieron y me dieron la píldora, a la vez que me volvieron a cerrar al calabozo. Entonces tomé la píldora y encogí. Y al encogerme, pude escapar fácilmente. Cuando ellos abrirían la puerta para ver si ya había muerto, yo ya no estaba. Mi única esperanza era Kudo, y tenía que alertarle del peligro que corría si la organización lo cogía. Y todo el resto de la historia ya lo sabéis

Nadie dijo nada. Ai, por primera vez, levantó la cabeza para mirar a Conan. Él tenía la vista fija en ella, algo enfadado.

-Aún no nos has dicho para qué quieren a Shinichi… - dijo el doctor Agasa, mirando a Ai severamente.

Ai dio un respingo. Parecía que su última arma era desviar el tema y así, quizás, se olvidarían de lo realmente importante. Miró a los ojos de Conan. Él no decía nada. Siempre tuvo esa gran capacidad para aparentar, al menos por fuera, esa fría indiferencia. Bajó la cabeza. Bien pensado, ¿por qué tenía que seguir ocultándoselo? Era mejor que lo supiere para así saber el por qué de todo. De absolutamente todo.

* * * * * * * * * *

Ahora ya había parado de llover; momentáneamente. En un pequeño pero acogedor apartamento de Shibuya, un chico de pelo corto y marrón, alrededor de unos dieciocho años, contemplaba el parar constante de la lluvia. Tuvo un presentimiento y se giró hacia el teléfono. Acto seguido, este empezó a sonar. El joven se acercó a él y miró el número el cual llamaba.

"Anónimo…" sonrió de manera irónica. Ya sabía de quién se trataría. Respiró hondo y cogió el teléfono con fiereza.

-¿Sí? – dijo aparentando el tono más normal.

-Kurowa… - la voz sonaba aguda y metalizada. Era obvio que la habían pasado por algún aparato. Nada raro en ellos, él ya estaba acostumbrado. La voz prosiguió – espero que me des una buena excusa…

El chico miraba a lo lejos con estupor y sonrió - ¿Una excusa para qué? – dijo siguiendo igual de impasible.

El que estaba al otro lado del teléfono pareció enfadarse – No te hagas el listillo conmigo. Sabemos de muy buena tinta qué es lo que has hecho. ¿Es que ya te has olvidado de nuestro trato? – dijo la voz metálica con tono misterioso. El chico frunció el ceño – Te advierto que un error más y…

-Ya tengo el anillo – dijo él, cortante. Luego se sacó un pequeño objeto del bolsillo y lo miró sonriente – es más, ahora mismo lo estoy contemplando.

La voz que había al otro lado del teléfono pareció quebrarse. El chico prosiguió - ¿Creíais que estaría eternamente a vuestro servicio? Ja. Yo no soy un asesino, pero estoy seguro que tengo el doble de cerebro que toda vuestra estúpida organización junta. ¿Creíais de veras que estaría todo este tiempo de brazos cruzados?

La voz metálica volvió a la carga – Eso es imposible. El anillo lo conserva uno de nuestros mejores hombres. Ni en tus sueños hubieses podido robarlo.

El joven sonrió - ¿Y si me hubiese disfrazado de supervisor y hubiese entrado con la puerta abierta y bajo su custodia, lo hubiese cambiado disimuladamente y me hubiese ido sin más? ¿Entonces qué?

La voz no dijo nada durante un rato – Así que esas tenemos. Kurowa, acabas de sentenciarte. Puedes estar seguro que las cosas no quedarán así.

Él iba a contestarle algo, pero la línea se cortó. El chico colgó el teléfono con brusquedad, mirándolo con odio. Ahora que les había plantado caña y retado, ya no tenía marcha atrás. Ahora estaba solo. No podía ir con nadie sin correr el riesgo de ponerlos en peligro. Miró hacia la puerta cerrada de una de sus habitaciones con duda, y luego volvió a coger el teléfono y empezó a marcar unos números.

