Detective Conan es propiedad intelectual de Gosho Aoyama-sensei y de todos sus distribuidores. Este fanfic no está hecho con ánimos de lucro, por eso no me considero violadora de ninguna ley.

* * * * * * * * * *

Ambos se miraron con preocupación, al preciso instante que alguien llamaba a la puerta. Agasa, que estaba al lado preparándolo todo, abrió sin más contemplaciones, creyendo que era Kogoro que se había olvidado algo. Al bajar la vista, notando que no era Kogoro, quedó harto sorprendido, al igual que el detective y la doctora.

Eso complicaba, aunque no lo pareciese, las cosas.

Mientras, los tres niños, sonrientes, entraron sin más - ¡Hola! ¿Listos para ir a jugar un rato al parque? – dijeron Genta, Mitsuhiko y Ayumi a la vez.

"The case of the mistery aptx 4869"

A Great Detective of Love Fanfic, bye CiNtUrO-cHaN

Archivo IV: En el parque…

La escena era la siguiente: Agasa al lado de la puerta sujetando el portátil. Conan y Ai con los ojos abiertos y mirando hacia la puerta, donde se hallaban la Liga de Detectives Juveniles. Genta, Ayumi y Mitsuhiko estaban algo confundidos ya que todas las miradas se dirigían hacia ellos, pero decidieron no hacer caso a ellas y entraron sin más al piso.

-¡Hola Conan, vamos al parque! – dijo Ayumi dirigiéndose hacia el niño. Entonces la chica se dio cuenta de que al lado de Conan estaba también Ai.

-¿Qué hace Haibara aquí? – preguntó Genta a Conan. Entonces él y Mitsuhiko se pusieron a reír – vaya, Conan, te lo tenías calladito…

Ayumi los miró con cara de pocos amigos y los dos chicos pararon de reír al instante. Conan y Ai seguían mirándolos, sin saber qué hacer. El parque Ryoku quedaba a media hora en tren, y si no se daban prisa no llegarían a tiempo. ¿Qué hacer con los Detective Boys? Tenían que desembarazarse de ellos, pero cómo. ¿Dando una tonta excusa? Estaba claro que no los podían llevar a algo tan peligroso como eso…

-E-Escuchad, hoy no podemos ir a jugar al parque… - intentó decirles Conan.

-¿Eeeeh? ¿Y por qué? – preguntaron los tres niños a la vez, mirando a Conan entre la suspicacia y la inocencia.

Conan miró hacia arriba, intentando pensar en algo -Tenemos que terminar un… ¡trabajo! Sí. El doctor Agasa nos ha pedido que le ayudemos en algo y sólo Ai y yo podemos…

Ai miró de reojo a Conan y luego hacia los chicos "Está claro que no se lo van a creer…" pensó la chica de la organización. Con todas las cosas que habían vivido juntos, con todos esos enigmas que habían desentramado, estaba clarísimo que algo así no colaría.

-¡¡Y qué más!! ¡¡Nosotros también queremos venir!! – insistió Genta, amenazando con Conan con su puño.

El chico se hizo atrás "Será bruto, el tío…" El pequeño detective miró a Ai con cara de '¿podrías ayudar, no?'. Sin embargo la chica se limitó a sonreír y giró la cara, y se fue a sentar al sofá.

Agasa miraba desde la puerta, sin saber qué hacer. Se adelantó hacia ellos con su amigable sonrisa – Hey, ¿qué os parece si vais a mi casa y os dejo jugar con un juego nuevo que acabo de inventar? – les dijo el profesor, guiñándoles un ojo.

Los tres niños se miraron unos a otros, y Mitsuhiko, el portavoz, respondió - ¡Sólo si vienen Conan y Ai!

Ayumi y Genta asintieron con devoción desde atrás -Eso, eso.

Conan miró nerviosamente a su reloj "Mierda, ya son las once…"

El pequeño detective se interpuso entre los niños y el doctor Agasa, con la cara más seria y profesional que pudo encontrar. Hizo ademán a Genta, Ayumi y Mitsuhiko para que se acercaran, y el chico empezó a hablar con mirada sombría.

-Está bien, vosotros os lo habéis buscado… cierto, Ai y yo no iremos a hacer un trabajo… estamos metidos en un asunto confidencial del FBI… Nos han encargado que vayamos a inspeccionar la ciudad para encontrar un presunto ladrón… A Ai y a mí nos han encomendado que vigilemos el distrito de Kaogate… ¡Pero estamos en un problema!