-¿Haya? Sí, soy yo. Necesito que me hagas un favor…

Lejos de allí, en alguna solitaria cabina telefónica, un hombre vestido absolutamente todo de negro colgó el verde teléfono con rabia y desesperación. Vigilando que nadie mirara, salió de la cabina y entró en el coche que le estaba aguardando al lado de la calle. El hombre que ya había en su interior le miró con la más fría mirada - ¿Y bien?

Vodka negó con la cabeza, enfadado – Ya no podemos contar con él.

* * * * * * * * * *

Todos abrieron los ojos y miraron a Ai con asombro y preocupación, incluido Conan. Ella continuaba impasible, mirando a través de la ventana.

-¿L-Le quieren como conejito de indias? – preguntó Heiji, sin saber si decirlo con tono de preocupación o a punto de partirse de risa. Conan lo miró enfadado.

Ai sin embargo no le encontró la gracia – Es muy divertido, ¿no Hattori? – dijo ella con ironía – Eso de que te hagan tomar píldoras y más píldoras, cuyos efectos no han sido jamás probados ni con animales, cuyas píldoras puede causar la más terrible de la muerte, o cualquier cosa aún peor. ¡Pero qué divertido!

Heiji no dijo nada. Nadie dijo nada.

-¿Y por qué a mi? – preguntó Conan.

Ai le miró – No estoy segura. Al principio de todo creí que era porque tú fuiste el único superviviente del veneno, pero ahora que yo también soy una víctima más, no tengo ni idea. Quizás tu cuerpo esté inmunizado con determinadas substancias y el mío no, vete tú a saber…

Kogoro resopló - ¡Pues no se por qué nos has contado tanta palabrería si al final resulta que no sabes nada! – dijo él encogiéndose de hombros. Todos miraron a Kogoro, parte de la razón la tenía.

Se mantuvieron todos en silencio. ¿Y ahora qué?, era la pregunta que se les pasaba a todos por la cabeza. ¿Qué podían hacer ahora? A sus mentes volvió la carta que antes habían recibido de manera tan cordial. Un cambio, eso era lo que pedía la carta. Ran por Shinichi. Si no iba Conan, estaban seguros que ya no verían la sonrisa de Ran nunca más. Si iba Conan, ya no verían al niño y era posible que tampoco a Ran. Pensándolo bien, estaban olvidando por completo el hecho de que Ran estuviese en su poder o no. La sangre que había allí marcada en la carta no tenía por qué ser de Ran, y si lo era la podían haber sacado del hospital falsificando documentos, o de miles de otros sitios.

-P-Perdonadme…

Todos se giraron para ver a la carita inocente de Kazuha, la cual señalaba con el dedo índice hacia el cielo – Pero si no nos damos prisa serán las doce y aún seguiremos sin saber qué hacer.

Al principio nadie entendió, pero luego miraron todos hacia el cielo, un cielo azul claro y brillante, con un espléndido sol. Esa fue la primera vez que odiaron tanto ver al luminoso astro. ¿Ya era de día?

-Las nueve en punto – dijo el doctor Agasa – Faltan exactamente tres horas.

Automáticamente, todos saquearon sus manos y miraron sus respectivos relojes de pulsera, asintiendo con devoción.

-¿Qué hacemos ahora, Kudo? – preguntó Heiji, mirándole.

El niño se alzó del sofá de un salto y se puso las manos a la cabeza – Pues… estaba pensando en la nota. Yo estuve una vez en el parque Ryoku. Es un terreno muy grande, lleno de zona verde y niños. La verdad es que me extraña que me hayan citado en un lugar como este, claro que donde hay el árbol grande no suele haber mucha gente, ya que está tocando con una serie de casas medio derruidas, las cuales pertenecían a un grupo de contrabandistas, y es por eso que no suele haber mucha gente. La carta dice que habrá vigías de la organización alertas por si ven a alguien. La organización conoce a Agasa, Kogoro y Ai, pero a vosotros dos, Heiji y Kazuha, no. Podríais ir paseándoos por allí, en calidad de pareja, para ver si…

Conan no pudo seguir puesto que Heiji y Kazuha se alzaron bruscamente, mirándolo rojos - ¡¿Y POR QUÉ TENEMOS QUE IR COMO UNA PAREJA?! – dijo Heiji.

Kazuha lo miró ofendido - ¡¿Se puede saber por qué te molestas tanto?! ¡Sólo fingiremos!

-¡No quiero malgastar mi honorable reputación saliendo contigo, ni que sea fingiendo!

-¿Qué dices? ¿Te crees que a mi no? – dijo ella, encarándole.

-Ejem ejem…

Todos se giraron para ver a Conan, el cual les miraba molesto, haciéndoles constancia de que le habían interrumpido – Como iba diciendo, iréis en calidad de PAREJA – lo dijo remarcando la palabra, haciendo que ambos se disgustaran – y el doctor os dará unos miniteléfonos que no hagan sospechar. Deberéis salir de esta misma casa como si fueseis una pareja, para que quede bien claro, por si hay espías, que no nos conocemos y que vosotros vais a la vuestra, ¿entendido?

Heiji y Kazuha se miraron con fuego en los ojos, suspiraron y dijeron al unísono – Entendido…

-Hey, Kazuha, ¿te importaría prepararnos algo de cenar? – dijo Kogoro con la mano en el estómago – Con tanto lío no he tenido tiempo de correr, y como Ran no está para…

Kogoro calló. Casi se olvidaba de lo que estaba pasando, del auténtico motivo por el cual se habían pasado toda la noche en vela, sin cenar, sin parar de hablar y hablar. Kazuha, notando el incómodo silencio, sonrió y se dirigió a la cocina.

-Voy.

-Yo… me voy a dormir un rato, no os importa, ¿no? – dijo Heiji, mientras daba un profundo bostezo – Entre el viaje y la noche movidita…

Kogoro asintió malhumorado, se alzó y le condujo hacia una habitación vacía, y allí le preparó algo que parecía una especia de cama. Acto seguido, él se marchó a su propia cama a dormir un poco.

En la sala, Conan se había tumbado mirando arriba, con ambas manos en la nuca, pensativo. Agasa prefirió no estorbar, sabía que Ai y Conan tenían que saldar algunas cuentas, y prefería dejarlos solos. Así pues, se fue a la cocina a ayudar en lo mínimo a Kazuha.

Ai observó cómo el doctor se iba, entendiendo. Luego miró a Conan – Kudo – Conan no la miró, seguía observando el, ahora repentinamente, interesante techo. Ai frunció el ceño – No me ignores, Kudo. Yo… creí que era mejor esperar un tiempo, no quería preocuparte innecesariamente…

Las gafas de Conan brillaron – Pues mira qué bien. Precisamente por intentar no preocuparme y no decírmelo, ahora estoy mucho más preocupado de lo que hubiese estado si me lo hubieses dicho.

Ai se puso de pies bruscamente con las manos apretadas - ¡Oye, ¿te crees que a mí no me preocupa todo esto?! ¿Crees que me lo estoy pasando pipa?

-¡Ahora no cambies de tema! ¿Pero tú te das cuenta de todo lo que nos hubiésemos ahorrado si me lo hubieses dicho antes? ¡Para empezar, Ran ahora estaría aquí y yo no tendría que ir a buscarla!

El corazón de Ai se aceleró – ¿Aún sigues en las mismas? – dijo ella, mirándolo a los ojos - ¿Es que no has entendido nada de lo que acabo de decir? No sabes del cierto ni si ella sigue viva. ¿Y si está muerta y simplemente te conducen a una trampa? – dijo Ai simplemente.

-¡Ella está viva, ya te lo dije antes! ¿No me has oído? ¡VIVA! ¡Y pienso ir, no me importa cuáles sean tus egoístas razones las que te han impulsado hasta ahora para actuar así, pero esta vez no pienso obedecerte! ¡Pienso ir a la cita y rescatar a Ran, y tú no me lo vas a impedir!