Ayumi, Genta y Mitsuhiko, los cuales habían estado muy callados durante el relato, se asustaron ante el cambio brusco de tono de Conan. Los tres asintieron.

-Acabamos de recibir una llamada, diciéndonos que falta personal… necesitan tres personas para ir a inspeccionar Beika… y Ai y yo no sabemos qué hacer…

Conan cerró los ojos, aparentando estar impactado, y esperando una respuesta que no tardó un segundo en ser formulada - ¡¡Pues lo haremos nosotros!! – dijeron la banda de detectives juveniles a la vez. Conan sonrió para sí.

-Pero tenéis que ir con cuidado… no podéis decirle a nadie qué hacéis, ¡es un asunto confidencial! Si lo dijeras a alguien, la prensa se enteraría y reinaría el caos…

-¡Vale! – dijeron los tres a la vez, asintiendo.

-¿Y qué pinta tiene este ladrón? – preguntó Mitsuhiko.

-Pues… emm… tiene el pelo largo, color oscuro, y lleva una chaqueta del FBI para así pasar más desapercibido… ¡también lleva un gorro! Y tiene una cara que da miedo…

Ayumi cogió un bolígrafo y se lo apuntó a la mano – Pelo largo, FBI, gorro, da miedo… ¡ya está!

-¡Bien, tropa, en fila! – dijo Conan, poniéndose firme.

Rápidamente, Genta, Mitsuhiko y Ayumi se pusieron en hila recta, cogiendo aire, y con la mirada seria.

-¡Vuestra misión será patrullar en secreto por el distrito de Beika y encontrar a ese ladrón! ¡¡No quiero ningún fallo ni indiscreción!!

-¡¡A LAS ÓRDENES, SEÑOR!!

-¡Marchaos!

-¡Sí! ¡Uno, dos, uno, dos, uno, dos…!

La banda de detectives juveniles, como si les fuese la vida en ello, desaparecieron tras la puerta casi atropellando al profesor Agasa, el cual tuvo que apartarse si no quería caerse al suelo por la manada desbocada de justicieros.

Ai miró fugazmente a Conan y sonrió, mientras él miraba pesadamente a la puerta, dando gracias a que le habían hecho caso por alguna vez en su vida. Pero, sin perder más tiempo, volvió a consultar el reloj.

"Las once y veinte…"

Ai y Agasa también miraron el reloj, nerviosos. Los tres asintieron y se pusieron en marcha.

-Ah… ¡Shinichi!

Conan se giró hacia el profesor Agasa - ¿Qué ocurre, profesor?

El profesor Agasa le dio el pequeño prisma que le había enseñado justo antes de que aparecieran la liga de detectives júnior. Conan lo cogió y se lo guardó en el bolsillo. Y, ahora sí, los tres salieron del piso hacia la estación de trenes…

* * * * * * * * * *

Eran ya las 11:25 a.m. En el parque de Ryoku había la normal vitalidad de siempre: niños jugando a la pelota en los espacios verdes, madres con sus bebés en brazos conversando con otras madres sobre los quehaceres de su vida cuotidiana, estudiantes apartados de la actividad y el ruido, sentados a los bancos e intentando estudiar… y decenas de parejas paseando sin miedo. Una de ellas no era una pareja muy normal.

-¡¡Haz el favor de comprarme un helado!! – inquirió la chica, plantándose delante de su pareja.

-¡¡Y qué más!! ¡¿Te crees que soy tu mayordomo?! – le respondió el chico.

-¡¡Conan dijo que teníamos que aparentar ser una pareja NORMAL!! – gritó Kazuha, al borde del colapso.

-¡¡Lo que diga ese maníaco me importa un comino!! ¡¡No pienso malgastar mi preciosa paga por una engreída como tú!!

-¡¿QUÉ ME HAS DICHOOOOOOOOO?! ¡¡HEIJI ERES UN IDIOTA!!

-¡¡Y TÚ UNA EST…!!

Ambos pararon de discutir al ver la cantidad de niños y mujeres que se arremolinaban a su alrededor, fisgoneando.

-Oooh, una discusión matrimonial… - decía un niño.

-¡No tienes ni idea! ¿Que no ves que son demasiado jóvenes para estar casados? – le respondió una niña.