Ella bajó la cabeza. Conan no sintió pena alguna. Realmente, se sentía colérico, enfadado… cierto que tal vez no era todo culpa de Ai. Lo que pasaba es que el sólo hecho de hablar de una posible pérdida de Ran, de no verla nunca más, le producía terror, y involuntariamente le estaba cargando toda su opresión y preocupación a la chica.

-¿Quieres saber… por qué me comporté así…? – el tono quebrado y solitario de la voz de Ai rompió en cierta manera el corazón del chico, empezándose a sentir terriblemente mal por haberla gritado. Al fin y al cabo, ella le había ayudado muchas otras veces en el pasado. Conan aún se sintió peor al ver una solitaria lágrima caer de su rostro.

-H-Haibara…yo… me he pasado, lo siento – dijo el pequeño detective, acercándose a ella – lo que pasa es que…

-No, tienes razón… - dijo ella, entre suspiros - … me he comportado egoístamente, sólo he pensado en mí, pero yo… yo sólo… yo sólo me preocupaba por ti, nada más… - Ai empezó a llorar silenciosamente. Conan empezó a ponerse nervioso ante las palabras y el llanto, el cual iba en aumento.

-¡N-No llores, Haibara! ¡Ya te he dicho que no eres una egoísta! Tú misma dices que te preocupabas por mí, eso no es ser egoísta…

Ai no aguantó y se echó a los brazos de Conan, sin parar de llorar. El chico se quedó de piedra, sin saber qué hacer, mientras ella no paraba de llorar y llorar. Lo que le sorprendía a Conan es que con la cantidad de gente que había al piso, ninguno se asomara para ver qué ocurría.

-¡No va-vayas, Kudo, p-por favor, ellos te matarán! – dijo entre sollozos.

-Ai… - el chico la miró tristemente – tengo que ir…

Esas palabras aún desesperaron más a la chica - ¡N-NO! – gritó a la vez que meneaba negativamente la cabeza con fuerza - ¡N-No por favor! ¡Y-Ya perdí a mi hermana, no q-quiero volver a perder a alguien que quiero! ¡P-Por favor, n-no vayas Kudo! – dijo la chica agarrándole fuertemente, como si Conan se fuese a ir inmediatamente y ella tratase de inmovilizarlo.

El pequeño detective se quedó mirando a la chica, la cual seguía fuertemente sujeto a él. Eran pocas las veces en que Ai le mostraba su auténtica cara, la cara de una chica solitaria que ha perdido a su hermana y su empleo, que ha optado por el suicidio y a la que ya no le queda nada, una chica que, como todas las otras, tiene miedos. Y ahora que por fin había conocido a nuevos amigos, no quería volver a perderlos. En el fondo, Conan se sentía terriblemente mal. ¿Pero qué podía hacer? Él iría a la cita con la organización, por muchas horas de llanto que tuviese que soportar.

-No me pasará nada, Ai, iré con cuidado… - dijo el chico, intentando calmarla.

A Conan, sin embargo, le pareció que su llanto aumentaba - ¡Eso fue lo que me dijo Akemi antes de… antes de…! ¡No vayas, Shinichi, si vas no volverás!

-¡Tengo que ir! – dijo el chico, empezando a impacientarse - ¡Si no fuese, entonces Ran…!

-¡Ya lo sé, ya sé que a ti te gusta Ran, pero aún así…!

Conan se puso algo rojo ante el comportamiento de Ai. Ya sabía que él a ella le caía bien, pero se empezaba a plantear la idea de que realmente le cayese "mejor que bien". Pero él no podía corresponderla. Ella mismo lo había dicho. A él le gustaba otra chica.

-¿P-Por qué no b-buscas un p-plan al-alternativo? – preguntó Ai entre sollozos, mientras se separaba de él poco a poco.

-De haberlo, ya lo habríamos usado – dijo Conan. Notó que su camisa estaba totalmente empapada. Ai también se percató.

-S-Siento la escenita… - dijo en una voz susurrante – pero… es que… es que…

Conan notó que la chica sufriría una recaída, así que empezó a hablar - ¡Venga, que Kazuha ya debe habernos preparado algo de cena! ¡Vamos a comer, Haibara!