-La culpa es de la chica, por pedir tanto al chico… - decía un estudiante.

-¡Pero bueno! ¿Qué dices? Está clarísimo que la culpa la tiene el moreno por no comprarle un helado a su novia.

Kazuha y Heiji se quedaron de piedra y empezaron a correr, muertos de vergüenza. Estaba claro que tenían que aparentar ser más 'normales', porque esta no era precisamente la idea que Conan tenía en mente sobre 'reservados'. Llegaron a una pequeña fuente y allí se sentaron a su borde, descansando un rato.

-¿Q-Qué hora es…? – preguntó Kazuha.

-Las doce menos veinticinco… agh… ¡maldita sea! Como sigamos así, muy desapercibidos que digamos no pasaremos…

Kazuha le dio la razón – Es verdad, y todos confían en nosotros para montar guardia… y esto es algo serio… bueno, el helado lo dejaremos para más tarde, ¿eh? – Kazuha le sonrió de manera amigable.

-¡I-Idiota! – dijo Heiji, colorado, mirando hacia otra parte – Ahora no debemos pensar en chorradas. Oye, Kazuha, esto es algo SERIO, algo entre Kudo, yo y la organización. Esos hombres no se cortarán ni un pelo, ni aunque su rival sea una mujer.

Kazuha asintió – Lo se muy bien.

Heiji respiró hondo y la encaró, con cara seria, haciendo que Kazuha se pusiese nerviosa – Ahora escúchame bien, Kazuha, cuando yo te diga 'corre', tu corres sin mirar atrás, ¿entendido? Nada de preocupaciones, nada de no irse sin mí. Te vas pitando y llamas desde una cabina al número de Kogoro. Él sabrá lo que hacer. Y si no te contesta, te vas directa a la central de policía, y les dices que vas de mi parte o de la de tu padre, ¿lo has entendido?

-¡Ni hablar! – exclamó la chica - ¡Hemos venido juntos y nos iremos juntos! ¡Además, le prometí a Shizuka que vigilaría a su hijo de cerca, y no pienso separarme de ti ni un instante!

-Mira, todo lo que dices está muy bien y te lo agradezco, pero esto es una MAFIA, son ASESINOS y… si ves a alguien de negro, te separas de mí al instante.

-¿Y qué harás tú, eh? ¿Ir a buscar a Kudo? ¿Y si esos hombres te pillan? ¿Y si te dan la misma droga que Kudo? ¿Y si te ma…? ¡Ni hablar, yo no pienso irme!

Heiji le dio un pañuelo – Idiota, no llores.

Kazuha lo cogió y se secó las lágrimas, entre sollozos. Al fin y al cabo, ese día tenía que haber llegado hace mucho tiempo. Él era un famoso detective, y no pararía hasta encontrar al malo maloso y atraparle. Ella sobraba, y lo sabía. Pero no quería dejarle solo, por miedo a que pasase exactamente lo mismo que a Ran. Y demasiadas historias de asesinatos había oído decir a su padre, sobre adolescentes que meten las narices donde no han de meterlas y los pillan in fraganti. Pero si iba con él, aún sería peor, simplemente sería un estorbo, y con ella cerca no podría moverse más libremente, y las opciones de que le cogiesen aumentarían.

-¿Kazuha?

-¿Uh? – la chica miró a Heiji.

-Mira, yo… te prometo que no me pasará nada. Iré con ojo. Si veo algo sospechoso… me iré. Si veo algo peligroso me iré. ¿Estás más tranquila ahora?

Kazuha se lo quedó mirando. ¿Qué si veía algo sospechoso y peligroso se iría? ¿Se iría sin jugársela? Eso no era propio de Heiji. Y lo hacía por ella. Ella sabía cuánto significaba para él atrapar a un criminal, no dejarle escapar, y sin embargo renunciaba a ello por ella… Tal vez era una egoísta, pero era mucho más de lo que había pedido. Tal vez, en el fondo, Heiji tenía miedo de que le pasase lo mismo que a Shinichi.

Kazuha le sonrió, mientras acababa de secarse las lágrimas – Vale…

-Je, ¿ves qué fácil? Y ahora en marcha, tenemos que ir a vigilar si aparece algún coche.

-Esto, ¿Heiji?

El chico de Osaka se volvió hacia ella - ¿Qué?

-Lle… ¿Llevas puesta la cadena*? – preguntó tímidamente.

Heiji sonrió y se metió la mano por la camiseta, sacando un pequeño colgante con un amuleto y un trozo de cadena en su interior – Pues claro.

Ambos sonrieron y se pusieron de pies.

* * * * * * * * * *

El instituto. El aburrido instituto. Y si encima no estaba Ran para reírle las bromitas, aún era más aburrido. ¿Qué le habría pasado? En casa no contestaba nadie. Al terminar las clases ya iría a buscarla, aunque algo le decía que tampoco habría nadie. Tal vez debería ir a Teitan a preguntarle a Conan si sabía algo.

-¡¡Suzuki!!

Sonoko bajó de las nubes y volvió a la aula, con aterrizaje forzoso. Miró hacia la pizarra, donde su maestra la miraba fríamente por no haber puesto atención en la lección.

-¡L-Lo siento! – se excusó la joven, poniéndose de pies.

La mujer pareció relajarse algo, pero aún estaba con el ceño fruncido. Entonces, la maestra pasó su vista hasta el pupitre de Ran y arqueó las cejas.

-¿No ha venido Mouri hoy?

-Eh… no…

-¿Qué le ha ocurrido? – preguntó ella.

-Ehm… pues no se…

Tal vez fueron suposiciones suyas, pero a Sonoko le pareció que bajo esa inocente preocupación por su alumna, al señorita Jodie Saintemillion**, profesora de inglés, ocultaba algo… Sonoko nunca se fijó en ella, pero parecía una mujer mucho más fría de lo que aparentaba en clase. Aunque, a decir verdad, hoy estaba con un humor de perros. Dicen que eso era propio de las actrices, cambiar repentinamente de carácter. O tal vez es que estuviese bajo presión. El oficio de profesores era tan y tan difícil…

Al cabo de un momento llegó la hora del patio. Sonoko iba a irse hacia el bar como todos los días a comprarse algo, pero la señorita Jodie la llamó. Ambas esperaron a que toda la clase se fuese y se quedaron a solas en el aula.

-¿Y no sabes nada de Mouri?

Sonoko se quedó algo parada ante la pregunta – Ya le he dicho que no, sensei.

-¿Has llamado a su casa?

-Sí.

-¿Y no contesta?

-No.

La rubia mujer quedó algo pensativa. Detrás de sus gafas, sus fríos ojos mostraban algo más que mera preocupación.

-¡¡Sonokoooo!! ¡¡Te estamos esperando, date prisa!! – oyeron gritar a las chicas desde la puerta del aula.

La señorita de Inglés se bajó de la mesa, dando por finalizada la reunión -Bueno, Suzuki, si sabes algo de Mouri, llámame.

-Eh, sí… gracias por preocuparse tanto por Ran, sensei… - Sonoko le hizo una reverencia y se fue con sus amigas, las cuales estaban algo enfadadas por la espera.

Jodie, sin embargo, prefirió quedarse al aula en lugar de ir a comer con sus compañeros de trabajo. Miró hacia el cielo azul y, acto seguido, hacia el reloj. Las doce menos cuarto. La ex-actriz se quitó sus resplandecientes gafas, dejando ver sus azules y fríos ojos. En silencio, contemplaba el cielo azul. Y algo sonó. Era el timbre de un móvil. Miró el número que la llamaba. Privado. La señorita de inglés sonrió fríamente.

-¿Sí? Aquí Jodie Saintemillion.

-Déjate de tonterías,– le contestó la fría voz al otro lado del auricular - ¿Te acuerdas del día que es hoy?

-Por supuesto, pero habíamos quedado en que yo iría más tarde, ¿no lo recuerdas? Si siempre ando desaparecida por el centro, empezarán a perder confianza en mí hasta el punto de investigar mi informe.

-¿Con quién crees que hablas? – dijo la otra voz, menos bruscamente que antes - Te recuerdo que fui yo quien firmó tu expediente. Sólo te llamaba para preguntarte si hay alguna novedad de la chica.

-Ángel no ha venido hoy a la escuela – respondió la mujer – y su amiga dice que no sabe nada de ella.

-¿Y del crío?

-Kobayashi, su tutora, me ha dicho antes que no ha venido a la escuela.

-Entonces las dudas empiezan a disiparse… - dijo la fría voz – Bien, es todo. Estate atenta, hoy va a ser un día largo. Avisa a el grupo para que preparen todo, ya sabes…

-Entiendo. Ah, una cosa más – dijo la maestra - ¿Ángel tiene algo que ver en todo esto? – preguntó la mujer con media sonrisa en sus labios.