Conan la tomó de la mano y se fueron ambos saltando (eso se puede anular en el caso de Ai) hacia la cocina. Conan observó disgustado como al abrir la puerta cerrada de la cocina, el doctor Agasa se cayó con un vaso de cristal vacío hacia el suelo. Kazuha lo miró desde los fogones con aires de recriminación – Intenté decirle que no espiase, pero…

* * * * * * * * * *

El hasta ahora silencioso y tranquilo apartamento al sur de Shibuya empezaba a perder su noble título de 'tranquilo' a causa del gran nombre de gritos y ruidos que provenían de él. Se podía diferenciar una chillona y colérica voz femenina enfrentándose a una intimidada voz masculina.

La chica empezó a arrojarle todo cuanto estuvo a su alrededor, mientras el chico, con movimientos estáticos pero ágiles, intentaba evadirlos.

-¡I-Idiota, ya te he dicho que ella no…! – intentó decir, por enésima vez, el joven.

-¡¡ESTO SI QUE NO TE LO PERDONO!! ¡¿CÓMO PUEDES LLEGAR A SER TAN… TAN…?! – la chica parecía que fuese a llorar, pero luego endureció el rostro - ¡¡TE MATARÉ, ENEMIGO DE LAS MUJERES!! ¡¡TRAIDOR!! ¡¡SANGUIJUELA!! ¡¿Y TÚ TE HACES LLAMAR "LADRÓN NOBLE"?! ¡¡TÚ NO SABES LO QUE ES ESA PALABRA NI AUNQUE TE DEN LA DEFINICIÓN EN LA CARA!! – dijo ella, cogiendo la mesa entera a punto de lanzársela al chico.

-¡H-Haya, t-tranquilízate, ya te he dicho que me la he encontrado, no la conozco de nada!

-¡OOOH! ¿¡Y la tienes durmiendo en TU CAMA!? – dijo ella, temblando de ira - ¡Ven aquí ahora mismo!

El ruidoso ruido llegó a los oídos de los demás vecinos, los cuales empezaban a dar golpes a las paredes para que el ruido cesara. El joven empezó a ponerse cada vez más nervioso. Y de repente, la puerta cerrada de la habitación se abrió, y una chica con aires de somnolencia los miró de arriba a bajo sin entender.

-¿Uh…? ¿Dónde…? – dijo la chica, mirando a su alrededor y a los dos presentes - ¿Quiénes…?

Haya la miró como si fuese el mismísimo diablo y se le acercó dando zancadas. La otra chica se quedó algo asustada - ¡AHÁ! ¡ASÍ QUE ERES ! ¡DIME, ¿HASTA DÓNDE HABÉIS LLEGADO?! ¿EH? ¿EH? ¿QUÉ PASA, SE TE HA COMIDO LA LENGUA EL GATO?

-¿D-De qué me hablas…? – dijo ella tímidamente - ¿Y quiénes sois vosotros?

Haya la miró aún más mosqueada, mientras el chico se acercaba para poner paz - ¡¿QUE DE QUÉ TE HABLO?! ¡¿QUE DE QUÉ TE HABLO?! ¡¿Y ENCIMA TIENES LA JETA DE DECIR QUE NO LE CONOCES?! – dijo señalando al chico, el cual se tapaba la cara con la mano, en signo de frustración.

La chica se le quedó mirando, cada vez más perdida. Le dolía la cabeza. Miró al sitio donde estaba; no le sonaba de nada. Es más, la calle que había enfrente y la cual podía ver a través de las ventanas no le sonaba de nada. O más bien sí…

-¿Estamos en Shibuya? – preguntó ella.

-¡Ahora no cambies de tema, guapa! – chilló la otra chica.

El joven, mosqueado y harto, cogió a la chica y la obligó a sentarse y calmarse. Luego ambos estuvieron susurrando cosas y por fin, la chica pareció calmarse. Luego invitaron a la otra chica a que viniese a sentarse con ellos. Ella aceptó, dudosa.

-Mi nombre es Kaito Kurowa – dijo el chico – y ésta de aquí es mi amiga Haya Itsuko.