La respuesta se hizo esperar unos breves instantes, hasta que el que estaba al otro lado del aparato hizo un gruñido – De eso hablaremos más adelante. De momento, encárgate de que nadie sospeche. Y ten cuidado, podría ser que te conozcan…

-Lo tendré.

-Bien, pues…encárgate de todo.

-Enten…

No dio tiempo a contestar, puesto que el auricular ya no emitía señal, sólo un tu-tut conforme su interlocutor había colgado el teléfono. La mujer guardó todo en su bolsa y salió de la sala, rumbo a su misión.

* * * * * * * * * *

-Aquí Kogoro, todo en orden…

-Aquí la pareja, todo según lo previsto…

-Aquí Agasa, correcto.

-Bien. Tened cuidado. Nosotros aún no hemos llegado, pero estaremos aquí en un momento. Cambio y corto.

Ya eran las 11:50. Kogoro, Agasa, Heiji y Kazuha se encontraban en sus respectivos puestos en el gran parque. Shinichi les había explicado minuciosamente dónde se efectuaría el cambio. En unos pequeños almacenes, seguramente, que había próximos al parque. La pregunta que les pasaba a todos por la cabeza era… ¿estaba realmente Ran en su poder? Y de ser así, ¿qué pasaría? Lo cierto es que con tantas prisas no habían discutido realmente lo que iba a suceder, ni siquiera lo que tenían planeado hacer. ¿Querrían llevarse a Conan? Nadie lo sabía. Todos esperaban impacientes con los mini-teléfonos que el profesor les había prestado, para comunicarse mejor.

-¿Kudo? ¿Dónde estáis?

-Ahora mismo, entrando en el parque. ¿Nadie sospechoso?

Todos los interlocutores respondieron negativamente – Nadie de negro.

-Tened cuidado, tal vez no vayan de negro… tal vez van como alguien normal. Tened mucho cuidado. Estad atentos al móvil, y sobre todo no habléis con nadie. Si ocurre algo, llamad a…

-Venga, Kudo, no te hagas el interesante, que yo también soy del oficio – dijo Hattori. Kazuha le miró con el ceño fruncido.

-¡Chicos, chicos, ahora no es el momento! – replicó el profesor Agasa.

-¡Haced el favor de concentraros! ¡Mi hija Ran está en todo esto, así que id con cuidado! – dijo Kogoro Mouri, disimuladamente desde un banco algo alejado del parque.

Conan colgó el teléfono, y siguió andando con Ai a través de todo el parque. Al cabo de unos minutos, se pararon.

-Bien, Haibara, suerte – dijo Conan, tendiéndole la mano.

Ai le miró molesta – Vigila, Kudo. Sobretodo, si no ves a Ran de buenas a primeras, ¡huye! Lo más seguro es que…

-Haibara, esto ya lo hemos discutido. Además, ¡soy el mejor detective del este y del OESTE! – Conan se dio cuenta que no hacía falta remarcar la palabra porque el teléfono estaba colgado y el chico de Osaka no podría oírle, así que siguió – Tú escóndete bien, porque si te cogen te matarán.

-Bien. Hasta AHORA.

-Sí, sí, hasta ahora. ¡Ve!

Conan vio la pequeña niña alejarse en sentido contrario, rápidamente. Y su expresión cambió a la de una total profesionalidad, la misma que adoptaba siempre siendo Shinichi Kudo en las escenas de los crímenes. Y con paso firme se dirigió al lugar de la cita, suplicando interiormente que Ran no estuviese allí.

-Oiga, profesor, y si mi hija no está ahí, ¿qué?

Lejos de donde se encontraba Conan, Kogoro y Agasa hablaban desde bancos distintos muy disimuladamente. Kogoro con un enorme periódico que le tapaba toda la cara, y Agasa hablando entre dientes mientras fingía estar ocupadísimo retocando sus inventos.

-Pues supongo que Shin… que él será suficientemente listo como para darse cuenta. Además, lleva un localizador en su camiseta. Si se diera el caso que le secuestrasen, podríamos seguirle la pista fácilmente. Llamamos a la policía, rodeamos el sitio y listos. Además, Shi… él va armado.

Kogoro cogió fuertemente el periódico – Si se refiere que va armado por la pelota esa que dispara, sinceramente, no creo que sea muy efectivo…

-No. Él lleva una especie de pistola-transmisor que yo mismo creé. Es muy disimulada y tiene silenciador. Está en buenas manos.

-¿Quién, él o la pistola?

Agasa sonrió ante el comentario y Kogoro pasó página. Todo estaba tranquilo. ¿Y si, al fin y al cabo, no iba en serio? Tal vez se habían repensado y…

No. Es cierto que eso sería lo ideal, su deseo, pero jamás ocurriría algo así. Cavilaciones a parte, lo mejor era mantener la cabeza fría y no permitir que se le escapase nada. El profesor cogió un mini-micro y se lo puso a la altura del cuello, mientras encendía el transmisor en su bolsillo.

-¿Me oyes, Shinichi? – preguntó el doctor susurrando.

La respuesta tardó un poco en llegar – Doctor, ahora no. Si aparecen y me pillan hablando, pensarán que sois la poli. Llámame dentro de veinte minutos, y si no lo cojo querrá decir que ya me han capturado. Cuelgo.

-¡¡ESP…!!

Tutú, tutú

"Shinichi, siempre pensando en lo peor… vaya un pesimista está hecho…" Agasa consultó su reloj. Las doce.

* * * * * * * * * *

La banda de detectives juveniles era, ante todo, profesional. A muchos adultos, durante la mañana de hoy, habían molestado con sus incoherencias, preguntando por alguien de pelo largo y oscuro, chaqueta del FBI, gorro y mirada asesina. Se estaban jugando su reputación, y aún así, aunque muchos les preguntasen a qué venían esa sarta de idioteces, ellos simplemente se iban, respectando el pacto con Conan de no decir nada a nadie. Quién sabe, si se les escapaba algo, tal vez algún espía les oiría y lo comunicaría al individuo en cuestión, haciendo que se marchase al extranjero. Y eso no podían permitirlo.

-Ya son las doce… ¡tengo hambreeee! – dijo, por enésima vez, Genta.

-¡Genta, ya te he dicho que no puedes comer, estamos de servicio!

El chico le clavó un buen puñetazo a Mitsuhiko – ¡Cállate! ¡Si no como, no tengo fuerzas, y un agente sin fuerzas no es nada!

La barriga de Ayumi también sonó – Yo también estoy muerta de hambre…

-Chicos, espero que nuestras mamás y papás no sepan que hoy nos hemos saltado clase para ir a inspeccionar… - dijo Mitsuhiko, rehabilitado de la paliza de su 'amigo'.

-¿Por qué? – preguntó inocentemente la niña.

-¡Es obvio, Ayumi! Si les decimos que no hemos ido a clase, nos preguntarán la razón. ¡Y no podemos decirles la verdad!

-E-Es verdad… ¡mi mamá me castigará! –dijo la niña, horrorizada. Genta se puso blanco como el papel.

-¡Tranquilos, somos la liga de detectives juveniles más famosa de todo el Japón! ¡No podemos hundirnos por algo así! ¡Tenemos que continuar con nuestra misión!

-Pe-pero…

-¡Mitsuhiko tiene razón! – dijo Genta, solemne – Ayumi, ¿a que has visto muchas veces películas de niños prodigio que de noche van a salvar el mundo?

-Bu…bueno, no muchas, pero…

-¡AHÁ! ¡¿Y a que cuando sus mamás les preguntan que por qué no estaban a la cama por la noche, ellos no les dicen la verdad?! ¡Eso sería lo fácil, y entonces todos sabrían qué hacemos! ¡Pero aunque nos riñan y nos castiguen, no debemos sucumbir!

-¡T-Tienes razón, Genta!

-¡Y ahora que ya estamos todos convencidos, vamos a comer! – dijo el chico, entrando en un pequeño restaurante de ramen.

Mitsuhiko y Ayumi se le quedaron mirando – Genta…

-Venga, entrad, ¡hoy invito yo! – dijo el chico, sentándose en la barra.

La mujer que le atendía se quedó algo parada al verle – Esto… niño, ¿no deberías estar en la escuela?

-¡No señora! ¡Porque nosotros estamos al servicio de la justicia, y no podemos permitirnos el lujo de ir a la escuela cuando nos han encomendado una misión! – dijo él, alzando el dedo.