Haya la miró algo roja y le tendió la mano – En…encantada… siento lo de antes, ya sabes… - se estaba refiriendo, indiscutiblemente, al numerito de antes. Kurowa suspiró hondo, al menos lo había entendido.

-¿Y tú cómo te llamas? – preguntó Kurowa.

-¿Eh…? Yo… yo me llamo… - no pudo seguir, algo le dio como una especie de golpe - la cabeza… - la chica se tocó la cabeza, gimiendo. Kurowa se alzó rápidamente mientras Haya se preguntaba cómo alguien podía llamarse "Lakabeza".

-¡Oye, ¿te encuentras bien?! ¡Eh! – Kurowa se le acercó, sacudiéndola. La chica pareció reaccionar. Haya fue a buscar un vaso de agua, preocupada. Al volver, cerró las cortinas a orden de Kurowa. Ambos se sentaron delante de ella, preocupados.

-¿Seguro que estás mejor?

La chica se tocó la cabeza – Sí, bueno, no… No lo sé… -dijo definitivamente. Los dos chicos suspiraron.

-¿Podrías decirnos tu nombre? Así al menos llamaremos a tu casa para que vengan a buscarte…

La joven pareció concentrarse en algo, cerrando los ojos. Luego los abrió con desesperación – No… no me acuerdo…

* * * * * * * * * *

-Las diez y media – pronunció Heiji, mirando el reloj.

-Para llegar hasta el parque, contando el tráfico, tardaremos media hora. Heiji y Kazuha, será mejor que vayáis tirando, no nos deben ver juntos. ¡Y por favor, haced bien el papel! – dijo Conan, con ambas manos, suplicante.

Heiji y Kazuha, algo nerviosos, se volvieron - ¡Eh, que no te creas que nos vamos a…! – Heiji paró automáticamente, rojo, mientras que Kazuha le daba un codazo y le cogía de la chaqueta para ir tirando. La puerta se cerró tras de ellos y todos dieron un suspiro de alivio.

-Hey, Conan.

El profesor Agasa le hizo el signo con la mano para que se acercase. El chico, dudoso, obedeció. Entonces el doctor Agasa se sacó algo del bolsillo. Conan lo observó meticulosamente. Era una especie de prisma, con varios botones, de un color metálico, y con un agujero en una parte, como un pequeño orificio para disparar algo. El doctor Agasa se lo entregó.

-¿Qué se supone que es esto, profesor? – le preguntó el chico.

-Es una… ehm… pistola.

Conan reaccionó mirándolo sorprendido. Agasa no prestó atención y prosiguió - ¿Ves este agujero? De aquí sale la bala. Nada de cosas para hacer dormir a la gente, balas de verdad. Tocando este botón se acciona la visera, para apuntar mejor, ¿lo ves? – Agasa apretó un pequeño botón rectangular y automáticamente se alzó un pequeño cuadradito para enfocar – Y cuando tengas el blanco fijo, el rojo para disparar. Por la parte de atrás hay números. Sirve de móvil, aunque no tiene mucha cobertura. ¡Ah! También le he sintonizado el canal de radio de policía, por si necesitas refuerzos.

Conan miró ese pequeño artefacto. ¿Cómo podían caber tantas cosas en algo tan pequeño?

-Gracias, profesor.

Agasa lo miró tiernamente – Ten cuidado, Shinichi – dijo firmemente. Conan asintió – lo tendré.

-Nosotros – dijo refiriéndose a Kogoro y Ai – estaremos rondando por los alrededores, no nos arriesgaremos. Por supuesto que iremos algo camuflados. Por cierto, Shinichi, ¿no crees que ya iba siendo hora de llamar a tus padres? Tienen derecho a saber lo que está pasando.