-¡GENTA! ¡SSSHT! – Ayumi le tapó la boca con las manos – Jeje, no le haga caso… Tres platos de fideos, por favor.

-Eh…vale… - la mujer se retiró y repitió la comanda a los de la cocina, y luego se fue a servir a otras mesas, sin quitarles ojo de encima. Ayumi y Mitsuhiko se sentaron al lado de Genta, molestos.

-No, si ya te vale. Eres el primero que dice que es una misión secreta, y vas y lo chateas por toda Beika…

El chico sonrió, arrepentido – Lo sieeeeento, el hambre me ha cegado…

Ayumi y Mitsuhiko se lo quedaron mirando con una gotita – No, si…

La puerta del restaurante se abrió, seguido de un 'bienvenido' de la mujer de la barra. Hasta aquí, todo hubiese pasado desapercibido, de no ser porque Genta, Ayumi y Mitsuhiko se le quedaron mirando. El hombre pasó de largo y se sentó en la mesa más apartada de todo el local. Encendió un cigarrillo y se puso a fumar en la sombra.

Ayumi, Mitsuhiko y Genta le seguían mirando, con los ojos abiertos.

-Niños, aquí tenéis los fideos… ¿niños? – la mujer de la barra les siguió la mirada y vio que miraban al hombre que acababa de entrar. Un hombre con cara de pocos amigos, ojos fríos, cabellera larga y oscura, un gorro color azul marino y una chaqueta negra forrada, con unas pequeñas iniciales en color amarillo. Tres en total.

-F…

-¿B…?

-¿¡I!?

-¡¡FBI!! – dijeron los tres a la vez, impactados.

* * * * * * * * * *

Aoko Nakamori*** servía el te a la ahora invitada. Luego se sentó a su lado, al sofá, mientras Kaito seguía de pies, observando a la recién llegada y a ella. Ambos estaban confundidos. ¿Qué hacer en estas situaciones? Para ser francos a ellos mismos, jamás se habían encontrado con una amnésica.

-Será mejor que la llevemos al hospital… - dijo Aoko, finalmente - ¿Te parece bien?

-Supongo que será lo mejor… allí te harán las pruebas de ADN y sabrás quién eres.

La chica de pelo largo y oscuro no sabía muy bien qué decir. Algo le rondaba por la cabeza, algo importante, ¿pero qué? Seguramente los recuerdos justo antes de perder la memoria.

-Esto… Kuroba, tú me encontraste, ¿no? –dijo ella, finalmente.

-Pues sí.

-¿Puedes decirme dónde?

-Ehm… pues al distrito 2 del centro de Beika, número 20… ¿por?

-No…quizás si fuésemos, recordaría algo… ¿qué más?

El chico se rascó la cabeza, algo nervioso – B-Bueno, estabas tirada al suelo, y yo te recogí. Estabas empapada porque llovía, y tenías algunos rasguños y una pequeña herida a la cabeza… el resto ya lo sabes, te traje aquí y ya está.

Aoko miró detenidamente a su amigo. Ya lo volvía a hacer. No sabía muy bien por qué, pero Kaito no les estaba siendo al 100% franco, o al menos no les contaba todo lo que sabía. Era una sensación agotadora, que ya la había tenido en muchas ocasiones anteriores.

Aoko iba a decirle algo, cuando notó que Kaito se acercaba demasiado a la soñolienta invitada, casi a medio palmo.

-¡¡K-KAITO!! ¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO?! – exclamó la chica.

-¡¡AAGH!! ¡No me pegues esos sustos, imbécil! ¡Sólo quiero verla más de cerca! Hmm… creo que te he visto en alguna parte, chica…

Ella alzó la cabeza, poco a poco – Tú también me suenas mucho… mucho…

Kaito la miró. Y luego miró a Aoko – Os parecéis mucho, vosotras dos…

Ambas chicas se miraron, con cara de "¿en serio?" Kaito volvió a prestar atención a la chica – Oye, tu cara me suena muchísimo, tal vez sí que nos conozcamos, al menos de vista…

La chica le sonrió – Podría ser… - no sabía muy bien por qué, pero esa cara le resultaba muy amigable. Sabía que podía contar con él. ¿Por qué? Tal vez puras suposiciones, pero lo cierto es que esa cara le traía un nerviosismo que no se apaciguaba.

Aoko empezó a sentirse incómoda. Desde hacía unos momentos que se notaba fuera de la conversación. Y, por si fuera poco, ahora Kaito le hacía más caso a esa chica que a ella.