-Doctor, si llaman ahora a mis padres, con capaces de traerme a Nueva York de vuelta y presentar aquí a diez escuadrones del F.B.I., así que…

-No creo, Shinichi. Piensa que ellos podrían ayudar. Y ahora que lo pienso, la madre de Ran…

Conan tuvo un escalofrío. Sólo de pensar en esa mujer, Eri Kisaki, y todas las broncas y chichones que le causó a él y a Ran de pequeños, le hacía temblar. Sin embargo, pensó en eso con melancolía, como cuando jugaban ellos de pequeños, sin problemas ni preocupaciones, a detectives. Ran siempre le pedía que jugasen a padres y madres, pero él siempre se salía con la suya y acababan por jugar a detectives. Ran siempre quería ser la víctima, y él el detective. El malo solía ser un peluche roto que tenía Ran. Si mal no recuerda, ella aún lo conservaba en su habitación.

-¿Kudo?

-¿Eh?

Conan y Agasa se giraron hacia la doctora, la cual yacía en un costado oculto del comedor. Se les acercó lentamente con ambos brazos cruzados.

-Estaba pensando… se nos ha olvidado por completo la información que teníamos que descargarnos sobre la apotoxin 4869…

Conan y Agasa parpadearon y se miraron. Era cierto. Con tantas aventuras y desventuras, eso no había sido más que una nimiedad, comparándolo con el calibre de la situación actual. Pero no dejaba de ser realmente importante. La chica continuó – He estado pensando, y he llegado a la conclusión que toda la organización tendrá los ojos puestos a la cita de este mediodía, y sería un buen momento para intentar conectarnos desde algún civercafé. Si llegan, no nos podrán hacer nada porque estaremos en un lugar público lleno de gente, y alguien llamaría a la policía. Además, no creo que tarde mucho, media hora, tres cuartos como máximo. ¿Qué me dices?

-¡Genial! ¡Voy a prepararlo todo! – dijo Agasa, dirigiéndose a la entrada para empezar a preparar el portátil y la bolsa para transportarlo.

Conan y Ai se miraron, ambos recordando la escena de antes. Conan le sonrió – Bueno, será mejor que me prepare. Dentro de diez minutos me iré – dijo, risueño -¡Kogoro! Será mejor que vaya tirando.

El hombre, nervioso pero frío, dejó el cigarrillo, tiró el periódico encima de la mesa, se puso la chaqueta y se marchó sin más. Conan miró el reloj. Las once y cinco. Empezaba a ponerse nervioso y andar sin parar. Y de repente paró de andar, tuvo un mal presentimiento, como si algo se le estuviese pasando por alto. Ai lo notó y también cayó en la cuenta. Ambos se miraron con preocupación, al preciso instante que alguien llamaba a la puerta. Agasa, que estaba al lado preparándolo todo, abrió sin más contemplaciones, creyendo que era Kogoro que se había olvidado algo. Al bajar la vista, notando que no era Kogoro, quedó harto sorprendido, al igual que el detective y la doctora.

Eso complicaba, aunque no lo pareciese, las cosas.

Mientras, los tres niños, sonrientes, entraron sin más - ¡Hola! ¿Listos para ir a jugar un rato al parque? – dijeron Genta, Mitsuhiko y Ayumi a la vez.

Fin del cap.3

To be continued

NOTAS DE LA AUTORA::

"…" Pensamientos del personaje

… Un ruido

* * * * * * * * * * Cambio de escena

¡¡Hola!! Qué aliviooo, ya he terminado el capítulo 3, y yo feliz n_n!! La verdad es que me encanta escribir este fic, me encanta, me siento muy bien, jajaja creo que hoy me encuentro mal XD Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Jejeje, poco a poco la cosa va tomando forma, pero tranquilos que aún falta muuuuucho para llegar al final, y aún quedan muuuuuchas aventuras y muuuuuuchas cosas por descubrir, porque, como dice un pajarito… ¡¡Sólo hay una verdad!!

Desde aquí, un saludo a Jess, Ranma, Ayumi y Dark_Ryoga. Ah, pedir perdón a Jess por el final de suspense, pero como comprenderás tú y todo el mundo, esta serie trata sobre el suspense, así que no sería justo terminar de otra forma, juajua

Venga, me despido ya, un saludo (¿o eran dos?) a to2,

CiNtUrO-cHaN

-24/05/03-