-¡Bueno, ¿y si vamos donde encontraste a la amnésica?! – dijo Aoko, poniéndose de pies.

Kaito asintió – Sí, así tal vez ayudemos a la chica a acordarse de algo. ¿No crees?

Ella asintió –Sí…vamos.

* * * * * * * * * *

Las 12:10. Conan seguía firmemente de pies, amenazante, en el lugar de la cita. Los segundos pasaban lentamente, demasiado lentamente. Conan empezaba a ponerse nervioso. No paraba de echar ojo al reloj, mirando hacia las entradas y salidas del parque y la carretera solitaria que tenía delante. Habían escogido un buen lugar, sí señor. Sin nadie, sin ruido, sin vecinos… y si se oía algún disparo, los ruidos del parque lo camuflarían. Y para cuando alguien se diese cuenta, ellos ya estarían lejos.

"Mierda, como no aparezcan ya me va a dar algo… ¡maldita sea! A ver, qué hago, qué hago… son los hombres de negro, nada bueno. ¿Y si no iba en serio? O… ¿y si ya no les intereso? ¿Y si han decidido terminar con Ran…?" Conan se rascó la cabeza "Como siga así, me voy a volver loco…"

-Oye, Kudo, me estoy asfixiando. ¡¿Cuándo piensan aparecer esos Men in Black? – dijo Heiji a través del teléfono. Conan oyó a Kazuha regañarle y el chico rió.

-Tened paciencia, seguro que ya están al caer…

A Conan le pareció extraño, tratar tan familiarmente a la organización. Y más aún si pensaba en todo lo que había ocurrido desde el principio. Por fin, al cabo de año y medio, había un avance. Aunque hubiese preferido que no fuese así, pero él no permitiría que nada malo le sucediese a Ran.

-Niño, ¿te has perdido?

El corazón de Conan se aceleró rápidamente y se giró. Delante suyo había una mujer, aparentemente normal. Vestía tejanos, una camisa azul y lucía unas enormes gafas de sol que le dificultaba a Conan reconocer a la mujer. Sin embargo, su tono de voz le sonaba de algo…

-No, señora, estoy esperando – dijo él, risueño, con su mejor cara de niño bueno.

-Ya… ¿quieres que vayamos a tomar algo? – se ofreció la mujer, dándole la mano.

Conan se giró – Gracias por su amabilidad, señora, pero estoy esperando unos amigos y…

-Vaya, qué orgulloso – dijo la mujer fríamente – Supongo que pedir que Shinichi Kudo me de la mano es rebajarse demasiado, ¿no?

Conan abrió fuertemente los ojos y se giró. La mujer sonreía - ¿Vamos a tomar algo? – volvió a repetir la mujer. Conan se giró por completo y sonrió desafiante.

-Vamos.

Fin del cap. IV

CONTINUARÁ

Notas de la Autora:

¡¡AHO!! Ya he terminado, wowow, me ha quedado un poquitín más largo que los anteriores, mejor no? Ahhh… ya es verano, y con tanto tiempo libre pues me podré dedicar más a mis fics jeje ;) Nada más, espero que os haya gustado!! Dudas, sugerencias, reclamaciones a cinturo@3xl.net

*La 'cadena de hierro' a la que se refiere Kazuha tiene un valor emotivo para ambos, puesto que cuando eran pequeños, mientras jugaban a detectives, las esposas se les cerraron y tuvieron que irse a bañar juntos y todo para poder quitárselas. Ambos guardan un pequeño trozo de la cadena dentro de un amuleto para que les de suerte, más que nada por insistencia de Kazuha Toyama.

**Jodie Saintemillion: profesora de inglés de Ran y Sonoko. Antes era una famosa actriz en E.U.A. Su primer aparición fue en la saga de "The Golden Apple" (la Manzana de Oro, refiriéndose a Bruklin, Nueva York).

***Aoko Nakamori: Amiga (y quizá algo más) de Kaito Kuroba. Ya sé que en los capítulos anteriores le puse el nombre de 'Haya Itsuko', pero ya os dije que como no estaba segura, pues me lo inventé. Pues bien, ahora se de lo cierto que su nombre es AOKO NAKAMORI. Perdonad el fallo n_nU

Salu2 a to2,

CiNtUrO-cHaN

-22 de Junio del 2003-